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Revista mexicana de investigación educativa

Print version ISSN 1405-6666

RMIE vol.14 n.40 Ciudad de México Jan./Mar. 2009

 

Investigación

 

Formación ciudadana y actitudes hacia la participación política en escuelas primarias del noreste de México

 

Juan Enrique Huerta

 

Investigador posdoctoral en el Centre for Developing–Area Studies, McGill University, y es profesor del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, campus Monterrey. Avenida Eugenio Garza Sada 2501 Sur, colonia Tecnológico, 64849, Monterrey, Nuevo León. CE: jeriuerta@itesm.mx

 

Artículo recibido: 15 de junio de 2008
Dictaminado: 29 de septiembre de 2008
Segunda versión: 6 de octubre de 2008
Aceptado: 10 de octubre de 2008

 

Resumen

En este trabajo se cuestionan los siguientes aspectos: ¿cómo se están formando los futuros ciudadanos?, ¿cuáles son sus actitudes respecto de la conciencia cívica y la participación política? y ¿qué papel tienen agentes como los medios de comunicación y las discusiones políticas familiares? Se reportan los hallazgos de dos encuestas realizadas en 2006 y 2007, en niños de sexto año de primaria de tres ciudades del noreste de México (Monterrey, Saltillo y Victoria). Se propone y confronta un modelo estructural de varianzas. La evidencia disponible apunta a la centralidad que el ambiente doméstico desempeña en la socialización de las actitudes cívicas y políticas en los niños mexicanos.

Palabras clave: educación política, ciudadanía, valores, educación y comunicación, investigación cuantitativa, México.

 

Abstract

This article questions the following aspects: How are future citizens being trained? What are their attitudes regarding civic awareness and political participation? What is the role of agents like the media and family discussions on politics? A report is given of the findings of two surveys carried out in 2006 and 2007, involving sixth–graders in three cities of northeastern Mexico (Monterrey, Saltillo, and Victoria). A structural model of variance is proposed and analyzed. The available evidence points to the centrality of the home setting in the socialization of civic and political attitudes among Mexican children.

Keywords: political education, citizenship, values, education and communication, quantitative investigation, Mexico.

 

Desde hace ya tres décadas, la Asociación Internacional de Evaluación Educativa (International Association for the Evaluation of the Educational Archievement, IEA) ha conducido el Estudio de Educación Cívica, en adolescentes de 24 países, en todos los continentes. El grupo liderado por la investigadora Judith Torney–Purta (2004, 2007) ha encontrado diversos niveles de compromiso cívico y disposición a la participación política pero, de manera constante, los adolescentes latinos muestran menor disposición que otros. Por su parte, las revistas mexicanas en educación, y de manera importante la Revista Mexicana de Investigación Educativa, ha dado cuenta de las preocupaciones por la formación cívica como una causa poderosa de transformación del difícil entorno que hoy vive México y el resto de Latinoamérica.

Las preocupaciones en torno de la educación cívica no solamente intentan diagnosticar el estado de las actitudes de los niños y adolescentes en su participación cívica y política, sino también encontrar los factores que explican la formación de tales actitudes. Un estudio reciente realizado por Tirado y Guevara (2006) ha encontrado que factores como la escolaridad de los padres, el número de libros que hay en casa, el ingreso familiar y las horas de televisión que los niños de 14 años ven, influyen en su grado de conocimientos cívicos.

Otros autores en esta misma Revista Mexicana de Investigación Educativa se han preocupado por diagnosticar el estado de los valores políticos de los niños mexicanos. Araújo–Oliveira y colaboradores reportaron un estudio cualitativo desarrollado en 22 escuelas secundarias de Morelos para explorar el estado que guarda la formación ciudadana como resultado de una reciente reforma escolar en esa entidad. Sus hallazgos muestran que la democracia es definida por los adolescentes de Morelos como la búsqueda del consenso, "una idea de democracia amplia, donde la participación se basa en la igualdad y se da en todos los órdenes de la vida..." (Araújo, Yurén, Estrada y De la Cruz, 2005:25–26). En la visión de los participantes del estudio, la democracia es definida como un supravalor que explica y se legitima de muchas maneras. Sin embargo, existe un conflicto, pues mientras la democracia tiene un rasgo positivo y deseable, la política aparece como algo deleznable desde la perspectiva de los mismos participantes. Como atinadamente teorizan los investigadores, el conflicto es difícil de rebasar porque la democracia está lejos de ser un concepto abstracto, más bien es uno bien definido por sus instituciones y sus actores, donde la mediación política juega un rol insoslayable. Los participantes del estudio reportan desinterés por la política formal, y los datos sugieren que esto es debido, en parte, a cómo se imparte la educación cívica en el ámbito escolar. Sin embargo, es interesante que los mismos datos sugieren que los adolescentes son críticos con problemas endémicos del sistema político mexicano como la corrupción.

La atención de los investigadores mexicanos a los procesos de socialización política ha cobrado relevancia de manera reciente. Además de los autores mencionados, investigadores como Fernández (2005), Ibarra (2003), López (2003), Nateras (2007) y Tapia (2003), han ido consolidando una línea de investigación que, en México, se remonta al clásico estudio de Segovia (1975). Quienes diagnostican el estado de la formación de los ciudadanos coinciden en identificar a los niños como sujetos críticos, con conocimiento más o menos sofisticado, de los actores y procesos que conforman la esfera pública. Los intereses también han sido diversos. Araújo–Olivera et al. parecen interesarse en la evaluación de programas educativos en específico; Ibarra (2003) y López (2003) han puesto el énfasis en la función socializadora de los medios de comunicación, mientras que Fernández (2005), Nateras (2007), Tirado y Guevara (2006), y Tapia (2003) se han preocupado por el conocimiento político y el espíritu crítico de los niños, en una línea más cercana a las tradicionales de Segovia (1975) y, en la esfera internacional, a Torney–Purta (2002, 2004).

¿Cómo se están formando los futuros ciudadanos? ¿Cuáles son sus actitudes respecto de elementos clave en la democracia, tales como la conciencia cívica y la participación política? ¿Qué papel tienen agentes mediadores tales como los medios de comunicación y las discusiones políticas familiares? Este texto busca contribuir a la investigación que otros autores han desarrollado y dar respuesta a estas interrogantes, con base en una investigación empírica por encuestas realizada en escolares de sexto grado de primaria de tres ciudades del noreste de México, más específicamente, Monterrey, Saltillo y Victoria, en los estados de Nuevo León, Coahuila y Tamaulipas, respectivamente.

 

Algunos conceptos de partida

La participación política

El indicador que más frecuentemente se usa para referir a la calidad de una democracia es en qué medida participan sus ciudadanos en la esfera pública. La noción de participación política tiene sus raíces en la descripción de la democracia en América de Alexis de Tocqueville, pero su argumento moderno es mucho más reciente, y se basa en la también ya clásica distinción de Marshall entre derechos políticos, civiles y sociales. De acuerdo con esta clasificación, la ciudadanía puede ser definida como participación en las instituciones cívicas, políticas y sociales de una sociedad moderna (Habermas, 2006; Marshall, 1997). La participación política es definida como gente ejerciendo sus derechos políticos, incluyendo su derecho a participar en el ejercicio del poder político como miembro de un cuerpo investido con autoridad política o como un elector (Hagopian, 2007; Marshall, 1997). En México, por muchas razones pero también por el desinterés ciudadano, el ejercicio del poder político ha sido, con frecuencia, monopolio de una élite, por lo que la aspiración a participar en la vida pública ha sido considerada por diversas instituciones, por ejemplo el Instituto Federal Electoral (IFE), como una meta deseada en los nuevos ciudadanos mexicanos.

¿Qué factores explican en la literatura la disposición a la participación política? McDevitt y Kiousis (2007) propusieron varios modelos estructurales de covarianza en estudiantes de preparatoria de Estados Unidos, evaluando la actitud de los niños estadounidenses hacia el apoyo a la política convencional y al activismo como las variables observadas. Los investigadores encontraron que la discusión entre padres y estudiantes fue el principal predictor de participación política, medida como la intención de votar en la elección estadounidense de 2004. Esta variable también influyó las de "intención de involucrarse en política cuando sean adultos" e "ideología política", en un modelo estructural relacionado (Kiousis, McDevitt y Wu, 2005).

En un estudio realizado en Nepal, Wagle (2006) encontró que el estatus socioeconómico influyó de manera importante en la frecuencia del voto, implicando que, en países en desarrollo, el ejercicio de los derechos políticos y sociales puede estar limitado a ciertos grupos socioeconómicos. En México, diversos trabajos han encontrado evidencia de que el nivel socioeconómico es uno de los principales factores de un mayor nivel de conocimiento político y valores cívicos de los niños (Buendía y Somuano, 2003; Tirado y Guevara, 2006; Nateras, 2007).

Desde la perspectiva de este artículo, no todas las formas de participación política tenderán a la mejora social, sino sólo aquellas que pasen por el tamiz del interés en la convivencia con esos otros o, más específicamente, por el de la conciencia ciudadana. Es decir, factores como el conocimiento y el interés por lo político tenderán a la mejora social en tanto pasen por el filtro del interés por la convivencia con los otros, del entendimiento de que esos otros son nosotros. Sin el tamiz democrático, el interés por lo político puede contribuir a la participación pero sólo por el ánimo de privilegiar a unos sobre otros. La concepción de participación democrática es constante en la manera en que los niños conciben la participación fuera de la esfera política formal. Por ejemplo, para los niños del estudio de Gingold y Winocur (2000), el concepto de participación se extiende a la familia y se relaciona, entre otras cuestiones, con asumir deberes domésticos, limpiar las calles del barrio, en la colonia, o ser solidario con familiares y amigos.

La conciencia ciudadana

Al igual que ocurre con la participación política, la evidencia disponible apunta a que la conciencia de los derechos civiles está delimitada por el nivel socioeconómico ( Papanastasiou y Koutselini, 2003). En la clásica definición de Marshall, la ciudadanía social se define como el ejercicio de los ciudadanos de sus derechos civiles, empezando por su libertad de expresión, de propiedad y de trato equitativo ante la justicia (Hagopian, 2007; Marshall, 1997). La ciudadanía inicia por la conciencia, es decir, por darse cuenta que se tienen con tales derechos. Papanastasiou y Koutselini (2003), en Chipre, pidieron a estudiantes de secundaria identificar su grado de acuerdo con derechos civiles, tales como participar en actividades como protestas públicas, de la comunidad, de promoción de los derechos humanos, recoger firmas y así por el estilo. En México, la Encuesta Nacional de Cultura Política ha preguntado con regularidad a la gente su disposición para ejercer su libertad de expresión vía cartas a los periódicos, a sus líderes políticos, etcétera. Según el IFE (2003), uno de cada diez adultos mexicanos han reportado ejercer su libertad de expresión de esta manera.

Un ejercicio etnográfico –con niños de primaria de bajos niveles socioeconómicos– sobre la puesta en marcha de la ciudadanía y la participación sugiere que encuentran como opuestas estas dos definiciones. La escuela y las maestras en el estudio de Elizondo–Huerta (2000) encontraban un reto muy importante para su tarea en la resistencia de los niños a la autoridad escolar; incluso con frecuencia fomentada por los padres, quienes aparentemente encontraban positivo que los niños se enfrentaran a sus maestras. Es probable que la aparente desconexión que en la literatura mexicana encontramos entre ciudadanía y participación tenga sus orígenes en la confusión de lo que el autoritarismo significa. Gingold y Winocur (2000), por ejemplo, sugieren que uno de los problemas que la educación cívica tiene es que sus definiciones no coinciden con aquellas que los niños construyen. De acuerdo con su punto de vista, éste es un rasgo de autoritarismo. Es claro que los niños no tienen por qué coincidir, sino aprender la educación cívica que, en todo caso, han construido los adultos de manera consensuada.

El aspecto cognitivo en la valoración de la democracia ha sido también una preocupación de los modelos de intervención en países como Gran Bretaña y Estados Unidos. De hecho, una de las razones por las que tales programas cívicos intervienen a partir del sexto grado de primaria es porque se conoce que a esa edad los niños han concretado su proceso de maduración intelectual, que les llevará a "cristalizar" la disposición cívica que muestren para entonces (Sears y Valentino, 1997).

Televisión y discusiones políticas familiares: agentes de la socialización política

Para Habermas (2006), la tradición deliberativa de la democracia acentúa tanto la participación política de ciudadanos activos como las maneras en que la opinión pública se forma, es decir la socialización política que se puede definir como el proceso por el que los individuos desarrollan concepciones de sí mismos y su mundo así como del mundo político, incluyendo sus experiencias directas, juicios e inferencias sobre el conocimiento que en ese momento poseen. En los procesos de socialización existen agentes como la familia, los amigos, la escuela y los medios de comunicación que contribuyen al proceso de internalización de los conceptos políticos.

De acuerdo con Gunter y McAleer (1997), el conocimiento político se relaciona con el uso de los medios masivos y, especialmente, con el consumo de noticias y de temas actuales. Esta influencia rebasa el plano de los medios tradicionales. Por ejemplo, Johnson y Kaye (2004) analizaron la influencia de la información por internet en campañas políticas realizadas en Estados Unidos en 2000 y 1996, encontrando que esta fuente de información mejoraba las actitudes políticas hacia la democracia y la participación.

La televisión ha sido recurrente en las preocupaciones públicas mexicanas. Omnipresentes en las campañas políticas de este joven siglo, los anuncios políticos, la cobertura informativa y los presupuestos asignados a las televisoras han puesto sobre la mesa el tema de los efectos. No existen datos conclusivos del tema de los efectos en México. Donde hay estudios, éstos se reducen a una ciudad o región, sin posibilidad de hablar de los mexicanos o, concretamente, de los efectos de los anuncios o campañas políticas por televisión (Huerta y Cerda, 2003; Huerta, Garagarza y Villegas, 1999).

Lo que sí se sabe es que la televisión es el medio que más utilizan los ciudadanos para informarse de lo que pasa en la política. De acuerdo con los datos disponibles, ha ocupado, a nivel nacional, de 62 a 74% de las preferencias reportadas sobre el medio para informarse de política dato coincidente con otras investigaciones (IFE, 2003).

Un estudio reciente realizado en Estados Unidos (Paseck et al., 2006) encontró que los jóvenes que vieron más películas y televisión durante una campaña electoral, mostraron un incremento en el conocimiento político y la participación. De acuerdo con este hallazgo, no fue la exposición global a la televisión, sino el uso de medios y contenidos específicos, como las noticias, lo que mostró tal incremento en el conocimiento y participación. Esto también sugiere la hipótesis de que la edad como predictora de conocimiento y participación política puede ser una función de la exposición a noticias, es decir, que los jóvenes que ven más noticias podrían tener una disposición mayor a la participación que las personas de mayor edad que no se exponen a las noticias.

Por su parte, otros estudios (Kiousis et al., 2005; McDevitt y Chaffee, 2002; Sears y Valentino, 1997) han encontrado que la exposición a la televisión interactúa con el tamaño de las redes de comunicación interpersonal para incrementar el nivel de conocimiento político y la disposición a la participación política. Kiousis y colaboradores (2005) definieron el tamaño de las redes de comunicación interpersonal como la cantidad de personas y/o lugares donde una persona interactúa con otros acerca de temas políticos.

Mientras que no se conoce la dirección de la causalidad entre la mayor exposición a contenidos políticos y el tamaño de las redes de comunicación, sí se sabe que, por ejemplo, los hogares donde existe una mayor exposición a temas específicos, también son donde más se discute de política y donde los niños conocen más de estos temas y muestran mayor disposición a la participación. De hecho, los estudios acerca de la televisión han mostrado, de manera consistente, que la cantidad y calidad de la exposición de los niños se asocia con la exposición de los padres, de manera más específica, de las madres. Lo mismo ocurre con el tema político. Sears y Valentino (1997) han mostrado que el grado de conocimiento político en niños y adolescentes se encuentra íntimamente ligado al de los padres. La familia, han señalado McDevitt y Chaffe (2002), constituye un sistema social que mantiene el balance en distintos dominios de la interacción social, incluyendo la competencia social, incrementando además la asimilación política y generando la motivación al voto y otras formas de participación fuera del hogar. En este proceso formativo en el tema político, agregan los investigadores, la adquisición de conocimiento y opiniones va acompañada por la discusión con los padres (McDevit y Chaffe, 2002).

En cuanto a las redes de comunicación, no es mucho lo que se sabe en México. Flores y Meyenberg (2002) reportó que sólo 22% de una muestra nacional respondió que sí se platicaba de política en su casa, mientras que 70% señaló que no. Pero los datos del Centro de Estudios de Opinión Pública –CESOP (Flores y Meyenberg, 2002; IFE, 2003) han permanecido a nivel descriptivo y no ha resultado posible inferir si esa discusión doméstica contribuiría a internalizar de alguna manera el conocimiento, los valores o la disposición a la participación política.

Un modelo de la formación ciudadana y la socialización política de los niños mexicanos

De la anterior discusión de conceptos este artículo busca contribuir a responder las preguntas: a) ¿Cómo se están formando los futuros ciudadanos?, b) ¿cuáles son sus actitudes respecto de elementos clave en la democracia, tales como la conciencia cívica y la participación política? y c) ¿qué papel tienen agentes mediadores tales como las noticias por televisión y las discusiones políticas familiares? La literatura del tema toma a las actitudes hacia la participación política como la mejor medida de participación futura lo cual es, a la vez, un indicador de (pre)ciudadanos demócratas –para usar el términos de Fernández (2005), para referirse a personas con actitudes de ejercicio de sus derechos civiles– antes de la edad marcada legalmente para tales ejercicios. Asimismo, se establece que mejores actitudes ciudadanas, observadas como la disposición al ejercicio de los derechos civiles, se preferirán como predictor a las actitudes de participación política. Por otra parte, los modelos previos, particularmente aquellos que han involucrado a niños hispanos en Norteamérica, establecen que la exposición a noticias influirá positivamente las actitudes hacia la disposición política y ciudadana, mejorando cuando también se incrementen las mediaciones personales o la comunicación interpersonal. Resulta intuitivo que la formación de ciudadanos puede ser mayor dependiendo del tipo de ambiente doméstico que los niños tengan. En un ejercicio de análisis de trayectorias en datos de tres encuestas nacionales, Huerta (2007) encontró que los años de escolaridad funcionan como el mejor predictor de actitudes democráticas en adultos.

Este reporte de investigación es parte de un proyecto mayor de métodos mixtos. Una primera etapa fue similar a la de Araújo–Olivera et al. (2005). Se realizaron 180 entrevistas grupales con niños de sexto año de primaria en escuelas de Monterrey, Saltillo y Victoria (Huerta Wong, 2006). Los datos de esta fase coinciden en puntos cruciales con los de Araújo–Olivera et al. (2005), como los hallazgos que descubren a los niños del noreste de México como (pre) ciudadanos críticos con la política pero que ven el trabajo en comunidad y la democracia como algo deseable. Quizá no de manera sorprendente, los datos en este punto particular coinciden también con lo encontrado en otros puntos de México, como la Ciudad de México (Fernández, 2005; Nateras, 2007), Guadalajara (Ibarra, 2003) y Querétaro (Tapia, 2003) y Oaxaca (López, 2003). Con base en la literatura discutida y los hallazgos cualitativos, se construyó el modelo estructural hipotético (figura 1), que fue confrontado con dos muestras de tres ciudades del noreste. Una de ellas reporta datos en el marco de la elección federal de 2006, levantados entre marzo y abril de ese año. La segunda reporta datos fuera de una elección, con datos levantados entre septiembre y octubre de 2007. Con base en la literatura y los hallazgos cualitativos, la expectativa es que el modelo se sostenga en dos momentos diferentes y permita reportar datos conclusivos del fenómeno. El modelo plantea las siguientes relaciones causales:

1) La conciencia cívica influye en la disposición a la participación política.

2) La exposición a programas de noticias influye en la conciencia cívica y también en la disposición a la participación política.

3) La frecuencia de las discusiones políticas familiares influye en la conciencia cívica y también en la disposición a la participación política.

4) El ambiente doméstico influye en la conciencia cívica y también en la disposición a la participación política.

5) La frecuencia de las discusiones políticas familiares se relaciona con el ambiente doméstico y también con la exposición a programas de noticias.

El modelo confrontará la relación entre el consumo de noticias por televisión, la frecuencia con la que los niños platican con sus familiares de política y el entorno doméstico de los niños. Además, el modelo propone que estas variables exógenas explican la conciencia cívica de los niños, que junto con las variables propuestas inicialmente, explican sus actitudes sobre la participación política. Es, en suma, un modelo estructural, compuesto por análisis de trayectorias, una herramienta del análisis de regresión y de la teoría causal. Se propone que el modelo sea robusto a dos muestras en el tiempo, una tomada en el marco de la elección federal de 2006 y otra más de un año después. La propuesta es que el modelo se sostendrá pese al contexto electoral, noticioso y de efervescencia política, mostrando sólidamente el fenómeno causal que explica la disposición a la participación política y la conciencia cívica de los niños del noreste de México. Este texto es un análisis de los datos agregados y no intenta realizar comparaciones entre las submuestras.

En relación con el contexto del estudio, es de recordar que en 2006 México tuvo el proceso electoral más competido de su historia. Las familias y los niños mexicanos vivieron un ambiente polarizado y caracterizado por una abundancia de publicidad electoral. No es claro cómo las noticias influyeron en la gente, si lo hicieron de algún modo, o si el ambiente de aparente polarización política influyó también en las actitudes políticas de las personas, más allá de su simpatía por algún candidato. El modelo hipotético propone que cualquier efecto rebasó el contexto temporal, y que las actitudes políticas de los niños no cambian por el contexto temporal en el que se encuentren. La muestra, que se describirá en la sección siguiente, junto con el análisis de los resultados de este estudio, permiten generalizaciones regionales. Para saber el comportamiento de las relaciones propuestas por el modelo en submuestras por grupos de población o en diferentes ciudades habrá que realizar mayores análisis. Aquí se compara una región completa, por ello no parece necesaria una descripción mayor del contexto de cada escuela. Básicamente, la comparación se realiza entre las actitudes políticas de un año de intensa discusión electoral y otro donde el bombardeo de los medios disminuyó radicalmente.

 

Método

Participantes

La encuesta del proyecto "Socialización política, televisión y niños en el noreste de México" fue diseñada –por el autor como parte de un proyecto auspiciado por el fondo SEP–CONACyT de Ciencia Básica– por etapas y por conglomerados que se levantó en escuelas primarias de Saltillo, Monterrey y Victoria. La muestra es representativa de los conglomerados del noreste de México, a un 10% de margen de error. Este estudio fue conducido en dos diferentes muestras, la primera comprende escolares que cursaron sexto grado de primaria entre marzo y abril de 2006; la segunda, entre septiembre y octubre de 2007. Las etapas de selección de los participantes fueron las siguientes:

1) Del listado general de escuelas primarias públicas y privadas, proporcionado por la Secretaria de Educación de cada estado (Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas), se calculó y se determinó un porcentaje proporcional a la representación total de la población de escuelas de cada localidad, con respecto al universo, es decir, la suma de las ubicadas en las tres ciudades de referencia. Se determinó un total de 71 escuelas del marco muestral, tal como se presenta en el cuadro 1.

2) Posteriormente, se hizo un cálculo similar para obtener la representatividad de escuelas públicas y privadas por ciudad.

3) Finalmente, cuando una escuela tuvo más de un grupo de sexto grado, se sortearon los grupos también de manera aleatoria.

Cabe mencionar que de las 71 escuelas proyectadas en la muestra, en siete las autoridades se negaron a que se aplicara el cuestionario, por lo que la muestra final se redujo a 64 planteles.

Los criterios de elegibilidad de los participantes fueron los siguientes: niñas y niños de sexto grado de primaria, el turno matutino, en primarias ubicadas en las ciudades capitales de Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas.

Para esta muestra se seleccionaron, por muestreo aleatorio simple, escuelas públicas y privadas de los municipios de Monterrey, Saltillo y Victoria. En total, 23 escuelas (17 públicas y 6 privadas) de Saltillo, 32 (27 públicas y 5 privadas) de Monterrey, y 9 (7 públicas y 2 privadas) de Victoria.

Para confrontar el modelo causal, la muestra final de 2006 se compuso de 588 niños de Monterrey, 551 de Saltillo y 223 de Victoria, quienes fueron entrevistados entre marzo y abril de ese año por los asistentes de investigación (estudiantes de maestría) Alejandra Rodríguez, Berenice Bañuelos y Eduardo García. Por el método de selección, los datos son analizados a un 10% de margen de error. En 2006, la muestra total fue de 1 382 niños. En 2007 la muestra se compuso de 631 niños de Monterrey, 543 de Saltillo y 370 de Victoria, para un total de 1 544 niños.

Procedimiento

En un mapa de la ciudad se localizaron las direcciones de las escuelas y se pusieron distintivos en cada punto para ubicarlas de manera más ágil y rápida. Días antes de la aplicación se llamó por teléfono para confirmar que se permitiera realizar el trabajo de campo, se habló con la directora o director, o bien con el responsable de la escuela en ese momento, para solicitarle su autorización y también para platicarle un poco acerca del proyecto. Se le solicitó que, necesariamente, tenía que ser un grupo de sexto grado.

Un estudio cualitativo realizado en enero y febrero de 2006 (Huerta et al., 2006) fue crucial para entender la forma en que los niños se comportan en el aula y cómo la comunicación con sus maestros y entre ellos mismos podía aprovecharse de mejor manera para los fines de este estudio.

Así, por ejemplo, se solicitó apoyo a los maestros para que permanecieran y colaboraran con la aplicación de la encuesta en el aula, pues los niños comprendían mejor cuando su maestra les hablaba que cuando lo hacía alguno de los investigadores; este procedimiento facilitó el orden en la aplicación del instrumento y evitó demoras innecesarias y, por lo tanto, distracciones.

Los investigadores se presentaban frente a los niños y les informaban: "hoy los visitamos porque nos interesa saber sus opiniones sobre la política y queremos que, por favor, contesten este cuestionario, que no es un examen. No se preocupen porque no se les va a calificar; por favor saquen un lápiz y un borrador para que puedan contestar de forma adecuada".

Posterior a esta explicación, se acompañó a los niños a responder las preguntas, leyendo cada una en voz alta con el fin de que todos fueran contestando al mismo tiempo. Se les exhortó a que leyeran a sus compañeros algunas de las instrucciones y preguntas; al final se les preguntó si existían más dudas o si alguien no había terminado. Se resolvieron dudas en lo personal para evitar que la falta de entendimiento de algunos conceptos limitara los resultados. Cuando algo en el cuestionario resultaba difícil de entender para algún niño, se pedían voluntarios para aclarar los conceptos. Otros niños resultaron particularmente precisos para definir con claridad conceptos que, al equipo de investigación, le tomó horas de discusiones en las juntas previas, tales como injusticia, corrupción, democracia...

 

Variables

1) Ambiente doméstico. Suma de 4 ítems, de un lado, percepción de los niños respecto de a) la escolaridad del papá y de b) la mamá más la disposición de los padres a la participación; de otro lado, grado de acuerdo con las frases c) "A mi papá o mamá les gustaría unirse con otros para defender el ambiente", y d) "A mi papá o mamá les gustaría trabajar en la política" (Alfa de Cronbach = 0.578).

2) Exposición a programas de noticias. Suma de 3 ítems a) "Qué tanto ves noticias nacionales", b) "Qué tanto ves noticias locales", y c) "Al menos un rato veo noticias todos los días" (Alfa de Cronbach = 0.697).

3) Frecuencia de discusiones políticas familiares. Suma de 5 ítems a) "Qué tanto platicas de política con tu papá", b) "Qué tanto platicas de política con tu mamá", c) "Qué tanto platicas de política con tu abuelito o abuelita", d) "Qué tanto platicas de política con tus compañeros de escuela", y e) "Qué tanto platicas de política con tus primos y hermanos" (Alfa de Cronbach = 0.687).

4) Conciencia ciudadana. Suma de 6 ítems de grado de acuerdo con la pregunta puedo ser mejor ciudadano o ciudadana, puedes a) escribir cartas a los periódicos, b) llamar a la Cruz Roja si ves un accidente en la calle, c) reportar una fuga de agua que vea en la calle, d) llamarle la atención a un adulto si lo veo tirando basura en la calle, e) reunir firmas para impedir una injusticia, y f) poner una queja en las oficinas del gobierno (Alfa de Cronbach = 0.563).

5) Disposición a la participación política. Grado de acuerdo con 5 ítems a) "Votar es importante", b) "Me gustaría ser diputado cuando sea grande", c) "Me gustaría ser gobernador cuando sea grande", d) "Me gustaría ser jefe de grupo de mi salón", y e) "Me gustaría unirme con otros para mejorar el país" (Alfa de Cronbach = 0.625).

 

Resultados

2006. Los niños en el contexto de la elección

Se usó un análisis de trayectorias –una aplicación del análisis de regresión múltiple en conjunción con teoría causal– para confrontar el modelo hipotético propuesto en la figura 1. Se utilizó el paquete estadístico AMOS 16, siguiendo las recomendaciones de Hu y Bentler (1999), el modelo hipotético fue evaluado usando los siguientes índices: prueba de ji cuadrada, índice de ajuste comparativo (CFI), índice de ajuste normalizado (NFI) y la media de la raíz cuadrada del error de aproximación (RMSEA). Además, la significancia de los coeficientes de trayectorias fueron evaluados a un valor de p < .05.

El modelo estructural de 2006 reveló un muy pobre ajuste con el hipotético, así que un modelo final fue desarrollado como resultado del análisis de los índices de modificación y el modelo completo. El resultado es el que se muestra en la figura 2. Se encontró que la explicación hipotética de la ciudadanía social, como función de la frecuencia de discusiones políticas familiares, contribuía a empobrecer el ajuste del modelo. Asimismo, el análisis reveló que faltaba una relación entre el ambiente doméstico y el acto de ver noticias, lo cual es consistente con los hallazgos cualitativos descritos por Huerta et al. (2006). El modelo de la figura 2 muestra una ji cuadrada no significativa X2 (1, n= 1 382) = 0.01, ρ > 0.05. Además de la prueba de ji cuadrada, otros índices de bondad de ajuste permitieron excelentes resultados, indicando que el nuevo modelo ajusta en el nivel más óptimo posible con los datos observados. Ambos índices CFI y NFI permitieron 1.0, mientras que el RMSEA reportó un valor de 0.01, consistente con los excelentes puntajes del modelo en general.

Disposición a la participación

Desde el modelo inicial, se hipotetizó la influencia de la Exposición a programas de noticias, la Frecuencia de discusiones políticas familiares, el Ambiente doméstico y de la Conciencia social en una mayor disposición a la participación política. Todas las relaciones hipotetizadas se apoyaron por el modelo final. Se encontró que Ver noticias por televisión (β= 0.118, ρ < 0.001), la Frecuencia de las discusiones políticas familiares (β= 0.122, ρ < 0.001), el Ambiente doméstico (β = 0.197, ρ < 0.001), y la Conciencia social (β= 0.242, p< 0.001) son factores que tienen efectos directos en la Disposición a la participación política.

Conciencia social

El modelo inicial hipotetizó la influencia de la Exposición a programas de noticias, la Frecuencia de discusiones políticas familiares y el Ambiente doméstico en una mayor Conciencia social. Sorprendentemente, las mediaciones familiares carecen de un efecto directo sobre la formación de la Conciencia social en los datos de este estudio, lo que llevó a corregir el modelo inicial. Tampoco se encontró un efecto directo de Ver noticias por televisión en la Conciencia social. La única variable que reportó tal efecto fue el Ambiente doméstico (β=0.116, p< 0.001).

Variables exógenas

El modelo obtenido estableció la correlación entre cada par de variables endógenas. Las tres relaciones fueron significativas y moderadas. La Exposición a programas de noticias estuvo positivamente asociada con el Ambiente doméstico (r = 0.126, p < 0.001) y también a la Frecuencia de discusiones políticas familiares (r = 0.201, p < 0.001). La Frecuencia de discusiones políticas familiares también estuvo positivamente asociada con Ambiente doméstico (r = 0.143, p < 0.001).

Efectos totales estimados

Efectos moderados fueron encontrados al examinar la proporción de varianza explicada de Disposición a la participación política, la variable endógena crucial. Los resultados de la ecuación estructural para Disposición a la participación política permitieron una R2 significativa de 0.166. La otra variable endógena, funcionando en el modelo como mediadora, fue Conciencia social. La importancia de esta variable endógena es débil, y la ecuación estructural la explica con una R2 significativa de 0.07. El modelo completo ilustra que el Ambiente doméstico, y aun la Exposición a las noticias, resultan cruciales para construir la Disposición a la participación política. Además de los efectos directos que revela la figura 2, el Ambiente doméstico (β = 0.039) y la Exposición a las noticias registraron (β= 0.027) efecto indirectos en la Disposición a la participación política, contribuyendo a un efecto total de β= 0.225 del Ambiente doméstico sobre la Disposición a la participación política y de β= 0.133 de la Exposición sobre la Disposición. Como se propuso antes, estos hallazgos son consistentes con la literatura que muestra que la Exposición a noticias tiene una relación dialéctica en el hogar con la Frecuencia de discusiones familiares y, en suma, en cómo los niños construyen su relación con la esfera pública.

2007. Los niños fuera del contexto de la elección

Se usó un análisis de trayectorias –una aplicación del análisis de regresión múltiple en conjunción con teoría causal– para confrontar dos modelos hipotéticos, tanto el propuesto en la figura 1 como el establecido en la 2. Ambos fueron evaluados usando AMOS 16.0 y los siguientes índices, prueba de ji cuadrada, índice de ajuste comparativo (CFI), índice de ajuste normalizado (NFI) y la media de la raíz cuadrada del error de aproximación (RMSEA). Además, la significancia de los coeficientes de trayectorias fueron evaluados a un valor de p < .05.

El modelo estructural de 2007 reveló un muy pobre ajuste con ambos, así que un tercer modelo fue desarrollado como resultado del análisis de los índices de modificación y el completo. El resultado se muestra en la figura 3. Se encontró que la explicación hipotética de la conciencia social –como función de la frecuencia de discusiones políticas familiares– contribuía a empobrecer el ajuste del modelo, así como la explicación de la disposición a la participación política como función de la conciencia social. El modelo resultante (figura 3) muestra excelentes niveles de ajuste, con una ji cuadrada no significativa X2(2, n= 1 544) = 9.522, p > 0.05. Además de la prueba de ji cuadrada, otros índices de bondad de ajuste permitieron excelentes resultados, indicando que el nuevo modelo ajusta en el nivel más óptimo posible con los datos observados. El índice CFI reportó 0.986 y el NFI, 0.984, mientras que el RMSEA reporto un valor de 0.042, consistente con los buenos puntajes del modelo en general.

Disposición a la participación

En el hallazgo más discrepante en este modelo se encontró que en Ver noticias por televisión (β= 0.117, p< 0.001), la Frecuencia de las discusiones políticas familiares (β= 0.075, ρ < 0.001) y el Ambiente doméstico (β= 0.325, ρ < 0.001), pero no la Conciencia social, tienen efectos directos en la Disposición a la participación política. En realidad la falta de efectos de la conciencia social sobre la Disposición a la participación política es la diferencia más grande entre la muestra de 2007 y 2006, y abre más preguntas sobre el rol de la comunicación interpersonal y la masiva sobre la discusión de los derechos cívicos en un periodo de no elección. Más de esto es discutido más adelante.

Conciencia social

Otra diferencia mayor de los datos de 2007 es que la Exposición a las noticias por televisión (β= 0.115, ρ < 0.001) es encontrada como teniendo efectos directos en la Conciencia social. En la figura 2, el efecto de la Exposición a las noticias no fue estadísticamente significativo, sino que hubo un efecto indirecto mediado por la Frecuencia de las discusiones políticas familiares. Los datos de 2007 sugieren una relación inversa en tiempos no electorales, en los cuales el efecto de la Frecuencia de las discusiones políticas familiares –un sinónimo de comunicación interpersonal para los efectos de este estudio– aparece mediado por la Exposición a las noticias. En cualquier caso, lo que queda de manifiesto es la relación dialéctica que existe entre ambos tipos de fenómeno y su importancia en explicar la conciencia social. Esta también es parcialmente explicada por el Ambiente doméstico (β= 0.169, ρ < 0.001), un hallazgo consistente en ambos modelos, con coeficientes estandarizados similares a lo largo de dos muestras diferentes.

Variables exógenas

Al igual que en la figura 2, la 3 estableció la correlación entre cada par de variables endógenas. Las tres relaciones fueron significativas y moderadas. La Exposición a programas de noticias estuvo positivamente asociada con Ambiente doméstico (r = 0.099, p < 0.001) así como a la Frecuencia de discusiones políticas familiares (r = 0.166, p < 0.001) y éstas también estuvieron positivamente asociadas con Ambiente doméstico (r = 0.221, p < 0.001).

Efectos totales estimados

Nuevamente se encontraron efectos moderados al examinar la proporción de varianza explicada de Disposición a la participación política, la variable endógena crucial. Los resultados de la ecuación estructural para Disposición a la participación política permitieron una R2 significativa de 0.162. La otra variable endógena fue Conciencia social. La ecuación estructural la explica con una R2 significativa de 0.06. El modelo completo ilustra que el Ambiente doméstico, y aun la Exposición a las noticias son cruciales para construir la Disposición a la participación política. No se reportaron efectos indirectos que reportar. Es la variable que apoya más a la explicación de las variables endógenas, que contribuye con β= 0.325 a la varianza explicada de Disposición a la participación política, y con β= 0.169 a la varianza explicada de Conciencia social.

Discusión

Para iniciar esta sección, es preciso hacer algunas delimitaciones. En general no se apuesta en México por realizar estudios conclusivos, y por otro lado el estado que guarda el análisis de la formación de los ciudadanos mexicanos está aún en pañales. Es probable que, por ejemplo, los análisis de confiabilidad de Conciencia social –una variable con tanta tradición en los países desarrollados– estén entre los primeros que se reportan en México, de ahí que los constructos parezcan reportables pese a su carácter moderado. Otra limitación importante –para cuya consideración el autor agradece especialmente los comentarios del dictamen– es que el análisis de los datos no ha sido aquí explorado a nivel de los niños de cada ciudad. Sin duda este análisis resulta necesario y relevante en términos del entendimiento regional del comportamiento político de los niños; es de mencionar que el propósito aquí no ha sido señalar las diferencias entre los que habitan en diferentes ciudades del noreste mexicano, sino mostrar, acaso más superficialmente, cómo es que un fenómeno sociopolítico existe pese al contexto de conflicto electoral y bombardeo propagandístico, como el que México vivió en 2006. Como el mismo crítico, o crítica, ha sugerido, además de la comparación de escenarios electorales y no electorales, resultan necesarios más análisis que comparen las submuestras de ciudades y escuelas con diferente tipo de sostenimiento (públicas y privadas) para comprender mejor el fenómeno.

Con toda la cautela que merecen los datos, se puede explorar una respuesta a la pregunta ¿Cómo se están formando los futuros ciudadanos del noreste de México? Para abundar a esta respuesta, en principio hay que responder, con base en los datos mostrados, las preguntas de investigación, las que cuestionaron, concretamente, por las actitudes de los niños hacia la conciencia cívica y la participación política, así como el papel que los medios de comunicación y las discusiones políticas familiares tienen en la conformación de tales actitudes. Una primera pregunta es menos empírica, es decir, más teórica y se refiere a la formación general de los futuros ciudadanos.

Actitudes respecto de la conciencia cívica y la participación política

Los modelos de trayectorias mostraron que resulta plausible proponer algo que se asume intuitivamente en la vida cotidiana de la educación en México y es que el ambiente doméstico es el factor que mejor explica las visiones de mundo de los niños, más específicamente en este caso, de la disposición a la participación política y la conciencia social.

La televisión y las discusiones políticas familiares

Los datos del análisis de trayectorias sugieren que la exposición a programas de noticias y la frecuencia con que los niños discuten con sus familiares sobre temas políticos da lugar a una relación dialéctica. No ha sido mostrado en este análisis, pero los datos sugieren que tal relación tiene origen en el ambiente doméstico con que los niños cuentan, derivado de la educación parental y también de la disposición de los propios padres a desplegar sus derechos políticos y sociales.

Todo esto es relevante porque abre la puerta a la posibilidad de actuar en el plano de lo personal ante lo estructural. En el contexto de la crítica hacia los medios de comunicación durante las elecciones federales de 2006, y aún después de esas críticas, se partió del principio de la centralidad de la televisión en la vida cotidiana de México. Una serie de estudios (Huerta, Garagarza y Villegas, 1999; Huerta, 2007) se suman a la noción de que el impacto de la televisión es menor, al menos entre los habitantes del noreste de México, frente a la cantidad y calidad de la interlocución humana. En otras palabras, la exposición a la televisión aparece siempre mediada por los agentes, en este caso concreto, de socialización de los niños, ya sean familiares o, como se ha visto en otro lado, de los maestros (Huerta et al., 2006).

La formación de los (pre)ciudadanos

La noción de preciudadanía es relevante porque en sexto año de primaria, de acuerdo con los pedagogos (Fernández, 2005; McDevitt y Kiousis, 2005), los niños han construido sus bases cognoscitivas y de valores. Aunque existe una discusión en términos de los efectos de largo plazo de tales bases (McDevitt y Kiousis, 2005), hay también cierto consenso en el sentido de que la evidencia disponible no permite desconfiar de ellos. En otras palabras, los datos disponibles establecen que no existen argumentos para suponer que las actitudes, consensos y diferencias que los niños tienen en sexto año de primaria no prevalezcan en el largo plazo.

Si esto es así, se puede ser optimista con respecto al futuro. Los niños, o preciudadanos, de la muestra estarán listos para votar en 2012 con bases sólidas en términos de la valoración de la democracia. La relevancia de la comunicación interpersonal en la formación de sofisticación política y valoración de la democracia sugiere que la intervención a edades tempranas es la variable clave para el reforzamiento de una cultura cívica y una mayor disposición a la participación política. Sin embargo, no resulta recomendable dejar al libre albedrío la escolaridad si lo que se pretende es que los contenidos educativos hagan una diferencia. Tal como han analizado Araújo–Olivera et al. (2005), la calidad de esa escolaridad resulta determinante para un tema crucial como los factores que motivan la disposición a la participación política. En algunos países, como Estados Unidos y Gran Bretaña, el éxito de la intervención educativa para fomentar la interacción y así contribuir a la formación de ciudadanos ha sido probada (Buckingham, 2000; McDevitt y Kiousis, 2005). En México, si bien el Instituto Federal Electoral ha trazado tal necesidad, no existen esfuerzos consistentes en esta materia, no obstante que los partidos políticos reciben fondos etiquetados con estos fines. Tal esfuerzo urge, dado que sin ciudadanos informados, conscientes y participativos no hay futuro posible.

La buena noticia del saldo de este estudio es que los factores más cercanos a los escolares muestran una influencia mayor que factores estructurales. Es una buena noticia porque establece una fuente controlable para intervenciones educativas y sociales. Esto abre la puerta, por ejemplo, a que finalmente el Instituto Federal Electoral termine su diseño de educación cívica, el cual fue parte crucial de su plan de desarrollo para 20002010, antes de que se entrampara en la designación de sus consejeros. El programa no ha sido completamente diseñado y, hasta ahora, carece de financiamiento y de soporte por parte de la SEP. Los hallazgos de este estudio sugieren que programas que enfaticen el uso de exposición a medios y promuevan la interacción de padres e hijos discutiendo tales contenidos puede ser recomendado, algo que ya se ha hecho con éxito en el Reino Unido y Estados Unidos, por citar dos ejemplos (McDevitt y Kiousis, 2005). Al igual que el artículo de Araújo–Olivera et al. (2005), es una postura central de este texto que la educación cívica debe estar en el corazón de la política educativa de México.

 

Agradecimientos

Esta investigación fue parcialmente apoyada por el Fondo de Investigación Básica SEP–CONACYT y la Cátedra de Investigación en Medios de Comunicación del Tecnológico de Monterrey. Quiero agradecer al doctor Jaime Bonilla, director de la Dirección de Relaciones con Egresados del Tecnológico de Monterrey, por su apoyo moral; a José Carlos Lozano, director del Centro de Investigación en Comunicación e Información, del mismo instituto, por su apoyo económico e intelectual; así como reconocer la deuda con el doctor Philip Oxhorn, director del Centre for Developing–Area Studies de McGill University, y con el Centro de Investigación del Desarrollo Internacional (IDRC), por facilitar los recursos necesarios para terminar con este proyecto.

 

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