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Investigaciones geográficas

On-line version ISSN 2448-7279Print version ISSN 0188-4611

Invest. Geog  n.74 Ciudad de México Apr. 2011

 

Editorial

 

Luego de la exposición "Paseo en Mapa. Explorando las claves de América Latina" del Antiguo Colegio de San Ildefonso de la Ciudad de México (2010), nuevamente se abren las puertas de otro recinto cultural a los mapas. Esta vez, el Museo de la Ciudad de Guadalajara presentó una exposición dedicada a la cartografía, lo cual es motivo de atención en esta editorial de Investigaciones Geográficas, Boletín del Instituto de Geografía de la UNAM. El museo se encuentra en el antiguo convento de las monjas Capuchinas, del siglo XVIII, del centro histórico, que luego de ser restaurado fue abierto al público, el 14 de febrero de 1992, con motivo de los 450 años de la fundación de la ciudad.

Con el nombre de "Trazos y trazas de Guadalajara, símbolos, estética y funcionalidad" se ha presentado una exposición cartográfica sobre los espacios urbanos de Guadalajara, la capital cultural del occidente mexicano.1 La exposición se organizó en cuatro de las ocho salas con que cuenta el recinto. Una de ellas mostraba una maqueta con los rasgos topográficos del Valle de Atemajac y sobre la que se proyectaba una sombra evolutiva de las fundaciones y el crecimiento comparativo de Guadalajara entre 1902 y 1992.

Las otras salas, ordenadas de manera cronológica, presentaron los ocho núcleos temáticos de la exposición que enseguida se desglosa con los contenidos más generales. Al inicio del itinerario, el visitante era recibidoo por el espléndido cuadro de la Plaza de Armas de Guadalajara, óleo de Carlos Nebel, procedente del Museo Regional y con una introducción escrita por el editor Jorge Esquinca Azcárate, donde reflexionaba desde la poesía de cómo el mapa nos guía para conocer la ciudad. Al interior de cada hoja, su rostro cambiante, "su dibujo más íntimo, su estructura más profunda".

La primera sala dio la bienvenida. Allí se apreciaba el primer núcleo dedicado a la fundación de la ciudad, "en un sitio cercano al río que luego llamarían de San Juan de Dios de ancho y abundante caudal". Asentados en lo alto de una loma, los vecinos fundadores contaban con bosques cercanos, tierras para el cultivo y aire limpio. Los primeros colonizadores ordenaron la traza de la ciudad conforme a las ordenanzas emitidas por la Corona española, con "calles anchas, trazadas a cordel, de norte a sur y de oriente a poniente, así circularía el aire y se evitarían las temibles enfermedades que asolaban las poblaciones". La ciudad creció en todas direcciones y el convento de los Franciscanos dominaba el paisaje del sur de la ciudad, en dirección de Mexicaltzingo.

Para este episodio se presentaron varios documentos sobre la fundación. El mapa de la Nueva Galicia atribuido a Hernando Martínez de la Marcha, procedente del Archivo General de Indias, el libro de Matías de Mota y Padilla, la Historia de la provincia de la Nueva Galicia, de 1742, de la Biblioteca Pública del Estado y el escudo de armas, concedido con el título de ciudad, por el rey Carlos V de Alemania y I de España, el 8 de noviembre de 1539. Esta sección incluyó la documentación de un grupo de fundadores y sus familias procedente del Archivo General de Indias, de Sevilla.

Los siguientes dos núcleos avanzan hasta el siglo XIX. El primero, de los siglos XVI y XVII, presentaba la "conformación espacial de la ciudad", es decir, la evolución de la traza urbana o retícula ortogonal perfecta basada en "la línea recta, el ángulo de noventa grados y las distancias iguales" que le otorgaban a la ciudad no sólo un centro y la periferia, sino un orden urbano y una estética. En resumen, un proyecto de ciudad. En esta parte se presentó una imagen con la estructura territorial de la ciudad colonial, a partir de cuadrados concéntricos donde los solares formaban la parte urbana residencial, con las manzanas, las calles y los terrenos para las viviendas y el comercio. Más allá seguían los ejidos, las dehesas y los propios que eran los terrenos contiguos a la ciudad y sus límites marcados por mojoneras o "términos". Un mapa de 1732 fue considerado en esta exposición como el primero de la ciudad que representa las calles y manzanas de forma cuadriculada, procedente del Archivo General de Indias. Del mismo recinto español procedían otros mapas urbanos de 1741, 1745 y 1753. Uno de la Intendencia de Guadalajara y Reino de Nueva Galicia, de 1770 y el otro corográfico de la Intendencia, mostraban a Guadalajara, al final de la Colonia, como el "centro de avituallamiento de la región minera de Zacatecas y como ciudad de tránsito hacia Sonora y Sinaloa".

Con el tema de la "configuración de los barrios", entre 1753 y 1800, en el núcleo temático III, se presentaron los nuevos espacios de la ciudad, a partir de la "división parroquial y conventual de la ciudad". Abre esta parte un plano de 1800, del Museo Regional, donde ya se apreciaban los barrios como el de San Juan de Dios, el Carmen y el Santuario. El documento reflejaba un crecimiento rápido, "por la conurbación de Analco" y la integración de Mexicaltzingo. De cada barrio se presentaron pinturas, litografías y fotografías. La división por cuarteles procede de 1790, en total catorce y tuvo una finalidad administrativa, sobrepuesta a los barrios, sin una delimitación definida.

Con el tema de las "garitas y otros polarizadores del crecimiento (1800–1850)", se ha presentado el núcleo IV dedicado al siglo XIX con el crecimiento de la ciudad, por la llegada de refugiados de la guerra de Independencia, Guadalajara se convirtió en "ciudad de tránsito de comerciantes, viajeros y caravanas de arrieros que transportaban mercaderías de la costa", sobre todo, por el auge de San Blas, luego de que el puerto de Acapulco estaba interceptado por los insurgentes. Un plano de Guadalajara de 1842, de Santiago Guzmán, procedente del Archivo General de la Nación, mostraba el espacio público (plazas y plazuelas) y el espacio privado (parroquias, conventos, colegios y hospitales), además de las garitas de ingreso a la ciudad. La más importante era la de San Pedro, porque "bajo sus arcos pasaba el Camino Real procedente de la ciudad de México".

La "Reforma y las primeras industrias (1850–1880)" conformaron los contenidos del núcleo V, donde se han presentado los "grandes cambios de la propiedad inmobiliaria". En el caso de Guadalajara, la "supresión y demolición de algunos conventos y templos permitió la apertura de varias calles", todo eso por la idea racional de intervención en la vieja traza. Un plano de la ciudad de 1884, de Ricardo Lancaster Jones, proveniente de la Universidad de Guadalajara, mostraba el crecimiento de la ciudad, tanto "al sur de la Penitenciaría de Escobedo como al norte de la garita de San Pedro". Un grupo de fotografías ha permitido apreciar, en ese momento, las calles Hidalgo y Chapultepec, Morelos y Degollado.

El núcleo VI, con el tema de "Las colonias, una forma de urbanización (1880–1906)", adelantó el tiempo para mostrar un espacio nuevo con la organización socio–espacial en Guadalajara. En esos lugares, las calles se convirtieron en "avenidas, paseo y calzadas". De los espacios compartidos del barrio se dio paso al espacio elitista de la colonia con jardín público. El mapa de la ciudad de 1896 de Agustín Bancalari, procedente del Archivo Municipal, ha permitido observar la actuación del capital inmobiliario sobre los terrenos del eje poniente–oriente de la ciudad, para integrarlos al "comercio y especulación". Otro mapa, esta vez, de H. Grant Higley de la ciudad de Guadalajara hacia 1906, mostraba las colonias como "espacios residenciales higiénicos destinados a la burguesía" con claras influencias del urbanismo europeo y estadounidense e incorporaba la "estación del ferrocarril y las fábricas" como símbolos de la modernidad. Aquí destaca el Plano Directorio Comercial de Guadalajara de 1884, de la colección de Eduardo López Moreno. Definido como una "alegoría" del mundo comercial en proyección radial con la anotación de los nombres de los comercios en las azoteas de los edificios, ensayado por Julio Popper Ferry en 1883 en el plano comercial de la ciudad de México. Un plano que aún conserva los secretos de su elaboración y que el estudio emprendido por Luis Felipe Cabrales deberá dar respuestas acerca de los inversionistas locales y extranjeros.

Con el tema "La reestructuración de la traza (1906–1935)", el núcleo VII dio a conocer el crecimiento de la ciudad, que duplicó su superficie en este periodo, sin una regulación para la "orientación y disposición de sus calles ni la forma y dimensión de las manzanas". En 1917 surgió una nueva división de la ciudad en sectores con los nombres de Juárez, Reforma, Hidalgo y Libertad. El plano de Regino Guzmán, de 1908 representa el crecimiento de la ciudad en todas direcciones. Otro mapa de la ciudad, de 1942, señalaba los dos ejes que ordenaban la ciudad, el poniente–oriente con los números impares de los predios y el otro norte–sur, por la Calzada Independencia, con los números pares. Un conjunto de fotografías permitieron apreciar dos grandes obras: el entubamiento del río San Juan de Dios y la creación del paseo de la Alameda. Terminó la exposición con el núcleo VIII, dedicado a "Las palabras de la ciudad", como una reflexión sobre la evolución urbana: la ciudad colonial, la del Porfiriato y la actual con una perspectiva de Guadalajara en 3–D.

Por lo anterior, la exposición de "Trazos y trazas de Guadalajara" ha sido la más importante en su género abierta al público en la capital estatal. Es una muestra de cooperación de distintas dependencias de gobierno, coleccionistas y de educación superior de Jalisco para integrar el conjunto de piezas exhibidas. En ese sentido, la propuesta del Museo de la Ciudad ha conseguido la difusión de ideas y temas de la cartografía urbana. Esta perspectiva privilegiada de los mapas, ofrece una manera diferente de pensar y conocer la ciudad.

 

NOTA

1 También se organizó un programa de ocho conferencias en torno al mapa (del 14 de diciembre 2010 al 24 de febrero 2011), una función de teatro guiñol y un "Taller de Cartografía" impartido por Claudia Santiago y Juventino Escoto del Instituto Nacional de Geografía y Estadística. Además, en el patio del museo se dispuso de cuatro mesas con fotografías aéreas del centro de la ciudad, más o menos de un metro cuadrado, donde los visitantes podían identificar a través de modelos a escala los edificios más emblemáticos y con reglas la nomenclatura urbana.

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