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Investigaciones geográficas

On-line version ISSN 2448-7279Print version ISSN 0188-4611

Invest. Geog  n.41 Ciudad de México Apr. 2000

 

Nota

 

Así se escribe la historia

 

Carlos Jaso Vega*

 

*Asesor del Instituto de Geografía, Recopilación de escritos.

 

I

En 1943, todo principió en un salón, de cuarenta metros cuadrados, ubicado en la azotea del antiguo Colegio de San Ildefonso convertido, entonces, en la Escuela Nacional Preparatoria; como si el instituto dedicado a conocer la Tierra, en sí y en sus relaciones con los humanos, quisiera empaparse de la historia de la vida de la Colonia, hasta advenir a la época actual en la que, cada día que pasa, pareciera que el conocimiento logrado en ese lapso ya fuera obsoleto, porque la técnica y la ciencia van más de prisa que el saber humano. Sin embargo, el afán de conocer lo nuestro, la geografía de nuestro país, enmarcada en la universal, hizo que verdaderos pioneros del conocimiento y el quehacer geográfico iniciaran una nueva etapa que tuvo sus raíces en ese local en el que lo único descollante era la pobreza material; en efecto, todo el mobiliario estaba constituido por un escritorio de madera, desvencijado, de dos cajones laterales y uno superior transversal; uno de cortina, de "ojo de pájaro", ad hoc para un museo del mueble; una mesa de madera para diez personas (creo que todavía existe); un librera de madera, de cuatro entrepaños, que contenía la valiosa y preciosa biblioteca formada, aproximadamente, por cincuenta volúmenes entre los que se contaba con: el Diccionario geográfico, histórico y biográfico, de Antonio García Cubas, que actualmente se encuentra en el acervo reservado; el Atlas geográfico de Schroeder, y el escolar del mismo autor; la Geografía de México, de Galindo y Villa; la Geografía universal, de Benítez Delorme; la Geografía universal, de Izquierdo y Croselles; el Ensayo de geografía médica y climatología de la República Mexicana, el Atlas, por Domingo Orvañanos; el Gran Atlas Geográfico, de Stieler, publicado por el Instituto Geográfico Justus Perthes, en 1912; el Atlas geográfico estadístico e histórico de la República Mexicana, por Antonio García

Cubas, publicado en 1858; las Tables Météorologiques internationales, corformêment à une décision du Congrès tenue à Rome en 1879, par le Comité Météorologique International; el Traité Elémentaire de Météorologie, por Alfred Angot; la Medida del meridiano de longitud 98°W de Greenwich, por Pedro C. Sánchez; la Geografía física con aplicaciones a la República Mexicana, Secretaria de Agricultura y Fomento, 1927; la Cosmografía, de Joaquín Gallo.

El resto del acervo estaba compuesto por novelas de Julio Verne, Emilio Salgari, Alejandro Dumas, y, para que las colecciones se completaran bellamente, no podía faltar la novela romántica, "María", escrita en 1867 por el escritor colombiano Jorge Isaacs.

lAh!, pero eso sí, entre los aparatos e instrumentos descollantes había un extraordinario telescopio en el que, se supone, los alumnos de geografía, de la Escuela Nacional Preparatoria, aprendían los secretos (entonces lo eran) del mundo sideral. Cabe decir, empero, que a dicho instrumento óptico sólo le faltaban el objetivo y el ocular.

El instrumental de trabajo consistía en un pantógrafo, un estuche de geometría, y, como una pieza aislada, seguramente muy valiosa, un compás de proporciones que tenia una pata rota.

Así, en esas instalaciones y con esa copia de instrumentos, muebles y material bibliográfico se inició el verdadero Instituto de Geografía que, como antecedente, posiblemente para ofrecer una atmósfera de prestigio, se decia Instituto de Investigaciones Geográficas, y cuyo director era, a la sazón, el Ing. José Luis Osório Mondragón, jefe de clases de geografía, que impartían en la Escuela Nacional Preparatoria las maestras Rita López de Llergo, Herlinda García, Adriana García Corral, y la habilitada Elodia Terrés a quien se había nombrado como un reconocimiento en esa época ya fallecido, conspicuo miembro del protomedicato de México, Dr. José Terrés.

Dicho Instituto de Investigaciones Geográficas nunca funcionó como tal, ni tuvo reconocimiento oficial, primero, por la grave enfermedad que, poco después, segó la vida del Ing. Osorio Mondragón, y, segundo, porque dicha nominación nunca fue sancionada por ninguna autoridad universitaria. La vida efectiva y oficial del Instituto de Geografía tuvo inicio en una sesión del Consejo Universitario presidida por el entonces rector, Dr. Alfonso Caso, cuando él, haciendo uso del poder que le conferia su cargo, pues en esa época se carecía, prácticamente, de leyes y reglamentos, en una histórica velada declaró, en el mes de junio de 1943: "a partir de esta fecha queda constituido el Instituto de Geografía, y he designado como su directora a la maestra en ciencias señorita Rita López de Llergo y Seoane". Por supuesto, del llamado Instituto de Investigaciones Geográficas no se volvió a hablar, tanto menos que en esos días acaeció el deceso del Ing. José Luis Mondragón.

Así fue el alumbramiento del actual centro de investigaciones geográficas, el Instituto de Geografía de la Universidad Nacional Autónoma de México, que tanto ha batallado y logrado tan buenos éxitos, así nacionales como internacionales, a pesar de sus detractores gratuitos.

 

II

Por supuesto, en el inicio del Instituto de Geografía no existía archivo (de haber habido seguramente se hubiera escrito otra historia); éste principió cuando fue necesario abrir los primeros expedientes del personal constituido, en ese momento, por la flamante, recién designada directora, maestra en ciencias, señorita Rita López de Llergo y Seoane, a quien no resisto el cordial impulso de recordar, no sólo con reverencia, sino con admiración y gratitud, toda vez que a ella se debe el primigenio desarrollo de la institución universitaria que me ha hecho el privilegio de cobijarme durante cincuenta años.

La señorita López de Llergo, primera directora y, de hecho verdaderamente fundadora de una institución con pleno reconocimiento oficial universitario, así como con absoluta vigencia nacional e internacional, tenía méritos suficientes para ello, pues era: maestra normalista egresada de la Escuela Nacional de Maestros: maestra en geografía de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM; bachiller en ciencias físico-matemáticas en la Escuela Nacional Preparatoria; pasante de la maestría en ciencias matemáticas, en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM; vicecónsul reconocida por la Facultad de Derecho (en ese entonces Facultad de Leyes) y por la Secretaría de Relaciones Exteriores.

El resto del personal estaba formado por el señor Porfirio Flores, chofer quien más bien desempeñaba funciones de mensajero; el señor Aurelio Delgado, extraordinario y bien recordado oficial de intendencia, y el que pergeña estas líneas, con nombramiento de auxiliar de investigación, pero con funciones administrativas. Sólo cuatro empleados universitarios.

A propósito, y sólo a guisa de comentario: se me ordenó que nunca, en ningún caso, escribiera las iniciales de mi nombre en el ángulo inferior izquierdo de las comunicaciones que redactaba y escribía (por supuesto, tampoco en ningún otro sitio de los documentos); dejo la interpretación a los lectores.

Poco después, a mediados de 1944, se me ordenó se abriera expediente a quienes, se me dijo, integraban el personal de investigación, a saber: Ing. Manuel Medina Peralta, a la razón director general de la Dirección de Geografía y Meteorología de la en aquel entonces Secretaría de Agricultura y Fomento, constitucionalmente encargada del quehacer geográfico y meteorológico nacional, y, precisamente por ese hecho, Presidente de la Sección Nacional del Instituto Panamericano de Geografía e Historia; Ing. Alfonso de la O Carreño, distinguido miembro de la Comisión Nacional de Irrigación, especialista en geodesia; Ing. Ramiro Robles Ramos, maestro de geografía en la Facultad de Filosofía y Letras; y Sr. José Baumeister, fotogrametrista de la Compañía Mexicana Aerofoto, este último, seguramente, por los proyectos, hasta entonces sólo esbozados, del levantamiento cartográfico de la República Mexicana. Los últimos cuatro mencionados de hecho nunca fueron miembros activos del Instituto de Geografía, aunque sí obtuvieron nombramiento oficial, y, en consecuencia, también percibieron sueldo, quizá por su presunta intervención en la elaboración de la mencionada Carta. El único "investigador" que presentó un trabajo fue el Ing. Alfonso de la O, quien contribuyó con un estudio titulado "Isanómalas de la gravedad".

Posteriormente, cuando la sede todavía se encontraba en Lic. Verdad, ingresaron al Instituto las maestras en geografía Margarita Nava Salgado y Margarita Jaso Vega, a las que siguió la estudiante de ingeniero topógrafo e hidrógrafo Enriqueta García Amaro, actualmente distinguida climatóloga reconocida nacional e internacionalmente y, por cierto, la primera becaria del Instituto, en el extranjero, en la Universidad de Wisconsin, en los Estados Unidos de América, y quien, venturosamente, aún presta sus valiosos servicios en nuestra institución.

A todo el personal, podemos decir pionero, aunque en fechas y etapas distintas, se unieron estudiantes de disciplinas variadas, a quienes se asignaron tareas auxiliares, entre otras, las de recopilación de datos de índole diversa.

Del, por todos conceptos, original local en la azotea de la Escuela Nacional Preparatoria, en el año de 1946, quizá con el propósito de dar mayor y mejor presencia al Instituto, aun cuando también con el ánimo de tener mayor comodidad, la sede fue cambiada al número tres de la histórica calle de Lic. Verdad, en donde compartió el edificio con el Instituto de Investigaciones Sociales, a la sazón dirigido por el Lic. Lucio Mendieta y Núñez, y con el llamado Centro Médico que se utilizaba, casi exclusivamente, en la práctica de exámenes físicos a los alumnos postulantes a la Escuela Nacional Preparatoria. En dicho edificio el Instituto de Geografía sólo contaba con dos salones pequeños, en el menor de los cuales se iniciaron la biblioteca y el archivo en los que para su clasificación y catalogación, imprescindibles para hacerlos útiles, se empleó el Sistema bibliográfico decimal del Instituto Internacional de Bruselas.

Fue estando en este local cuando se compró, importado expresamente para el Instituto de Geografía, algún equipo especial: un estereoscopio de espejos, para fotografías verticales; dos estereotopos; dos estereoscopios de espejo, de mesa; varios estereoscopios de bolsillo, y una máquina de dibujo.

En cuanto a las labores geográficas propiamente dichas, a las dos ayudantes de investigador, Margarita Nava Salgado y Margarita Jaso Vega, se les comisionó para hacer y cotejar fichas relativas a población, elaboradas con base en los censos relativos, iniciándose, así, el estudio de esta rama de la geografía.

La dirección continuó estableciendo y fortaleciendo relaciones con instituciones y funcionarios, con el propósito de dar forma y funcionalidad al "Comité coordinador del levantamiento de la Carta de la República Mexicana", inscrito en la "Comisión intersecretarial coordinadora del levantamiento de la Carta geográfica de la República Mexicana", que se creó por decreto que fue publicado, en el Diario Oficial, el 2 de enero de 1946.

En dicho Comité quedaban incluidas las secretarías: Defensa Nacional, Marina Nacional, Agricultura y Fomento, Industrial y Comercio, y Comunicaciones y Obras Públicas, y Comisión Nacional de Irrigación, Comisión del Papaloapan y la Universidad Nacional Autónoma de México representada por el Instituto de Geografía, cuya directora fue nominada directora cartográfica. En esta época, el ingeniero Robles Ramos, que siendo maestro en la Facultad de Filosofía y Letras había sido nombrado investigador en el Instituto de Geografía, renunció a este último cargo, ignorándose de manera cierta a qué obedeció su retiro, si bien éste no sólo fue el inicio de la notoria disyunción entre el departamento de geografía de la Facultad de Filosofía y el Instituto de Geografía, sino del irreconciliable antagonismo que se estableció entre la dirección de éste y la planta magisterial de aquél, y que prevaleció hasta el retiro, por jubilación, de la señorita López de Llergo. Creo que, aún en la actualidad, subsisten rencores.

Con estos antecedentes y auspicios se hizo imperioso el cambio de la sede del Instituto, que fue ubicado en la calle de Guatemala, en dos locales, uno muy amplio, aproximadamente de sesenta metros cuadrados, cuyo alquiler era cubierto por el Comité coordinador, con fondos aportados por todas las instituciones que lo conformaban. Este salón tenía en el fondo un armario muy amplio en donde se guardó la colección de fotografías aéreas del trimetrogón, donadas por el Banco de México al "Comité coordinador del levantamiento de la Carta de la República Mexicana", y que, por tanto, eran propiedad de la nación. Cito este dato, aparentemente trivial, porque había de dar lugar a hechos posteriores de vital importancia para el Instituto de Geografía, como el de que el presidente de la "Comisión intersecretarial coordinadora del levantamiento de la Carta geográfica de la República Mexicana", Ing. Manuel Medina Peralta, también investigador en el Instituto de Geografía, a pesar de su nombramiento, acusara de robo de las fotografías de una línea de vuelo, a la directora de la propia dependencia universitaria, calumnia y difamación destruidas por quien escribe estas líneas, exhibiendo el recibo que había requerido del Ing. Medina. A pesar de esto, el ingeniero no renunció a la plaza sino ya transcurrido mucho tiempo.

El otro local era un pequeñito despacho utilizado como oficina privada, éste sí pagado por la Universidad, que sirviera de bodega para los muebles propiedad de la UNAM cuando el Instituto se vio constreñido a encontrar su propia sede, hecho que logró merced a la buena disposición del rector, Dr. Alfonso Caso, y del tesorero general, Lic. Alfonso Ramos Bilderbeck. Esta nueva ubicación tuvo lugar el año de 1948, en un piso completo, el cuarto, del edificio número nueve de la calle de Palma norte.

A este último local, naturalmente, sólo se trasladó personal nominado por la Universidad Nacional Autónoma de México, salvo el señor Raúl Urquijo, dibujante a quien muy pronto también se le extendió nombramiento.

Hasta aquí concluía una etapa y se iniciaba otra, venturosa y verdaderamente universitaria, para el Instituto de Geografía de la UNAM, siempre bajo la conducción de su directora inicial quien, por no existir reglamentación al respecto, duró en funciones veintidós años.

En este sitio había de tener desarrollo, con muy buen éxito y ya sin el lastre de ambiciones mezquinas, la vida institucional de un organismo universitario que, años más tarde, alcanzara plenitud en Ciudad Universitaria a donde pronto, en el tiempo, habíamos de emprender el viaje.

 

Ill

La crisis que se vivió en ese momento, consecuencia afortunada de la ruptura de relaciones, así oficiales como evidente y eminentemente personales entre la directora del Instituto y el presidente de la Comisión intersecretarial coordinadora del levantamiento de la Carta de la República Mexicana, obligó el desalojo del local que se ocupaba en la calle de Guatemala, y la Universidad tuvo imperiosa necesidad de buscar un sitio adecuado para ubicar al Instituto de Geografía, encontrándolo en todo un piso de un edificio de la calle de Palma norte número 9, cuyo alquiler fue autorizado por el rector, lo que ratificaba la confianza que había depositado en la señorita Rita López de Llergo, y financiado, a pesar de no haber partida presupuestal prevista para el caso, merced al valioso apoyo y las gestiones del entonces tesorero general de la UNAM, Lic. Alfonso Ramos Bilderbeck. A dicho local se llegó a principios de 1948, lo que, a juicio del que escribe, constituye un hecho de la mayor y más relevante importancia, ya que, a partir de entonces, el Instituto encuentra su verdadera significación, pues además de su autonomía y personalidad, sólo subordinadas al régimen y políticas universitarias, tiene no sólo la oportunidad, sino la obligación de ocuparse, por sí mismo, de la investigación geográfica y de todo el quehacer que ello implica, lo que fuerza a la dirección a buscar y establecer relaciones con instituciones nacionales e internacionales, así como a diseñar programas y proyectos dables de llevar a cabo con los exiguos medios económicos de que se disponía, pero sin estar atado ya a la férula de ninguna otra dependencia oficial, ni a criterios, actuaciones y actitudes distintos a los de la directora y avalados por las autoridades universitarias.

Cabe decir que el principio fue muy arduo, pues el personal calificado sólo estaba constituido por las señoritas Margarita Nava Salgado y Enriqueta García Amaro, además de la propia directora, Srita. Rita López de Llergo, quien hubo de luchar denodadamente para obtener los medios económicos necesarios para aumentar la nómina que pronto fue acrecida con las ingenieras Carmen y Elodia Ochoa, la físico-matemática Graciela Salcedo, la maestra Consuelo Soto Mora, la fotógrafa Estela Pons Chaix; los entonces estudiantes María Teresa Gutiérrez (después de MacGregor), Consuelo Paullada, Ana Cecilia Cueto, Alicia Soto Mora, Ángel García Amaro, Ernesto Lemoine Villicaña, y el dibujante Raúl Urquijo quien volvió después de renunciar, acremente, al Comité Coordinador, y de quien diré, como detalle simpático y curioso, que apodaban "Alicia" (nombre de un pajarraco fantástico, aguiloide, microcéfalo, protagonista en algunas tiras cómicas periodísticas) por su corpulencia y extraordinaria fuerza física que lo llevara hasta ostentar el campeonato nacional de lanzamiento de la bala; también se agregó un reducido número de estudiantes que fueron comisionadas, fundamentalmente, en tareas de recopilación de datos. El resto del personal se componía, obviamente, por el que esto escribe y por el auxiliar de intendencia, señor Aurelio Delgado.

El mobiliario fue el que se trasladó del local compartido en la calle de Guatemala, si bien, ya que no había dinero para compras, fue indispensable mandar construir, en los talleres de la Universidad, los primeros dos restiradores, de madera, y una mesa transparente y con iluminación, para dibujo. Por de contado, también se trasladó el instrumental adquirido antes, puesto que era propiedad del Instituto. También se instaló la incipiente biblioteca, ya depurada del material que no era útil en geografía, que principió a crecer con obras de la especialidad y conexas, y que fueron clasificadas, catalogadas y colocadas adecuadamente de acuerdo con el sistema del Instituto Bibliográfico Internacional de Bruselas. Otro tanto sucedió con los documentos, que fueron clasificados, catalogados y archivados acorde con los manuales de archivonomía.

El manejo de material, instrumental y mobiliario propios obligó, además, a reordenar y actualizar el inventario de bienes muebles, de acuerdo con los señalamientos superiores del respectivo departamento universitario.

A pesar de la independencia, o quizá por ella, la vida económica del Instituto continuó siendo muy precaria; baste decir que únicamente estaba autorizada la erogación mensual de cincuenta pesos para gastos menores, y veinte pesos para correspondencia. Excuso decir que, con frecuencia, la señorita directora tuvo que cubrir los gastos que demandaba el servicio postal por envíos al extranjero, los que, por otra parte, se habían incrementado al crecer, sobre todo en el ámbito de las relaciones con organismos pertenecientes al Instituto Panamericano de Geografía e Historia, sus filiales en otros países iberoamericanos, y los Estados Unidos de América. También se gestaban ya relaciones con países europeos. Esa precaria situación subsistió mucho tiempo después, aun en Ciudad Universitaria.

En esta época el trabajo de la dirección fue sostenido, difícil y penoso, pero sirvió para establecer nuevas relaciones, o fortalecer las ya existentes con organismos afines, así nacionales como internacionales. Así, la señorita López de Llergo fue designada miembro activo del Comité de Cartas Especiales de la Comisión Panamericana de Cartografía, y miembro efectivo del Instituto Panamericano de Geografía e Historia, en la Comisión de Cartografía. Huelga decir que en dichos nombramientos no tuvo ninguna injerencia el Comité coordinador del levantamiento de la Carta de la República Mexicana, a pesar de que su presidente, quien para entonces sí ya había renunciado al Instituto de Geografía, continuaba adscrito, nominalmente, a los institutos de Geofísica y de Astronomía de la UNAM.

Las designaciones hechas a la señorita López de Llergo ampliaron su reconocimiento y le permitieron planear y dirigir trabajos específicos, inicialmente primarios, tales como el trazo de las cartas base de la República Mexicana, en azul no fotográfico, a escalas 1:4 000 000 y 1:5 000 000, en proyección cónica conforme de Lambert, con información tomada de la carta estadounidense de la American Air Force, que era necesario ir a comprar hasta el aeropuerto de la Ciudad de México, porque no estaba autorizada su venta en el comercio común.

En la misma época el trabajo fue abundante y valioso, bien sea por labor individual de la señorita directora, o conjunta del personal académico. Así, fueron trazadas:

- Carta de Europa, a escala 1:10 000 000, en proyección cónica equivalente de Albers, editada por el Instituto Panamericano de Geografía e Historia.

- Carta de la porción de América del Norte, entre paralelos 5º y 45°, en proyección azimutal equivalente de Lambert.

- Carta del Imperio Mexicano, destinada al Salón de la independencia, del Museo de Historia, de Chapultepec.

- Carta de las Misiones, para el Salón de la Conquista, del propio Museo.

- Carta de la República Mexicana antes y después de los Tratados de Guadalupe y de La Mesilla, trazada para la Sala de la Reforma, del mismo Museo.

- Las provincias fisiográficas de la República Mexicana, trabajo personal de la señorita Rita López de Llergo, presentado al Congreso Científico Nacional, que tuvo lugar en 1951, y, si la memoria no me traiciona, primer trabajo de dicha índole, sobre el tema, elaborado en México.

- El fenómeno de las capturas, sus consecuencias en las modificaciones de las cuencas hidrológicas en el aumento de las áreas desérticas y semidesérticas. Apareció en la Memoria del Coloquio sobre hidrología de la zona árida. Fue editado por UNESCO, en Angora, en 1952 (acto al que asistió como ponente la señorita López de Llergo, por su carácter de miembro activo del Comité de Cartas Especiales de la Comisión Panamericana de Cartografía). Dicho trabajo también fue publicado por la Sociedad Geológica de Turquía.

- Carta de las misiones franciscanas, dominicas, agustinas, y jesuitas, para el Salón de la Conquista, del Museo de Historia, de Chapultepec.

- Cartas demográficas de los estados de la República Mexicana.

- Cartas de población total de la República Mexicana, con base en (os censos de 1940 y 1950.

- Mapa de la Colonia, para la Sala del Imperio, del Museo de Historia, de Chapultepec.

- Maqueta de una cuenca hidrológica, para la Secretaría de Recursos Hidráulicos.

- Maqueta con la localización de las minas de los siglos XVI a XX, para la Sala de Numismática, del Museo de Historia, de Chapultepec.

En el año de 1950, el Instituto organizó la primera excursión de estudio, al estado de Michoacán, con el propósito fundamental de hacer una visita al Paricutín, aparecido el año de 1943; a ella fueron las investigadoras Enriqueta García Amaro, Margarita Nava, Consuelo Paullada, y la fotógrafa Estela Pons. El que esto escribe no fue porque a la señorita directora no le pareció conveniente que asistiera, como único, en un grupo de señoritas.

Además de los trabajos fundamentales, ya mencionados, se continuó con la hechura de cédulas de población que habían de servir de base en posteriores trabajos en otra etapa de vida de la institución.

No está de más decir que, a pesar de la ruptura con el Comité coordinador del levantamiento de la Carta de la República Mexicana, el Instituto continuó en relación estrecha con varios organismos oficiales: Secretaría de la Defensa Nacional, Secretaría de Marina, Secretaría de Recursos Hidráulicos, Secretaría de Educación Pública, Comisión del Papaloapan, así como con el IPGH, cuyos nexos con el de Geografía fueron avalados y sancionados por las autoridades universitarias y, en cierta medida, del público, lo que contribuyó a propiciar su desenvolvimiento político y el acrecentamiento de sus relaciones con universitarios destacados, hasta hacerlo partícipe del movimiento que llevaría al Dr. Nabor Carrillo a la rectoría quien, quizá por ello, además de por su alto espíritu universitario, y por su valioso empeño en enaltecer los verdaderos valores científicos y universitarios, auspició y alentó la idea de trasladar a Ciudad Universitaria al Instituto de Geografía, hecho que ocurrió en 1954, sin que, por supuesto, hubieran variado sustancialmente las precarias condiciones materiales, tanto que, al arribo a su sede, anexa a la Torre de Ciencias (actualmente torre dos), hubo necesidad de emplear como asientos las cajas de empaque porque no se disponía de suficientes sillas; pero ahí, en su ciudad, en su domicilio propio, con mayor personal y más selecto; aunque todavía con variados y más o menos intensos problemas; contando con el apoyo de las autoridades universitarias, el Instituto iniciaría una nueva edad, un desarrollo y un crecimiento sostenido que habría de conferirle la recia y propia personalidad que orgullosamente ostenta, que tanto le había sido negada y que, a estas alturas de su vida, en ocasiones todavía se le trata de escatimar.

 

IV

El traslado a Ciudad Universitaria fue contratado por el Instituto con una agencia de mudanzas porque la Universidad no contaba con personal ni vehículos calificados para ello, y fue vigilado por la directora y por quien esto escribe.

Explicablemente, todo el personal estaba entusiasmado y lleno de ilusiones y de proyectos; nuestro Instituto era una de las primeras dependencias en mudarse a Ciudad Universitaria (el estadio aún estaba en la fase de excavación) y, al fin, se iba a librar de presiones externas; sin embargo, no todo era miel sobre hojuelas: hubo animadversión del entonces director del Instituto de Química, Dr. Alberto Sandoval Landázurí -hermano del ingeniero Raúl Sandoval Landázuri, vocal ejecutivo de la Comisión del Papaloapan-mucho, casi seguramente, por celo fraternal por la cooperación que el segundo daba y seguiría dando al Instituto de Geografía, como porque el Dr. Nabor Carrillo, entonces flamante rector, había ordenado se le asignara un sitio en Ciudad Universitaria, recayendo la elección en el edificio que estaba destinado al en ciernes Museo del Hombre (que no se hizo realidad), en el que el Instituto de Química tenía un pequeño local en el que almacenaba material de laboratorio; y habiendo sido, además, el propio ingeniero químico Alberto Sandoval, miembro destacado de la campaña que llevara a la rectoría al Dr. Carrillo, quizá se sentía con mayores merecimientos para ocupar todo el edificio. También se compartió otra porción, en la planta baja, con el Instituto de Física que la ocupaba con una caldera. Empero, el de Geografía ya dispuso de tres plantas: la baja, destinada casi exclusivamente a la geografía con instrumentos; el entrepiso, ocupado por parte de los investigadores y auxiliares, por la secretaría, por el archivo, por un pequeño almacén, por la biblioteca y por el refrigerador; y el segundo piso destinado también a investigadores y auxiliares, a la dirección, y a un aula.

En 1947 el instrumental fue aumentado, casi de inmediato, por una cámara de fuelle, marca Linhoff, de 4 x 5, adquirida con fondos de la Universidad; una cámara aérea Zeiss, y líneas de vuelo de la República Mexicana; una prensa de vacío y una rectificadora horizontal que, en la actualidad, todavía prestan servicio en el departamento de fotomecánica. Salvo la cámara Linhoff, los otros elementos mencionados fueron donativo de la Secretaría de Recursos Hidráulicos de la que era titular el Ing. Eduardo Chávez, primo hermano de la señorita López de Llergo quien, así, aprovechó e hizo valer el parentesco.

En la misma época se compró el primer vehículo automotor, una camioneta tipo campero que muy pronto fue robada del estacionamiento, no sin que antes hubiera sido utilizada en dos o tres trabajos de campo.

Sin embargo, el hecho más destacado, tanto por su valor intrínseco cuanto por el reconocimiento que significaba a la labor del Instituto, fue la adquisición de un estéreo planigrafo Zeiss, C-8, donado por la Fundación Rockefeller, junto con una importante suma de dinero que se destinaría, según el convenio suscrito, a la investigación geográfica y, en forma aleatoria, a estímulos económicos, siempre y cuando ya no hubiera oportunidad ni tiempo, del estipulado, para la investigación. Yo fui, en mi carácter de secretario del Instituto, privilegiado con la fantástica, estratosférica cantidad de $500.00 pesos y así, proporcionalmente, de acuerdo con el sueldo que se percibía, se distribuyó entre la directora y el resto del personal

Gran parte de la suma donada se empleó para cubrir el sueldo del Ing. Wolgang Lüder. técnico especializado de la casa Zeiss, quien el mismo año de 1954 se trasladó a México para recibir e instalar el estereoplanígrafo, una vez hecho lo cual, él mismo dio instrucción a los primeros técnicos entre los que destacaron los entonces estudiantes Ángel García Amaro, Rubén López Recéndez y Jorge Alberto Manrique Castañeda, el segundo de los cuales, con el correr del tiempo, habría de ser director del Instituto. Además, con el mismo propósito de adiestramiento, también fue comisionado personal de otras dependencias, entre el que destacó el capitán Ramón Caracas, veterano del Escuadrón 201 que concurrió a la Segunda Guerra Mundial, como aportación contingente de México, quien fue comisionado por la Secretaría de la Defensa Nacional, a través del Departamento Geográfico Militar, a la sazón jefaturado por el general Miguel E. Sánchez Lamego, con quien se reanudaron las relaciones amistosas y de colaboración que hablan sido interrumpidas por la escisión con el Comité secretarial coordinador del levantamiento de la Carta de la República Mexicana.

Naturalmente, el personal del Instituto creció; al académico veterano se agregaron Elena Delgado Mendieta, Zaida Falcón de Gyves, Rubén López Recéndez, Rodolfo Manjarrez Cruz, Socorro Quesada Salcedo, Sara Quesada Salcedo, Áurea Commons de Mlramón, Elena Vázquez Vázquez, Silvana Levi Levi, Laura Maderey Rascón, Carlos Galindo Contreras (actual jefe del departamento de Cartografía de INEGI), Jorge Alberto Manrique Castañeda, quien al correr del tiempo fuera destacado director del Instituto de Investigaciones Estéticas, Jorge Calónico Lucio, Raymonde Giraud, y otros, -entonces estudiantes, como auxiliares que trabajaban tres horas, de lunes a viernes, por la exorbitante suma de $200.00 pesos mensuales-, que sería prolijo enumerar y de quienes, infortunadamente, no recuerdo los nombres.

Entre el nuevo personal no especializado en geografía se contó, de manera destacada, con el extraordinario fotógrafo Agustín Maya Saavedra, y con la bibliotecaria técnica María Pagaza Linares, quien tuvo a su cargo la primera biblioteca ya formal y técnicamente organizada. Además, ya hubo secretarias para la secretaría, que, en orden sucesivo, fueron las señoritas Lucrecia Melgar y Guadalupe Chavarría.

El personal de intendencia también aumentó acorde con las necesidades y el crecimiento del Instituto, agregándose Alfonso Franco, Juan Delgado, Luis Barrón Quintero, Vicente Sánchez Rodríguez, Martiniano Reséndiz Arteaga, Felipe Sánchez Rodríguez y Pedro Cruz Jiménez.

En esta última etapa histórica cabe mencionar, como trabajos destacados, la elaboración de:

- Carta base de la cuenca del Papaloapan, realizada con fotografías verticales, empleando el estereoplanígrafo, a escala 1:50 000, y con curvas de nivel, que se trazó para la Comisión del Papaloapan.

- Ensayo de carta forestal, elaborada por Rubén López Recéndez, Ramón Caracas y Rodolfo Manjarrez.

- Primer plano de Ciudad Universitaria, a escala 1:1 000 con equidistancia de curvas de nivel de 1 m. Para el levantamiento fotográfico de esta carta hubo necesidad de un contrato especial con la Compañía Mexicana Aerofoto, ya que el Instituto no cantaba con avión para hacer el levantamiento que, por otra parte, fue llevado al cabo por el señor José Baumeister quien, naturalmente, ya no figuraba en la nómina de nuestro Instituto. La restitución con el estereoplanígrafo C-8 fue hecha por Ángel García Amaro, Carlos Galindo, Jorge Calónico y Raymonde Gíraud.

- Carta de la región de los Tuxtlas.

- Carta de Xochimilco.

- Carta de la porción inferior de la cuenca del río Coahuayana, con curvas de nivel equidistantes 1 m, a escala 1:1 000.

- Estas tres últimas fueron elaboradas para la Comisión Hidrológica del Valle de México.

- Carta de población de la República Mexicana distribuida por altitudes.

- Cartas de población urbana.

- Cartas base para el Atlas de Historia de América.

- Como un trabajo descollante, llevado a cabo integramente por la señorita López de Llergo, está la Carta altimétrica de la República Mexicana, en proyección cónica conforme de Lambert, a escala 1:4 000 000, en ocho colores, que apareció en la publicación Esplendor del México Antiguo.

- Otros trabajos destacados fueron la organización de los archivos demográficos del Instituto de Geografía, y la redacción de fichas geográficas para el Diccionario histórico, geográfico y biográfico, de la Editorial Porrúa, hechas por encargo de esa casa editora y pagadas por ella.

En esta etapa, última expuesta, la vida y el quehacer del Instituto de Geografía se habían institucionalizado y se regían por las flamantes disposiciones, entonces sí ya reglamentadas, de los estatutos y demás leyes de nuestra Casa de Estudios, tanto que dio inicio -a veces velada, otras abierta- a la oposición a la señorita López de Llergo, porque ya tenia veintiún años en la dirección del Instituto; impugnación en la que descollaron las actitudes del Dr. Alberto Sandoval en quien persistía el rencor porque el local que ocupaba el Instituto de Geografía no le había sido dado al de Química que él dirigía, y la del Ing. Ricardo Monges López, primer director del Instituto de Geofísica, heredero del resentimiento del Ing. Manuel Medina Peralta quien no había logrado dar cima al levantamiento de la Carta de la República Mexicana, pero que continuaba siendo director de la Dirección de Geografía y Meteorología de la Secretaría de Agricultura y Fomento, al mismo tiempo que "investigador" del Instituto de Geofísica, y quien, aunque ya había renunciado al Instituto de Geografía, continuaba en la nómina de sueldos de la Secretaría de Agricultura y en la de la Universidad.

El apremio a la señorita López de Llergo fue tal, que se vio en la necesidad de renunciar, con lo que terminaba su mandato hegemónico en el Instituto de Geografía, no sin antes tramitar su jubilación que la alejarla para siempre de la Universidad. Fue tan apresurada y violenta su partida que se hizo necesario el nombramiento de una directora interina, siendo nominada la Dra. Consuelo Soto Mora, de quien cumple a mi deber decir que fue durante su gestión cuando vio la luz la primera publicación producto de investigaciones del personal del Instituto de Geografía, que llevó por título "Publicaciones del instituto de Geografía, vol. 1, 1965", que contiene:

- Distribución geográfica del arzobispado de México (siglo XVI), por Elena Vázquez.

- El ejido en el estado de Puebla, por Silvana Levi.

- Mesoclima y bloclima del valle de México, por Ernesto Jáuregui.

- Necesidad de un programa específico de geomorfología para implantarse en las escuelas superiores, por Rubén López Recéndez.

- Sistema de proyecciones cónicas con dos paralelos tipo, considerando el elipsoide, para levantamientos fotogramétricos de escala 1:25 000 a 1:200 000, por Ángel García Amaro.

- El ex distrito de Tehuacán, por Margarita Nava Salgado.

- Geomorfología de la región Ayutla-Tenango (Oaxaca), por Alicia Soto Mora.

- Distribución de la precipitación de la República Mexicana, por Enriqueta García Amaro.

A partir de entonces el Instituto de Geografía ya no es historia, sino presencia viva de la investigación y del quehacer universitario en disciplinas afines y concurrentes con la geografía, y a él han accedido:

M. en C. Srita. Rita López de Llergo y Seoane, 1943- 1964.

Dra. Consuelo Soto Mora,
1964 - 1965 (interina) y 1965 -1971 titular.

Dra. Ma. Teresa Gutiérrez de MacGregor,
1971 - 1977 (primer período) 1983 - 1989 (reelección).

Lic. en Geografía Rubén López Recéndez,
1977- 1983.

Dr. Román Álvarez Béjar,
1989 - 1993 (primer período)
1993 -1997 (reelección).

En el presente el Instituto de Geografía continúa su marcha, acorde con su época y las circunstancias, con una pléyade de investigadores que, ciertamente, harán resaltar su presencia en el cada día más vasto y promisorio ámbito universitario.

En estas cuartillas se ha querido revivir la historia que con tanta frecuencia ha devenido vivencias que, por serlo, están estrictamente apegadas a la objetividad y expuestas con el único fin de hacer conocer al personal actual la infraestructura en la que sustenta sus afanes y su vocación.

Invierno, 1994.

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