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Investigaciones geográficas

On-line version ISSN 2448-7279Print version ISSN 0188-4611

Invest. Geog  n.65 Ciudad de México Apr. 2008

 

Geografía humana

 

Impacto de las remesas sobre el recurso turístico de la imagen urbana en localidades de la Sierra Purhépecha y ribera del Lago de Pátzcuaro, México

 

The impact of remittances on the tourist potential in towns of the Sierra Purhépecha and the Pátzcuaro Lake, Mexico

 

Salvador García Espinosa* Álvaro Sánchez Crispín**

 

* División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Arquitectura, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Ciudad Universitaria, 58000, Morelia, Michoacán. E–mail: salgaes@gmail.com.

** Departamento de Geografía Económica, Instituto de Geografía, Universidad Nacional Autónoma de México, Circuito Exterior, Cd. Universitaria, 04510, Coyoacán, México, D. F. E–mail: asc@igg.unam.mx.

 

Recibido: 27 de noviembre de 2006.
Aceptado en versión final: 9 de agosto de 2007.

 

Resumen

Este artículo tiene como objetivo examinar el proceso a través del cual la recepción de remesas en las localidades de origen de los emigrantes incentiva la transformación de la vivienda tradicional y, por consiguiente, la imagen urbana, que en el caso de las localidades analizadas constituye el sustento de su recurso turístico. Se evidencia que la causa principal del proceso de transformación urbano–arquitectónica en las localidades lo constituye la recepción de remesas provenientes de trabajadores michoacanos en Estados Unidos. Se ubica a la dinámica migratoria y turística como manifestaciones de un proceso de globalización que configura expresiones arquitectónicas híbridas.1

Palabras claves: Turismo, migración, remesas, arquitectura tradicional, México.

 

Abstract

This article examines the process through which the reception of remittances in the settlements of origin of emigrants encourages the transformation of the traditional housing and, in consequence, of the image of the local towns, which in the case–study settlements constitute the basis of their tourist potential. The main cause for the process of urban and architectural transformation in these towns is the surplus of economic resources related to the reception of remittances from local workers living in the United States. The dynamics of migration and tourism are viewed as a manifestation of a globalizing process that encourage expression of hybrid architecture.

Key words: Tourism, migration, remittances, traditional architecture, Mexico.

 

INTRODUCCIÓN

La dinámica turística en México constituye una de las principales fuentes de ingreso, tan sólo superada por las exportaciones de petróleo, de la industria maquiladora y, en el último decenio, por las remesas enviadas por trabajadores mexicanos desde Estados Unidos. Si bien los principales destinos turísticos en México lo constituyen las playas, las políticas internacionales y, en consecuencia las nacionales, sobre difusión y conservación del patrimonio cultural han propiciado que centros y poblados históricos, así como zonas arqueológicas acrecienten su demanda por el segmento denominado turismo cultural2 (Mantero, 2003).

Este artículo aborda el caso de cuatro localidades que forman parte de dos circuitos de mayor actividad turística en Michoacán: Comachuén y Nahuatzén en la sierra purhépecha y San Francisco Uricho e Ihuatzio, en la ribera del lago de Pátzcuaro. Como idea central de investigación se asume que la recepción de remesas propicia un proceso de trasformación de la vivienda tradicional y, como consecuencia, un deterioro de la imagen urbana3 tradicional, con el consecuente impacto negativo que ello representa como recurso para el turismo.

 

REMESAS COMO RESULTADO DE LA MIGRACIÓN

La migración a nivel mundial obedece a factores económicos, políticos y bélicos, aunque en los últimos años los motivos de carácter étnico y religioso han sido más frecuentes (Valenzuela, 2002). Por ello, la dinámica migratoria se presenta con diversa intensidad y sentido en todos los países. A manera de ejemplo en el caso de México, los inmigrantes representan el 0.42% del total de los habitantes del país y provienen en su gran mayoría de Guatemala legalmente motivados por conflictos armados (CONAPO, 2000). En tanto que los 30 000 mexicanos que emigran hacia Estados Unidos equivalen al 0.01 % de la población que habita en el país vecino (CONAPO, 2001).

Estados Unidos se ubica como el principal receptor de emigración en el mundo; en virtud de la vecindad geográfica con México, se ha propiciado una relación de carácter estructural entre ambos países cuyo proceso migratorio es único en el ámbito mundial y se caracteriza por su historicidad, vecindad y masividad (Durand, 2000). El número de individuos nacidos en México que reside en Estados Unidos se incrementó en un 26.1%, de 2000 a 2005, lo que representa un aumento del 4.4% anual en ese período (CONAPO, 2005). En el interior del país se ha diversificado el origen de los emigrantes e incorporado las entidades de Sonora, Veracruz y Chiapas como expulsoras de población. Además, a los flujos tradicionales, conformados por individuos adultos y analfabetas de origen rural, hoy en día, se incorporan personas con educación de nivel técnico, así como profesionales de núcleos urbanos y de sectores económicamente considerados medios (Giorguli et al., 2006).

La complejidad de la dinámica migratoria hace riesgoso calificar un determinado factor como negativo o positivo per se toda vez que dependerá si la perspectiva de análisis es desde el país receptor o expulsor. Sin embargo, existe consenso en términos de que el principal beneficio que se genera en las comunidades de origen es la captación de recursos económicos (remesas4) enviados desde el exterior (Robinson, 1988). En el caso de Michoacán, aún cuando la emigración al país del norte se inició desde 1848 (Fernández–Ruiz, 2003:36), el proceso ejerce influencia, sin precedentes, sobre lo arquitectónico en el último decenio, atribuible, en parte, a la disponibilidad de recursos económicos enviados por los emigrantes desde Estados Unidos.

El incorporar consideraciones de índole económico inherente a las remesas y sus impactos en las comunidades de origen al análisis geográfico tradicional que centra su atención en la dirección y cantidad en los flujos migratorios, demanda subrayar que la estancia del inmigrante se relaciona en forma inversamente proporcional con la cantidad de dinero enviado. En otras palabras, a una mayor permanencia de los inmigrantes, corresponde una menor cantidad de dinero enviado, o bien, menor frecuencia en las remesas (Diez–Cañedo, 1980). Se considera que, con el pasar del tiempo, los inmigrantes logran una mayor integración social en el país huésped, lo que disminuye el costo psicológico propio de la emigración, e inicia un proceso de desvinculación con su localidad de origen que, junto con otros factores, propician una menor frecuencia o monto de las remesas (Olea, 2000).

La población de origen mexicana que vive en Estados Unidos, aumentó de 48.2 millones en 1970 a 97.5 millones en 2000 (Partida, 2001), en consecuencia, el monto de remesas hacia México se ha incrementado año con año,5 hacia 2005, lo enviado por trabajadores mexicanos desde Estados Unidos ascendió a 20 035 millones de dólares, lo que representó un aumento del 20.6% con respecto a lo recibido durante 2004 (Banco de México, 2007). Así, en ese año, el ingreso por remesas familiares desde Estados Unidos fue equivalente a 2.5% del PIB nacional, a casi cuatro quintas partes del valor de las exportaciones de petróleo crudo y similar al monto ingresado por la inversión extranjera directa (IED; Ibid.). De igual forma, aumentó el número de hogares beneficiados por envíos provenientes del extranjero: se incrementaron de 665 mil en 1992, a 1.43 millones en 2004 (Ibid.).

Ante la relevancia económica de las remesas, el gobierno federal ha instrumentado programas tendientes a captar recursos enviados por trabajadores desde el extranjero e incentivar el desarrollo de las localidades expulsoras de población. Un ejemplo es el programa tres por uno que, en abril de 2005, se instrumentó para que:

... los migrantes mexicanos que viven en Estados Unidos puedan contratar un crédito hipotecario —mediante una carta poder— y lo puedan pagar directamente desde donde se encuentren a través de cheque o de envíos de dinero sin cobros adicionales (El Universal, 18 de abril, 2005).

Otro ejemplo lo constituye el programa "Iniciativa Ciudadana Tres por Uno", consistente en que, por cada dólar que aporten los emigrantes, los gobiernos federal, estatal y municipal aportarán otra cantidad similar cada uno, para ser destinados a ampliar, fortalecer y dar continuidad a proyectos productivos y obras de beneficio social en las comunidades de origen de los emigrantes.6 Sin embargo, sólo se captaron 15 millones de los 16 000 millones de dólares que ingresaron al país durante 2005 (La Jornada, 13 de junio, 2005). En el caso de Michoacán, el tres por uno tan sólo captó el 0.7% de los dólares enviados durante 2002 (Bada, 2004).

El impacto de las remesas sobre la economía mexicana es incuestionable por los efectos visibles que genera sobre el ingreso familiar, por favorecer la compra de bienes de consumo y por estimular el ahorro. Estimaciones nacionales indican que el 80% de los ingresos generados por las remesas tiene como destino el gasto familiar y, en segundo término (16%), la mejora cualitativa de la vivienda (Gamboa, 2001). Sin duda alguna que lo destinado a vivienda, aun y cuando no sea significativo en comparación con lo aplicado al consumo, sí lo es en términos del impacto que ejerce sobre la imagen urbana y la "mejora" material de la vivienda tradicional.

En el caso de Michoacán, esta situación puede inferirse al considerar que en 2005, esta entidad concentró el 13% del total de los envíos de este tipo a México; esa cifra equivalió al 15.6% del PIB estatal (2 600 millones de dólares) y más del 80% del total de hogares michoacanos dependen de forma total o parcial de las remesas (Tuirán et al., 2006).

 

Turismo e imagen tradicional

Vincular las características de la imagen tradicional de las localidades michoacanas con la actividad turística de la entidad implica subrayar que, desde una perspectiva psicológica, la motivación turística del individuo se explica en términos de una curiosidad por buscar una novedad que contraste con el ambiente cotidiano que le es familiar al individuo (Wang, 2000). Si se considera que en México siete de cada diez personas habita en alguna ciudad (Garza, 2003), la búsqueda de un ambiente no–cotidiano implica viajar, lo que explica el incremento de los desplazamientos de individuos (turistas) en busca de contextos distintos novedosos para el desarrollo de actividades de recreación y esparcimiento en su tiempo libre (Barranco, 1994).

El viajar proporciona al individuo la posibilidad de ingresar a un entorno geográfico, cultural y social distinto al suyo, un espacio diferencial (Lefebvre, 1991), sin las ataduras de los mandos y normas sociales que existen para aquellos que los habitan. Sin embargo, el turista actual es un consumidor activo, autónomo y perfectamente contrastante, lo que implica una oferta turística cada vez más específica para perfiles particulares; hasta hace algunos años la razón de "ver algo", como un monumento histórico, constituía el motivo de los desplazamientos; esta situación evolucionó hacia actividades más complejas, que ahora involucran el "hacer algo" (Wang, 2000).

En la actualidad, el énfasis del turista está más en la calidad que en la cantidad de experiencias que demanda dado que los avances en informática ponen al alcance del individuo una amplia gama de ofertas turísticas y de ocio que, de acuerdo con su disponibilidad de tiempo libre y recursos económicos, puede hacer efectiva (Reyes y Barrado, 2005). En este contexto, la búsqueda de entornos y experiencias distintas, con base en lo edificado y en el paisaje, son aquellos factores de carácter histórico–geográfico particulares, que adquieren relevancia como motivación para el desplazamiento de personas.

Si bien los destinos de playa han sido los de mayor demanda turística en México, en la actualidad se observa un incremento en la afluencia de visitantes hacia centros urbanos y poblados históricos (Ferrer, 1999). Esto se revela en la aparición de un turista interesado por acercarse y conocer la naturaleza y las culturas, que consume nuevos productos (más sofisticados y elitistas) diferentes a los del turismo de masas (Ballart y Tresserras, 2001), para el cual, un recurso cultural, permanente o temporal, es motivo suficiente para realizar un viaje; en consecuencia, a esta actividad se le ha denominado turismo cultural (Mantero, 2003).

La Organización de las Naciones Unidas para la Educación y la Cultura (UNESCO) se ha convertido en impulsor del turismo cultural, a través de la Lista del Patrimonio Mundial en la que clasifica y cataloga aquellos sitios que considera excepcionales para la humanidad, de acuerdo con tres categorías: cultural (644 sitios), natural (162 sitios) y mixtos (24 sitios), en un total de 138 países (Vinson, 2003). El caso de Morelia evidencia la relación existente entre la política sobre la conservación del patrimonio edificado y el turismo cultural porque, a partir de su inscripción en esa lista, en 1991, el número de visitantes se ha incrementado en forma notable (Cabrales, 2002). Ello permite considerar que si de los 26 sitios mexicanos enlistados, 34% corresponde a centros históricos o zonas de monumentos, existe un potencial turístico sin precedentes en, por lo menos, otras ocho ciudades: Campeche, Ciudad de México, Guanajuato, Oaxaca, Puebla, Querétaro, Tlacotalpan y Zacatecas.

En el ámbito nacional, ocurre una situación similar a la anterior, por el programa Tesoros Coloniales que la Secretaría de Turismo instrumentó desde el 2001, y cuyo objetivo principal es posicionar, en su conjunto, a algunos lugares de Aguascalientes, Durango, Guanajuato, Michoacán, Querétaro, San Luís Potosí y Zacatecas como una marca corporativa turística (Ríos, 2006). Sin duda alguna, este programa responde a una lógica geográfica, basada en la cercanía relativa entre esas ciudades, además de compartir características urbano–arquitectónicas similares, lo que permite su oferta bajo el esquema de "circuito", incluso de "paquete", como multidestino para vacacionar.

En forma complementaria a lo anterior, existe un programa denominado Pueblos Mágicos que busca resaltar el valor turístico de aquellas localidades que permitan estructurar una oferta turística innovadora y original enfocada a la demanda sobre cultura, tradiciones, deporte extremo, aventura o la simple cotidianidad de la vida rural (SECTUR, (n.d.)a).

La política internacional de la UNESCO y la nacional de SECTUR son complementarias en la práctica del turismo, toda vez que ambas, en esencia, identifican y promocionan ambientes únicos e incluso exóticos, de alto potencial turístico. Un ejemplo es Michoacán, donde el principal destino es el centro histórico de Morelia, al que el turista adiciona la experiencia de visitar localidades cercanas (Cabrales, 2002). En suma, el turismo constituye uno de los ejes centrales para el desarrollo en la entidad; a guisa de ejemplo, en 2004 esta actividad generó una contribución al PIB estatal del 8.6%.

 

La arquitectura como recurso turístico

El contexto edificado de toda localidad es la concreción material de un proceso social en ámbitos geográficos particulares, de ahí que su valor radica en ser vestigio tangible de la cultura pasada y, por ello, se ubica como la esencia misma del patrimonio que incentiva y hace posible la dinámica turística (García y Albuquerque, 2003; Troncoso y Almirón, 2005).

La influencia del ambiente construido sobre el estado de ánimo y comportamiento de los individuos ha quedado por demás demostrado, en edificaciones contemporáneas para incentivar la permanencia o el consumo de productos (Judd, 2003). De igual forma, en el ámbito urbano, es una práctica común modificar las características de las edificaciones a fin de conformar una imagen urbana atractiva y legible para el usuario.

La combinación entre un interés por la conservación del patrimonio y la promoción turística ha propiciado esfuerzos para el pronunciamiento en el ámbito nacional e internacional de una serie de instrumentos legales tendientes a conservar y evitar la transformación de este tipo de arquitectura;7 al mismo tiempo, se han impulsado programas de "mejoramiento" o "rescate" de imagen urbana en las localidades tradicionales pero que sólo constituyen paliativos al proceso de transformación inminente de los contextos edificados heredados del pasado y sobre los que ahora se demanda su adecuación para satisfacer nuevos requerimientos (García et al., 2005).

Para el segmento del turismo cultural, lo "auténtico" se valora más que las recreaciones, por ello, el factor étnico es fundamental para explicar lo atractivo que resultan los entornos edificados de las localidades ubicadas en la sierra purépecha y la ribera del lago de Pátzcuaro. Un parámetro que ilustra la relevancia de este aspecto es el porcentaje de habitantes que aún hablan purhépecha y que, en términos generales en las localidades de estudio, representan del 60 al 90% de la población total (INEGI, 2000).

 

Circuitos turísticos

La política de turismo que promociona el estado de Michoacán favorece el binomio patrimonio–turismo, al señalar entre sus estrategias:

la consolidación de los circuitos turísticos patrimoniales y culturales existentes –Morelia, Pátzcuaro y otras localidades sobre el lago de Pátzcuaro en particular–, para lo cual se elaborará y promoverá un Programa de Revitalización del Patrimonio Histórico y Cultural del Estado (Secretaría de Turismo del Gobierno de Michoacán, 2002).

En cada uno de los circuitos turísticos es factible diferenciar las localidades que los conforman en función de las siguientes modalidades:

• Aquéllas de carácter nodal, debido a la oferta de comercios y servicios con que cuentan (hoteles, restaurantes, agencias de viajes y bancos, entre otros) y que las hacen destinos obligados para el turista; además, son puntos de articulación de los circuitos. Tal es el caso de Morelia, Uruapan y Pátzcuaro.

• Se ha denominado como localidad lineal, aquella que no cuenta con establecimientos y servicios básicos orientados al turismo, pero con recursos para el turismo (arquitectura, artesanías, sitios arqueológicos) que la hacen sitio obligado de visita para el turista. Este tipo de localidades conforman en mayor cantidad los circuitos turísticos, ejemplo de ello son Nahuatzen, Tzintzuntzan, Opopeo y Santa Clara del Cobre.

Uruapan es una localidad de carácter nodal, en términos de la oferta de servicios y equipamiento destinados al turismo, concentra el 88% de los 1 909 cuartos de hospedaje disponibles en la sierra purhépecha y el 90% de los establecimientos de bebidas y alimentos preparados ubicados en la zona. De forma similar, Pátzcuaro contiene el 90% de los 1 098 cuartos registrados de hoteles y moteles en todo el circuito de la ribera del lago, así como el 86% de los restaurantes y fondas (Secretaría de Turismo del Gobierno de Michoacán, 2005).

La denominación de lineal asignada a aquellas localidades que, si bien forman parte de un circuito turístico, sólo cuentan con recursos turísticos y no servicios o establecimientos, se fundamenta en el hecho de que tal situación limita y condiciona la posible derrama económica generada por el turismo, además de reducir la estancia promedio del turista, que en Michoacán es de cuatro días, a unas pocas horas (Secretaría de Turismo del Gobierno de Michoacán, 2002). A manera de ejemplo, está la situación de Ihuatzio, donde existe una zona arqueológica de origen náhuatl que data del 900 d.C.; de Nahuatzén, que destaca por las artesanías de tallado de columnas de madera, máscaras y mantelería bordada, blusas, servilletas, rebozos tejidos en tela de cintura y muebles rústicos; así como el de San Francisco Uricho, pueblo de origen prehispánico, donde las mujeres se dedican a la elaboración tradicional de tortillas de maíz multicolor y trigo. En todos los casos, son inexistentes los establecimientos de equipamiento y servicios destinados al turismo (Ibid).

En todas las localidades lineales, aun y cuando la arquitectura tradicional habitacional, por su predominancia, les confiere una imagen urbana particular, en la actualidad se observa un proceso de transformación que tiende a borrar las características particulares de cada localidad. Sin embargo, a partir de un registro planimétrico y fotográfico de las diferentes transformaciones observadas, es posible diferenciar entre lo ocurrido en localidades nodales y lineales.

En el primer caso, predominan las adecuaciones a la vivienda tradicional para albergar usos comerciales o de servicios; mientras que en las localidades lineales los cambios que se presentan con mayor frecuencia no involucran un nuevo uso del suelo, sino tan sólo modificaciones formales producto del imaginario de vivienda "moderna" que sus habitantes han construido a partir de lo observado en otras localidades de la entidad e incluso del extranjero (García et al., 2004; Fletcher, 1999).

Desde una perspectiva territorial de la dinámica turística, la diferencia descrita permite inferir que, en las localidades nodales, el proceso de terciarización de la economía ha provocado la pérdida de su atractivo inicial, basado en la existencia de una imagen urbano–arquitectónica tradicional, razón por la cual se oferta el entorno tradicional de poblados (lineales) cercanos. En otras palabras, se complementa la experiencia del turista, mediante el fortalecimiento en la integración horizontal que se concretiza en los circuitos. En las localidades lineales el proceso de transformación de la imagen urbana acontece en forma acelerada y drástica, debido a una vinculación vertical con localidades estadounidenses a las que emigraron sus habitantes y desde donde, a través de las remesas, se hace posible mejorar el material de la vivienda tradicional aunque también, en forma simultánea, se propicia la pérdida de su potencial turístico basado en la imagen urbana.

 

Casos de estudio

Para el desarrollo de esta investigación se seleccionaron como áreas de estudio cuatro localidades, dos ubicadas en el circuito de la ribera del lago de Pátzcuaro: Ihuatzio y San Francisco Uricho y dos en el de la sierra Purhépecha: Comachuén y Nahuatzén (Figura 1).

En lo que respecta a la imagen urbana resultante por la concentración de viviendas de similares características, en el caso de las localidades de la ribera del lago de Pátzcuaro, en virtud del predominio del muro sobre los vanos y el alineamiento de las viviendas al frente del predio, se conforma una imagen homogénea que se acentúa por la presencia de aleros en las techumbres, que propician un angostamiento visual de la calles, además de la integración de las cubiertas de teja como parte esencial de la fachada; todo esto confiere una monocromía que favorece la unidad visual del entorno edificado (Figura 2).

A diferencia del caso anterior, en las localidades de la sierra purhépecha, se presenta una imagen fragmentada producto de lo discontinuo de las edificaciones por el predominio de los espacios abiertos (corrales, huertos, patios, etc.); en el conjunto urbano destacan, en primera instancia, las techumbres y, en segundo término, los muros construidos con base de madera (Figura 3). Por estas razones, el trazado vial no resulta evidente y proporciona al observador una imagen integrada al contexto natural, pero difícil de aprehender y diferenciar de las demás localidades, salvo por la arquitectura religiosa o plazas.

 

Metodología

El espacio constituye un escenario común a múltiples disciplinas (Santos, 1996a), por esta razón, ubicar a la vivienda como sujeto de análisis geográfico demanda asignarle el papel de articulador entre la dinámica social y el entorno natural, en coincidencia con la siguiente definición:

El espacio debe considerarse como el conjunto indisociable del que participan, por un lado, cierta disposición de objetos geográficos, objetos naturales y objetos sociales, y por otro, la vida que los llena y anima, la sociedad en movimiento (Ibid.).

De acuerdo con este marco, la vivienda al ser considerada como una institución y como la concreción del espacio existencial del individuo, permite identificar, a partir de sus características, cambios de índole social y económico entre los habitantes y la sociedad a la que pertenecen (Rapoport, 1972; Norberg–Schultz, 1975), sin olvidar la incidencia de los acontecimientos de la estructura social global (Harvey, 1996; Santos, 2004). Así, las características espaciales, materiales y formales de las viviendas registradas y sobre las que se sustenta la investigación realizada, atienden a tres consideraciones generales:

a)  Aun y cuando se acote una tipología arquitectónica a partir de la cual sea posible evidenciar un proceso de transformación actual, se tiene plena conciencia de que las muestras estructurales que ahora caracterizan el paisaje de las localidades deben ser entendidas como "estadios transitorios residuales" de procesos que han tenido lugar antaño (Ruppert y Schaffer, 1979).

b)  El principio de la consistencia expresado por Reillingh, según Ruppert y Schaffer (Ibidem) indica que todas las inversiones espaciales en instalaciones (vivienda, trabajo, recreo, etc.) limitan a la sociedad en forma considerable para ejercer su libertad de reacción dada la cantidad de recursos que se demandaría para lograr un cambio total, de ahí que se considere como un factor sine qua non para llevar a cabo una transformación de la vivienda y, por consiguiente, de la imagen urbana. De ahí deriva el interés económico de las remesas, en el ámbito local, cuyo objeto es acotar la disponibilidad de un excedente en recursos económicos que se destine a la vivienda.

c) Los individuos, cuando actúan sobre el espacio construido, lo hacen como realidad física y como la materialización social que ello representa (Santos, 1996). De ahí que una mayor transformación de la localidad indique un mayor cambio de la realidad económica y social, misma que se explica a partir de una incidencia global, evidente, entre otros factores, por el turismo, la migración y medios de comunicación (Apadurai, 2005) y una resistencia de las permanencias locales. De igual forma, el proceso de transformación urbano–arquitectónico identificado constituye una expresión socio–espacial híbrida, en la que se expresa una relación dialéctica entre la organización global del territorio y la forma en que se configura localmente el espacio (Espinosa, 2004).

En las cuatro localidades de estudio, con el objetivo de revelar la manifestación socio–espacial resultante de la incidencia de una dinámica global (turismo y migración) sobre su entorno local (vivienda tradicional) se aplicó un cuestionario, entre mayo y noviembre del 2005; esto con la finalidad de revelar la relación entre transformación y la recepción de remesas, su frecuencia, monto y porcentaje destinado a la vivienda. En forma simultánea, se realizó un registro planimétrico y fotográfico de la vivienda, para acotar el proceso de transformación que presenta la vivienda.

El procesamiento de los datos obtenidos de la aplicación del cuestionario y de la correlación de las 75 variables utilizadas, se realizó con el programa Statistical Package for Social Science (SPSS). El registro y levantamiento sobre las viviendas se digitalizó por medio del sistema AutoCAD; esto permitió, a partir de un comparativo, identificar las características de las transformaciones más frecuentes.

Un factor más de análisis lo constituyó un detallado registro fotográfico de las viviendas, que hizo posible relacionar la información de sus habitantes, con aspectos particulares de los materiales utilizados en la modificación de éstas. La principal limitante para aplicar el cuestionario fue lograr que un habitante de la localidad fungiera como enlace, a fin de garantizar el acceso a las viviendas, para el registro planimétrico y fotográfico, así como la traducción en aquellos casos donde los entrevistados sólo hablaban purhépecha.

En forma general, a partir de la metodología utilizada, fue posible identificar que la transformación de la vivienda se presenta en tres modalidades distintas: la incorporación de materiales contemporáneos, ampliación de la vivienda y nuevas funciones (García et al., 2004). Las fronteras resultan permeables e imperceptibles en la práctica, toda vez que, en la mayoría de los casos, el cambio de un material tradicional por uno contemporáneo, facilita el uso de un nuevo sistema constructivo y propicia nuevas formas en la vivienda.

 

RESULTADOS DE LA INVESTIGACIÓN

Gasto de las remesas

La aplicación del cuestionario indica que el porcentaje de las remesas que se destina a la vivienda, sea para su ampliación, mejora material o construcción de una nueva, varía significativamente de una localidad a otra. El mayor porcentaje de los recursos destinados a la vivienda se presenta en Comachuén (57.47%), mientras que en San Francisco Uricho dicho rubro representa sólo el 11.97%, los casos de Nahuatzen (31,81%) e Ihuatzio (28.00%) se ubican como intermedios (Tabla 1, Figura 4).

Las variaciones señaladas se explican en función de la tradición migratoria. Una vez que el emigrante ha logrado satisfacer sus necesidades más apremiantes como el sustento básico, está en condiciones de orientar sus recursos a la mejora material de su vivienda e incluso a rubros como educación, negocio, etc. La prioridad de la vivienda se debe a su carácter de escenario para que el emigrante logre su auto–realización en su comunidad de origen (Olea, 2000).

Los porcentajes de lo recibido vía remesas que se destinaron a la vivienda engloban tres diferentes modalidades: a) la mejora física de la vivienda, entendida como la sustitución de materiales tradicionales por otros contemporáneos; b) la ampliación espacial de la vivienda tradicional con sistemas con base en concreto y block o ladrillo, y c) la construcción de una nueva vivienda. Los resultados obtenidos indican que no existe una correlación entre los porcentajes de las remesas destinados a la vivienda y la magnitud de la transformación. En otras palabras, destinar un mayor porcentaje de las remesas a la vivienda no implica la realización de obras de mayor superficie, ya que ello estará condicionado a la frecuencia y monto de los envíos.

En relación con el impacto de la transformación de la vivienda sobre la imagen urbana de las localidades, se considera que existe un impacto diferencial de las modalidades descritas. Por ejemplo, la construcción de viviendas nuevas en Comachuén (92.40 %), debido a que se realiza al interior del predio, donde en ocasiones no son visibles desde el exterior, causan un menor impacto sobre la imagen tradicional que en los casos de Nahuatzen (51.16%) e Ihuatzio (47.08%) donde las mejoras materiales corresponden a la fachada y alteran, en forma significativa, la homogeneidad que caracteriza a los entornos de carácter vernáculo (Figuras 5 y 6).

En términos generales, en las localidades de la ribera del lago de Pátzcuaro, los porcentajes de remesas destinados a la vivienda son menores que en la sierra purhépecha. Sin embargo, observaciones in situ permiten afirmar que, en las primeras, el grado de transformación de la imagen tradicional es mayor que en las segundas. Esto es porque en las localidades ribereñas la transformación de la imagen urbana es más fácil y, a menor costo, en virtud de que sobre los muros de adobe resulta factible incorporar aplanados de mortero o losas de concreto sobre estructuras de madera. En contraste, las viviendas de la sierra purhépecha, construidas con muros de madera y cubiertas de tejamanil, demandan modificaciones mayores para la integración de materiales industrializados, lo que explica que sus ocupantes, cuando disfrutan de excedentes monetarios procedentes de las remesas, optan por la construcción de viviendas nuevas.

 

La visión del turismo

Las transformaciones registradas en la vivienda tradicional permiten afirmar que la conservación de la imagen urbana tradicional no se ha logrado a través de reglamentos y demás instrumentos normativos, en parte por la incapacidad gubernamental de hacerlos cumplir. Sin embargo, los datos obtenidos indican que los habitantes de las localidades de Nahuatzén (66.67%) e Ihuatzio (72.73%) consideran que reciben un aumento a su ingreso como beneficio derivado de la actividad turística (Tabla 2). En los casos de San Francisco Uricho (79.13%) y Comachuén (95.96%), los entrevistados perciben que el turismo no les genera ningún beneficio, debido a que consideran que no saben cómo aprovecharlo.

Los resultados anteriores pueden estar asociados con la influencia del discurso oficial sobre las bondades del turismo. En realidad, al cuestionar sobre el beneficio personal derivado de la actividad turística, sólo en el caso de Nahuatzen (89.52%), los entrevistados opinan que sí hay un beneficio del turismo manifestado en un aumento de su ingreso económico (Tabla 3). En las tres localidades restantes, incluido el caso de Ihuatzio, donde los entrevistados dijeron que sí hay beneficios generados por el turismo, los resultados evidencian que sus habitantes no se ven favorecidos, en lo personal, por la actividad turística registrada en sus localidades (Tabla 2).

En las localidades estudiadas, la imagen urbana, sustentada en la existencia de viviendas tradicionales, constituye el principal recurso turístico; sin embargo, y con base en la percepción de los encuestados, la pregunta que surge es ¿porqué tendrían que conservarlas para sustentar una dinámica turística que, aparentemente, no les beneficia? (Tabla 3).

La respuesta a esta disyuntiva es compleja; de inicio, los entrevistados ni siquiera consideran que la arquitectura de su localidad constituya un recurso para el turismo. Los casos de Nahuatzén (69.36%) y San Francisco Uricho (31.66%), donde, si bien se asigna un porcentaje significativo a la singularidad de la arquitectura, éste se asocia con la de tipo religioso y no a la habitacional (Tabla 4).

En el caso de Ihuatzio, la existencia de una zona arqueológica, en opinión de los entrevistados, se piensa que es el recurso turístico central (72.73%), lo que permite afirmar que sus habitantes no consideran a la arquitectura vernácula como base para la promoción de la actividad turística.

 

CONCLUSIONES

La transformación de la vivienda, y por ende de la imagen urbana, que hoy en día acontece en forma generalizada y vertiginosa en localidades michoacanas, debe ubicarse como una manifestación de la globalización, a partir de procesos como la migración y el turismo, relevantes desde la perspectiva económica y social, pero contradictorias en su manifestación territorial.

La dinámica migratoria incentiva un cambio social, económico y del entorno edificado de las ciudades michoacanas; en contraste, el interés por sostener la actividad turística implica la conservación de las características urbano–arquitectónicas actuales, como ambientes tradicionales propicios para tal fin.

En las localidades estudiadas, se evidencia una confrontación entre las vinculaciones verticales de la migración y las horizontales propiciadas por el turismo. Por ello, se considera fundamental comprender y orientar el papel, como escenario de auto–realización, que tiene para el emigrante su vivienda, antes de pretender prohibir la transformación de la vivienda es orientar los recursos de las remesas a proyectos productivos de beneficio local o regional.

La vulnerabilidad de las remesas constituye un elemento de riesgo y el principal argumento para fortalecer la dinámica turística. En este sentido, y de acuerdo con las evidencias presentadas, en términos del nulo beneficio que los habitantes perciben de la actividad turística, se identifican por lo menos dos vertientes de actuación para las autoridades responsables de su promoción:

a)  La estrategia actual de circuitos turísticos demanda una redistribución de potencialidades en términos de la propaganda y promoción que se realiza, a fin de que cada una tome conciencia de su participación, y garantizar que también sean receptoras de los beneficios generados por el turismo.

b)  Que las localidades de los circuitos se vean beneficiadas con inversiones tendientes a mejorar los establecimientos de equipamiento y servicios que demanda el turista. Se debe atender el proceso de deterioro de la imagen urbana que ocurre en forma simultánea y permanente en todas las localidades y que propicia una disminución en el atractivo turístico de los circuitos, así como en la creación de una sinergia de impulso turístico regional.

 

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Notas

1 Se entiende por hibridación, los procesos culturales en los que estructuras o prácticas discretas, que existían en forma separada, se combinan para generar nuevas estructuras, objetos y prácticas (García, 1989).

2 Se define así cuando la motivación principal la constituye una atracción cultural permanente o temporal, es decir, características culturales y/o sociales de una población que dispone de un estilo de vida singular, o una colección, exposición, etc. (Mantero, 2003).

3  Se utiliza el concepto de "imagen urbana" aun y cuando se trate de localidades de carácter rural, por considerar que en español no existe un término que diferencie con claridad los conceptos sajones de townscape y landscape, ya que este último se utiliza para referencias al paisaje natural y no a lo edificado como en el primer caso.

4 El Banco de México considera como remesa toda transferencia unilateral de un residente en el extranjero a un residente en México, que presupone que el envío se realiza entre familiares y tiene por objeto contribuir en la manutención de este último.

5 La información estadística indica un incremento notable en el envío de remesas, ello es atribuible a que cada día que pasa se perfecciona y amplia el registro de dichas transacciones; por ejemplo, hasta 1986, el monto registrado por concepto de remesas no incluía los envíos de money orders, cheques personales a través de bancos y casas de cambio (Carriles, 1991).

6 Comunicado de Prensa de la Secretaría de la Presidencia, 12 de mayo, 2005.

7 En el caso particular de Michoacán, existe un reglamento que se considera pionero a nivel nacional, por haber sido expedido en 1930, y contener disposiciones expresas para la conservación de la imagen de los poblados michoacanos.

8 Como parte del trabajo de campo que da sustento a la investigación realizada, en todas las localidades de estudio se hizo un registro fotográfico de las transformaciones formales acontecidas en la fachada de la vivienda tradicional, así como un registro planimétrico de las viviendas, para determinar sus cambios espaciales y funcionales.

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