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Convergencia

On-line version ISSN 2448-5799Print version ISSN 1405-1435

Convergencia vol.19 n.58 Toluca Jan./Apr. 2012

 

Artículos científicos

 

Liminalidad social y negociación cultural: inmigrantes yucatecos en San Francisco, California

 

Social liminality and cultural negotiation: Immigrants from Yucatan, Mexico, in San Francisco, California, U.S

 

Inés Cornejo-Portugal* y Patricia Fortuny-Loret de Mola**

 

* Universidad Autónoma Metropolitana-Cuajimalpa, México. Correo electrónico: cportugal@hotmail.com

** Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, México. Correo electrónico: mpfortuny@gmail.com

 

Recepción: 01 de noviembre de 2010.
Aprobación: 27 de abril de 2011.

 

Abstract

Within the theoretical concepts of social liminality and cultural negotiation, we analyze three case-studies of migrants from Yucatan in San Francisco, California. The case studies picture the diverse ways in which immigrants use social resources such as family, religion, friends and neighbor links to enable them to achieve a relative emotional balance while dealing with the cultural tension prevailing in the destination.

Key words: yucateco migrants, social liminality, cultural negotiation, emotional wellbeing, socio-psychological resources.

 

Resumen

Mediante los conceptos de liminalidad social y negociación cultural analizamos tres estudios de caso de yucatecos migrantes en San Francisco, California. Los migrantes estudiados dan cuenta de las diversas formas como utilizan los recursos sociales a los cuales tienen acceso (familiares, de creencia, de amistad y vecinales) y que les permiten encontrar un equilibrio emocional relativo, frente a la tensión cultural de la sociedad destino.

Palabras clave: migrantes yucatecos, liminalidad social, negociación cultural, bienestar emocional y recursos socio-psicológicos.

 

Introducción

La liminalidad social, por un lado, y la negociación cultural, por el otro (Simich, Maiter and Ochocka, 2009),1 son procesos psicosociales que experimentan los inmigrantes en la sociedad receptora; en este artículo constituyen los conceptos centrales para explicar el bienestar emocional. Es un ejercicio que nos permite explicar qué recursos utilizan los migrantes yucatecos en Estados Unidos, en el proceso de negociación entre varias culturas con el objetivo de adaptarse al medio hostil y extraño que los rodea en el lugar de destino.

El bienestar mental/emocional entre comunidades de inmigrantes ha sido poco estudiado tanto por la antropología como por la medicina. La experiencia de la migración puede alterar los paisajes mentales y constituye un proceso complejo que crea oportunidades y riesgos para su salud física y mental. Los diálogos y convivencia que tuvimos con jóvenes yucatecos en San Francisco, así como la observación realizada en sus lugares de origen, nos permiten entender algunas de las estrategias que utilizan en su proceso de adaptación, es decir, cómo seleccionan entre los recursos a que tienen acceso (relaciones familiares, fraternales, de paisanazgo o derivados de una creencia en común) aquellos que son eficientes para transformar el sufrimiento, la angustia y la nostalgia, en cierto tipo de bienestar emocional.

Mientras que la liminalidad social describe cómo los inmigrantes perciben su estado psicológico estresado o en una fase en transición, como cuando un individuo se desplaza de un rol social a otro (a otro país, otro lenguaje o sistema normativo distinto a los propios), la negociación cultural describe la forma activa de ingeniárselas para vivir en la tensión entre dos o más culturas y responder en forma positiva frente a los desafíos de un mundo social desconocido y temido. Aunque ambos procesos psicosociales producen estrés, también tienen la potencialidad de ayudar a los individuos a adaptarse, al producir síntesis positivas de ideas en contextos socioculturales nuevos, que a la vez les permitirá alcanzar y mantener un cierto grado de bienestar emocional. Este ejercicio puede contribuir a identificar problemas de salud mental, ya no sólo a través de modelos biomédicos, como han sido hasta ahora la mayoría de los estudios efectuados sobre la resistencia física del migrante, sino a través de un enfoque que incluye la cultura y el poder, y que revela la existencia de recursos psicosociales capaces de resolver problemas relacionados con el malestar mental en comunidades de inmigrantes.

Los casos estudiados nos permiten afirmar que la presencia e intensidad de ciertos contenidos sociales como parientes, amigos, paisanos, correligionarios y valores religiosos pueden constituir importantes formas de protección, defensa y respaldo de los inmigrantes frente a los desafíos y frustraciones que representa la adaptación a la sociedad receptora. En otras palabras, consideramos que para mantener un cierto grado de bienestar emocional/mental, el migrante utiliza en forma consciente o inconsciente los recursos que tiene a la mano, tales como los vínculos fraternales, filiales, amistosos y de paisanos.

Estudios sobre comportamiento y salud entre migrantes revelan, por un lado, que éstos salen mejor librados que la población nativa, y por el otro, que los individuos con menor tiempo en los Estados Unidos también observan actitudes más positivas hacia la salud que aquellos que han permanecido por un largo periodo, particularmente los hispanos (López-González, Aravena y Hummer, 2005; Guendelman, 1998; Kuo y Porter, 1998; Takada, Ford y Lloyd, 1998; citados en López-González et al.). El estudio de López-González et al. (2005) demuestra que la ingesta de alcohol y el tabaquismo se encuentran más generalizados entre los no migrantes que entre migrantes; en tanto, los recién llegados, por su parte, exhibían niveles más bajos en comparación con inmigrantes que habían vivido en Estados Unidos por muchos años. Las autoras afirman que mayores niveles de aculturación entre los inmigrantes están asociados con una conducta menos favorable hacia la salud, si se le compara con los inmigrantes recientes o menos aculturados. El trabajo consultado, sin embargo, deja fuera el análisis de los factores que expliquen por qué el inmigrante aculturado está más predispuesto a la ingesta de alcohol y al tabaquismo, que los inmigrantes recientes; más aún tomando en cuenta que estos últimos son casi todos indocumentados y se ven sometidos a un mayor número de riesgos que los ya establecidos. La información arrojada por el proyecto demuestra que los inmigrantes aculturados se encuentran en condiciones más estresantes que los recientes. Al parecer, los primeros sufren mayor número de presiones en su proceso de integración a la cultura dominante, se encuentran en un ambiente social y económico competitivo en donde su equipo cultural (idioma, costumbres) está en franca desventaja respecto a los nativos; encima de eso, deben realizar grandes esfuerzos para sostener un cierto estatus y nivel de vida frente a una sociedad exigente y discriminatoria. Por su parte, los inmigrantes recientes tienen menor interés de competir en la sociedad receptora, su mirada se enfoca hacia el lugar de origen y, en este sentido, sus baterías están orientadas hacia un éxito social y económico entre competidores que poseen menos recursos que ellos. Su estancia en los Estados Unidos es percibida como temporal y no definitiva, en consecuencia, esto les permite concentrarse en el destino, en metas más económicas que sociales y culturales, lo cual se reflejará en una futura prosperidad que se dará a su retorno al país de origen.

Los resultados se derivan del proyecto La otra ruta maya: migración y salud (2008/2009),2 realizado entre migrantes (mayas) yucatecos y sus familias originarias de Oxkutzcab, Muna, Peto y Dzan (sur de Yucatán), hacia San Francisco, California. Los casos utilizados en este ejercicio proceden del municipio de Oxkutzcab. Se privilegió el método etnográfico3 para recolectar la información empírica.

Además de la introducción, este artículo contiene seis apartados: 2) Antecedentes generales que incluyen una reflexión sobre la cuestión étnica de la población estudiada, una relación de las publicaciones sobre la temática, información estadística actualizada sobre la migración yucateca a los Estados Unidos, una breve descripción del lugar de origen y un perfil sociodemográfico de los migrantes; 3) se analiza in extenso el caso de Roberto,4 para explicar su proceso exitoso de adaptación; 4) tratamos el segundo estudio de caso de Santiago, quien se encuentra en una fase intermedia entre Roberto y Dante; 5) discutimos el caso de Dante, perteneciente a la generación de migrantes llamada uno y medio, que sirve como modelo de migrante aculturado o en vías de asimilación5 (Alba and Nee, 2003), rasgo relevante que lo distingue de Roberto y Santiago; 6) en las reflexiones sobre los estudios de caso destacamos los aspectos más importantes en el proceso de adaptación de los tres jóvenes yucatecos, sobre la forma en que ellos utilizan los diversos recursos sociales y culturales, de cómo éstos contribuyen a un mejor manejo de la tensión entre las culturas y, en consecuencia, les permiten a los migrantes estudiados alcanzar un cierto grado de bienestar emocional; y 7) apuntamos la síntesis metodológica del trabajo distinguiendo los posibles papeles que los participantes desempeñan durante el proceso de investigación; es decir, cómo los interrogados reaccionan al ser cuestionados y de qué manera se desarrolla la interacción social entrevistador-entrevistado.

 

Antecedentes generales

La cuestión étnica en Yucatán

Nuestro universo de estudio está compuesto por personas originarias de Yucatán, la mayoría de ellas son bilingües en español y maya yucateco. Aquellas originarias de localidades menores y más aisladas tienen como lengua materna el maya yucateco y como segunda lengua el español, mientras que las pertenecientes a poblaciones mayores como Oxkutzcab (25 mil habitantes), cabecera del municipio del mismo nombre, tienen como lengua materna el castellano y como segunda el maya yucateco. En la península de Yucatán no se utiliza el vocablo indígena, aunque los habitantes hablen una lengua indígena. Por razones históricas, la terminología etnolingüística en esta región es muy compleja, pero sobre todo, distinta al resto del país. En el estado de Quintana Roo, a los campesinos de origen maya, descendientes de los "mayas" rebeldes de la Guerra de Castas (1847/1902), se les denomina macehuales. En Yucatán y Campeche, la gente mayor de edad (más allá de los 40 o 50), que habla en lengua maya yucateca, se autoidentifica como mayeros. Se llaman mestizos o mestizas a los adultos, más bien del sexo femenino que todavía visten con el huipil tradicional, para distinguirlos de los catrines que visten a la usanza occidental. Aunque el maya yucateco se considera una lengua indígena más de la familia mayence y, en consecuencia, se cuenta la población que la habla como indígena, los campesinos, gente del campo y/o de comunidades rurales, no se reconocen ni definen como indígenas ni tampoco como mayas.6 En los pueblos de Yucatán, la gente dice que los "mayas" son los hombres y mujeres que construyeron los templos prehispánicos y que vivieron en las grandes ciudades como Uxmal, Chichén Itzá, Mayapán, etcétera. El vocablo maya es asignado e impuesto desde otras clases sociales, en forma particular desde el Estado a través de las agencias de gobierno que en los últimos años han incorporado el gentilicio con el objetivo de politizar sus programas asistencialistas y populistas. El más fuerte referente de identidad lo encontramos en la localidad de origen, sea ésta una comisaría o una cabecera municipal. Así lo expresa la mayoría de los inmigrantes con los que conversamos, como aparece en el siguiente diálogo que sostuvimos en San Francisco: ¿Oye, Roberto, cuando te preguntan qué eres, qué dices? Ante lo cual respondió: Yo digo, soy de Yucatán, vengo de tal lugar así, de Ox [abreviatura de Oxkutzcab], de Yaxhachén, tengo varios chavos que me conocen aquí, así es seño.

Los inmigrantes (mayas) yucatecos que llevan dos décadas o más, sobre todo en el estado de California y que, por consiguiente, ya tienen cierta estabilidad laboral, económica y social, constituyen el blanco de agencias de los gobiernos estatales en los consulados o embajadas, pues son la población que está en condición de enviar remesas colectivas a sus lugares de origen.7 Los inmigrantes que establecieron relaciones con estas instancias gubernamentales han comenzado a reactivar una identidad indígena cultural, pero no una identidad étnica en el sentido estricto del concepto.

[...] identidad indígena es básicamente una identidad cultural adscrita a pueblos indígenas por pueblos no indígenas, la etnicidad es una forma de auto identificación que surge de la oposición, el conflicto y la autodefensa. Es importante recordar la distinción entre comunidades indígenas y culturas, tal y como se les identifica oficialmente, versus comunidades constituidas a partir de la etnicidad [...] (Kearney, 1994: 61, 62, énfasis nuestro).

Estudios realizados sobre la temática

Posiblemente el primer trabajo realizado sobre el tema fue elaborado por el antropólogo Ojeda Cerón en 1998; aquí el autor reconstruye la formación de las redes migratorias y los inicios del proceso transnacional entre Peto, Yucatán y San Rafael, California. Años más tarde, Rachel H. Adler (2004), antropóloga norteamericana, estudia la ruta migratoria entre Kaal, Yucatán, y la ciudad de Dallas, Texas. La autora se refiere a una localidad de la zona ex henequenera cercana a la ciudad de Mérida; Adler desarrolla el concepto de "agenda", para explicar los planes y proyectos migratorios de la población y el impacto de la agencia en los sujetos. Fortuny (2004) traza los flujos migratorios entre Oxkutzcab y San Francisco de 1970 a 2000 mediante el seguimiento de una familia yucateca extensa, explica la formación de redes sociales que enlazan a las comunidades de origen y destino utilizando la metáfora del Hetzmek8 y el vínculo con una iglesia evangélica (Presbiteriana). Este mismo capítulo se publica en 2009 en inglés con algunas modificaciones. Burke (2004) se concentra en el estudio de mayas de origen yucateco y chiapaneco en el Distrito de la Misión de San Francisco, California. Solís Lizama (2005) se concentra en la cabecera municipal de Cenotillo, que tiene el más alto grado de migración internacional del estado, y reflexiona sobre la reconfiguración de la identidad entre los emigrantes. La misma Solís Lizama (2008), en su tesis de maestría, realiza el primer trabajo etnográfico sobre la dimensión cultural de las remesas yucatecas. Cornelius, Fitzgerald y Lewin Fisher (2008) coordinan un volumen de múltiples autores sobre la migración de Tunkás, Yucatán, a Estados Unidos. Ocupan básicamente una encuesta que ya había sido probada en una comunidad de Jalisco, aunque también hacen entrevistas y revisan una amplia diversidad de temas vinculados con la migración. Este libro había sido previamente publicado en una versión inglesa (2007). Mediante un estudio en el que combinan la economía con la antropología social, Cantón y Gómez (2009) comparan los hogares pobres que reciben remesas con aquellos que no lo hacen. Solís Lizama y Fortuny (2010) publican un artículo en el que comparan las organizaciones de migrantes maya/yucatecos con las del grupo étnico otomí del estado de Hidalgo.

Los números de la migración yucateca

Los yucatecos comenzaron a salir con el Programa Bracero (de 1942 a 1964). Sin embargo, no fue sino hasta la década de 1990 cuando la migración se hizo más visible no sólo hacia el extranjero, sino también a nivel interestatal. En el año 2000, 5,839 yucatecos se fueron a vivir a los Estados Unidos, cuando el promedio de expulsión nacional era de 1.6% y en Yucatán era de 0.4%. La emigración hacia la Unión Americana entre los años 2000 y 2005 se incrementó en un 450% al pasar de 0.4% a 1.8% del total de la población. En 2007, había 160 mil yucatecos en Estados Unidos; en 2008 aumentaron a 170,000 y en 2009 disminuyeron 5,000. Los estados de la Costa Oeste de la Unión Americana han sido un destino tradicional que cuenta con más de 150,000 migrantes. En el área de Los Ángeles se concentran más 50,000 yucatecos; San Francisco es el segundo destino en importancia después de Los Ángeles. Portland en Oregón y Denver en Colorado concentran el mayor número de yucatecos después del estado de California (INDEMAYA, 2010).

Lugar de origen

Oxkutzcab o "tierra del zapote, el ramón y la miel" cuenta con 29 localidades o comisarías, de las cuales fueron visitadas: Oxkutzcab (cabecera municipal), Yaxhachén, Xohuayán, Emiliano Zapata y Xul. El 60% de la población mayor de cinco años habla la lengua maya/yucateca. La PEA está compuesta por 8,139 personas: 39.50% en el sector primario (agricultura, ganadería y caza); 16.27% en el secundario (industria manufacturera, construcción y electricidad); 43.26% en el terciario (comercio, turismo y servicios) y en otros, 0.97% (INEGI, 2000). Existe un alto nivel de desempleo y subempleo, los salarios son extremadamente bajos; aquellos campesinos que poseen pequeñas o medianas parcelas dependen de los altibajos de la oferta y la demanda de los productos citrícolas (naranja, limón persa, mandarina, toronja y otras frutas) que cultivan y comercializan en el mercado local y en menor grado, en el mercado regional.

Perfil sociodemográfico de los migrantes

Quienes migraron a San Francisco contaban con parientes que les facilitaron los recursos económicos para emprender el viaje. Todos tenían conocimiento de la existencia de oportunidades de empleo en San Francisco. Trabajan o están en busca de trabajo en el sector de servicios, ya sea como meseros, cocineros, preparadores, busboys, ayudantes de meseros, lavaplatos o en la limpieza de los restaurantes. En general, vivían en hogares paternos, antes de emigrar de su lugar de origen. La mayoría no tenía hijos, su ocupación principal era el trabajo agrícola en la parcela familiar (cultivo de cítricos, como naranja, limón, mandarina, toronja) o la milpa (maíz). Los motivos que los empujaron a salir del pueblo fueron tanto de índole económica, como la necesidad de independizarse de parte de los jóvenes varones. Prácticamente todos los migrantes eran indocumentados y estaban empleados, salvo excepciones, en servicios de baja calificación (lavaplatos, ayudantes de meseros, meseros). Parece que son los varones, más jóvenes, más aptos y más saludables los que emigran. Los entrevistados provienen de estructuras parentales extensas (padre y madre, hermanos, cuñadas, sobrinos) que comparten generalmente el mismo solar familiar, con creencias y prácticas religiosas —católicas o protestantes (pentecostal o presbiteriana)—; expresan metas claras de superación, progreso e intenciones de emancipación personal, y justifican la autoexigencia del traslado para mejorar las condiciones de precariedad económica que prevalecen en el lugar de origen. Los integrantes de la familia que se quedan, a pesar del proyecto compartido de progreso o futuro bienestar, padecen tanto el dolor y la tristeza de la separación, como el compromiso de la deuda económica adquirida por el migrante.

 

Recursos culturales y sociales de Roberto

Roberto es un joven yucateco de 19 años nacido en Yaxhachén, Yucatán. En su pueblo natal terminó sus estudios de secundaria y fue socializado en la fe evangélica. En 2004, cuando apenas cumplía los quince años de edad, abandonó su terruño. Yaxhachén es una comisaría de Oxkutzcab, que según el conteo del INEGI, tenía en 2005 un poco más de 1,500 habitantes, entre los que predominaba el monolingüismo del maya/yucateco. El clima en esta región durante gran parte del año fluctúa entre 25 y más de 40 grados centígrados. Durante el largo verano (de 4 a 6 meses), el calor aprieta fuerte y se acompaña de una humedad de 90%. En su pueblo, Roberto además de estudiar, ayudaba a su padre en una tienda y en las labores del campo cuando era requerido. Yaxhachén se encuentra a 60 kilómetros de la ciudad de Oxkutzcab, se llega por una carretera angosta y en mal estado; constituye una de las comisarías más lejanas, aisladas y pobres de Oxkutzcab. En virtud de ese aislamiento, conserva la lengua maya entre sus habitantes pero también mantiene un alto índice de marginalidad y pobreza con escasas o nulas fuentes de trabajo para los adultos y jóvenes que tienen pocas posibilidades de mejorar sus condiciones de vida.

Roberto salió de su pueblo cuando aún era un niño. Ahí estaba acostumbrado a una vida libre y segura, en un lugar en donde conocía a todo mundo y podía jugar en las calles del pueblo sin correr riesgo alguno. A pesar de su corta edad, conocía el trabajo duro del campo y las restricciones que reserva la pobreza. Ah allá, ahí tenía una tienda mi papá de Conasupo. Sí, allá en el mero centro vende él, allá trabajaba yo así, a veces voy a leñar así, llego a la milpa a veces a cosechar los elotes y así, sólo eso hago.

Sin embargo, ya era mayor para decidir su propio andar. Él quería trabajar y ahorrar dinero para construir su propia vivienda, tal y como su hermano mayor lo había hecho años atrás. El contraste entre su lugar de origen y San Francisco, California, no podía ser más grande. Pues yo sentí muy diferente así con mi pueblo, y yo pensé así, como será el norte que dicen, ya cuando llegué así. Este es el norte, sí, dice mi hermano, es la vida acá y ya así lo vi diferente, ya poco a poco me fui acostumbrando a la vida de aquí.

En 2004, el viaje le costó a Roberto 22 mil pesos. Su hermano Wilfredo pagó el costo que Roberto devolvió con su salario de los meses subsiguientes. En el cruce lo acompañaron varios primos del mismo pueblo. Es en la frontera donde se inicia una verdadera etapa de lucha consigo mismo en la que el migrante enfrenta nuevos miedos, sospechas, riesgos de todo tipo y es aquí en donde también empieza a tomar decisiones importantes que incluso le hubieran podido costar la vida. Roberto fue sorprendido y devuelto por la migra en la primera ocasión que hizo el cruce, pero reintentó y tuvo éxito la segunda vez.

[...] cuando vine era bien difícil, yo hice 15 días en la frontera así, solo comiendo ese pan de tía rosa que dan con frijoles. Allá no comía eso, allá lo botaba, puse en mi mochila sueros, puros sueros de esos que dan de diferentes sabores y ya luego así, yo ayudé hasta a mis primos, ellos acabaron el agua todo así, yo les tuve que dar el mío. [El cruce fue] de la frontera, desde Palomo hasta Arizona, de Palomo a Arizona, de Arizona a Phoenix y de ahí hasta aquí a San Francisco.

Aunque contaba con el apoyo de su hermano Wilfredo, a su llegada pasó varios meses en una suerte de pequeño infierno como él mismo relata:

Pues fíjate seño que cuando vine acá, ya está dos meses acá y no me había yo acostumbrado, yo me quería ir a México otra vez, pero ya cuando dio 6 meses, 7 meses, se acostumbra uno del clima acá. Sí y luego no me gustaba cuando llegué acá, quince días que llegué aquí no me gustaba, ya me quería irme otra vez. No trabajaba, no tenía trabajo y aparte solo dormir hacía en mi casa, solo en casa de dos cuartos, vas en otro cuarto así, sólo eso ves, cuatro paredes, no puedes salir como en tu pueblo así, salir a divertirte, porque la vida aquí está bien difícil, no puedes salir, si sales te roban, te pueden matar (énfasis nuestro).

Durante el difícil proceso de tránsito de un rol a otro, Roberto experimentó por un corto tiempo la liminalidad social, que, sin embargo, superó a través del potencial de fuerza psicológica propia del mismo estado liminal, lo cual le permitió escapar de la transición; entonces comenzó a asumir, ahora sí, el rol de inmigrante. El estar consciente de sí mismo y de sus circunstancias le dio fuerzas para adoptar una actitud positiva frente a la desesperación y el dolor. Decidió salir del cuarto y del estado liminal, y comenzó a tomar clases de inglés mientras encontraba algún empleo. Estudiar inglés fue parte de su resocialización en San Francisco y logró avanzar hasta el nivel uno y medio. Aprendió a moverse sólo en esa ciudad llena de peligros, que no tiene nada en común con su querido Yaxhachén y así fue como empezó su proceso de adaptación o negociación cultural, que fue posible, entre otros factores, gracias al firme apoyo que le prestó su hermano todo el tiempo, así como también a la importante red social de primos y paisanos que lo acompañaron en ese difícil trance y que lo conectaron con todos sus compromisos laborales. Roberto revela la estrecha relación afectiva existente entre su hermano mayor y él.9 "Aquí no me siento solo, siempre está mi hermano conmigo, nunca me ha dejado mi hermano también, en las malas y en las buenas, nunca he dejado mi hermano mal [...]". Este joven migrante enfrentó y maniobró con la tensión cultural que se le presentaba aprovechando los recursos a su alcance, es decir, respondió en forma positiva y puso a funcionar su agencia para lograr sus objetivos.

Las redes de paisanazgo y de parientes son claves, no sólo para que el migrante se sienta protegido, sino también porque son la fuente primaria de información y de conocimiento para sobrevivir en un medio agreste y desconocido. Roberto era muy joven, pero no estaba solo. Siempre está rodeado de primos, vecinos del pueblo, amigos y de otros yucatecos, que aunque proceden de distintos sitios, se reconocen y ayudan entre ellos las más de las veces.10 Hasta el momento de la entrevista, Roberto había aprovechado al máximo sus redes sociales, éstas le habían abierto las puertas del mundo laboral, le habían suavizado el camino hacia una mejor adaptación. Pero para tener éxito en el trabajo, no bastan las redes sociales, es necesario contar también con aptitudes individuales y psicológicas como la responsabilidad, puntualidad, disciplina, honestidad, eficiencia, buenas maneras y, sobre todo, la capacidad de agencia para adaptarse a los nuevos patrones de vida.

Como casi todos los yucatecos inmigrantes que viven en San Francisco, Roberto se inició como empleado en un restaurante, ubicado en las calles centrales de esta ciudad; ahí se quedó cerca de dos años. Con el objetivo de mejorar su ingreso y de aprender otros oficios, se cambió a su actual empleo, otro restaurante, parte de una franquicia en donde hace las labores de busboy. Ahí fue donde lo descubrimos; lo reconocimos por su fisonomía y habitus yucateco. Su lugar de trabajo estaba a unos cuantos metros del hotel en donde nos alojamos y elegimos el lugar para tomar nuestro desayuno. Nos llamó la atención por su presencia digna y su fresca pero perspicaz mirada. Una mañana se presentó a nuestra mesa para obsequiarnos una exquisita ensalada de frutas que él mismo había preparado. Todos los días sin fallar lo encontramos jovial y nervioso, sirviendo, recogiendo, atendiendo a los turistas, en continuo movimiento y con mucha adrenalina para realizar sus tareas. Pudimos comprobar que era muy apreciado por sus compañeros y compañeras de trabajo.

La inserción laboral para los migrantes como Roberto no sólo resuelve un problema de naturaleza económica, sino que significa una forma substancial de integración a la cultura y a la sociedad receptora; le otorga seguridad y autonomía para tomar decisiones vitales como, por ejemplo, cuánto enviar al terruño, cuánto dejar para gastos personales, cuánto invertir en la vivienda, cuándo regresar a México, o cuánto tiempo permanecer en un empleo.

Acá donde estoy el patrón me está pagando 10.50 la hora, meto a veces 8, 10 horas [...]; el mínimo que saco a veces 1,100, 1,200 [quincenales], pero cuando está bien despacio me quitan horas, días, y saco 800 de mi cheque normal. [Primero] trabajé como dos meses en la cocina, sé todo el trabajo en la cocina, trabajé de preparador, de dishwasher. Ahorita estoy de busboy, a veces me ponen de runner, de tirar la comida. Si estoy bien ocupado, trabajo los 7 [días], no me dan descanso [...] me tratan muy bien gracias a Dios, un chavo de Oxkutzcab me metió a trabajar ahí también.

Roberto se afana en el restaurante desde las seis de la mañana hasta las cuatro de la tarde, a veces cubre horas extra por las que le pagan más. Encima de su empleo de tiempo completo, Roberto labora en otro restaurante, ubicado cerca del Museo Moma de San Francisco, en un área muy sofisticada y onerosa.

Allá trabajo de diswasher, lavar plato y preparar, pero no es mucho, no es trabajo eso, es bien fácil, 5 o 6 horas, está bien tranquilo, pura gente de corbata así entra también. Tengo dos días de part time. Sólo los viernes y sábado cuando yo me quite de 6 a 3 acá, voy allá en el otro, nada más llego a bañarme, a las 5 voy en el otro y salgo a las 11 de la noche.

En los diversos espacios del nuevo mundo social, se observa el continuo avanzar de su negociación cultural, en donde Roberto se construye a sí mismo como sujeto social en la nueva sociedad. Aunque trajine horas extra y haga dobles turnos viernes y sábado, en su discurso deja claro que para él eso no es trabajo. Ha logrado combinar sus tiempos de ocio con el del oficio y el tiempo dedicado a las faenas domésticas como lavar la ropa. "[...] ahorita ya me acostumbré de todo acá, me gusta trabajar, me gusta salir así, me gusta ir, a veces salgo a comprar a las tiendas, ir al cine, salir a pasear por pier39 [...]". Ha aprendido a vivir en San Francisco con todas las desventajas sociales que esto implica, ha sabido encontrar las virtudes ahí donde tantos otros fracasan. Con el ingreso extra de las gratificaciones, se compra ropa y equipos electrónicos como Ipod, Itouch, celulares sofisticados, una laptop, que nunca hubiera soñado tener en su pueblo. Asimiló el inglés suficiente para sobrevivir en la calle, pero sobre todo en el ámbito laboral. Al mismo tiempo, se comunica con su familia en yaxhachén y con sus parientes inmigrantes como él en su lengua materna (maya/yucateco); su español tiene un fuerte acento de la lengua maya. Puede decir diversas frases en italiano que utiliza con los clientes y que lo hacen sentir más seguro en su puesto. Para comer, consume los platillos de su tierra casi todos los días, pero también le apetecen los guisos étnicos (tailandeses, griegos, chinos, italianos), así como la blanda comida norteamericana. No podemos hablar de un sujeto social global que se mueve a su gusto entre una y otra cultura, como dice Zygmunt Bauman (1998), pero sí de un inmigrante económico con una capacidad extraordinaria para producir síntesis de valores culturales e identidades.

A lo largo de su estancia de cuatro años en la ciudad de La Bahía, Roberto ha mantenido una constante y cercana relación con su familia nuclear de Yaxhachén, a través de su madre. "Cada semana, supongamos que yo hable el miércoles pasado y voy a hablar otra vez el miércoles, cada 8 días le marco a mi mamá. Sí, porque ya extraño también a mi mamá". El factor afectivo constituye un ingrediente sobresaliente en Roberto, quien no se ruboriza al declarar la profunda devoción que lo une a sus parientes más cercanos.

[...] porque yo quiero muchísimo a mi mamá, seño, quiero mucho a mi papá también, a toda mi familia, quiero mucho a mi hermano. [...] El día de la madre yo le marco a mí mamá a ver qué quiere, yo le digo a mi papá que le compre su regalo. La vez pasada, yo y mi hermano le regalamos como 10 mil pesos para comprar sus pulseras que dice.

Roberto envía dinero a su casa paterna en forma sistemática, no sólo para la construcción de su nueva vivienda, ya que ésta siempre fue una prioridad en su agenda,11 sino también para ayudar a cubrir las necesidades de la familia o cumplir sus deseos.

Bueno, mi mamá si ella lo necesita para comprar algo para que ellos coman así lo agarran, cuando necesita algo que quiere usar agarra también, yo le digo. Hasta mi papá, si necesita comprar algo, sin que él lo pida agárralo mami, para qué nos pide, le digo, es tuyo.

Nuestro informante yucateco ha podido resistir frente al ambiente hostil que eligió como destino al emigrar, porque además de contar con el incondicional afecto de su familia nuclear, pertenece a una amplia comunidad de primos, vecinos y amigos (todos de Yucatán), que le ayudan a reterritorializar su cultura en San Francisco. No obstante que constituyen un grupo pequeño, tienen la posibilidad de reproducir sus costumbres para sentirse de nuevo como en casa, comiendo lo mismo que comerían en Yaxhachén, pero tratando, a la vez, de respetar las regulaciones en un territorio que no es su patria. Con el objeto de dotar de identidad histórica y cultural al frío y extraño espacio en el que viven, este grupo de inmigrantes yucatecos ha logrado transformar en algo familiar y conocido cualquier departamento rentado de la ciudad de San Francisco, en donde celebran cada año la Navidad y tal vez otras fechas importantes, casi como si estuvieran en Yucatán.

[En la Navidad] hacemos comida con mis primos, vamos todos los primos así en la misma casa, ahí compartimos todos, así pasamos toda la Navidad, y luego el 25, porque un solo día cierran en este restaurante donde trabajo. El 25 así en la mañana, nosotros vamos a jugar futbol, ya después de jugar futbol en la tarde regresamos, ya está listo la comida, a comer, ya en la noche, en la noche no hacemos nada, ya estuvo así.

En estas ocasiones ellos mismos preparan la comida, que, de acuerdo con el relato de Roberto, consiste en tamales torteados, tamales colados12 y demás guisos yucatecos, con el sello propio de Yaxhachén. En virtud de que no todos los asistentes pertenecen al templo, además de sodas o "refrescos" (bebida sin alcohol en Yucatán), se compran algunas cervezas, pero ninguno de ellos utiliza enervantes y los que sí beben cerveza lo hacen con moderación, sólo 3 a 4 que tomen, ya estuvo bien así.

Roberto había alcanzado las metas que se había fijado antes de partir. Tenía muy claro que para lograr sus objetivos era necesario mantenerse lejos de las drogas, del alcohol y de las compañías sospechosas.

Para que puedas lograr esto, no tienes que entrar en los vicios, porque aquí en América hay muchos vicios, hay muchas drogas acá, hay otros que te vienen a decir que vamos a andar, bueno si son tus amigos ellos usan drogas a veces, pero si tú quieres te alejas de ellos, buscas otros amigos que no usen.

A pesar de su corta edad, o más bien del ciclo de vida más vulnerable en el cual se encontraba, de la facilidad existente para adquirir casi cualquier enervante y de que había sido invitado en algunas ocasiones, Roberto no cayó en la tentación. Estaba informado de las actividades de pandillas que marchan por la noche en el Distrito de la Misión, de los precios y cantidades que costaba la cocaína, las tachas y otros estimulantes varios, pero se había mantenido al margen de la adicción a las drogas duras y al alcohol.

De por sí no me enseñaron a tomar en Yaxhachén, no le gusta a mi papá porque él va al templo. Mi hermano sabe que yo no tomo, él confía en mí así, pero el día que me vea que yo tomo, él le va a decir a mi mamá así y a mi papá no le gusta que yo haga también eso.

Por un lado encontramos el principio religioso y el control familiar, y por el otro, una socialización de toda la vida que proclama la sobriedad, la moderación, no sólo en la teoría, sino también en la práctica cotidiana y en el ejemplo del padre y de los restantes varones que acuden al templo presbiteriano de su pueblo natal. Aunque en el destino resulta casi imposible asistir a los servicios religiosos en virtud de los largos turnos laborales, como cuando estaban en Yaxhachén, los valores y principios de la ética protestante13 (Fortuny, 2002: 88-90), aprendidos durante una vida, siguen vigentes y funcionan como una suerte de armadura que protege de los vicios a los jóvenes migrantes y los conduce a una vida más saludable, ordenada y, posiblemente, más satisfactoria.

Es tal la importancia que tiene la creencia en común como referente psicológico y social en la condición del migrante, que Roberto cuenta que junto con su hermano, sus primos y otros paisanos que asisten al mismo templo en el pueblo, organizan por iniciativa propia el envío de remesas colectivas (culturales), cada vez que celebran el cumpleaños de alguno de ellos. En estas ocasiones, reúnen hasta dos mil dólares y los depositan para su iglesia como si fueran primicias. El ministro responsable en Yaxhachén guarda los recursos recibidos para que en fechas posteriores sirvan como pago de alguna banda de música en la celebración de la siguiente fiesta. El hecho de que unos jóvenes campesinos decidan en forma autónoma invertir una porción considerable de su ingreso en cosas de la iglesia, habla de la profunda internalización de la creencia y la práctica religiosa. Aprendieron en su iglesia a compartir con los demás. En la lejanía de su gente y de su origen, dar a los suyos no significa un sacrificio sino un gozo.

 

La negociación cultural de Santiago

Cuando faltan los principios sólidos que ofrece la creencia en común y tampoco hay recursos familiares o filiales que los apoyen, y encima de esto existe una oferta ilimitada de estimulantes y dinero en las manos, entonces es posible que los jóvenes inmigrantes no resistan al estrés de la vida inflexible en el destino o al agotamiento físico que produce el trabajo de jornadas interminables. En consecuencia, estos jóvenes, con tal de aliviar sus preocupaciones, angustia, soledad y tristeza recurrirán al uso y abuso de estimulantes y fármacos que les permitan olvidar por un rato su condición incierta de indocumentados, explotados y sin derechos, pero sobre todo, olvidar que no han podido hacer nada para mejorar. La presión de los pares, aunada a las presiones psicológicas ya señaladas, puede llevarles a la adicción y a perderse en ese bosque artificial que los alejará de la vida real por más tiempo del que ellos mismos hubieran deseado.

Algo parecido le sucedió a Santiago, un joven de 25 años, oriundo de Oxkutzcab, que llegó a San Francisco a la misma edad que Roberto. Tenía 15 años y tres hermanos que lo esperaban en el lugar de destino. Habían pasado 10 años desde que llegó. Cuando le preguntamos qué pensaba hacer en el futuro, dijo reflexionando con mucha calma: "Son muchas cosas que quisiera hacer uno, pero a veces la vida se te va, incluso los primeros tres años estaba yo acá, no me importaba nada, no pensaba las cosas como tiene que ser [...]". Santiago tuvo una infancia muy distinta a la de Roberto, nos habló de los niños que pueden entrar a las cantinas en su pueblo, también admitió que él no iba a la iglesia (católica), más que en circunstancias extraordinarias. Sus padres todavía permanecen en un grado muy alto de pobreza y ahora Santiago ya no les puede ayudar porque ha creado su propia familia. Cuando visitamos a su madre en Oxkutzcab y le mostramos una fotografía de su hijo, la señora que casi no podía hablar en castellano, sólo alcanzó a decir: Aquí Santiago, puro tomar. Se refería al comportamiento de su hijo antes de que abandonara el hogar.

Para negociar con una cultura distinta, no sólo es preciso acceder al pool de recursos afectivos que puede ofrecer la familia, los paisanos y los amigos, también es necesario contar con un equipo cultural y ecológico propio que incluya principios y valores sólidos, y éstos se adquieren a lo largo de una vida. Santiago no había sido socializado en un ambiente de sobriedad y moderación como Roberto, o bajo un sistema normativo claro y preciso que definiera cuáles son los comportamientos a seguir y cuáles debían evitarse para llevar una vida ordenada. Había crecido en un medio en donde los excesos eran permitidos y hasta celebrados, por eso recordaba con tristeza a los niños presentes en las cantinas de su pueblo, lo cual se reprochaba cuando comparaba ese ambiente con las restricciones que había conocido en Estados Unidos a este respecto. En el siguiente apartado discutimos el caso de Dante, un yucateco migrante aculturado, con el objetivo de destacar las diferencias entre éste y Roberto.

 

Dante, "un chico americano sin papeles"

Dante tiene 23 años y nació en la cabecera municipal de Oxkutzcab, pero a los cuatro años (en 1989) salió de su pueblo natal junto con sus padres y tres hermanos mayores (dos mujeres y un varón) para dirigirse a la ciudad del Golden Gate. De esa fecha al presente no ha regresado a su pueblo. Se trata entonces de un migrante que pertenece a la generación uno y medio, pues creció y fue socializado en la sociedad receptora, aunque con una poderosa influencia de la cultura yucateca (fuimos criados a la manera yucateca), que le fue transmitida a través de sus padres, parientes y de los ininterrumpidos flujos de migrantes yucatecos, particularmente de Oxkutzcab, que han seguido arribando a San Francisco.

Yo crecí aquí. [...] era como un chico ordinario de aquí. Me recuerdo muy poquito de México. Me recuerdo donde vive mi mamá, donde yo vivo, perros que tuve, amigos que tuve, pero lo demás no me recuerdo. Fui a la escuela, aprendí inglés y de alguna forma empecé a pasar el rato aquí. Mis amigos son negros, blancos, filipinos. Paso el tiempo con muy pocos hispanos. La mayoría de mis novias fueron afroamericanas o blancas, y he salido con algunas mexicanas pero no es como mi gusto. [Soy] un chico americano pero sin papeles (énfasis nuestro).

Dante se siente más cómodo hablando en inglés, su español tiene un fuerte acento norteamericano y está salpicado con palabras y frases de la lengua anglosajona. Antes de iniciar la preparatoria o high school en Estados Unidos, cuando tenía 15 años, se perdió en el mundo de la violencia, las drogas y las pandillas callejeras. Después de su reforma moral, con la ayuda de un pastor presbiteriano (de origen latino), logró terminar sus estudios de high school en San Francisco. Hoy asiste a una universidad presbiteriana en Oakland.14 Además de estudiar en la universidad, Dante hace trabajo de voluntario como guía espiritual y moral de 150 jóvenes (entre los 12 y 20 años de edad) de la comunidad latina de Oakland, California. El siguiente es el comentario orgulloso sobre lo que hace con los jóvenes.

Les hablo de mi testimonio, sobre cómo vengo de la vida de las pandillas, y les hablo a ellos de cambiar sus objetivos, de ir a la escuela y esas cosas, y a ellos les gusta, entonces me siguen y nos vamos al cine, pasamos tiempo juntos, salimos, sus familias me invitan a sus casas, básicamente soy su pastor.

Dante posee metas y objetivos muy precisos que implican, a la vez, enormes esfuerzos personales y psicológicos. Se ha impuesto a sí mismo colosales desafíos para cumplir.

Una vez que obtenga mi licenciatura, quiero volver a la escuela, estudiar español, después obtener mi maestría y obtener mi doctorado. Quiero terminar la escuela porque muchos muchachos si no ven que alguien lo hace, de donde yo vine, no lo van a hacer. Pero si ven que yo lo puedo hacer, ellos lo van a querer hacer también.

Si no fuera por el breve periodo de perdición en "el mundo" de las pandillas, Dante podría aparecer como un modelo de muchacho hispano que a pesar de su origen social, de su extranjería y de la experiencia de crecer en un medio con desventajas sociales y culturales, superó los obstáculos que se le presentaron en el camino y conquistó el éxito. Sin embargo, observamos en Dante, a diferencia de la serenidad de Roberto, una obsesiva insistencia de reafirmarse a sí mismo en su discurso, así como también de reivindicar a sus padres. El diálogo que sostuvimos en el templo presbiteriano de La Misión ocurrió por su propia iniciativa, porque tenía la urgente necesidad de hablar de sí mismo, de sus logros y de sus sueños. Trataba de convencernos a toda costa de que todo estaba bien con él, que de pandillero y adicto se había transformado en un visionario con grandiosos planes para el futuro. Todo iba bien hasta que reveló parte del origen de su ansiedad:

I did not even know I was an undocumented. I was fifteen when I found out. Estoy atrapado en este país porque la gente de este país no me quiere aquí, porque soy un indocumentado y yo no quiero estar aquí. Porque sabes, quiero salir a conocer el mundo y no puedo. Me siento como claustrofóbico... (énfasis nuestro).

En contraste con Roberto y Santiago, Dante ha internalizado el American Way of life, que incluye un implacable individualismo, pleno de ambiciones y desafíos personales en medio de una competencia sin piedad. Es un joven que en lugar de caminar, corre a altas velocidades, pero que en su carrera larga se encuentra desprovisto de recursos esenciales y estructurales para abandonar un estado parcial de liminalidad mental. Porque en realidad anda a medio camino entre la negociación cultural y un cierto grado de malestar mental que lo ubica en una constante inconformidad con su ser psicológico. Este yucateco de origen cuenta con muchos de los recursos que mencionamos al principio del trabajo, e incluso los supera en términos de educación formal. Sin embargo, debido a sus desventajas sociales, culturales, económicas y políticas, se encuentra en una posición de inferioridad y subordinación en el juego de la competencia. Corre como un handicapped en el maratón. Sus oponentes no son sus iguales —aunque se perciba a sí mismo como un chico americano—, ellos poseen mayor capital social, simbólico, económico y político que él, y por más esfuerzos que Dante realice, por más metas que alcance, siempre se quedará a la zaga. La remota posibilidad de llegar a ocupar una mejor posición en el juego del poder, a la que él considera que tiene derecho, le produce un alto grado de frustración, se siente impotente frente a la realidad de su estatus migratorio ilegal, situación que es un mero reflejo de otras esferas de su existencia. En consecuencia, aunque se encuentre mucho más cerca de la aculturación que un inmigrante reciente como Roberto, sufre mucho más que éste, ya que Roberto sí está en una posición privilegiada en su campo social, aunque más limitado, para alcanzar las metas que se ha propuesto. Los relatos de ambos jóvenes explican, en parte, por qué los migrantes aculturados despliegan comportamientos que afectan en forma negativa su salud (mental y física); y, a la vez, por qué aquellos inmigrantes no aculturados tienden a comportarse en forma positiva respecto a su bienestar mental.

 

Reflexiones sobre los estudios de caso

Cuando el inmigrante tiene una meta precisa que cumplir (aunque ésta sea limitada) y cuenta con los recursos para obtenerla, como en el caso de Roberto, entonces el sujeto estará en condiciones de negociar en forma sana y positiva con la cultura/s a la que se enfrenta. Los inmigrantes económicos, aunque permanecen en el destino por más tiempo del que hubieran deseado, están conscientes de que su estancia en los Estados Unidos es temporal, por lo tanto, no requieren de una total integración a la sociedad, tampoco un reconocimiento o aceptación social, como aquellos que ya se establecieron o están en proceso de hacerlo. A los inmigrantes recientes les basta con manejar en forma eficiente aquellas parcelas del mundo social en las que están involucrados, como la esfera laboral que es clave para cumplir con su agenda. Más allá de esa esfera de ese otro mundo social o cultural se pueden mantener al margen, porque poseen fuertes vínculos con su propio mundo cultural a través de la familia y los paisanos que ya están ahí y que reemplazan el mundo social que dejaron en el lugar de origen.

Aunque Roberto llegó a los Estados Unidos muy joven, ya había cruzado la frontera que separa su cultura materna (maya/yucateca) de la cultura mexicana más amplia, por lo tanto, adaptarse a una tercera, la anglosajona, quizá resultaba más fácil que para Dante, quien había realizado ese salto a una edad muy temprana y ya no lo recordaba. Ambos jóvenes fueron educados en la misma fe evangélica (presbiteriana). Sin embargo, la socialización religiosa de Dante fue interrumpida por la mudanza de su familia nuclear a San Francisco y la consecuente crisis que este tipo de cambios ocasiona. Dante era el menor de los cuatro hermanos que emigraron con sus padres, sus dos hermanas mayores relataron los episodios dolorosos por los que atravesó la familia durante los primeros años. Entre las pérdidas que sufrieron al dejar su origen, estaba el fuerte vínculo con la iglesia a la que asistían en el pueblo y lo que esto significó para ellos. El reencuentro con la fe años más tarde fue muy positivo para todos. En el caso de Dante le ayudó a su reforma moral en la adolescencia y luego a continuar sus estudios y a replantearse su vida misma, en la juventud. Roberto ha mantenido los vínculos con su creencia, a pesar de que no asiste a una iglesia en forma regular en el destino, la constante comunicación con su madre constituye el hilo transmisor de los valores que de todas maneras habían sido internalizados antes de salir del pueblo. La interacción continua con correligionarios en San Francisco también es una forma eficiente de control y protección frente a los riesgos (sobre todo, los vicios) ilimitados que lo rodean. Por su edad, su inexperiencia e incluso cierta ingenuidad o inocencia, Roberto realmente constituye un sujeto social muy vulnerable en una sociedad como San Francisco, California. Sin embargo, como hemos visto en las páginas anteriores, hasta la fecha de la entrevista había podido escapar con éxito de invitaciones a integrarse a grupos de pares que ingieren alcohol y/o drogas duras en forma inmoderada. Ha logrado mantener su vida en equilibrio y, por ende, su salud o bienestar mental. Esto no significa que Roberto esté libre de conflictos interiores, dudas y preocupaciones sobre el ahora y el mañana, más bien significa que cuenta con el equipo psicológico para vivir en la tensión cultural que le ha tocado y conservar al mismo tiempo un cierto nivel de bienestar mental.

 

Síntesis metodológica

El grupo de investigación lo conforman jóvenes varones "indocumentados" residentes en San Francisco, California. La definición de la unidad de análisis obligó a indagar cómo los inmigrantes organizan y construyen los vínculos laborales y sociales, qué tipo de pautas, comportamientos y negociación cultural realizan en la sociedad receptora. Estos datos nos llevaron directamente al relato de escenas "comunes" como establecerse, obtener un empleo, trabajar, desplazarse, pasear o "pasarla" con los amigos y la familia más directa (generalmente hermanos mayores o parientes que "llegaron antes"); representan la forma como estos jóvenes estructuran su "día con día" en Estados Unidos, basados en orientaciones otorgadas por sus relaciones de amistad, fraternales, familiares y de paisanos, así como por el sistema de creencias religiosas (protestante o católica) dentro del cual viven. Cabe advertir que en el relato de dichas escenas se asume la evaluación de lo vivido, es decir, los datos elaborados no se sitúan en las respuestas a las preguntas formuladas, sino en la organización narrativa que estructura lo experimentado (Chanfrault-Duchet, 1988).

Ahora bien, la elección de la unidad de análisis se halla en estrecha relación con la pregunta de investigación. Más que prescribir la unidad de análisis pertinente para cada estudio, es cardinal subrayar la importancia de identificarla al iniciar la propuesta de investigación. Como lo destacan Reese, Kroesen y Gallimore (1998: 49), "hay una necesidad de congruencia entre lo que buscamos encontrar y los métodos usados en la búsqueda". Dicho de un modo más claro, es imprescindible la correspondencia entre pregunta, método e instrumentos de investigación (véase el cuadro con la síntesis metodológica al final del documento).

Tashakkori y Teddlie (2003) señalan los posibles papeles que los participantes desempeñarían durante el proceso de la búsqueda. Es decir, cómo los interrogados reaccionan al ser cuestionados y de qué manera se desarrolla la interacción social entrevistador-entrevistado. De acuerdo con estos autores, un individuo tomaría diversidad de "roles" al colaborar en una investigación. Algunos de estos posibles roles son: a) participante "útil", se esfuerza en ayudar al investigador desarrollando y complementando la información; b) participante "aprehensivo", este tipo de entrevistado es más proclive a actuar y dar una impresión socialmente deseable, se preocupa por la percepción que tiene el investigador de él o ella; c) participante "exacto", trata de responder y comportarse de manera "real" y "verdadera" respecto de la percepción del investigador o de las expectativas del estudio; d) participante "desconfiado", es receloso con el propósito declarado del estudio o en los objetivos de la investigación y e) participante "antagónico", este tipo de participante sospecha del investigador o del objetivo del estudio (<www.docencia.izt.uam.mx/rgo/>).

¿Qué "roles" desempeñaron nuestros entrevistados? Si partimos de la reflexión anterior, describiremos brevemente cómo los entrevistados tuvieron diversas funciones, las cuales fueron desde participantes aprehensivos, desconfiados hasta útiles. Tal como señala Tashakkori, es muy poco probable una reacción uniforme sobre los propósitos y expectativas de la investigación o los investigadores.

Cuando iniciamos la entrevista, de los tres informantes, el que se mostró más receloso fue Santiago. Dudó y expresó una negativa inicial, no estaba muy convencido de los objetivos de la investigación para colaborar. Sin embargo, paso a paso construimos una relación de confianza a través de las menciones de los lugares y las personas con quienes habíamos conversado, le explicamos de dónde veníamos y qué estábamos haciendo, cuál era el objetivo de la investigación que realizábamos en el área de La Misión. Para finalizar la entrevista, le preguntamos qué le interesaría saber sobre el trabajo y claramente señaló su desconfianza inicial:

[...] le estaba comentando a un amigo, que me estaba comiendo una torta y se me acercaron tres mujeres y me pronunciaron esto y esto y hablaron de Oxkutzcab y sí, pero se ve que no son de Yucatán, ¿de dónde serán?, ¿serán de México? Porque conoces a tu gente y no, porque a los del DF los reconoces, [ellas] vienen de otra parte. Sabes y también me dice un amigo, pues ve a ver qué quieren, me dices a ver si sale algo. [...] lo que estaba yo pensando, no será sobre nosotros migrantes, lo que la vida nos ha llevado, qué es lo que estamos viviendo aquí en los Estados Unidos, si nos sentimos bien...

Por su parte, Dante colaboró, al inicio de la entrevista, desempeñando un papel aprehensivo. Lo invitamos a participar por su propia iniciativa, le explicamos los objetivos del trabajo y, espontánea e inmediatamente, se tornó en el más colaborativo, dispuesto a contar su historia. Mencionó que había escrito como tres páginas sobre su experiencia como pandillero y su actual participación en el templo presbiteriano de La Misión. Parecía estar urgido de exponer cómo ayuda a los jóvenes, por qué trabaja con ellos y de qué manera lo hacía. Finalmente, nos mostró uno de los espacios más hermosos del templo como marco para tomarse las fotos que nosotras requiriéramos.

Cualquier pregunta que ustedes tengan en lo que yo pueda ayudar, les ayudo. Una sugerencia...Tengo una notebook de Mac, yo puedo grabarme a mí mismo y enviárselo a ustedes. Tengo como tres páginas de mi propia historia que yo mismo he escrito y se las puedo enviar a ustedes, porque lo que hago es escribir cartas a las iglesias de todas formas, diciéndoles quién soy y qué hago, y ellas tienen que leerlas y luego dicen: "Ok, me gusta este chico, voy a darle algo de dinero". Yo estoy siempre dispuesto a ayudar una causa y ustedes tienen una causa fabulosa. Entonces, cualquier cosa que pueda hacer la haré. Y si pudiera ir a México, iría. Pero ahora mismo no puedo. Todavía estoy trabajando en mi estatus legal.

A diferencia de los dos entrevistados mencionados, Roberto, desde el primer momento, desempeñó el papel participativo. Desde que lo conocimos, estuvo dispuesto a acordar más de una cita con nosotras. Durante la entrevista, nos habló de su vida en el pueblo, de las diversas experiencias y penurias que padeció para establecerse en San Francisco. Siempre estuvo disponible para contribuir con la investigación, complementó la mayoría de las interrogantes que le formulamos. De acuerdo con la conceptualización de Tashakkori, Roberto fue, en todo momento, un participante colaborativo y útil.

Si se consideran las responsabilidades señaladas, se puede decir que se logró estructurar una relación de convivencia y confianza con los entrevistados; si bien construimos situaciones de enunciación diferentes con cada uno de ellos, éstas permitieron que la información fuera dialógica y por tanto co-construida por la persona solicitada junto con las investigadoras. El texto narrativo lo desarrollaron los interlocutores en primera persona, en él lo vivido quedó inscrito en sucesos como el recuerdo del pueblo de origen, el traslado, el viaje, la transición, los padecimientos sufridos en la sociedad receptora y el establecimiento en Estados Unidos.

 

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Anexo

 

NOTAS

1 En este artículo, las autoras analizan las formas de adaptación de cinco grupos etnolinguísticos inmigrantes en Ontario, Canadá. Para recoger información se aplicaron 21 entrevistas focales que se aplicaron a chinos que hablan mandarín, polacos, siks del Punjab, habitantes de Somalia y hablantes de español de origen latinoamericano. Las entrevistas focales fueron parte de un proyecto multidisciplinario mayor de acción participativa sobre la salud mental de los inmigrantes.

2 Las autoras fueron codirectoras del proyecto junto con la psicóloga Yvette Flores, de la Universidad Davis, California. El Programa de Investigación sobre Migración y Salud (PIMSA) financió la pesquisa.

3 En la elección de los informantes se utilizó la técnica de bola de nieve y se hicieron 60 entrevistas entre residentes de Oxkutzcab, Muna, Peto y Dzan en Yucatán y en la ciudad de San Francisco, California. Los entrevistados tenían entre 19 y más de 60 años, con experiencia directa o indirecta de migración. De los 60 consultados, 26 habían emigrado a San Francisco o a San Rafael, California, y en Oregón, a Portland y Estacada. Los migrantes (18 hombres y 8 mujeres) han vivido por lo menos un año en Estados Unidos (1 a 10 años).

4 Los nombres de los jóvenes entrevistados son ficticios para proteger sus identidades.

5 El concepto de asimilación se define como un proceso simultáneo que incluye la integración al destino, pero sin abandonar sus tradiciones culturales.

6 Durante la Guerra de Castas, el gobierno yucateco en alianza con la federación ofreció la hidalguía a los mayas del norte de Yucatán que se unieran al ejército federal para acabar con los rebeldes mayas, sus hermanos. A partir de este momento, los indígenas se llamaron mestizos para distinguirlos de los blancos dominantes y de las clases sociales que se encontraban en posición económica, política y social superior a los indígenas. La voz de indígena o indio comenzó a caer en desuso, mientras que la de mestizo se hizo más popular.

7 Las agencias estatales de atención a migrantes, INDEMAYA en el caso del estado de Yucatán, contactan a los líderes naturales de la comunidad inmigrante para formar organizaciones y reorientar las remesas colectivas hacia el programa 3x1, con la intención de llevar a la práctica algún proyecto con recursos de migrantes y de los tres niveles de gobierno (municipal, estatal y federal). Aunque los objetivos del 3x1 son supuestamente beneficiar a la población residente en el lugar de origen, el factor político y la magnificación de la imagen del partido en el poder resultan ser los factores determinantes del programa (véase Solís Lizama, 2008).

8 El hetzmek es un rito de iniciación que se realiza en el ámbito privado en casi toda la península yucateca.

9 Durante la entrevista realizada en el Washington Square Park, esa helada tarde de septiembre, Roberto pasó largo rato hablando por su celular en maya y en español con su "carnal" Wilfredo, sobre cómo operar un juego digital. Pudimos apreciar la relación de afecto y confianza que existe entre ellos. El hermano mayor funge en el destino como una suerte de autoridad paterna.

10 Esto no significa que las redes sociales tengan siempre consecuencias positivas, pues Portes (1998), entre otros, ha demostrado que en muchas ocasiones las redes sociales pueden actuar como camisas de fuerza que ejercen control y restringen o reducen las posibilidades del migrante.

11 Roberto había invertido cerca de 160 mil pesos en la construcción de su casa de Yaxhachén, pero tenía la intención de comprar un terreno en la ciudad de Oxkutzcab y construirse otra casa. Cuando visitamos el pueblo vimos la nueva vivienda deshabitada de cuatro recámaras y un baño, con rejas en la puerta, una terraza al frente y la puerta principal de madera tallada y vitrales.

12 Este tipo de tamal se elabora con masa de maíz colada muy fina a la que se agrega achiote, tomate y carne deshebrada de pollo o pavo. Se le da una forma rectangular y se envuelve con hoja de plátano para cocerse a baño de María. Se suele comer en ocasiones muy especiales como ritos de pasaje.

13 La ética protestante implica la dedicación de los individuos al trabajo industrioso como si fuera una vocación personal. Las iglesias evangélicas incluyen la práctica del ascetismo que significa alejarse de los vicios (alcohol, tabaco y otras drogas). Existe amplia literatura sobre el tema que demuestra que los varones evangélicos reorientan su conducta hacia el hogar y la familia, en lugar de hacerlo hacia la calle (machismo). En esta forma evitan involucrarse en peleas callejeras, parrandas y mujeres, y por ende, utilizan su escaso ingreso de una manera más racional.

14 Sus estudios universitarios son costeados mediante becas y donaciones que aportan congregaciones de la misma denominación presbiteriana.

 

Información sobre las autoras

Inés Cornejo Portugal. Licenciada en Ciencias Sociales con mención en Sociología por la Universidad Católica del Perú. Cuenta con una Maestría en Comunicación (Universidad Iberoamericana) y un Doctorado en Ciencias Políticas y Sociales con orientación en Ciencias de la Comunicación (Universidad Nacional Autónoma de México). Entre otras actividades, ha sido coordinadora del Postgrado en Comunicación en la Universidad Iberoamericana y actuado como consultora para la UNICEF. Líneas de investigación: comunicación, migración y salud; medios de comunicación en zonas campesinas e indígenas; comunicación y ciudad. Publicaciones recientes: con Manuel Guerrero, Investigar la comunicación en el México de hoy, Universidad Iberoamericana, México (2011); "La radio cultural indigenista en México: dilemas actuales", en Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, núm. 209, año LII, mayo- agosto, México: UNAM (2010).

Patricia Fortuny-Loret de Mola. Doctora en Antropología Social por la University College London, Gran Bretaña. Es investigadora en la Unidad Peninsular del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS). Sus líneas de investigación son: migración internacional y minorías religiosas. Publicaciones recientes: "Otomíes hidalguenses y mayas yucatecos. Nuevas caras de la migración y viejas formas de organización", en Migraciones Internacionales, El Colegio de la Frontera Norte, Tijuana, Baja California (2010); "Espacios y sociabilidad entre migrantes mexicanos indocumentados. Iglesia como lugar de encuentro", en Diana Sagástegui (coordinadora), Ciudad, espacio público y sociabilidad, Universidad de Guadalajara, Guadalajara (2010); "Migrantes maya-yucatecos de la Iglesia Presbiteriana de la Misión", en Severine Durín (coordinadora), Etnicidades urbanas en las Américas. Procesos de inserción, discriminación y políticas multiculturales, CIESAS, EGAP, Instituto Tecnológico de Monterrey (2011).

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