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Revista mexicana de investigación educativa

Print version ISSN 1405-6666

RMIE vol.24 n.83 Ciudad de México Oct./Dec. 2019  Epub Apr 23, 2020

 

Editorial

De persistencias y emergencias

Of persistence and emergencies

Guadalupe Ruiz Cuéllar, Directora* 

*Investigadora de la Universidad de Aguascalientes, Departamento de Educación, Aguascalientes, Ags., México. Email: guadalupe.ruiz.cuellar@gmail.com


Concluimos 2019 con el número 83 de la Revista Mexicana de Investigación Educativa (RMIE). El número está compuesto por seis artículos de investigación, una reseña y un aporte de discusión integrado por diez contribuciones elaboradas por investigadores educativos que participaron a mediados de este año, en el proceso de designación de integrantes de la Junta Directiva y el Consejo Técnico del organismo para la mejora continua de la educación anunciado en la reforma educativa de la presente administración federal.

“¿Regreso al lugar de origen? La encrucijada de jóvenes rurales egresados de la Universidad Intercultural de Chiapas”, el título es elocuente y da cuenta de la materia central del texto: el dilema que enfrentan jóvenes de procedencia rural e indígena que, tras haber concluido su educación superior, deben decidir qué harán con su vida laboral. El texto anuda varias aristas en torno a la escolarización de los jóvenes indígenas y las políticas educativas diseñadas con ese propósito. En primer lugar, lo que a todas luces parece sumamente pertinente desde una perspectiva de equidad: la creación de instituciones y, al interior de estas, de programas educativos que permitan a los jóvenes, a la par de obtener su propia formación de nivel superior, contribuir al desarrollo de sus lugares de origen, regresando a estos una vez concluidos los estudios universitarios; la reorganización de las familias para afrontar sus ocupaciones cotidianas sin la ayuda del o los hijos que se van a estudiar fuera de la comunidad y la necesidad de proveerles condiciones de sustento mientras estudian fuera; las aspiraciones de las familias de “una vida mejor” para sus hijos, no supeditada a lo que el campo y la ocupación agrícola les pueda proporcionar; la dificultad de los jóvenes graduados para reinsertarse en las comunidades de procedencia una vez concluidos los estudios debido a que, conforme a la cultura de los propios pueblos, la “madurez social” (asociada al matrimonio y la autosuficiencia económica, difícil de lograr, en tanto el relevo generacional suele posponerse por largos años) es condición necesaria para la participación comunitaria; la situación particular de las mujeres para quienes el retorno al lugar de origen suele representar el confinamiento a la “esfera privada”, a las labores domésticas. Todo ello configura un panorama en el que los jóvenes realmente no tienen motivaciones para regresar a sus comunidades; el medio urbano y el trabajo en este aparecen como la oportunidad de superar las condiciones de marginación y pobreza que enfrentan en sus comunidades. Los autores llaman la atención sobre la evidente necesidad de políticas públicas que acompañen y apoyen a los jóvenes rurales que sí deseen contribuir al desarrollo de sus comunidades haciendo uso de las herramientas de formación adquiridas en su paso por la universidad.

La evaluación educativa es un campo de notable desarrollo en el país en los últimos años. Los objetos de evaluación son varios: el aprendizaje, el desempeño docente y de otras figuras educativas, las políticas y los programas, así como las instituciones educativas, entre los principales. El segundo artículo de este número, de la autoría de Edna Luna, da cuenta de una aproximación compleja a la evaluación de los componentes del modelo educativo de una institución mexicana de educación superior. El artículo integra tres estudios que, en conjunto, articulan un proceso completo de investigación, desde la formulación de los referentes de la evaluación, la construcción de instrumentos para medir las dimensiones establecidas en el modelo construido a partir de la revisión de documentos normativos de la institución en la que se realizó la evaluación y entrevistas a autoridades clave, hasta la aplicación de esos instrumentos a muestras de estudiantes. “Evaluación formativa del modelo educativo en Instituciones de Educación Superior en México”, es un texto que, además del interés intrínseco que pueda despertar en los lectores por la temática a que se refiere, muestra en forma pormenorizada el cuidadoso proceso metodológico seguido para el desarrollo de los tres estudios. Desde esta perspectiva, el artículo tiene un claro potencial didáctico en acciones y programas de formación de investigadores educativos.

A la luz de la crisis ambiental que enfrentamos a nivel mundial, la educación ambiental es un campo de notoria vigencia en nuestros días. El tercer artículo de este número, “Investigación en educación ambiental con menores en Iberoamérica: una revisión bibliométrica de 1999 a 2019”, ilustra, en un contexto caracterizado por el crecimiento explosivo de la producción científica, la especialización necesaria en cualquier campo específico de la investigación educativa; en este caso, por cuanto se centra en la producción durante dos décadas, de investigación en torno a la educación ambiental dirigida a la población infantil, con el propósito de “contribuir a la configuración y desarrollo” de este campo en Iberoamérica. El análisis bibliométrico da cuenta de los países con mayor presencia en la investigación en la materia, así como de las revistas con mayor número de contribuciones publicadas; de las temáticas abordadas y de los enfoques metodológicos predominantes. Los autores plantean desafíos concretos en materia de investigación, pero también de intervención; en este sentido destaca la necesidad de pertinencia, esto es, “el ejercicio de pensar la EA [educación ambiental] y sus particularidades en relación con los sujetos que la vivencian y con los ámbitos en que esta se desarrolla (formales, no formales e informales)”. Una nube temática que resultó de ingresar todas las palabras clave de los estudios a una herramienta computarizada reveló el fuerte vínculo entre educación ambiental y educación formal; sin duda, la escuela es un sitio privilegiado para atender esta necesaria dimensión de la formación ciudadana de niños y jóvenes; sin embargo, el cuidado y la conservación del medio ambiente requieren actuar desde todos los frentes posibles, por lo que, la importancia de los escenarios no formales e informales de formación es patente. La pertinencia, pensada ahora desde la educación ambiental para la infancia y la juventud cobra forma también si el desafío se concibe como, en palabras de los autores, “aprender y enseñar de forma pertinente y ética a los menores, para que así se encuentren mejor preparados para mitigar la crisis que vivimos como especie y para adaptarse a las nuevas condiciones que les imponga el clima. Los niños, niñas y adolescentes ya no son solo el mañana, son las personas indispensables del hoy”.

La investigación en torno a los factores predictores del aprendizaje, de larga tradición en nuestro campo, ha identificado un sinnúmero de variables cuya aportación para la comprensión de las diferencias en los resultados de aprendizaje es más o menos significativa dependiendo del nivel educativo o el contexto de indagación, entre otros aspectos. Los factores clasificables bajo la categoría de “recursos materiales” suelen ser significativos sobre todo en países en desarrollo, donde las condiciones de infraestructura y dotación de servicios y bienes de las instituciones educativas están menos estandarizadas, y en los que, los estudios al respecto revelan grandes brechas en la calidad de la oferta educativa, según la modalidad del servicio y el contexto socioeconómico y cultural en que se ubica. La colaboración de Bautista Pérez, Escofet Roig y López Costa, “Diseño y validación de un instrumento para medir las dimensiones ambiental, pedagógica y digital del aula”, enfatiza la concepción del aula como un “espacio de aprendizaje” cuyo diseño debe fincarse en el reconocimiento de estas dimensiones. Más allá de los elementos más básicos, por ejemplo, ventilación, iluminación, aislamiento del ruido y otros factores distractores, mobiliario adecuado, etc. (y aun estos, vistos desde la dimensión ambiental planteada en este estudio adquieren una relevancia distinta a la que comúnmente se les reconoce), el aula es un espacio que debe proveer condiciones adecuadas para la enseñanza y el aprendizaje y, para lograrlo, la concepción de su diseño debe ser “compleja” (alimentada por varias perspectivas, o dimensiones, para el caso). La escala diseñada avala esta idea por cuanto se encuentra correlación entre las tres dimensiones abordadas (pedagógica, ambiental y digital); desde una perspectiva de política, sería altamente deseable que las inversiones de mejora de la infraestructura escolar, aún apremiantes en nuestro desigual sistema educativo, reconozcan “la necesidad de establecer el diálogo y la interacción entre las mismas como uno de los aspectos más relevantes y necesarios para el diseño y la mejora de los espacios educativos”.

Como resultado de la colaboración entre académicos de las universidades Autónoma de Tamaulipas y de Quintana Roo, el quinto artículo de este número ofrece los resultados de la validación de una escala de medida de prácticas educativas de lectura comparativa, diseñada para su aplicación entre profesores de secundaria. La lectura comparativa es alternativamente referida como lectura “intertextual” o lectura de “comprensión de múltiples fuentes”. Señalan los autores que, pese a que el currículum de la asignatura de español para la educación secundaria contempla prácticas sociales del lenguaje que promoverían el manejo de información proveniente de múltiples fuentes en diversos formatos, los resultados de evaluaciones externas como PISA (Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos, por sus siglas en inglés) sitúan a los estudiantes mexicanos en niveles de desempeño pobres, que no reflejan que se esté logrando esta competencia, evidentemente necesaria en la sociedad actual. La escala cuya validación se presenta en forma detallada en el artículo, indaga entre las prácticas de los profesores, bajo el supuesto de que son un factor clave en el aprendizaje y desarrollo de la comprensión lectora por sus estudiantes. Enseñar para leer y comprender lo que se lee en la sociedad del siglo XXI es sin duda uno de los múltiples desafíos que enfrentan los docentes de todos los tipos y niveles educativos; los hallazgos interpelan los procesos de formación en que participan los futuros profesores o los que ya se encuentran en servicio. Los autores señalan algunas líneas posibles de investigación futura y dan cuenta también de limitaciones del trabajo realizado; una de ellas, la imposibilidad de incorporar, en el diseño de la escala, referentes provenientes de la observación directa de la práctica docente; dada la enorme complejidad de esta y la dificultad real de abordarla con acercamientos basados en información proveniente de un solo instrumento, esta parece una necesaria vía de investigación futura.

“El congreso académico como espacio para la formación de investigadores. El caso del Encuentro Nacional de Estudiantes de Posgrado en Educación”, de Pérez Díaz, López García y Buendía Espinosa, muestra los resultados de un análisis de indicadores de una de las actividades que más recientemente se han incorporado a los congresos nacionales de investigación educativa que organiza el Consejo Mexicano de Investigación Educativa, el encuentro de estudiantes de posgrado. Desde su fundación, el COMIE se planteó entre sus objetivos contribuir a la formación de investigadores educativos y a la profesionalización misma de la actividad. A lo largo de más de 25 años varias han sido las líneas de acción, y estas han apoyado de múltiples formas la consolidación del campo de la investigación educativa en el país. A la par, el desarrollo de programas de posgrado no solo en la capital sino también en las instituciones de educación superior y centros de investigación de las entidades federativas ha constituido un aporte específico a este proceso. Por ello, en un congreso que ya de por sí ha adquirido grandes dimensiones por la variedad de actividades que congrega y la cantidad de asistentes y participantes, por mencionar los aspectos más evidentes, era necesario abrir un espacio particular a los estudiantes de posgrados en educación, que les permitiese, además de presentar sus avances, interactuar con pares y especialistas en su tema de investigación. En el marco del congreso nacional, el ENEPE se constituye como un espacio “informal” de formación que contribuye al desarrollo de habilidades para la comunicación científica y la recepción de crítica académica, al tiempo que favorece la creación de vínculos entre investigadores noveles o en formación e investigadores con reconocida trayectoria. El artículo da cuenta del origen del ENEPE, su organización, el proceso de valoración de las ponencias que se proponen, estadísticas en materia de recepción de contribuciones y porcentaje de aceptación, entre otros aspectos. Aunque a lo largo del texto tanto los datos mismos como las consideraciones de los autores van mostrando problemáticas y desafíos, la conclusión se desarrolla precisamente bajo este enfoque, es decir, la identificación de los retos del ENEPE. Estos son de diferente magnitud; para los autores el principal es “definir y fortalecer criterios de equidad que den cuenta de la diversidad regional e institucional que caracteriza a un evento de esta magnitud. Ello implica favorecer la inclusión de trabajos procedentes de otros estados e instituciones para contrarrestar la concentración en la Ciudad de México…”. Subyacen a este, otros desafíos que superan los alcances del ENEPE pero que no pueden soslayarse; algunos tienen relación con las diferencias efectivamente existentes en las condiciones institucionales y regionales para hacer investigación, mientras que otros con la propia calidad de los programas de posgrado en educación, no todos orientados a la formación para la investigación, ni todos con los estándares requeridos en este nivel de formación.

De Babel a Pentecostés. Políticas lingüísticas y lenguas indígenas, entre historias, discursos, paradojas y testimonios de Rebeca Barriga, obra reseñada en este número de la RMIE por Elizabeth Martínez Buenabad, recoge nueve artículos de la autora, agrupados en tres secciones: 1) asomos a una historia sin fin; 2) de la promisoria interculturalidad, y 3) las consecuencias de una historia sin fin. Desde el primer párrafo, Elizabeth Martínez nos enfrenta a una realidad no por desconocida menos contundente: “De Babel a Pentecostés. Políticas lingüísticas y lenguas indígenas, entre historias, discursos, paradojas y testimonios brinda una información vasta y extraordinaria sobre los fracasos de la política nacional con respecto al bilingüismo en México”. La inconsistencia de las políticas lingüísticas no es sino expresión de un asunto más de fondo: la desigualdad social, económica, cultural y lingüística del país y el profundo racismo que como sociedad nos caracteriza. En este contexto y como uno más de los tantos desafíos que se plantean a la educación, cabría pensar si deberíamos preocuparnos más por formar para la tolerancia, el respeto y la inclusión, reconociendo las múltiples formas que asume la diversidad, que por mejores desempeños en lenguaje o matemáticas. No es que esto sea tema como tal de la obra de Rebeca Barriga pero, por muy diferentes vías, este parece ser un punto de llegada: la formación ética de nuestros estudiantes.

En el contexto de la reforma educativa emprendida por la administración federal actual, se tomaron diversas medidas para derogar la reforma del sexenio anterior, una de ellas la desaparición del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) y la creación de un nuevo organismo, la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (Mejoredu). Como parte del proceso de selección de los integrantes de los órganos colegiados de este organismo (Junta Directiva y Consejo Técnico), los aspirantes debieron elaborar un ensayo que fue presentado ante la Comisión de Educación del Senado de la República el mes de junio pasado.

Bajo la consideración de que sería importante difundir estos documentos entre los lectores de la Revista, en la sección Aporte de discusión de este número aparecen diez ensayos, recibidos en respuesta a una convocatoria difundida entre los asociados del COMIE y, algunos otros investigadores que, sin ser parte del Consejo, son académicos reconocidos por sus aportes al conocimiento y transformación de la educación en el país.

Los ensayos reunidos, en su necesaria brevedad, dan cuenta de visiones diversas sobre el estado de la educación en el país y sobre las visiones de transformación en el presente mirando hacia el futuro que sostienen algunos de los candidatos que participaron en ese proceso. Su formación, experiencias y trayectoria se reflejan en sus contribuciones. En su diversidad, en la mayoría de los ensayos predomina, como es comprensible por su naturaleza, visiones globales del sistema educativo nacional, de sus problemáticas y los factores que las determinan, de los retos persistentes, así como de propuestas para enfrentarlos. En los ensayos con esta característica se aprecia también un esfuerzo por hacer propuestas de gran alcance, que atiendan los problemas estructurales que atraviesan el conjunto del sistema educativo.

Sin duda, hay constantes en los elementos de diagnóstico que apuntan: pobreza, marginación, desigualdad, vulnerabilidad, inequidad, exclusión… En lo educativo propiamente: problemas de cobertura en algunos niveles educativos, pero también, de manera generalizada, trayectorias desiguales, deserción, aprendizajes pobres, brechas en los resultados al igual que en las condiciones que definen la oferta educativa o, en una construcción más pedagógica a la que llegó hace varios años el INEE, “condiciones para la enseñanza y el aprendizaje” de calidad diferenciada según el contexto socioeconómico de las escuelas; desafíos en la formación inicial y continua de los profesores. La pertinencia es otro de los ejes de análisis que es identificable en varios de los ensayos, bien sea que se aborde desde la diversidad de los grupos poblacionales que integran un país multiculturalmente diverso -aunque no es esta, desde luego, la única fuente de diversidad- y profundamente desigual.

Respecto de las propuestas: algunas son muy puntuales y concretas; otras, constituyen planteamientos filosóficos o de mayor nivel de abstracción; algunas son de alcance micro, que ven en el trabajo en el aula las claves para la mejora de la educación; otras, lo son de carácter macro pues apuntan a políticas gubernamentales de alto alcance, al menos en sus propósitos.

Mejoredu plantea entre sus principales tareas las siguientes (https://www.gob.mx/mejoredu/articulos/conoce-las-principales-tareas-de-la-comision-nacional-para-la-mejora-continua-de-la-educacion?idiom=es):

  • realizar estudios, investigaciones especializadas y evaluaciones diagnósticas, formativas e integrales del Sistema Educativo Nacional;

  • determinar indicadores de resultados de la mejora continua de la educación;

  • establecer los criterios que deben cumplir las instancias evaluadoras para los procesos valorativos, cualitativos, continuos y formativos de la mejora continua de la educación;

  • emitir lineamientos relacionados con el desarrollo del magisterio, el desempeño escolar, los resultados de aprendizaje; así como de la mejora de las escuelas, organización y profesionalización de la gestión escolar;

  • sugerir elementos que contribuyan a la mejora de los objetivos de la educación inicial, de los planes y programas de estudio de educación básica y media superior, así como para la educación inclusiva y de adultos; y

  • generar y difundir información que contribuya a la mejora continua del Sistema Educativo Nacional, y las demás que se establezcan en otras disposiciones legales.

En los ensayos aquí reunidos, hay elementos que ayudarían a dar contenido sustantivo a las tareas de Mejoredu; por ejemplo, ¿qué indicadores de mejora continua de la educación sería relevante considerar? ¿Qué estudios, investigaciones especializadas y evaluaciones diagnósticas habría que realizar? ¿Sobre qué aspectos de la vasta complejidad del Sistema Educativo Nacional? Quizá, varias preguntas más subyacen a las anteriores: ¿qué entender por mejora continua de la educación? Una más: ¿cómo puede este organismo, a través de sus funciones esencialmente propositivas o informativas, impulsar cambios en la educación del país?

La participación de algunos de los autores de estos ensayos ya sea efectivamente en los órganos de gobierno de Mejoredu o en su estructura administrativa, seguramente da visos de posibilidad a sus propuestas; sin embargo, en todas las demás contribuciones hay elementos que, ante la magnitud de los desafíos que conlleva el diseño puntual de este nuevo organismo con las funciones que le fueron encomendadas, seguramente ofrecerán pistas para emprender esta tarea. Los temas fundamentales están señalados y, desde luego, pueden ser objeto de reflexión y discusión. De alguna manera, este fue el propósito de la RMIE al abrir este espacio para la publicación de los textos.

Desde la dirección de la RMIE

También con el término del año tendrá lugar un nuevo congreso nacional de investigación educativa; en esta ocasión el décimo quinto. En el marco de este evento y de las muchas actividades que en él se realizan tendrá lugar una conversación educativa a la que hemos invitado a directores de revistas nacionales de investigación educativa de perfil amplio, es decir, no acotadas por algún nivel educativo, campo disciplinar o temático, o enfoque particular de acuerdo con algún otro criterio; así, la invitación se dirigió a los directores de Perfiles Educativos, Sinéctica, Redie, Revista Latinoamericana de Estudios Educativos y CPU-e, además de la RMIE en la moderación de la conversación. Propusimos tres ejes para orientar el análisis, la reflexión y el intercambio:

  • ¿Qué nos ha enseñado la publicación de revistas científicas sobre la calidad de la investigación educativa que se realiza en México?

  • ¿Se puede contribuir desde las revistas a elevar la calidad de la investigación educativa en el país? Si es así, ¿cómo?

  • ¿Qué desafíos nos presenta el contexto actual para conciliar, en el trabajo editorial, calidad, reconocimiento, contribución al conocimiento y a la mejora de la educación?

Junto con el carácter más general que puedan tener estos interrogantes, reconozco que se trata de inquietudes muy personales que derivan de mi corta experiencia en la dirección de la RMIE, pero también, de mis años -esos sí, muchos más-, como docente de posgrados orientados a la formación para la investigación; de mi participación en comités editoriales de otras revistas; de mi colaboración en la dictaminación de artículos, proyectos e informes de investigación… de experiencias varias en suma, que me interpelan continuamente sobre la calidad de la investigación educativa (en México, pero también en otros países). Si una de las motivaciones principales de nuestro quehacer como investigadores es, además de ayudar al mayor y mejor conocimiento de los fenómenos que estudiamos, aportar elementos que informen la práctica y la política educativas, es claro que los resultados de investigación en que se sustente cualquier recomendación en estas materias deben provenir de experiencias sistemáticas, rigurosas y consistentes con los principios de validez que apliquen según la tradición metodológica bajo la que se desarrollen.

Por lo pronto, las seguramente muy ricas opiniones que se pondrán sobre la mesa en la conversación programada para el XV Congreso Nacional de Investigación Educativa, en torno a los ejes planteados serán materia del próximo editorial.

Gracias a todos quienes directa o indirectamente y desde una gran variedad de roles contribuyeron a los números de 2019 de la RMIE.

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