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Política y cultura

Print version ISSN 0188-7742

Polít. cult.  n.23 México Jan. 2005

 

Opresión política y reconfiguración cultural

 

De Criciúma para el mundo: género, familia y redes sociales

 

Gláucia de Oliveira Assis*

 

*Universidad del Estado de Santa Catarina, Brasil
galssis@hotmail.com

 

Recepción del original: 31/05/04
Recepción de artículo corregido:17/01/05

 

Resumen

La migración de brasileños hacia el exterior es un fenómeno reciente que situó al país en los nuevos flujos de la población mundial. El objetivo de este artículo es mostrar la configuración de las redes de migración y las repercusiones de ésta en las relaciones familiares y de género. El trabajo de campo fue llevado a cabo en Criciúma (Brasil) y Boston (Estados Unidos). Los datos recogidos revelaron que las mujeres no sólo esperan a sus esposos e hijos, sino que también participan efectivamente en el proceso, integrando y articulando redes de migración y creando una conexión entre los dos lugares.

Palabras clave: Emigrantes brasileños, redes sociales, relaciones de género, Criciúma y familias emigrantes

 

Abstract

Brazilian migration abroad is a recent phenomenon that has placed the country among the new flows of global population. The aim of this article is to show how the migration networks are structured and how this structure impacts on family and gender relations. The field work was carried out in Criciúma (Brazil) and Boston (United States). The data collected revealed that not only do women wait for their husbands and sons, they also have an effective participation in the process, establishing and operating migration networks and creating connections between the two places.

Key words: Brazilian emigrants, social networks, gender relations, Criciúma, emigrant families

 

Iracema voou para a América
Leva roupa de lã e anda lépida
Vê um filme de quando em vez
Não domina o idioma inglês
Lava chão numa casa de chá

CHICO BUARQUE

Como Iracema, de la canción de Chico Buarque, en las últimas décadas muchos brasileños volaron hacia "América". Ese nuevo movimiento de la población, que en los años noventa se consolidó en la migración hacia Estados Unidos, Europa y Japón, muestra una nueva imagen de Brasil, en contraste con la existente al comienzo de los años ochenta, cuando sólo se consideraba un país de inmigrantes. Como demostraron varios estudios, el flujo de brasileños hacia el exterior se convirtió en un asunto relevante, pues un movimiento esporádico hacia el extranjero se transformó en un flujo migratorio demográficamente significativo. En el mismo periodo ocurrió una nueva corriente migratoria hacia Brasil. Estos dos movimientos, de emigración e inmigración, situaron a Brasil en los nuevos flujos internacionales de mano de obra en las postrimerías del siglo XX.

Los nuevos movimientos de la población mundial, iniciados a fines de los cincuenta, se caracterizaron por una mayor diversidad étnica, de clase y de género, así como por las múltiples relaciones que se establecieron entre la sociedad de destino y la de origen. No sólo europeos blancos partieron desde Europa para "Hacer la América" (aproximadamente 90% de los flujos del siglo XIX), también trabajadores no blancos viajaron de los países periféricos hacia Estados Unidos, Canadá y países europeos.1

Las investigaciones sobre la migración de brasileños hacia Estados Unidos comenzaron siguiendo el recorrido de los flujos migratorios. Los primeros estudios trazaron un perfil de la población e identificaron la ciudad de Governador Valadares, localizada en el estado de Minas Gerais (región suroriental de Brasil), como punto de partida de emigrantes hacia Boston, Estados Unidos. En los años noventa, como lo demuestran los trabajos de Sales y Reis y Sales,2 el flujo de brasileños hacia Estados Unidos, aunque se mantuvo constante, ganó en diversidad, haciendo cada vez más difícil trazar un único perfil del emigrante y revelando, además, nuevos puntos de partida. Esas investigaciones también señalaron la inserción diferenciada de hombres y mujeres en el mercado de trabajo: las mujeres "dominan" el área de servicios de limpieza en la región de Boston,3 al tiempo que comenzaron a evidenciar los cambios en las relaciones familiares y de género.4

Con el objetivo de analizar las repercusiones del proceso migratorio en las relaciones familiares y de género, este artículo estudia la inserción de las mujeres en los flujos de emigrantes brasileños hacia Estados Unidos, y muestra cómo se reconstruyen las relaciones entre hombres y mujeres en ese proceso.

Para dilucidar tales cuestiones se analizó el flujo migratorio de la ciudad de Criciúma, en el estado de Santa Catarina (ubicado al sur del país), que surgió como punto de partida de emigrantes hacia Estados Unidos e Italia. A través de las trayectorias de los emigrantes, relatadas por hombres y mujeres, se evidenciará que los sujetos que migran, en algún momento de esa trayectoria, se ven divididos entre las nuevas experiencias en la sociedad de destino y el bagaje cultural que llevan de la sociedad de origen. Más específicamente, este texto pretende analizar cómo se abordaron las trayectorias de hombres y mujeres en los estudios de migración y cuál es la contribución del enfoque de género a las teorías de las migraciones internacionales, así como los lazos de estos emigrantes con Brasil, que articulan género, familia y redes sociales, a partir de la investigación realizada en las ciudades de Criciúma y Boston.


GÉNERO Y REDES SOCIALES EN LAS MIGRACIONES INTERNACIONALES

El Museo de Ellis Island5 puede servir como punto de partida para entender cómo se representó a hombres y mujeres en el proceso migratorio hacia Estados Unidos. Las fotografías que reconstruyen el pasaje de millones de personas para entrar a ese país muestran cuáles eran las expectativas del Servicio de Inmigración sobre ellas. En las que se representa la llegada de los hombres, la pregunta en el pie de foto es: "¿Usted tiene trabajo?". Las fotografías en que aparecen mujeres y niños dicen: "¿Usted es casada?". Esas imágenes revelan diferentes representaciones en relación con los inmigrantes que también son recurrentes en las teorías sobre migraciones internacionales.

Es interesante observar que aunque las mujeres hayan estado presentes en los flujos migratorios internacionales desde finales del siglo XIX, su rol era de acompañantes, y siempre a la espera de sus esposos e hijos. Esto no sólo ocultaba la participación de las mujeres, sino que además impedía evidenciar que la migración internacional se articulaba a una compleja red de relaciones sociales en la que ellas tienen una importante participación.

Una de las explicaciones de la exclusión de las mujeres en la categoría migrante radica en un viejo presupuesto, según el cual los hombres eran mayoría en los flujos migratorios internacionales. En los estudios clásicos -Handling, por ejemplo-6 hay una representación predominante del inmigrante: éste sería un hombre joven que migra solo, dejando atrás sus familias y perdiendo todo vínculo con la sociedad de origen. Tal perspectiva no estaba relacionada directamente con el hecho de que los hombres fueran mayoría en los flujos migratorios, porque aun en los casos en que había predominancia de mujeres en los flujos (como en el caso de los irlandeses hacia Estados Unidos en el siglo XIX), las experiencias de éstas no fueron objeto de análisis.7

Para Houstoun, Kramer y Barett,8 privilegiar a los hombres como objeto de análisis contribuyó para que permaneciera oculto un dato significativo: la predominancia de las mujeres en los flujos migratorios internacionales desde 1930.

Según estos autores, entre 1857 y 1922, los hombres predominaron en los flujos hacia Estados Unidos. Esta situación se revirtió durante el periodo de 1930-1979, cuando las mujeres pasaron a representar 55% de los inmigrantes en Estados Unidos, pues eran un millón más que los hombres. El aumento de mujeres en el flujo migratorio está relacionado con los cambios en las políticas migratorias del gobierno estadounidense (Reis, 2003).9

Si tales políticas migratorias, por un lado, restringieron drásticamente la entrada de hombres a Estado Unidos, según demuestran los autores citados, por otro lado posibilitaron que un número creciente de mujeres (y de niños) consiguiese migrar de manera legal, en especial mediante dos mecanismos: la política de reunificación familiar, que estimula la migración de mujeres de muchas nacionalidades, y el matrimonio con miembros de las fuerzas armadas estadounidenses que sirvieron en Europa, Asia, Corea y Vietnam.

Esos estudios demuestran que, aunque la variable sexo fuese reconocida en la composición de los movimientos migratorios, los análisis no consideraban el aspecto de género. De esa manera, la participación femenina en el proceso migratorio sólo se incluyó apenas muy recientemente en la teoría general de las migraciones.10 Como consecuencia de esto, las razones y las características de la movilidad diferenciada por género no eran adecuadamente enfocadas: los sujetos inmigrantes eran registrados como de género masculino, mientras que las poblaciones de inmigrantes generalmente se presentaban sin tener en cuenta la variable género. Por tanto, y aun teniendo conocimiento de la diferenciación de la migración según el sexo, hasta hace poco tiempo sólo algunos trabajos centraban los análisis en las repercusiones de los flujos migratorios sobre relaciones de género.

Según varios estudios, habría más similitudes que diferencias en las vidas de esas mujeres inmigrantes, provenientes de diversos países. Simon,11 muestra que las mujeres son más visibles en las sociedades de inmigración que en las sociedades de emigración. Tal es el caso de las turcas en Alemania, las que deben participar más en la educación de sus hijos dentro del sistema escolar alemán, o el caso de las mexicanas, quienes participan más en la comunidad inmigrante que en su país de origen, lo que contribuye a un cambio de su imagen pública y de su status. Prieto subraya el background12 de clase media de muchas inmigrantes cubanas que conseguirían trabajos bien remunerados en Estados Unidos. Para Gabaccia13 las diferencias de clase entre las mujeres inmigrantes son más fuertes hoy en día. En contraste, la gran mayoría de las mujeres inmigrantes del siglo XIX y principios del XX provenían de un mundo campesino o de pequeñas ciudades que habían trabajado en la agricultura, en servicios domésticos y, en menor proporción, en la industria; hoy ocurre algo distinto: la mayoría de las mujeres proviene de regiones urbanas.

Sin embargo, otro conjunto de factores de índole no económica parece influir para escoger el momento de partir, y esto es más notorio en el caso de las mujeres. En los contextos en que hay ciertos límites para la movilización de las mismas, algunas de ellas, marginadas en la sociedad de origen, como viudas, mujeres censuradas por no actuar conforme a los patrones establecidos en sus sociedades o mujeres separadas, en esas condiciones sufrirían cierto tipo de presión social para migrar. Pueden citarse como factores no económicos la trasgresión de los límites sexuales impuestos por la sociedad, los problemas conyugales y la violencia física, la imposibilidad de obtener el divorcio, los matrimonios infelices y rotos, la discriminación contra grupos específicos de mujeres (las musulmanas, por ejemplo) y la ausencia de oportunidades para ellas. Por tanto, en los flujos migratorios contemporáneos las mujeres suelen migrar solas y como las primeras de sus familias, pioneras en encontrar trabajo en Estados Unidos, desdibujando la imagen de aquellas que esperaban a los hombres o que seguían sus pasos.

Es importante destacar que esa invisibilidad de la inserción de las mujeres en los flujos migratorios también estaba relacionada con la perspectiva teórica con que se analizaba la migración hasta mediados de la década de los sesenta. Tales estudios estuvieron muy influidos por la Escuela de Chicago; estudiaron la asimilación y la adaptación de los inmigrantes sin dar atención a las categorías de género y raza.

Estos estudios señalaban la migración como un proceso desorganizador de la sociedad, pues desestructuraba a los individuos y a sus familias, rompiendo los lazos de solidaridad que traían de sus comunidades de origen. Algunos estudios clásicos14 hicieron hincapié en los procesos de ruptura con la sociedad de origen y el de asimilación de los valores modernos de la sociedad de recepción, en detrimento del análisis de las reconstrucciones de identidad en los contextos de migración.

La revitalización de los estudios étnicos en los años sesenta y el desarrollo de los estudios feministas generaron cuestionamientos que trajeron nuevos problemas para comprender los flujos migratorios. Para Gabaccia, los estudios étnicos y de mujeres, aunque tuviesen sus orígenes en las luchas políticas de los años sesenta, divergen en cuanto a sus preocupaciones.

En las décadas de los años sesenta y setenta, los estudios étnicos demostraron que ante las viejas perspectivas de la inevitable asimilación surgió una nueva visión: la persistencia de los lazos étnicos y de pluralismo en la sociedad estadounidense. A partir de la constatación de que los grupos inmigrantes de diferentes nacionalidades se convierten en grupos étnicos15 y de que, por tanto, las diferencias no estaban siendo diluidas sino reafirmadas, el concepto de etnicidad pasaría a problematizar y a dar pie a análisis sobre permanencias y rupturas de las identidades en el contexto de culturas en contacto. Así, la etnicidad fue vista como una fuente de solidaridad en el grupo inmigrante.

Por otra parte, los estudios sobre mujeres, en otra perspectiva, revelaron una dimensión única y universal de la experiencia femenina. Con la preocupación de dar visibilidad a la participación de las mujeres en los flujos migratorios, la mujer retratada era blanca y perteneciente a la clase media. Así, si los estudios étnicos ignoraban las diferencias entre hombres y mujeres, los de género ignoraban las diferencias de clase y etnia entre las mujeres. Los estudios de mujeres inmigrantes, a diferencia de los estudios étnicos, definían la familia como un locus de opresión femenina y no como punto de partida para la solidaridad entre géneros. La observación es importante porque nos ayuda a comprender cómo la categoría género fue incorporándose a los estudios de migración. Al mostrar el punto en que se diferencian los estudios étnicos y los de género, la autora citada sugiere la necesidad de que los estudios de migración busquen un enfoque que comprenda género, raza y clase en una perspectiva multidisciplinaria.

En la medida en que los estudios de inmigración incorporaron la perspectiva de género, las experiencias de hombres y mujeres emergieron. Las teorías de redes sociales constituyen uno de los abordajes alternativos a los extremos de la teoría neoclásica y del determinismo estructural.16 Para Pessar y Boyd, las presiones migratorias se derivarían de las transformaciones macroestructurales. Las familias y las redes sociales responderían a tales presiones y determinarían cuáles miembros de los domicilios y de las comunidades migran. En ese contexto, la migración, articulada por las redes sociales, va dejando de ser vista simplemente como decisión racional de un individuo, para ser asumida como una estrategia de grupos familiares, de amistad o de vecindad, en que las mujeres se vinculan de manera activa.

Los análisis que incorporan la perspectiva de redes sociales en el proceso migratorio contribuyen a cuestionar la imagen de la migración como producto de un cálculo racional. Según Tilly (1990), la nueva onda de migración no puede ser explicada sólo a partir de los factores de atracción y de repulsión.17 Esto es, que las personas migrarían exclusivamente de acuerdo con las ofertas de trabajo existentes. En lo que respecta a las migraciones internacionales, cuanto más establecidas se encuentren las redes, mayores oportunidades tendrá el inmigrante en el lugar de destino. De esta manera, las redes sociales pasan a ser un recurso precioso que, al constituirse en capital social, auxilia a personas de escasos recursos, poca experiencia laboral y bajo nivel de escolaridad.18

Según Massey y colaboradores,19 las redes migratorias son lazos sociales que unen las comunidades de origen con los puntos específicos de destino en las sociedades receptoras. Estos lazos vinculan a inmigrantes y no inmigrantes en una compleja red de papeles sociales complementarios y relaciones interpersonales que, a su vez, son conservadas y actualizadas por un conjunto informal de expectativas mutuas y comportamientos prescritos. Sin embargo, al considerar las redes establecidas sólo por hombres, el estudio de Massey no se preocupó por el modo como éstas son construidas y formadas por atributos de género. Esta crítica a Massey, también presente en el análisis de Hondagneu-Sotelo,20 evidencia cómo el género regula estas redes sociales. Según la autora, las mujeres usan redes sociales diferentes de las utilizadas por los hombres para migrar y establecerse, una vez que ellas intentan escapar de la vigilancia y del control que caracterizan a las redes familiares tradicionales.

En este sentido, Pessar critica aquellos estudios que ignoran que el acceso de los individuos a las redes sociales y los intercambios que en ellas ocurren son derechos y responsabilidades definidas por las relaciones de género y por las normas de parentesco.

La comprensión del proceso migratorio a partir del enfoque de las redes sociales apunta, por un lado, a la importancia de las relaciones de solidaridad que los inmigrantes construyen entre la sociedad de origen y la de destino -relaciones que mucho auxilian durante el primer periodo de permanencia-. A pesar de lo anterior, se reconoce también que las redes sociales son fuente de ambigüedad y de conflicto. Por tanto, no sólo expresarían solidaridad, sino también división y conflicto étnico. Otro aspecto que estos estudios muestran es que las redes se construyen a partir de la articulación entre género y generación.

Como de otros flujos migratorios internacionales, los inmigrantes brasileños se sirven de las redes sociales para minimizar los riesgos presentes en la migración. Según demuestran varios trabajos,21 un análisis de la configuración de las redes sociales ayuda a comprender por qué algunas ciudades brasileñas terminan siendo punto de partida hacia Estados Unidos y cómo estas redes contribuyen a consolidar el flujo migratorio.

Al centrar el análisis en la construcción y la consolidación de las redes sociales de los emigrantes criciumenses, no se pretende ignorar los factores estructurales que motivan la migración, sino más bien resaltar las múltiples relaciones construidas entre los dos lugares a lo largo del proceso migratorio. Así, al comparar las trayectorias de los inmigrantes criciumenses con las de otros inmigrantes en Estados Unidos, se observa que también en ese caso la consolidación de un flujo continuo hacia este país está directamente relacionada con la construcción y la consolidación de redes sociales. Sin embargo, como tales redes no son neutras en relación con el género y la generación, se verá que suponen posiciones diferenciadas para hombres y mujeres inmigrantes.


PARTIENDO DE CRICIÚMA: LOS NUEVOS EMIGRANTES RUMBO A ESTADOS UNIDOS E ITALIA

A finales del siglo XIX, Criciúma se constituyó en un lugar de encuentro de diferentes etnias de inmigrantes, de las cuales la italiana representaba una porción significativa.22 Este proceso migratorio formó parte de un proyecto del gobierno brasileño que tuvo como propósito poblar territorios situados en el interior del país con mano de obra europea (no esclava).

A lo largo de los últimos 120 años, la ciudad de Criciúma reconstruyó, en diferentes momentos, los significados de la contribución de los inmigrantes que llegaron a la región. A mediados de la década de 1980, a raíz de la conmemoración del centenario de la ciudad, hubo un movimiento de revaloración de las diferentes etnias que participaron de su formación.

En los años ochenta, por medio de algunos convenios con los gobiernos de varias regiones de Italia, los nietos y bisnietos de algunos inmigrantes visitaron Europa con el ánimo de reencontrar a sus parientes y trabajar. Del mismo modo, algunos italianos viajaron a América para conocer "un pedacito de Italia en Brasil".

A lo largo de los años noventa este movimiento migratorio cambió de dirección hacia Estados Unidos. Aunque los relatos recogidos en la ciudad evidencian que hay movimiento de emigrantes hacia Estados Unidos desde la década de los setenta, el flujo aumenta en la década de los ochenta y principios de los noventa. Según los habitantes de la ciudad, el movimiento de emigración estaría directamente relacionado con la crisis del sector carbonífero,23 que hasta principios de los noventa representaba la principal actividad económica de la ciudad.

Es interesante observar que cuando el flujo de emigrantes cambia de dirección hacia Estados Unidos -emigrantes que muchas veces usan el pasaporte italiano- la situación es otra: hombres y mujeres parten de Criciúma hacia Estados Unidos, especialmente hacia la región de Boston, ya no en busca de su pasado o de su italianidad, sino en busca de la tierra de oportunidades - "América"- para realizar el sueño de otros emigrantes: ahorrar dinero, retornar y montar un negocio.

A pesar de que algunas informaciones de primera mano indicaban que en Criciúma se había conformado un movimiento de emigración hacia Estados Unidos, no se contaba con datos precisos, puesto que se trataba de un movimiento reciente. Fue necesario, por tanto, levantar informaciones cuantitativas sobre el perfil sociodemográfico y la historia de la población con experiencia migratoria en la ciudad.24 En este artículo se presentarán sólo los datos que revelan el modo como se construyen y consolidan tales redes sociales, confrontando los resultados de la encuesta con la historia migratoria de una de las familias entrevistadas.

De un total de 1 591 individuos encontrados en los domicilios de Criciúma, en los que por lo menos un integrante tenía experiencia migratoria, 50.3% fueron hombres y 49.7%, mujeres. Cuando se seleccionó de estos domicilios a los recién emigrados, se encontró un claro predominio de la migración masculina: 62.7% de hombres contra 37.7% de mujeres; conservando un patrón semejante al de otros movimientos migratorios internacionales, según el cual hay un predominio masculino en el inicio del movimiento.

La encuesta revela que la población emigrante es predominantemente joven. La mayor proporción (19.4%) se ubica entre los 25 y los 29 años; 19.1% son hombres y 20.1%, mujeres. En segundo lugar aparece el grupo de edad de 20 a 24 años (17.8%), del cual 16.5% son hombres y 20.1%, mujeres. En relación con el total de emigrantes, los hombres son mayoría. La mayor proporción de las mujeres se concentra en el intervalo de 15 a 29 años, mientras que los hombres lo hacen en la franja de 30 a 44 años. Esto sugiere que la media en la edad de los emigrantes hombres es mayor a la de las mujeres. La concentración de mujeres en esa franja sugiere, además, que ellas son, en su mayoría, mano de obra joven del mercado internacional de servicios e industrias, tal como lo demostró Sassen.25

La variable edad es importante, también, para pensar las posiciones que hombres y mujeres ocupan a lo largo del proceso migratorio, una vez que éstas migran de manera más expresiva en la segunda mitad de los años noventa. Si bien, por un lado, puede verse la inserción de mujeres jóvenes en el sector de servicios e industrias como expresión de una de las transformaciones del capitalismo mundial -según la cual las mujeres ganan un lugar en el mercado internacional de mano de obra barata-, por otro lado, también puede pensarse, según sugieren los datos, que las mujeres pasan a ocupar un lugar protagónico en la construcción de las redes sociales, tejidas a lo largo del proceso migratorio.

A continuación se mostrará la manera como se configuran estas redes sociales, de acuerdo con "quién lo acompañó en el primer viaje", "quién lo hospedó", "quién le ayudó a conseguir empleo", etcétera.

La gráfica 1 muestra cómo para los emigrantes brasileños (salvo los de ascendencia japonesa), el país de destino para la mayoría de criciumenses es Estados Unidos, hacia donde parten 60.2% de los hombres y 58.3% de las mujeres. Hacia Italia migran 11.7% de los hombres y 18.1% de las mujeres. Portugal es el tercer destino de los emigrantes, con 11.7% de los hombres y 10.7% de las mujeres. Estos datos sugieren que, aunque exista en las asociaciones italianas un discurso de valorización de la identidad italiana, que promueve la importancia de adquirir la doble ciudadanía para obtener subsecuentes beneficios (oportunidades laborales, por ejemplo), los criciumenses prefieren emigrar hacia Estados Unidos. Tal opción indica que en ese país los inmigrantes criciumenses encuentran redes más consolidadas, lo que atenúa los riesgos de la migración internacional.


GRÁFICA 1. País de destino en el primer viaje de los emigrantes
según sexo. Criciúma, 2001

FUENTE: Trabajo de campo, 2001.


Esto significa que, así como otros emigrantes internacionales, los criciumenses migran hacia Estados Unidos apoyados en redes de amigos, parientes y co
terráneos. Estas redes -que pueden activarse en el propio lugar de origen a través, por ejemplo, de préstamos familiares- ofrecen apoyo para la consecución del primer empleo y de un hospedaje temporal. Además de contar con la ayuda de amigos, parientes y coterráneos, los criciumenses migran hacia lugares donde ya existe un flujo permanente de brasileños. Tal es el caso de la región de Boston, lugar donde, como muestran los estudios de brasileños en el exterior,26 los nuevos inmigrantes pueden contar con el apoyo de coterráneos ya establecidos, lo que aumenta sus posibilidades de conseguir un puesto de trabajo.

El caso de las housecleaners evidencia el funcionamiento de este tipo de redes, así como también el de los hombres brasileños que se vinculan al campo laboral de las pizzerías y de la construcción civil. La llamada help también expresa la solidaridad prestada en tales redes. "Dar una help" consiste en ofrecer hospedaje temporal a los inmigrantes recién llegados. Sin embargo, este tipo de ayuda es ambigua, según los relatos de los conflictos que se suscitan en torno al comercio de empleadas de servicio en la región de Boston. Aun con estas ambigüedades y con los reajustes experimentados por las redes con el paso del tiempo, por medio de hombres y mujeres inmigrantes consiguen establecerse. Como se observa en otros grupos de inmigrantes, es posible afirmar que en Estados Unidos, y más específicamente en la región de Boston, los inmigrantes brasileños encuentran redes sociales mucho más consolidadas que en otros lugares. Por medio de ellas, los inmigrantes crean nexos y tejen una compleja red de obligaciones y reciprocidades que son importantes, especialmente durante el periodo inicial de permanencia en el país.

Al analizar los datos relativos al primer viaje se observa una diferencia entre hombres y mujeres en relación con la elección del país de destino. Las mujeres (18.1%) migran hacia Italia en mayor número que los hombres (11.7%). En este caso, tal diferencia puede explicarse por el tipo de trabajo que se ofrece. Ofertas de empleo publicadas en diarios locales, tales como las dirigidas específicamente a mujeres con ascendencia italiana,27 pueden ayudarnos a entender que las mujeres prefieren a Italia como destino migratorio. Mediante estos anuncios es posible identificar las características de los nuevos flujos migratorios: la posibilidad de migrar legalmente hacia Italia, la selectividad por sexo y edad.

Otro dato interesante sobre el primer viaje es que éste puede indicar algunas estrategias para entrar a Estados Unidos. Quienes hicieron su primer viaje a través de México fueron 6.4% hombres y 1.0% mujeres. La frontera de México con Estados Unidos es el camino escogido por aquellos que no consiguen la visa de turista estadounidense. Tal maniobra se hace contratando los servicios de un coyote.28 Ésta es una operación de alto riesgo, por lo que los emigrantes sólo la emplean como último recurso.

Cuando los criciumenses migran hacia otros países suelen hacerlo acompañados (58.8%). Los hombres (43%) viajan solos más que las mujeres (38.2%). Esto significa que en 61.8% de los casos las mujeres viajan con amigos, parientes o novios, contra 57% de los hombres. Este dato es interesante, pues revela una diferencia entre hombres y mujeres respecto de la estrategia usada, por lo menos en el primer viaje. Como muestra Fusco, 76.8% de los emigrantes valadarenses realizan el primer viaje sin acompañante(s). Este autor argumenta que el individuo tendría más probabilidades de culminar con éxito la travesía al viajar sin acompañante(s), pues esta estrategia supone más riesgos a causa de la larga distancia que debe recorrerse y por el carácter ilegal de la maniobra. Esta diferencia, en lo referente a la estrategia empleada para el primer viaje, no parece ser la mayor preocupación de los emigrantes criciumenses. Una de las posibles explicaciones es que muchos migran con el pasaporte italiano, lo que les con- fiere una ventaja subjetiva, una sensación de seguridad en el momento de encarar a las autoridades migratorias, ya que como ciudadanos italianos el gobierno de Estados Unidos no les exige visa para ingresar al país. Ahora bien, cabe anotar que -como lo ilustrará el caso de Lorena Venturini- esta estrategia no siempre resulta exitosa.

La gráfica 2 muestra la importancia de las relaciones de parentesco en el proceso migratorio. Al migrar, hombres y mujeres viajan acompañados de diferentes integrantes de la familia. Los hombres, en su mayoría, viajan acompañados del padre (19.7%), de la madre (17.5%), de la esposa (15.4%), de un hermano (9.3%) o de los hijos (4.1%). Las mujeres, a su vez, viajan junto con sus esposos (25.9%), sus hijos (24.7%), su madre (11.8%) o sus hermanos (9.8%). Este dato es muy interesante, pues muestra, en suma, que mientras los hombres viajan con sus padres y madres, las mujeres lo hacen con sus maridos e hijos.

GRÁFICA 2. Pariente que acompañó al emigrante en su primer viaje al exterior
según sexo. Criciúma, 2001

FUENTE: Trabajo de campo, 2001.

Una de las dificultades para quien llega a un país extranjero es poder conseguir hospedaje. Así, es usual entre los inmigrantes "dar una help" al recién llegado, brindándole hospedaje e información sobre algún empleo. De acuerdo con la gráfica 3, los hombres, más que las mujeres, viajan sin saber de antemano el lugar donde se hospedarán, aunque esto ocurra en una proporción pequeña en ambos casos (10.8% y 5.5%, respectivamente), lo que pone en evidencia lo importante que resulta para los inmigrantes contar con alguien que les proporcione hospedaje. 48.8% de los inmigrantes disponen de hospedaje con parientes al momento de llegar. Respecto a quién ofrece hospedaje, existe una diferencia según el sexo: 57.3% de las mujeres recibe ayuda de sus parientes, contra 43.9% de los hombres, los que a su vez cuentan más con la ayuda de amigos que las mujeres (44.7% versus 35.7%, respectivamente).

GRÁFICA 3. Referencia para hospedaje en el país de destino según el sexo.
Criciúma, 2001

FUENTE: Trabajo de campo, 2001.


Por lo tanto, para los criciumenses la ayuda ofrecida por parientes y amigos es fundamental durante la etapa inicial y revela la configuración de las redes sociales en la migración. Así, es posible afirmar que los lazos de parentesco son el principal componente de las redes sociales de los inmigrantes criciumenses y que las mujeres, en particular, se valen más de dichos lazos.

Tan pronto consiguen hospedaje temporal, los inmigrantes buscan empleo. En ese momento las redes de parentesco y de amistad son de mucha importancia, ya que suelen determinar el tipo de empleo que el inmigrante consigue. Es usual que el recién llegado consiga empleo en el ramo y en las empresas donde ya se encuentran trabajando coterráneos, parientes o amigos. Así, es factible asegurar que los criciumenses, al igual que otros inmigrantes brasileños, se valen de las redes sociales para conseguir empleo.

Si en lo que respecta al hospedaje la ayuda a las mujeres proviene mayoritariamente de parientes y para los hombres ligeramente más de amigos, en el caso de la ayuda para conseguir empleo (gráfica 4) tal diferencia es más signifi- cativa: predomina la ayuda de los parientes a las mujeres (44.8%) y de los amigos a los hombres (49.8%). Los datos indican que, para conseguir empleo, hombres y mujeres tienen acceso, por medio de las redes sociales, a diferentes recursos, lo que tiene implicaciones en la forma de inserción en el mercado laboral, como se verá al analizar las trayectorias de las familias inmigrantes.

Gráfica 4. Referencia para obtener el primer empleo en el país de destino
según el sexo. Criciúma, 2001

FUENTE: Trabajo de campo, 2001.

La ayuda en el proyecto migratorio también se da a través del financiamiento del primer viaje. Cuando se analizan los datos referentes a este renglón se constata que 46.8% de los inmigrantes (53.4% de los hombres y 35.5% de las mujeres) viajan con recursos propios. Cuando recurren a algún tipo de ayuda financiera, 45.5% cuenta con los parientes para recibir este apoyo. En este caso las mujeres cuentan con el auxilio de sus parientes en mayor proporción (56.3%) que los hombres (39.3 por ciento).

Menjívar,29 al analizar las ayudas prestadas por mujeres y hombres migrantes salvadoreños, revela que estudiar la ayuda -o "dar una help", como le llaman los inmigrantes brasileños- permite demostrar que hombres y mujeres tienen acceso de modo distinto a bienes y servicios, y que las ideologías de género moldean los intercambios informales entre éstos.

Los datos presentados sobre los inmigrantes criciumenses revelan que hombres y mujeres se valen de las redes sociales en diferentes momentos del proceso migratorio, pero no necesariamente de la misma manera. Tal dinámica también se halló entre los inmigrantes estudiados por Pessar, Menjívar y Hondagneu-Sotelo. En estas redes, madres, esposas, novias y hermanas resultan de capital importancia, pues son ellas quienes hacen circular la información entre los demás miembros de la familia. Lo que se comprueba, tanto en quienes parten como en quienes permanecen, es el intento de conservar los vínculos con Brasil y con sus familiares. Ahora bien, los lazos familiares parecen un poco más flexibles o, al menos, son cuestionados.

Para mostrar las trayectorias familiares, se presenta a continuación la historia de Lorena,30 integrante de la familia Venturini. En el pasado, esta familia emigró de Italia hacia Brasil, y actualmente algunos de sus miembros se están desplazando hacia Estados Unidos e Inglaterra.

La familia Venturini se compone de descendientes de italianos y españoles que llegaron a la región de Criciúma hacia fines del siglo XIX. Esta historia, especialmente la de los descendientes de italianos, es muy valorada en la familia. Niños y niñas aún recuerdan algunos relatos contados por sus abuelos y abuelas. La familia de Lorena es de clase media. Su padre es un pequeño empresario y su madre, hoy jubilada, se desempeñó como profesora. Cuando comenzaron el proyecto de emigración los hijos mayores iniciaban sus estudios universitarios.

Para reconstruir la historia migratoria de la familia Venturini se conversó con Lorena y Patricia, al igual que con sus padres, José y Martina, y dos de sus tías, Manuela y Carmela. Aunque no se hicieron entrevistas con todos los miembros de la familia que emigraron, las charlas ofrecieron un cuadro elocuente del movimiento de la familia entre Estados Unidos y Brasil.

En el año 2001, cuando se iniciaron las entrevistas, de los cinco hermanos, tres radicaban en Estados Unidos, específicamente en la región de Boston, donde se concentran en su mayoría los inmigrantes brasileños. José y Martina, al igual que uno de sus hermanos, se encontraban en Brasil después de haber regresado de Italia, y Lorena estaba por partir a Inglaterra.

En enero de 2000 Lorena fue deportada al presentarse con el pasaporte italiano. Viajó por quinta vez a Estados Unidos junto con su tía, quien intentaría "hacer vida en América". Cuando llegaron a Nueva York, en el momento en que pasaban por la ventanilla de Inmigración, la tía pasó sin problemas, pero ella fue retenida. El agente desconfió del pasaporte y Lorena fue llevada a entrevista, lo que temen todos los que llegan y pasan por esas oficinas. En la entrevista las autoridades migratorias verificaron su pasaporte italiano y, al percatarse de que también era brasileña, pidieron su otro pasaporte y comprobaron sus datos en la computadora. Cuando se dieron cuenta de que Lorena, aun teniendo pasaporte brasileño con visa de entrada por diez años, pretendía entrar con su pasaporte italiano, ingresaron sus datos a la computadora, y descubrieron que manejaba una cuenta corriente y tarjeta de crédito, además de haber realizado otras entradas al país. Con estos datos, las autoridades migratorias constataron que ella estaba utilizando el pasaporte italiano para entrar al país no como turista, sino como inmigrante, y ese mismo día fue deportada. Así, lo que parecía ser una ventaja -la ciudadanía italiana- terminó ocasionando su deportación y la imposibilidad de ingresar nuevamente a Estados Unidos.

La emigración de la familia Venturini comenzó con el hermano mayor, Marcos, quien viajó en 1990 a Boston, donde fue recibido y hospedado por un pariente materno. Dos años después emigró el resto de la familia. La historia de las ciudades de la región de Boston está marcada por olas de inmigrantes que llegaron durante la primera mitad del siglo XX y que han experimentado, al final del mismo, una nueva oleada de inmigrantes, entre los cuales se encuentran los brasileños. La familia Venturini residió en Allston, ciudad de la región de Boston, donde ya contaba con una pequeña red de amigos y parientes que la ayudó a su llegada. Más tarde, los hijos que permanecieron se mudaron a Malden. Estas ciudades, como Somerville, Everett, Cambridge, Framingham, y más recientemente Lowell, concentran un numeroso grupo de inmigrantes brasileños, que cuentan con una red de comercio étnico, almacenes de productos brasileños, agencias de viajes, restaurantes y otro tipo de bienes y servicios dirigidos a brasileños. La familia permaneció en Estados Unidos durante dos años, después de lo cual regresaron los padres y sus tres hijos menores. Sólo permanecieron Marcos y Patricia, los hijos mayores, quienes se encontraban mejor establecidos. Marcos vivía con una coterránea y Patricia iniciaba una relación amorosa con un estadounidense, con quien más tarde se casaría.

Marcos se instaló en Estados Unidos cuando apenas contaba con 18 años, luego de abandonar la carrera de agronomía. Tan pronto como llegó, conoció a Celina, su primera esposa, natural de la misma ciudad de Marcos y con quien vivió durante su primera estancia en ese país (1990-1996). Marcos y Celina tuvieron una hija que nació allá y criaron a una segunda como suya. Marcos regresó a Brasil en 1996 con el propósito de radicarse definitivamente, pero ciertas divergencias con su esposa respecto del lugar de residencia y el modo como habría de usarse el dinero (parte de éste se invirtio en un estacionamiento propiedad de su padre) los llevó al divorcio. Cuando volvió a Estados Unidos en 1999, Marcos conoció a Mariana, con quien se casó en el año 2000. En este momento, él trabajaba como pintor en la construcción y hacía trámites para legalizar su situación migratoria.

Patricia, la mayor de las hermanas, viajó a los 22 años a Estados Unidos después de abandonar la carrera de ingeniería que cursaba en Brasil. Al igual que Marcos, Patricia no regresó a Brasil como lo hizo el resto de su familia en 1994. Además de tener empleo en un restaurante cuando su familia retornó, Patricia quiso permanecer en Estados Unidos, ya que tenía un novio estadounidense llamado John, también descendiente de inmigrantes italianos. Actualmente está casada con él y por medio del matrimonio consiguió obtener la green card.31 La pareja tiene un hijo, Michael, de apenas año y medio de edad, a quien ya llevaron a Brasil con el ánimo de que no pierda los vínculos con su familia ni con su país. Fue Patricia quien recibió a Lorena y a su cuñada en todas las oportunidades en que éstas entraron a Estados Unidos. De igual modo, recibió a una tía materna durante un año. Patricia continúa ayudando a su padre y a su madre y aún tiene la ilusión de retornar a Brasil.

Mauricio, otro hermano de Lorena, regresó a Brasil en 1994 junto con sus padres. Se casó años más tarde y tiene un hijo de 4 años de edad. A decir de sus padres, Mauricio fue quien más sufrió en Estados Unidos, pues llegó de apenas 16 años y se empleó en trabajos de gran exigencia física. Por tal razón, no se sintió a gusto en ese país y fue el único de los hermanos que no quiso volver a emigrar. Hoy reside en una casa vecina a la de sus padres.

Matheus, el hermano menor, al igual que Lorena, viajó en varias ocasiones a Estados Unidos. La primera vez lo hizo junto con su madre cuando él tenía apenas 13 años. Tan pronto ingresó al colegio aprendió el idioma inglés. En su primera estadía en Estados Unidos tuvo algunos trabajos temporales. Regresó a Brasil en 1994, con sus padres, y allí concluyó sus estudios secundarios. No quiso hacer estudios universitarios. A los 16 años su novia quedó embarazada y él migró nuevamente a Estados Unidos junto con su hermano Marcos. Trabaja actualmente en el área de pintura en compañía de Marcos y vive con su hermana Patricia, aunque le gustaría vivir solo.

José y Martina, los padres de Lorena, emigraron a Estados Unidos en 1992 y actualmente viven en Brasil. Martina emigró primero que su esposo, pues como era jubilada le resultaba más fácil desplazarse. José viajó después de haber conseguido vender su almacén. Antes de su partida alquiló la casa de la familia y vendió el carro que tenía. Allá, Martina trabajó como empleada doméstica con vecinos de su prima, quien era propietaria de un negocio en esta zona. José trabajó en la construcción con su hijo Marcos. Es importante señalar que cada miembro de la familia tiene sentimientos diferentes respecto de la permanencia y de su vida en Estados Unidos.

Martina conserva buenos recuerdos y le gustaría vivir de nuevo en Estados Unidos. Ha regresado en varias oportunidades para visitar a sus hijos y ayudar en el cuidado de su nuera y de su nieta. Considera que en ese país la vida es mucho más fácil. Disfrutó mucho de los centros comerciales, de los productos de supermercado, y le encantó la autonomía de que gozaba. Para José la experiencia fue menos agradable: dice que "América" es un buen lugar para ganar dinero, pero no para vivir. Dice además que en Estados Unidos perdió el control sobre su familia, que sus hijos se volvieron muy independientes, ya fuese porque ganaban su propio dinero o porque conocieron los derechos de la infancia y no respetaban más su autoridad paterna.

El regreso a Brasil, sin embargo, no significó para Martina y José el distanciamiento de sus hijos, ya que éstos, además de sus yernos, sus nueras y sus nietos, permanentemente los visitan. Por otro lado, existe comunicación permanente por teléfono o por correo electrónico, medios a través de los cuales los padres ayudan a sus hijos en la realización de inversiones en Brasil, generalmente la compra de inmuebles y terrenos. Hay también otro tipo de ayuda, que consiste en cuidar de los nietos durante algunos periodos del año para que sus hijos y nueras puedan trabajar con mayor tranquilidad en Estados Unidos. Las hijas de Marcos, por ejemplo, aun después de haberse separado de Betina, pasan temporadas en la casa de sus abuelos en Brasil.

En el año 2001 Martina y José hicieron una gran reforma a su casa con el propósito de recibir mejor a sus hijos. Al año siguiente hicieron los preparativos del matrimonio de su hija Lorena, que se llevó a cabo en octubre. Organizaron la fiesta teniendo en cuenta las instrucciones que su hija enviaba por correo electrónico y por teléfono. Para José fue motivo de gran felicidad que su hija, después de haberse casado por el civil en Inglaterra, viajase a Brasil para celebrar su matrimonio católico junto a la familia.

El relato de Lorena revela cuestiones muy interesantes sobre las redes familiares y de género en las migraciones. Su historia muestra cómo hombres y mujeres se vinculan de modo distinto al proceso migratorio. Mientras Marcos es el primero en migrar, para después recibir a su familia, Patricia, la mayor de las hermanas, es la última en migrar, ya que era quien cuidaba de los asuntos financieros en Brasil. Ya radicada en Estados Unidos, fue Patricia quien asumió el proyecto de reunir dinero para regresar con la familia a Brasil, pues, al llegar todos, percibieron que con Marcos, quien ya había conformado su propia familia, no podrían contar en el proyecto de tener a toda la familia reunida. Así, aunque Marcos haya sido el primero en migrar y abrir camino para el resto de la familia, fue Patricia quien articuló y dirigió el proyecto de mantener junta a la familia. Fue Patricia quien recibió a su hermana, a su ex cuñada y a su tía cuando éstas decidieron ir a Estados Unidos y volver. Marcos regresó a Estados Unidos; sin embargo, ha sido por medio de Patricia como se han conservado y organizado los contactos entre la familia. Martina y José tuvieron una experiencia distinta en relación con los hijos: mientras José se sintió incómodo al ver que comenzaba a perder autoridad sobre sus hijos, Martina se adaptó más fácilmente a la vida en Estados Unidos y, por tal razón, fue más placentera su estancia allí. Sin embargo, retornó con su esposo a Brasil.

El relato de la familia Venturini muestra que, así como los emigrantes salvadoreños estudiados por Menjívar, las mujeres criciumenses prestan diferentes tipos de ayuda en las redes informales establecidas entre parientes y amigos. Tales redes incluyen gestos solidarios como el préstamo de dinero, el cuidado de los niños cuando sus padres están trabajando, el desplazamiento desde Brasil para ayudar al cuidado de las hijas, la colaboración para la búsqueda de algún empleo, la socialización de informaciones relativas a los sistemas de asistencia médica, etc. Es importante señalar que esta solidaridad pasa también por el terreno emocional y afectivo. Tal es el caso de Patricia, quien al darse cuenta de que su hermano no respondía a las expectativas de su familia, asumió el liderazgo del proyecto migratorio familiar. Las redes construidas por los hombres, que coinciden con las observadas en el caso salvadoreño por Menjíbar, parecen estructuradas en torno al trabajo y a la ayuda financiera antes que al apoyo emocional. Es importante observar que estas redes sufren transformaciones a lo largo del proceso migratorio.

Así, la familia Venturini fue estructurándose entre dos lugares, estableciendo una red de relaciones en la que padres e hijos redefinieron sus posiciones a lo largo del proceso. Durante su permanencia en Estados Unidos, José se sintió con menos autoridad sobre sus hijos, factor que lo llevó a regresar a Brasil: "ya no tenía control sobre mis hijos", relató en la entrevista. Al mismo tiempo los hijos sentían mayor autonomía para escoger en qué lugar vivir. Si en Estados Unidos esto se convirtió por momentos en una fuente de conflicto, actualmente siempre visitan la casa de sus padres. Los más jóvenes, Lorena y Matheus, circularon entre Estados Unidos y Brasil y, recientemente, en lo que respecta a Lorena, entre Brasil e Inglaterra. Según Martina y José, los hijos continúan ayudando a la familia, incluso después de haberse establecido en el exterior. En contrapartida, son Martina y José quienes administran las finanzas y cuidan de sus nietas cuando los hijos se desplazan a Brasil. El relato de la familia Venturini es muy útil para entender cómo se construyen y consolidan las redes de migración.

Sigue habiendo matrimonios, pero es interesante ver que, con frecuencia, los hombres se casan con inmigrantes brasileñas, muchas veces de la misma ciudad, mientras las inmigrantes brasileñas, tanto en Estados Unidos como en Italia, suelen casarse con nativos. Tal es el caso de Patricia y de otras inmigrantes entrevistadas. Esto habla de las expectativas y las representaciones que los hombres se hacen de la mujer brasileña, generalmente asociadas a la idea de buena amante, cariñosa, buena esposa y buena madre.

Mientras sus hijos y nietos viven y trabajan en diferentes lugares del mundo, los padres, como los abuelos, preparan sus casas para recibirlos y, muchas veces, administran el dinero que les envían. Estas cuestiones dan cuenta de nuevos acuerdos en las relaciones familiares, dentro de las cuales las mujeres tienen un status peculiar. El vínculo entre quienes emigran y quienes permanecen en Brasil se mantiene a través del correo,32 el envío de fotografías, de dinero, mediante llamadas telefónicas y, más recientemente, por medio de la internet, actualizando y reforzando la idea del proyecto familiar económico y afectivo que es la migración. Por tanto, el proyecto de emigración no debe verse sólo como elemento desestabilizador de las relaciones familiares, lectura recurrente, sino también como la posibilidad de establecer nuevas relaciones familiares y de género.


CONSIDERACIONES FINALES

Al radicarse en Estados Unidos, los criciumenses se hallaron en un nuevo escenario de vida, donde fueron reevaluadas sus identidades individuales y también las colectivas, aquellas que los definen como miembros de un grupo social. Los datos aquí presentados evidencian diferentes aspectos del modo en que hombres y mujeres se sitúan en los flujos migratorios. Esto revela que, en el pasado y en el presente, ambos ven transformada su identidad de género y su lugar dentro de la familia. La inserción en el mercado de trabajo, el aprendizaje de una nueva lengua, el contacto con otra cultura, las transformaciones de las relaciones familiares -entre los dos lugares-, dan cuenta de la importancia de una mirada que busque identificar el proceso migratorio y las redes familiares que los sustentan en el origen y el destino.

Los estudios de género han hecho contribuciones importantes para la comprensión de los movimientos migratorios contemporáneos. Inicialmente cuestionaron la invisibilidad de las mujeres como inmigrantes. En los estudios clásicos de migración las mujeres eran descritas simplemente como acompañantes de sus esposos y de sus familias, en las que ocupaban un lugar de subordinación dentro de la categoría inmigrante. Las mujeres pueden acompañar a sus esposos; sin embargo, no siempre hacen este camino. En el pasado y en el presente, aunque en la mayoría de los casos las mujeres migren como parte de un grupo familiar, en ocasiones también lo hacen individualmente, sea buscando mayor autonomía, sea buscando mejores oportunidades, o bien, huyendo de las discriminaciones de las que son objeto en su lugar de origen.

Al incorporar la categoría de género en el análisis de los flujos migratorios, la migración dejó de ser vista exclusivamente como una elección racional de individuos aislados, para observarla como un proceso ligado a relaciones sociales, como una estrategia de grupos familiares, de amigos o de personas de la misma comunidad. En este contexto, mujeres y hombres, en diferentes momentos, aparecen como actores que conectan los dos lugares por medio de redes sociales que les son útiles, especialmente en los primeros momentos de su llegada, y también les ayudan a mantener los lazos con su lugar de origen. Estas redes sociales son definidas por normas de parentesco y de género. Así, las mujeres usan mucho más la ayuda ofrecida por parientes y son ellas quienes articulan las redes entre los demás domicilios. Los hombres también se apoyan en estas redes, pero los datos indican que se valen más de la ayuda ofrecida por amigos que de la de los parientes, tanto para buscar empleo como para conseguir hospedaje. A lo largo de este proceso las familias construyen relaciones entre la sociedad de origen y la de destino. Los datos señalan que en éstas las mujeres en general encuentran una mayor autonomía, más visibilidad en el espacio público, mientras que los hombres se enfrentan a situaciones no experimentadas en Brasil: búsqueda, por parte de las mujeres, de relaciones más igualitarias, división de las tareas domésticas y del cuidado de los hijos. Así, los hombres resienten una pérdida o, por lo menos, el compartir su autoridad.

La migración internacional genera profundas transformaciones en los sujetos que la experimentan. No obstante, en vez de pensar la migración como un hecho que provoca el rompimiento de lazos, aquí se ha buscado hacer más complejo el análisis, para demostrar que también posibilita el surgimiento de nuevas relaciones familiares y de género.

Iracema voló hacia América. No domina el inglés. Lava piso americano. Pero, seguramente, a lo largo de ese proceso teje varias redes que, en diferentes momentos, la ayudan a enfrentar esa tarea riesgosa.

 

1 Alejandro Portes y R. Rumbaut, Immigrant America: a portrait, Berkeley, University of California Press, 1990.         [ Links ]

2 Teresa Sales, "Identidade étnica entre imigrantes brasileiros na região de Boston", en Rossana Reis y Teresa Sales (orgs.), Cenas do Brasil migrante, São Paulo, Boitempo, 1999a, pp. 17-44.         [ Links ] Véase también la obra completa.

3 Ana C. B. Martes, Brasileiros nos Estados Unidos: um estudo sobre imigrantes em Massachusetts, São Paulo, Paz e Terra, 2000;         [ Links ] Soraya R. Fleischer, Passando a América a limpo: o trabalho de housecleaners brasileiras em Boston, Massachussets, São Paulo, Annablume, 2002.         [ Links ]

4 Gláucia de O. Assis, De Criciúma para o mundo: rearranjos familiares e de gênero nas vivências dos novos migrantes brasileiros, tesis de doctorado en ciencias sociales, Instituto de Filosofia e Ciências Humanas, 2004;         [ Links ] Sylvia Debiaggi, Changing Gender Roles: Brazilian Immigrants Families in U.S. (New American), en Carola Suárez-Orozco y Marcelo Suárez-Orozco, LFB, Scholarly Publishing LLC, 2002.        [ Links ]

5 Desde el siglo XIX hasta mediados de los años cincuenta, Ellis Island fue el lugar de llegada de la mayoría de los 35 millones de inmigrantes a Estados Unidos. Aquí funcionaba el Departamento de Inmigración norteamericano. Cuando llegaban, los inmigrantes eran entrevistados, examinados y, en caso de ser aprobados, admitidos en el país. El lugar estuvo cerrado y abandonado durante varios años. Después de una reforma importante, se transformó en el Museo de la Inmigración. Véase Nancy Foner, From Ellis Island to JFK: New York's Two Waves of Immigration, Nueva York, Russell Sage Foundation, 2000.         [ Links ]

6 Oscar Handling, The Uprooted, 2a. ed., Boston, Atlantic Monthly Press Book, 1971.         [ Links ]

7 Katharine M. Donato, "Understanding U. S. immigration: Why Some Countries Send Women and Others Send Men", en Donna Gabaccia (org.), Seeking Common Ground: Multidisciplinary Studies of Immigrant Women in the United States, Westport, Connecticut/Londres, Praeger, 1992, pp. 159-185;         [ Links ] Rita J. Simon, "Sociology and Immigrant Women", en Donna Gabaccia (org.), op. cit.         [ Links ]

8 Marion F. Houstoun, Roger G. Kramer y Joan M. Barret, "Female Predominance of Immigration to the United States since 1930: A First Look", International Migration Review, vol. 18, núm. 4, 1984, pp. 908-963.        [ Links ]

9 Según la autora, a pesar de la ideología de Estados Unidos como tierra de oportunidades para los inmigrantes, aun en el periodo de mayor migración hacia Estados Unidos -entre finales del siglo XIX y principios del XX- la política estadounidense de inmigración establecía una serie de leyes restrictivas a los inmigrantes seleccionados por criterios religiosos y étnicos, aquellos considerados deseables; por eso hasta mediados del siglo XX la mayoría de los inmigrantes era de origen europeo. En este sentido, al mismo tempo que los estadounidenses decían estar abiertos a todos los hombres dispuestos a adoptar la religión civil estadounidense, cobraba fuerza la idea de que Estados Unidos era un país de anglosajones, lo que condujo a un bloqueo progresivo de las fronteras y al establecimiento de cuotas para inmigrantes, principalmente en relación con las razas consideradas indeseables (asiáticos y otros inmigrantes considerados no blancos). Rossana Rocha Reis, Construindo fronteiras: políticas de imigração na França e nos Estados Unidos (1980-1998), tesis de doutorado, Programa de Pós-Graduação em Ciência Política.         [ Links ]

10 Sylvia Chant y Sarah A. Radcliffe, "Migration and Development: The Importance of Gender", en Sylvia Chant (ed.), Gender and Migration in Developing Countries, Londres y Nueva York, Belhaven Press, 1992, pp. 2-29.         [ Links ]

11 Rita Rabbis Simon, Lawyers, immigrants thievs: exploring women's roles, Westport, Connecticut, Praeger, 1993.        [ Links ]

12 Experiencia, conocimiento.

13 Donna Gabaccia (org.), Seeking Common Ground: Multidisciplinary Studies of Immigrant Women in the United States, Westport, Connecticut/Londres, Praeger, 1992.         [ Links ]

14 William I. Thomas y Florian Znaniecki, The Polish Peasant in Europe and America, Chicago, University of Illinois Press, 1984.         [ Links ] Véase también la nota 7.

15 Sobre la transformación de los grupos inmigrantes en grupos étnicos véase el ensayo de Philppe Poutignat y Jocelyne Streiff-Fenart, Teorias da etnicidade: seguido de grupos étnicos e seus limites de Frederik Barth, São Paulo, UNESP, 1998.         [ Links ]

16 Patricia R. Pessar, "The Role of Gender, Households, and Social Networks in the Migration Process: A Review and Appraisal", en C. Hirschman, P. Kasinitz y J. Dewind (eds.), The Handbook of International Migration: The American Experience, Nueva York, Russell Sage Foundation, 1999, pp. 51-70.         [ Links ] Véase asimismo Monica Boyd, "Family and Personal Networks in International Migration: Recent Developments and New Agendas", International Migration Review, vol. 23 núm. 3, 1989, pp. 638-670.        [ Links ]

17 Charles Tilly, "Transplanted networks", en Virginia Yans-Mc laughlin (ed.), Immigration Reconsidered, Oxford, Oxford University Press, 1990, pp. 79-95.         [ Links ]

18 Según Portes (1995), el concepto de capital social se refiere a la capacidad que el individuo tiene de movilizar recursos escasos en virtud de su pertenencia a la red o a estructuras sociales más amplias. Los recursos adquiridos por medio del capital social siempre implican una expectativa de reciprocidad.

19 Douglas Massey et al., "The Social Organization of Migration", en Return to Aztlan: The Social Process of International Migration from Western, Berkeley, University of California Press, 1987, pp. 139-171.         [ Links ]

20 P. Hondagneu-Sotelo, Gendered Transitions: Mexican Experiences of Immigration, Los Ángeles, University of California Press, 1994, pp. 53-98.        [ Links ]

21 Maxime L. Margolis, Little Brazil: an ethnography of Brazilian Immigrants in New York City, New Jersey, Princeton University Press, 1994;         [ Links ] Gláucia de O. Assis, "Estar aqui... estar lá... Uma cartografia da vida entre o Brasil e os Estados Unidos", Textos Nepo, núm. 41, Campinas, Núcleo de Estudos de População/UNICAMP, 2002;         [ Links ] Wilson Fusco, Redes sociais na migração internacional: o caso de Governador Valadares, Campinas, Núcleo de Estudos de População/UNICAMP, 2001.         [ Links ]

22 Walter Piazza (org.), Italianos em Santa Catarina, vol. 1, Florianópolis, Lunaderlli, 2001;         [ Links ] Otília. Arns, A semente deu bons frutos: Criciúma, 1880-1980, Florianópolis, Imprensa Oficial, 1985.        [ Links ]

23 Véase José P. Teixeira, Os donos da cidade, Florianópolis, Insular, 1996.         [ Links ]

24 Ese levantamiento, coordinado por Teresa Sales, tuvo como objetivo trazar la configuración de las redes sociales en las ciudades de origen de los flujos de brasileños hacia Estados Unidos y Japón. Las investigaciones fueron realizadas en Criciúma (Santa Catarina) y Maringá (Paraná), ofreciendo la historia migratoria, el perfil sociodemográfico y la caracterización de la población emigrante.

25 Saskia Sassen, The Mobility of Labor and Capital: A Study in International Investment and Labor Flow, Nueva York, Cambridge University Press, 1988.        [ Links ]

26 Sales (1999), Martes (2000), Fusco (2001), Assis (1999, 2004) y Fleischer (2002).

27 "Mujeres entre 18 y 28 años que tengan pasaporte italiano legalizado podrán competir por un empleo en una heladería italiana localizada en Alemania", Jornal da Manhã, Criciúma, 20 de abril de 2000 (traducción libre).         [ Links ]

28 Los coyotes son hombres, generalmente de nacionalidad mexicana, que cruzan inmigrantes hacia Estados Unidos de manera ilegal. Por tal servicio se cobra una cantidad elevada en dólares. Tanto en Criciúma como en la región de Boston escuché varios relatos de inmigrantes sobre la peligrosa travesía, incluyendo el paso de mujeres y niños. El más sorprendente fue el de un taxista cuyo yerno llegó a Estados Unidos a través de la frontera con México, consiguió empleo y dinero para regresar a Brasil y buscar a su esposa, a sus dos hijos y a su cuñado. Finalmente, los cinco atravesaron la frontera. Ante la dificultad de conseguir la visa estadounidense, el número de brasileños que usa el paso ilegal por México se ha incrementado. Según informaciones de la Embajada estadounidense, el índice de brasileños sorprendidos cuando intentaban entrar ilegalmente a Estados Unidos creció notablemente, al pasar de 950 arrestos en 1992 a 3 105 en 2001 (Folha de S. Paulo, cotidiano, 24 de marzo de 2002,
pp. 8-9).

29 Cecília Menjívar, Fragmented Ties: Salvadoran Immigrant Networks in America, Los Ángeles, University of California Press, 2000.        [ Links ]

30 Con el ánimo de preservar la integridad de mis informantes, todos sus nombres fueron sustituidos.

31 Documento de autorización de residencia para los extranjeros en Estados Unidos.

32 Como en el caso de los emigrantes valadarenses, el correo ayuda a conservar y estrechar los vínculos familiares. Además de las cartas, toda suerte de obsequios van y vienen: comidas típicas, prendas de vestir, objetos de uso personal, etc. Los objetos hacen circular afectos, fortalecen o restablecen relaciones entre parientes y amigos, así como también contribuyen a conservar los vínculos entre quienes partieron y quienes permanecen.

 

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