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Investigaciones geográficas

On-line version ISSN 2448-7279Print version ISSN 0188-4611

Invest. Geog  n.56 Ciudad de México Apr. 2005

 

Reseñas

 

Craib, R. B. (2004), Cartographic Mexico. A history of State fixations and fugitive landscapes

 

Karina Busto Ibarra*

 

Durham: Duke University Press, 300 p., ISBN 0-8223-3416-X

 

* El Colegio de México

 

El libro de Raymond Craib, originalmente presentado como tesis doctoral en la Universidad de Yale, forma parte de la serie "Latin America otherwise: Languages, Empires, Nations" publicada por Duke University Press. Con base en fuentes documentales recabadas en archivos locales, regionales y nacionales de México y Estados Unidos, el autor nos ofrece siete capítulos que se presentan como ensayos independientes, relacionados entre sí de manera cronológica. Cuenta con una base teórica sólida y un cúmulo de fuentes primarias que le permiten un manejo adecuado de la información.

Más que una historia de la cartografía en México, este texto constituye un estudio de la problemática social en torno a los proyectos cartográficos estatales del siglo XIX, destinados a la construcción de cartas geográficas nacionales que contribuyeran a un mayor conocimiento del territorio mexicano. Lejos de considerar dichos proyectos como meras actividades técnicas y científicas, el autor los examina dentro de un contexto político y social, en el marco de la formación del estado mexicano.

El interés primordial del autor es indagar cómo se desenvolvió la relación entre estado y espacio, entre los procesos mediante los cuales los exploradores, ingenieros y geógrafos intentaron definir, codificar y naturalizar el espacio en conjunto, y a la vez en conflicto, con la gente que se encontraron en el campo (p. 2). Para este fin, a lo largo del libro se presentan un sinnúmero de ejemplos de casos de diferentes comunidades indígenas del estado de Veracruz que experimentaron las reformas del estado relacionadas con las formas de tenencia de la tierra. El autor nos presenta a los campesinos como actores directamente involucrados en la formación del estado y no como elementos pasivos y receptores de las políticas estatales.

Craib reflexiona sobre este proceso a través de la figura del ingeniero geógrafo (militar o civil), quien utilizó sus instrumentos de trabajo (tripié, nivel, cadena) a manera de armas para la sujeción de los campesinos y comunidades a fines del siglo XIX, y para hacer cumplir las demandas de dotación/sustitución de ejidos a principios del siglo XX. Vínculo entre el estado y la gente del pueblo, el ingeniero geógrafo y su presencia en el campo se convierte en el hilo conductor que da coherencia al libro de Craib.

El primer capítulo proporciona un contexto de la cartografía del México independiente. En aquella época era imperante la necesidad de construir una carta general de la república, para mostrar al exterior una imagen de un territorio unificado y al mismo tiempo para lograr el control del territorio. La primera carta geográfica del país fue la de Antonio García Cubas publicada en 1858, basada en otras cartas, sin trabajo de campo y con errores e inconsistencias, pero con un aporte significativo al proporcionar una imagen integral de la nación.

Las medidas del gobierno federal por codificar el paisaje y por fijar fronteras entre poblados, municipios, estados, en contraposición con la realidad del campo mexicano son los temas del siguiente capítulo. Craib introduce la discusión en torno a los conceptos enunciados en el subtítulo del libro: regulaciones estatales y paisajes fugitivos.

Por paisaje fugitivo el autor entiende aquel espacio improvisado, indeterminado y administrativamente intangible (p. 81), aquella realidad de las comunidades que viene de memorias locales, políticas y costumbres ajenas a la educación política y cívica (p. 82.). Los paisajes fijos o regulados, en cambio, son aquellosdelineados y marcados en la tierra, codificados en papel y archivados. La intención era entonces crear un espacio regulado. Para esto fue necesario a) fijar límites entre pueblos, municipios, estados, y b) unificar la manera de nombrar los lugares (indígenas, religiosos, comunes). Estos dos elementos serían determinantes para sustituir el paisaje fugitivo y son aspectos a los que Craib otorga importancia a lo largo de todo el libro.

En el tercer capítulo el autor analiza el asunto de los deslindes en Veracruz a fines del siglo XIX. La obsesión estatal por llevar a cabo la división de la tierra, su implementación y los conflictos resultantes de estas acciones son los temas que se retoman en este capítulo. Para ello ejemplifica con el caso del pueblo de Acultzingo, Veracruz, donde las autoridades municipales contrataron en 1869 a un ingeniero alemán para que dividiera las tierras comunales en lotes individuales. El autor describe los conflictos ocurridos y demuestra que más allá de un 'antiliberalismo innato' en la resistencia de las comunidades, la verdadera razón que

hasta entonces había impedido el reparto de tierras, era que los pueblos veían mermar sus tierras y reaccionaban ante ello.

Siguiendo un orden cronológico, Craib estudia el surgimiento y desarrollo de la Comisión Geográfico Exploradora-CGE (1877-1914). El autor presenta los trabajos de la Comisión en dos partes: el capítulo 4 abarca las dos primeras décadas de su existencia, tomando en cuenta el papel de los ingenieros militares y la producción de un 'conocimiento localizado' que produjeron los levantamientos topográficos. El capítulo 5 se refiere a los 'progresos espaciales' de la Comisión hasta los últimos días de su existencia, considerando fundamentalmente el papel que un espacio ordenado jugó en la creación de una imagen de estabilidad en el país.1

Uno de los aportes del autor al analizar los trabajos de la CGE es que considera dos momentos distintos de su trayectoria: en la primera etapa (1877-1896) la preocupación del gobierno porfirista era por el conocimiento militar, la información geográfica, y el control social; en cambio, en la década de los noventa México se había transformado y necesitaba, entre otras cosas, de mejoras en infraestructura, formar un registro de propiedad; es decir, regular y promover el desarrollo capitalista y la inversión extranjera. (p. 161).2

En el capítulo 6 Craib analiza un conflicto sobre derechos de uso de agua de ríos en una zona remota del estado de Veracruz. En este capítulo el autor destaca el uso de los mapas oficiales por parte de los involucrados en el conflicto, y cómo se aprovecharon las contradicciones en los nombres de los ríos como argumentos para solicitar el otorgamiento de derechos sobre el agua. El desenlace de este percance demostró que finalmente la aplicación de los mapas 'objetivamente' producidos estaba a expensas de las decisiones del poder federal.

Finalmente, el último capítulo está dedicado al proceso de la reforma agraria a partir de los primeros decretos expedidos durante la revolución. Para el autor, en este proceso revolucionario de reconstrucción y reforma agraria, el ingeniero geógrafo fue el 'revolucionario honorable' y por medio de él la gente del pueblo experimentó al nuevo estado posrevolucionario (p. 236).

Una vez más, este proceso no estuvo exento de conflictos entre comunidades, autoridades locales, y autoridades estatales encargadas de implementar las medidas para repartir las tierras ejidales. Y si bien para los campesinos la reforma agraria significaba una reivindicación esperada desde tiempo atrás, para los gobernantes se trataba de la llegada de una nueva era, misma que supieron aprovechar para fijar los límites municipales definitivamente al dotar de tierras a las comunidades.

Culmina el libro con un epílogo titulado 'estos asuntos nunca terminan', en el cual sugiere que las reformas de 1992 sobre tierras ejidales –a partir de entonces éstas se podrían rentar o vender a nacionales o extranjeros–, se conectan a un proceso de larga duración que, como en el pasado, seguirá teniendo profundas contradicciones políticas y sociales.

Sin duda la propuesta analítica y metodológica de Raymond Craib es novedosa y su estudio puede ser útil para abrir otros caminos de investigación en la geografía histórica. Sin embargo, al presentar sólo el caso veracruzano –y en ocasiones de manera demasiado detallada– quedan asuntos sin resolver. Habría que averiguar, por ejemplo, ¿qué sucedió en otras regiones? ¿Cómo se experimentó el estado en aquellos lugares a donde no llegó la Comisión Geográfico Exploradora? Tomando en cuenta casos de otras regiones ¿hasta qué punto se puede hablar sólo de 'imágenes' de un México integrado y no de una realidad alcanzada a fines del siglo XIX?

Cartographic Mexico es un texto que pretende llegar no sólo al estudioso de la historia de la cartografía o de la historia social del México moderno. Es igualmente interesante para quienes deseen entender la formación del estado mexicano y explicarse los orígenes de algunos problemas actuales del campo. Es un libro que merece traducirse al español y seguramente tendrá diversas lecturas que propicien la discusión entre historiadores y geógrafos en busca de nuevas interpretaciones de la historia de México.

 

Notas

1 Sobre la proyección de una imagen del país, véase Tenorio Trillo, M. (1998), Artilugios de la nación moderna. México en las exposiciones universales, 1880-1930, FCE, México.         [ Links ]

2 En otros estudios sobre la CGE, en particular el de Bernardo García Martínez, se atribuye el éxito de la comisión a fines de la década de 1880 a la 'fortuna, esfuerzos y méritos de la propia institución' (p. 499), y no lo inserta en un contexto político y económico como lo ha hecho Craib. Véase "La Comisión Geográfico-Exploradora", en Historia Mexicana, 96 (abril-junio 1975), pp. 485-555.         [ Links ]

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