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Investigaciones geográficas

On-line version ISSN 2448-7279Print version ISSN 0188-4611

Invest. Geog  n.102 Ciudad de México Aug. 2020  Epub Mar 09, 2021

https://doi.org/10.14350/rig.60200 

Editorial

Editorial


Salir a conocer el mundo exterior es una tradición esencial de larga duración de la geografía, asociada con su propio poder visual y es motivo de atención en este editorial de Investigaciones Geográficas, revista del Instituto de Geografía de la UNAM. La idea de “ver” como sinónimo de geografía ya formaba parte de las reflexiones del mundo filosófico y científico del helenismo. Estrabón sumaba a las “eruditas lecturas, la experiencia de sus andanzas, que lo llevaron a recorrer el mundo conocido”, es decir, desde Armenia a Tirrenia y desde el mar Euxino (Negro) hasta los confines de Etiopía (Estrabón, 1980, p. 218).

No cabe duda, Estrabón era un viajero de las distancias largas, en su longeva vida (casi de 85 años) le resultaba “agradable lo que es nuevo y lo que uno antes no conocía; y esto mismo también es lo que hace al hombre deseoso de aprender” (Estrabón, 1980, p. 36). Viajaba para “ver las ciudades y conocer las costumbres de muchos hombres”, lo que consideraba una “cualidad esencial del geógrafo” y ampliaba su visión a las regiones para conocer el gobierno, las artes, el comercio y las relaciones con los demás pueblos. Esta experiencia directa indicada por Estrabón la comparte Bernhard Varenio, a mediados del siglo XVII, cuando anota en su Geographia Generalis (1650) el valor del método de las “informaciones obtenidas de la experiencia y del conocimiento de cada región” (Capel, 1980, p. 59).

Una transformación en cómo la geografía se aproxima al terreno, luego de las experiencias a pie y en bicicleta, sucedió con la red de ferrocarriles en los países europeos, como Francia. Se dispuso de largos trayectos del interior a la montaña y a las costas. En el siglo XIX, además, la disponibilidad de nuevos mapas topográficos y geológicos ofrecen a los geógrafos conocer los nombres de los lugares, la acción de la erosión, las formas del relieve y la existencia de grandes masas boscosas, a la vez que se adentran a lo particular de las regiones por medio de los transectos lineales y también con las panorámicas (Claval, 2013).

La geografía condensa la historia del viaje, la exploración y el itinerario, y reflexiona sobre estas prácticas. En este contexto, se suma el papel de las excursiones, organizadas por los profesores para dirigir a los estudiantes por el campo, en una aproximación e identificación con el lugar y la población. Ahí, en la región, objeto de estudio, se moviliza una gran cantidad de datos que otorgan la autenticidad del trabajo geográfico. A esto se añade la práctica entre los jóvenes geógrafos, señala Claval (2013), una o dos veces al año, para resolver problemas de las investigaciones de las tesis, una práctica de la educación profesional llena de desafíos y de prueba de la relación que se establece con la región objeto de estudio (Figura 1).

Fuente: Erika Castillo Licea. Archivo de campo: 12 de marzo de 2020.

Figura 1 La entrevista. Gerónimo Barrera de la Torre en Lachao Viejo, Oaxaca.  

En el siglo XX, el trabajo de campo tiene una variedad de estilos, de acuerdo con los paradigmas geográficos vigentes en cada momento, las preguntas orientan la entrada a los lugares. La geografía puso un conjunto de instrumentos en movimiento en el trabajo de campo que caracteriza su método. Aún con la consulta de los archivos y la documentación no es suficiente para fijar la existencia de una región, la identificación de los paisajes o de las estructuras agrarias, se requiere acudir a los lugares (Claval, 2013). Con esta finalidad, los profesores dan un paso adelante con la organización de las prácticas de campo. En junio de 1905, la Universidad de Rennes, anfitriona de la “primera excursión interuniversitaria”, tuvo a su cargo la salida durante seis días con los mejores estudiantes de geografía enviados por cada universidad. El profesor Emmanuel de Martonne (1873-1955), responsable de la excursión, propuso una visión compartida entre la geografía física y la geografía humana, con la ayuda de un arsenal de documentos históricos, estadísticas, cartas topográficas, geológicas y temáticas (Claval, 2013). En los mapas identifican los primeros conjuntos y, desde las cimas de las montañas, detectan las zonas homogéneas y discontinuas o de transición. La interpretación del paisaje, a través del relieve, visto en las cartas topográficas y los límites, se completa con la variedad de elementos procedentes de las cartas geológicas o de la vegetación. Ir a pie guiados por un profesor renueva la enseñanza de la geografía, que se aleja de las aulas y de los libros para entrar en contacto con regiones desconocidas. En los siguientes años, las salidas se repartieron entre los profesores y las universidades de Lyon, Montpellier, París, Lille, Clermont-Ferrand y Grenoble (Ortega, 2013, p. 40).

La documentación histórica o de archivos, las estadísticas, la encuesta, los mapas topográficos y temáticos siguen en uso en todo tipo de trabajos; sin embargo, la observación indirecta se incrementa con la llegada de la fotografía aérea, donde los estudiantes tienen una base nueva donde practicar la interpretación de rasgos naturales y culturales o históricos. Con la nueva geografía europea, a mediados del siglo XX, el trabajo de campo perdió auge con los modelos y la perspectiva cuantitativa centrada en la distribución y el comportamiento espacial a partir de los datos; sin embargo, la “dimensión geométrica” y el enfoque analítico se desentiende de los problemas sociales de las ciudades. Al mismo tiempo, emerge una geografía radical y el “ojo geográfico” se traslada a las calles de ciudades como Detroit, donde William Bunge indaga las patologías urbanas y los problemas del vecindario. Sabe que el trabajo de campo, caído en el descrédito, requiere un impulso, una nueva manera de observar y de preguntar. Para eso inventa las “expediciones geográficas” que le permiten volverse un explorador por los “paisajes ocultos de la ciudad” aquellos de “los pobres, los marginados, las enfermedades, las taras y lacras sociales” (Gómez, 1988). Por esto, Bunge pensó en la geografía para ponerla a la “altura de las vidas normales de la gente”. Una nueva óptica ajustaba la mirada de la geografía, el resultado, un libro donde integra las ideas y los resultados con el nombre de Fitzgerald. Geography of a Revolution (Bunge, 1971 [2011]).

De ir a las calles y al estudio de las miserias urbanas, el trabajo de campo de las geógrafas y los geógrafos ha buscado nuevos actores y escenarios, así como volver la experiencia educativa diferente, sobre todo, entre los estudiantes. En este punto, el modelo de trabajo de campo se modifica, con algunas variantes. La guía del docente no pierde valor, en cuanto al método de trabajo seleccionado y los modos de análisis; sin embargo, otras modalidades incentivan la participación del alumnado, hasta reducir o eliminar la dependencia del profesor y cada uno guía sus propios proyectos de investigación hasta alcanzar una mayor autonomía, el docente, entonces, supervisa la seguridad y la salud en la organización de la salida. Uno de los aspectos cada vez más difícil de resolver, tanto para los estudiantes como para las universidades, es el costo económico del trabajo de campo (Kent et al.,1997, p. 317).

Antes de terminar el siglo XX, el trabajo de campo entre las geógrafas y los geógrafos ha cambiado. Ahora se mira diferente, se revitaliza, actualiza y ocupa su lugar irremplazable. El camino se ramifica y se abre hacia nuevas ideas y, a la vez, vuelve la mirada al trabajo anterior y las experiencias comprobadas que han resultado relevantes en la enseñanza de la geografía. Claval (2013) resume: 1) el lugar de la cartografía, donde se sitúa el análisis y todo lo que el ojo recibe y aprende durante la salida; 2) la exploración del mundo a través de la vista, como un proceso cultural que pone en juego conceptos y significados, a partir de la experiencia directa del espacio estudiado, sobre el terreno y en los paisajes y 3) la vigilancia, que aproxima a la geografía a las ideas de Michel Foucault en su famoso libro Vigilar y castigar. La mirada se vuelve una tecnología de control territorial y la disciplina una técnica sobre el cuerpo social, la geografía llevada al poder es vista como un mecanismo de control.

La curiosidad que guía los pasos de Estrabón por las orillas del Mediterráneo es revisada y renovada. Las nuevas epistemologías cuestionan las prácticas masculinas del trabajo de campo. Desde los planteamientos de las geografías feministas y las geografías críticas una nueva interlocución empodera tanto al investigador como a los encuestados, que hacen oír su voz, en un dominio o práctica propia del activismo político (Claval, 2013). El trabajo geográfico, en los últimos años, es “situado”, no es universal, responde a su contexto de generación y la subjetividad juega un papel en el trabajo de campo donde las preferencias del investigador tienen un peso en la orientación de la investigación. El trabajo de campo, en una síntesis de Claval (2013), responde a la historia de las ideas, a las dinámicas institucionales, a la ambición de los investigadores y a las demandas sociales.

REFERENCIAS

Bunge, W. (1971 [2011]). Fitzgerald. Geography of a Revolution, with a foreword by Nik Heynen and Trevor Barnes. Geographies of Justice and Social Transformation 8. Athens: The University of Georgia Press. [ Links ]

Capel H. (1980). La personalidad geográfica de Varenio. En Geografía General en la que se explican las propiedades generales de la Tierra (pp. 9-84). (2a ed.). Colección Pensamiento y método geográfico 2. Barcelona: Universidad de Barcelona, [ Links ]

Claval, P. (2013). Le rôle du terrain en géographie. Confins, 17, Recuperado el 13 de julio de 2020 de Confins, 17, Recuperado el 13 de julio de 2020 de http://journals.openedition.org/confins/8373. DOI: 10.400/confins.8373Links ]

Estrabón (1980). Geografía. Prolegómenos. Madrid: Aguilar. [ Links ]

Gómez Mendoza, J. (1988). Las expediciones geográficas radicales a los paisajes ocultos de la América urbana. En Viajeros y paisajes (pp. 151-174.). Madrid: Alianza Editorial. [ Links ]

Kent, M. D., Gilbertson, D. y Hunt, C. (1997). Fieldwork in Geography Teaching: a critical review of the literature and approaches. Journal of Geography in Higher Education, 21(3), 313-332. [ Links ]

Ortega Cantero, N. (2013). Excursionismo y retórica excurionista en la tradición geográfica moderna. En P. Paneque Salgado y J. F. Ojeda Rivera (Eds.), El viaje en la geografía moderna (pp. 33-51). Sevilla: Universidad Internacional de Andalucía. [ Links ]

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