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Investigaciones geográficas

On-line version ISSN 2448-7279Print version ISSN 0188-4611

Invest. Geog  n.108 Ciudad de México Aug. 2022  Epub Sep 12, 2022

https://doi.org/10.14350/rig.60603 

Reseñas

Vallejo, I. (2020). Manifiesto por la lectura

Raúl Marcó del Pont Lalli* 

*Instituto de Geografía, UNAM

Vallejo, I.. 2020. Manifiesto por la lectura. Caligrafías del cuidado. Madrid: Siruela, 61p. ISBN: 978-84-18708-95-4.


¿Y para qué leer? ¿Y para qué escribir?

Después de leer cien, mil, diez mil libros en la vida,

¿qué se ha leído? Nada. Decir, yo solo sé que no he

leído nada, después de leer miles de libros, no es un

acto de fingida modestia: es rigurosamente exacto,

hasta la primera decimal de cero por ciento.

Pero, ¿no es quizás, eso, exactamente, socráticamente,

lo que los muchos libros deberían enseñarnos?

Ser ignorantes a sabiendas, con plena aceptación.

Dejar de ser simplemente ignorantes, para llegar

a ser ignorantes inteligentes.

Gabriel Zaid

¿Para qué se necesita un manifiesto por la lectura en pleno siglo XXI, cuando hoy el noventa por ciento de la población sabe leer? A lo largo de la historia, los manifiestos han sido las proclamas ardientes y memorables de movimientos fundacionales. Y se nos recuerda que han servido para pregonar “las bases de los gobiernos, los movimientos políticos, el dogma, las constituciones, la religión y han definido los principios que la humanidad se esfuerza por alcanzar (para bien o para mal)” (Kisak, 2017).

De inmediato, uno recuerda algunos que todavía retumban: el de Marx y Engels y el que emanó de la Revolución francesa. Aunque no faltará quien reclame un lugar también para los pregones de dadaístas, de la Bauhaus, de los estridentistas (¡Viva el mole de guajolote!), o los más circunspectos del muralismo mexicano.

Todos están escritos para inquietar, tienen un claro tono combativo, subversivo, profundamente polémico. Ya sea que se refieran a un espectro que deambula, amenazador, por el viejo continente, o el que no duda en sostener que todas las personas nacen iguales y con los mismos derechos. No hay permiso para permanecer indiferentes ante tales discursos. Irene Vallejo, sin embargo, decide iniciar su manifiesto con un antiquísimo, más calmo, pero no por ello menos turbador, “Había una vez…”.

A partir de ahí, la escritora zaragozana nos toma de la mano y nos pasea por los paisajes que más le gustan, aquellos con los que nos embelesó en El infinito en un junco (Vallejo, 2019),1 los de los libros y la Antigüedad, salpicados con frases de Machado, evocaciones de Patronio, versos de Lorca, o los alegatos de Ibn Hazm, un poeta cordobés del siglo XI. Y aprendemos, de boca del lazarillo de Tormes que su advertencia, mis cuentos “son avisos para vivir”, resuena tan moderna como aquello de la literatura como equipaje para la vida que nos regaló Peter Burke. Y, con su erudita y sosegada prosa, nos acompaña a festejar la imaginación, la creatividad, esa “brisa de una cualidad inesperada” que ha permitido que un simio, durante mucho tiempo irrelevante, alcanzara alturas gloriosas.

De la “fabulosa herramienta del lenguaje humano”, que permite compartir mundos interiores y quimeras, el camino evolutivo nos llevó a construir otra, la lectura, una actividad que, confirma, nunca es solitaria, porque “es un acto colectivo que nos avecina a otras mentes y afirma sin cesar la posibilidad de una comprensión rebelde al obstáculo de los siglos y las fronteras” (p. 22).

Su panegírico es potente y, a la vez, mesurado. Incluso cuando se excede es seductor. En su ánimo celebratorio, simplifica el proceso de lectura y su impacto social. Afirma que los estudios del psicólogo Raymond Mar (2018), en Toronto, ‘probaron’ que las personas que leen son más empáticas que las no lectoras (p. 23). Más adelante, matiza, al sostener que “el hábito de leer no nos hace necesariamente mejores personas, pero nos enseña a observar con el ojo de la mente la amplitud del mundo y la enorme variedad de situaciones y seres que lo pueblan” (p. 24).

Siguiendo a la filósofa estadounidense Martha Nussbaum, defiende que “la lectura forma parte de la preparación necesaria para vivir en democracia (p. 25). Y, que, como nos lo recuerda Antonio Basanta, “de la palabra lector deriva el término elector” (26). La colaboración, la solidaridad, la defensa de la convivencia y la democracia cruzan con potencia todo el texto.

La transformación del libro nos recuerda, ha sido lenta, le tomó mucho tiempo convertirse en un ‘cofre de páginas’ donde hemos atesorado y salvado algunas de las ideas más caras a la humanidad. Y gracias a “ese utensilio soñado, las historias de los padres cabrían en la mochila de sus hijos, junto con los recuerdos y esperanzas heredadas” (p. 37).

Relata experiencias salvadoras de estas “hospitalarias guaridas de papel” (p. 45), como llama a las bibliotecas. Y nos urge a protegerlas, a mantener “la imaginación en ascuas”, a cuidar a quienes “crean, forjan y expanden nuestros sueños” (p. 48), a las editoriales y las escuelas donde se aprenden “los rudimentos de esos trazos misteriosos que ensanchan nuestra mirada”, y, en especial, nos urge cuidar a quien lee (p. 48).

En estos tiempos convulsos, nos conmina, debemos volver a los libros, “depósito fiable de las ideas que nos anclan y nos rescatan” (p. 51). Y propone evitar la colonización por la velocidad, la urgencia, las notificaciones y la publicidad, la epidemia de la distracción (pp. 54-55).

Y cierra el círculo cariñoso que ha construido con un recordatorio, que nunca deberíamos olvidar. Nos dice, somos, ante todo, “seres entretejidos de relatos, bordados con hilos de voces, de historia, de filosofía y de ciencia, de leyes y leyendas” (p. 60). La lectura nos cuida si la cuidamos, nos pide, con cierto dejo de ruego. Vallejo nos habla de libros intemporales, “albergues de la memoria, espejos donde mirarnos” (p. 60), y solo observa de soslayo a las pantallas electrónicas. Le preocupan, sin duda, los cambios digitales, la hiperabundancia, pero no son su tema. Su reflexión se refiere a la lectura que hemos venido practicando desde que la despreció Sócrates, al considerarla un deficiente ejercicio, a diferencia de la estimulante conversación.

Otra vez, la lectura seguirá cuidándonos si cuidamos de ella. Y apuesta a que no puede desaparecer aquello que nos salva, y donde podemos imaginar “el futuro que nos une” (pp. 60-61).

REFERENCIAS

Kisak, P. F. (2017). Manifestos: "A Compilation of Manifestos Throughout History". CreateSpace. [ Links ]

Mar, R. (2018). Stories and the Promotion of Social Cognition. Current Directions in Psychological Science, 27(4), 257-262. [ Links ]

Vallejo, I. (2019). El infinito en un junco. La invención de los libros en el mundo antiguo. Madrid: Siruela. [ Links ]

1Irene Vallejo fue recibida por la UNAM el 30 de marzo de 2022, en la majestuosa Sala Nezahualcóyotl del Centro Cultural Universitario, un espacio cultural abierto inusualmente para la presentación de la obra de un(a) escritor(a) y donde se llevó a cabo un conversatorio sobre este libro, moderado por Rosa Beltrán, con la sala llena de un nutrido y emocionado público y universitario.

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