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Revista mexicana de investigación educativa

Print version ISSN 1405-6666

RMIE vol.17 n.55 Ciudad de México Oct./Dec. 2012

 

Investigación temática

 

Adaptación y prueba de una escala de orientación hacia la sustentabilidad en niños de sexto año de educación básica

 

Adaptation and Testing of a Scale of Orientation to Sustainability among Sixth Graders

 

Blanca Silvia Fraijo Sing*, Víctor Corral Verdugo*, César Tapia Fonllem* y Fernanda García Vázquez**

 

* Profesores-investigadores del Departamento de Psicología y Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Sonora (UNISON). Blvd. Luis Encinas y Rosales s/n, col. Centro, 83000, Hermosillo, Sonora, México. CE: bfraijo@sociales.uson.mx, victorcorral@sociales.uson.mx y cesartapia@sociales.uson.mx.

** Estudiante de doctorado en el Posgrado Integral en Ciencias Sociales de la UNISON. CE: fernandainezgarcía@gmail.com

 

Artículo recibido: 5 de mayo de 2012
Dictaminado: 2 de julio de 2012
Segunda versión: 17 de julio de 2012
Aceptado: 17 de julio de 2012

 

Resumen

El objetivo de la investigación que presentamos fue probar la pertinencia de una versión adaptada de la escala de Orientación a la Sustentabilidad —previamente confiabilizada y validada estadísticamente por Fraijo, Tapia y Corral (2007) en estudiantes universitarios— aplicada en alumnos de educación básica mediante el uso de software en su modalidad web. La muestra fue conformada por 201 niños que cursaban sexto año de primaria en Hermosillo, México. Los resultados permitieron confirmar las propiedades psicométricas y con ello la viabilidad de la adecuación realizada a la batería de instrumentos en su aplicación a niños. Con los resultados se pretende generar un mayor interés en la investigación de educación ambiental en nivel básico y en el uso de estrategias de medición alternativas como las tecnologías de información y comunicación.

Palabras clave: educación ambiental, educación básica, desarrollo sustentable, escalas de medición, tecnologías de la información, México.

 

Abstract

The objective of the research presented was to test the relevance of an adapted version of the scale of Orientation to Sustainability, previously validated statistically and found reliable by Fraijo, Tapia, and Corral (2007) among university students. The test was applied to elementary school students through the use of software on the web. The sample consisted of 201 children in the sixth grade, in Hermosillo, Mexico. The results permitted a confirmation of the psychometric properties and thus the viability of the adjustment made to the battery of instruments in their use with children. With the results, the purpose is to generate greater interest in researching environmental education at the elementary level and in using alternative measurement strategies such as information and communication technology.

Keywords: environmental education, elementary education, sustainable development, scales of measurement, information technology, Mexico.

 

Introducción

El deterioro del medio natural en que vivimos genera graves y grandes problemas, una constante que aumenta junto con la proliferación de las ciudades y las industrias, la sobrepoblación, los patrones de consumo y las ineficientes políticas de regulación del medio ambiente.

El ser humano es responsable directo de esta degradación al convertirse desde la antigüedad en el primer gran consumidor, obteniendo de la naturaleza alimento, vestido, protección y hasta diversión.

Una gran disyuntiva en la humanidad ha generado la preocupación institucionalizada y mundial en los años setenta del siglo pasado en torno a la conciencia sobre el deterioro ambiental, conciencia social que en más de 40 años no ha logrado impactar en un freno al deterioro ambiental, generándose a cambio nuevos y crecientes patrones de explotación de lo natural y de consumo.

Las prácticas (conductas) humanas desempeñan evidentemente un papel de suma importancia y significancia dentro del deterioro del medio natural; la ciencia psicológica adquiere un compromiso elemental al ser la ciencia del estudio de la conducta humana, de ofrecer información sobre teoría, métodos y resultados que posibiliten encarar los antecedentes y las consecuencias del actuar anti ambiental (Corral, 2002).

La psicología ambiental es la que se ha encargado de estudiar las relaciones entre el comportamiento humano y las diversas facetas del ambiente (Corral, 2010). El término de psicología ambiental se emplea aquí en un sentido de definición de problemas más que en un sentido disciplinario, ya que desde su inicio este campo ha abarcado muchas disciplinas (Holahan, 2001). Dentro de esta área algunos autores discuten la conveniencia de la especialización de la llamada psicología de la conservación (pc) la que tiene como objeto de estudio los componentes del comportamiento humano en pro del cuidado del medio ambiente y considera, de igual modo, aquellos aspectos del medio ambiente (factores físicos y normativos contextuales) que modifican el comportamiento enfocado al cuidado del entorno (Corral, 2007).

Corral (2007) menciona que autores como Stokols y Altman (1987) y Bechtel (1997) hablan del término "preservación del medio ambiente" implicando un mantenimiento necesario, capaz de permitir la supervivencia humana y soportar un nivel de vida que asegure la salud, el decremento de la pobreza y posibilite las relaciones armónicas entre los seres humanos.

Este enfoque "conservacionista" se ha visto modificado conforme las problemáticas ambientales lo han hecho. Aragonés y Amérigo (2000) señalan al respecto: "las preocupaciones de los movimientos sociales que estaban presentes en el momento del surgimiento de la psicología ambiental (pa), ahora lo están en las extensas capas medias de la sociedad occidental y, posiblemente, ello ha influido en la nueva orientación que ha tomado esta disciplina..."

Muestra de lo anterior es el uso cada vez más frecuente del término "sustentabilidad o sostenibilidad" en el campo de lo ambiental. Para algunos estudiosos del tema, el concepto se encuentra en la naturaleza misma; en la forma en que se mantienen los ciclos naturales, por ejemplo, las cadenas tróficas guardan un equilibrio natural que asegura la alimentación de las especies que conforman el ecosistema donde éstas se desenvuelven.

De los conceptos para los cuales ha sido utilizado el término el más especifico y útil sería el que hace el Instituto Internacional de Medio Ambiente y Desarrollo en conjunto con las Naciones Unidas. Este organismo define al consumo sustentable como:

[...] el uso de bienes y servicios que cubre las necesidades básicas y conlleva una mejor calidad de vida, y al mismo tiempo minimiza el uso de los recursos naturales, materiales tóxicos y la emisión de desperdicios y contaminantes durante el ciclo de vida, sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones (United Nations Enviroment Programme, 2001).

Este "uso" de los bienes y recursos nos habla de patrones específicos de conducta que tienen como finalidad el cuidado de los recursos, sin comprometer su agotamiento ni su uso en el presente. La psicología tiene mucho que ver con la sustentabilidad si, como la definición del término indica, es un estilo de vida y los estilos de vida constituyen tendencias más o menos permanentes de actuar (Corral, 2002). Y es aquí donde la psicología de la conservación encuentra otra de sus líneas de investigación: la orientación a la sustentabilidad.

 

Marco referencial

Investigaciones de la psicología ambiental

Aunque en un principio los estudios de investigación psicológica consistieron en trabajos de laboratorio, los psicólogos ambientales se han caracterizado por sus intentos de desarrollar diversos métodos investigativos en diferentes ambientes de campo y de laboratorio; con base ello Wright (1994) propuso un nuevo campo que denominaron psicología ecológica, cuyo objetivo principal era saber cómo influyen en la conducta y el desarrollo de las personas los ambientes físicos que enmarcan la vida diaria (Holahan, 2001).

Sin embargo estos comienzos de la psicología ambiental se enfocaron a la investigación de la conducta con respecto al medio ambiente físico construido y es hasta 1969, aproximadamente, cuando surgen las primeras publicaciones especializadas en psicología ambiental encaminadas a las conductas pro-ambientales. Como se mencionó, la investigación en esta área ha avanzado de acuerdo con las exigencias sociales que se han dado con el tiempo. Durante las pasadas tres décadas varias perspectivas teóricas en ambiente y conducta se han propuesto; estas conceptualizaciones reflejan una progresión de las perspectivas más integrativa, compleja y dinámica en las transacciones entre la gente y su escenario cotidiano (Clitheroe, Stokols y Zmuidzinas, 1998). Se presentan a continuación estos cambios en los enfoques de investigación de la psicología de la conservación y cómo se va introduciendo ésta en la investigación de las conductas sustentables y de la formación de un constructo como lo es la orientación a la sustentabilidad.

 

Conducta ambiental

La psicología ambiental abordó en una primera aproximación esta problemática desde la perspectiva de promover la conducta pro-ecológica (CPE), también llamada "comportamiento pro-ambiental" (Corral, 2007), cuyos antecedentes se remontan al estudio de la conducta ecológicamente responsable (Lipsey, 1977), aproximaciones que cobran un uso generalizado.

Sime (1999) menciona que en el año de 1996, la publicación de artículos y capítulos sobre "naturaleza y naturaleza humana" se hacen presentes en el libro Psicología ambiental de Bell, Fisher y Baum. Y un año después Gifford en una reedición de Psicología ambiental: principios y práctica, de 1987, da espacio a una sección destacada llamada "psicología ambiental natural". A estas publicaciones se unieron el creciente interés en la percepción de riesgo por la exposición tóxica, a los desastres naturales y los causados por el ser humano, el desgaste de la capa de ozono, el calentamiento global y el daño en los escenarios natural y construido (Sunstrom, Bell, Busby y Asmus, 1996).

 

Conducta sustentable

La búsqueda de determinantes de la conducta sostenible constituye uno de los propósitos fundamentales de la psicología ambiental (Bonnes y Bonaiuto, 2002). Con tal fin, se han elaborado o adaptado un buen número de modelos explicativos del comportamiento de cuidado del medio. Sobresalen entre éstos las adaptaciones de la teoría de la acción razonada y su variante, de la acción planificada (Ajzen, 1991; Taylor y Todd, 1995; Cheung, Chang y Wong, 1999), así como el modelo de activación de normas (Schwartz, 1977; Dietz, Stern y Guagnano, 1998; Karp, 1996).

Como ya se mencionó las primeras investigaciones y prácticas psicoambientales vinieron de la geografía, antropología, arquitectura, urbanismo, sociología y la propia psicología. Había libertad de expandirse hacia nuevos tópicos, tomar prestados conceptos y terminologías de otras disciplinas y publicar observaciones preliminares (Sommer, 1996). De la misma forma, desde sus inicios el término de sustentabilidad ha representado un reto y ha necesitado de la intervención multi e interdisciplinaria para abordarlo. Las causas de la problemática expuesta son complejas e involucran diferentes aspectos que corresponden a los principales componentes del modelo, a saber: económicos, ambientales y sociales (Wiesenfeld, 2003). Petrucci (2002) reafirma lo anterior al puntualizar que la sociedad humana requiere de una inversión colosal de energía intelectual, psicológica y emocional para revertir los preconceptos, prejuicios, pasividad y apatía por el ambiente. Se genera poco a poco la incursión del concepto de conducta sustentable, al que se le puede definir como el conjunto de acciones que promueven el balance entre el bienestar humano (presente y futuro) y la conservación del entorno físico y biológico (Fraijo, Tapia y Corral, 2007).

Estos esfuerzos se han hecho notorios en la forma en que la pa, se sigue nutriendo de la colaboración con otras ramas de la ciencia, para hacer frente al gran problema del deterioro ambiental; ejemplo de ello es el uso de términos como el de "ecología industrial" utilizado en las ciencias de ingeniería y que requiere, además de otras cosas, una actitud de todos los interesados involucrados en la implementación y la práctica de la ecología industrial (Krrishnamohan, 2000). Es posible que más que una sola dimensión, existan varias dimensiones o características subyacentes a la conducta responsable ecológica (Tracy, 1983). La búsqueda de estos factores ha sido parte de las investigaciones, tanto para las conductas pro-ecológicas como para los estilos de vida sustentables (Corral y Pinheiro, 2004; CSD, 2004; Corral, Tapia, Fraijo, Mireles y Márquez, 2008) y la orientación a la sustentabilidad (Fraijo et al., 2007).

 

Orientación a la sustentabilidad

En los últimos años las investigaciones han dado pie a la búsqueda de factores que demuestren la presencia de un nuevo concepto: la orientación a la sustentabilidad. Corral y otros autores (Corral, 2006; Tapia, Fraijo, Corral, Gutiérrez y Tirado 2006, Corral, 2007 y Fraijo, Corral, Tapia, Díaz, y Sánchez, 2008) lo definen como un factor de segundo orden que refleja predisposiciones que permiten apreciar la diversidad y la interdependencia de las relaciones persona-ambiente, posibilitando adoptar estilos de vida pro-ecológicos y pro-sociales que puedan garantizar la sostenibilidad de los sistemas socio-ecológicos para las generaciones presentes y futuras. Trabajos como los de Corral, Bonnes, Tapia, Fraijo, Frías y Carrus (2009) y Fraijo et al. (2007) investigan la correlación entre la conducta sustentable que se compone de factores que sugieren estilos de vida (Corraliza y Martin, 2000) pro-ambientales y pro-sociales con las conductas pro-ecológicas específicas de esa relación persona- ambiente.

 

Variables de estudio de la orientación a la sustentabilidad

Si partimos de la definición de sustentabilidad de The World Comission on Environment and Development (1987) como "el satisfacer las necesidades presentes sin comprometer las necesidades de las generaciones futuras", podemos derivar los diferentes factores que se estudian y componen la propuesta de orientación a la sustentabilidad. En primer momento para satisfacer nuestras necesidades sin comprometer las futuras necesitamos ser pro-ambientales, es decir cuidar del medio ambiente y sus recursos, mediante el actuar pro-ecológico que se describe como las acciones deliberadas y efectivas que resultan en el cuidado del medio ambiente (Hess, Suárez y Martínez-Torvisco, 1997; Corral- Verdugo, 2001). La conducta sustentable, se define como el conjunto de acciones que promueven el balance entre el bienestar humano (presente y futuro) y la conservación del entorno físico y biológico (Fraijo et al., 2007), por lo tanto el comportamiento pro-ecológico es, al mismo tiempo, sustentable.

Para llevar a cabo estas acciones deben de cumplirse dos propósitos; en primer lugar, ser deliberadas, esto es, ninguna acción puede considerarse ambiental sin tener el propósito de cuidar el bienestar del medio físico y de los demás. Algunos estudios sugieren que este factor (deliberación o intención) es un predictor significativo de las conductas pro-ambientales y los estilos de vida sustentables (Cheung, Chang y Wong, 1999; Taylor y Todd, 1995). Por otra parte la efectividad de la conducta pro-ambiental sugiere que se den las respuestas esperadas ante los requerimientos sociales conservacionistas (Corral y Pinheiro, 2004); esto significa presentar la habilidad necesaria para dar respuesta a los diferentes problemas que impone el cuidado del entorno. Algunas investigaciones confirman que la efectividad forma parte de los predictores del comportamiento pro-ambiental. (Corral-Verdugo, 2002; De Young, 1991). La competencia pro-ambiental es un factor deseable para el desarrollo de la orientación a la sustentabilidad. A diferencia de las habilidades o destrezas las competencias pueden ser variantes, de esta forma un individuo muestra su competencia al exhibir habilidades diversas ante problemas cambiantes (Ibáñez y Ribes, 2001).

La dimensión de efectividad, señalan Corral y Pinheiro (2004), plantea la necesidad de estudiar el comportamiento sustentable como competencia conductual, la que por ser diferente a las habilidades requeriría, para autores como Fraijo, Corral y Tapia (2005), de factores disposicionales como las creencias y los motivos. Las primeras orientan el actuar, así, al pensar que un recurso es escaso se evitará su derroche; varios estudios han demostrado que las creencias sobre el cuidado de recursos predicen el comportamiento ambiental (ej. Corral, Bechtel y Fraijo, 2003). Por su parte los motivos pueden considerarse como la preocupación por uno mismo, por los demás o por la naturaleza (Schultz, 2001). El móvil a actuar puede basarse en la preocupación que representan las consecuencias que pueden tener en la propia persona (o preocupación egoísta), en los otros (preocupación altruista) o en el entorno (preocupación por la biosfera). Estas consecuencias dan sustento a la acción del cuidado pro-ambiental y, por lo tanto, orientan la conducta sustentable.

Retomando el concepto de sustentabilidad, la preocupación del cuidado con la intención de ver por las generaciones futuras y no sólo por las presentes propicia que factores como la austeridad se tomen en cuenta en el estudio de las conductas sustentables. Actuar con frugalidad implica que el consumo de los recursos sea prudente y conservador. Investigaciones como las de De Young (1991), Iwata (2002) y Corral y Pinheiro (2004) han estudiado y encontrado relación significativa entre los patrones de consumo conservadores y las conductas pro-ambientales. Se asume que ante un panorama de recursos limitados, el consumo de las personas que se preocupan por el bienestar ambiental se orientará a ser mínimo para satisfacer sus necesidades.

De la misma forma, el ver por las generaciones posteriores implica necesariamente tener un interés o preocupación por el futuro y quienes tienen esta propensión de planificar son buenas para establecer y lograr metas y plantear estrategias, para cumplir obligaciones a largo plazo, visualizan y formulan objetivos que influirán en decisiones y juicios en el presente (Keough, Zimbardo y Boyd, 1999). Si la preocupación se da por otras generaciones, las conductas solidarias son una condición necesaria para la sustentabilidad (Pol, 2002).

El altruismo o la tendencia a preocuparse por y actuar a favor de otros se identifica como una estrategia alternativa de supervivencia (Wright, 1994). Un factor poco investigado es el de la equidad; Frías, Corral, Cañez, Cázarez, Islas, Escamilla y Valenzuela (2002) y Winter (2002) proponen que la intolerancia, los sistemas sociales jerárquicos, las culturas e ideologías machistas e inequitativas se correlacionan con la idea antropocéntrica; creer que el hombre es dueño de todo lo que le rodea y que, por lo tanto, tiene poder ilimitado influyen negativamente en la actuación ambiental. Las personas que muestran conductas orientadas a la equidad tienden a acciones pro-ambientales cuidando la igualdad del uso de los recursos, sin sobrexplotarlos lo cual incide no sólo en el presente sino en el futuro (Corral, García, Castro, Viramontes y Limones, 2010).

 

Estudios con niños

El presente trabajo busca dar continuidad a las investigaciones sobre experiencias empíricas exploratorias-diagnósticas (Fraijo, 2002 y 2005) y experimentales (Fraijo, Tapia y Corral, 2004; Fraijo et al., 2008), en el estudio de conductas pro-ecológicas del cuidado del agua en niños.

Chawla y Heft (2002) hacen mención de que muchos de los programas e iniciativas ambientales que toman en cuenta a los niños son inducidos por el reconocimiento a sus derechos, incluido el de tener voz en las decisiones que afectan sus vidas y el ambiente en el que viven es un escenario importante para compartir la toma de decisiones.

Por otra parte la educación ambiental es una prioridad de cualquier sistema educativo; la meta de producir ciudadanos preocupados por el medio ambiente se justifica por la evidencia del acelerado deterioro ambiental (Corral, Frías y Corral, 1996). Adquiere gran importancia puesto que se le considera como una estrategia; se centra básicamente en el cambio de los estilos de vida y, en este sentido, en el establecimiento de nuevas formas de interacción entre el individuo y su entorno (Irigoyen y Jiménez, 1998). La investigación debe apoyar a la educación ambiental dando las pautas para el desarrollo de los programas y las formas de intervención, así como evaluarlos periódicamente.

En este campo los investigadores saben poco sobre cómo se desarrollan, durante la niñez, las actitudes y la conducta ambientales (Evans, Juen, Corral, Corraliza y Kaiser, 2007) nuevos estudios serán necesarios para que el conocimiento y preocupación sobre los problemas ambientales puedan ser formalmente valorados (Kahn, 1999) y aprovechar las competencia de los niños en explorar, evaluar y mejorar su medio ambiente para, de este modo, influir en estructura política (Chawla y Heft, 2002).

Las investigaciones han permitido pensar que vale la pena expandir las explicaciones de los maestros acerca de las conductas ambientales de sus estudiantes y la necesidad de tomar en cuenta las cualidades afectivas del comportamiento, como lo explica Paul Hart en una entrevista (Hungerford y Simmons, 2003). Asimismo Middlestadt, Crieser, Hernandez, Tubaishat, Sanchack y Schwartz (2001) aseguran que proporcionar a los estudiantes conocimientos específicos de las conductas ambientales puede propiciar un cambio conductual antes del desarrollo de actitudes concretas sobre la eficacia de esas acciones. En este campo Wicker (1987) llama a más estudios de las condiciones que propician la creación de nuevos escenarios, especialmente en los educativos, en los que se desarrollen las competencias ambientales con la intensión de adiestrar a los niños, así como tener en cuenta las circunstancias que provocan su desaparición para evitar que esto suceda y los vínculos entre los diferentes escenarios donde se lleva a cabo la conducta ambiental (casa, escuela, calle, etcétera).

Ahora es necesario ampliar el horizonte en el estudio de variables asociadas con la educación ambiental, el comportamiento pro-ambiental, la visión y la preocupación que hoy en día se tiene sobre lo sustentable. Los estudios que se han hecho sobre el constructo orientación a la sustentabilidad, en población general y universitaria, brindan un marco teórico y empírico referencial para el presente trabajo, el reto inicial que se plantea es demostrar la viabilidad en varios sentidos, dos de corte metodológico y uno teórico. Para el primer caso se adaptarán escalas utilizadas en adultos al lenguaje y entorno de los niños y, finalmente, se medirán de diferentes formas, incorporando el uso de software de aplicación web. En lo teórico el fin es verificar si es posible medir que el constructo de orientación hacia la sustentabilidad, con la connotación conceptual probada en población adulta general y universitaria, sea válido en niños.

 

Objetivo del estudio

El propósito de este estudio fue el de adaptar las escalas de orientación a la sustentabilidad utilizadas por Fraijo et al. (2007) en estudiantes de nivel universitario para su aplicación a niños de educación básica mediante el uso de software con aplicación web y probar estadísticamente la confiabilidad y validez estadística del instrumento de medición.

 

Preguntas de investigación

Las preguntas que guiaron la investigación de este estudio fueron dos: a) ¿se pueden medir variables que conforman la orientación a la sustentabilidad como: motivos, altruismo, equidad, propensión al futuro, austeridad, conducta pro-ambiental, creencias, habilidades y deliberación en niños de edades de educación básica? y b) ¿son confiables y válidas las escalas medidas en su versión aplicación web?

 

Método

El tipo de estudio es de encuesta descriptiva; observacional, transversal, prospectivo y descriptivo. Participaron 201 niños, pertenecientes al 6° grado de educación básica de 6 escuelas públicas de Hermosillo, Sonora; los planteles fueron elegidos al azar a través de una tómbola. Las edades oscilaron entre los 11 y 12 años y pertenecían a turnos matutino y vespertino.

 

Instrumentos

Se utilizaron las escalas como aplicación web, diseñadas con base en un pilotaje previo en el que participaron 100 estudiantes de dos escuelas primarias de Hermosillo, México; sus edades oscilaban entre 11 y 12 años. La aplicación, en 2007, estuvo compuesta por las 9 escalas del estudio de orientación a la sustentabilidad en estudiantes universitarios de Fraijo et al., adaptadas a las edades de los niños. Estas escalas fueron las de creencias ecológicas (Dunlap y Van Liere, 1978), ítems que contienen indicadores sobre creencias acerca de la relación entre el ser humano y la naturaleza, incluyendo el nuevo paradigma ambiental (NPA) y el paradigma social dominante (PSD). Los participantes señalan su grado de acuerdo con los reactivos, en una escala del 1 (completamente en desacuerdo) al 4 (completamente de acuerdo). Motivos, indicadores que miden la preocupación por el medio ambiente (Schultz, 2002); en esta escala los participantes señalan qué tan importante es el cuidado del ambiente en una progresión del 1 al 7 (donde 1 significa nada importante y el 7 muy importante). Habilidades (parte instrumental), que consiste en mediciones de la acción instrumental efectiva, que resuelva un problema o alcance una meta pro-ambiental; se plantean situaciones para el cuidado y la conservación del medio ambiente (Fraijo, 2005). Posteriormente se les solicitaba que señalen si emprenden o no estas acciones proteccionistas; las respuestas se califican en un criterio de efectividad (sí lo hago= 1, no lo hago =0). Propensión al futuro, que forma parte de la escala de perspectiva temporal (Zimbardo, Keough y Boyd, 1999). Contiene 10 reactivos que abordan el cumplimiento de metas, plazos y obligaciones, así como el auto-reporte de puntualidad, entre otras situaciones. Los reactivos se contestan empleando una escala que va del 0 (totalmente en desacuerdo) al 4 (totalmente de acuerdo). Deliberación (Tapia et al., 2006) mediante esta escala los participantes determinan qué tan frecuentemente están dispuestos a participar o involucrarse en acciones de protección del medio ambiente o en el cuidado de recursos. Este instrumento se responde empleando una escala del 0 (nunca) al 4 (siempre). La escala de altruismo contiene 10 reactivos que describen conductas de ayuda desinteresada a otras personas o instituciones de beneficencia (Corral, Tapia y Fraijo, 2006) según una escala de frecuencia con la que se involucran en acciones donde 0 = nunca hasta el 3 = siempre. Austeridad (Corral et al., 2006) en este instrumento se califica qué tanto se aplica al participante una serie de acciones con las que se limita el consumo y el desperdicio (escala de respuesta del 0 al 4). Equidad (Frías, Corral, Tapia, Mexía, Ochoa y Encinas, 2005) contiene enunciados que plantean la igualdad entre sexos, edades, condiciones socioeconómicas, razas, etc. Los participantes determinan su grado de acuerdo con cada uno de los reactivos según una escala que va del 0 (totalmente en desacuerdo) al 4 (totalmente de acuerdo). El comportamiento pro-ecológico se investigó a través de la escala de conducta ecológica general de Kaiser (1998), con la cual los participantes reportan, en la última semana, la frecuencia (0= nunca...3= siempre) con la que se involucraron en conductas como el reciclaje, ahorro de agua y de energía, entre otras.

 

Procedimiento

Se solicitaron las listas de las primarias de la ciudad de Hermosillo. Con ellas se seleccionaron 6 escuelas al azar, mediante una tómbola y se procedió a entregar una carta a cada director solicitándole la colaboración en el proyecto. Se pedía facilitar a los alumnos de sexto año y el aula de medios para la aplicación de las escalas por medio de las computadoras de aula. La duración variaba según la capacidad de lectura del niño y de su habilidad previa para el uso del equipo de cómputo, y fue de 15 a 25 minutos aproximadamente. Al llegar al aula de medios se les asignaba un equipo de cómputo y se les daban las instrucciones, que incluían la forma de contestar el registro y de manejar el menú de escalas. Antes de cualquier instrucción se les preguntaba si tenía algún problema con contestar la prueba en línea y si prefería el medio de lápiz y papel.

Análisis de datos: se obtuvieron alfas de Cronbach para verificar la consistencia interna de las escalas y se midió la correlación entre las variables.

 

Resultados

De los 201 participantes, 136 reportaron contar con computadora, 57 no tenían este equipo y 8 no contestaron. De la misma forma, antes de iniciar el registro se les preguntaba si preferían usar la computadora o contestar la versión de lápiz y papel. Sólo 6 mostraron preferencia por esta última porque no contaban con computadora en casa y les era difícil el uso del equipo. Dos de los niños expresaron que la pantalla de la computadora les molestaba en la visión. Sin embargo todos contestaron la versión web del instrumento.

El cuadro 1 muestra los promedios de respuesta de la escala de austeridad. La conducta que más respondieron los participantes fue la de preferir comer en casa. Las oraciones con las que hubo una menor presencia fueron: comprar más comida de la que hace falta en la familia, comprar zapatos y tenis que combinen y usar dinero en juegos y juguetes. En esta escala es importante tener en cuenta que si bien los niños tienen poder en la toma de decisiones del consumo familiar, son los padres los responsables directos de estas conductas. El alfa de la escala fue de .63.

 

Los resultados de estadísticas univariadas para la escala correspondiente al constructo de deliberación se observan en el cuadro 2; en esta escala las opciones de respuesta son del 1 al 4, donde 1 correspondía a no estar dispuesto a llevar a cabo la acción propuesta y 4 a hacerlo siempre que fuera posible. En su mayoría los participantes mostraron una mayor disposición a participar en manifestaciones en contra de proyectos que dañen el medio ambiente y, por el contrario, no a pedirles a sus padres que utilicen sistemas de energía. En general la escala presenta resultados que reportan buena disposición a actuar en favor de la sustentabilidad. La consistencia interna fue de .73.

 

Los resultados de estadísticas univariadas para la escala correspondiente al constructo de deliberación pueden observarse en el cuadro 2. En esta escala las opciones de respuesta son del 1 al 4, donde 1 correspondía a no estar dispuesto a llevar a cabo la acción propuesta y 4 estar dispuesto a hacerlo siempre que fuera posible. En su mayoría los participantes mostraron una mayor disposición a participar en manifestaciones en contra de proyectos de dañen el medio ambiente y, por el contrario, no a pedirles a sus padres que utilicen sistemas de energía. En general la escala presenta resultados que reportan buena disposición a actuar en favor de la sustentabilidad. La consistencia interna fue de .73.

Para la escala de equidad el alfa fue de .81, donde los participantes se inclinaron a estar en mayor acuerdo en que tanto niñas como niños tengan el mismo derecho a estudiar; esto es comprensible debido a que reconocen su derecho a estudiar independientemente del género. En cambio las oraciones de niños y adultos tienen el mismo derecho en decisiones importantes y los jefes que tratan como amigos a sus empleados logran que éstos trabajen más, fueron las menos apoyadas y es notable el que en ambas se reconoce una situación de jerarquía en autoridad; uno por ser personas mayores de edad y en la otra por una situación laboral. Las opciones de respuesta correspondían de 0 a 4, en función de total desacuerdo y totalmente de acuerdo (cuadro 3).

 

El cuadro 4 muestra los resultados de la escala de altruismo, que consiguió un alfa de .87, y donde las actividades destacadas fueron: dar dinero a la Cruz Roja, seguida de colaborar con los compañeros de escuela explicándoles tareas. Visitar enfermos en hospitales, brindar atención a personas lastimadas en la calle y donar sangre obtuvieron las medias de respuesta más bajas. Es de considerarse que estas actividades no son propias de niños en edades de los participantes.

 

De la misma forma el cuadro 5 correspondiente a la escala de propensión al futuro produjo también una alfa elevada de .83, con reactivos con medias altas como realizar tareas a tiempo y cumplir con las actividades en casa, hacer tareas antes de jugar o ver televisión y sentir molestia por llegar tarde a la escuela o alguna reunión; dejando los reactivos de resistir tentaciones si se tienen deberes y trabajar en las tareas difíciles y no interesantes si son para mejorar las medias más bajas.

 

Para la escala de creencias (cuadro 6) los participantes reportaron estar más de acuerdo con oraciones correspondientes a creencias ambientales como: los seres humanos debemos vivir de acuerdo con la naturaleza, el equilibrio de la naturaleza es delicado y se puede romper y los seres humanos abusamos de la naturaleza. El reactivo con menor media fue el que dicta que los seres humanos están hechos para mandar en la naturaleza. Esta escala obtuvo un alfa de .73.

 

En el cuadro 7 se encuentra la escala de motivos, que obtuvo la mayor de las alfas: igual a .95; s opciones de respuesta son del 0 al 7, donde 0 es la menor preocupación por las consecuencias que el daño ambiental pueda tener en alguna de las opciones y 7 el mayor puntaje de importancia. Todos los motivos obtuvieron puntajes mayores a 5, sin embargo algunos de los más altos fueron por consecuencias en mi salud, en mi bienestar y en mi forma de vivir. Los reactivos con medias de respuesta más bajas fueron en otras personas y en el futuro de otras personas.

 

La escala de conducta pro-ambiental (cuadro 8) reportó un alfa de .70 y reactivos con medias altas en las que reportan cuidado del medio ambiente como apagar las luces de cuarto que no se usa, sacar la basura para que la recoja el camión y jugar afuera si el clima es adecuado. Las conductas que se reportaron con puntajes menores fueron las correspondientes a dejar la llave del agua abierta al cepillarse los dientes y dejar la puerta abierta del refrigerador.

 

Para la escala de habilidades el cuadro 9 muestra los reactivos separados por las habilidades correspondientes a las 8 situaciones. Esta escala obtuvo un alfa de .88, y los reactivos más altos fueron al bañarse el de utilizar sólo el agua necesaria y al lavarse los dientes mantener la llave cerrada mientras se cepillan. En cuanto a habilidades en ahorro de energía con el uso de la corriente eléctrica, fue el de apagar la luz cuando se sale y al ver la TV la habilidad con la mayor media fue la de apagarla si nadie la está viendo. Al separar la basura los participantes reportaron un mayor puntaje en la habilidad de utilizar las hojas que quedaron de otros cuadernos y reusar hojas. Por último el reciclado de papel obtuvo una media muy baja, lo que indica que muy pocos participantes tienen idea de los pasos necesarios para hacerlo. Del grupo de habilidades propuestas los que obtuvieron menores puntajes fueron el correspondiente al separado de basura y al reciclado de papel.

 

El cuadro 10 muestra la matriz phi de covarianzas entre factores de la orientación a la sustentabilidad; de los 9 factores se encontraron correlaciones positivas entre austeridad, deliberación, propensión al futuro y habilidades.

El factor deliberación se correlacionó con factores propios de los estilos de vida sustentables; equidad, altruismo y propensión al futuro, así como con predictores de conductas pro-ambientales como motivos, creencias y habilidades. El factor equidad y el de altruismo también se correlacionaron como los propios de conductas sustentables y lo hicieron de la misma forma con las variables de modelos de conductas pro-ambientales, a excepción de equidad con los motivos pro-ecológicos. Las conductas pro-ecológicas se correlacionaron con las escalas de estilos de vida sustentables y propensión al futuro con las creencias, habilidades y motivos. Este último se correlacionó con la mayoría de las escalas.

 

Conclusiones

El proceso de adaptación de las escalas de orientación a la sustentabilidad utilizadas en estudiantes universitarios y población adulta general resultó exitoso, al lograrse no sólo adecuar el lenguaje de las escalas —y probarse en fase piloto y estudio definitivo ya con la aplicación web—sino al obtenerse medidas de confiabilidad para cada variable probada y se encontró también una evidencia de validez concurrente para todas las medidas, indicada por las interrelaciones significativas entre la mayoría de los factores medidos por los instrumentos aplicados.

En tal sentido, fue posible comprobar que las variables que componen el constructo teórico probado en adultos puede representarse de igual forma en niños; estas interrelaciones se esperaban, de acuerdo con la teoría que establece que dichos factores forman parte de un constructo de orden superior al que Corral et al. (2009) llaman orientación a la sustentabilidad y a lo que esos mismos autores (Corral et al., 2008) denominaron con otras variantes estilos de vida sustentables.

Además la aplicación web demostró ser una herramienta flexible en el momento de la recolección así como en el manejo de los datos, lo que posibilita en el futuro proyectos de investigación de amplia cobertura, no sólo en escalas locales-regionales sino de diagnóstico nacional e inclusive en estudios transculturales.

Lo descrito, nos ayuda a confirmar el cumplimiento de las metas metodológicas y la teórica planteada como fase inicial de la presente investigación, lo que compromete a profundizar a través del análisis de otras variables, además de mayores y diversas muestras de estudio la correspondencia de estos hallazgos con la teorización que existe sobre las capacidades cognitivas, procesos valorativos y alcances conductuales pro-sustentabilidad que distinguen al ser humano en sus distintas etapas de vida y desarrollo, entre otras consideraciones comparativas.

Por otra parte, los resultados en sí de cada variable medida, reportaron para los sujetos participantes valores bajos en conductas pro-sustentables y de propensión al futuro, los niveles intermedios de las respuestas a las escalas como altruismo y de mediano a altos en austeridad, deliberación, equidad y habilidades y un promedio alto de motivos; son congruentes con los resultados de estudios previos (Fraijo et al., 2007), lo cual también otorga una indicación de validez para los instrumentos de medición aquí utilizados y confirma hallazgos de los estudios previos con niños y adultos, donde variables de intencionalidad, motivación y compromiso social suelen ser reportadas como socialmente se espera; aunada a un abanico amplio de habilidades pro-sustentables. Sin embargo existe el reconocimiento de ejercer pocas conductas en favor del ambiente físico y social, en favor de la sustentabilidad, situación que nos indica un déficit en la formación social-educativa de los alumnos de educación básica, con poco impacto en la ejecución de conductas pro-sustentables.

Estos resultados, aparentemente contradictorios, nos brindan la oportunidad de continuar y persistir en la investigación en educación ambiental y para la sustentabilidad, donde se deberán incorporar otras variables de análisis como las políticas públicas correspondientes, el papel de las reformas educativas y la incorporación real en el currículo escolar de temas transversales pro-sustentabilidad y medio ambiente; así también la identificación de barreras que obstaculicen estos propósitos de la educación ambiental: formación y capacitación docente, disponibilidad de recursos humanos, técnicos, financieros, de infraestructura y equipo; deficiencia en los diseños curriculares, etcétera. De tal forma que se logren identificar áreas de oportunidad para diseñar, aplicar y evaluar programas de intervención, diseños curriculares y estrategias educativas acordes con las condiciones de cultura, entorno físico-geográfico y disponibilidad de infraestructura de apoyo que prefiguran distintas condiciones y necesidades de desarrollo sustentable, en la totalidad de sus dimensiones: económica, sociales, política, educativas y personales.

 

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