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Alteridades

On-line version ISSN 2448-850XPrint version ISSN 0188-7017

Alteridades vol.25 n.50 Ciudad de México Jul./Dec. 2015

 

La ciudad transnacional: aportes teóricos y etnográficos

 

Tánger: del estatus internacional a la movilidad transnacional*

 

Tangier: from International Status to Transnational Mobility

 

Mokhtar El Harras**

 

** Faculté des Lettres et des Sciences Humaines, Université Mohammed V de Rabat. Avenue Ibn Khaldoun, Rabat, 10000, Marruecos <Melharras58@gmail.com>.

 

* Artículo recibido el 03/02/15.
Aceptado el 21/05/15.

 

Resumen

El estudio de la dimensión transnacional de Tánger (ciudad situada en el extremo norte de Marruecos) requiere considerar dos dinámicas que actúan en niveles diferentes, pero convergentes. La primera es una intervención "desde arriba", cuya iniciativa proviene de los gobernantes, con una visión neoliberal muy abierta a la privatización y al llamado del capital financiero internacional. La segunda se refiere a un movimiento "desde abajo", marcado por las transformaciones económicas en la zona y las nuevas oportunidades en términos de inversión, empleo e intercambio, así como la movilidad transnacional de los propios migrantes marroquíes, quienes a través de las fronteras crean su propio espacio transfronterizo de vida, trabajo, redes sociales y laborales. Se analizan ambas dinámicas partiendo del estatus internacional que Tánger mantuvo hasta 1956 y centrándose en la condición de ciudad transnacional que le caracteriza al inicio del siglo XXI.

Palabras clave: ciudad fronteriza, transnacionalismo, territorios circulatorios transnacionales, ciudad-región globalizada, desigualdad.

 

Abstract

The study of the transnational dimension of Tangier (a city located in the North end of Morocco) requires considering two dynamics which, whereas they converge, act at different levels. First, there is an intervention "from above", whose initiative comes from the rulers, with a neoliberal vision widely opened to privatization and to the call of international finance capital. The second one refers to a movement "from below", marked by the economic transformations in the area and the new opportunities in terms of investment, employment and exchange, as well as the transnational mobility of Moroccan emigrants themselves who, through the borders, create their own transboundary space of life, work, social and labor networks. This paper analyzes both dynamics, starting from the international status that Tangier maintained until 1956 and focusing on its condition as a transnational city at the beginning of the 21st century.

Key words: border city, transnationalism, transnational circulatory territories, globalized city-region, urban inequality.

 

Introducción

El estudio de la dimensión transnacional de Tánger (Marruecos) requiere considerar dos dinámicas que actúan en niveles diferentes, pero convergentes. La primera se refiere a una intervención "desde arriba", cuya iniciativa proviene de los gobernantes, quienes -a partir de una visión neoliberal ampliamente abierta a la privatización, a la inversión extranjera, al partenariado entre los sectores público-privado, a la inserción de Tánger y su región en los flujos transnacionales- emprenden una serie de megaproyectos industriales, turísticos y de infraestructura que representan una llamada al capital financiero internacional e invitan a una expansión regional y a una reconfiguración profunda de las estructuras territoriales.

La segunda dinámica es relativa a un movimiento "desde abajo". Ante las transformaciones económicas en la zona y las nuevas oportunidades en términos de inversión, empleo e intercambio, Tánger y su región atraen cada vez más migrantes transnacionales que llegan tanto por motivos de residencia y trabajo, como por el deseo de cruzar la frontera hacia otros horizontes. Añadimos a ello la movilidad transnacional de los migrantes marroquíes, muchos de los cuales crean su propio espacio transfronterizo de vida y trabajo así como sus propias redes sociales y laborales a través de las fronteras.

En las siguientes páginas analizaremos las dos dinámicas señaladas teniendo en cuenta el estatus internacional de Tánger como ciudad cosmopolita y los desafíos que plantea la constitución de un espacio social transnacional.

 

Tánger bajo control internacional

Tánger fue durante siglos la sede del cuerpo diplomático acreditado en el Imperio jerifiano de Marruecos. La extensión gradual del poder de los cónsules dio lugar a que la ciudad cayera progresivamente bajo el control internacional. El sistema de protección a los notables de la ciudad contribuyó también al afianzamiento de ese poder. Para proteger el libre tráfico marítimo en el Estrecho de Gibraltar, los ingleses se preocuparon sobre todo por la preservación del estatus neutral e internacional de Tánger. Sin embargo, este objetivo tan buscado por ellos chocaba con las intenciones de Francia y España de incorporar a Tánger en sus respectivas zonas de protectorado. Pero al necesitar el reconocimiento inglés de su zona de protectorado, los franceses aceptaron finalmente que Tánger tuviese un estatus internacional. El acuerdo fue firmado en París por Gran Bretaña, Francia y España el 18 de diciembre de 1923, y el ingreso de Italia a él en 1928 permitió evitar fricciones políticas entre las potencias mediterráneas de la época.

Con base en ese acuerdo, se constituyó un Comité de Control formado por siete cónsules generales de las potencias que habían tomado parte en la Conferencia de Algeciras sobre Marruecos. A éste se le concedió la responsabilidad de poner en práctica la convención firmada así como el poder de veto y disolución sobre la Asamblea Legislativa conformada por 26 miembros. Un administrador europeo nombrado por el sultán y recomendado por el Comité de Control gestionaba los asuntos diarios a los que se aplicaba la ley europea. Mientras que el mendub, que era el representante oficial del sultán en Tánger, se encargaba de administrar los asuntos de la población musulmana y judía. Un tribunal internacional mixto constituido por cinco jueces (de origen belga, británico, francés, italiano y español) tenía la responsabilidad de administrar la justicia en todos los casos en los cuales los extranjeros se vieran involucrados, a excepción de los estadounidenses. Además, el orden público era asegurado por cuerpos de policía y gendarmería conformados por personal de origen marroquí y europeo (Dunthorn, 2005).

En junio de 1940, Francisco Franco sacó provecho del involucramiento de las potencias europeas en la Segunda Guerra Mundial para ocupar la ciudad, declarando al mismo tiempo que esa ocupación era provisional y que el estatus internacional seguiría vigente. El coronel Antonio Yuste Segura disolvió el Comité de Control y se nombró a un gobernador de Tánger bajo el mando del alto comisario del protectorado español residente en Tetuán. Al mes siguiente, la frontera entre Tánger y la zona de protectorado español fue abolida. En marzo de 1941, el mendub, que dependía del protectorado francés, fue remplazado por un pachá bajo las órdenes del califa del sultán en el protectorado español. Las autoridades españolas tomaron también el control de la administración de los asuntos de la población marroquí (Dunthorn, 2005).

Sin embargo, al finalizar la Segunda Guerra Mundial, España -que se encontraba aislada políticamente- tuvo que aceptar que la ciudad de Tánger recuperara su estatus internacional. Un nuevo Comité de Control fue instituido. Estados Unidos, que aspiraba a asumir responsabilidades en el plano internacional y a estar presente en el Mediterráneo y Oriente Medio, no quiso que Tánger regresara a su estatus internacional en la forma que tenía antes de la guerra, pues en aquella fórmula no había tenido participación. En 1945, la Conferencia de París selló el nuevo acuerdo de conciliación de las potencias en torno al estatus internacional de Tánger. Las potencias que compartían el control internacional de Tánger con el mendub o representante del sultán eran Francia, España, Gran Bretaña, Italia, Bélgica, Países Bajos, Portugal y Estados Unidos (Dunthorn, 2005).

En el periodo durante el cual Tánger estuvo bajo el dominio internacional (1923-1956), se conformó una ciudad cosmopolita, así como una economía transnacional espacialmente fragmentada y socialmente fracturada. Las tensiones que se desataron, debido en parte a esa situación de desigualdad, contribuyeron a que el desarrollo territorial, social y económico de Tánger quedase estancado desde la independencia del país en 1956 hasta comienzos de los años ochenta.

La ausencia de control en materia de transacciones internacionales hizo que la ciudad captase abundantes flujos de capital financiero. Después de la Segunda Guerra Mundial, grandes cantidades de oro extranjero fueron depositadas en bancos de Tánger. Una clase de banqueros y comerciantes transnacionales se estableció en la ciudad y generó una riqueza sin precedentes. Su coexistencia con la élite colonial, con distinguidos artistas, intelectuales, políticos, de diversas nacionalidades, y con una variada población local compuesta de árabes, bereberes y judíos, creó una mezcla inédita en Marruecos. Hasta poco antes de la independencia del país, los residentes extranjeros en Tánger representaban alrededor de una cuarta parte de la población total, cifra que se redujo drásticamente en las dos décadas que siguieron a la independencia de Marruecos. A mediados de los años cincuenta, vivían en el centro de la ciudad 60 mil personas nacidas en el extranjero (Kanai y Kutz, 2011).

 

Tánger transnacional: las dinámicas desde arriba

A partir de la primera década del siglo XXI, comienza a acelerarse el proceso mediante el cual Tánger se convierte en una ciudad-región globalizada, con clara orientación económica y política transnacional. Con la intervención de una nueva élite empresarial compuesta por actores públicos y privados, marroquíes y transnacionales, los megaproyectos de gran envergadura están modificando el paisaje territorial y urbano y las pautas del desarrollo en la región del Estrecho de Gibraltar. Se trata de la vía privilegiada por la cual el Estado marroquí busca sacar provecho de los aspectos positivos de la globalización, fomentando la inversión extranjera, el comercio internacional y el turismo.

Como espacio urbano, Tánger está experimentando una vertiginosa transformación que se debe sobre todo a las cuantiosas inversiones financieras realizadas por actores económicos provenientes en especial de los países del Golfo Pérsico y de las naciones occidentales. La región de Tánger también está cambiando de manera radical. Se están construyendo residencias de lujo y grandes puertos, y se ha puesto en operación una zona franca que incluye la apertura de grandes áreas comerciales, así como nuevas vías de comunicación por carretera y ferrocarril. Estos proyectos se inscriben en la perspectiva de hacer de esta zona un espacio particularmente atractivo para las inversiones extrajeras (Buoli, 2013). Además, están configurando a Tánger y su región como un nuevo actor internacional con notables capacidades de participación en la economía global. En la ciudad de Tánger se entrecruzan procesos locales, regionales e internacionales. En el nivel local, llega a ella una numerosa población migrante proveniente de su entorno inmediato y de otras zonas de Marruecos. En el plano regional, la ciudad se ve involucrada en interacciones e intercambios continuos con la otra orilla del Estrecho y con Ceuta. En el nivel internacional, Tánger se vuelve cada vez más el marco de procesos de producción transnacional, un espacio de partida y de transición de una migración global, y un área donde se están llevando a cabo grandes proyectos con la participación efectiva de actores transnacionales (Buoli, 2013).

Debido a esos factores, la planificación urbana pasa del control público al control del partenariado entre el Estado y el sector privado. La intervención de actores financieros y económicos internacionales, en especial de los países del Golfo y de Occidente, ha afectado profundamente las políticas de desarrollo territorial en Tánger y su región. Los proyectos urbanos que se están efectuando funcionan no sólo como "vectores de desarrollo", sino también como importantes "ventanas" del país sobre la escena internacional y como "puertas de entrada" para los inversionistas árabes y occidentales (Buoli, 2013).

La coexistencia de modos de planificación urbana competitivos y descoordinados ha tenido como resultado el desarrollo de una estructura urbana fragmentada, constituida por zonas de gran densidad poblacional y núcleos de riqueza diseminados por la ciudad.

En materia de urbanización, una clara dualidad jerarquizada se instauró entre la "nueva ciudad europea" dotada de la infraestructura necesaria, y los asentamientos informales establecidos de manera primordial en los alrededores de la ciudad. La suerte de la "nueva Medina" fue mejor, pero no dejó de ser marginal en términos de equipamiento urbano (Kanai y Kutz, 2011).

Inmediatamente después de la independencia, la situación socioeconómica de Tánger se deterioró. Por temor a la "arbitrariedad" de ciertos actores nacionalistas, los capitalistas ricos emigraron de la ciudad. Muchos comercios cerraron, y la gente cualificada que trabajaba en bancos y comercios también se fue. Ante la pérdida de pilares básicos de la economía colonial y la afluencia masiva e incontrolada de migrantes rurales y urbanos, Tánger no resistió, en principio, los efectos generados por tales movimientos económicos y sociales. En consecuencia, la desigualdad social se agudizó y un estancamiento económico impactó con fuerza a la ciudad, situación que duró hasta inicios de los años ochenta (Kanai y Kutz, 2011).

Si bien las dinámicas neoliberales explican en parte la inclusión de Tánger y su región en los flujos transnacionales así como el crecimiento de las desigualdades territoriales y sociales, el análisis sociohistórico de las dinámicas acaecidas muestra que no son suficientes. El papel del rey Mohamed VI, con su objetivo de cambiar y mejorar las relaciones del trono con la población del norte de Marruecos después de su deterioro bajo el reino de Hassan II, fue fundamental. La dimensión voluntarista de la actuación del rey de incluir a Tánger y su región en las dinámicas de la economía global ha de ser tenida en cuenta.

Dicho de otro modo, lo que está cambiando en Tánger y su región no se debe únicamente a la globalización en curso, sino también a su interacción con las instituciones administrativas locales y privadas internas y a las decisiones políticas tomadas en favor de la descentralización regional, el libre comercio y la firma de convenios con varios países en pro del libre intercambio (Kanai y Kutz, 2011).

En la gestión de esos cambios, cabe mencionar el involucramiento de una élite de tecnócratas con experiencia en el sector privado, que fueron nombrados gobernadores en las provincias del noroeste. La figura más sobresaliente es la de Mohamed Hassad -que fue gobernador (valí) en Marrakech-, a quien se debe gran parte de la expansión turística en esa ciudad, y ahora asume el puesto de ministro del interior (Kanai y Kutz, 2011).

Sin embargo, el hecho de centrar el mayor esfuerzo de crecimiento en iniciativas de inversión a gran escala y en megaproyectos estratégicos en Tánger y su región está ahondando las disparidades territoriales y las fracturas urbanas que ya existían a comienzos del siglo XXI. Grandes compañías inmobiliarias aparecieron como actores de primer orden en la planificación e implementación de proyectos que tienden a importar modelos arquitectónicos occidentales y responder en parte a las necesidades de una cada vez mayor proporción de usuarios extranjeros. Las necesidades básicas de la población local y sus demandas sociales y económicas se quedaron al margen de esa nueva política.

Según pautas de orientación neoliberal, el Estado marroquí creó nuevas agencias de desarrollo y fomentó la asociación entre el sector público y el privado con el objetivo de fortalecer la integración de Tánger y su región, de readaptar el modelo económico de esa zona a las exigencias de la globalización, y de "territorializar los flujos transnacionales en el entramado urbano" (Kanai y Kutz, 2011: 347). La economía de la ciudad está orientada esencialmente hacia el exterior. Megaproyectos como el puerto de Tánger Med,1 la zona franca de Tánger2 y la planta automovilística de la empresa Renault3 son prueba de ello. En pocos años, Tánger se convirtió en la segunda ciudad más industrializada de Marruecos, después de Casablanca.

Empero, hay que señalar el costo social de esa industrialización que está generando precariedad en las condiciones de trabajo, bajos salarios y asentamientos marginales en los alrededores de la zona franca y del área industrial. Es notable asimismo el arribo de migrantes de diversas partes de Marruecos, atraídos tanto por las oportunidades de empleo en las nuevas industrias, como por la perspectiva de la emigración a Europa. En ambas situaciones, Tánger se convierte para ellos en un espacio fronterizo donde, en caso de partir, se preparan a fin de adaptarse mejor al modo de vida europeo.

Además, la construcción de nuevas ciudades, por ejemplo Gzenaya, El Jadida y Chrafat, está permitiendo la expansión globalizada de Tánger y su región, creando infraestructuras sociales necesarias para el desarrollo industrial en la zona y transformando radicalmente la geografía urbana de la región.

El proyecto inmobiliario Tanger City Center, con una extensión de 30 mil metros cuadrados, está destinado a acentuar aún más la inserción de Tánger y su región en los flujos de la transnacionalización. En él se construirá el primer centro comercial de estilo occidental en la ciudad, dos hoteles de cuatro y cinco estrellas, un centro de negocios, boutiques de importantes marcas internacionales, y 800 departamentos que dan al mar. Tiene conexión directa con el puerto de Tánger Med, la zona franca de Tánger y el aeropuerto. En tanto los focos de la globalización están estrechamente interrelacionados, las otras zonas donde viven los grupos sociales modestos de la ciudad, como la Medina, Beni Makada y otros barrios populares, se quedan en la periferia de esos emprendimientos. Mientras se pone todo el énfasis en atraer extranjeros, una gran proporción de la población local no puede acceder a la propiedad inmobiliaria en tales espacios o beneficiarse de sus servicios. Al contrario, muchos ciudadanos se ven obligados a esperar a que sus requerimientos en materia de alojamiento y vida dignos -con espacios públicos e infraestructura adecuada- puedan tener una respuesta positiva a corto y mediano plazos (Kanai y Kutz, 2011).

Tánger se ha convertido en una ciudad-región altamente competitiva, sobre todo con respecto a Oriente Medio y el Mediterráneo. La puesta en marcha de megaproyectos en la zona le está dando un dinamismo económico sin precedentes en su etapa independiente, lo que contribuye a reforzar, como nunca antes, sus conexiones transnacionales. Aunque con adaptaciones debidas al contexto actual, el Tánger de hoy tiende a "reproducir" la atracción económica y financiera de la época colonial. Con todo, el paso de un estatus internacional a una situación transnacional en la que una aproximación neoliberal está teniendo un papel central en la articulación de Tánger y su región a los grandes flujos transnacionales está originando más desigualdad entre los sectores sociales ligados a las recientes dinámicas globalizantes y la población local que carece de acceso a los servicios de esas nuevas realizaciones. Más aún, la estructura urbana se ve cada vez más fracturada entre zonas geográficas dedicadas en esencia a atraer a actores económicos y financieros extranjeros y a turistas de alto rango social y aquellas relativamente marginadas situadas en la periferia de los nuevos focos transnacionales.

 

Los lazos transfronterizos: las dinámicas desde abajo

De los acontecimientos históricos vividos por los marroquíes y los ibéricos entre los siglos XV y XIX se desprende que en la ideología estatal de ambas partes la frontera se representaba como una línea divisoria entre civilizados y bárbaros, una barrera definida en términos de soberanía política y religiosa. A lo largo de esas centurias hubo enfrentamientos esporádicos entre ambos territorios, los cuales fueron más o menos apoyados por la autoridad central de cada uno, pero también se dieron interacciones e intercambios entre sus poblaciones. Existió intermitencia entre una reciprocidad positiva y una negativa. En el presente predomina la cooperación y el intercambio. Las diferencias respecto de los niveles de vida e ingresos impulsan todavía a los marroquíes a cruzar la frontera, aunque en menor medida que en el periodo anterior a la crisis en Europa.

Por el hecho de vivir en un punto geográfico fronterizo, los habitantes de Tánger se mueven entre mundos diferentes y, en cierta forma, antagónicos. Sienten que pertenecen a la ciudad y región fronterizas, pero sin perder el sentido de pertenencia a su cultura nacional, ni pretender estar fuera del entorno de la cultura extranjera. Esa pertenencia a una variedad de espacios da a la población de Tánger una gran capacidad de adaptación y negociación, dentro de una vasta diversidad lingüística y cultural.

Las dinámicas del cruce de fronteras se producen en el marco de contratos sociales complejos que se extienden a lo largo de varios países y en los cuales los lazos de amistad y vecindad asumen un papel determinante. Los transmigrantes mantienen sus relaciones mediante llamadas telefónicas internacionales y visitas mutuas. Se nota también que obtienen ingresos transportando mercancías a través de fronteras internacionales, y crean servicios que unen a las familias en los dos lados del Estrecho.

El proceso de globalización en Tánger y su región conlleva asimismo impactos de orden cultural. Bajo el efecto del crecimiento de la migración interna e internacional, Tánger se está convirtiendo cada vez más en una ciudad multicultural donde conviven marroquíes provenientes de diversas partes del país y extranjeros de diferentes nacionalidades. Los últimos en llegar a la ciudad son los inmigrantes de origen subsahariano, de los cuales una proporción importante se dirige sobre todo hacia Tánger y su región a la espera de una oportunidad para cruzar la frontera (Feliu Martínez, 2009).

Por otra parte, Michel Péraldi nos recuerda que, con el propósito de captar el interés de la audiencia de Europa, los medios de comunicación ponen más énfasis sobre los migrantes subsaharianos en Tánger y el drama de las pateras, que sobre los muchos europeos que residen hoy en día en esta ciudad del Estrecho. Para no caer en la ilegalidad, algunos europeos cruzan la frontera antes de que caduquen los tres meses de residencia permitidos por la ley, y luego vuelven como "turistas" por otros tres meses. Ellos son también actores en la movilidad transnacional (Péraldi, s. f.).

Todo ello se traduce en una diversidad lingüística y dialectal, y en una variedad de la vestimenta femenina respecto al uso del velo o del modo de vestir occidental. El hecho de que una proporción elevada de mujeres en Tánger lleve el velo implica, quizá, actitudes de resistencia hacia una globalización que está afectando, con cierta fuerza y envergadura, la cultura e identidad locales. No obstante, a pesar del arraigo a la propia identidad, muchas de las mujeres que migran a Tánger para trabajar en sus industrias textiles lo hacen de manera temporal, en espera de una oportunidad para cruzar la frontera y enfrentarse a una cultura diferente. Si a ello se añaden las precarias condiciones laborales, se comprenderán mejor las causas del alto porcentaje de rotación en el trabajo en el cual las mujeres empleadas no pasan más de seis años en promedio (Solis Pére, 2010).

Los términos anteriormente usados para distinguir entre el migrante que crea nuevos asentamientos en el país de llegada y el que rompe con sus orígenes han dado lugar a un "debate que conjuga los dos elementos antípodas de la migración (origen-destino; emisor-receptor, ida-regreso)" (Méndez Rodríguez, 2007: 101).

Ésta es la perspectiva del migrante transnacional que pone un pie en la sociedad de llegada dejando el otro en el país de origen. El transmigrante manifiesta por su movilidad a través de la frontera una migración globalizada en la cual se crea un nuevo espacio donde se enlazan los lugares de partida y de arribo. Estos "migrantes de aquí y de allá" se oponen a los que no son "ni de aquí ni de allá" (Tarrus, 2010: 133).

Varios transmigrantes en Tánger y su región se dedican al comercio entre el país de llegada, o aquellos que forman parte de su esfera de trabajo, y su sociedad de origen. Traen ropa nueva y usada, productos electrónicos, tejidos, bisutería, piezas de recambio para coches, etcétera, y los venden en diferentes mercados populares de Tánger.

Con base en los datos de una reciente investigación realizada en la frontera francoespañola de Le Pertiius-La Jonquera, se estima que unos 62 mil marroquíes efectúan el tránsito transnacional cada semana entre Marruecos, España y el sur de Francia, lo que les permite satisfacer las necesidades de 300 mil de sus allegados residentes, y conseguir ingresos superiores a los que obtendrían en actividades sedentarias (Tarrus, 2010). Un nuevo perfil de comerciante ejerce su trabajo en consonancia con la globalización de la economía, cruzando fronteras "nacionales", llevando parte de su mercancía a su país de origen y aprovechando las diferencias de precio entre un país y otro, que son, para ciertos productos, bastante considerables. Los espacios donde opera pueden ser calificados de territorios circulatorios transnacionales (Tarrus, 2010). El apego al lugar ya no tiene sentido para esa categoría de migrantes. Al contrario, prefieren operar por "idas y venidas [...] entradas y salidas [que generan] 'mestizajes parciales y momentáneos' [...] [y] sociabilidades diferentes a las que sugieren las problemáticas de inserciones lentas y largas" (Tarrus, 2010: 142).

Esta doble pertenencia, a la cual se refiere la noción de transnacionalismo, rompe con el concepto de asimilación y de inmigración. Propone entender la migración como enlace entre dos o más espacios, como relaciones multivinculadas entre la sociedad de aquí y la de allá. Alude a un espacio en el que los transmigrantes viven atravesados por distintas culturas.

En Tánger y su región, como en varias otras regiones de Marruecos, los migrantes transnacionales participan de diversas formas en los procesos políticos, económicos y sociales de su país de origen, en este caso Marruecos. Pero debido a que el cruce frecuente de las fronteras exige conocimiento, recursos financieros, tiempo y situación migratoria legal, los migrantes o los transmigrantes no viven con la misma intensidad la experiencia transnacional, y sólo una minoría de migrantes toma parte plenamente en las interacciones transnacionales (Waldinger, 2010).

La dimensión transnacional se manifiesta a través de acciones y formas de participación de variada índole por parte de los migrantes marroquíes:

• Votan en las elecciones generales.

• Por ser marroquíes, nunca pierden su nacionalidad de origen, llegan a tener doble nacionalidad en caso de que se nacionalicen en el país de destino.

• Coordinan acciones con los gobernantes de Marruecos en defensa de los derechos del país a la integridad territorial.

• Invierten el capital acumulado en sus países de residencia en proyectos económicos en su nación de origen.

• Crean en Europa organizaciones no gubernamentales (ONG) dedicadas a cooperar con las ONG de su país de origen con el objetivo de ayudar a mejorar el nivel de vida de su gente.

• Contribuyen a conformar ONG en Marruecos orientadas a trabajar sobre migraciones y otras cuestiones (por ejemplo, la red asociativa Chabaka, que opera en el norte del país).

• Mandan remesas a sus familiares, asegurando mayor estabilidad en su sociedad.

• Mantienen fuertes lazos con su sociedad de origen, ya que muchos vuelven en las vacaciones de verano y, en menor medida, durante el Ramadán y las fiestas religiosas.

• Solicitan la intervención del gobierno marroquí, o éste toma por sí mismo la iniciativa de intervenir, cada vez que se declaran actitudes discriminatorias o racistas en contra de los marroquíes en el extranjero.

De tal modo, el transnacionalismo permite a los migrantes integrarse a su país de llegada y, a la vez, insertarse en su sociedad de origen y colaborar con sus instituciones, lo que desemboca en la redefinición de la identidad y de la ciudadanía. Además, hace posible entender que, para la generación actual, la mayor proporción de las migraciones internacionales son transnacionales, que no acaban rompiendo los lazos con la sociedad ni con la cultura de origen (Waldinger, 2010; véase también Méndez Rodríguez, 2007). El transnacionalismo nos lleva a percibir a la sociedad como entidad cuya delimitación trasciende las fronteras del Estado-nación (Bohórquez-Montoya, 2009).

La reacción cultural

Las relaciones fronterizas conllevan la importación de modelos de consumo occidentales que muchas veces chocan con los valores locales. La frontera es por donde se introduce el alcohol y la droga y se expande el vicio y lo prohibido. Es un espacio donde se fomenta la corrupción y la migración ilegal. Por ello no sorprende que la frontera tenga, en la mente de muchos tangerinos, una imagen negativa.

Notamos también la existencia, en ciertos círculos conservadores, de una fuerte afirmación de la identidad social, cultural y religiosa ante el modo de vida occidental vigente en el seno de su ciudad. Esto ha sido recientemente corroborado por el hecho de que el partido político más votado en las últimas elecciones locales en Tánger y su región es el Partido de la Justicia y el Desarrollo, cuyas referencias culturales e ideológicas son en esencia islámicas.

El interés por lo local surge como respuesta a la globalización, en cuanto fuente de particularidades y diferencias y reserva de sentido para los individuos y las comunidades. Se trata más de la articulación entre dos totalidades distintas y no de la inclusión de una totalidad menor en una mayor. En este sentido, la globalización contribuye a reforzar las culturas locales. Es falsa la afirmación de que a mayor globalización corresponde siempre mayor cultura globalizada. La tendencia cultural preponderante es hacia la reinterpretación y el consumo de los productos globales en función de las propias referencias locales (glocalización). Ante una cultura global más o menos homogénea hay una interpretación cultural diferente. El desarrollo a escala global de los medios de comunicación no ha impedido la apropiación localizada de los mensajes emitidos. El mismo producto musical provoca reacciones distintas en cada lugar. Además, el contexto de recepción de un producto global es determinante.

El conflicto entre lo local y lo global es patente en Tánger y su región, lo cual se evidencia por una cierta deconstrucción y fragmentación de su cultura, pues la globalización económica necesita consumidores estandarizados, flexibles e intercambiables que no estén limitados por lealtades locales.

 

Conclusión

Por ser una ciudad fronteriza al extremo noroeste del continente africano, y un punto de encuentro entre el Mediterráneo y el océano Atlántico, Tánger no puede eludir su destino de zona de transición hacia Europa, y viceversa, ni tampoco la multiculturalidad de sus habitantes ni la nostalgia de una prosperidad bajo control internacional. Escritores como Tahar Benjelloun y Mohamed Choukri nos informan que, hasta finales de los años sesenta, Tánger era un espacio de libertad y exotismo, pero, por ser una ciudad de llegada de migrantes del propio Marruecos y de otros países subsaharianos, en las dos últimas décadas se ha convertido en una de las fronteras más desiguales del mundo, y en una zona de espera de una oportunidad para cruzar hacia España.

El desarrollo de megaproyectos de infraestructura, inmobiliarios, turísticos e industriales ha insertado a Tánger y su región en los flujos de la globalización y la ha vuelto una ciudad plenamente transnacional. La política neoliberal que se está llevando a cabo en la zona consolida la atracción del capital financiero internacional, de actores económicos árabes, europeos y norteamericanos, y de migrantes europeos y subsaharianos. Si bien el transnacionalismo que se está expandiendo en Tánger y su región genera mayor crecimiento económico y una fuerte competitividad en el ámbito internacional, el costo social en términos de desestructuración espacial, así como de desigualdad y de condiciones de trabajo y alojamiento precarias para las capas sociales modestas sigue siendo alto.

Por el cruce permanente de la frontera a través de las salidas y entradas de migrantes residentes en los países europeos, Tánger y su región están cada vez más multivinculadas a los espacios transnacionales de los transmigrantes. Dado su atractivo en cuanto ciudad cosmopolita, Tánger atrae las inversiones de los migrantes transnacionales, en especial en los sectores inmobiliario y de servicios. No menos relevante es la participación activa de los migrantes transnacionales en la vida política y cívica de su país de origen.

 

Bibliografía

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Notas

1 El puerto de Tánger Med (I) fue inaugurado en 2007, con capacidad, en su primera fase, para tres millones de contenedores. Su extensión prevista para 2015 ampliará su capacidad a ocho millones de contenedores, lo que lo convertirá en uno de los puertos más grandes del mundo. Ocupa una superficie de 80 hectáreas y hasta ahora ha tenido una inversión de 7.5 millones de euros (Kanai y Kutz, 2011).

2 La zona franca de Tánger, creada en 1997, tiene una superficie de 40 hectáreas y está localizada a 10 kilómetros del suroeste de Tánger. Las 300 compañías que se instalaron en esta zona ofrecen trabajo a más de 40 mil personas (Kanai y Kutz, 2011).

3 La fábrica de automóviles Renault fue abierta en la zona franca de Tánger en 2012. Emplea a cinco mil trabajadores y para 2014 habrá producido 340 mil vehículos. De los coches elaborados, 90% se exporta a los países europeos. Se trata de la empresa automotriz más grande del continente africano.

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