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Tzintzun

Print version ISSN 0188-2872

Tzintzun  n.49 Morelia Jan./Jun. 2009

 

Artículos

 

Gilberto Crespo y Martínez y su participación en la política de fomento para el México porfirista. Reflexiones a propósito de su obra dedicada a Bélgica

 

Gilberto Crespo y Martínez and his participation in the policy of foment during the Porfirio Diaz regime. Reflections about his work dedicated to Belgium

 

Gilberto Crespo y Martínez et sa participation dans la politique d'encouragement au Mexique porfiriste. Réflexions à propos son ceuvre dediée à la Belgique

 

Enrique Camacho Navarro

 

Centro Coordinador y Difusor de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Nacional Autónoma de México. Correo electrónico: camnav@servidor.unam.mx

 

Recibido: 30 de octubre de 2008
Aceptado: 14 de abril de 2009

 

Resumen

En enero de 1892 Gilberto Crespo y Martínez publicó la obra titulada Bélgica: Museos comerciales, servicio consular, enseñanza y propaganda industrial y mercantil. ¿Por qué preparar una publicación sobre un pequeño reino europeo, cuando la práctica generalizada era el estudiar a los imperios inglés y el austro-húngaro, o bien a los pujantes Estados francés y estadounidense?. El objetivo de este texto es ubicar la razón del acercamiento al modelo belga en tanto opción dentro de la política económica y comercial del porfiriato. Un aspecto más ha sido el de evaluar el impacto que la experiencia de Crespo y Martínez, captada a través de su obra sobre Bélgica, tuvo en su larga trayectoria como diplomático.

Palabras clave: Diplomacia, Bélgica, economía porfirista, Exposición Universal de Paris, Museo Comercial de Bruselas.

 

Abstract

In January 1892, Gilberto Crespo y Martínez published a book entitled Belgium: commercial museums, consular service, education and industrial and commercial propaganda. Why prepare a publication on a small European kingdom, where the widespread practice was to study English empires and Austro-Hungarian or the French and American fast-growing states? The aim of this paper is to locate the reason for the approach to the Belgian model as an option within the economic and trade policy during the Porfirio Díaz regime. A further aspect was to evaluate what was the impact of his experience on himself and in his long career as a diplomat.

Key words: Diplomacy, Belgium, Economy during the Porfirio Díaz regime, Paris Exposition, Commercial Museum of Brussels.

 

Résumé

En janvier 1892, Gilberto Crespo y Martínez a publié son œuvre intitulée Belgique : Musées commerciaux, Service consulaire, Enseignement et Propagande industriel et mercantile. ¿Pourquoi préparer une publication sur un petit royaume Européen, quand la pratique généralisée était-elle d'étudier les empires Anglais et Autrichien-Hongrois, ou bien les puissants États Français ou Américain ? Le but de ce texte est d'établir la raison de l'approchement au modèle belge en tant qu'une option à la politique économique et commerciale au temps de Porfirio Díaz. Un autre aspect, c'est celui d'évaluer l'impact que l'expérience de Crespo y Martínez, saisi à travers son œuvre sur la Belgique a eu dans sa vie comme diplomate.

Mots clés: Diplomatie, Belgique, économie de Porfirio Díaz, Exposition Universelle de Paris, Musée Commercial à Bruxelles.

 

En enero de 1892 Gilberto Crespo y Martínez presentó un informe ante el también ingeniero Manuel Fernández Leal. Éste ocupaba entonces el cargo de Secretario de Estado y del Despacho de Fomento, Colonización, Industria y Agricultura del gobierno de México. Porfirio Díaz tenía en sus manos la conducción del poder político nacional, siendo el hombre fuerte del país desde 1877, cuando asumió su primer mandato, y a pesar del intermedio presidencial de Manuel González (1880 y 1884). El informe incluyó posteriormente como introducción a la obra titulada Bélgica: Museos comerciales. Servicio consular, enseñanza y propaganda industrial y mercantil.2 Al considerar el título mismo del libro, llama la atención que en el México de la época se haya mostrado interés en preparar una publicación en torno a un pequeño reino europeo, el cual había logrado su independencia en 1830 e iniciado su formación como monarquía constitucional a partir de 1831, bajo el mandato de Leopoldo I. A fines del siglo XIX, la práctica común era el privilegiar en los estudios e informes a los imperios inglés y el austro-húngaro, o bien a los pujantes Estados francés y estadounidense.

Resulta, a primera vista, un tanto extraordinario que desde la óptica del México porfirista se viera a Bélgica como caso a ser considerado. Tal circunstancia despierta hoy nuestro interés. por ello la preocupación por determinar los motivos que llevaron a elaborar tal obra y determinar sus principales propuestas, así como ubicar la razón del acercamiento al modelo belga en tanto opción dentro de la política económica y comercial del porfiriato. Un aspecto más ha sido el de evaluar el impacto que la experiencia de Crespo y Martínez, captada a través de su obra sobre Bélgica, tuvo en su larga trayectoria como diplomático. Entre 1902 y 1917, el autor cubrió funciones diplomáticas de alto nivel tanto en cuba como ante el imperio Austro-Húngaro (por dos períodos), y también frente al gobierno de Estados unidos, en todos los casos como Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de México.

El conocimiento de la existencia de ese atractivo libro, Bélgica: Museos comerciales. Servicio consular, enseñanza y propaganda industrial y mercantil, convertido para este trabajo en eje de nuestro interés académico, se logró gracias a la investigación efectuada desde hace algunos años en torno a la personalidad de Gilberto Crespo y Martínez, atendiéndose de manera particular su desempeño como diplomático del gobierno mexicano en cuba. Al elaborar el estudio del personaje se consideró la documentación existente en el Archivo Histórico de la Secretaría de Relaciones Exteriores de México (AHSREM) como la base primaria para desarrollar este trabajo. No obstante, la información sobre el caso de Crespo y Martínez se acrecentó gracias a la amplia obra escrita que él mismo legó, y que ha podido consultarse en bibliotecas mexicanas y del extranjero. En ello ha sido de suma importancia la exitosa búsqueda realizada en otros acervos, como el Archivo General de la Nación y el Archivo de la Escuela Nacional de Ingenieros ubicado dentro del Palacio de Minería, ambos en la ciudad de México. Además de todo lo anterior, se han consultado algunas obras que se refieren de manera somera al personaje, tal como sucede con los casos de México en París. Reseña de la participación de la República Mexicana en la Exposición Universal de París en 1889 y la Enciclopedia Biográfica de Contemporáneos, ambas bajo la autoría de José Francisco Godoy.3 También establecen un valioso aporte aquellas otras que abordan el desarrollo diplomático, la historia política o el ámbito cultural de fines del siglo XIX y principios del XX, una muestra importante de este grupo es el libro Artífices y operadores de la diplomacia mexicana. Siglos XIX y XX , editado apenas hace unos cuantos años.4

Como resultado del acercamiento a Crespo y Martínez, elaboramos dos trabajos. El primero corresponde al realizado en coautoría con Donají Morales con el título "Gilberto Crespo y Martínez: Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de México en la Cuba independiente. Un ejercicio biográfico"5, gracias al cual se una biografía. El segundo, "Gilberto Crespo y Martínez como representante porfirista en Cuba", es un amplio capítulo de un libro colectivo.6 En ellos se menciona la amplia bibliografía escrita por Crespo Martínez, misma que indudablemente es de gran significación para quien desea conocerlo. No obstante, por la estructura de los dos trabajos, en ellos no se llevó a cabo un análisis profundo de cada uno de los libros que constituyen su vasta obra. En tales productos de investigación se atendió la realización de un acercamiento biográfico y bibliohemerográfico, para el primer caso, así como la presentación de las características particulares que tuvo durante su actuación como diplomático del gobierno mexicano ante la isla de cuba, en el segundo trabajo.

Es ahora, mediante el presente escrito, que se desarrollará un análisis puntual en torno a una de las obras publicadas por Crespo y Martínez. Es necesario subrayar que, aun cuando pueda parecer que la intención es que se cuente la historia de un individuo dentro de un sistema político, el objetivo va más allá de eso. se presenta no únicamente al personaje y a una de sus obras escritas, sino que se estudia la pretensión del régimen porfirista por integrarse en la dinámica del impulso de la economía de aquel entonces.

 

Esbozo contextual de la obra

El desarrollo de la historiografía sobre el porfiriato ha tendido a estudiar al régimen a través de figuras que ocuparon los primeros planos dentro de la vida política nacional. En un lugar privilegiado se ubica obviamente el propio Porfirio Díaz. Ello ha originado que figuras subordinadas no hayan recibido la atención de académicos interesados por el periodo. Tal era la situación de Crespo y Martínez, quien se encontraba en un olvido explicable por el prejuicio que le identifica negativamente con la dictadura porfirista. El inicio de una nueva época, abierta por la revolución mexicana, impulsaría una atención historiográfica que privilegiaría el nuevo proceso socio-político, con un balance favorecedor a sus protagonistas. Los vencidos, de nueva cuenta, caerían en el olvido.

Afortunadamente, los estudios sobre Gilberto Crespo ha dado luces sobre la importancia de su trayectoria, así como la relacionada con la necesidad de llevar a la práctica la investigación de tales "figuras en la sombra historiográfica". Ante la numerosa producción escrita por él, encontrada en el transcurso de las primeras investigaciones, se optó por dejar a esa documentación como herramienta para elaborar una nueva presentación referida en especial a sus textos.7

Sin embargo, tomando en cuenta que la mayoría de ellos tendía hacia el campo científico motivados por su formación como ingeniero se decidió hacer un estudio puntual alrededor del texto en el que se refiere a Bélgica.

El criterio para privilegiar ese libro está justificado por tres argumentos. Primero, el hecho de que la temática tiene un vínculo muy directo con la actividad que como enviado de México llevó a cabo nuestro personaje. Cabe señalar que a la par de sus compromisos dentro de la diplomacia tuvo otra importante tarea como representante del gobierno mexicano, razón por la cual asistió a varios eventos internacionales para difundir las actividades productivas del México decimonónico. Se destacaron sus actuaciones como miembro de las delegaciones mexicanas que asistieron a la Exposición internacional de Nueva Orleáns (1884) y a la Exposición universal en París (1889). Una razón adicional para elegir este material como centro de análisis fue la inquietud causada por el hecho de que inicialmente la obra sólo se había detectado en una base de datos extranjera, precisamente en Bélgica. En un primer momento se contó con la referencia de que existían dos ejemplares en la Biblioteca del Ministerio de Asuntos Extranjeros de ese país. Luego se localizó un ejemplar en un acervo mexicano, el correspondiente al Archivo de la Escuela Nacional de Ingenieros. Se halló casi por casualidad, toda vez que en ese repositorio no se cuenta con una actualización técnica, ni automatizada, en la organización de los materiales que allí se localizan.8

La situación alrededor de dicha obra impulsaría esta investigación sobre el texto, atendiendo no sólo lo que ofrece en cuanto a los temas que aborda: museos comerciales, servicios consulares, enseñanza y difusión industrial y mercantil, sino también como contribución de cualquier indicio que permita ampliar el conocimiento sobre la trayectoria de nuestro hombre estudiado, así como del régimen al que sirvió.

Publicada por la Secretaría de Fomento, la obra tiene desde el propio sello editorial un peso que vale la pena destacar. se trata de una instancia gubernamental que fue pieza clave para llevar a cabo la política del gobierno de Porfirio Díaz en torno al establecimiento de México como gran nación en ciernes dentro del panorama internacional.

El libro tiene como eje central la alusión a una institución que hoy en día se encuentra en el más profundo olvido dentro de la historia de Bélgica, a saber, el llamado Musée Commercial de Bruxelles. Gilberto Crespo y Martínez puso interés en difundir la labor y la importancia mantenidas por dicha institución, la cual se creó a partir del edicto real del 20 de abril de 1881, que establecía el otorgamiento de un crédito especial al Ministerio de Asuntos Extranjeros de Bélgica con el fin de establecer un Museo Comercial.9 Tal hecho venía a cerrar el impulso del proyecto que se había generado en algunas sesiones previas del parlamento belga.10

El Museo Comercial de Bruselas tuvo una publicación periódica que buscaba apoyar el objetivo de su existencia, es decir el de brindar información que sirviera para desarrollar las relaciones mercantiles entre el reino de Bélgica y otras naciones. se trata del Bulletin du Musée Commercial. Journal Hebdomadaire,11 editado por P. Weissenbruch. Su precio era de 50 centavos de franco, o bien de 15 francos cuando se tratara de un abono anual, de 8 por seis meses y 4.50 por tres. Para el extranjero, los costos respectivos eran de 18, 10 y 5,50 francos.

Crespo y Martínez estuvo enterado de la apertura del Museo Comercial desde que se inauguró, lo que permite suponer que también tenía conocimiento del boletín semanal que editaba en lengua francesa. Así que probablemente sabía cuál era la importancia de dicho medio informativo, tanto para enterarse del comercio mundial, como para ubicar el lugar que México tenía en ese ámbito. Gracias a la revisión de algunos ejemplares se tiene que en el número 11 del primer año, publicado el sábado 27 de agosto de 1882, apareció el artículo "Mexique (Importations et relations avec les Etats-Unis)". Dicho escrito muestra una oposición a la idea de que la población mexicana no era consumidora de productos extranjeros. Para desmentir esa opinión en el escrito se presenta el caso de la exportación que hacen Estados unidos hacia México. Pero en tal argumentación se hace evidente que la relación comercial era manifiestamente desigual. Hacia Estados unidos por ejemplo se comerciaban rebozos, mientras que hacia nuestro país se envíaban tendidos ferroviarios y locomotoras.12

En el mismo número 11 se incluye un catálogo de las colecciones del Museo Comercial. Ese semanario era parte fundamental de la institución, pues a través de éste se resaltaba la importancia del museo, ya que en él se almacenaba un considerable conjunto de productos, que se iban numerando y que estaban a disposición de quien necesitase mayor certeza de las mercancías que deseaba comercializar. Los productos catalogados correspondían a aquellos que provenían, junto con alguna información pertinente, de los envíos realizados desde los consulados belgas en el extranjero.

La difusión del establecimiento, dependiente del Ministerio de Asuntos Extranjeros, fue una tarea que se atendió con preocupación. Eso lo demuestra no sólo el propio Bulletin du Musée Commercial. Journal Hebdomadaire, sino otros medios que le hacían propaganda. Tal es el caso de una publicación titulada Le Musée Commercial: son but et son organisation,13 que se editó en 1883. Allí se explica de manera breve el origen de la institución, así como la importancia que tiene el Catálogo de las Colecciones del Museo. Para fortalecer el conocimiento entre la opinión pública, el contenido de esta publicación de 1883 vuelve a reproducirse en el boletín del Museo, mediante la inserción de un suplemento que se incluyó en la edición del sábado 22 de noviembre de 1884.14

Pese al empeño puesto en promover al Museo Comercial, ubicado en la Rue des Augustins 17 en Bruselas,15 su impacto debió verse muy limitado. Eso se deduce con la disminución en el costo de los ejemplares del boletín semanal. Para 1887 el abono anual en Bélgica era de 12 francos, mientras que para 1891 ya había bajado a 5 francos.16

Llamar la atención el hecho de que al revisar la procedencia de los datos se constató que fue escasa la que se enviaba desde América Latina. En cuanto al caso de las referencias a México, éstas son aún más escasas. Existe una mención hecha en 1891 sobre algunas materias textiles vegetales, en sí las fibras de "jolocín", también llamadas "majagua";17 así como un artículo de octubre de 1895, titulado "Culture du café au Mexique", que es un extracto del reporte enviado el 30 de agosto del mismo año, y donde se elogia la inauguración de un tren en el sur de México, factor que en ese momento, se dijo, beneficiaría la cultura del café.18

 

El ingeniero Gilberto Crespo y Martínez

Nacido en el puerto de Veracruz el 17 de agosto de 1853,19 Crespo realizó posteriormente estudios en Xalapa, Puebla y la ciudad de México. En ésta terminó la carrera de Ingeniería en la Escuela Nacional de Ingenieros, el día 8 de febrero de 1879, otorgándosele la especialidad en minas y metalurgia.20 Durante el mismo año recibió una distinción del propio Presidente de la República, quien el 21 de julio lo nombró encargado de los gabinetes de mineralogía, geología y paleontología. El 26 de noviembre de 1879 se le informó que había sido nombrado como profesor interino de topografía e hidromensura durante la licencia concedida al profesor Manuel Fernández Leal, quien años después, a partir de 1891, fungió como Ministro de Fomento.21

Actuó como Secretario Segundo Jefe de la Escuela Nacional de Ingenieros del 1° de enero de 1881 al 3 de junio de 1882.22 En este último año pasó a trabajar en la entonces recién creada Sección de Agricultura, Minería y Comercio de la cartera de Fomento, en ese momento bajo la dirección del General Carlos Pacheco. No obstante, continuaría su trabajo docente, teniendo a su cargo la clase sobre "Conocimiento de materiales de construcción", esto entre 1883 y 1884.

Su nuevo puesto en la Secretaría de Fomento lo llevó a que fuera considerado el intelectual idóneo para ser miembro de la Comisión para la Exposición Internacional de Nueva Orleáns (1884-1885). El interés de Porfirio Díaz por impulsar la ciencia en México, al ser ésta una herramienta que le brindaría legitimidad a su hegemonía en el poder, explica que se ofreciera un sobresaliente apoyo para que los intelectuales mexicanos asistieran a congresos de especialistas, concursos científicos, y mantuvieran una participación en eventos foráneos, como lo fueron las exposiciones internacionales. Se creía que de esa manera se creaban las condiciones que permitirían que la comunidad científica enriqueciera su desarrollo, teniendo contacto con colegas de otros países23. Al mismo tiempo se abrían las posibilidades de que los hombres de ciencias de la nación se ocuparan de puestos que más bien caían en los planos de la representación política. Eso pasó con el caso de Crespo, quien dejaría las aulas y la oficina para verse más involucrado en las labores del impulso de México como país en desarrollo.

Durante su asistencia a la Exposición Internacional de Nueva Orleáns, Crespo y Martínez recibió comunicación de que había sido nombrado cónsul interino de México en La Habana. Ese fue su primer cargo dentro de la diplomacia mexicana. Justo poco después de que Ignacio Mariscal fuese asignado como Secretario de Relaciones Exteriores, Crespo se convirtió en el representante oficial de México en Cuba, isla que en ese momento todavía se encontraba bajo dominio español. El documento que avaló su nombramiento fue firmado por Porfirio Díaz e Ignacio Mariscal el 14 de marzo de 1885.24 Sin embargo, Crespo permaneció durante algún tiempo más en Nueva Orleáns, bajo la explicación de que debía extender su estancia en esa ciudad para así concluir su labor como integrante de la Comisión Mexicana en dicha Exposición. Dos meses más tarde, el 16 de mayo, viajó directamente hacia la isla. Ese mismo mes solicitó una licencia para separarse de su cargo docente en la Escuela Nacional de Ingenieros y ocuparse del Consulado de México en La Habana.25

Como dato importante para este trabajo se cuenta con la información de que durante el desempeño que tuvo como cónsul interino en territorio cubano, que se extendió de junio de 1885 a junio de 1886, Gilberto Crespo reveló un interés particular en aquellos asuntos de carácter comercial. Destaca la propuesta que mediante la correspondencia consular le hizo a Ignacio Mariscal, en el sentido de integrar al consulado mexicano "una pequeña exposición o museo de los principales productos de México susceptibles de encontrar buen mercado en esta isla".26 Esta idea, además de confirmar el conocimiento que tuvo Crespo de la creación del Museo Comercial en Bruselas, ocuparía un lugar importante en su pensamiento, tal como lo demuestra la posterior edición de su libro Bélgica: museos comerciales..., publicado seis años después, como se ha dicho, en 1892.

El primero de julio de 1886 Crespo retornó a México, dejando su cargo en la isla. una explicación de su salida la ofrece el hecho de que se le promovió al nuevo cargo de Jefe de la Sección de Minería en el Ministerio de Fomento. Al regresar al país participó en las elecciones legislativas, las cuales le permitieron ocupar entre 1886 y 1902 el cargo de diputado, representando a Veracruz ante el Congreso de la unión.

Crespo se ubicó como un destacado elemento del porfiriato gracias a su labor como congresista; a su pertenencia a la Secretaría de Fomento, dependencia clave para la política económica que mantenía el gobierno de Díaz al interior y al exterior del país; a su trayectoria profesional como ingeniero; así como gracias al antecedente de su cargo diplomático en la Cuba de la segunda mitad de la década de 1880, el cual le fue conferido sin que haya tenido una formación ad hoc, es decir como diplomático de carrera. Al estar bien relacionado, al representar los intereses de una clase social encumbrada en el poder, y al hecho de que se le apreciaba como un individuo educado, que era considerado todo un hombre de bien, contó con una trayectoria ideal dentro del gobierno de Díaz.

Es de suma importancia evaluar qué significado representaron los nombramientos que Crespo y Martínez tuvo a su cargo. Se trata de empleos que señalan el espacio en el cual se fue conformando una elite de profesionistas valiosos para el régimen. La posibilidad de vivir esa experiencia les permitía socializar entre sí, ubicarse en los espacios políticos y mantenerse dentro de las instancias gubernamentales desde donde se controlaba el Estado. De esa manera Crespo se vio integrado a la elite que podía organizar los recursos nacionales y verse beneficiada por los mismos, siempre en aras de un proyecto de desarrollo que tenía como fin el progreso de la nación. Si bien los cuadros predominantes correspondieron en un primer momento a los elementos provenientes de las experiencias armadas, como fue el caso del General Carlos Pacheco, dominio que se continuó y cuidó mediante el mismo control del ejército, fue inevitable que se abrieran espacios en aquellos sectores de intelectuales que fundamentaban los afanes modernizadores de Díaz, lo que se ejemplifica con la presencia de Manuel Fernández Leal en la misma Secretaría de Fomento. En el caso de Crespo y Martínez, fue en el campo del desarrollo profesional donde se le consideró como figura necesaria, pasando a formar parte de las redes políticas que le permitieron desempeñar, luego de sus puestos académicos, las tareas dentro de la burocracia, el parlamentarismo y la representación del país en el exterior. El factor fundamental de su reclutamiento político sería el mérito a su conocimiento.27

 

En búsqueda del fomento nacional

En la mencionada presentación que en 1892 hizo Crespo y Martínez ante Fernández Leal se ofrecen algunos datos que explican la historia del escrito sobre Bélgica, así como sus objetivos y también alguna información que permite entresacar otros antecedentes sobre el entorno en el que se venía desempeñando el autor. Siguiendo a éste, se sabe que la obra Bélgica: museos comerciales, servicio consular, enseñanza y propaganda industrial y mercantil fue el resultado de un estudio que se hizo en Europa luego de que nuestro personaje asistió a la Exposición universal de París, de 1889. No obstante, ya desde 1882, al crearse la Sección de Agricultura, Minería y Comercio del Ministerio de Fomento, entonces bajo la dirección del General Carlos Pacheco, se sabía de la apertura del Museo Comercial de Bruselas, la que se dio, como dice crespo,"el año anterior", es decir 1881. El propio Crespo informó de ese acontecimiento a Carlos Pacheco, quien pensó inmediatamente en la necesidad de promover una exposición permanente de los productos nacionales, así como la creación de un museo comercial de importación. Crespo y Martínez exalta este interés mostrado por Pacheco.

Con la mención sobre Carlos Pacheco se ubica a Crespo y Martínez en una posición política y profesional cercana a una figura nodal del porfiriato, lo cual abre la posibilidad de que haya existido una buena relación personal con aquél. No sólo la mención laudatoria en lo que se refiere al tema del Museo Comercial de Bruselas revela la consideración al Ministro, sino que también aparece como muestra de un significativo respaldo la dedicatoria que se incorporó en la edición de la obra misma, que reza: "A la querida memoria del General Carlos Pacheco, iniciador de la creación de los museos comerciales mexicanos". Habiendo muerto Pacheco en 1891, la dedicatoria del libro se mostró como un destacado homenaje póstumo al militar porfirista.

La presencia de Pacheco implicó, evidentemente, un enorme respaldo a Crespo y Martínez por parte de la Secretaría de Fomento, la cual en la segunda mitad del siglo XIX era la base del desarrollo material de México. La investigadora María Cecilia Zuleta explica el ambiente en el cual se creó dicha institución:

Así, alrededor de la década de 1870, en vista del atraso estructural que afectaba al conjunto de la economía del país (minería, agricultura, industria, transportes, comunicaciones, obras públicas, comercio interior y exterior, hacienda, finanzas, banca) después de cuarenta años de guerras civiles e intervenciones internacionales -se refiere a la ocupación de México por fuerzas de Estados unidos, 1847-1848, y europeas, especialmente franco-austríacas, entre 1862 y 1867-, la elite gobernante de la re instaurada república asignó al Estado crecientes responsabilidades en la promoción del espacio económico nacional, que en la época se definía como "progreso material".28

Carlos Pacheco, cuya biografía explica cómo se convirtió en un hombre de confianza para Porfirio Díaz,29 asumió el puesto de Secretario de Fomento entre 1881 y 1891. Aun cuando fue electo Gobernador Constitucional del Estado de Chihuahua para el periodo 1884 a 1888, no cubrió ese puesto al ser llamado por el presidente de la república para que volviera a encargarse del fomento nacional. A lo largo de la década que estuvo Pacheco en el cargo, así como había sucedido en los años setenta del siglo XIX, en la Secretaría de Fomento se puso atención especial a la política de desarrollo del transporte y las comunicaciones, considerando esos aspectos como los que luego darían impulso al resto de las actividades nacionales, como la propia expansión agrícola. Se consideraba urgente resolver primero los problemas monetarios, fiscales, ferroviarios, comerciales. Es importante anotar que la minería se encontró entre las actividades que más se atendieron entre 1870 y 1890, toda vez que se le concibió como instrumento para el despegue del resto de la estructura económica que haría "más sólido" el progreso del país.

La política de la Secretaría comenzó a ensayar definiciones y lineamientos a partir de 1881-1882, cuando asumió el ministro Carlos Pacheco, ex militar liberal mano derecha de Porfirio Díaz, quien realizó el primer intento por establecer un marco institucional propicio al surgimiento de un sector empresarial y a la integración de los mercados interno y externo. En lo que respecta a los asuntos agrícolas, por medio de la legislación se intentaron crear las condiciones para colonizar, mercantilizar la propiedad de la tierra y ofrecer seguridades a la misma. Al mismo tiempo se buscó inducir una mayor comercialización de la producción gracias al tendido de vías férreas, que llevaría a la ampliación y la consecución de nuevos mercados en el interior y el exterior.30

La década de los ochenta del siglo XIX fue dedicada básicamente al impulso ferroviario y a una intensiva propaganda que anunciaba el pronto arribo de una época de progreso material a nivel nacional que se alcanzaría gracias a las políticas del gobierno. Justamente a principios de esa década es que a través de las palabras de Crespo y Martínez se manifiesta, como se muestra con el interés por el Museo Comercial de Bruselas, la orientación exportadora que a las elites del país les hacía pensar como la única vía que permitiría alcanzar la prometida prosperidad en el terreno comercial. Como señala la misma María Cecilia Zuleta, debía considerarse "que este proyecto exportador tenía como referente principal al mercado estadounidense, más que a los mercados europeos, aunque se intentó también abrir un horizonte comercial en Europa".31

El impulso que Crespo y Martínez dijo tener por parte de Pacheco en 1882 corresponde a la tarea que el gobierno federal asumió hacia la promoción exportadora, así como a la atención ferroviaria, como una misión fundamental. Pero se comenzó a advertir que el éxito del modelo dependía no sólo de la existencia de una creciente demanda internacional, sino también fundamentalmente de una respuesta adecuada a ésta por parte de los productores. Precisamente por ello es que:

se creó en la Secretaría de Fomento una sección especial para asuntos agrícolas (1882), la Sección 4ta, y el gobierno federal comprometió a los gobiernos de los estados en la identificación de posibles productos de exportación. Se pretendía generar cambios en la actitud de los productores tendientes a reforzar su orientación al mercado y su capacidad técnica, para diversificar la producción nacional y aumentar los volúmenes de producción al compás que se abandonaban técnicas tradicionales de cultivo y comercialización. Para alentar estos cambios más culturales que técnicos la sección 4ta. se encargaría de establecer servicios de difusión de las nuevas prácticas de cultivo, nuevas técnicas y nuevas posibilidades comerciales. Esta labor de divulgación sería acompañada por la apertura de nuevas posibilidades comerciales (ferrocarriles, firma de acuerdos comerciales con potencias extranjeras), por la extensión de la colonización y por la propaganda agrícola gubernamental, entonces básicamente consistente en la divulgación de plantas y semillas de nuevas especies y en la distribución de instructivos. Parecía tenerse en cuenta el ejemplo de los cambios agrícolas que tuvieron lugar en Europa entre los siglos XVII y XIX: difusión de nuevas técnicas culturales y de los hallazgos científicos y agronómicos, aplicación de la observación científica a las labores agrícolas, diversificación de cultivos, todo ello acompañado de la creación de una infraestructura de transporte y comercialización. Además, la Secretaría de Fomento emprendió otra serie de medidas que no estuvieron dirigidas tanto a fomentar la producción, sino la exportación en sí misma. Así, podrían caracterizarse como de propaganda mercantil, más que agrícola, pues se encaminaron a divulgar las potencialidades de México como productor de materias primas y productos agrícolas, especialmente tropicales, en los principales mercados internacionales. Por ejemplo, en este terreno podría destacarse la participación de México en exposiciones internacionales, la organización de exposiciones permanentes en las embajadas y consulados, y la firma de tratados comerciales, como el que se firmó (pero no llegó a ratificarse) con Estados Unidos en 1883.32

Así entonces, en la segunda mitad de la década de 1880 las preocupaciones de la Secretaría de Fomento se volcaron hacia la expansión comercial con el extranjero y lo que a nivel discursivo era entendida como la diversificación de los cultivos y las industrias, lo cual explica el interés que tuviera por la nueva participación de México a nivel internacional, especialmente, durante la Exposición Universal de París (1888-1889), donde Gilberto Crespo y Martínez participó como Miembro de la Comisión Mexicana.

 

México en París

Las ferias internacionales se convirtieron en un terreno inmensamente fértil para las actividades desarrolladas por los científicos mexicanos. Su preparación en áreas de importancia para el proyecto porfirista les abrió las puertas para estar vinculados de manera estrecha con los diplomáticos profesionales. Así pasó con Crespo a finales de la década de 1880, cuando se integró al equipo que iría a París para representar a México en la Exposición Universal de 1889.

Instalada en París la Comisión Mexicana en la Exposición Universal, la cual se celebraría del 5 de mayo al 31 de octubre de 1889, se tomó la iniciativa de que aquélla entrada en contacto con el Comité de dicha Exposición. El objetivo era, de acuerdo con Ramón Fernández, responsable de la delegación de México en Francia, "aprovechar la actual oportunidad de la Exposición Universal de 1889 para establecer relaciones científicas que redundarán en beneficio de ambos países".33 La Comisión también debería reunirse con los representantes de algunos países latinoamericanos. Gilberto Crespo y Martínez, quien residió en 22 rue de L'Universite, pasó meses en París cumpliendo con visitas a otros pabellones participantes, como se sabe que sucedió en la visita al stand boliviano34 en Campo Marte, sede de la Exposición, o bien atendiendo a personajes ilustres que asistieron al Pabellón Mexicano, como fue el caso del famoso alquimista francés Marcelin Berthelot, quien efectuó su visita a finales de octubre del mismo 1889.35

En la obra México en París. Reseña de la participación de la República Mexicana en la Exposición Universal de París en 188936 aparece nuestra figura como cabeza del grupo de la minería, área económica significativa para la dinámica comercial que desde México se deseaba alcanzar a nivel mundial. La edición de esta obra debe verse como parte del proyecto porfirista, emanado desde la cúpula política, siendo al mismo tiempo un testimonio de la perspectiva que se tenía acerca de las posibles vías al desarrollo. Había que difundir a México, mostrar que era un país capaz de asistir a un foro internacional de alto nivel y marcar allí un impacto sobresaliente. Se deseaba mostrar que la república mexicana miraba hacia fuera, pero sin caer en la dependencia con respecto a alguna nación.

La citada publicación no hace una presentación personal sobre Crespo y Martínez. Sin embargo, él sí aparece como parte de un mensaje visual logrado a lo largo de la obra. Allí se publicó una fotografía de Crespo y Martínez, de la que puede decirse que se inserta como una representación del mismísimo gobierno mexicano. Crespo y Martínez se convierte en un elemento que contribuye a la construcción de una imagen de la nación, como sucede con la mayoría de los personajes retratados en la publicación, entre quienes se encuentra Porfirio Díaz. El conjunto de los participantes da forma a una representación colectiva de la república mexicana. Es por ello que se impone una atmósfera de formalidad, donde la vestimenta juega un papel interesante. Es seguro que se quiere dar difusión sobre quiénes son los individuos que son representados en los fotograbados, pues al preparar las imágenes, donde juega un papel muy importante su indumentaria, se definen los rasgos que se les quieren dar, recreándose aires de seriedad.37

Para el caso particular de la foto de Crespo, tenemos que se pone cuidado en resaltar la firmeza de su mirada, viendo hacia el frente, hacia el futuro. La fotografía del ingeniero, de gran significado en cuanto que fue hombre de ciencias, es un instrumento que respalda la propuesta escrita que aparece en México en París. Se lanza por delante al científico como individuo que avala la posibilidad del progreso nacional, promesa que aparece en primer plano dentro del discurso gubernamental. Se trata de una imagen que fue producto de una práctica premeditada, representación que deliberadamente plantea una intención. ¿Cuáles eran sus propósitos? La toma fotográfica de Crespo no era resultado de un capricho cualquiera. Según los especialistas, para fines del siglo XIX y principios del XX, tomar una fotografía era un proceso que se vivía con intensidad. El creador, es decir el fotógrafo, tenía conciencia de que trabajar con la pose era un acto de interpretación. Así mismo sucede con el retratado, en este caso Gilberto Crespo, quien posaba ante la cámara movido por un deseo de auto-representación. Podemos sostener que para ambos, retratista y modelo, en cuanto que se trataba de representar a una figura pública, la imagen de Crespo debía ser "digna" de la identificación que tenía con el régimen porfirista. El libro Algunos usos y conceptos de la fotografía durante el Porfiriato,38 de Teresa Matabuena Peláez, es una herramienta que ofrece ciertos elementos para entender mejor los vestigios visuales que rodean al personaje, y respaldar la idea de que se muestra visualmente como representante del sector social ligado al poder gubernamental de ese periodo.

 

El personaje fotografiado tiene la intención de mostrar ciertos atributos. No posa con la finalidad de descorazonar a sus observadores, no quiere defraudar con su imagen a quien le vea. Asimismo, el fotógrafo sabe de esos deseos, convirtiéndose en cómplice que también quiere ser parte de la admiración que su representado pueda adquirir.

Al tratarse de retratos, cuando la intención es la de marcar una importancia de los personajes que se reproducen en imágenes, afloran las características de formalidad, de seriedad, de solemnidad. Los retratados buscaban mostrarse como parte de una realidad que veían como única verdad. Crespo, aterrizando en su caso, pretendió reproducirse a través de la fotografía como modelo de la sociedad que le rodeaba, a la cual él mismo impulsó y promovió como alternativa a un país que quería despuntar entre el concierto internacional. Por su parte, el fotógrafo deseaba enfatizar que su trabajo ofrecía una representación de la realidad, sabía que el personaje que retrataba tenía sentimientos que quiere captar. Se afanó por reproducir los afectos expresados por su modelo. Fotógrafo y fotografiado hicieron mancuerna y compartieron ilusiones sobre los resultados que pretendían alcanzar.

Como lo muestra el libro de Teresa Matabuena, quien analiza el acervo fotográfico de la Colección Porfirio Díaz, las fotografías en la época porfiriana tuvieron una participación muy destacada en lo referente a constatar el apego, el reconocimiento, la deferencia y la distinción que daban al gobernante mexicano. Así, podemos entender que las imágenes de políticos destacados del régimen porfirista, más cuando se trataba de representantes del gobierno en el extranjero, siempre tuvieron como interlocutor a Díaz.

Leer la fotografía de Crespo permite percibir que se le quiso dar fuerza a la imagen, que a través de esa fortaleza expresada se hacía patente un uso, que se buscaba alcanzar un objetivo, el cual iba más allá de la simple representación. Su aparición fotográfica era resultado de una práctica imaginativa que lo mostraba como estereotipo de los hombres que rodeaban a Porfirio Díaz. En pocas palabras, se trataba de la visión del ideal liberal, donde la suntuosidad aun no hacía gala en sus representaciones, como si sucedería más tarde, durante la época del declive porfiriano. Convenía también olvidar por el momento la indumentaria de campaña militar. El motivo era mostrar que se pertenecía a un México que ya no deseaba verse como bárbaro, sino civilizado. Las miradas que se concentraban en la "ciudad luz" debían ver a un México "distinguido". Vista en conjunto, México en París buscaba mediante los textos argumentar y sostener la idea de un desarrollo mexicano en el ámbito internacional; en tanto que las imágenes eran obvia propaganda que iba en ese mismo sentido.

Terminada la exposición parisina se emitieron algunos puntos de vista en los cuales destacó la participación de México en aquella magna celebración. Vale la pena decir que en algunos de ellos se mencionó a Crespo, tal como sucedió con el testimonio de un personaje que probablemente era de origen belga, ya que el documento que envió al Secretario de Relaciones Exteriores fue signado en la ciudad de Gante, Bélgica con las iniciales A.V., donde nos dice que como miembro del jurado hace algunas consideraciones a lo que fue el Pabellón mexicano, resaltando el detalle de la falta de la publicación de un catálogo, y ofreciendo la información de que el mismo fue hecho en forma manuscrita, destacando las explicaciones de José Ramírez, Ricardo de María Campos y de Gilberto Crespo y Martínez.39

El 6 de febrero de 1890 Ramón Fernández envía, todavía desde París, un comunicado a Mariscal. En dicho documento aborda el tema de la recepción del Ministro de Negocios Extranjeros el Señor Spuller, ante lo cual aprovechó para hablarle de las condecoraciones a los mexicanos participantes en la Exposición y le sugiere que se les otorgue la Legión de Honor a Antonio del Castillo, a Ferrari Pérez, a Pedro Sentíes, a Crespo y Martínez, así como a Antonio Peñafiel. Desde la Secretaría de Relaciones Exteriores se respondió, ofreciendo más datos sobre las actividades de la delegación mexicana.

Se ha impuesto esta Secretaría de la comunicación de U. Fecha 6 del presente mes en que transcribe, la del Señor Ministro de México en Francia, relativa á haber obtenido de los Señores Ministros de trabajos públicos y de Comercio los permisos necesarios para que el Señor Gilberto Crespo y Martínez estudie las cuestiones técnicas que esta Secretaría le ha encomendado. Sírvase U. Señor Ministro de las gracias á aquel funcionario mexicano por sus buenos oficios y grande eficacia en facilitar tanto al Señor Crespo como a los demás empleados de esta Secretaría el desempeño de las comisiones científicas que se les ha encomendad y acepte U. para sí las seguridades de mi particular aprecio y consideración.

Libertad y Constitución
México 11 de Febrero de 1890
P. L el S.
(Firma: M) 40

Gracias a este comunicado es posible enterarse de algunas peticiones que se habrían hecho a Crespo y Martínez. Encomiendas de carácter técnico que, aparentemente, debían ser estudios a realizar en Francia, toda vez que el ministro mexicano en ese país había entablado comunicación con los encargados de trabajos públicos y del comercio de esa nación. Sobre esta tarea, por desgracia, no se ha localizado información alguna.

Sin embargo, gracias al inconveniente que se originó a causa de la entrega de un reconocimiento que acostumbraba ofrecer la delegación mexicana durante la Exposición Universal, se cuenta con otra información adicional sobre las actividades de Crespo en Europa. Se dijo que entre fines de enero y principios de febrero de 1890 Gilberto Crespo y Martínez entregó, sin notificación oficial, una medalla conmemorativa a un representante alemán en Francia, el "Señor Conde de Münster, Embajador de Alemania en París". Todo comenzó cuando el Ministro de México en París, Ramón Fernández, se encontró con Münster en un banquete del palacio del Eliseo, dándole éste las gracias por la medalla conmemorativa que se le había enviado, al tiempo que el Ministro de Suiza le manifestaba su extrañeza por no habérsele otorgado igual distinción. La embarazosa situación llevó a Fernández a investigar los hechos, ya que él no había realizado ninguna gestión que tuviera que ver con dicho asunto.

Por la comunicación que Ramón Fernández enviara al Secretario de Relaciones Exteriores, apareció señalado como responsable Manuel Díaz Mimiaga, Delegado General de México en todos los asuntos relativos a la Exposición Internacional de París. Su preocupación por algunos rumores llegados confidencialmente a su conocimiento, ya que se decía que había ofrecido esa distinción conmemorativa obteniendo a cambio una condecoración del Gobierno Alemán, llevó a Díaz Mimiaga a profundizar la averiguación sobre cómo había podido llegar a manos del Embajador alemán dicha medalla.

Cuando el Sr. Luis Bonnery, quien actuó como escribiente de la delegación mexicana y a quien la mayor parte de los señores jefes de grupo encomendaron la escritura de los diplomas que distribuyeron, se enteró de las pesquisas de Díaz Mimiaga, declaró que él, por orden del Sr. Don Gilberto Crespo y Martínez, había hecho un diploma para el Embajador de Alemania. Díaz Mimiaga se dirigió inmediatamente a Crespo con la finalidad de saber su versión sobre dicha participación:

Anexo número 1= Hay un sello que dice: Delegación Mexicana para la Exposición Universal de 1889= París= París, Marzo 21 de 1890.= Se me asegura que el Señor Conde de Münster, Embajador de Alemania en París, ha recibido de U. una medalla conmemorativa de la participación de México en la Exposición Universal de 1889.= Necesitando aclarar este hecho, suplico á U. se sirva decirme en respuesta, si es cierta la noticia que se me ha comunicado.= Reitero a U. las protestas de mi atenta consideración.=41

El 15 de abril de 1890, Miguel Díaz Mimiaga se comunicó con Manuel Fernández Leal, a la Secretaría de Fomento, para decirle todo lo referente a este asunto que se ha reseñado. En el escrito sostenía que había enviado la anterior nota del 21 de marzo a Crespo y Martínez, añadiendo:

no me ha contestado hasta hoy, sin duda alguna, por haber coincidido con su partida de París, para emprender el largo viaje que está haciendo, á fin de dar cumplimiento á las comisiones que ha recibido de esa Secretaría.= En la imposibilidad de tener con el referido Señor Crespo una explicación previa, y obligado a contestar la nota de esa Secretaría con la oportunidad que el caso requiere, acompañando á mi respuesta algún documento justificativo que compruebe mis informes, dirigí al mencionado Sr. Bonnery una carta que me contestó en los términos que se servirá U. ver, por la copia legalizada que como anexo acompaño bajo el número 2.= Estoy firmemente persuadido de que el Sr. Don Gilberto Crespo y Martínez ha ofrecido esa medalla con la más sana intención, y sin pensar ni remotamente en los inconvenientes que para ello hubiera podido haber. Cuando vuelva a París hablaré con él sobre el particular e informaré a esa Secretaría=42

Este simple acontecimiento, que bien puede verse como un enredo poco problemático, toma una relevancia que en el momento no se pudo discernir, toda vez que sería muchos años después que se encontraría Crespo y Martínez como representante mexicano en el extranjero. El contacto de él con representantes de grandes potencias pudo ser un factor determinante para su ulterior incorporación al cuerpo diplomático del porfiriato.

Por otra parte, la información sobre este asunto de la condecoración al Sr. conde de Münster apunta con mucha cercanía al periodo en que Crespo viajó por Europa para cumplir con algunas comisiones solicitadas desde México. De acuerdo con el intercambio de comunicación entre Díaz Mimiaga y Manuel Fernández, fue la Secretaría de Fomento la que solicitó la realización de ciertos estudios. Nunca se dice que fue a Bélgica, pero aunque se mencionó ya antes que se realizaron arreglos con funcionarios franceses, tampoco se apunta de manera precisa que haya sido un viaje a realizar únicamente en territorio francés.

Así, tenemos que el 21 de marzo de 1890, que es la fecha cuando Díaz Mimiaga envía el comunicado sobre la dichosa medalla, seguramente Crespo y Martínez debió encontrarse efectuando el citado viaje, motivo por el cual ya no contestaría al respecto. Uno de los destinos de Crespo sería el territorio belga. De tal experiencia resultó una propuesta porfirista para el fomento nacional.

 

El libro sobre Bélgica

Aunque la presentación se haya realizado ante Manuel Fernández Leal, a la sazón Secretario de Estado y del Despacho de Fomento, Colonización, Industria y Agricultura, en realidad el libro Bélgica: Museos Comerciales. Servicio Consular, enseñanza y propaganda industrial y mercantil43 tiene la plena intención de satisfacer las perspectivas que el anterior Secretario de Fomento mantuvo como parte de la política económica mexicana. A pesar de que la edición de la obra escrita por Gilberto Crespo y Martínez es explicada como la petición que le hiciera el General Pacheco, cuando en 1889 se encontraba en París como Comisionado para representar a México, ya que entonces se le pidió estudiar de manera detallada la organización de los más importantes museos comerciales de Europa, ampliando su empresa a los museos y escuelas industriales y mercantiles, debe decirse que la obra es resultado de todo un proyecto de transformación que impulsó el porfirismo para desarrollar su mercado interno y así poder insertarse en el ambiente mercantil internacional. Al tomar como eje fundamental al Museo Comercial de Bruselas, Bélgica, además de dar un trato muy especial a su organización consular, se mostró una práctica que tendió a considerar como modelos a las instituciones de los países económicamente más adelantados en Europa, donde también se atenderían las características de sus estructuras en lo que se refiere a relaciones exteriores, que también mostraban un desarrollo destacado.

Dentro de la propia introducción Crespo y Martínez sostiene que el trabajo se inició en diciembre de 1890 y enero de 1891. Se publicaría en los "Informes y documentos sobre Comercio interior y exterior, Agricultura e Industrias" de la Secretaría de Fomento. Sin embargo, como diría el ingeniero: "La dolorosa enfermedad y sentida muerte del General Carlos Pacheco entorpecieron también la continuación de este estudio".44

La misma parte inicial del libro informa sobre las intenciones previas que deseaban desarrollar una política comercial e industrial en el país. Ello se aprecia mediante una llamativa exaltación dirigida al también ingeniero Mariano Bárcena, quien al estar encargado del Gobierno de Jalisco fundó en Guadalajara un museo industrial y mercantil. Ubicado en la planta baja de la Escuela de Ingenieros de aquel Estado, el museo estaba dividido en dos. Una parte formada por las Secciones de Industria manufacturera, Agricultura y Minería. La segunda es dedicada a la Arqueología, Historia, Estadística e Historia natural. En términos actuales se trataría de una combinación museística científica-cultural-comercial. En esa institución se mostraban los productos de dicha entidad como telas, maderas, metales, granos, aceites, y aunque sería visto apenas como un experimento en comparación a los museos establecidos en Europa, se le daba gran importancia debido a que se presentaba como la semilla que con el tiempo germinaría beneficiando al país.

En Europa y algunos países de América Latina, los productos exportables se encontraban expuestos en Museos y Escuelas de Comercio. Ello era tomado como de gran beneficio porque así se mostrarían los perfeccionamientos introducidos en los últimos años del siglo XIX y entonces el exterior los conocería, dando así la oportunidad de su elección, al tiempo que fomentaría la competencia internacional.

La finalidad que se tuvo al abordar el caso de los museos comerciales, su "fin supremo", como lo diría Crespo y Martínez, era establecer relaciones entre productores y los consumidores, o al menos con el comerciante importador, fomentándose así la producción nacional mediante la apertura de mercados, dando paso a la información como elemento clave para enfrentar a los competidores nacionales o extranjeros. Es interesante la valoración que hace de los museos comerciales, en tanto que útil e interesante es para comerciantes, industriales y obreros la posibilidad de alcanzar una apreciación práctica de los productos de la época. Impone a los museos comerciales como "arma preciosa en la lucha industrial y mercantil del momento actual", tomando como ejemplo por excelencia al de Bruselas. Este tipo de instituciones fue considerado por el autor como una herramienta para llevar a cabo la competencia con la mayoría de las naciones manufactureras europeas, destacando Francia, Bélgica, Inglaterra, Alemania, Italia y Rusia.

Dentro de la obra se revela una conciencia sobre el funcionamiento del expansionismo colonialista, proceso en el cual a las propias naciones latinoamericanas, donde se incluyen las posesiones coloniales inglesas, francesas, españolas, holandesas y portuguesas, se les suma la presencia de los territorios africanos que, como es el caso belga del Estado independiente del Congo, se toman como parte del conjunto de territorios receptores de "grandiosas y nobles empresas". En la consideración que se da a tales empresas es elocuente una alabanza imperial.

Para ese momento lo que se mostraba era que la adopción del modelo garantizaba el éxito de los países que le seguían. Destacaba Crespo la labor mantenida por colonias o neocolonias que intentaban alcanzar los ritmos comerciales de las grandes naciones. Por ello es que señaló con verdadero interés la participación de Argentina, Chile, Brasil y Venezuela, además de otras posesiones inglesas y francesas en el circuito de las exposiciones internacionales, o bien mediante la exposición de sus principales productos en Consulados, Cámaras de Comercio o Museos Mercantiles.

El autor resalta su atención sobre el caso de Bélgica al señalar que fue este país el iniciador de los Museos Comerciales, favoreciendo su tráfico de mercancías. Las casas de comercio, que anteceden a los Museos, sentaron las bases e iniciaron la investigación de mercado al enviar a hombres competentes, en especial ingenieros, a estudiar los mercados extranjeros y sus necesidades. Lo que se esperaba de ellos eran informes bien estudiados que permitirían el análisis de las condiciones del país que visitaban. Cuando se diera la creación de los museos comerciales, los cónsules -principalmente- y los agentes diplomáticos son los que realizarían estudios de mercados extranjeros desde el punto de vista de las necesidades de la industria y el comercio nacional. La organización del cuerpo consular, señaló Crespo, era sencilla para lograr los fines que se plantean. Sólo se requerían personas competentes, con instrucción técnica y económica, aunque algunos cónsules carecieran de conocimientos técnicos. Resaltó el hecho de que todas las naciones combinaran el servicio de los cónsules de carrera con los cónsules comerciales.

Los primeros son ciudadanos y verdaderos funcionarios del país que los nombra. Van al extranjero con la obligación de secundar los esfuerzos de sus compatriotas y no deben, por lo tanto, interesarse personalmente en ninguna empresa comercial.

Los otros son escogidos entre los comerciantes más notables de una plaza extranjera. No reciben honorario alguno, por lo menos fijo, del país que los elige; son a menudo de nacionalidad diferente, y al velar por los intereses generales del comercio de la nación que representan, quedan en la más completa libertad para ocuparse en negocios de interés privado.45

Para Crespo, la organización del servicio consular belga en lo que se refiere a museos comerciales podía servir de ejemplo por su firme estructura y por la importancia que representaban; incluso destacaba que sus informes fuesen remitidos al país al que pertenecían y formaban parte de publicaciones especializadas que eran de interés para los industriales y comerciantes. Una de las principales funciones de los museos comerciales sería establecer relaciones directas entre el productor y el consumidor y fomentar el desarrollo de la producción nacional facilitando la salida de productos a otros mercados. La libertad de elegir entre precios, calidad y productos, ampliaría la gama de opciones de los consumidores permitiendo comparar en la práctica las características de las mercancías.

Crespo y Martínez realizó una clasificación de los Museos según su experiencia, misma que le permitía diferenciarlos de la siguiente forma:

1) Los Museos de materias primas y de productos manufacturados importados en países extranjeros o exportados por estos, limitándose a los artículos producidos en países distintos de aquellos en los que los Museos están establecidos. Como ejemplo se puede señalar el Museo de Bruselas.

2) Los Museos de materias primas y de productos manufacturados importados de los países extranjeros, o exportados por estos, pero en los cuales los ejemplares de exportación son extranjeros. Como ejemplo está el Museo Comercial Colonial de París.

3) Las agencias de exportación, que son exposiciones permanentes de artículos producidos en los países en los que están establecidos. Los compradores extranjeros son los principales invitados. El ejemplo de esta clasificación es el Museo Comercial de Stuttgart.

4) Las exposiciones flotantes erigidas en buques que visitan los puertos principales de los países en que espera encontrar mercados nuevos. El ejemplo son las exposiciones flotantes alemanas y españolas.46

Para el autor, el servicio consular era destacado en Bélgica. El cuerpo consular estaba constituido por agentes retribuidos, a quienes se les prohibiría el comercio, y los no retribuidos, que se hallaban en libertad de hacer negocios. Los agentes retribuidos debían ser preparados con mucho cuidado y debían contar con estudios de carácter científico. Crespo y Martínez mostró una insistencia en la capacidad idónea de los ingenieros, es decir de quienes contaban, como él, con esa formación profesional para cubrir los cargos de cónsules.47 Los dos tipos de cónsules -retribuidos y no retribuidos-debían enviar a su gobierno comunicaciones periódicas que comprendieran informes semestrales y anuales, datos solicitados por su gobierno y estudios iniciados por el Cónsul -en especial el retribuido-. Estos trabajos fueron considerados de mucha importancia para el desarrollo del comercio internacional belga.

Uno de los objetivos del cónsul era dar a conocer las industrias manufactureras, agrícolas y mineras que en el transcurso de los años hubiesen adquirido importancia, señalando las que más progreso alcanzaron, las causas de su desarrollo y los mercados que proveían. Así mismo, el cónsul debía indicar las modificaciones introducidas en tarifas y reglamentos de aduanas, almacenes, depósito y navegación; los resultados más sobresalientes de la legislación industrial que estuviese en vigor y las indicaciones generales.

Todo lo anterior, señaló Crespo, constituyó una parte importante de los informes consulares de Bélgica y muchas veces esos estudios fueron recogidos bajo el título de "Tratados Internacionales" en el servicio exterior. Algo que se le podía anexar era la información sobre emigración e inmigración. Los datos concernientes a este punto tienen que ver con el tipo de inmigrantes exitosos, nacionalidades, capacidad económica, etc.; así mismo, la obra recomienda hacer informes sobre las vías de comunicación, facilidad y rapidez de transporte, apertura de nuevas vías y el uso y explotación de telegramas y correos.

Al tiempo que desarrolló su propuesta, Crespo y Martínez dejó señalamientos que tuvieron que ver con su determinación en torno al régimen porfirista, del cual era parte. La paz y el desarrollo del Estado mexicano se consideraban como partes de una atmósfera ideal para alcanzar el progreso.

Se impone, pues, en un país como el nuestro, que gracias a su actual administración, evoluciona en perfecta paz, y no quiere, como es justo, permanecer estacionario e inmóvil ante los adelantos de los demás, se impone el estudio concienzudo de las principales colonias europeas y de las repúblicas nuestras hermanas, de Centro y de Sur-América.

Y se hace igualmente indispensable, dadas las afinidades artísticas de nuestra raza y los primeros ensayos hechos en materia de producción manufacturera en ciertos ramos, estudiar a fondo el interesante movimiento artístico-industrial de la Europa entera. Así llegaremos tal vez a crear entre nosotros, si bien sea con modestas formas, algunas instituciones análogas a las que constituyen el legítimo orgullo de los pueblos cultos de la tierra.48

Esta tarea encajaba perfectamente con la solicitud que le hiciera el general Pacheco en el sentido de llevar a cabo su estudio en Europa. Resalta la justificación que da a ese hecho, en el cual su persona es responsable de formular una propuesta institucional que haga ver a México como país culto, que debe entenderse como un país industrioso.

Como parte de la justificación para su propuesta de crear un museo comercial en México, se menciona la necesidad de contar con una organización especializada "que implicaría la existencia de corresponsales hábiles, activos y honrados, así como de medios eficaces de cobrar los créditos, siendo además indispensable conocer bien los medios y gastos de transporte al mismo tiempo que los hábitos y la organización mercantil de las plazas de consumo".49

Pese a que el discurso emitido por Crespo y Martínez nos ofrece una visión alentadora del desarrollo belga, cabe contrastar dicha representación con la que en la propia Bélgica se ofrece en años más recientes. En particular se puede hablar de la propuesta de Sven Steffens, quien a través de su trabajo "La 'Bélgique industrielle' au XXe siècle ou la grande industrie comme symbole de modernité et de progrés"50 ubica al desarrollo industrial de Bélgica como uno de los grandes mitos de la historia de ese país. Allí se muestra que aun cuando se afirma que las industrias del carbón, del acero, de la construcción mecánica, del textil y del vidrio, entre otras, fueron impulsoras del desarrollo económico belga del siglo XIX, ello responde a una visión parcial, pues la evolución económica del sector secundario se redujo al impulso de la gran industria como la creadora de la riqueza nacional. "Es a ella que le confiere un valor normativo como modelo a seguir y es ella la que ocupa el lugar principal en detrimento de los otros integrantes del sector secundario.51

Se sostiene en ese escrito que el artesano, y en particular el artesano urbano, es el gran ausente de la historia económica belga decimonónica. En el artículo se comprueba que en ella aparece como denominador común el "paradigme industriel". Las máquinas, las fábricas, se presentan como emblemas de la industrialización. Sven Steffens destaca la relación que tiene el desarrollo industrial en el plano político, toda vez que se le considera consecuencia del avance democrático, del estado de derecho y los derechos del hombre. "En suma, el paradigma industrial es la expresión de una identificación con el modelo de la sociedad occidental moderna".52

Esta lectura permite comprender que para el México porfirista también había una importancia política en el "paradigma industrial", lo cual explicaría, como sucedió en el caso belga, la propia promoción de dicho modelo entre las instancias oficiales que dieron un notorio impulso industrial mediante la cooperación mediante inversiones, así como a través de la propaganda. En este sentido vale la pena destacar una vez más la importancia que se le dio a las exposiciones internacionales, donde se promocionaron los productos nacionales, así como a las publicaciones donde se tenía como objetivo mostrar el desarrollo impulsado por las iniciativas gubernamentales. Para el caso mexicano, ya se ha dicho el papel que tuvo en esos planos la Secretaría de Fomento, quedando claro el papel que jugaba la presencia de Crespo y Martínez en eventos internacionales, así como la edición de su obra sobre los museos comerciales e industriales, actividades que en conjunto formaban una propuesta del porfiriato por seguir un modelo industrial.

Puede entenderse que las intenciones de Crespo y Martínez fuesen resultado de preocupaciones que deseaban verdaderamente el impulso de una idea de progreso, sin embargo, también es claro, desde una perspectiva actual, que se trataba de una empresa de "auto-celebración", al ser nuestro personaje uno de los destacados integrantes de la elite que rodeó a Don Porfirio. La obra sobre Bélgica y el Museo Comercial de Bruselas es un ejemplo de tal auto-promoción, así como lo fue el texto y la representación visual sobre la presencia de México en París. En su interior se hace evidente la intención del autor por promoverse al sector social al que pertenecía, el de los científicos, así como también es evidente la labor que cubría la Secretaría de Fomento dentro del proyecto económico-político porfirista.

Al estudiar la eficacia con la cual se crea una imagen del desarrollo industrial como encarnación del progreso, queda claro en el escrito de Steffens que los historiadores económicos en Bélgica han demostrado que para el siglo XIX había zonas de retraso industrial, que en la "campiña inerte" no había presencia de la modernización tecnológica e industrial, en contraste con aquellos oasis de modernidad económica, como se aprecia en los casos de Gante, en tanto ciudad pionera en la industria textil mecanizada, o bien de Amberes, como puerto de nivel mundial.53 Sobra decir que una situación semejante se encontraba en la República Mexicana, donde el retraso era evidente en varios Estados.

Vale la pena mencionar que la obra Crespo y Martínez echa mano de un discurso descriptivo que intenta representar ante el lector el hecho de que en toda Bélgica la industrialización avanzaba, que en cada rincón del territorio se había posicionado el progreso, entendido por la instalación de máquinas. Su testimonio describe la difusión industrial como un fenómeno que se desarrollaba a todo lo largo y ancho del pequeño reino. En el texto no queda espacio para ubicar el trabajo agrícola del individuo, del campesino aislado que no tenía acceso a los avances tecnológicos. Podría decirse que la pluma de Crespo hace gala del manejo literario, alejándose del carácter científico que deseaba dar a su obra, como se aprecia con el uso de información estadística, a la cual recurre para construir de esa manera una imagen ideal de la Bélgica industrial, ejemplo que propone para que sea seguido por el régimen porfirista. Tal descripción es resultado de la selección de un discurso que no es inocente, sino que responde a toda una intencionalidad propagandística.

Luego de revisar la propuesta que Gilberto Crespo y Martínez llevó a cabo a través de su obra, lo cual además permitió ampliar el conocimiento de la trayectoria histórica del personaje, se tiene como conclusión del trabajo que Bélgica: museos comerciales, servicio consular, enseñanza y propaganda industrial y mercantil es una prueba de las propuestas del régimen porfirista de adopción de los modelos europeos como estrategia para desarrollar un proyecto económico que impulsara el progreso material de la nación, una precupación por situar a México dentro del panorama internacional. Se ha mostrado que al mismo tiempo se fue allanando un camino que permitió a Crespo experimentar una trayectoria política que le puso entre el círculo de los funcionarios públicos que funcionaron como operadores destacados de los gobiernos de Porfirio Díaz. La experiencia alcanzada durante el periodo que se ha abordado permitió a Crespo alcanzar una presencia notable, con características personales y profesionales que llevaron a que se le viera como un individuo que poseía las capacidades idóneas para moverse en el campo de la diplomacia. Las propuestas de comercialización, de expansión de mercados, de atención a la creación de una infraestructura que resultara atractiva a la opinión internacional y a los posibles inversionistas que de ese ámbito provinieran, coincidieron ampliamente con las tendencias que desde la cúpula del poder se manifestaron, en específico desde la Secretaría de Fomento, la cual más que atender un impulso a la productividad, pareció más atenta en alcanzar aquellos logros que se pudieran generar con la comercialización, llevando a un comportamiento que más tarde originaría la crisis del sistema.

Como resultado indudable de su experiencia de la Exposición Universal de París, así como de su presentación del caso belga, Crespo y Martínez ocupó en 1892 el puesto de Oficial Mayor de la Secretaría de Fomento54, equivalente al de Subsecretario de ese ministerio. A fines del siglo XIX, Crespo se había posicionado entre los hombres distinguidos de la política y la sociedad porfiristas, lo cual le permitió participar en una nueva fase, la del diplomático, plano que deberá ser atendido de manera particular en un trabajo posterior.

 

Notas

1 Este escrito es resultado del trabajo de investigación que en parte se realizó durante una estancia sabática en la universidad Católica de Lovaina, Bélgica, gracias a la beca otorgada por la Dirección General de Apoyo al Personal Académico, del 17 de febrero al 16 de junio de 2007.

2 Crespo y Martínez Gilberto, Bélgica: Museos Comerciales, Servicio Consular, enseñanza y propaganda industrial y mercantil. Datos para el estudio de su organización e importancia, recogidos para un informe al Ministerio de Fomento, Colonización e Industria, de los Estados Unidos Mexicanos, por Gilberto Crespo y Martínez, Ingeniero, México, Oficina Tipográfica de la Secretaría de Fomento, 1892.         [ Links ]

3 Godoy, José F., México en París. Reseña de la participación de la República Mexicana en la Exposición Universal de París en 1889, por José F. Godoy, Ex-Secretario de la Prensa Asociada de México, México, Tipografía de Alonso López, 1888, Tipografía de José F. Godoy, 1890;         [ Links ] asó como la Enciclopedia Biográfica de Contemporáneos, compilada y escrita por José Francisco Godoy, Washington, Establecimiento Tipográfico de Thos. W. Cadick, 1898.         [ Links ]

4 Sánchez Andrés, Agustín, Rosario Rodríguez Díaz, Fernando Alanís Enciso y Enrique Camacho Navarro (coords.), Artífices y operadores de la diplomacia mexicana. Siglos XIX y XX, México, Porrúa, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Colegio de San Luis, Centro Coordinador y Difusor de Estudios Latinoamericanos, 2004.         [ Links ]

5 Camacho Navarro, Enrique y Donají Morales Pérez, "Gilberto Crespo y Martínez: Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de México en la Cuba independiente. Un ejercicio biográfico", capítulo del libro que coordina Laura Muñoz Mata, Mar adentro: espacios y relaciones en la frontera México-Caribe. México, Instituto José María Luis Mora. En prensa.         [ Links ]

6 Camacho Navarro, Enrique, "Gilberto Crespo y Martínez como representante porfirista en Cuba", en. México y Cuba: del porfiriato a la revolución. Diplomáticos, diplomacia e historia política. 1902-1920, (Colección Historia de América Latina y El Caribe), Enrique Camacho Navarro y Margarita Espinosa Blas (coordinadores), México Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe (CIALC), UNAM, 2009.         [ Links ]

7 Crespo y Martínez, Gilberto, Memoria escrita ante la Academia Mexicana de las Ciencias Exactas, Físicas y Matemáticas. Correspondiente de la Real de Madrid. Los rayos X, México, Oficina Tip. de la Secretaría de Fomento, 1896; Las patentes de invención, México, Oficina Tip. de la Secretaría de Fomento, 1897; Elogio del ilustre navegante Vasco de Gama, Leído en la velada con que la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística celebró, el 20 de mayo de 1898, el 4° Centenario del descubrimiento del camino marítimo de la India, México, Oficina Tip. de la Secretaría de Fomento (Calle de San Andrés, 15), 1898;         [ Links ] "La evolución minera", en México, su evolución social, México, J. Ballescá y Compañía, sucesor, 1901, Tomo II.         [ Links ]

8 Agradezco a Mayra Berenice López Ortega y a Bertha Castañeda Barrera, estudiantes de la Licenciatura en Estudios Latinoamericanos, de la FFyL de la UNAM, por toda la ayuda prestada en la búsqueda de información para este trabajo, y en especial por el hallazgo del libro de Crespo sobre Bélgica al participar como becarias en el proyecto: " La diplomacia de México hacia el Circuncaribe. Relaciones exteriores con Cuba durante las primeras décadas del siglo XX", del cual actué como responsable desde el 2005. Extiendo mi agradecimiento a Juan Carlos Vázquez Medeles, también becario de la misma carrera y proyecto, siendo él quien colaboró para obtener bastante información adicional que he procesado al elaborar este texto.

9 Le Moniteur Belge n" 114, du 24 avril 1881. Chambre des Représentants. Sessions de 1880-1881. Documents parlementaires.         [ Links ]

10 Exposé du motifs et texte du Projet de loi. Séance du 22 de mars 1881: n° : 91 ; Rapport Séance du 25 mars 1881 : n° : 96.         [ Links ] Annales Parlementaires. Discussion et Adoption. Séance du 31 mars 1881: pp. 875-876.         [ Links ] Senat. Documents parlementaires.- Rapport. Séance du 1er. Avril 1881: n°: 42;         [ Links ] Annales Parlementaires. Discussion et Adoption. Séance du 6 avril 1881: pp. 180-181.         [ Links ]

11 Bulletin du Musée Commercial. Journal Hebdomadaire, P. Weissenbruch, Rue du Poincou, 45 a Bruxelles.         [ Links ]

12 Al final del artículo aparece una referencia de la fuente de donde proviene la nota, al parecer un diario de Leipzig, Alemania: Leipziger Tageblatt. Véase el Bulletin du Musée Commercial. Journal Hebdomadaire, Premier Année, N° 11. Samedi 27 Août 1882, p. 163. P. Weissenbruch, Rue du Poincou, 45 a Bruxelles.         [ Links ] Vale la pena destacar la atención al caso mexicano desde otro país europeo, Alemania.

13 Royaume de Belgique. Ministère des Affaires Étrangères, Le Musée Commercial: son but et son organisation, Bruxelles, Ministère des Affaires Étrangères, 1883.         [ Links ]

14 Bulletin du Musée Commercial. Journal Hebdomadaire, Troisième Année, N° 24. Samedi 22 Novembre 1884, pp. 505-528. P. Weissenbruch, Rue du Poincou, 45 a Bruxelles.         [ Links ]

15 Bulletin du Musée Commercial. Journal Hebdomadaire, Sixième Année, N° 14. Samedi 10 September 1887, pp. 265-284. P. Weissenbruch, Rue du Poincou, 45 a Bruxelles.         [ Links ]

16 Idem, para el año 1887, y para el dato de 1891 véase Bulletin du Musée Commercial. Journal Hebdomadaire, Neuvième Année, N° 37. Samedi 14 Février 1891, p. 875. P. Weissenbruch, Rue du Poincou, 45 a Bruxelles.         [ Links ]

17 Ibid, p. 881.

18 Bulletin du Musée Commercial. Journal Hebdomadaire, Douzième Année, N° 2. Samedi 21 Octobre 1895, pp. 474-475. P. Weissenbruch, Rue du Poincou, 45 a Bruxelles.         [ Links ]

19 Archivo Histórico Genaro Estrada de la Secretaría de Relaciones Exteriores (en adelante AHSREM), Expediente personal de Gilberto Crespo y Martínez, exp. 1-19-11, volumen I, f. 1.         [ Links ] Dicho expediente localizado en el AHSREM consta de cinco volúmenes: 1885-1900 (I), 1901-1905 (II), 1906-1909 (III), 1909-1915 (IV), 1916-1936 (V).

20 Vid., AHSREM, Expediente personal de Gilberto Crespo y Martínez, exp. 1-19-11, Vol. I, ff. 4344.         [ Links ] Se localizó el Título profesional expedido a Gilberto Crespo y Martínez, en la pág 13 del Libro de Títulos Expedidos. 1879-1883. Firmado por el Secretario Rómulo Ugalde. Acervo Histórico del Archivo de la Escuela Nacional de Ingenieros.

21 Expediente de Gilberto Crespo y Martínez. Clasificación: 1879/II/209. Documentos 460 y 462. Años 1879-1901. Secretaría de la Escuela Nacional de Ingenieros. Acervo Histórico del Archivo de la Escuela Nacional de Ingenieros.         [ Links ]

22 Idem, Documento 29.

23 Guevara Fefer, Rafael, Los últimos años de la historia natural y los primeros días de la biología en México. La práctica científica de Alfonso Herrera, Manuel María Villada y Mariano Barcena, México, Instituto de Biología, UNAM, 2002 (Cuadernos, 35), p. 37.         [ Links ]

24 Se tiene información de que Crespo y Martínez fue designado en 1885, junto con los ingenieros Manuel María Contreras y Francisco Bulnes, como miembro de una Comisión Monetaria que debía estudiar la crisis ocasionada por la baja de la plata. Allí se dice que "las personas convocadas no llegaron a recomendar medidas concretas respecto al tipo de cambio, o el patrón metálico". Tal vez Crespo ni siquiera pudo integrarse a tal grupo. Véase la tesis de Economía: "El sistema bancario mexicano 1897-1916", de Adriana Cruz Mercado, Facultad de Economía, UNAM, p. 40, consultada en la página: http://www.economia.unam.mx/secss/docs/tesisfe/CruzMA/tesis.pdf        [ Links ]

25 Expediente de Gilberto Crespo y Martínez. Clasificación: 1879/II/209. Documento 29. Años 1879-1901. Secretaría de la Escuela Nacional de Ingenieros. Acervo Histórico del Archivo de la Escuela Nacional de Ingenieros;         [ Links ] así como AHSREM, Expediente personal de Gilberto Crespo y Martínez, Vol. I, exp. 1-19-11, ff. 43-44.         [ Links ]

26 Gilberto Crespo y Martínez a Ignacio Mariscal, La Habana, 9 de septiembre de 1885, en ibid, f. 35.

27 Agradezco al Dr. Martín López Ávalos la posibilidad de contar con un acercamiento metodológico hacia la teoría de las elites, desarrollado en su tesis El guerrillero, de vanguardias revolucionarias y elites políticas: el caso de Cuba, que presentó para optar por el grado de Doctor en Estudios Latinoamericanos, Facultad de Filosofía y Letras, UNAM, junio 2007.

28 Zuleta, María Cecilia, "La Secretaría de Fomento y el fomento agrícola en México, 1876-1910: la invención de una agricultura próspera que no fue". Mundo Agr. [online]. jul./dic. 2000, Vol.1, no.1 [citado 09 Mayo 2007], p.0-0. Disponible en: <http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1515-59942000000200004&lng=es&nrm=iso>. ISSN 1515-5994.         [ Links ]

29 Carlos Pacheco (1839-1891) fue el XLIX Gobernador del Estado de Chihuahua. Nació allí, en el pueblo del Terrero, que hoy lleva su nombre. Para ver la trayectoria militar administrativa que le colocó como un elemento distinguido del porfiriato, véase la Enciclopedia de los Municipios de México. Estado de Chihuahua, Balleza, en http://www.e-local.gob.mx/work/templates/enciclo/chihuahua/Mpios/08007a.htm        [ Links ]

30 Zuleta, Op. Cit.

31 Idem, nota 21.

32 Idem.

33 Exposición Universal sobre Comercio y Navegación en París, Francia. Efectuada en el año de 1889 y participación de México en dicha exposición. AHSREM, L-E-1104, Legajo III (tres), ff. 255-256.         [ Links ]

34 Ibid, ff. 267-273.

35 Ibid, ff. 328-329.

36 Godoy, José F., México en París. Reseña de la participación de la República Mexicana en la Exposición Universal de París en 1889, por José F. Godoy, Ex-Secretario de la Prensa Asociada de México, México, Tipografía de Alonso López, 1888, Tipografía de José F. Godoy, 1890.         [ Links ]

37 Cabe aclarar que en todas las imágenes de los enviados mexicanos que se trasladan a París se aplican los mismos rasgos que se refieren para el caso de Gilberto Crespo y Martínez. Obviamente, se ha comparado la representación visual que se hace en la obra de todos los personajes, lo que permite concluir que es evidente la aplicación de estereotipos. Pero por la naturaleza de este trabajo no se realiza aquí un seguimiento del resto de los individuos que aparecen en la obra mencionada.

38 Matabuena, Teresa, Algunos usos y conceptos de la fotografía durante el Porfiriato, México, Universidad Iberoamericana, 1991.

39 Exposición Universal sobre Comercio y Navegación en París, Francia. Efectuada en el año de 1889 y participación de México en dicha exposición. AHSREM, L-E-1105, Legajo IV (cuatro), f. 3.         [ Links ]

40 Ibid. ff. 38-40.

41Ibid, ff. 143-146.

42 Idem.

43 Crespo y Martínez Gilberto, Bélgica: Museos Comerciales, Servicio Consular...

44 Ibid, p. 9.

45 Ibid, p. 29.

46 Ibid, pp. 49-50.

47 Ibid, p. 153.

48 Ibid, p. 40.

49 Ibid, pp. 41-42.

50 Véase en Les grands mythes de l'Histoire de Belgique, de Flandre et de Wallonie, Sous la direction dÁnne Morelli, Bruxeles, Editions Vie Ouvrieré, 1995, pp. 149-162.         [ Links ]

51 Ibid, p. 150. La traducción es mía.

52 Ibid, p. 151. La traducción es mía.

53 Ibid, p. 154.

54 Expediente de Gilberto Crespo y Martínez. Clasificación: 1879/11/209. Documento 29. Años 1879-1901. Secretaría de la Escuela Nacional de Ingenieros. Acervo Histórico del Archivo de la Escuela Nacional de Ingenieros.         [ Links ] Según el expediente, en febrero de 1892 solicita licencia para separarse de su cargo como profesor encargado del gabinete de materiales de construcción y ocupar el cargo de Oficial Mayor de la Secretaría de Fomento.

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