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Revista del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias

Print version ISSN 0187-7585

Rev. Inst. Nal. Enf. Resp. Mex. vol.19 n.1 México Jan./Mar. 2006

 

Historia, historias y anécdotas de los neumólogos y cirujanos de tórax nacionales

 

Dr. Ismael Cosío Villegas, el hombre y maestro

 

Dr. Ismael Cosío Villegas, the man and the professor

 

Raúl Cicero Sabido*

 

* Profesor Titular. Facultad de Medicina, UNAM. Unidad de Neumología Alejandro Celis, Hospital General de México, SSA. Miembro de la Junta de Gobierno del INER Dr. Ismael Cosío Villegas.

 

Presentado y aceptado: 02–I–2006.

 

EN OCASIÓN DE LA NUEVA NOMINACIÓN DEL INSTITUTO NACIONAL DE ENFERMEDADES RESPIRATORIAS

De antemano acepto que, tal vez, algunas de las fechas o datos puedan ser objeto de rectificación, pero el propósito de estas palabras es hablar del hombre y maestro: Don Ismael Cosío Villegas.

Maestro de maestros, Don Ismael nació el 30 de septiembre de 1902. Como médico, siguió el pensamiento de los doctores Genaro Escalona, Manuel Gea González y Gastón Meló quienes planearon la necesidad de ejercer la medicina en diversas especialidades; inició la tisiología en el Hospital General que se estructuró formalmente en 1933, de acuerdo con las ideas del maestro Ignacio Chávez.

En esa época, las condiciones del pabellón para tuberculosos en el Hospital General eran lamentables por lo que se planeó, a finales de los años veinte, la construcción de varios hospitales, entre ellos el "Sanatorio para Enfermos Tuberculosos de Huipulco", que inició de inmediato. Sin embargo, en 1930, el arquitecto José Villagrán y el Dr. Cosío protestaron porque los trabajos de construcción fueron suspendidos; con su actitud lograron que se reanudaran en 1935 y se terminara la planta arquitectónica. En enero de 1936 se designó al maestro Donato Alarcón director del hospital. Cosío formó parte del grupo médico fundador de Huipulco en donde estaban también el maestro Alejandro Celis y Miguel Jiménez Sánchez, el primero figuró como radiólogo y llegó a ser un distinguido investigador con quien Cosío editó su libro Aparato respiratorio. Patología clínica y terapéutica, con 14 ediciones; el segundo, fue un personaje de gran habilidad política. Sin embargo, la inauguración formal ocurrió hasta marzo del citado año. Llegaron después Horacio Rubio Palacios, elegante cirujano y Fernando Katz Avrutzky quien fundó el servicio de pediatría. Desde luego, llegaron otros médicos que en este escrito no menciono.

En 1933 se fundó en la Facultad de Medicina la cátedra de Clínica del Aparato Respiratorio con Cosío como titular. En 1934 se estableció oficialmente la Campaña Antituberculosa de la que Cosío fue tres veces director y donde, entre otras cosas, planteó la construcción del Hospital "Manuel Gea González".

El 1 de noviembre de 1956 fue nombrado tercer director de Huipulco, después de los doctores Alarcón y Rébora. Estableció una relación razonada entre la medicina y la cirugía del tórax que, por entonces, comenzaba a consolidarse con las nuevas técnicas de resección pulmonar.

Pero Cosío fue, ante todo, un Maestro, enseñó con verbo brillante y gran sentido clínico. Su personalidad académica lo llevó a ser presidente de la Academia Nacional de Medicina en 1961, donde desempeñó un brillante papel.

Era alto, fuerte, de amplia frente, con un perfil casi aquilino y melena desdeñosa. Cultivó el deporte con devoción, buen remero, jugador de frontón y excelente nadador. Vestía con elegancia y se reunía con sus alumnos con frecuencia, haciendo gala de su gusto por la buena comida y el vino de excelencia, pagando siempre las abultadas cuentas. Además, era generoso. En una ocasión un alumno de condición modesta lo invitó a su boda. Cosío le dijo: te agradezco la invitación, pero voy a regalarte un traje para que te cases, porque con esos harapos ofendes a tu futura esposa". Y le regaló un traje de la entonces exclusiva sastrería High Life. Pero también tenía la personalidad y la autoridad de los grandes maestros del recién pasado siglo XX. Un estudiante agitador, pretendió reclamar sus "derechos" con altanería. Don Ismael encendió calmadamente uno de sus cigarros puros y le dijo: "El único derecho válido en la Universidad es el de aprender para ser mejor en la profesión". Como el rufiancete insistiera, Cosío lo sujeto de un brazo y le dijo: "Ya cállate, porque te doy un manazo", con tal fuerza en sus palabras e intensidad en la mirada, que el muchachito sólo pudo balbucear una torpe disculpa.

En 1964 surgió un fuerte movimiento laboral motivado por las pésimas condiciones de los médicos residentes que se extendió rápidamente por toda la Nación; más de 5,000 médicos realizaron un paro de labores en los principales hospitales. El movimiento, con gran celeridad, fue declarado ilegal y reprimido por las autoridades con amenazas y esquiroles. Los médicos residentes, en particular, fueron fichados en una lista negra e intimidados con el despido definitivo. Don Ismael consideró justas las peticiones planteadas y estuvo de acuerdo con ellas y señaló, en una renuncia anunciada, que dejaría la dirección de Huipulco en caso de que los residentes fueran agredidos o cesados. Ante una orden de proceder contra los residentes, don Ismael presentó su renuncia ante el H. Consejo Técnico de Huipulco un fatídico 15 de enero de 1965. Renunciaron también 30 médicos a los que no les fue aceptada la renuncia por el secretario Rafael Moreno Valle. Sin embargo, Cosío continuó al frente de la institución hasta el 11 de septiembre en que fue cesado definitivamente junto con los doctores Schultz, Cruz Esparza, Guzmán de la Garza, Martínez Heredero y Aguilar Pérez. El 30 renunció como Jefe de Servicio por "elemental delicadeza" ante las represalias de que fue objeto por haber simpatizado con el movimiento médico. Los beneficios que gozan hoy los residentes y el establecimiento formal de las especialidades médicas fueron producto de ese movimiento. Desde entonces, el gran Maestro se retiró de la vida académica e institucional y permaneció en un aislamiento voluntario, él mismo dijo: "Estoy desilusionado por las cosas que pasan en la medicina mexicana, pero acepto que, tal vez, muchos se han desilusionado de mí". Durante su etapa de aislamiento recibió en 1980 el nombramiento de Doctor Honoris Causa por la Universidad de Puebla y el de Profesor Emérito de la Facultad de Medicina de la UNAM en 1981. También fue objeto de débiles homenajes por diversos grupos.

Don Ismael murió el 2 de agosto de 1985, pero la realidad es que hasta hoy no se ha reconocido cabalmente su valor humano ni su labor como Maestro de la Neumología Mexicana. Fue congruente con el pensamiento y la acción, su pensamiento fue liberal, exento de poses izquierdistas o reaccionarias. Por esto, hoy, rindo un homenaje a su memoria; nada más justo que la institución que él amó y dirigió entrañablemente, lleve su nombre: Instituto Nacional de Enfermedades Respiratoria "Dr. Ismael Cosío Villegas".

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