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Historia y grafía

versão impressa ISSN 1405-0927

Hist. graf  no.51 México Jul./Dez. 2018

 

Expediente

Oratorianos y jesuitas. Una distante cercanía

Jesuitas y oratorianos*

Jesuits and Oratorians

Perla Chinchilla Pawling1 

Antonio Rubial García2 

1 Departamento de Historia-Universidad Iberoamericana, México

2 Facultad de Filosofía y Letras-UNAM, México


Resumen

Con este artículo queremos contribuir a una reflexión comparativa entre jesuitas y oratorianos en la Nueva España. Se pretende -con este estudio de caso- proponer una agenda de investigación para remontar las visiones aisladas que impiden observar el espectro completo de la labor religioso-cultural del clero y así poder distinguir entre lo específico y lo general de cada agrupación religiosa en diversos momentos.

Palabras clave: reflexión comparada; organizaciones; Nueva España; agenda de investigación

Abstract

This article aims to contribute to a comparative reflection between Jesuits and Oratorians in New Spain. The intention is to propose - through this case-study - a research agenda that goes beyond isolated visions that hinder the observation of a complete spectrum of the religious-cultural labor of the clergy in order to distinguish between the specificities and the generalities of each religious aggrupation in varied moments.

Keywords: comparative reflection; organizations; New Spain; research agenda

Una congregación frente a una orden religiosa

Después de la ruptura provocada por la reforma protestante surgió un abanico de órdenes y congregaciones religiosas en el mundo católico, cuya finalidad era hacer frente a los retos pastorales de los nuevos tiempos. Algunas de estas órdenes se constituyeron como ramas reformadas de las viejas instituciones mendicantes (capuchinos, franciscanos y carmelitas descalzos), otras surgieron bajo la denominación de “clérigos regulares” pues, aunque no tenían vida comunitaria, hacían votos solemnes (teatinos, barnabitas, somascos, camilos, escolapios y jesuitas). Estaban, por último, las congregaciones, más cercanas a la estructura del clero secular, formadas por sacerdotes o “hermanos seglares”, quienes sólo hacían votos simples, o sea temporales (lazaristas, oblatos de san Ambrosio, sacerdotes de san Sulpicio y los oratorianos de san Felipe).1 En adelante nos ocuparemos de presentar algunas similitudes y diferencias entre la orden de los jesuitas y la congregación de los oratorianos.

Felipe Neri (1515-1595), un sacerdote romano preocupado por la escasa preparación y la relajada moral del clero en la capital del catolicismo, consiguió en 1575 que el papa Gregorio XIII autorizara la erección del “oratorio de Roma” y le concediera como sede la iglesia de Santa María Vallicella. En el nuevo instituto, sacerdotes seculares y hombres seglares se dedicarían principalmente a la elevación moral del clero a través del estudio y la oración, pero pronto se ocuparon también de la edificación de los fieles, a partir de la instrucción de la juventud y la predicación. El fundador no dejó una regla propiamente, sólo estipuló que quienes entrasen en la congregación no quedaran ligados por ningún voto y no aceptó que las casas de varias ciudades se uniesen para formar un solo cuerpo (como en el caso de las órdenes regulares), sino que todas habían de gobernarse separadamente con total independencia unas de otras. Después de muerto Neri, y a partir de sus propuestas, Paulo V aprobó en 1612 las Constituciones de la Congregación bajo el nombre de Christi fidelium quorumlibet, en las cuales se organizaban las actividades de los congregantes. El instituto ya se había extendido para entonces por Italia, Francia y España, gracias al apoyo de cardenales y obispos. En las constituciones se insistía en un carisma en el que la oración, la predicación y los ejercicios de piedad (como la visita a los hospitales) eran el centro rector de la vida de los congregantes; en ellas también se organizaba la vida comunitaria dentro de cada casa, el noviciado, la elección de oficios y las prácticas cotidianas. A pesar de todo ello, en los propios documentos de la congregación se insistía en su diferencia con una orden religiosa: “La Congregación del Oratorio, fundada por S. Felipe Neri, mas con sus esclarecidas costumbres, que con leyes que la obligasen, no tuvo alguna propia regla para el uso de sus religiosos hijos a donde dirigiesen las consultas de sus acciones”.2

En cambio, Ignacio de Loyola (1491-1556) fue el inspirador de su instituto, que se constituyó como una orden religiosa, la Compañía de Jesús, cuyos miembros hacían votos solemnes, o sea permanentes. Los jesuitas se caracterizaban, además, por su voto especial de obediencia al papa, que se conoce como cuarto voto. Aprobada por Paulo III en 1540 como orden religiosa, su organización cuenta con una serie de documentos que regulan los diversos aspectos de su acción: unas constituciones -el más importante de estos textos- en las que se legisla desde la admisión de sus miembros, pasando por toda su formación, hasta lo relativo a sus misiones y el carisma de la orden; las reglas (regulae), o sea “las prescripciones que, formando parte de su cuerpo jurídico llamado desde los comienzos del siglo XVII ‘Instituto’ (Institutum Societatis), lo completan en lo que se refiere a la vida de una comunidad jesuita, a una determinada categoría de religiosos, o a varios encargos que ellos tenían”;3 la Ratio studiorum, que organiza todos los aspectos educativos de sus colegios; entre otros documentos. La Compañía se estructuró alrededor de un generalato, cuya residencia estaba en Roma, del cual dependían las provincias distribuidas por todo el mundo, cada una, a su vez, bajo las órdenes de un provincial. Además, desde sus inicios se estableció una estricta comunicación por cartas -anuas, de general, de misión, etc.- en las que se informaba a las autoridades regionales y locales el funcionamiento cotidiano de la orden.

Dos personalidades, dos institutos

Ya hemos mencionado la diferencia en lo general entre una congregación y una orden, y con ello la necesaria distinción entre la congregación del Oratorio y la orden religiosa de la Compañía de Jesús. Ahora nos interesa observar esta misma diferencia en el espacio de su concreta fundación, pero, a la vez, establecer las analogías de dos instituciones propias de la Reforma católica y posteriormente de la Iglesia postridentina.

Sus fundadores son metáforas vivas de la cercanía y la distancia. Ambos no sólo vivieron en la Roma de la primera mitad del XVI, en la que echaron a andar sus respectivas organizaciones, sino que se conocieron e intercambiaron experiencias, aunque su diferencia de edad era notoria. Cuando Ignacio llegó a la Ciudad Eterna en 1538 tenía 47 años; Felipe era entonces un joven de 23. Su relación fue tan cercana que incluso algunos biógrafos de Felipe Neri señalan que éste pudo haber entrado en la Compañía, pero que al final él mismo rechazó esta oportunidad pues decidió dedicarse por su cuenta a hacer apostolado en las calles de Roma.4 El hecho es que ambos tenían conocimiento de sus mutuos proyectos, los cuales algunos autores relacionan con la personalidad de estos iniciadores.

Hijos de la Devotio moderna, ambos pretendían lo mismo en un inicio -la elevación moral del clero, la reevangelización de la grey y la defensa de la fe ante las herejías-, pero lo fueron consiguiendo de un modo casi opuesto. Felipe Neri era un místico cuyo ideario -señala Hugo Rahner- recuerda, por un lado, “aspectos de las vidas de los padres del desierto, como aquel ideal de la locura por el amor de Cristo”, en tanto que, por otro, estaba imbuido de la gran alegría del “místico moderno”, la cual describe este autor como “la suma perfección en vestido de arlequín por el amor de Dios”.5 Su estilo era sencillo, doméstico y satírico; él era un “conquistador de ánimas” en las calles romanas, en las que se le conocía como “Pippo Buono”. Ignacio, en cambio, abandonó el ascetismo de su etapa de conversión en Manresa, “peregrino con traje de tela burda”, para volverse un devoto del vestido ordinario que en sus años de madurez definió como “característica de la verdadera espiritualización”.6 Siguiendo esta línea, persiguió toda su vida el anonimato como camino de perfección, muy de acuerdo con su personalidad intimista. Sin embargo, asienta Rahner:

hay aquí también un vigor en su actuación, que se diferencia claramente desde los inicios de la Compañía de Jesús de aquellos de la congregación del Oratorio: Íñigo no es solamente el corazón, sino (al contrario de Felipe) también la voluntad de la nueva comunidad. Íñigo es el hombre cuya presencia está a la vista, para quien ya en los Ejercicios espirituales está siempre la palabra como “regla de vida”; un hombre del orden, de la “planificación”, del infalible instinto por la jerarquía, por la subordinación, por el poder de mando.7

Neri era de un talante muy libre, no deseaba fundar una organización centralizada y dependiente de una autoridad, en tanto que Loyola creía en una organización vertical y en la disciplina comunitaria, así como en las reglas escritas. Mientras el primero sostenía que para hacerse obedecer “había que no mandar”, el segundo basó su organización en “la obediencia”. Así, mientras los oratorianos formaban un grupo pequeño cuyo ideario salió de las fronteras romanas para quedarse dentro de las de la Europa católica en sus primeras décadas, los jesuitas se convirtieron muy pronto en un “ejército” que abarcaría con sus misiones todo el mundo conocido.

Es interesante observar que, sin embargo, ambos fundadores pertenecen a la cultura postridentina, lo cual los acerca necesariamente, como puede observarse a partir de sus respectivas canonizaciones: Ignacio de Loyola y Francisco Javier fueron canonizados con Teresa de Ávila, Isidro Labrador y Felipe Neri el día 12 de marzo de 1622 por el papa Gregorio XV. Esta exaltación colectiva fue la más numerosa realizada hasta el momento. Pero a la vez, la cercanía es también motivo de rivalidad, y ha generado casi siempre pugnas políticas dentro de la Iglesia, lo cual no fue una excepción en este caso. De hecho, la proximidad de los principios de ambos fundadores quedó enturbiada por la competencia entre Italia y España por poseer al santo más egregio.

Una religiosidad postridentina común

Hasta ahora hemos visto que hay diferencias en términos organizacionales entre jesuitas y oratorianos, pero es indiscutible que ambas instituciones se encontraban inmersas en el ideario postridentino. Hay dos puntos de convergencia que hacen a oratorianos y jesuitas hijos de su tiempo, y los cuales pueden seguirse a lo largo de los siglos XVII y XVIII: la exterioridad de las prácticas, por una parte, y la línea mística expresada en los “ejercicios espirituales”, por otra; en suma, la “piedad barroca”, la cual, como es de sobra sabido, conforma una paradójica religiosidad. Ésta se encontraba presente en las dos organizaciones, y ello puede observarse en buena parte de su producción escrita. Esto es así por lo menos en el caso novohispano que nos ocupa.

Entre la fundación de la Compañía en 1540 y la del Oratorio en 1575 se dio en el mundo católico un movimiento reformador que tuvo como su centro el Concilio de Trento (1545-1563). Por un lado, después de la Reforma protestante y de la exaltación de “una santidad obligatoria” para todos los fieles, la Iglesia católica hizo una revisión de sus políticas sobre el papel de los laicos dentro de la institución. Así, aunque la Contrarreforma insistió en la sujeción de los seglares a los clérigos, el avance de la secularización la obligó a poner mayor atención en reforzar la formación de una espiritualidad propia para aquellos miembros de la Iglesia militante que vivían inmersos en el mundo. Por medio de la catequesis y la recepción de los sacramentos se pretendía mejorar el comportamiento moral de los fieles, a quienes se les conminó a inscribirse en congregaciones y órdenes terceras. Algunas actividades, como el rezo del via crucis, la visita a los enfermos en los hospitales y los ejercicios espirituales, fueron pensadas como medios fundamentales que permitirían a los seglares interiorizar los dogmas y encauzar su comportamiento cotidiano a la salvación personal. Otras, como las flagelaciones, ayunos y demás prácticas ascéticas, fueron privilegiadas frente a los arrebatos místicos, cuya subjetividad era considerada peligrosa a causa del poco control que podían ejercer sobre ella las instituciones eclesiásticas.

A la par que se daban estos movimientos, encaminados sobre todo a las elites, la Iglesia postridentina buscaba también atraer a la grey cristiana por medio de una ritualidad desbordante centrada en el culto externo a reliquias e imágenes y en la veneración a las ánimas del purgatorio. La religiosidad propuesta al “vulgo” se redujo así a una serie de prácticas con las que la piedad exterior era mensurable -tanto por los practicantes como por las autoridades eclesiásticas- en cuanto a su frecuencia y ortodoxia: encender veladoras a los santos, hacer oraciones y novenas, rezar el rosario, acudir a las celebraciones eucarísticas, a las procesiones y a las fiestas religiosas, pertenecer a cofradías de retribución, obtener las bulas de santa Cruzada y otras indulgencias, ir en peregrinación a los santuarios y venerar las imágenes y las reliquias, esperando con ello conseguir la salud, la fertilidad y, sobre todo, el tránsito expedito por el purgatorio y la salvación eterna. Cabe aclarar que en gran medida las mismas elites participaron vívidamente de esta piedad barroca.

Jesuitas y oratorianos en la Nueva España

Desde su llegada a estas tierras en 1572, los miembros de la Compañía de Jesús se insertaron en diferentes ámbitos para conseguir sus objetivos básicos: consolidar la fe entre los fieles por medio de la labor pastoral y la educación de la juventud, así como llevar el mensaje de Cristo a los paganos por medio de la actividad misionera. El confesionario, el púlpito y la cátedra fueron los espacios desde los cuales la Compañía se dirigió a los “cristianos viejos”, entre los cuales consiguió ganarse el prestigio, las donaciones y las haciendas, recursos necesarios para su funcionamiento. El primero de los medios, por ejemplo, fue un importante instrumento para acercar a la causa jesuítica a las elites y a sus hijas profesas como religiosas, quienes a menudo tuvieron a los miembros de la Compañía como sus directores de conciencia.

El púlpito fue también un medio importante para ganarse adeptos, y los jesuitas lo utilizaron a menudo cuando eran llamados a predicar tanto en los grandes festejos como en las honras fúnebres o en las misiones cuaresmales, las cuales los llevaron a participar activamente en los espacios rurales cercanos a las ciudades. Pero, sin duda, los más efectivos agentes de su propaganda fueron los colegios, desde cuyas aulas la Compañía formó a generaciones de criollos y promovió entre ellos no sólo sus devociones y sus santos, sino también la asistencia a los ejercicios espirituales realizados en sus casas de ejercicios, así como la activa participación en sus congregaciones. De esta forma, su dedicación a la educación y a las diversas prácticas devocionales fueron sin duda las actividades en las que estuvieron implicados la mayor parte de los miembros criollos de la Compañía en Nueva España, tal como se puede observar en las biografías seleccionadas en el apéndice de este artículo.

El otro campo de actuación de los jesuitas: las misiones entre infieles, no sólo les dio un gran prestigio, sino además fue el sello de identidad de las provincias fuera de Europa. Esta labor permitió también, en buena medida, que a esas provincias misioneras se incorporaran miembros procedentes de distintos países europeos: italianos, alemanes, checos, franceses, polacos, flamencos, irlandeses, etc. Su arribo se hizo más constante a partir de la segunda mitad del siglo XVII, cuando la Corona permitió abiertamente el paso de jesuitas no españoles, siempre que aprendieran castellano y tuvieran la autorización del Consejo de Indias para hacerlo.8

Los apoyos de la Compañía provenían de muy diferentes sectores. Uno de sus principales promotores fueron los cabildos de las ciudades, los cuales les concedieron solares para fundar sus colegios; otros fueron los poderosos “empresarios”, quienes les otorgaron tierras y bienes. Pero, sin duda, uno de los espacios donde tuvieron una influencia excepcional y en el cual obtuvieron su más valioso apoyo, fue en la corte virreinal. A veces los mismos virreyes traían en su séquito un confesor de esa orden, en otras ocasiones se solicitaba la presencia de sus miembros como consultores o representantes de la máxima autoridad ante la universidad o los cabildos catedralicios o como censores de las obras que se entregaban a la imprenta y que debían ir avaladas por el virrey.

Llegados a México más tardíamente, a mediados del siglo XVII, los oratorianos estuvieron, en cambio, más vinculados con el episcopado, los cabildos catedralicios y la universidad que con la corte virreinal. Como se puede observar en la selección de biografías en el apéndice, varios de ellos fueron consultores y colaboradores de arzobispos, como Francisco de Aguiar y Seijas, Manuel Rubio y Salinas o Antonio de Vizarrón; otros fueron examinadores sinodales y estuvieron muy cercanos al claustro universitario, uno de los bastiones del cabildo metropolitano.

Como se ha mencionado en los dos primeros artículos de este expediente, la congregación del Oratorio tuvo su primera fundación en Puebla en 1651, la cual nació como una asociación de sacerdotes seculares que se propuso vivir bajo la advocación de san Felipe Neri con el nombre de “Concordia de Caridad Eclesiástica”. No fue, sin embargo, hasta 1659, cuando el bachiller criollo Antonio Calderón Benavides inició con otros 33 sacerdotes la verdadera fundación oratoriana de Nueva España bajo el nombre de “Pía Unión de San Felipe Neri” en la ciudad de México. Con el tiempo se fundaron congregaciones de este tipo en varias de las principales ciudades del virreinato: Oaxaca (1661), Guadalajara (1679), San Miguel el Grande (1712), Orizaba (1725) y Querétaro (1763). En todas ellas sus grandes promotores fueron los obispos: Francisco de Aguiar y Seijas en el arzobispado, Manuel Fernández de Santa Cruz y Pantaleón Álvarez Abreu en Puebla, Felipe Ignacio Trujillo, José de Escalona y Calatayud y Pedro Anselmo Sánchez de Tagle en Michoacán, fray Ángel Maldonado en Oaxaca, y Juan de Santiago León Garabito en Guadalajara.9

Si bien los oratorianos se diferenciaban de los otros institutos religiosos pues no formaban provincia ni hacían votos perpetuos, su actividad pastoral se parecía bastante a la de los jesuitas: se dedicaban a la predicación, a la dirección de conciencias y a la escritura devocional. Esto no debe extrañar pues la mayoría se había educado con aquéllos y varios de ellos (como se puede apreciar en el apéndice de las biografías) habían sido colegiales en San Ildefonso.

Aunque en este tiempo no participaban en las misiones ni en la educación formal (salvo el colegio de San Francisco de Sales de San Miguel, fundado en 1734), en todo lo demás constituían una verdadera corporación, con sus fiestas, templos y emblemas y hasta con sus propias crónicas. En efecto, en 1736 salió a la luz en la ciudad de México el libro Memorias históricas de la congregación del Oratorio, bajo los auspicios del arzobispo y virrey Juan Antonio de Vizarrón, a quien la obra estaba dedicada. Su autor, Julián Gutiérrez Dávila, quiso reunir en ésta una miscelánea biográfica de cuantos sacerdotes tuvieron que ver con los orígenes de la congregación de san Felipe Neri en la capital, sea como miembros activos, sea como mecenas.10

De hecho, otro oratoriano, Juan José de Eguiara, consideraba que su institución poseía “el espíritu de enseñanza de San Francisco, el trabajo de Loyola contra los herejes, las redenciones de Nolasco y los escritos de San Agustín”. Insistía en que sus miembros, los oratorianos, a pesar de ser todos clérigos seculares, conformaban su vida a la de los religiosos y a pesar de no tener votos se debían comportar como si los tuvieran. Aprovechaban así lo mejor de las órdenes pero sin sus inconvenientes, y constituían, por tanto, una versión mejorada del modelo mendicante.11

Desde el siglo XVII los oratorianos de la capital se hicieron cargo de dos importantes actividades: la organización de la archicofradía de la Doctrina Cristiana y la administración del recogimiento de Belem. La primera fue fundada en 1677 bajo los auspicios del prefecto del oratorio, Alonso Alberto de Velasco, y se hacía cargo de la predicación de la doctrina en el templo de San Felipe. El recogimiento de Belem, establecido por Domingo Pérez Barcia en 1683, era una casa para prostitutas arrepentidas y mujeres pobres, bajo el nombre de San Miguel de Belem, cuya autorización oficial no se hizo sino hasta 1686. Aunque el ingreso era voluntario, el recogimiento funcionaba como un lugar de rígida clausura y el trato con el exterior era similar al de un convento, con torno y reja, aunque existía la prohibición explícita de que el establecimiento se volviera beaterio o monasterio.

Desde la fundación del recogimiento, los oratorianos utilizaron los ejercicios espirituales de san Ignacio para la dirección de las recogidas, impusieron la comunión los primeros domingos del mes y penitencias, ayunos y devociones propias de las religiosas. El arzobispo Aguiar y Seijas le dio al recogimiento una estructura jesuítica. A la directora se la llamó “prepósita” y el sitio se puso bajo la protección de san Ignacio de Loyola. Además de cuadros de santas distinguidas por su austeridad de vida, colgaban de sus muros imágenes devocionales y lienzos que rememoraban el via crucis.12

Para mediados del siglo XVIII, esta organización ya había conseguido imponer su presencia en varias ciudades del virreinato donde, al igual que los jesuitas, se encargaban del ministerio de la predicación tanto en sus templos como en las calles, palenques de gallos, teatros y pulquerías; además de visitar cárceles, hospitales y obrajes para administrar sacramentos y consuelo, como miembros de la archicofradía de la Doctrina Cristiana enseñaban el catecismo a niños y jóvenes en sus templos. Una de las regiones donde tuvieron una mayor presencia fue el Bajío, sobre todo a partir de la fundación de San Miguel el Grande, desde donde ejercieron una fuerte influencia.

Como puede observarse, la cercanía de ambos institutos fue constante a lo largo de una centuria de convivencia en Nueva España. Sin embargo, al contrario del lugar común que considera que los oratorianos se quedaron como custodios de las instituciones jesuitas a partir de la expulsión de éstos en 1767, no fue del todo así, pues de sus misiones y colegios se hicieron cargo los franciscanos y el Estado borbónico. Es posible que esta suposición provenga de dos famosos casos de excepción: en 1770 la junta de temporalidades les ofreció a los primeros el templo y la casa Profesa de los jesuitas de la capital virreinal, al cual se anexó una casa de ejercicios espirituales que construyó Manuel Tolsá y que se dedicó a nuestra señora de los Dolores.13 Años más tarde, en 1793, se les adjudicó la iglesia y el colegio de la extinta Compañía en Guanajuato.

A pesar de no haber heredado la mayor parte de sus templos, el espacio en el que sí podemos confirmar un lugar común de ambos, es en el ámbito de las devociones, del cual los oratorianos fueron custodios y continuadores. En la propia casa Profesa mantuvieron muchas de las devociones e imágenes que sus anteriores ocupantes habían dejado, para recordar con ello su presencia.

Un caso de devocionalismo jesuítico en Felipe Neri de Alfaro

Esto se puede ver especialmente en la obra de Luis Felipe Neri de Alfaro, ilustre oratoriano criollo, visionario, literato, poeta, místico y disciplinante, con un desbocado culto por el dolor físico y la muerte. Entre 1740 y 1776 este sacerdote se dio a la tarea de construir un singular santuario en Atotonilco dedicado a Jesús Nazareno, sin parangón alguno en la historia de la cristiandad. En la arquitectura, pinturas y retablos del lugar, este asceta -nacido en la ciudad de México en 1709- mandó plasmar su personal visión de la Pasión de Cristo, la muerte, los pecados y el amor divino representado por el Sagrado Corazón, temas fuertemente influidos por la espiritualidad jesuítica. De hecho, desde 1765, el recinto ofrecía tandas de los ejercicios espirituales de san Ignacio todos los años, y se hizo famoso por la práctica del via crucis, devoción muy fomentada por los ignacianos. Los ejercitantes de Atotonilco eran también quienes formaban parte de la hermandad denominada Santa Escuela de Cristo que el mismo Alfaro fundó en varias ciudades del Bajío, y en las que se enfatizaba la autodisciplina colectiva. La creación de las santas escuelas de Cristo en San Miguel, León, San Luis de Paz, Dolores, San Luís Potosí, Aguascalientes y Zacatecas, que tenían como funciones ayudar a los pobres, socorrer a los moribundos, visitar a los enfermos y practicar penitencias en las procesiones, fueron inspiradas por las congregaciones marianas jesuíticas.14

Muchas de las imágenes que aún se pueden contemplar hoy día en Atotonilco muestran la fuerte presencia de la Compañía después de la expulsión. Las representaciones del via crucis, de la mano de Miguel Antonio Martínez de Pocasangre, se basaron en la obra Evangeliae historiae imagines, del jesuita Jerónimo Nadal, que son ilustraciones de los ejercicios espirituales de san Ignacio. En el camarín de la capilla de la virgen del Rosario (terminada en 1766), se puede contemplar a varios santos jesuitas ofreciendo su corazón a los cinco corazones de los cinco señores.15 De hecho, el padre Alfaro publicó en 1778 un librito con el título Sendero del cielo por donde lleva al corazón humano el Divino Sagrado Corazón de Jesús Nazareno.16 Por otro lado, están las aterradoras escenas del infierno claramente inspiradas en la compositio loci ignaciana. La iglesia del santuario tiene una capilla dedicada a la virgen de Loreto por el patronato de José Mariano Loreto de la Canal, hijo espiritual de Alfaro. En la nave del templo de Jesús Nazareno hay un altar en honor de otra devoción jesuítica, la virgen del Refugio, obra de José de Ibarra.17 Podríamos considerar que el santuario de Atotonilco, sumamente visitado por peregrinos y ejercitantes desde su fundación, fue un espacio donde la memoria jesuítica siguió viva y actuante después de la expulsión.

La piedad barroca y los impresos novohispanos de jesuitas y oratorianos

La mística meditativa y la piedad externa propias de la religiosidad postridentina en la que nacieron jesuitas y oratorianos, fue trasplantada en el caso de las dos instituciones novohispanas.

Como es bien sabido, Loyola centró su fundación en los ejercicios espirituales y los convirtió en el sello del “ser jesuita”. En tanto que Neri, más que ser autor de unos ejercicios propios, utilizó los ignacianos. De hecho, Carlos Rosignioli escribía en sus Noticias memorables de los Exercicios espirituales de san Ignacio de 1694,18 sobre el “aprecio a ellos y al modo de oración ignaciano” que tenía Felipe Neri. Así, tanto oratorianos como jesuitas condujeron su mística hacia la práctica de los ejercicios espirituales. Es interesante destacar que dos oratorianos novohispanos -Julián Gutiérrez Dávila y Cayetano Cabrera Quintero- son autores de sendas publicaciones de Ejercicios espirituales. En el caso de los del primer autor, podemos observar que están más volcados hacia la práctica externa de la reflexión y la oración, que a enfatizar el aspecto meditativo y la interioridad característicos de los ignacianos. Pero la diferencia más notoria es que la “composición de lugar”,19 tan importante para los segundos, no existe prácticamente en el primero. Véase, por ejemplo, cómo indica Gutiérrez Dávila que ha de proceder “el alma devota” en dos de los puntos de sus ejercicios:

Lo tercero, procure todos los dias desembarazarse una hora, ô á lo menos media (si fuere por la mañana, y de madrugada, será mejor, que es el mas oportuno tiempo) en que meditará el punto que va asignado para cada dia; y despues inmediatamente acabada la meditacion, dirá la Oracion que comienza: Adorete Jesus mio, &c. menos el ultimo dia, en que se dirán sus especiales Oraciones, que allí mesmo se pondrán.

Lo quarto procure entre dia andar interiormente recogida, para lo qual, aprovechará repetir interior, y afectuosamente algunas jaculatorias.20

En cuanto a las prácticas piadosas, también hay una persistente cercanía entre jesuitas y oratorianos, quienes además compartieron el ser hijos del mundo de la imprenta. Para el caso novohispano que aquí estudiamos, la promoción de dichas prácticas puede constatarse en las abundantes publicaciones de los miembros de ambos grupos. Con el fin de observar esto analizamos en primer lugar la obra tanto de los jesuitas como de los oratorianos que registra José Toribio Medina.21 En ésta se registran 416 obras de jesuitas, frente a 128 de oratorianos, y en ambos casos, como puede observarse en el Cuadro 1, hay una mayoría de obras de tipo “piadoso y pastoral”.

Cuadro 1 Comparativo de publicaciones 

Ahora bien, si éste es el espectro general para los siglos XVII y XVIII, hay que tener en cuenta que ello varía cuando nos referimos en forma individual a las figuras famosas de ambos institutos, sobre todo porque se les identifica con su aproximación hacia la denominada “Ilustración católica”. En este caso, si observamos la obra de tres prominentes jesuitas y de tres oratorianos desarrollada durante el XVIII, podemos también distinguir una coincidencia de intereses hacia la emergente Modernidad.

Cuadro 2 Comparativo de obras jesuitas y oratorianas  

En el Apéndice se pueden consultar los títulos completos de cada autor.

Coda

Después de realizar este ejercicio comparativo queremos cerrar este texto reiterando la idea inicial respecto a la importancia de continuar con una agenda de investigación de esta índole. Nos ha parecido muy interesante observar desde este ángulo comparativo la labor de esos dos institutos religiosos, ya que la tendencia a la especialización enfocada a mostrar de forma aislada su acción, no permite ver el espectro completo de la labor religioso-cultural del clero para poder distinguir lo específico y lo general de cada agrupación religiosa en diversos momentos. Con escasas excepciones -entre las que está la reciente obra de Karen Melvin-22 se cuenta con pocos ejemplos de esta índole, al menos para el caso novohispano.

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1 Cabe señalar que el término “congregación” tiene otras acepciones en el marco institucional de la Iglesia, además de aquella en la que está incluida el oratorio filipino. También se le da este nombre a los comités permanentes formados por cardenales y funcionarios para despachar los asuntos de la curia romana (del Santo Oficio, de Ritos, para la Propagación de la Fe, etc.). Igualmente, se denominan “congregaciones”, en las causas de los santos, a las reuniones antepreparatorias, preparatorias y generales. Cfr. Donald Attwater (dir.), Diccionario enciclopédico de la fe católica.

2Constituciones vulgares de la Congregación del Oratorio de Roma fundada por el glorioso S. Felipe Neri, p. 3.

3Robert Danieluk, “Regla”, p. 260.

4Hugo Rahner, “Ignazio di Loyola e Filippo Neri”, pp. 1-13. Traducción nuestra.

5Ibidem, p. 6.

6Ibidem, p. 16.

7Ibidem, p. 11.

8Jeffrey Klaiber, Los jesuitas en América Latina. 1545-2000, p. 85.

9Ernesto de la Torre Villar, “El colegio de estudios de San Francisco de Sales en la congregación de San Miguel el Grande y la mitra michoacana”, pp. 161-198.

10Míriam Bazet, “Crónica filipense. Julián Gutiérrez Dávila”, pp. 1419-1432.

11Juan José de Eguiara y Eguren, El ladrón más diestro del espíritu religioso, el gran patriarca san Felipe Neri, pp. 107-109.

12Josefina Muriel, Los recogimientos de mujeres. Respuesta a una problemática social novohispana, pp. 94 y ss.

13Cfr. Sitio web de la Congregación del Oratorio de México: <http://oratorio.modx.mx/historia.html>.

14Jorge Hernández, La soledad del silencio. Microhistoria del santuario de Atotonilco, pp. 50 y ss.

15Ibidem, pp. 101 y ss.

16Ana Isabel Pérez Gavilán, Corazón sagrado y profano. Historia e imagen, p. 184.

17Hernández, La soledad, op. cit., pp. 83 y ss.

18Carlos Rosignoli, Notizie memorabili degli Esercizi Spirituali di S. Ignazio, fondatore della Compagnia di Giesú.

19Cfr. Perla Chinchilla Pawling, De la “compositio loci” a la República de las letras: predicación jesuita en el siglo XVII novohispano, pp. 131 y ss.

20Julián Gutiérrez Dávila, Exercicios espirituales, para que el alma devota se prepare en el tiempo del Adviento para celebrar con espiritual aprovechamiento la alegre festividad del Nacimiento del Hijo de Dios, hecho hombre para remedio del mundo, s. p.

21José Toribio Medina, La imprenta en México: 1539-1821.

22Building Colonial Cities of God. Mendicant Orders and Urban Culture in New Spain

* Agradecemos su colaboración en la búsqueda de información a Alexandra Hernández, y a Paulina León en su apoyo editorial.

23Fuentes consultadas: José Toribio Medina, La imprenta en México, Ámsterdam, N. Israel, 1965; Olga Valdés García, “Julián Gutiérrez Dávila (1689-1750). Teólogo, filósofo, historiador y poeta castellano y latino”, en Anuario Saber novohispano, México, UNAM, 1994, pp. 201-216; José Mariano Beristáin de Souza, 1756-1817, Biblioteca hispanoamericana septentrional, México, D. F., UNAM-Instituto de Estudios y Documentos Históricos, 1980.

24Fuentes consultadas: Agustin Millares Carlo, Don Juan José de Eguiara y Eugren y su Biblioteca Mexicana, México, Imprenta Universitaria, 1957; Juan José de Eguiara y Eguren, Biblioteca mexicana, pról. y versión española de Benjamín Fernández Valenzuela; est. prel., notas, apéndices, índices y coord. gral. de Ernesto de la Torre Villar, con la colaboración de Ramiro Navarro de Anda, México, UNAM, 1986.

25Fuentes consultadas: Juan Benito Díaz de Gamarra y Dávalos, Tratados, México, UNAM, 2008; Diccionario Porrúa de historia, biografía y geografía de México, México, Porrúa, 1995.

26Fuentes consultadas: Diccionario Porrúa de historia, biografía y geografía de México, México, Porrúa, 1995; José Mariano Beristáin de Souza, Biblioteca hisopanoamericana septentrional, México, UNAM, 1980 (Biblioteca del Claustro, Serie Facsimilar); Cayetano Javier de Cabrera y Quintero, Obra dramática: Teatro novohispano del siglo XVIII, ed. critica, intr. y notas de Claudia Parodi, México, UNAM-Instituto de Investigaciones Filológicas, 1976; Francisco Iván Escamilla, “Cayetano de Cabrera y Quintero y su Escudo de Armas de México”, en Historiografía colonial de tradición española, v. II, t. 2. de Historiografía mexicana, dirigida por Rosa de Lourdes Camelo y Patricia Escandón, México, UNAM-Instituto de Investigaciones Históricas, 2012, pp. 583-603.

27Fuente consultada para todas las referencias jesuitas: José Gutiérrez Casillas, Diccionario bio-bibliografico de la Compañía de Jesús en México, t. XV-XVI, México, Editorial Jus/Buena Prensa/Editorial Tradición, 1961.

Apéndice

Biobibliografía de algunos oratorianos destacados

Julián Gutiérrez Dávila, 1689-1750

Nació en la Ciudad de México. Fue colegial del seminario de San Ildefonso, se matriculó en el segundo curso de artes el 19 de octubre de 1700. En 1717 fue bachiller en filosofía y teología por la Real y Pontificia Universidad. Fue presbítero de la congregación de San Felipe Neri de México y su prepósito entre 1725 y 1728, en 1737, 1740 y 1749 hasta su muerte. Participó en justas literarias, fue confesor, teólogo de cámara y consulta del arzobispo de México, Manuel Rubio y Salinas.

• Obras

Vida y virtudes de el siervo de Dios, el venerable padre d. Domingo Pérez de barcia, presbítero secular, fundador de la casa, y voluntario recogimiento de mujeres, nombrado san Miguel de Bethlen, en la ciudad de México. En Madrid/ 1722, Pucherrima Panormi Rosa, Quae inter regales orta delicias, mundi, fugiens illecebras, aulam reliquit, ut in antro floresceret cirtutum odore facionorumsque suffimine. Vita inquams. Rosaliae virgins panormitanae: Cuius heroinae tantae sacra trophea. Superiorem permissu. Mexici: apud heredes Michaelis de Ribera anno domini/ 1725, El vice-dios de la tierra debido a el vice-dios del cielo/ 1727, El sabio con el corazón en la diestra/ 1733, Ejercicios espirituales para que el alma devota se prepare en el tiempo de adviento para celebrar con espiritual aprovechamiento la alegre festividad del nacimiento del Hijo de Dios hecho hombre para remedio del mundo/ 1735 Novena de Nuestra Señora de la Natividad/ 1736, Memorias históricas de la Congregación de el Oratorio/ 1738, Vuelos amantes de la Sagrada Flor de Palermo/ 1740, Sermón Panegírico/ 1741, Novena al glorioso s. Jacinto del Sagrado Orden de Predicadores/ 1744, Novena al glorioso mártir S. Primitivo/ 1748, Novena al maravilloso medico mártir san Pantaleón/ “Romance lyrico” En Salamanca/ Historia mitológica en que sucinta y numerosamente da razón de los falsos dioses a quienes tributo torpes y sacrílegos cultos la ciega y supersticiosa vana gentilidad.23

Juan José de Eguiara y Eguren, 1696-1763

Nació en la capital de la Nueva España, fue colegial real de oposición en el Seminario de San Ildefonso y cursó filosofía en el Colegio Máximo de San Pedro y San Pablo de la Compañía de Jesús. Obtuvo el título de clérigo de menores; en la Real y Pontificia Universidad siguió los estudios de Artes, Filosofía y Teología. Fue tesorero de la Catedral de México, examinador sinodal del Arzobispado, conciliario y diputado de la Hacienda Real de la Universidad Pontificia, calificador del Santo Oficio de la Inquisición, capellán de las monjas capuchinas, teólogo de cámara y consultor ordinario del arzobispo Rubio y Salinas, miembro de la congregación de San Pedro Juárez y diputado del seminario conciliar, juez conservador de la provincia del santísimo nombre de Jesús de San Agustín de México.

Desde 1709 mantuvo una academia que comenzó su actividad en el oratorio de San Felipe Neri y se trasladó después a la Real Universidad bajo su presidencia en 1712. En sus sermones se daban noticias en torno de las ciencias: astronomía, meteorología, minería, náutica, conforme al tema, para difundir esos conocimientos entre el pueblo.

• Obras

1748, La quintaescencia de la Perfección Christiana en el Instituto de la Hospitalidad Bethlemitica/ El Santísimo Sacramento, conductor de nuestra flota/ 1731, El mejor piloto sin arte/ El Salvador Mexicano/ 1749, Christus el rey admirable, porque hace Reyes/ 1748, Flota y armada en el Santísimo Sacramento/ 1749, El remedio de la bienaventura en la tierra/ 1727, La verdad de la Resurrección en la tierra/ 1748, La paciencia de Cristo cuando agoniza enseñando la doctrina Christiana/ 1737, La invención de la Doctrina Christiana por la Santa Cruz en el cielo/ 1733, El anteojo de larga vista/ 1736, La llave maestra. La Santa Cruz/ 1750, La santidad inquieta y juntamente sosegada/ Año desconocido, La amada de Dios por antonomasia/ 1722, La locura del amor divino/1728, La Santa a la medida del corazón de Dios/ 1750, La llave del cielo en la mano del Príncipe de los Angeles San Miguel/ 1735, El sacrificio de San Pablo en su conversión/ 1745, El martirio de San Francisco Javier. Panegírico/ 1748, La campana sonoramente multiplicada/ 1750, El camino para llegar al cielo con descanso/1747, El Serafin entre los hombre y Cherubin entre los serafines San Luis Gonzaga/ 1750, Santiago apóstol del Nuevo Mundo antes de su descubrimiento/ 1748, El hombre convertido en hombre/ La congregación de todos los ángeles y hombres santos excedida por San Joseph/ 1727, La estatua de si mismo. Panegírico/ 1745, El camino del cielo en la Congregación de San Rafael. Panegírico/ 1730, Los ápices de las virtudes compendiadas en los de las letras. Panegírico/ 1749, Sermón viernes de enemigos/ 1731, Lázaro, predicador de la muerte. Sermón/ 1726, Un Santo en la tierra semejante a los Santos del Cielo y en las mismas semejanzas sin semejanza. Panegírico/ El ladrón mas dichoso de el espíritu religioso, el Gran Patriarca San Phelipe Neri. Panegírico/ Sermón en la fiesta de San Felipe Neri/ El apóstol del Mundo sin salir de Roma. Sermón/ 1724, El año Santo. Panegírico/ 1721, La muerte de los justos preciosa; la muerte de los pecadores pésima. Sermón/ 1724, El tesoro más rico en una piedra. Panegírico/ Sermón en la fiesta de la Inmaculada Concepción/ 1721, La flor de los tormentos y flor de las coronas. Sermón/ 1724, Los reverberos luminosos de la sombra. Panegírico/ 1720, Triunfante y cautivo a un tiempo. Sermón/ 1723, Los príncipes de la Sangre. Sermón/ 1722, El siervo de la sangre real. Panegírico/ 1722, El heroico poder y querer de Santiago Apóstol/ 1721, La santidad heroicamente animada por la sabiduria. Panegírico/ 1718, El capitán ambidiestro/ 1723, El hombre de los hombres y el hombre de Dios, el grande San Antonio de Padua. Sermón/ 1721, El infierno alambicado/ 1725, Christo prisionero de amor en la cárcel del Augustísimo Sacramento de el altar/ 1759, La medida de los pecados/ 1756, María Santísima pintándose milagrosamente en su bellísima imagen de Guadalupe de Mexico, saluda a la Nueva España y se constituye su Patrona. Panegírico/ 1758, Sermón de la Asunción de nuestra Señora/ La mujer fuerte. Sermón/ La muralla de México. Sermón/ 1759, La madre de todos los santos. Sermón/ 1727, El triunfo de la omnipotencia. Sermón/ 1758, El llanto de Jesus entrando en Jerusalem. Sermón/ 1759, Admiracion de que Christo Señor Nuestro, no halle hospicio entrando triunfante en Jerusalem. Sermón/ 1760, La palma ingerta en Oliva. Sermón/ 1760, El beneficio de la fe. Sermón/ 1760, La redención del mundo anticipada y repetida en el Eucarístico Sacramento. Panegírico/ 1760, La idea del que comulga. Sermón/ 1761, Jesus a quien buscan los Reyes Magos, nacido para salvar a todos los hombres. Sermón/ 1761, La entrada de Christo triunfante en Jerusalem. Sermón/ 1761, La gloria de la tierra. Conocer por la fe la Santísima Trinidad. Sermón/ Conversion de San Pablo en su dia. Sermón/ Sermón de San Miguel/ Sermón de San Lorenzo/ Sermón del Sr. Santiago/ Sermón en la Pascua del Espiritu Santo/ Sermón en la fiesta del Santísimo/ 1761, La bienaventurada de la tierra. Sermón/ 1727-1761, Veinticinco Sermones breves de la Institucion del Santísimo Sacramento/ 1752, Arte para vivir muchos años. Sermon de la Circuncicion de Christo Señor Nuestro. Sermón/ 1755, El arte de vivir muchos siglos. Sermón/ 1757, La redentora del Redentor. Sermón/ 1754, El sol y la luna, parados y moviéndose. Sermón/ 1754, El telescopio. Sermón/ 1751, El Nuevo Mundo de la Bienaventuranza. Sermón/ 1753, Las glorias de los gloriosos señores san Joaquin y Santa Anna por ser fundadores de la Congregación más santa. Panegírico/ 1753, La quintaescencia. Sermón/ Sermón de la fiesta celebrada día de Nuestra Señora de las Nieves /1755, El hombre convertido en dominación. Sermón/1754, El hombre convertido en trono. Sermón/ 1752, El hombre convertido en arcángel. Sermón/ 1753, La hidropesía saludable. Sermón/ 1753, La revelación al parecer increíble. Sermón/ 1752, La santidad académica. Sermón/ 1758, Cristo Señor Nuestro coronado en el martirio de su nacimiento. Sermón/ 1748, El libro de la generación de la Iglesia del Nuevo Mundo del Imperio Mexicano. Panegírico/ 1749, La Cristianidad del Imperio Mexicano confirmado por María Santísima en su prodigiosa Imagen de Guadalupe de México. Panegírico/ 1739, María Santísima desde su concepción, templo fabricado por el Espíritu Santo para enseñar a los hombres a cantar el Rosario de la misma Santísima Señora. Panegírico./ 1749, Los progresos de la Santidad de María en el instante de su Concepción. Panegírico/ 1729, La Purísima cifrada en la letra O. Panegírico/1732, Todos los remedios en uno/1736, El nacimiento de todos los santos en el de María Santísima/ 1723, Sermón de Nuestra Señora de las Nieves/ 1749, Las reliquias de los buenos pensamientos/1750, Frutos de la lección espiritual/1743, Cristo Nuestro Señor convirtiendo a Magdalena y en la Magdalena convertida, enseña el modo de convertir gran número de pecadores de la ciudad de México, de todo el reyno y Nuevo Mundo. Sermón.24

Benito Díaz de Gamarra, 1745-1783

Nació en Zamora. Fue colegial de San Ildefonso en México y se graduó de bachiller en Cánones. En 1764 ingresó al oratorio de San Miguel el Grande, del cual fue procurador de 1767 a 1770. Obtuvo el título de doctor en Cánones por la Universidad de Pisa, fue socio de la Academia de Ciencias de Bolonia y protonotario apostólico de honor de su Santidad, doctor profesor de Filosofía y rector del Colegio de San Francisco de Sales, del oratorio de San Miguel el Grande. En 1778 se le concedieron en propiedad los títulos y empleos de Calificador y Comisario del Santo Oficio.

• Obras

1774, Elementa recentioris philosophiae, Mexico/ 1776, El sacerdote fiel y según el corazón de Dios. Elogio fúnebre que en las exequias celebradas el 22 de abril de 1776 en el Santuario de Jesus Nazareno de Atotonilco a su patrón y fundador el padre don Luis Felipe Neri de Alfaro dijo el padre doctor/ 1779, Camino del cielo facilitado a los que viven en el siglo por la vida y nuevo Instituto de San Felipe Neri/ 1780, [Carlos Rolin], Selectae e Veteri Testamento Historiae. Reflexiones cristianas sobre ellas de Gamarra/ 1783, Santos deseos de una cristiana muerte o preparación para ella en un retiro de ocho días o en un dia de cada mes/ 1790, Memorial ajustado/ 1809, Modo fácil y breve y provechoso para visitar a el Santisimo Sacramento/ Año desconocido, Maximas de educación en la piedad cristiana y en la política, para instrucción de los alumnos del Colegio de San Fco. de Sales del Oratorio de esta villa de San Miguel/ Año desconocido, Ejemplar de religiosos. Vida de la M. R. M Sor María Josefa Lino de la Santísima Trinidad, Fundadora del RI. Conento de la Purisima Concepción en la villa e San Miguel el Grande/ Año desconocido, Estevan de Orellana, Instrucción de la lengua latina o arte deaquirirla por la traducción de los autores, Introducción de Gamarra/ Año desconocido, [Diego Jose Abad.], Musa Americana xxix primeros cantos del poema. Prólogo latino de Gamarra/ Año desconocido, Coloquios con Jesús desde el Huerto hasta el sepulcro/ 1781, Errores del entendimiento humano /1782, Academias de Geometría/ 1782, Vida de Sor Maria Josefa Luis de la Trinidad.25

Cayetano Cabrera Quintero, finales siglo XVII o principios del XVIII-ca. 1774

Nació en la Ciudad de México alrededor de 1700, estudió en el seminario tridentino de la misma ciudad y asistió a la facultad de teología en la universidad donde se graduó de bachiller en 1723. Desde entonces fue miembro de la academia teológica de San Felipe Neri, de la cual fue secretario. Entre 1732 y 1746 fue preceptor y capellán de pajes del arzobispo-virrey Antonio de Vizarrón y Eguiarreta. Calificador del Santo Oficio en 1747, rector y capellán de las recogidas de Nuestra Señora de la Misericordia en 1766. Escribió en latín y español, fue autor dramático, traductor de Horacio y Juvenal y apologista guadalupano. Murió muy pobre en el hospital de Betlemitas, alrededor de 1774.

• Obras

1723, Himeneo celebrado. Festivos aplausos, con que la imperial ciudad de México celebró los desposorios del Príncipe de Asturias, Luis Fernando, con la serenísima Princesa de Orleans/ 1725, Sapientiae sidus, minervalis Hesperi ascensus/ 1724, Descripción del templo y convento de Corpus Christi, que para Indias religiosas Capuchinas fundó el Exmo. Marqués de Valero, virrey de la Nueva España/ 1730, Águila mística exaltada en los ápices del Carmelo/ 1732, Viva copia del sagrado y magnánimo macabeo Juan Hircano/ 1732, Índice poético de la vida del seráfico padre san Francisco de Asís/ 1734, Hebdomadario trino o ejercicios devotos en honor a la Beatísima Trinidad/ 1741, El patronato disputado o Disertación apologética del voto y juramento del Patronato de Nuestra Señora de Guadalupe/ 1746, Escudo de armas de México, dedicado al rey Fernando VI/ 1743, Julio Maximino Vero: Arco triunfal erigido por la Ciudad de México a la entrada del virrey conde de Fuenclara/ 1743, El nuevo Ulises: Arco triunfal erigido al mismo virrey en su solemne entrada, por la metropolitana iglesia de México/ 1746, Justa gratulatoria al singular esmero con que celebró México el segundo siglo de la aparición de Nuestra Señora de Guadalupe/ 1725, Poesías varias sobre la renuncia que hizo de la corona el señor Felipe V/ 1725, Llanto de Apolo en la muerte de Jacinto. Aparato fúnebre con que el tribunal de la Inquisición de la Nueva España celebró las exequias del Señor Luis I/ 1740, Arcos triunfales que la iglesia catedral de la ciudad de México erigió en la entrada del virrey duque de la Conquista/ La esperanza malograda/ El iris de Salamanca/ Trescientos epigramas latinos de célebres autores, traducidos en verso castellano/ Poesías sagradas latinas y castellanas/ Vida de santa Rosa de Lima en verso latino/ Hymni omnis summa et mesurae ad imitationem Prudentii, Christiani/ Varias sátiras y epístolas de Horacio en español/ Poema de santa Cristina, la admirable/ Seis sátiras de Juvenal en tercetos castellanos.26

Biobibliografía de algunos jesuitas destacados

Xavier Francisco Alegre, 1729-1788

Nació en la ciudad de Veracruz. En 1741 ingresó al colegio de San Ignacio en Puebla donde estudió filosofía, después fue a la Ciudad de México a estudiar derecho y teología y posteriormente ingresó al seminario Palafoxiano a continuar con su preparación en esta última. En 1747 ingresó al noviciado de Tepotzotlán, en donde aprendió italiano, griego, hebreo y después inglés y francés. En 1754 fue ordenado como sacerdote, fue nombrado historiador de la provincia; maestro de Gramática y Humanidades en México, Retórica y Filosofía en el Colegio de La Habana, Cánones y Derecho Eclesiástico en Mérida, Letras Humanas en San Ildefonso; formó una Academia de Bellas Letras y Matemáticas. Murió en Bolonia por un ataque de apoplejía.

• Obras

1766, Inscripciones latinas y españolas del P. Fr.\ncisco Xavier Alegre en la obra: Relación del Funeral Entierro, y Exequias del limo. Sr. D. Manuel Rubio y Salinas/ 1766, Parentalia. in obitu Mariae Elisabcthae Farnesiae Hispaniae Reginae/ 1773, Pontiani Tugnonii, Civis Mexicani (pseudónimo del P. Francisco Xavier Alegre) Alexandriados, sive de expugnatione Tyri ab. Alexandro Macedone libri quatuor. Forolivii/ 1776, Americani Veracrucensis Homeri Ilias latino carmine expressa/ 1789-1791, Presbyteri Wracrucensis. Institutionum Theologicarum Libri xviii/ Año desconocido, Ars Rhetorices ex Tulii praeceptis concinnata. Panormi/ Año desconocido, Elementorum Geometriae Libri xi\^ Sectionum Conicarum Libri iv, una cum Tractatu de Gnomonica. Bononiae/Año desconocido, El Arte Poética de Boileau, traducida al castellano, Bolonia/ Año desconocido, Compendio de Bion y Stonio sobre instrumentos matemáticos, Bolonia/ Año desconocido, Alvarus Cienfuegos de Vita abscondita ad Scholarum usum compendium radactus, Bononiae/ Año desconocido, Rosaliae poenitentis lacrymae versu elegiaco/ Año desconocido, Lyrica et Geórgica in B Mariae Guadalupanae elogium/ 1841, Historia de la Compañía de Jesús en Nueva España, que estaba escribiendo el P. Francisco Javier Alegre al tiempo de su expulsión, México/ 1889, Opúsculos inéditos latinos y castellanos del P. Francisco Xavier Alegre (Veracruzano) de la Compañía de Jesús, México/ 1940, Memorias para la Historia de la Provincia que tuvo la Compañía de Jesús en Nueva España, escritas por el P. Javier Alegre de la misma Compañía.

Francisco Javier Clavigero, 1731-1787

Nació en la ciudad de Veracruz. Estudió gramática en el Colegio de San Jerónimo, filosofía y teología en el Colegio de San Ignacio y letras en Tepotzotlán, en donde ingresó al noviciado en 1750. Estudió griego, hebreo y teología en el Colegio de México, donde fue maestro de retórica; además, maestro de indios en el Colegio de San Gregorio de México, operario de indios en el Colegio de San Francisco Javier de Puebla, profesor de Filosofía en el Colegio de Guadalajara y en el Colegio de San Francisco Javier de Valladolid. Después del destierro a Italia vivió en la misma casa donde moraban Alegre, Dávila, Landívar y otros literatos. Murió en Bolonia.

• Obras

1761, Memorias edificantes del doctor dn. Manuel Clavijero, Sacerdote del Obispado de la Puebla, recogidas por su hermano/ 1762, Compendio de la vida, muerte y milagros de Sn. Juan Nepomuceno, escrito en lengua italiana por el P. César Calmo de la Compañía de Jesús y traducido a la castellana por el P. Javier Clavijero de la misma Compañía/ 1762, Elogio de Sn. Francisco Javier/ Año desconocido, Edidit Mexici Conclusiones 204 ex universa Philosophia, quas doudecim e suis auditoribus defendendas susceperunt, quaeque recentiorum Philosophorum doctrinas physicas continent/ 1766, Elogio de Sn. Ignacio de Loyola, predicado a la Real Academia de Guadalajara/ 1780, Storia antica del Messico cavata da “Migliori Storici Spagnuoli, da Manuscritti, e dalle pitture antiche degl” indiani: Divisa in diecilibri, e corredata di carte geografiche, e di varié figure: e dissertazione sulla térra, sugli animali, e sugli abitatori del Messico. Cesena/ 1782, Breve ragguaglio della prodigiosa e rinornata Immagine della Madona di Guadalupe del Messico, Gesena/ 1789, Storia della California, opera postuma del Nob Sig. Abate D. Francesco Saverio Clavijero, Venezia/ Año desconocido, Diálogo entre Filaletes y Paleófilo sobre la Física, Ms./ Año desconocido, Certamen poético para la noche de Navidad del año 1753, presentando al Niño Jesús bajo la alegoría de Pan, Ms./ Año desconocido, Diálogo entre Filaletes y Paleófilo contra el argumento de autoridad en la Física, Ms./ Año desconocido. Plan de una academia de ciencias y Bellas Letras. Ms./ Año desconocido, Ensayo de la Historia de la Nueva España, Ms./ Año desconocido, De las colonias de los Tlaxcaltecas, Ms./ Año desconocido, De los linajes nobles de la Nueva España, Ms./ Año desconocido, Physica particularis/ Año desconocido, Manuscrita varia, lingua greca, latina, gállica et etrusca

Juan Antonio de Oviedo, 1670-1757

En 1678 obtuvo el grado de Doctor en Teología. Ingresó al noviciado de Tepotzotlán en 1690, y en 1695 fue ordenado como sacerdote. Fue profesor de Filosofía en el Colegio Máximo de México, rector y profesor de Moral en el Colegio de Guatemala, rector del Seminario de Guatemala, profesor de Sagrada Escritura en el Colegio de San Ildefonso de Puebla y rector del mismo, procurador en España y Roma, rector en el Colegio del Espíritu Santo de Puebla, visitador de la Provincia de Filipinas, rector del Colegio Máximo de San Pedro y San Pablo de México, provincial de la Provincia de Nueva España, prepósito de la casa Profesa en México, consultor de Provincia y padre espiritual en el Colegio Máximo, prefecto de la Congregación de la Purísima en México, prepósito de la casa Profesa de México y rector del Colegio de San Andrés de México.

• Obras

1702, Vida ejemplar, heroicas virtudes y apostólicos ministerios del venerable P. Antonio Núñez de Miranda/ 1704, Elogio fúnebre de don Alonso Cevallcs Villagutiérrez/ 1718, Panegíricos de María Santísima y de los Santos, Madrid/ 1725, Sermón de San Ignacio de Loyola/ 1726, Vida de la Virgen María manifestada en sus 15 misterios principales/ 1730, Novena del glorioso mártir San Juan Nepomuceno/ 1727, Vida y virtudes del P. Pedro Spechiali/ 1727, Vidas de San Estanislao de Kostka y San Luis Gonzaga/ 1728, Sermón en las honras fúnebres de Sor María Inés de los Dolores/ 1731, Sermón en la publicación de la Bula de la Santa Cruzada/ 1735, El devoto de la Sma. Trinidad, México/ 1637, Vida de San Juan Francisco Regle/ 1739, Sermón en las honras fúnebres de la Marquesa de las Torres/ 1747, Menologio de los Varones ilustres/ 1749, La quinta esencia del amor y compendio maravilloso de las finezas del Corazón de Jesús en el augustísimo Sacramento del Altar/ 1751, Declaración del jubileo año Santo/ 1752, Vida del P. Joseph Vidal. México/ 1753, Vida y afanes apostólicos del venerable Padre Juan de Ugarte, Misionero de las Californias/ 1754, Succus Theologiae Moralis/ 1755, Elogio de muchos hermanos Coadjutores/ 1861, Zodíaco Mariano, historia de la Imagen de Ntra. Sra. de los Dolores que se venera en una capilla de la Iglesia Parroquial de San Juan Acatzineo/ 1761, Novena de San Joaquín.

Francisco Xavier Lascano, 1702-1762

Nació en la ciudad de Puebla, descendiente de san Ignacio de Loyola, hermano carnal del padre Ignacio Dávila. En 1717 ingresó al noviciado de Tepotzotlán. Fue maestro de gramática en el Colegio Máximo, al mismo tiempo que estudiaba Teología. En 1726 fue ordenado como sacerdote por el Ilmo. Fray Joseph Lancicgo, arzobispo de México. En el Colegio de San Ildefonso de Puebla impartió clases de Filosofía y fue rector del mismo, en la Real Universidad, la Academia Real y el Colegio Máximo de México fue profesor de Teología y Prefecto de la Congregación de la Purísima.

• Obras

1743, Elogio fúnebre del ilmo. Sr. Don Tomás Montano, Rector de la Universidad de México y Obispo de Oaxaca, México/ 1760, Día feliz en obsequio del amoroso Corazón de Cristo Jesús sacramentado, con unas alabanzas añadidas al fin del dulcísimo nombre de Jesús/ Novena y sábados de la Inmaculada Virgen María, coronada Reina de Loreto/ Vida y virtudes de los Padres Keller y Mateo Ansaldo/ 1750, Índice práctico moral para los sacerdotes que auxilian moribundos/ 1750, Opusculum Theophilosophicum de principatu seu antelatione marianae gratiae/ 1755, Doctrina cristiana en verso castellano/ 1756, Plática moral sobre la limosna, México/ 1756, Suplemento al catecismo del P. Bartolomé Castaño/ 1757, Ejemplo que según la costumbre de los sábados de cuaresma predicó el P. Francisco Javier Lazcano de la Compañía de Jesús en el Colegio Máximo de San Pedro y San Pablo/ 1757, Brevis notitia apparitionis mirabilis B. Mariae Virginis de Guadalupe, Roma/ 1758, Sermón edificante sobre la tierna y venerable memoria del Sr. Dr. Don Francisco Rodríguez Navarijo/ 1759, Sermón panegírico al ínclito patronato de María Sra. Nuestra en su milagrosísima imagen de Guadalupe/ 1760, Exhortación evangélica para excitar el celo y piedad de los fieles americanos para el socorro con limosnas de las misiones de China, India oriental y costas del Maduré/ 1760, Vida ejemplar y virtudes heroicas del venerable padre Juan Antonio de Oviedo de la Compañía de Jesús/ 1832, Novena consagrada a la Virgen María de Altagracia/ 1770, Método para comulgar con mucho fruto/ 1794, Novena a San Francisco de Borja/ 1764, Día Angélico en honor del arcángel San Miguel/ Opúsculos varios manuscritos.27

Recibido: 16 de Octubre de 2017; Aprobado: 22 de Febrero de 2018

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