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Frontera norte

On-line version ISSN 2594-0260Print version ISSN 0187-7372

Frontera norte vol.34  México Jan./Dec. 2022  Epub Sep 19, 2022

https://doi.org/10.33679/rfn.v1i1.2229 

Artículos

Contornos del cooperativismo en la frontera norte de México: El caso de Ciudad Juárez, Chihuahua

Carolina Rosas Heimpel 1  
http://orcid.org/0000-0001-7883-4425

Traducción:

Luis Cejudo-Espinosa

1Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, México, rosasheimpel.caro@gmail.com


Resumen

El objetivo del artículo es presentar un análisis panorámico del cooperativismo en Ciudad Juárez. Se utiliza un método mixto concurrente organizado en dos fases paralelas: cuantitativa y cualitativa. La investigación documental consistió en revisar fuentes hemerográficas y archivos públicos para identificar las cooperativas legalmente constituidas. Se utilizaron las técnicas de observación y entrevistas semiestructuradas a profundidad. Los principales resultados consisten en el esbozo de los antecedentes del cooperativismo en Ciudad Juárez, sus contornos y su presencia macroeconómica. Así mismo, se analiza la correspondencia de la gestión, las prácticas y los valores del universo cooperativo con el ideario y la propuesta de la economía social y solidaria. Como estudio exploratorio, este artículo aporta a la documentación, la reflexión y la investigación al respecto, ya que son poco conocidos el desempeño, las prácticas, los valores y las potencialidades del cooperativismo. La principal limitación de la investigación es la falta de los datos estadísticos completos, transparentes y confiables en torno del cooperativismo.

Palabras clave: cooperativismo; economía social; economía solidaria; Ciudad Juárez; frontera norte

Abstract

The objective of the article is to present a panoramic analysis of cooperativism in Ciudad Juarez. A concurrent mixed method organized in two parallel phases is used: quantitative and qualitative. The documentary research consisted of reviewing newspaper sources and public archives to identify the legally constituted cooperatives. Observation techniques and semi-structured in-depth interviews were used. The main results are the outline of the background of cooperativism in Ciudad Juarez, its contours, and its macroeconomic presence. It also analyzes the correspondence of the management, practices, and values of the cooperative universe and the ideology and proposal of the social and solidarity economy. As an exploratory study, this article contributes to the documentation, reflection, and research on this subject, since the performance, practices, values, and potential are Little known. The main limitation of the research is the lack of complete, transparent, and reliable statistical data on cooperativism.

Keywords: cooperativism; social economy; solidarity economy; Ciudad Juarez; northern border

INTRODUCCIÓN

En la frontera entre México y Estados Unidos se encuentran tres ciudades que conforman el área metropolitana conocida como la región Paso del Norte: Ciudad Juárez, El Paso y Las Cruces. Esta región está compuesta por tres estados (Chihuahua, Texas y Nuevo México) y dos países (México y Estados Unidos).2 Esta región es considerada el quinto centro industrial manufacturero más grande de América del Norte (The Borderplex Alliance, 2020) y es habitada por una población de 2.5 millones de personas. Debido a su condición fronteriza, la región Paso del Norte se caracteriza por el establecimiento de un modelo económico sostenido principalmente por la Industria Maquiladora de Exportación (IME). La región posee elevados niveles de crecimiento y de competitividad a nivel mundial, pues cuenta con una vasta fuerza laboral, grandes fabricantes a largo plazo, logística integral, una red de transporte y algunos de los activos militares más grandes de América del Norte (The Borderplex Alliance, 2020).

Paralelamente al desarrollo de una región industrial pujante, vastos sectores de la población se ven afectados por las condiciones precarias que esta industria genera al explotar, agotar y desechar a los seres humanos en aras de la productividad y los bajos costos (Jusidman y Almada, 2008), pues ofrecen a sus empleados una expectativa de vida poco alentadora, una trampa de pobreza. La población es pobre porque estructuralmente no tiene oportunidades para desarrollarse, y no se desarrolla porque no llega inversión pública suficiente para atender las necesidades sociales y de infraestructura, ni la inversión privada se queda para hacer crecer el mercado interno y atraer sostenidamente otros capitales (Padilla Delgado, Olivas Andrade y Alvarado Salas, 2014). En el caso de Ciudad Juárez, donde habitan 1 512 450 personas (Instituto Nacional de Estadística y Geografía [Inegi], 2021), 26.4 por ciento vive en condiciones de pobreza (Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social [Coneval], 2015). Además de este panorama de pobreza, existe una crisis de violencia extrema. Se observa que en comparación con 2017, en el año 2020 la cantidad de homicidios se duplicó y los robos con violencia y los secuestros aumentaron (Plan Estratégico de Juárez A. C., 2020). Debido a esto, una de las principales preocupaciones de la población es la inseguridad que se experimenta en la ciudad.

En este contexto desolador, resultado del sistema capitalista, se crean prácticas de Economía Social y Solidaria (ESS) como parte de un proyecto alternativo de transformación, las cuales promueven el desarrollo local al participar en las diversas fases del ciclo económico: producción, circulación, consumo y acumulación, generando en esta movilización una conciencia y voluntad colectiva que opera conforme a una lógica democrática de organización y acción (Razeto Migliaro, 1993). Como parte de esas experiencias, surge el interés de estudiar las cooperativas en Ciudad Juárez.

Si bien el cooperativismo surge como respuesta de las comunidades ante la crisis civilizatoria que deviene en crisis social, económica y política para resolver sus necesidades más apremiantes, también es cierto que las cooperativas coexisten dentro del sistema capitalista. De ahí que es necesario plantearse si son favorables o no al sistema hegemónico, esto es, si son prácticas económicas alternativas o si, por el contrario, son ejercicios que revelan un capitalismo moralizado (Collin Harguindeguy, 2012). Así mismo, Díaz Muñoz (2015) ha señalado que existen prácticas de pseudoeconomía solidaria entre las que se encuentran sociedades cooperativas que funcionan como abrigo y disfraz de empresas capitalistas que el autor denomina pseudocooperativas.

Bajo esta perspectiva, el objetivo del artículo es realizar un análisis panorámico del cooperativismo en Ciudad Juárez que permita evaluar su concordancia con la lógica de la economía social y solidaria. Para ello, se cuestiona de qué manera las cooperativas en Ciudad Juárez forman parte de un proyecto alternativo de transformación en correspondencia con la lógica de la economía social y solidaria. Para dar respuesta, se indaga la forma en que las cooperativas en Ciudad Juárez son funcionales para el modelo económico dominante o si, por el contrario, se trata de experiencias asociativas que operan bajo los principios y los valores cooperativos. Esto es importante debido a que, contrario a lo que se podría suponer sobre el cooperativismo, es común encontrar dificultades y contradicciones entre los ideales y la experiencia de las sociedades cooperativas. Como hipótesis se propone que el movimiento cooperativo se encuentra en fase de contracción ya que, como se verá a continuación, en el ámbito local existe una disminución tanto en el número de personas como en el número de organizaciones, y a pesar de la existencia de diversas sociedades cooperativas, no todas se corresponden con el ideario, la práctica y la gestión propia del cooperativismo e incluso hay un ambiente de ruptura y desilusión.

Se utilizó un método mixto concurrente y la investigación se organizó en dos fases paralelas: cuantitativa y cualitativa. Se revisaron fuentes hemerográficas que permitieron esbozar los antecedentes del cooperativismo en la ciudad; se consultaron archivos públicos para identificar las cooperativas legalmente constituidas y obtener sus actas constitutivas; se elaboró una base de datos con un universo de 269 sociedades cooperativas legalmente constituidas en Ciudad Juárez entre 1974 y 2020. Para el trabajo de campo se realizó un muestreo no probabilístico con lo que el universo se redujo a poco menos de 10 por ciento. Se seleccionaron 26 sociedades cooperativas bajo los criterios de tipo de actividad, temporalidad y monto de aportación social. Se aplicaron las técnicas de observación y las entrevistas semiestructuradas a profundidad a 18 socios cooperativistas, que en conjunto han participado en 16 sociedades cooperativas. Se analizaron los datos partiendo de la herramienta matriz del ciclo del movimiento propuesta por The Movement Netlab,3 la cual permite identificar la fase del movimiento y comprender las áreas de trabajo y los roles que desempeñan las organizaciones (U.S. Solidarity Economy Network, 2017).

Al inicio del artículo, el marco conceptual permite comprender al cooperativismo como parte del movimiento de la economía social y solidaria, pero también en la complejidad de su inserción en el sistema capitalista. Enseguida se sitúa al cooperativismo actual en los contextos global, nacional, regional, estatal, hasta llegar al caso local. Posteriormente, se exponen brevemente sus antecedentes, donde se plantea que la industrialización fue el detonante del auge del cooperativismo en la ciudad. Finalmente, se analiza al cooperativismo como expresión de la economía social y solidaria durante el periodo entre 2000 y 2020, haciendo énfasis en la década 2010-2020. Este lapso que se caracteriza por ser una fase de contracción, se aborda a partir del tipo de actividad (producción, distribución, consumo o ahorro y préstamo), el sector de actividad, la cantidad de socios y las aportaciones sociales.

EL MOVIMIENTO COOPERATIVISTA COMO EXPRESIÓN DE LA ECONOMÍA SOCIAL Y SOLIDARIA

La civilización actual se enfrenta a la crisis global más importante que ha afrontado la humanidad, lo que plantea una encrucijada frente a las fuerzas contrapuestas en la escala global: por un lado, las que impulsan la reproducción del capital; y por el otro, aquellas que buscan la reproducción ampliada de la vida (Harvey, 2014; Díaz Muñoz, 2015; Fundación Solon, 2020). Las fuerzas dominantes están representadas por prácticas económicas de acumulación, explotación, estados militarizados y extractivismo que debilitan y desintegran a las comunidades (Díaz Muñoz, 2015). Dichas fuerzas encarnan en el modelo capitalista neoliberal, un capitalismo entendido como “el sistema social en el que predominan de forma hegemónica los procesos de circulación y acumulación del capital a la hora de proporcionar y configurar las bases materiales, sociales e intelectuales para la vida en común” (Harvey, 2014, p. 22).

En contraposición, las fuerzas alternativas apuestan por la transformación del mundo a través de prácticas económicas solidarias que respeten y cuiden el medio ambiente, sostenidas en principios y valores como la cooperación, la ayuda mutua y la solidaridad; son constituidas por medio de procesos democráticos y pugnan por una revolución asociativa al crear redes globales (Díaz Muñoz, 2015). Todo ello se materializa en las prácticas de la ESS basadas en la lógica reproductiva, convirtiéndose en un modelo económico alternativo que representa la posibilidad de otra lógica económica y por tanto otra conducta económica (Collin Harguindeguy, 2012). El estudio de estas últimas permite configurar un modelo alternativo que propone que otro mundo es posible y que, para construirlo, otra economía es necesaria. Por lo tanto, las ESS parten de una lógica contraria a la de la especulación y el lucro, y hacen énfasis en la reproducción ampliada de la vida, en el cuidado de la naturaleza y de las personas.

Sin embargo, a pesar de que estas dos fuerzas se contraponen, también se influyen mutuamente. Dentro del capitalismo neoliberal existen contradicciones que generan innovaciones que mejoran la calidad de vida (Harvey, 2014), y en el capitalismo como sistema dominante también coexisten formas no capitalistas que pueden conformar la transición a un modelo alternativo. La construcción de este modelo implica una gran complejidad ya que no sólo conlleva la creatividad de forjar lo nuevo sino también la liberación de los modos económicos de dominación, de apropiación, de represión y de mediación que están organizados y estructurados en el capitalismo global (Díaz Muñoz, 2015). Así, la acción de la economía social y solidaria consiste en el quehacer socioeconómico alternativo, esto es, una práctica económica inserta en el capitalismo pero que tiene la intención de transformarlo.

Debido a que el debate y la formulación teórica de la ESS están aún abiertos y en construcción, existe una pluralidad de conceptos para referirse a las economías alternativas: Economía Social (ES), Economía del Trabajo (ET), Economía de la Solidaridad (Esol), Economía Popular (EP) y Socio Economía de la Solidaridad (SES), entre otros. Estudiosos como Razeto Migliaro (2002), Pérez de Mendiguren, Etxezarreta Etxarri y Guridi Aldanondo (2008), Coraggio (2011), Guerra (2014) y Rojas Herrera (2019) coinciden en que los proyectos tienen implicaciones y formas tan diversas, que lo más importante son las experiencias colectivas que ponen en marcha otras formas de hacer economía.

Conceptualmente, la economía social se ha desarrollado principalmente en países europeos, como Francia, España, Holanda y Alemania, mientras que la economía solidaria hace referencia a prácticas económicas latinoamericanas. En Estados Unidos e Inglaterra para referirse a la ESS también se han utilizado denominaciones tan variadas como empresa sin fines de lucro, emprendimiento social, iniciativa con fin social, negocio con fines sociales, empresa de patrimonio comunitario y empresa no lucrativa, entre otros. De acuerdo con Mutuberría (2008), la discusión teórica en torno a la ESS varía entre los países del norte respecto de los del sur, decantándose por economía social y economía solidaria, respectivamente.

Pérez y Etxezarreta (2015) indican que existen tres posturas que hacen referencia a la economía social y solidaria, así como un concepto unificado. La primera es la posición de aquellos que abogan por mantener y consolidar el concepto de economía social y considerar la economía solidaria como un enfoque particular que no modifica sustancialmente sus elementos principales. La segunda contempla la ESS sin diferenciar entre conceptos, sino tomándolos como sinónimos. Y la tercera es la que apunta a la necesidad de respetar las identidades diferenciadas de la economía social y la economía solidaria, con la intención de tejer alianzas teóricas y prácticas alrededor del concepto de la ESS.

Esta última refleja nuestra posición al referirnos al movimiento de la economía social y solidaria. Buscamos las coincidencias y la amalgama no sólo de las escuelas europea y latinoamericana, en el sentido que lo plantean Pérez y Etxezarreta (2015), sino también, dada la condición fronteriza de Ciudad Juárez, es pertinente incluir la visión anglosajona. El movimiento cooperativista en Ciudad Juárez se aborda como un componente del movimiento de la economía social y solidaria de escala global y con alcance nacional.

Sin embargo, no toda Sociedad Cooperativa (SC) es ESS ni ésta se constituye solamente del componente cooperativo. El cooperativismo está en el centro de las dos fuerzas contrapuestas mencionadas anteriormente, ya que se crea dentro del capitalismo e incluso pueden existir cooperativas de carácter capitalista. Históricamente se ha considerado como un modelo alternativo creado durante la revolución industrial que se consolidó en un momento clave en el ascenso del capitalismo neoliberal, configurándose en la actualidad como un movimiento social de escala global que reivindica el derecho al trabajo, la participación democrática, la igualdad y la autonomía.

En la actualidad, aunque las prácticas de las cooperativas están inmersas en el neoliberalismo, a diferencia de una empresa privada, la cooperativa como organización social es la expresión de diversas iniciativas asociativas que agrupan a personas con necesidades económicas y sociales comunes por lo que su acción conjunta para satisfacerlas se orienta al bien colectivo, antes que a intereses individuales, y está basada en valores de autoayuda, autorresponsabilidad, democracia, igualdad, equidad y solidaridad (Cattani, Coraggio y Laville, 2009). Sin embargo, es necesario distinguir entre organización cooperativa y el movimiento cooperativista. La sociedad cooperativa es “la organización concreta del sistema cooperativo, que lleva en sí el germen de una transformación social encaminada a abolir el lucro y el régimen de asalariado, para sustituirlos por la solidaridad y la ayuda mutua, sin suprimir la libertad individual” (Rojas Coria, 1984, p. 671). Por su parte, el movimiento cooperativo se define como:

la inconformidad en contra de la injusticia económica; la rebeldía en contra de las instituciones de explotación industrial y comercial; la lucha altruista que se desarrolla momento a momento para abrirse paso entre un mundo saturado de egoísmo. El movimiento cooperativo es, también, actitud constructiva; proceso de superación constante; intervención ante los órganos del Estado para consagrar, en la legislación, los nuevos principios económicos, sociales y jurídicos que constituyen su objeto (Salinas Puente, 1954, p. 98).

La existencia de sociedades cooperativas no necesariamente da vida al movimiento social sino que éste surge de la acción permanente y sostenida, como una lucha social que emerge de la inconformidad ante la injusticia económica (Salinas Puente, 1954). El movimiento cooperativista entraña una propuesta alterna de filosofía de vida que favorece la existencia de la solidaridad social, a partir de una nueva conceptualización de la vida y del trabajo, una conducta ética, un sistema de pensamiento y de acción encaminado a consagrar los nuevos y más altos valores de la cultura universal (Rojas Coria, 1984).

En el caso mexicano, Rojas Herrera (2014) indica que, a pesar de su discontinuidad histórica, el movimiento cooperativista existe desde finales del siglo XIX. Sin embargo, el acercamiento analítico al cooperativismo y a la ESS no ha sido desarrollado en Ciudad Juárez o, en todo caso, apenas de manera tangencial. Existe poca documentación, reflexión e investigación al respecto, lo que mantiene invisibilizadas a las prácticas de economía social y solidaria. Con excepción de la Sociedad Cooperativa de Seleccionadores de Materiales (Socosema), no se tiene constancia de acercamientos teóricos y de estudio en torno de las experiencias de la economía social y solidaria, ya que no son (re)conocidas ni estudiadas.

Contextualizando el cooperativismo en Ciudad Juárez

Para abordar la realidad del cooperativismo durante la última década en Ciudad Juárez, es necesario ubicarlo dentro de los contextos global, nacional y estatal, así como sus antecedentes. El Censo Global sobre Cooperativas (Organización de las Naciones Unidas, 2014), que cuenta con información de 145 países, indica que para el 2014, existían 2.6 millones de cooperativas alrededor del mundo, con más de mil millones de socios y 12.6 millones de empleos. Ese año, dichas cooperativas habían reunido 19.6 trillones de dólares en activos, generando ingresos anuales de 2.98 trillones de dólares. Este mismo censo registra que en América Latina existían 42 765 sociedades cooperativas, las cuales integran a 44.1 millones de socios, y que generaron 816 122 empleos. En común, reunieron poco más de 83 886 millones de dólares en activos y generando anualmente más de18 360 millones de dólares.

En México existen 18 038 sociedades cooperativas en las que participan 8 875 186 socios, de las cuales 12 076 se dedican al consumo, 5 200 a la producción y 762 al ahorro y préstamo (Rojas Herrera, 2020). En la región del norte de México, que incluye las subregiones del norte, noroeste y noreste,4 existen 6 323 de este tipo de sociedades que reúnen a 1 625 219 socios (Rojas Herrera, 2020). En los municipios fronterizos de estas subregiones se concentra 12.4 por ciento de las cooperativas, es decir 787 organizaciones. Puerto Peñasco y Juárez tienen 55.3 por ciento de este total, el primero con 246 y el segundo con 189 sociedades cooperativas. Juárez es el segundo municipio fronterizo con mayor número de cooperativas, con 24 por ciento del total de las cooperativas fronterizas (cuadro 1).

Cuadro 1. Cooperativas en municipios fronterizos5 

Estado Municipio Cooperativas
Baja California Ensenada 52
Playas de Rosarito 6
Tijuana 30
Tecate 2
Mexicali 52
Sonora San Luis Río Colorado 71
Puerto Peñasco 246
Caborca 42
Nogales 0
Cananea 0
Chihuahua Juárez 189
Ojinaga 10
Coahuila Acuña 5
Jiménez 23
Piedras Negras 5
Tamaulipas Nuevo Laredo 3
Reynosa 7
Matamoros 44
Total 787

Fuente: Elaboración propia con base en datos obtenidos del Registro Público de Comercio (Secretaría de Economía, 2020).

A continuación, se verá que los datos de las SC varían dependiendo de la fuente que se utilice. A pesar de que el artículo 14 de la Ley de Economía Social y Solidaria (2019) establece dentro de las funciones del Instituto Nacional de la Economía Social (INAES) “elaborar y mantener actualizado el catálogo de los diferentes tipos de organismos del sector”, diversas fuentes señalan que en México no existe estadística completa, transparente y confiable, e incluso afirman que hay una indefinición en cuanto a la legislación de las cooperativas, que actualmente también aplica a otras organizaciones de la ESS, lo cual evidencia una tendencia a desnaturalizar al movimiento de la ESS (Instituto Nacional de la Economía Social y Universidad Iberoamericana Puebla, 2013; Izquierdo Muciño, 2015; Rojas Herrera, 2016, 2020).

De acuerdo con los datos del catálogo de cooperativas de la Dirección de Economía Social del Estado de Chihuahua (2021), desde la década de los setenta hasta la actualidad, en el estado de Chihuahua se han registrado 960 cooperativas. Sin embargo, los datos del Registro Público de Comercio (Secretaría de Economía, 2020) difieren, ya que contabilizan 1 032 cooperativas registradas en la entidad, siendo el municipio de Chihuahua el lugar con más registros, seguido del municipio de Juárez (cuadro 2). Por su parte, el Directorio Estadístico Nacional de Unidades Económicas (DENUE) registra a 383 sociedades cooperativas activas, con la participación de 139 705 socios, de las cuales la mayor cantidad, 343 se dedican al consumo, 34 a la producción y seis al ahorro y préstamo (Rojas Herrera, 2020). A pesar de la disparidad entre las cantidades, la diferencia indica que, del total de sociedades cooperativas registradas, en promedio, sólo 38.5 por ciento de ellas continúa en operación.

Cuadro 2. Cooperativas en el estado de Chihuahua (1970-2020)  

Municipio Cantidad
Chihuahua 258
Camargo 33
Nuevo Casas Grandes 69
Cuauhtémoc 112
Delicias 48
Galeana 19
Guerrero 186
Hidalgo Del Parral 85
Jiménez 23
Juárez 189
Ojinaga 10
Total 1 032

Fuente: Elaboración propia con base en datos obtenidos del Registro Público del Comercio (Secretaría de Economía, 2020).

Considerando los datos del DENUE en el estado de Chihuahua, se observa que, a pesar de la poca cantidad de sociedades cooperativas de ahorro y préstamos, éstas son las que tienen la mayor cantidad de socios (39 705 personas). Mientras tanto, las dedicadas a actividades de producción agrupan a 1 150 cooperativistas y las de consumo cuentan con 1 855 afiliados (Rojas Herrera, 2020).

Para el caso de Ciudad Juárez,6 los datos obtenidos de la Secretaría de Economía (2020) indican que entre 1974 y 2020 se registraron 158 sociedades cooperativas, de las cuales 16 son de consumo, 141 de producción y una de ahorro y préstamo, con una participación total de 1 724 asociados. Desglosando la producción en bienes o servicios, se encuentra que 35 cooperativas se dedican a actividades de producción de bienes y 106 sociedades ofrecen servicios al público en general.

Del auge a la contracción del cooperativismo en Ciudad Juárez

Si bien los antecedentes del cooperativismo en Ciudad Juárez se remontan a inicios del siglo XX, con la fundación de la sociedad mutualista Ignacio Zaragoza7 el 11 de marzo de 1907, es en el contexto de la industrialización de la ciudad que éste cobra impulso. Fue en 1965, a raíz de la implementación del Programa de Industrialización Fronteriza (PIF), que realmente se inicia este proceso asociativo con la creación de cooperativas como una forma de enfrentar los embates del capitalismo en la zona fronteriza. Una muestra es el trabajo realizado por el Centro de Orientación de la Mujer Obrera (COMO), organización creada en 1968 con un doble objetivo. Por un lado, proporcionar capacitación y asesoramiento a las mujeres que emigraban a Juárez en números cada vez mayores para trabajar en las fábricas; y por el otro, informar, tanto a la industria maquiladora como al gobierno mexicano, sobre los costos sociales del PIF con la intención de proporcionar los servicios necesarios para reducir la deshumanización de las trabajadoras8 (Yudelman, 1993).

Durante los inicios del Centro de Orientación de la Mujer Obrera, entre sus primeras actividades destacó el levantamiento del primer censo de seleccionadores de materiales, realizado en 1972 y, al año siguiente, la fundación de la Sociedad Cooperativa de Consumo de Desperdicios Industriales (Socodin) de Ciudad Juárez, la cual fue creada para obtener toda clase de bienes y servicios que requerían sus socios para el desarrollo de sus actividades, como recolectores de desperdicios de papel, cartón, hueso, vidrio, fierro, para su almacenamiento, clasificación, empaque y venta en común. En 1975 el COMO acompañó la creación de Guille, cooperativa de producción de propiedad y gestión obrera dedicada a la fabricación de muñecas y piñatas que vendían a Sears Roebuck en Dallas, y que posteriormente incluyó la fabricación de uniformes para empresas maquiladoras (Yudelman, 1993). Ese mismo año, con un programa de educación establecido, la organización acompañó a 224 seleccionadores de materiales9 en la conformación de la Sociedad Cooperativa de Seleccionadores de Materiales (Socosema), quedando legalmente establecida el 16 de mayo de 1975.

Para finales de la década de los setenta e inicios de los ochenta, el COMO impartía cursos de educación cooperativa y ofrecía asistencia técnica a más de 50 cooperativas de producción y consumo en Ciudad Juárez, dedicadas a actividades tan diversas como el suministro de materiales de construcción, la fabricación de mantas de lana para caballos, hielo y molduras de madera. Incluso participaban de manera activa en cursos impartidos por el Comité Coordinador de Cooperativas de Ciudad Juárez. De dichas cooperativas sólo existe el registro legal de cinco de ellas, tres dedicadas a la producción y dos de consumidores, con un total de 517 socios.

En la década de los ochenta, los periódicos locales mencionan la existencia de varias cooperativas: la Cooperativa Confecciones Mexicana; una despepitadora, que era trabajada por una cooperativa de agricultores; la sociedad cooperativa de Transportes Citadinos y del Campo, afiliada a la Confederación Nacional Campesina; una cooperativa de ladrilleros; la Sociedad Cooperativa de Consumo y Bienestar Social de Juárez; y la Sociedad Mutualista de Comerciantes Fronterizos. Sin embargo, en este lapso los registros solamente documentaron la constitución legal de dos cooperativas, que entre ellas sumaban a 41 socios. Esta exigua participación se empezó a modificar a partir de los años noventa, en cuyo periodo se tiene registro legal de ocho cooperativas: una de producción de bienes, cuatro cooperativas dedicadas a ofrecer servicios y tres de consumo, con un total de 166 asociados.

Con la llegada del nuevo milenio y la consolidación de la Industria Maquiladora de Exportación (IME) en la ciudad, se incrementó la constitución de cooperativas. Entre 2000 y 2010 se crearon 85 cooperativas, que en conjunto asociaron a 609 personas, con una aportación social entre todas ellas de poco más de nueve millones de pesos (ver cuadro 3). Diferenciando entre producción de bienes y servicios, se tiene que 17 cooperativas producen bienes y cuentan con 128 socios, mientras que 60 producen servicios y cuentan con 437 socios.

Cuadro 3. Sociedades cooperativas en Ciudad Juárez 2000-2010  

Tipo de cooperativa Cantidad Socios Aportación social
(en pesos)
Producción 77 565 8 928 450
Consumo 7 39 88 000
Ahorro y préstamo 1 5 100 000
Total 85 609 9 116 450

Fuente: Elaboración propia con base en datos obtenidos del Registro Público de Comercio (Secretaría de Economía, 2020).

Tan solo en las 143 cooperativas creadas durante las últimas dos décadas, la aportación social de los socios cooperativistas a la sociedad cooperativa ascendió a poco más de 17 millones y medio de pesos.10 La cooperativa con mayor inversión (siete millones de pesos), está dedicada al turismo en las dunas de Samalayuca, poblado rural perteneciente al municipio de Juárez. Le siguen una cooperativa con inversión de cinco millones de pesos y otra de un millón, ambas con perfiles cercanos al maquilador, ya que se dedican a la realización de maquinados y productos industriales. Esto contrasta con las cooperativas dedicadas al desarrollo social, al arte e incluso a las de consumo, que fueron creadas con aportaciones sociales menores a mil pesos, aunque el promedio de las aportaciones de la totalidad de cooperativas sea de 123 444 pesos. Un análisis panorámico de las actividades de las SC por sector (ver cuadro 4), muestra que la mayoría de las cooperativas se dedica a actividades comerciales y ofrecen servicios profesionales, lo que contrasta con la existencia de otras cooperativas que, si bien cuantitativamente no son representativas, son interesantes por la diversidad de actividades y servicios que ofrecen, como la industria médica, los servicios financieros, el turismo y la recreación.

Cuadro 4. Cooperativas por sector 2000-2020   

Actividad por sector Cooperativas Porcentaje
Comercio 40 28
Servicios
profesionales
24 16.8
Agricultura y
ganadería
15 10.5
Desechos urbanos 13 9.1
Arte, desarrollo
social y educación
11 7.7
Transporte 11 7.7
Industria 9 6.3
Construcción y
vivienda
7 4.9
Otras 13 9.1
Total 143 100

Fuente: Elaboración propia con base en datos obtenidos del Registro Público de Comercio (Secretaría de Economía, 2020).

En comparación con la década anterior, entre 2011 y 2020 el registro de cooperativas legalmente constituidas disminuyó. En ese periodo se crearon 58 cooperativas que asociaron a 396 personas, con una aportación social total de poco más de ocho millones y medio de pesos (ver cuadro 5). De nueva cuenta, al desglosar las actividades de producción de bienes y servicios, se advierte que solamente 14 SC producen bienes, con una afiliación general de 123 socios y una aportación social conjunta de 267 000; mientras que 40 cooperativas se dedican a la producción de servicios, con 241 socios y una aportación social total de 8 259 104 pesos.

Cuadro 5. Cooperativas en Ciudad Juárez 2011-2020  

Tipo de actividad Cooperativas Socios Aportación social
(en pesos)
Producción 54 364 8 526 104
Consumo 4 32 10 000
Ahorro y
préstamo
0 0 0
Total 58 396 8 536 104

Fuente: Elaboración propia con base en datos obtenidos del Registro Público de Comercio (Secretaría de Economía, 2020).

Como se mencionó anteriormente, la existencia de sociedades cooperativas no determina la existencia del movimiento cooperativista, de tal manera que es necesaria la participación de organismos de integración cooperativa que agrupen a las organizaciones, impulsen y generen acciones autogestivas y democráticas con el propósito de mejorar de manera integral las condiciones de vida de sus socios por medio de acciones colectivas sostenidas a través del tiempo. De lo contrario, se estaría solamente frente a la creación de empresas cooperativas bajo una lógica capitalista.

A este respecto, cabe señalar que en el año 2009 se creó en Ciudad Juárez la Unión de Cooperativas de Actividades Diversas del Estado de Chihuahua (UCADECH), con la participación de Grupo Acude, MMIBE Manucoop, Solache Financiera, Grupo Mascota y Alianza Global. La UCADECH está integrada a la Confederación Nacional Cooperativa de Actividades Diversas de la República Mexicana, que agrupa a 23 sociedades cooperativas de 15 estados de México. Ha participado en eventos como el Foro Binacional de Economía Solidaria México-Estados Unidos11 y en el Foro Regional Noroeste de Cooperativismo para el Desarrollo Sustentable del Estado de Chihuahua.12 En diciembre de 2011 la UCADECH presentó ante el Congreso del Estado el proyecto de Ley de Fomento Cooperativo para el Estado de Chihuahua. Sin embargo, la propuesta no fue aprobada a pesar de que surgió de un esfuerzo conjunto entre autoridades estatales y algunas sociedades cooperativas, al enmarcarse en el año internacional de las cooperativas.13 Al respecto, la Coordinación de Asesores de la Fracción Parlamentaria del PRI, argumentó que la propuesta de ley perdió en su totalidad la intención social al dejar en desigualdad e incluso en desventaja a las organizaciones que no se constituyan como sociedad cooperativa (H. Congreso del Estado de Chihuahua, 2012).

Pero tampoco los organismos de integración por sí mismos aseguran la existencia de un movimiento cooperativista. En el caso de Ciudad Juárez, resulta paradójico que la UCADECH además de reivindicar al movimiento cooperativista, refiera en su discurso a alianzas empresariales presentando al cooperativismo como una estrategia fiscal para los empresarios, y llamando a conformar el cooperativismo empresarial como el nuevo modelo de desarrollo para México (Alvarez Rubio, 2020). En la última década, no se han realizado acciones colectivas donde públicamente se demuestre la unidad e identidad cooperativa, o bien alternativas de mejoras sociales, más allá de las peticiones de una legislación propia y adecuada para el estado de Chihuahua.

En cuanto al tema de la búsqueda de una mejora integral de las condiciones de vida de los socios, el acercamiento a las cooperativas muestra que en la mayoría de los casos los socios desconocen la visión del cooperativismo, así como sus valores y principios. Los iniciadores del cooperativismo en Ciudad Juárez se caracterizan por ser asociaciones familiares constituidas principalmente por comerciantes y obreros de la industria maquiladora, que fungían como proveedores de servicios, y también por recicladores de diversos materiales, entre los que destacaban los desechos urbanos e industriales. En la última década, se diversificaron los servicios ofrecidos por los socios cooperativistas, así como su perfil de actividad, ya que, como se advirtió entre 2010 y 2020, destacó la creación de sociedades cooperativas formadas por profesionales que ofrecen servicios administrativos, contables y legales. No obstante, se trata de sociedades de carácter empresarial orientadas al mercado maquilador. También sobresalen las cooperativas creadas por las élites económicas de la ciudad, lo que, aunado a la visión de los socios cooperativistas, indica que en el último siglo ha cobrado impulso el empleo de la figura legal de la SC con intenciones, prácticas y valores distintos al que impulsa el movimiento cooperativista. Es claro que ciertos sectores y grupos económicos locales recurren a la figura cooperativa debido a las facilidades fiscales y administrativas que goza esta forma asociativa, esto es, como estrategia para empresas privadas lucrativas orientadas a disminuir costos. En este sentido, un socio cooperativista y contador indica que “las cooperativas no tienen idea del cooperativismo, el auge del cooperativismo es porque los empresarios buscan la figura legal a un nivel que no les cause problemas con la tributación” (comunicación personal, 10 de febrero de 2021).

El acercamiento al cooperativismo muestra dos rasgos. En primer lugar, las sociedades cooperativas creadas antes del año 2000, en buena medida con el apoyo de organizaciones como el Centro de Orientación de la Mujer Obrera, aún continúan en operaciones. Sin embargo, la mayoría de ellas ya no funciona como una cooperativa pues no se rigen por los principios cooperativistas, sino que se convirtieron en empresas privadas en las que la propiedad no es colectiva ni las decisiones se toman de manera democrática. En segundo lugar, la mayoría de las sociedades cooperativas creadas entre los años 2001 y 2020 tiene a su vez dos características. Pueden ser producto de iniciativas familiares, ya que sus socios son parte del núcleo familiar más próximo, sin embargo, luego de constituirse como SC no logran iniciar actividades o bien tienen un tiempo corto de operación, de entre uno y dos años, en promedio. O pueden ser aquellas que continúan en operación y están formadas por socios que comparten actividad profesional, por ejemplo ingenieros, contadores o abogados. Por otro lado, existen las empresas privadas que consiguen perdurar en sus actividades pero que cuentan con empleados que desconocen los principios del cooperativismo; algunas incluso son maquiladoras instaladas en parques industriales de la ciudad, lo que demuestra el argumento de que se constituyen como estrategia fiscal.

Los socios cooperativistas que impulsaron o participaron en SC en la última década, parten de una visión empresarial anclada en el enfoque del emprendimiento, con conocimientos técnicos, financieros y legales sobre el cooperativismo, pero sin mayor identificación con la práctica, los principios ni los valores del mismo. Los entrevistados señalan que “la gente ha creado cooperativas más que nada como una estrategia fiscal y no por esta visión de cooperativismo o de economía solidaria. Esa ha sido la experiencia que yo he visto en otras de las cooperativas que he oído y en específico de una de la que yo formé parte” (comunicación personal, 13 de febrero de 2021). Si bien las cooperativas en las que los entrevistados participaron contaban con libre adhesión y libre retiro, la aportación económica de los asociados llegó a ser a tal grado problemática que impidió la participación de varios de ellos al no reunir dicha aportación social. Tal es el caso de una socia cooperativista quien señaló que dejó la cooperativa “porque no podía cubrir las aportaciones para el arranque” (comunicación personal, 29 de noviembre de 2020). Debido a que prevalecía una cultura individualista y a que no era clara la finalidad ulterior de la cooperativa, no pudo lograrse la participación democrática de los asociados, pues las dinámicas jerárquicas y el control de los procesos generó rupturas e incluso el retiro de socios cooperativistas. Tampoco se fomentó la educación cooperativa ni la capacitación de sus miembros.

Respecto de los principios cooperativos, los socios de las SC creadas en la última década expresaron que no se ha trabajado en igualdad de condiciones, sino que dependiendo de la aportación social, se considera a los socios como dueños de la sociedad, contratándose incluso a empleados para ejecutar el proyecto de la empresa. Agregan que tampoco se practica el principio de equidad, ya que la mayoría de los socios son hombres y las mujeres tienen poca representación o usualmente están acompañando a sus esposos e/o hijos y no se les considera en la toma de decisiones. En este sentido, una socia cooperativista relata su experiencia en las juntas de consejo: “era difícil para mí entre puros hombres dar mi punto de vista, siempre sentí que no era validada por ser más joven y con menos experiencia” (comunicación personal, 29 de noviembre de 2020).

La cultura empresarial, el desconocimiento de los principios y los valores del cooperativismo y las circunstancias críticas que la ciudad manifiesta en violencia extrema, explotación y pobreza, generan condiciones que hacen urgente el crecimiento y el fortalecimiento del movimiento cooperativo, pero a la vez lo dificultan. Esto se refleja en el número de sociedades cooperativas que se han creado en la última década, cuyo promedio es de 5.9 SC anuales. El año en que se registraron más SC fue 2011, con un total de 11 cooperativas. En este mismo año, la Unión de Cooperativas de Actividades Diversas del Estado de Chihuahua (UCADECH) presentó la propuesta del proyecto de Ley de Fomento Cooperativo para el Estado de Chihuahua. Entre 2012 y 2015 el promedio anual se mantuvo en cerca de seis sociedades constituidas, para luego observar un crecimiento en 2016 cuando la cifra se acercó al nivel de 2011, con la creación de 10 cooperativas. A partir del año 2017 el número de cooperativas descendió sensiblemente hasta llegar a 2020, año en el que sólo se registró una SC (ver figura 1).

Figura 1. Cooperativas creadas en Ciudad Juárez (2010-2020) Fuente: Elaboración propia con base en datos obtenidos del Registro Público de Comercio (Secretaría de Economía, 2020).  

CONCLUSIONES

A pesar de existir registro del cooperativismo en Ciudad Juárez desde hace poco más de una centuria, el tema no ha sido del interés de los estudiosos de las ciencias sociales en la región. De hecho, son contadas las investigaciones que lo abordan. A excepción de la Sociedad Cooperativa de Seleccionadores de Materiales (Socosema), no se tiene constancia de otros acercamientos teóricos o de indagaciones empíricas sobre el tópico. Esta omisión, desinterés o descuido explica que este segmento asociativo haya quedado invisibilizado y que se conozca muy poco su desempeño, prácticas, valores y potencialidades. Así, en general se advierte la carencia de estudios que aborden las experiencias cooperativistas, sus aportaciones sociales, las necesidades a las que responden las iniciativas, así como los retos que enfrentan. De ahí la pertinencia de esta primera indagación, orientada al análisis de los contornos del universo cooperativo en Ciudad Juárez, al descubrimiento de sus principales rasgos, al esclarecimiento de los proyectos organizativos que lo representan y al vislumbre de su potencial para conformar una alternativa al sistema capitalista desde una perspectiva de la ESS.

A través de los años el cooperativismo en Ciudad Juárez pasó de ser un movimiento de resistencia de los obreros, principalmente de la industria maquiladora de exportación, a una figura legal utilizada por empresarios como estrategia administrativa y fiscal que les permite realizar actividades lucrativas, evasión fiscal e incluso acceder a apoyos gubernamentales para el fomento del cooperativismo. Durante este tránsito han surgido múltiples experiencias de sociedades cooperativistas que no lograron poner en marcha sus proyectos e idearios solidarios más allá de la constitución legal. Esto contrasta con aquellos proyectos de índole empresarial que se han mantenido en operación y que han sido experiencias de gestión económica prósperas, pero sin poner en práctica los principios y los valores cooperativistas.

Trazar los contornos del cooperativismo, desde sus antecedentes hasta la actualidad, muestra que durante la década de los sesenta existieron las condiciones de injusticia que impulsaron la búsqueda de alternativas, por lo que se plantaron las semillas del cooperativismo en Ciudad Juárez. El evento desencadenante se da al aumentar la población que habitaba en la ciudad en condiciones de pobreza y precarización. Aunado a ello, inicia con el despido masivo de sus empleados, lo que generó descontento entre los obreros y entre personas que se dedicaban a otros oficios como los transportistas, los trabajadores de la industria de la extracción y los seleccionadores de materiales, entre otros. Entre finales de la década de los ochenta y hasta mediados de los noventa, el movimiento cooperativista entró en la fase de levantamiento ya que un número masivo de personas se movilizaron para crear sociedades cooperativas e incluso colaborar entre sí para alcanzar sus objetivos. Sin embargo, a mediados de la década de los noventa, se entró en la fase de contracción debido a que el Estado mexicano inició con la aplicación de las políticas neoliberales y por la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio. Fue notable la disminución de la participación de las sociedades cooperativas, desde ese periodo hasta la actualidad, lo que contrasta con el registro formal de las organizaciones.

La periodización realizada permite observar que durante la década de los sesenta y setenta del siglo pasado, las cooperativas fueron una forma de resistencia de los obreros y de las poblaciones marginadas en Ciudad Juárez. Empero, con la irrupción del neoliberalismo en los años noventa, el régimen cooperativo local sufrió una transformación radical y de alguna manera se desnaturalizó de sus orígenes y primeros años, cuando vislumbraba convertirse en un movimiento social que buscaba transformar las relaciones económicas, satisfacer las necesidades más apremiantes de sus socios, desde un fuerte arraigo en la comunidad y una clara responsabilidad social y ambiental sostenida en los valores y principios cooperativos. Ahora, se puede decir que el cooperativismo en Ciudad Juárez está lejos de dichas prácticas, valores y propósitos; se ha desvanecido la visión crítica del modelo económico actual y subyace el objetivo de lograr la mejor y más rentable inserción en este modelo. Es cierto, hay casos de sociedades cooperativas, como las vinculadas a grupos obreros, en los que persiste el ánimo cooperativo como una alternativa de autoempleo frente a la oferta de la industria maquiladora. No obstante, proliferan los casos asociativos que han adoptado el rumbo de constituirse como empresa privada, dejando de lado los principios y valores cooperativistas, y que tienen como propósito brindar algún servicio principalmente a la industria maquiladora. Este último segmento ha cobrado fuerza en los últimos tiempos, se trata de pseudocooperativas en el sentido que indica Díaz Muñoz (2015). Jurídicamente son expresiones formales de economía social, pero en su contenido y orientación nada tienen que ver con la gestión, procedimientos, normas e ideas solidarias, tampoco con una presencia pública encaminada al establecimiento y mejora de los servicios sociales.

Es importante diferenciar entre la figura legal y las prácticas porque la experiencia de las sociedades cooperativas ha demostrado que las organizaciones cuentan con capacidades legales y administrativas, pero no han establecido procesos formativos más amplios que ayuden a expandir la cultura del cooperativismo. Es por esto que se encuentran divergencias y contradicciones entre el ideal del movimiento cooperativista y las prácticas de las sociedades cooperativas en Ciudad Juárez pues, a pesar de la existencia de sociedades cooperativas legalmente constituidas, no se realizan acciones colectivas sostenidas a través del tiempo que demuestren que las cooperativas mantienen relaciones de solidaridad e intereses comunes.

Las prácticas carecen de contenido, se utilizan las formas pero se alejan del fin social, por lo que vale cuestionar si se está frente a la apropiación de antiguas formas de lucha o frente a un movimiento social debilitado. Aunque pareciera que el análisis panorámico de los contornos del cooperativismo muestra una situación desesperanzadora, se parte de que “es necesario prestar atención especial a los aspectos positivos de las personas, comunidades y organizaciones; a las iniciativas que crean lo nuevo, a las obras y realizaciones que parezcan portadoras de valores positivos, por pequeñas que sean; a las ideas que indican y prefiguran las formas y contenidos emergentes” (Razeto Migliaro, 2013). En este sentido es que se debe partir de las fortalezas, de la corrección de los vicios y de la búsqueda de otras formas que se alejan de las formas clásicas y legalmente constituidas, pero que son innovadoras y pueden ser parte del movimiento de la economía social y solidaria.

Se considera que las sociedades cooperativas en Ciudad Juárez tienen el potencial de desafiar al capitalismo y a las élites empresariales. Para ello es necesario impulsar procesos educativos que permitan que los socios identifiquen que el objetivo social no es solamente la actividad económica sino el fin social. Para que las sociedades cooperativas se integren al movimiento cooperativista y al movimiento de la economía social y solidaria, deberían buscar el buen vivir de sus socios a partir de satisfacer las necesidades de sus comunidades, ya sea de alimentación, salud, vivienda, transporte, educación y cuidado, entre otros, y a su vez, fortalecer la identidad de la comunidad a través del desarrollo integral de proyectos donde el centro sea la reproducción de la vida y no la reproducción del capital (Valadez, Mance y Rivera de la Rosa, 2019).

Es necesario que se revise la situación jurídica de las empresas privadas que se han establecido como sociedades cooperativas. Ya sea que cambien su figura moral o bien, que se fomente que su práctica sea guiada por los principios y los valores cooperativos. Además, de visibilizar las prácticas del cooperativismo en Ciudad Juárez, es necesario que los socios cooperativistas compartan la visión del movimiento, se identifiquen como miembros de organizaciones que en sí mismas tienen el germen de la transformación de las actuales condiciones económicas, políticas, sociales y culturales. Ello permitirá a las SC superar la incesante búsqueda de insertarse en el sistema económico dominante y priorizará la formación de redes de colaboración solidaria entre las organizaciones.

Mientras tanto, desde la academia se abren otras líneas de investigación que permitan ubicar la existencia de otras prácticas económicas que busquen el buen vivir, sostenidas en los principios de la economía social y solidaria, como aquellas cooperativas que no están constituidas legalmente, los colectivos, los emprendimientos sociales y solidarios, las prácticas de comunidades diversas, las redes de colaboración e incluso los espacios virtuales. De ahí que, siguiendo la propuesta de Movement Netlab, se propone una nueva hipótesis para posteriores investigaciones. Como se ha visto, después de la contracción sigue un periodo de evolución en el que es necesario profundizar en los factores de éxito y en las fallas para corregir el rumbo del movimiento cooperativista, acortar el periodo de contracción y entrar a la fase de evolución y nueva normalidad fortalecidos. Pero esto no podrá hacerse solamente desde la academia, sino como parte de una agenda política de los actores del movimiento cooperativista, los organismos de integración y las instituciones de asistencia al movimiento cooperativo. Como línea de investigación, al menos para el caso local, se replantea lo señalado por estudiosos como Díaz Muñoz (2015), quien considera que la economía solidaria es todavía un brote, un embrión. Actualmente en Ciudad Juárez el movimiento de la economía social y solidaria se encuentra entre la fase de evolución y nueva normalidad. Esto es, si bien el movimiento cooperativista se contrae, esto origina la creación de nuevas organizaciones surgidas de una diversidad de actores y proyectos que están reflexionando y ensayando otras formas y posibilidades de construir otra economía más allá del cooperativismo.

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2Aunque aquí se hace referencia a los tres centros urbanos, la región Paso del Norte está conformada también por asentamientos rurales en el Valle de Juárez como Guadalupe, Praxedis G. Guerrero y el Porvenir; Fort Hancock, Tornillo, Fabens, Socorro, Sunland Park, Santa Teresa, Canutillo, Vinton y Anthony en Texas; y Berino, Vado, Mesquite, Mesilla y el condado de Doña Ana en Nuevo México.

3The Movement NetLab es un laboratorio de ideas compuesto por activistas e investigadores de los movimientos sociales, creado con el objetivo de desarrollar herramientas conceptuales y prácticas para el fortalecimiento de los movimientos sociales emergentes. Su propuesta consiste en seis fases relacionadas con el estado emocional y el tiempo: 1) crisis permanente; un evento desencadenador; 2) levantamiento; 3) cumbre; 4) contracción; 5) evolución; y 6) nueva normalidad.

4Rojas Herrera (2020) analizó el cooperativismo a partir de su distribución por región económica para lo que tomó la clasificación establecida por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. Para los fines del artículo, se retoman tres regiones: norte, conformada por los estados de Chihuahua, Coahuila, Durango, Zacatecas, San Luis Potosí; noroeste, integrada por Baja California, Baja California Sur, Sonora, Sinaloa y Nayarit; y noreste, formada por Nuevo León y Tamaulipas.

5En la frontera norte de México se ubican 94 municipios en los estados de Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas. En el cuadro sólo se incluyen los municipios con oficinas del Registro Público de Comercio por lo que quedaron fuera los municipios de Sonora: General Plutarco Elías Calles, Altar, Sáric, Santa Cruz, Naco y Agua Prieta; de Chihuahua: Janos, Ascensión, Praxedis G. Guerrero, Guadalupe, Coyame del Sotol y Manuel Benavides; de Coahuila: Ocampo, Zaragoza, Nava, Guerrero e Hidalgo; de Nuevo León: Anáhuac; y de Tamaulipas: Guerrero, Mier, Miguel Alemán, Camargo, Gustavo Díaz Ordaz, Río Bravo y Valle Hermoso.

6Mientras que el municipio de Juárez incluye tanto a Ciudad Juárez como a otras localidades como San Isidro, Loma Blanca, Samalayuca y San Agustín, para los fines de este artículo se hace la distinción entre las cooperativas creadas en el municipio de Juárez (189) y aquellas en Ciudad Juárez (158). Este registro no incluye las cooperativas escolares, por lo que difieren los datos respecto del total presentado anteriormente (269).

7La mutual Ignacio Zaragoza se caracterizó por su compromiso con la comunidad. Entre las actividades relevantes destaca la creación de un teatro-salón para eventos sociales, y el apoyo a la Casa del Migrante, al Centro de Rehabilitación y Asistencia para Enfermos Mentales, así como a asilos para ancianos. La sociedad mutualista duró 110 años. En mayo de 2017 decidieron extinguirla debido a que sus socios, al ser todos mayores de 70 años, no se encontraban en condiciones de salud para continuar trabajando (Aguilar, 2017).

8Se hace referencia a las trabajadoras porque históricamente, el trabajo femenino ha sido mayoría en la industria maquiladora.

9De quienes dependían aproximadamente 1 125 personas: 682 mujeres y 443 niños.

10La aportación social exacta es de 17 652 554 pesos. Sólo se presentan las últimas dos décadas debido a la delimitación temporal de este artículo, ya que nos interesa analizar la actualidad del movimiento cooperativista, aunado a la dificultad de comparar equivalencias entre las aportaciones sociales previas a la revalorización del peso mexicano en 1993.

11Se llevó a cabo los días 10 y 11 de noviembre de 2010 en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, con el objetivo de desarrollar las relaciones de México y Estados Unidos en el ámbito de la economía social y solidaria.

12Realizado en febrero de 2012.

13Hasta la fecha, el estado de Chihuahua no cuenta con una ley especial para el fomento de la economía social y solidaria.

Recibido: 18 de Mayo de 2021; Aprobado: 30 de Agosto de 2021

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