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Historia y grafía

versão impressa ISSN 1405-0927

Hist. graf  no.44 México Jan./Jun. 2015  Epub 21-Nov-2019

 

Expediente

Historia conceptual y crisis de la modernidad

Historicidad y atemporalidad en la investigación sobre historia conceptual *

Historicity and Temporality in Research on Conceptual History

Ernst Müllera 

aProfesor Asociado en el Instituto de Filosofía de la Universidad Humboldt-Berlin Alemania.


Resumen

En principio quiero hacer hincapié en la diferencia que existe entre (primero) postular la historicidad de un concepto con el fin de adjudicarle respetabilidad como longue durée, y (segundo) poner el enfoque en que la historización tiene el objeto de emitir juicios sobre la base de la historicidad y las rupturas de los conceptos. En resumidas cuentas, la historia conceptual acontece -y se la puede abordar- desde perspectivas filosóficas y concepciones del mundo muy diferentes.

Palabras clave: historicidad; atemporalidad; historia conceptual; discurso filosófico; modernidades

Abstract

I want to emphasize the difference that exists, firstly, between a concept's historicity regarding the longue durée. Secondly, I want to stress, as an alternative, historicizing and how it judges the basis of its own historicity and the rupture of concepts. To conclude: conceptual history happens (and can be studied) from philosophical perspectives and from very different conceptions of the world.

Keywords: historicity; non-temporality; conceptual history; philosophical discourse; Modernities

Introducción

Es incuestionable que la investigación sobre historia conceptual no es sólo un momento esencial del historicismo. Ella fue la que también fomentara el pensamiento histórico mismo, lo radicalizara e hiciera visible sus consecuencias; sobre todo el conocimiento de que no sólo la experiencia tiene un índice temporal, sino también el lenguaje que posibilita esta experiencia, y los conceptos fundamentales. Sólo gracias a este proceso discursivo es que se pueden pensar rupturas históricas, umbrales o cambios paradigmáticos. En este sentido es que la investigación histórico-conceptual parece encarnar un ideal de cientificidad en las ciencias del espíritu (Geisteswissenschaften). La labor hermenéutica se une así, en el mejor de los casos, con la investigación positiva, descriptiva e imparcial (más allá de la supeditación a intereses particulares), a fin de delinear orígenes heterogéneos, filiaciones, ramificaciones y controversias discursivas en un proceso de alto grado contingente y abierto hacia el futuro.

No obstante, esta imagen cambia a la luz de la incursión de teorías de investigación histórico-conceptuales, como inicio de los grandes proyectos léxicos, con el Diccionario histórico de la filosofía o el de Conceptos históricos fundamentales1 Pero al mismo tiempo no pasa desapercibido que por detrás de esenciales teorías histórico-conceptuales, elaboradas con un empeño de conse cuente historicismo, de modo sorprendente se ocultan figuras de pensamiento de fuerte filiación normativa, que en el fondo terminan siendo ahistóricas. Es en este sentido que la historia conceptual se presenta con frecuencia como un simple medio para enfocar finalidades sistemáticas que diseña más bien una política conceptual y legitimidad teórica a través del objeto histórico. Sólo a la luz de un proceso más largo -el que no se diera gracias a una crítica explicita, sino que fuera impuesto sobre todo por medio de (latentes) patrones filológico-históricos de corte pragmático- es que se pudieron restringir tales pautas. Esta afirmación tiene validez para ambas corrientes de la historia conceptual: la filosófica y la historiográfica. Voy a empezar concentrándome en el discurso filosófico. Después trataré de mostrar con un ejemplo que la tesis tiene también validez para las mismas ciencias históricas. Aunque mis ejemplos estén situados en la tradición teórica alemana, esto no significa que no se puedan observar similitudes con otras tradiciones. Me refiero por ejemplo a lo que el influyente historiador y cientista de literatura, Arthur Oncken Lovejoy, ha propuesto con sus unit-ideas (ideas unitarias).

Las figuras en cuestión, figuras franca o subrepticiamente opositoras al enfoque histórico de la historia conceptual, son:

  • Normatividad de la Antigüedad (Trendelenburg)

  • Historia conceptual como mera apariencia (Teichmüller)

  • Complementariedad de historicidad y lógica de los conceptos (Eucken)

  • Reducción antropológica (Rothacker)

  • Salto existencial (Heidegger, Bultmann)

  • Huellas de la metafísica (Blumenberg)

  • Revisión decisionista de los conceptos fundamentales (Schmitt, Brunner).

I. Normatividad de la Antigüedad (Trendelenburg)

No es necesario retornar a Hegel, cuya unidad (en rigor obligada) de génesis conceptual y sistema es un topos conocido. Mucho más sintomático es el hecho de que justamente allá, donde -de manera explícita contra Hegel- en apariencia se originara una historia conceptual de corte empírico-filológico, se hayan repetido estructuras muy similares.

En la filosofía alemana, Friedrich Adolf Trendelenburg fue la figura central para el nacimiento de la historia conceptual. Ésta supuso una crítica radical de la filosofía de Hegel y de un tipo específico de filosofías idealistas. Fue este filósofo berlinés, al que Klaus Kähnte llamara el "gran desconocido" del siglo XIX,2 el que durante la segunda mitad del siglo XIX influenció de modo considerable a diferentes filósofos y filosofías: partiendo de Kierkegaard, pasando por diferentes filósofos neokantianos, siguiendo desde Dilthey hasta los positivistas. Es Trendelenburg el que -gracias a su maestro Schleiermacher- estuvo cerca de la filosofía y de la teología y -como discípulo de August Boeck y Franz Bopp- cerca de la filología histórica.3

A partir de esta constelación es que la filosofía se apartó del concepto de la otrora hegeliana unidad entre sistematicidad e historia, así como de la noción de que esta unidad no fuera cognoscible de manera empírica (se podría decir filológica), sino sólo a través del "ojo eliminatorio" de casualidades que se adjudicara a la Razón. El credo hegeliano, según el que la Razón (la verdad de los conceptos) -aunque éste sea un proceso en extremo contradictorio- se realiza en la historia, se había descompuesto. En la dialéctica moderna, al parecer "los conceptos fueron tirados y jaloneados, en vez de ponerlos al gobierno de las cosas en consideración de su contenido".4

Aunque Trendelenburg haya irrumpido de modo inflexivo hacia una historicidad lingüística y filologización de la historia filosófica, no pudo percatarse de una fundamental inconsecuencia que también fue parte del discurso de sus discípulos: el déficit en sí de desvincular la historicidad de los conceptos de la relativización de las "verdades" filosóficas de corte ahistórico. Su enfoque historicista terminó, en consecuencia, capitulando ante una ruptura ineludible entre sistematicidad e historia. Para decirlo con más exactitud: una ruptura entre lógica formal e historia conceptual.

Trendelenburg había partido del supuesto de que con las filosofías y conceptualidades de Platón y Aristóteles se había llegado a un grado filosófico tal, que sólo le faltaba ser desarrollado "orgánicamente". El mismo que, en su concepto, había sido falsificado y aguado por filosofías de Kant a Hegel -viciosas de innovación-. A su parecer, el sentido categórico de la filosofía reside en hacer crecer en analogía a las ciencias mismas y desarrollarse de modo constante por medio de la captación y prosecución de los "problemas". El discurso parece terminante, al plasmarse en la sentencia:

Se tiene que renunciar a este prejuicio de los alemanes, que resulta del postulado de que se debe encontrar un nuevo principio de formulación. A pesar de que el principio de modo evidente ya se encontró, estando fundamentado en una concepción del mundo ("Weltanschauung") orgánica que se iniciara con Platón y Aristóteles, que fuera continuada a partir de ellos, y que, a tra vés de la indagación profunda de los conceptos fundamentales así como de las partes singulares en correlación con las ciencias reales, a la fecha tiene que conformarse y, de modo paulatino, llegar a su plenitud.5

Lo que, en consecuencia, significa que las construcciones ideales deben ser reemplazadas por la recopilación de los hechos (inclu yendo a los histórico-conceptuales), la introspección reflexiva y la actividad en torno a la diversidad de las cosas así como por el pensamiento empírico e inductivo.

2. Historia conceptual como mera apariencia (Teichmüller)

El antimodernismo y antihistoricismo, perfilado sobre todo en contra del concepto de desarrollo dialéctico en Hegel, tomó, a diferencia de Trendelenburg, mayor claridad con su discípulo Gustav Teichmüller, quien en 1868 primero fuera sucesor de cátedra de Dilthey en Basilea y después, entre 1871 y 1888, enseñara en la Universidad de Tartu.6

En los últimos años, Teichmüller volvió a ser una fuente referencial importante en la recepción de la historia conceptual de corte filosófica, siendo, sin lugar a duda, uno de sus precursores. Sin embargo, cabe mencionar que tampoco él tuvo una verdadera comprensión de la historicidad de los conceptos, mantuvo siempre una posición defensora de las ideas ahistóricas y descon-textualizadas de Platón. A su parecer, la historia filosófica de la historia conceptual pone al descubierto los orígenes antiguos, "los inalterables bloques tallados" de la filosofía,7 "el significado eterno de esta vieja sabiduría",8 al afirmar apodícticamente que "las formas fundamentales [...], determinadas de modo sistemático, se repiten en todos los siglos".9

En su concepto, se trata de vislumbrar el origen o la fuente de conceptos, frente a los cuales la historia que la sucede no puede ser más que declive o deformación. Wolfgang Rother ubica así la perspectiva de Teichmüller hacia la Antigüedad: "que es base de una teoría de la historia conceptual que termina negando todo desarrollo real de los conceptos, reduciéndola a un principio destructor de un aparente epifenomenal desarrollo".10 Lo último es consecuencia de una filosofía que subordina el acontecer histórico a lo inevitablemente aparente, lo perspectivo y fenomenológico, sometiéndolo a un mero producto del pensamiento científico-reflectante. Los conceptos del "mundo real" contienen así una relación topológica consistente. Esta topografía conceptual de carácter estático-relacional es la razón por la que Teichmüller termina rechazando tanto la fragmentación léxico-alfabética de la historia conceptual como la jerarquización sistemática de los conceptos en el sentido hegeliano.

Lo sintomático aquí es que en su teoría sobre historia conceptual, Teichmüller ponga el foco de atención hacia desviaciones o desarrollos erróneos de carácter patológico, con un recurso referencial hacia la segunda mitad del siglo XIX, en el que se presenta con frecuencia una analogización entre desarrollo biológico-orgánico y lingüístico-conceptual.

A menudo, un concepto se torna mucho más claro cuando se lo vislumbra en sus formas de desarrollo posterior. La compara ción anatómica y fisiológica -un quehacer frecuente de ciertos fisiólogos- del pollo en el huevo con el organismo adulto no es concluyente, aunque sí lleva una cierta razón analógica: porque las formas de desarrollo de los conceptos no responden siempre a formaciones normales que han anticipado y acentuado el estado fetal en consideración de su figura en plenitud. Éstas son a me nudo sólo usos y, por lo demás, formas recónditas del concepto, traslucidas en figuras de plena fantasía.11

Es justamente Teichmüller el que muestra -la hasta ahora vigente- discrepancia de la historia conceptual filosófica. El mismo que, en el concepto de Gottfried Gabriel -filósofo analítico prominente y uno de los editores de los últimos tomos del Diccionario histórico de la filosofía-, expressis verbis es el "fundador de la historia conceptual". Un fundador hacia el que Gabriel expresa su aprecio por su enfoque antihistoricista.12

3. Complementariedad de historicidad y lógica de los conceptos (Eucken)

Con Gottlob Frege y Rudolf Eucken se cruzaron, en los años setenta del siglo xix en la Universidad de Jena, los caminos de dos filósofos y filosofías que, vistos en retrospectiva, significaron un encauzamiento del desarrollo de importantísimas teorías del siglo XX. En el año 1879 publicaron Frege su Escritura conceptual (Begrifsschrift)13 -que por su orientación científica fuera programática para su posterior filosofía analítica y el positivismo lógico- y Eucken su Historia de la terminología filosófica. La relación entre ambos pensadores es en especial interesante y sintomática porque -in nuce y de modo personalizado- muestra un dualismo metódico que - manifiesto antes que nada en la filosofía- marca una figura general en el campo del concepto del concepto.14 Eucken traza una frontera con las ciencias naturales al polemizar contra la incursión de sus conceptos en el lenguaje filosófico y de la vida cotidiana. El caso de Frege es inverso, al pretender -por medio de la formalización de los conceptos- excluirlos de su historicidad y su origen cotidiano.

Siguiendo la tradición de Leibniz, Frege -matemático y cientista lógico- trató de reemplazar el lenguaje cotidiano impreciso y la gramática empírica por un lenguaje ideal de lógica formalizada, asumiendo de Trendelenburg el término Begriffsschrift en pos del programa de una lingua rationalis.15 Esta teoría legitimaba los conceptos sólo en cuanto se puedan indicar significados, lo que para Frege quiere decir: referencias de contenido verdadero. Con esto se desacopló -junto a la crítica legítima del psicologismo do minante en ese tiempo- la dimensión histórica del lenguaje de la filosofía sistemática.

El modo de consideración histórico que anda espiando el devenir de las cosas y, desde este devenir, su conocimiento, de modo cierto tiene gran legitimidad, pero también sus límites. Si en el flujo constante de todas las cosas no persistiera nada consistente, eterno, así dejaría de existir la cognoscibilidad del mundo y se derribaría todo en una plena confusión. Uno cree que en apariencia los conceptos se originan en el seno de un alma solitaria, así como las hojas en los árboles, siendo capaz así de conocer su esencia, en pos de la averiguación de su origen, postulando psicológicamente su explicación a partir del alma humana. Sin embargo, esta concepción arrastra todo hacia lo subjetivo, aboliendo, hasta el punto final, la verdad. Lo que se llama historia de los conceptos es pues o una historia de nuestro conocimiento de los conceptos, o de los significados de las palabras. Sólo a través de gran trabajo intelectual, que puede durar siglos, es que se puede lograr comprender un concepto en su pureza, descascararlo por completo de sus envolturas ajenas que lo ocultaran del ojo intelectual.16

Pero la crítica de las deformaciones del lenguaje natural, el "tomar-en-serio" la expresión del pensamiento, es justamente el programa de Eucken, quien se aferra a la idea fundamental de su trabajo: el tratamiento histórico de los conceptos sólo llega a un resultado negativo, un tratamiento positivo es en consecuencia sólo posible con relación a una filosofía sistemática.17

Aunque Frege y Eucken aparenten a primera vista contrariedad, es pertinente señalar que en una segunda instancia no es una sorpresa constatar su común malestar, sino también lo análogo de sus conclusiones teóricas. Como lo hubiera expuesto Uwe Dathe, entre Frege y Eucken existió claridad en el punto de "que sus proyectos lingüísticos no tuvieron carácter competitivo, sino que fueron complementarios".18 En su Begriffsschrift describe Frege -que llegara a una cátedra de la Universidad de Jena gracias a la iniciativa de Eucken- la misión de la filosofía como un "rompimiento del dominio de la palabra sobre el espíritu humano, destapando los engaños que casi de modo inevitable a menudo se originan a través del uso del lenguaje, liberándose de aquel pensa miento, al que lo sujeta en exclusiva la constitución del medio de expresión lingüístico".19

Frege y Eucken coinciden en la crítica de la inexactitud del lenguaje natural así como del psicologismo y subjetivismo lingüístico. Ambos creyeron que el lenguaje familiar como no-lenguaje técnico-profesional era inapropiado para expresar de manera adecuada conceptos filosóficos. Ambos presentaron la tendencia de crear conceptos filosóficos dirigidos hacia la pureza y la idoneidad así como al establecimiento de relaciones adecuadas. La filosofía lógico-matemática, en ese sentido una filosofía incorporada en las ciencias naturales, se complementa por medio de una historia de la filosofía en proceso de autonomización. Más tarde ambas serán trasladadas a una relación de carácter compensatorio.

4. Reducción antropológica (Erich Rothacker)

En el segundo decenio del siglo XX, Rothacker -reeditor y refundador del Archivo de Historia conceptual (Archiv für Begriffsge schichte20)- había esbozado un Diccionario cultural-filosófico, concebido en términos histórico-conceptuales. Era de esperar que justamente él -autor de un importante libro sobre el historicismo- hubiera presentado un programa en consecuencia histórico. No fue así. Rothacker diseñó más bien de manera programática una reducción cultural-antropológica que terminará rigiendo su proyecto histórico-conceptual.

Con la expresión "reducción" se debe caracterizar el intento de los historiadores de atribuir a la totalidad clasificada y desplegada de una cultura o época configuraciones sustanciales, las que en cierta manera representan el esqueleto de esta totalidad. Es un recurso esencial de la comprensión de la geisteswissenschaftliches Versehen, un recurso de esta "comprensión".21

En su Filosofía de la historia (Geschichtsphilosophie)22 de 1934, el enfoque historicista terminó siendo el método de un reduccionismo de corte ahistórico:

El verdadero tesoro de este modo de percepción es sobre todo la etimología, en especial el análisis de imágenes y metáforas. El hecho de que normalmente lo desconocido se atribuya a lo conocido, ya que el conocer es un re-conocer de algo conocido, significa que sólo se necesita retornar al cuestionamiento de lo que se presupone como conocido, a fin de en consecuencia llegar a una capa más profunda de las trascendencias fundamentales del concepto del mundo. Toda terminología metafísica está colmada con aquellas expresiones simbólicas de las formas elementales del accionar, con vivencias, experiencias primarias. Sin que sea secundario el caso del vocabulario psicológico, el geisteswissenschaftliche e incluso el técnico.

La historia conceptual de Rothacker tiende por lo tanto a formular un concepto de estilo antropológico-cultural, al que, sobre todo, se lo concibe en el plano de megasujetos étnicos (estirpe, clan, tribus, Estado nacional, pueblo, espíritu popular, círculos culturales, totalidades cultural-morfológicas, épocas).

Al hablar de "alta estilización" (Hochstilisierung), de cuño/encalque/carácter pleno/total (Durchprägung), de formación plena/ total (Durchformung), de estilización plena/total (Durchstilierung), sobre todo de unidades de raza ("de muy pocas culturas"), Rothacker induce un origen normativo inherente al "estilo", que es un concepto ligado de manera intrínseca su "megaprogama". Se trata de un programático:

"re-tornar" a todas las concepciones del mundo, a sus interpretaciones y a todos los modos de respuesta, en última instancia a todas las categorías, a las formas de pensamiento, a las formas de estilo, a las perspectivas, a los conceptos, las imágenes, las acti tudes, los modos vivenciales en los humanos y sus acciones primarias, a sus reacciones primarias como el origen de su nece sidad/imperiosidad y a su trascendencia; en resumen: a una base de reducción antropológica que abarque la totalidad del mundo humano como órgano conductor/rector de todas las reducciones particulares en actitudes y posiciones particulares, bajo la idea directriz del teorema de la trascendencia.23

Rothacker parte al mismo tiempo del supuesto de que las concepciones e interpretaciones del mundo así como los mitos no pueden ser más que formas culturalmente derivadas de un núcleo o "germen" de estilo de vida, en definitiva condicionado por el concepto de "actitud".

5. Salto existencial (Martin Heidegger, Rudolf Bultmann)

Aunque no se considere a Heidegger como precursor directo de la historia conceptual que fuera universalizada por la hermenéutica, es necesario indicar que no se debe subestimar su influencia sobre el desarrollo de la investigación. No obstante, al relacionar a Heidegger con la discusión sobre el método, se ve que su enfoque se plasma con la perspectiva de Trendelenburg y sus discípulos. La labor histórico-conceptual termina siendo en lo fundamental una "de-construcción" de artificios, de "in-apropiaciones" ontológicas, por lo que se la debe "re-trabajar" -a través de la labor etimológica- de vuelta hacia el origen, el que, en esencia, se remite a la filosofía griega.24 Aunque el trabajo histórico-conceptual de Trendelenburg o de Teichmüller no tenga el mismo anclaje de profundo sentido filosófico como en Heidegger, todos ellos terminaron por cruzarse en la "actitud" de una normatividad hostil hacia lo moderno que se remontara a su presunta procedencia griega.

Heidegger "supera" (en el sentido de Aufheben) el pensamiento histórico al recurrir a Nietzsche y someter en términos voluntaristas la historia a "la elección fáctica y existentiva de la historicidad del Dasein". Heidegger termina por negar la historia, al atribuirle sólo la propiedad de interrelación en un vaivén, una mera secuencia de sucesos o vivencias como dispersión e impropia historicidad del Dasein. La propia historicidad, por lo contrario, deviene según él en "la resolución precursora", en la que el Dasein se ha "resuelto" hacia sí mismo. "La resolución, en la que el Dasein retorna a sí mismo, abre las posibilidades fácticas del existir propio a partir del legado que ese existir asume en cuanto arrojado".25 Al lanzar esta fórmula contra el historicismo se ve que para los representantes de este tipo de pensamiento no se trata de una figura formal, sino de una clara "apertura resuelta de una posibilidad"26 elegida. Éstos son valores antimodernos de una modernidad que presenta proclamas y contenidos de específico trasfondo político. La así llamada "labor histórico-conceptual" se pondrá en más claras luces que las de la terminología ontológico-existencial con un solícito amigo de Heidegger. Me refiero a Rudolf Bultmann, un reconocido teólogo, eximio exegeta testamentario. A su parecer, lo genuinamente histórico reside en un acercamiento a las figuras históricas por medio de la significativa indagación -a través de la via regia de la hermenéutica- de su sentido como punto de orientación existencial:

En el sentido de no encasillarse en torno a fenómenos pasados dentro de macrorrelaciones histórico universales, sino aprendiendo por medio de las circunstancias concomitantes del pasado inmediato, que nos incumben, que nos son cuestionables y nos acosan. [... ] Genuinamente histórica es desde este perspectiva por ejemplo una consulta de Platón que no lo ponga en relación con una historia de problemas, sino que, al confrontarlo, se intente aprender de él lo que es un Ser humano y cómo el mismo tiene que existir.

En una nota al pie se añade: La "interpretación genuinamente histórica" sólo puede estar al "servicio de la actualización, propiamente en el sentido de posibilitar la traducción de una conceptualidad pasada a la presente. Su significado es en consecuencia crítico, al cuestionar la conceptualidad del presente, porque a través de ella no entenderíamos nada de un documento del pasado o, cuando menos, lo entenderíamos mal".27 A su parecer, historicidad significa por lo tanto un accionar que da sentido partiendo de la propia existencia, accediendo, por así decirlo, "directamente" hacia la situación histórica, aunque, de manera inversa, la conceptualidad histórica por su lado "posibilite" la deconstrucción de la propia conceptualidad. Aquí se manifiesta un decisionismo histórico que en apariencia permite fugarse del historicismo, pero afirmando, sin mediación alguna, la -de inmediato concerniente- situación histórica particular.

6. Huellas de la Metafísica (Hans Blumenberg)

Mi último ejemplo respecto a la corriente filosófica va -no sin cierto ánimo de provocación- con una breve incursión en el enfoque de un historiador filosófico, cuya metaforología a la fecha, cuando menos en Alemania, se considera como una de las mejor elaboradas. Se trata del enfoque de Hans Blumenberg. Su crítica del Diccionario histórico de la filosofía ha sido celebrada como un destacado tipo de historización radical de los conceptos filosóficos, ya que de manera presunta ésta acusa una cotematización de la subestructura (metafórica) del pensamiento y de los conceptos.

Blumenberg diferencia las metáforas del pensamiento según su funcionalidad de altísima diversidad. Es sabido que él habla de aquellas metáforas -componentes fundamentales del lenguaje filosófico- que no son retornables y extrapolables a su "sentido propio", a su "logicidad" en el sentido de "metáforas absolutas".

Sin embargo, ¿cuál es en realidad su grado de historicidad? "Las metáforas absolutas, responden a aquellas cuestiones supues tamente ingenuas, que -a fin de cuentas al principio- carecen de respuesta. Su relevancia reside simplemente en el hecho de que no son eliminables al no poder ser planteables, sino sólo hallables en el fondo del Dasein28 (Ser determinado). "[E]llas son las que dan al mundo estructura, representan la nunca experimentable, nunca abarcable totalidad de la realidad".29 Para Blumenberg, la condición de existencia de "metáforas absolutas" antecede a la investigación histórica. Pasando por la palabra "absoluto" se erige a su parecer una ahistoricidad que se encuentra todavía ligada a la tradicional crítica de la metafísica. Es por eso que "Aunque después de las Antinomias de Kant, en rigor se haya vuelto ocioso emitir enunciados teóricos sobre la totalidad del mundo, de ningún modo es análoga la búsqueda de imágenes que -'representando' esta inalcanzable totalidad- hacen (metafóricamente) imaginable esta objetividad".30 No son las respuestas, sino, claramente, las preguntas, las irresolubles. Posibles son en este concepto sólo "sustituciones", no así rupturas y cambios paradigmáticos.

7. Revisión decisionista de los conceptos fundamentales (Carl Schmitt, Otto Brunner)

Aunque el papel concepcional de Otto Brunner -como coeditor de los Geschichtlichen Grundbegriffe (Conceptos fundamentales his tóricos)- haya sido controvertido, algunas de sus figuras se reflejan todavía en el concepto de este léxico de lenguaje político-so cial. Pero no se trata aquí su inmediata "implicación" biográfica con el fascismo, sino -sólo mediatamente- la consecuencia del entrelazamiento de la historia conceptual con la social y la völkische (por la mera pertenencia étnica) en su principal obra Land und Herrschaft (País y dominación), publicada en el año 1939.

Es sobre todo un mérito de Gadi Algazi el haber mostrado que el concepto de Brunner no es explicable de modo inmanente desde el discurso de la ciencia histórica misma, sino que de manera fundamental está ligado a la relación con su coetánea, la teoría del Estado y del Derecho nacionalsocialista, en particular la proveniente de las reflexiones del letrado conservador Carl Schmitt. En la proclamación schmittiana "repensemos los conceptos jurídicos",31 resalta el programa histórico-conceptual de Brunner como una similar "revisión de conceptos" al postular la "renovación del Derecho a través de un cambio conceptual. Estamos dando a los tradicionales conceptos jurídicos, que fundamentalmente no son más que palabras vacías, nuevos contenidos, comparándolos desde la perspectiva de la concepción del mundo nacionalsocialista y así llenándolos con un nuevo espíritu".32 La aparente interrelación descriptiva entre investigación del Medioevo y teoría jurídico-constitucional está conducida por un motivo político-conceptual. La dimensión filológica y la jurídico-política terminan por entrecruzarse al recurrir a la legitimación política del nacionalsocialismo por medio de conceptos medievales y, así de modo inverso, de repente "percibir" un "abanico de orquídeas" en su significado puramente legitimatorio del Estado.

Reitero que Brunner asume de Carl Schmitt -y de otros- la ambigua figura del "orden concreto". En su texto Sobre las tres clases del pensamiento de las ciencias jurídicas, Schmitt sostiene que "el pensamiento germánico del Medioevo es, por todo y a través de todo, un pensamiento ordenador".33 En vez de la presunta terminología abstracto-divisoria, ajena al pueblo (volksfremd), del liberal siglo XIX, deben introducirse conceptos del "orden concreto", que estuvieron, sin lugar a duda, a menudo sujetos a abiertas o veladas connotaciones antisemitas. Estos conceptos se refieren a configuraciones sociales o ámbitos vitales como familia, estirpe, casta, régimen comunitario, burocracia o ejército, que, supuestamente, obedecieron a "un orden propio interno, sustancia y estructura jurídicamente considerables".34 Las categorías de conocimiento, por lo tanto, deberán ser consideradas partiendo de sus supuestas fuentes primarias.

Brunner -durante el XIX congreso de historiadores en Erfurt en el año 1937- había desarrollado de manera programática la instrumentalización política junto a un decisionismo y sus precedentes histórico-conceptuales. Al haber desmembrado -así lo afirma- las categorías en etapas, los historiadores del siglo xix, al puro compás con su tiempo, no pudieron percatarse de las (reales) estructuras de su tiempo, tomando así un rumbo que en su concepto era recóndito.

Ante una nueva realidad, se nos hunden los conceptos de un tiempo que elevara el postulado de medir toda realidad histórica con sus categorías fundamentales [...] A la fecha existe la exigencia y la demanda de revisar los conceptos fundamentales. Es insoportable el hecho de que estos conceptos, que se originaran a partir de una realidad muerta, todavía determinen los parámetros y planteamientos de una época, cuya edificación interna fuera de otra índole. Ésta es una demanda legítima, tan legítima, que no alcanza ninguna radicalidad para formularla.35

Brunner lanza además un fuerte doble reproche hacia los medievalistas, en el sentido de que sus categorías no hubiesen sido sólo anacrónicas por haber reproyectado el pensamiento jurídico liberal del siglo XIX, sino por el hecho ipso facto de que no se percataran de que el orden nuevo del "Tercer Reich" hubiese reemplazado al Estado de derecho por una nueva "realidad, acuñada con la sangre y con la raza".36

Según Melton, la conocida tesis de Koselleck del tiempo umbral o bisagra (Sattelzeit),37 según la cual la historia conceptual es autosuficiente y capaz de superar la brecha entre la actualidad y el pasado olvidado, a fin de cuentas se puede atribuir a la influencia de Brunner, el que creyó haber vislumbrado -con el nacionalsocialismo-38 la superación de la época liberal-burguesa, originada entre los años 1750 y 1850. Sin embargo, si -en rigor- fuera necesaria la rehabilitación de la premodernidad de antes de la Segunda Guerra Mundial (1933-1945), la que a través de la historia conceptual hubiese sido dejada al olvido por el liberalismo del siglo XIX, la misma deberá ser ligada, después de 1945, con la totalidad de la cultura europea, heredera del Siglo de las Luces, que fuera sometida a la opresión por este mismo nacionalsocialismo.

Para concluir, un vistazo más hacia el término "concepto fundamental", en apariencia neutral, que se perfila -en el uso de Brunner- en otra luz: se estima que los conceptos fundamentales son justamente los que en apariencia acusan una contextura su-prahistórica, los mismos que ante su sepultamiento o su excesiva (de)formación deberían ser despejados de sus vicios. Aquí se presenta una estructura paradójica muy similar a la de los comienzos de la historia conceptual filosófica: de modo contrario a una intuición inicial, se deja de tratar la historicidad de los conceptos, para que -en el fondo- se los ponga a la luz en una subrepticia calidad suprahistórica. A la luz de Brunner, los "conceptos fundamentales" representan -ahora viene de nuevo su connotación política- la repetición de similares configuraciones de dominación y la continuidad de una sustancia llamada völkisch, o sea de mera pertenencia étnica. "Estos 'conceptos fundamentales' van retornando presuntamente en todas las instituciones tratadas, sugieren un paralelismo de distintos 'órdenes' y ratifican con ello la hipótesis medular de una existente esencia común de dominación".39

Entretanto, ha quedado bien documentada la historia de muchos conceptos filosóficos (justamente en los últimos tomos del Diccionario histórico de la filosofía). Y la historia conceptual sigue siendo impulsada y utilizada por diferentes corrientes filosóficas. No obstante, quiero por último afirmar que en muchos enfoques filosóficos no se han sacado las consecuencias necesarias referentes a la historicidad radical de los conceptos.

En apariencia no existe una alternativa más allá de los dos siguientes enfoques:

a) En el primer caso se separa la filosofía sistemática de la historicidad de los conceptos. Esto significa que la historia conceptual como método sirve entonces ante todo para una presunta "limpieza" de los conceptos de su historicidad. Esto es más o menos lo que sucede con el enfoque de la filosofía analítica cuando se tratan estructuras de argumentación fuera de su contexto histórico, pretendiendo comparar y verificar argumentos trascendentes de su temporalidad. En este sentido, se tiende a desatender el hecho de que los conceptos filosóficos -en su "extensión" e "intensión", pero sobre todo respecto a sus connotaciones semánticas y usos pragmáticos que nunca pueden desollarse por completo- eviden temente acusan un índice histórico-cultural.

b) El segundo caso es inverso, pues la historicidad conceptual sirve ante todo para su comprobación. La retrospección de un concepto hacia sus raíces antiguas -en realidad se trata muy a menudo más bien de un vocablo conceptual que llega a nosotros por medio de diferentes traducciones- no pocas veces sirve para su ennoblecimiento filosófico. También en este caso, no se toma en serio la historicidad de los conceptos porque, en la aparente continuidad (a menudo sólo del cuerpo del vocablo) presupuesta, no se ven rupturas ni cambios paradigmáticos.

Para concluir, una última reflexión:

Claro que las teorías filosóficas y las definiciones conceptuales no coinciden con la historia de los conceptos. Pero más allá de esta premisa es importante indicar que la historicidad radical de los conceptos presenta a su vez un problema para la reflexión filosófica; mientras que las sistematizaciones filosóficas tienen por necesidad que tomar en cuenta la historicidad de los conceptos.

En general y como principio quiero hacer hincapié en la diferencia que existe entre (primero) postular la historicidad de un concepto con el fin de adjudicarle respetabilidad como longue durée, o (segundo) poner el enfoque en que la historización tiene el objeto de emitir juicios sobre la base de la historicidad y las rupturas de los conceptos. En resumidas cuentas, la historia conceptual acontece -y se la puede abordar- desde perspectivas filosóficas y concepciones del mundo muy diferentes.

Bibliografía

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*Título original: "Geschichtlichkeit und Zeitlosigkeit in der Begriffsgeschichtsforschung". Traducción del alemán de Hugo Velarde Kremser.

1Joachim Ritter, Karlfried Gründer y Gottfried Gabriel (eds.), Historisches Wörterbuch der Philosophie; y Otto Brunner, Werner Conze y Reinhart Koselleck (eds.), Geschichtliche Grundbegriffe: Historisches Lexikon zur politisch-sozialen Sprache in Deutschland. N. del Tr.

2Klaus Christian Köhnke, Entstehung und Aufstieg des Neukantianismus. Die deutsche Universitätsphilosophie zwischen Idealismus und Positivismus, p. 23. N. del Tr.

3Sobre Trendelenburg véase Helmut Hühn, "Unterscheidungswissen. Begriffsexplikation und Begriffsgeschichte", en Begriffe, Metaphern und Imaginationen in Philosophie und Wissenschaftsgeschichte, publicado por Lutz Danneberg, Carlos Spoerhase y Dirk Werle, pp. 23-38; Gerald Hartung y Klaus Christian Köhnke (eds.), Friedrich Adolf Trendelenburgs Wirkung, en especial Gunter Scholtz, "Trendelenburg und die Begriffsgeschichte", pp. 239-256.

4Friedrich Adolf Trendelenburg, Erläuterungen zu den Elementen der aristotelischen Logik. Zunächst für den Unterricht in Gymnasien, p. IX, apud Dietmar Mielke y Jörg Preuss, "Zum Verhältnis Trendelenburgs zu Aristoteles und Kant in der Frage des 'a priori'", p. 74 f.

5Friedrich Adolf Trendelenburg, "Vorrede zur zweiten Auflage", en Logische Un tersuchungen, t. 1, p. xi; Id., Geschichte der Kategorienlehre. Zwei Abhandlungen,.

6Compárese Wolfgang Rother, "Gustav Teichmüllers Theorie der Begriffsgeschichte"; Gottfried Gabriel, "Die Bedeutung von Begriffsgeschichte und Metaphorologie für eine systematische Philosophie", l. c., pp. 17-28; Heiner Schwenke, Zurück zur Wirklichkeit. Bewusstsein und Erkenntnis bei Gustav Teichmüller.

7Gustav Teichmüller, Die wirkliche und die scheinbare Welt. Neue Grundlegung der Metaphysik, p. XXIII, apud Gustav Rother, Teichmüllers Theorie der Begriffsgeschichte, op. cit., p. 35.

8Gustav Teichmüller, Neue Studien zur Geschichte der Begriffe, t. 3: Die praktische Vernunft bei Aristoteles, Gotha, 1879 (Ndr. Hildesheim 1965), p. IX.

9Gustav Teichmüller, Religionsphilosophie, Breslau, 1886, p. 109, apud Rother, Gustav Teichmüllers Theorie der Begriffsgeschichte, op. cit., p. 40.

10Rother, Gustav Teichmüllers Theorie der Begriffsgeschichte, op. cit., p. 34.

11Teichmüller, Studien zur Geschichte der Begriffe , p. X.

12Gabriel, Die Bedeutung von Begriffsgeschichte, op. cit., p. 22.

13Gottlob Frege, Begriffsschrift, eine der arithmetischen nachgebildete Formelsprache des reinen Denkens.

14Compárese también Gottfried Gabriel, "Wie formal ist die formale Logik? Friedrich Adolf Trendelenburg und Gottlob Frege", pp. 123-141.

15Uwe Dathe, "Gottlob Frege und Rudolf Eucken — Gesprächspartner in der Herausbildungsphase der modernen Logik", p. 246.

16Gottlob Frege, Die Grundlagen der Arithmetik. Eine logisch mathematische Un tersuchung über den Begriff der Zahl [1884]. Auf der Grundlage Centenarausgabe, p. 7 y s.

17Rudolf Eucken, Geschichte und Kritik der Grundbegriffe der Gegenwart, pp. VII s.

18Uwe Dathe, "Begriffsgeschichte und Philosophie. Zur Philosophie Rudolf Euckens", en Volker Caysa y Klaus- Dieter Eichler (eds.), Philosophiegeschichte und Hermeneutik, Leipzig: Universitätsverlag, 1996, p. 95.

19Gottlob Frege, "Vorwort", p. XII.

20Archiv für Begriffsgeschichte (AfB) (Archive for Conceptual History), fundado por Erich Rothacker. Ed. de Christian Bermes, Ulrich Dierse y Michael Erler, redacción Annika Hand, Editorial Felix-Meiner, Berlin. Hasta la fecha (Noviembre 2013), 54 tomos. N. del Tr.

21Erich Rothacker, "Probleme der Kulturanthropologie", aquí p. 148.

22"Geschichtsphilosophie", en A. Baeumler y M. Schröter (ed.), Handbuch der Philosophie, pp. 3-150. N. del Tr.

23Erich Rothacker, Geschichtsphilosophie. Handbuch der Philosophie, München o.J. [1934], p. 130.

24Lo mismo también en Hans-Georg Gadamer, "Begriffsgeschichte und Sprache der Philosophie", p. 83.

25Martin Heidegger, Ser y tiempo pp. 380, 370, 371 (por orden de la cita).

26Ibidem, p. 381.

27Rudolf Bultmann, "Die Bedeutung des Alten Testaments für den christlichen Glauben", p. 318.

28Hans Blumenberg, Paradigmen zu einer Metaphorologie, Fráncofort del Meno, Suhrkamp, 2013, p. 23.

29Idem.

30Ibidem, p. 25.

31Carl Schmitt, "Nationalsozialistisches Rechtsdenken", p. 229 (cita de Gadi Al-gazi, "Otto Brunner — Konkrete Ordnung' und Sprache der Zeit", aquí p. 168).

32Bernd Rüthers, Entartetes Recht. Rechtslehren und Kronjuristen im Dritten Reich, p. 68 (cita de Algazi, "Otto Brunner", op. cit., p. 178).

33Carl Schmitt, Über die drei Arten des rechtswissenschaftlichen Denkens, p. 10 (cita de Algazi, "Otto Brunner", op. cit., p. 172).

34Ibidem, p. 20.

35Otto Brunner, "Politik und Wirtschaft in den deutschen Territorien des Mittelalters", p. 421. Compárese Christof Dipper, "Die 'Geschichtlichen Grundbegriffe'. Von der Begriffsgeschichte zur Theorie der historischen Zeiten", p. 285. Respecto a lo mismo, Algazi: 'Otto Brunner, Konkrete Ordnung', op. cit., pp. 166-203. La demanda de la "revisión de los conceptos fundamentales" se origina del estudio de Karl Mannheim, Das konservative Denken: Soziologische Beiträge zum Werden des politisch-historischen Denkens in Deutschland, Vol. I. Aquí se pone de manifiesto, según Oexle, el programa alternativo de Mannheim con relación a la Politische Romantik (1919). Lo mismo antes en el caso de Mauthner.

36Otto Brunner, "Moderner Verfassungsbegriff und mittelalterliche Verfassungsgeschichte", p. 517 (cita de Algazi: "Otto Brunner, Konkrete Ordnung", op. cit., p. 188).

37Tomado de la traducción de Lorena Rivera León (Historia conceptual disciplinar de Ernst Müller), que en su nota al pie (número 12) escribe: "Traduzco Sattelzeit como tiempo umbral o bisagra, aunque en realidad el término Sattel posee en alemán dos significados distintos, que aportan connotaciones dife rentes y que se refieren a dos ámbitos de los que Koselleck gustaba de extraer metáforas: el mundo equino y la geología. En primer lugar, Sattel significa silla de montar y tiene por tanto un sentido dinámico: sería algo así como tiempo a caballo o tiempo a horcajadas. En segundo lugar, Sattel es un terreno llano entre dos cimas montañosas que permite pasar de una a la otra, algo así como un plegamiento anticlinal. Acerca de la traducción del término Sattelzeit remito a la nota número 9 de la traducción de Luis Fernández Torres de la introducción al Diccionario de conceptos de Koselleck, 'Un texto fundacional de Reinhart Koselleck. Introducción al Diccionario histórico de conceptos político-sociales básicos en lengua alemana', tr. de Luis Fernández Torres, Anthropos, CCXXIII, 2009, 92-105, nota 9". N. del Tr.

38James Van Horn Melton, "Otto Brunner und die ideologischen Ursprünge der Begriffsgeschichte", pp. 123-136.

39Algazi, "Otto Brunner, Konkrete Ordnung", op. cit., p. 175.

Recibido: 23 de Noviembre de 2014; Aprobado: 03 de Enero de 2015

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