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Frontera norte

On-line version ISSN 2594-0260Print version ISSN 0187-7372

Frontera norte vol.23 n.46 México Jul./Dec. 2011

 

Reseñas bibliográficas

 

The Return to Keynes

 

Cuauhtémoc Calderón

 

Editado por Bradley W. Bareman, Toshiaki Hirai y Maria Cristina Marcuzzo, Cambridge, Massachusetts y Londres, The Belknap Press of Harvard University Press, 2010

 

Profesor–investigador de El Colegio de la Frontera Norte. Dirección electrónica: ccalderon22@hotmail.com

 

La obra cuyo sugerente título es The Return to Keynes (El retorno a Keynes) fue publicada en 2010. Es una compilación con los aportes de destacados economistas de países desarrollados de Europa, América y Asia, producto de una serie de seminarios que se desarrollaron en Japón.

El libro señala que después de las crisis económicas de Estados Unidos de 2001 (ruptura de la burbuja especulativa tecnológica) y de 2008 (burbuja de la vivienda o crisis de las hipotecas de alto riesgo subprime), se constata en el mundo desarrollado la existencia de "una revolución silenciosa" en favor de la aplicación de políticas económicas activas de naturaleza keynesiana. De acuerdo con los autores, estaríamos en presencia del fin de la era del laissez–faire y la emergencia de un período caracterizado por el retorno a Keynes. Período definido, en primera instancia, por el uso activo en el mundo desarrollado de políticas económicas para estabilizar la economía y, en segunda instancia, por la erosión de la teoría económica dominante fincada en el liberalismo económico. Así, el siglo XXI marcaría el retorno rampante y silencioso hacia una especie de keynesianismo práctico con la utilización en el mundo desarrollado de instrumentos fiscales y monetarios heterodoxos, lo que marcaría una tendencia hacia el fin de la contrarrevolución neoliberal.

Esta importante obra de 312 páginas está organizada en cuatro secciones: la primera está constituida por tres ensayos, cuya reflexión se centra en la reemergencia de la política económica como instrumento activo para la estabilización en Estados Unidos, Japón y Europa. Los autores afirman que el retorno silencioso hacia John Maynard Keynes se corresponde con la utilización generalizada en los países desarrollados de políticas económicas activas de estabilización sobre todo en 2008. La segunda sección está integrada por tres ensayos y plantea que la teoría económica contemporánea se ocupa de temas estudiados por Keynes. Esta sección propone que los temas y métodos de la teoría económica contemporánea se orientan hacia problemáticas que, según Keynes, son esenciales para el funcionamiento de la economía. La tercera sección, constituida por cinco capítulos, subraya la importancia y el alcance de la obra de Keynes. Y finalmente, los tres capítulos de la cuarta sección ofrecen una interpretación del trabajo de Keynes a la luz de la crisis económica global actual.

Para entender la importancia de esta obra es necesario considerar el debate que antecedió a este sigiloso retorno a Keynes. La contrarrevolución teórica neoliberal en contra de las políticas activas de estabilización macroeconómica fue creciendo y tomando fuerza sobre todo en las últimas tres décadas del siglo XX. Los fundamentos de esta corriente se encuentran en las críticas de Friedrich Hayek y su escuela neoaustriaca en contra de las ideas keynesianas sobre la necesaria intervención económica del Estado. En 1974, Hayek compartió el premio Nobel con Gunnar Myrdal, por sus trabajos pioneros en teoría monetaria y las fluctuaciones. De acuerdo con esta teoría, las crisis económicas son provocadas por las políticas monetarias expansionistas de la banca central que afectan al sistema de precios relativos en la estructura de la producción. Por lo que esta concepción presupone que las políticas de ajuste deberán de ser pasivas y dejar que los precios permitan el retorno de la economía hacia el equilibrio. Desde esta perspectiva el objetivo de la política económica deberá ser el fortalecimiento del ahorro para reducir la brecha entre el ahorro y su financiamiento. Hayek rechaza de manera categórica las teorías de John Maynard Keynes, e intenta mostrar de qué modo las políticas keynesianas activas de relance económico, fundadas en el déficit público, generan en el largo plazo inflación, estancamiento y desempleo. Para Hayek y su escuela, las crisis son simplemente fenómenos coyunturales, producto del desorden del sistema de precios.

Durante las últimas tres décadas del siglo XX, como se apunta en la obra, los economistas liberales y neoliberales tuvieron éxito en propagar la idea de que la política económica activa ya no era útil y que era dañina en el largo plazo para la economía. Esta contrarrevolución antikeynesiana dio origen a varias escuelas económicas del pensamiento que configuraron el núcleo duro de la corriente económica neoliberal de finales del siglo XX. Con la contrarrevolución antikeynesiana se desarrollaron varias escuelas neoliberales, tales como el monetarismo, el ofertismo, la escuela de las expectativas racionales y la nueva macroeconomía clásica. De acuerdo con la escuela monetarista de Milton Friedman, toda política monetaria se debería basar en el control de la oferta monetaria y no en la manipulación de las tasas de interés como lo proponían los keynesianos; los ofertistas apuntaron que los keynesianos estaban equivocados al estimular únicamente en el corto plazo la demanda agregada, en lugar de crear incentivos de largo plazo para el crecimiento; la escuela de las expectativas racionales argumentó que los keynesianos estaban equivocados al no comprender cómo las expectativas de los agentes económicos en presencia de información completa socavarían los esfuerzos de los gobiernos para estabilizar las economías; y por último, la nueva escuela clásica, basada en la revolución de las expectativas racionales, construyó modelos sofisticados para demostrar la ineficacia de la política macroeconómica. Durante los años de la década de 1990 esta contrarrevolución antikeynesiana tenía como sede la Universidad de Chicago y parecía haber logrado una victoria teórica total. Este movimiento influyó en el clima de opinión contra cualquier tipo de intervención del Estado en la economía.

En el campo de los "diseñadores de la política económica" se consideraba que la política macroeconómica keynesiana tradicional era perjudicial. En 1979 Paul Volcker utiliza la retórica monetarista para combatir la inflación en Estados Unidos; en el mismo año, Margaret Thatcher, recién electa como primer ministro, también aplicó un programa monetarista. En 1992, la Unión Europea por medio del Tratado de Maastrich asume el principio de la disciplina fiscal entre sus miembros; y a finales de la década de 1990, la administración de Bill Clinton generó el primer superávit presupuestario en décadas. Simultáneamente, los gobiernos tercermundistas de los países subdesarrollados de América Latina aplicaron medidas indiscriminadas de liberalización, desregulación y abandono de la políticas de industrialización en el marco de las políticas del consenso de Washington de la primera y segunda generaciones, con efectos devastadores para los países de la región. Todo en el marco de una era de expansión y liberalización económica.

La crisis de las industrias de las nuevas tecnologías (estallido de la burbuja tecnológica o del boom "punto.com") en la primavera de 2000, los ataques del 11 de septiembre de 2001, la recesión estadounidense de 2001–2002 y la crisis de 2008, cambiaron el rumbo de la política macroeconómica, que tomó un rumbo diferente, y las escuelas neoliberales fueron incapaces de explicar la génesis de las crisis y de proponer soluciones efectivas. Por lo que ante estas recesiones "los diseñadores de políticas" buscaron soluciones pragmáticas a sus problemas, dando pie a la aplicación de políticas de estabilización activas en la Unión Europea, en Estados Unidos y en Japón. En Estados Unidos, los gobiernos de Bush y Obama también hicieron uso de una política de gasto expansiva; en Japón se abandonó la política monetarista y se aplicó una política monetaria de tipo keynesiano para garantizar el empleo y estabilidad de los precios.

Por tanto, en la primera década del nuevo milenio, la política macroeconómica de los países desarrollados se desplazó hacia el uso abierto y heterodoxo de la política fiscal y monetaria para estabilizar sus respectivas economías. Este sutil cambio marcó el fin de la influencia de las escuelas neoliberales y liberales y el retorno hacia una forma moderada de keynesianismo, una especie de keynesianismo práctico. El nuevo milenio marca el retorno imperceptible y discreto a las ideas de Keynes.

Sin embargo, este retorno a Keynes está muy lejos de darse en los países subdesarrollados como México, donde los gobiernos y los diseñadores de la política económica siguen presos de los dogmas liberales y neoliberales, y han sido incapaces de enfrentar los problemas de la coyuntura, teniendo como único objetivo la política de estabilización de control de la inflación. Para estos gobiernos, que se desenvuelven en el marco de las reformas neoliberales dictadas por el consenso de Washington, el desempleo no es un objetivo de la política de estabilización, y la política de industrialización y desarrollo económico tampoco constituye una prioridad. La política de industrialización fue sustituida por políticas neoliberales regionales pasivas que buscan únicamente la atracción de la inversión extranjera directa (clústeres, etcétera), y la política de desarrollo económico fue desplazada por el uso de políticas públicas asistencialistas focalizadas. De la misma manera que los gobiernos de México y demás países subdesarrollados se abocaron a aplicar de manera indiscriminada las políticas neoliberales como recetas de los gobiernos de los países industrializados; sería conveniente y urgente que comenzaran el camino de retorno a Keynes, como lo han hecho ya los países desarrollados. Deberían empezar por un cambio radical utilizando políticas activas de estabilización, cuyo objetivo prioritario sea abatir el desempleo y retomar el sendero del desarrollo económico con la aplicación de políticas activas de industrialización.

En esta obra de El retorno a Keynes se explican las condiciones que durante la primera década del siglo XXI determinaron el discreto retorno hacia un keynesianismo práctico en los países desarrollados, y define la vía para un retorno completo hacia la teoría keynesiana en el nuevo contexto macroeconómico mundial. Sin embargo habría que preguntarse: ¿Qué significaría un retorno hacia la teoría de Keynes? Esta obra sugiere que implicaría la reconstrucción de una teoría heterodoxa alternativa contra la conclusión fundamental de la teoría ortodoxa que sostiene que en un sistema de libre competencia existen fuerzas o mecanismos autoreguladores (con precios y salarios flexibles) que eliminan cualquier desequilibrio y conducen automáticamente a una situación de equilibrio eficiente e instantáneo. El retorno a Keynes implicaría entonces el desarrollo de una teoría heterodoxa que suponga condiciones de perfecta flexibilidad de precios y salarios, y plantee la posibilidad que el sistema de libre mercado pueda conducir a situaciones de equilibrio con desempleo involuntario. En este sentido, el retorno a Keynes implicaría, de acuerdo con los autores de esta obra, replantear la intervención económica del Estado en el plano de la inversión; entendiendo que ésta es la única vía para enfrentar las crisis y para solucionar el problema del desempleo. Desde esta perspectiva, el contenido de la obra The Return to Keynes es de gran importancia y actualidad, ya que define los parámetros para explorar y desarrollar desde una óptica teórica moderna al keynesianismo y reinterpretarlo a la luz de la crisis estadounidense de 2008–2009.

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