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Revista mexicana de sociología

On-line version ISSN 2594-0651Print version ISSN 0188-2503

Rev. Mex. Sociol vol.67 n.4 Ciudad de México Oct./Dec. 2005

 

Reseñas

 

Sarah Gammage y John Schmitt. Los migrantes mexicanos, salvadoreños y dominicanos en el mercado laboral estadounidense: las brechas de género en los años 1990 y 2000.

 

Roberto Borges Martins. Desigualdades raciais e políticas de inclusäo racial: um sumário da experiencia brasileira recente.

 

Laura Golbert. ¿Derecho a la inclusión o paz social? Plan Jefas y Jefes de Hogar.

 

Esperanza Ríos Álvarez* e Iván Montoya Zepeda*

 

Serie Estudios y Perspectivas núm. 20 (México: CEPAL, 2004).

 

Serie Políticas Sociales núm. 82 (Santiago de Chile: CEPAL, 2004).

 

Serie Políticas Sociales núm. 84 (Santiago de Chile: CEPAL, 2004).

 


*Estudiantes de la maestría en Población de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-México
.

 

Sarah Gammage y John Schmitt proponen que la migración hacia los Estados Unidos puede tener causas sociales, políticas o de otro orden, pero que ésta "responde fundamentalmente a la expectativa de mayores oportunidades económicas". Para demostrar su hipótesis recurren al flujo migratorio de mexicanos, salvadoreños y dominicanos hacia el país del norte como tres de los casos representativos de la búsqueda de mejores oportunidades económicas en los mercados laborales de aquella nación.

La importancia de este trabajo es la mirada comparativa de las tres migraciones, tomando como unidad de análisis al individuo y a sus familias en dos momentos del tiempo. Los autores utilizan los datos de una muestra de los censos estadunidenses de 1990 y 2000 y mediante el uso de variables como el nivel de preparación, el grupo de edad, la condición económica y la jefatura del hogar de origen, la cohorte de llegada, el tipo de empleo y de ingreso en Estados Unidos y otros indicadores de bienestar vistos por género, hacen observable el impacto económico en los hogares inmigrantes.

Del análisis de los datos se desprende que para los tres flujos migratorios el efecto económico en los hogares inmigrantes ha sido importante. Sin embargo, el mejoramiento queda matizado al introducir la variable de género. Las oportunidades de empleo e ingreso están diferenciadas entre hombres y mujeres, lo que abre una brecha entre ambos, poniendo en desventaja a las últimas. Si la situación del inmigrante favorece la segregación laboral, la condición de mujer acentúa más este hecho en el mercado laboral estadunidense.

En realidad, el trabajo no demuestra que los migrantes mexicanos, salvadoreños y dominicanos decidan salir de sus respectivos países con la mirada puesta en los Estados Unidos. Más bien, el análisis de los autores refleja el resultado económico de la migración que tiene causas tanto económicas como extra económicas.

El segundo trabajo reseñado aborda el tema de la desigualdad racial en Brasil, que a pesar de tener casi 500 años, los estudios sobre el fenómeno son escasos. Por ello, Roberto Borges Martins se aventura a contribuir con un análisis de la situación de la desigualdad racial y las políticas públicas para combatirla en la última década del siglo XX. El trabajo de Roberto Borges examina la desigualdad entre negros y blancos en la esfera educativa, el mercado de trabajo, la pobreza y la mortalidad. Para hacer observables sus indicadores tiene como fuente empírica la Muestra Nacional de Hogares (PNAD) y los censos demográficos de Brasil.

Brasil es considerado uno de los países con mayor desigualdad racial. Se trata de un hecho histórico, económico y social que tiene su origen en la conformación de una sociedad que recurrió a grandes cantidades de mano de obra esclava proveniente de África, incluso mayor que la de Estados Unidos, según los datos ofrecidos por el autor. Como población esclava no tenía posibilidades de adquirir propiedades, acumular riqueza o acceder a la educación, sin embargo, logró mantener su herencia cultural creando mundos paralelos.

En el caso de la educación los avances logrados, vistos a través de diferentes indicadores relacionados con esta esfera, muestran un mayor acceso para la gente negra; sin embargo, las brechas entre las dos categorías raciales siguen siendo altas. En el mercado laboral sucede algo similar: las tasas de desempleo más altas son para la gente de raza negra, pero la desigualdad no se detiene allí; al introducir la variable de sexo, las mujeres de raza negra tienen tasas de desempleo mayores a las de los hombres de su mismo grupo étnico y al de su grupo de pares blancas. En el caso de la pobreza, al inicio de la década la población de origen negro casi duplicaba a la de origen blanco; gradualmente, la pobreza en ambos grupos raciales ha disminuido pero en la población negra sigue siendo alta, a tal punto que en 2001 duplicó a la de origen blanco. Por último, la mortalidad en la población negra es más alta que la correspondiente a los blancos, y la esperanza de vida al nacimiento es inferior para la primera.

Si bien es cierto que los resultados del estudio de Roberto Borges muestran que la desigualdad racial sigue siendo un problema estructural en el Brasil moderno, el autor también subraya los avances logrados por las políticas gubernamentales de acción afirmativa de Fernando Henrique Cardoso y los resultados de la conferencia de Durban, que buscan combatir la discriminación y aminorar las diferencias sociales por raza. Por último, queda por esperar los resultados del nuevo gobierno de Luis Inácio Lula da Silva en lo que a la cuestión racial se refiere.

El trabajo de Laura Golbert describe la celeridad con que se puso en marcha el Plan Jefas y Jefes de Hogar Desocupados en Argentina, que logró apoyar a más de 500 000 personas en un periodo de apenas tres meses. Esta política pública obedeció al contexto de crisis política, económica y social acontecido en diciembre de 2001. El objetivo fue enfrentar los problemas de gobernabilidad derivados de la crisis mediante el apoyo a los desempleados y evitar así que los conflictos sociales en Argentina se agudizaran.

Del artículo se rescatan, al menos, cuatro aspectos importantes sobre la puesta en marcha de este programa. En primer lugar, la velocidad con que se apoyó a 500 000 personas en creciente empobrecimiento. En segundo lugar, el reconocimiento por parte del gobierno argentino de que el desempleo se convertiría en un foco de conflictos sociales que era urgente controlar de manera pacífica mediante apoyos a desempleados. En tercer lugar, la necesaria participación y colaboración de todos los cuerpos institucionales de Argentina, en el sentido de crear una mesa de diálogo en la que participaran organismos políticos, sectoriales y sociales para dar forma al Plan de Apoyo para Jefes y Jefas Desempleados. Y en cuarto lugar, el programa se dirigió a personas mayores de edad y a los jefes de familia con dependientes económicos menores de edad o discapacitados.

Se trata de un artículo que describe suficientemente las circunstancias, el diseño y los antecedentes de un programa de política pública para atender una emergencia de alta conflictividad social en Argentina. La autora termina su análisis mostrando algunas debilidades en la aplicación del plan, así como los conflictos que pueden surgir en su continuidad o en su eventual sustitución.

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