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Revista mexicana de investigación educativa

Print version ISSN 1405-6666

RMIE vol.13 n.36 Ciudad de México Jan./Mar. 2008

 

Reseña

 

Evaluación de la docencia universitaria

 

Ofelia Desatnik Miechimsky*

 

Rueda, Mario (2006). Evaluación de la labor docente en el aula universitaria, México: UNAM-CESU.

 

* Profesora en la FES Iztacala-UNAM. Avenida de los Barrios núm. 1, colonia Los Reyes Iztacala Tlalnepantla, Estado de México, CP 54090, CE: odesat@servidor.unam.mx.

 

Los comentarios al libro Evaluación de la labor docente en el aula universitaria se dividirán en dos partes: la primera será una reseña de su contenido, que incluye una descripción global de los puntos abordados en los distintos capítulos, de manera que el lector anticipe lo expuesto así como considere los puntos de interés y/o de contacto que pudiera tener este material, tanto en su trabajo docente o de investigación como en la posibilidad de proponer su uso en distintos escenarios donde resultara pertinente la aplicación de su análisis y resultados.

En la segunda parte de este trabajo los comentarios tomarán en cuenta tres aspectos principalmente: la intencionalidad y relevancia, el proceso de investigación, y las conexiones que provoca.

Inicia con un prólogo del autor, donde refiere, además de la intención del libro y una breve explicación de sus contenidos, una reflexión donde comparte el desarrollo del proceso de la investigación en el contexto del trabajo colectivo que ha realizado durante años con la Red de Investigadores de Evaluación de la Docencia (RIED), colegas con los que ha participado desde el marco de la UNAM, en particular, el ex Centro de Estudios sobre la Universidad, actualmente el Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación.

En el primer capítulo, "Evaluación de la docencia en la universidad", el autor presenta un análisis de los intentos por entender y profundizar este conocimiento, que implica adentrarse en las complejas relaciones que se dan en las aulas, que se conectan con los roles asignados a los profesores, la participación de los estudiantes y demás actores. Se refiere, de manera reflexiva, a algunos antecedentes de la evaluación educativa, señalando la relación entre los distintos paradigmas y las prácticas, en particular, de la docencia en la universidad. El autor hace hincapié en una postura analítica y crítica acerca de lo que implica la definición del "buen profesor" en relación con las prácticas de enseñanza, que también debe ser evaluada si se propone comprender el proceso complejo y sistémico de las relaciones en el aula. Al final de este capítulo, se refiere a distintos procedimientos en la elaboración de instrumentos de evaluación que han sido analizados y discutidos por los investigadores de la RIED como base para proponer nuevas alternativas con fundamento en la investigación y en el debate.

El segundo capítulo se titula "Diagnóstico del estado de la evaluación docente en la UNAM", en él se mencionan las características de la investigación sobre la evaluación de la docencia en la universidad, haciendo referencia a procesos de evaluación, donde se explican las estrategias para el diseño de los instrumentos, el trabajo de campo, la metodología cuantitativa y cualitativa, el universo de estudio, entre otros. La evaluación relacionada con esta investigación tuvo modificaciones e incluyó la diversidad de facultades e institutos, así como la comprensión de la relación que tiene el contexto específico de la UNAM con las prácticas docentes. El análisis de la complejidad de estas relaciones, así como de la diversidad de condiciones, aportó elementos para la investigación de nuevas modalidades. El libro presenta un análisis de las coincidencias entre instrumentos, así como de las particularidades. Al finalizar este capítulo, se presenta una discusión sobre la falta de consenso dentro de las comunidades académicas sobre cuáles deberían ser las dimensiones a tomar en cuenta en una evaluación, la consideración de cada contexto, los procedimientos e instrumentos más indicados, así como el análisis de los propósitos, de quién evalúa y para qué se evalúa. Se presentan los resultados de estos procesos de evaluación.

En el tercer capítulo, "Los cuestionarios de opinión estudiantil como instrumento de evaluación docente", se hace referencia al proceso de investigación, a las áreas estudiadas, así como a la presentación y análisis de los resultados. Se explica la metodología usada para el diseño y aplicación del instrumento, así como los resultados de su evaluación, frecuencias, mediana, comportamiento de los reactivos por subgrupos, según el avance académico de los alumnos, según el área de conocimiento de la carrera estudiada; se presenta el análisis de la confiabilidad y validez del instrumento, así como algunas conclusiones. Finalmente, los resultados y, como anexos, la Guía de evaluación de la docencia universitaria y el Cuestionario de evaluación de la docencia universitaria (para estudiantes).

 

Intencionalidad y relevancia

Desde el prólogo se crea la expectativa de conocer la trayectoria de las investigaciones sobre el tema y, como lo señala Mario Rueda, se propone la "oportunidad de poner juntas las piezas del rompecabezas que había construido a lo largo de varios años sobre la evaluación de la labor docente en el aula universitaria".

Otra intención mencionada es la de mirar y compartir su perspectiva individual acerca de la evaluación del docente, además de reconocer la labor de los integrantes de la Red de Investigadores de Evaluación de la Docencia, con quienes ha trabajado cercanamente. Asimismo, la idea de acercarse a "las complejas experiencias" de las facultades e institutos de la UNAM, institución en la que labora, hace posible un análisis de lo que ahí ocurre para generar un debate sobre cómo diseñar, conceptuar, comprender y enfocar la tarea de evaluar a los docentes en su labor dentro del aula. En el libro se resalta la necesidad de generar la "discusión amplia y profunda del significado de enseñar y aprender en cada uno de sus contextos" (p. 11). Al evaluar se promueve, además, un modo de ser profesor, una epistemología, de la que se deriva la práctica docente y, por lo tanto, el lugar que se le da a la evaluación de su labor.

Este análisis nos lleva a la discusión del lugar que se le ha dado a la mirada valorativa sobre quiénes son los "buenos profesores" y los que no lo son, cuestión que conlleva a una serie de consecuencias complejas sobre la comunicación de los resultados de la evaluación, quién la propone y a quién o a quiénes se les informa; qué decisiones se toman a partir de dichas valoraciones que desembocan en el lugar que la práctica docente va a ocupar en la acción educativa cotidiana, así como en la representación social sobre el papel docente, su valoración en la comunidad, su posicio-namiento en el ámbito escolar y social; a esto se asociaría el impacto en el docente, en su concepción de sí mismo y de su trabajo, en la relación que establece con sus pares, con los alumnos y los demás actores que están en interrelación continua con la tarea educativa, lo que redunda de manera circular en su acción cotidiana y en los resultados de evaluaciones futuras. La intencionalidad también abarca la posibilidad de compartir y comunicar las experiencias del proceso realizado, así como los resultados obtenidos, que deberán analizarse siempre de acuerdo con los contextos específicos en los que se usen.

El acercamiento a la práctica docente se hace desde una postura analítica a la vez que integrativa; se expone un mapa de las investigaciones sobre el tema, de las prácticas tradicionalmente usadas y las propuestas recientes dentro y fuera de la UNAM, que puedan reflejar la evolución que ha tenido el abordaje de la evaluación de la labor del profesor (qué, cómo, cuándo y dónde, quién y para qué evaluar). Estas preguntas van surgiendo continuamente y reflejan una serie de consideraciones que dan cuenta de la complejidad del proceso, de las consecuencias que pueden tener las prácticas evaluativas (y valorativas), tanto en los escenarios institucionales, como en las relaciones entre los actores que participan de ellas.

El autor hace consideraciones relevantes sobre la necesidad de tener en cuenta el lugar de las mayorías y las minorías, de reconocer la diversidad, los contextos específicos, que deben ser siempre tomados en cuenta para no caer en posturas parciales y/o excluyentes en el análisis y el abordaje de la tarea de evaluar la labor docente. Esta inclusión posibilita una comprensión sistémica de las relaciones entre los distintos componentes, de la situación donde ocurre la enseñanza y el aprendizaje, de la evaluación, las decisiones, la planeación y la retroalimentación al sistema, así como de las características de la institución, la cultura y los escenarios socio-políticos inmersos en estos procesos.

En este punto es importante resaltar la perspectiva sistemática y sistémica que se mantiene como un hilo conductor a lo largo del libro y en el trabajo realizado. Según palabras del autor:

[...] los procesos de evaluación de cada parte del sistema deben armonizarse con los demás, de tal manera que las instituciones puedan analizarse sistémicamente con el aporte de cada uno de los procesos de evaluación para, en su conjunto, contribuir a un proceso de enseñanza-aprendizaje de calidad (p. 35).

Una visión sistémica permite corresponsabilizar a los distintos participantes del sistema, comprender de qué manera se influyen mutuamente y propiciar "mecanismos que permitan el diálogo permanente entre evaluadores y evaluados en igualdad de condiciones para poder garantizar la reflexión permanente sobre los procesos" (p. 35).

El análisis que hace el autor de las funciones de la evaluación en instituciones de educación superior, públicas y principalmente en la UNAM, no deja lugar a dudas de un amplio conocimiento del escenario donde ocurre y donde podrán aplicarse las estrategias propuestas, tanto de investigación como de evaluación a partir del instrumento presentado.

Considero importante resaltar que, desde el título del libro se habla continuamente de la evaluación de la labor docente y no de la evaluación del docente; esta última sería un modo de objetivar a la persona del profesor, muy usada en los ámbitos escolares y muy cuestionada por las consecuencias que tiene en la concepción de sí mismo como persona, de la experiencia y el sentir de que está continuamente siendo evaluado, en su globalidad y no en la forma en que realiza su tarea específica. Esto es fundamental para reconocer al docente como sujeto integral que se compromete en la tarea y en su papel.

 

Proceso de investigación

Para tener una actitud respetuosa y una aproximación al análisis de las complejas prácticas sociales que ocurren en las instituciones escolares, se prioriza un enfoque cualitativo que da voz a los actores: alumnos, docentes y directivos, refiriendo y participando de las prácticas escolares.

Asimismo, se presenta la investigación realizada sobre la aplicación y prueba del instrumento presentado. A lo largo del libro se mantiene una exposición clara y fundamentada de la manera en que se fue pensando, proyectando y realizando la investigación en sus distintas fases y en las modalidades que los objetivos fueron señalando como necesarias. Esta propuesta constituye un material importante por la metodología, muy pertinente para estudiar procesos complejos tal y como se describió en los primeros capítulos. Además de la propuesta metodológica misma, la manera en que está expuesta, la descripción de las distintas fases del proyecto, la toma de decisiones en cada una de las fases y en relación con los hallazgos que se fueron obteniendo, refleja un trabajo cuidadoso cuya utilidad puede ser múltiple, principalmente en la formación de docentes e investigadores en el campo social.

El autor logra transmitir el acercamiento a este objeto de estudio el lugar de observación, ya sea de cercanía y/o distancia tanto institucional, como grupal e individual, que pueden ser comprendidas a la vez que distinguidas entre sí y desde el investigador. Al debatir la forma en que el docente queda -muchas veces al margen del proceso de su propia evaluación- surge una actitud muy respetuosa, incluyente a la vez que pertinente al tomar en cuenta las diferencias y similitudes, los momentos históricos de cada institución con respecto a la tarea de la evaluación del docente y la recuperación de sus experiencias así como de las dificultades y aciertos.

Me referiré a la reflexión sobre la manera en que las personas inmersas en las actividades docentes y de investigación en el ámbito social y, en específico en el campo de la educación, se aproximan a objetos de estudio tan cercanos a su propia práctica e intentan mirar desde dentro y desde diversos ángulos de observación, tratando de dar cuenta de un proceso tan cotidiano como lo es la labor docente en el aula.

Es un quehacer difícil y a la vez interesante adentrarse como investigador en el estudio y la comprensión de la actividad misma en la que se está continuamente participando y poder tomar la distancia necesaria para observarla y observarse dentro de ella, anotando lo que es la labor docente misma, lo que pertenece a los observadores que la tratan de aprehender y de los observadores de los observadores (docentes e investigadores) que estarían interesados una mirada distinta que permita avanzar en el conocimiento, en la comprensión de lo que ocurre cuando actúan y actuamos al realizar nuestra labor.

Este reto es complejo en la medida en que el objeto de estudio es tan cercano a lo que los mismos docentes e investigadores del campo de la educación realizamos cotidianamente, que es un desafío ser observador, observado y, a la vez, relator y analista de dicha experiencia. Como lo señala Jesús Ibáñez (1994, El regreso del sujeto: la investigación social de segundo orden, Madrid: Siglo XXI): estaríamos hablando de una propuesta desde la cibernética de segundo orden en la investigación educativa y, en específico, en el aula y aún más particularmente, en la UNAM: "pero los investigadores sociales... se encuentran con objetos que son sujetos con la misma capacidad distincional y objetivadora que ellos mismos". Es decir, nos acercamos a un objeto de estudio tan cercano al investigador, donde la reflexividad es inherente e influye en la posibilidad de hacer distinciones continuas, por lo que estaría siempre presente la necesidad de realizar investigación de la investigación del objeto. La visión del autor y su participación en el proceso, así como de la comunicación, resulta entonces interesante como una de segundo orden acerca de lo realizado y de lo relatado.

 

Conexiones que provoca

El lector puede ir teniendo una serie de conexiones relacionadas con diversas experiencias tanto personales como grupales e institucionales. En mi caso, adentrarme en el análisis de la evaluación de la labor docente -así como en los componentes históricos e institucionales investigados, las experiencias sobre cómo evaluar a los docentes- me conecta directamente con experiencias distintas ya sea como docente o como alumna, tanto evaluando como siendo evaluada.

La posibilidad de incorporar en las evaluaciones y en los procesos mismos el análisis de lo que ocurre con la persona del docente -de cómo se dan las experiencias del estrés- no puede sino conectarnos con lo que implica retomar el instrumento presentado en el libro y pensar en que el modo en que ha sido elaborado, probado, evaluado, pudiera amortiguar, en alguna medida, las consecuencias emocionales y relacionales (muchas veces negativas) de la evaluación; esta reflexión, además, podría conducirnos a pensar en la posibilidad de cómo aportar elementos para analizar su impacto y contrarrestar los efectos negativos que sabemos existen con relación a la evaluación.

El profesor, como sujeto, ha tenido procesos de desarrollo particulares y en los momentos específicos en que realiza la labor se plantea necesidades, retos, expectativas que pueden ser cubiertos de manera no conflictiva, o bien, que pueden añadirse a las tensiones asociadas con momentos críticos de su vida, que requieren de atención especial. Al estar el docente inmerso en contextos educativos, los marcos institucionales, con sus propias características, su historia y sus entrelazamientos en la sociedad, imprimen una serie de demandas y de tareas con las que el profesor va a estar en contacto continuamente. Las reglas, expectativas y metas de las instituciones educativas presentan contradicciones con las que el profesor se relaciona continuamente. Ante ellas, los actores experimentan confusión, que puede llevar a acciones no pertinentes o bien expresarse por una parálisis al no poder dar respuesta a los distintos componentes de la contradicción.

Es interesante pensar cómo vive el docente las construcciones formuladas por los estudiantes acerca del aprendizaje, del desempeño y de las características de los profesores, así como de la experiencia educativa en general. Estos supuestos, representaciones y construcciones del alumno se constituyen en demandas implícitas y explícitas sobre lo que esperan del docente y de su tarea. Es decir, para el profesor, estas demandas, cuando rebasan sus recursos para afrontarlas, se transforman en eventos estresantes, ya que muchas de estas exigencias sí exceden sus posibilidades de acción, puesto que dependen de muchos más factores del sistema escolar para ser resueltos.

De esta reflexión surgen algunas preguntas:

• ¿Cómo puede el profesor cumplir u orientarse hacia lo que piensa el alumno -de manera de satisfacer sus necesidades, expectativas, aspiraciones, obstáculos y potencialidades- y que esto se vea reflejado en las evaluaciones que hacen los estudiantes de su labor?

• ¿Cómo vive las recomendaciones que hacen los estudiantes o los directivos que retoman lo que los alumnos plantean para pedir al docente que las siga?

• ¿Cómo puede conciliar las demandas institucionales asociadas a los procesos evaluativos, al mismo tiempo, que continúa con su propio proceso como persona y en su labor docente?

Los profesores, en su condición de sujetos, deberían poder expresarse ante las contradicciones institucionales, de manera que lograran sus intenciones, sus dificultades, sus preocupaciones. Cabe preguntarnos cómo generar espacios institucionales donde se pudiera dar el diálogo sobre estas contradicciones y su impacto en la persona de los docentes.

El trabajo del doctor Rueda, en cuanto a la formación de redes de investigadores, a su compromiso con la investigación, la reflexión y la propuesta y desarrollo de alternativas como la referida en este libro es, ciertamente, un ejercicio importante para la apertura y mantenimiento de estos espacios.

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