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Estudios fronterizos

On-line version ISSN 2395-9134Print version ISSN 0187-6961

Estud. front vol.4 n.7 Mexicali Jan./Jun. 2003

 

Reseña

 

El votante mexicano: democracia, actitudes políticas y conducta electoral

 

Comentarios por: Leopoldo Martínez Herrera*

 

Alejandro Moreno. Ed. Fondo de Cultura Económica (FCE), 2003, 252 pp.

 

* Vocal ejecutivo de la Junta Distrital del 01 Distrito Federal Electoral, Mexicali, Baja California.

 

Existen varios métodos o técnicas para abordar el comentario de un libro, cada uno de ellos lo motivan razones literarias, estéticas, de contenido, por motivos innovadores, por razones y argumentación del discurso, así como por su forma estructural.

En mi caso trataré de utilizar una técnica un tanto ecléctica, porque este es el resultado de mi apreciación, es decir, me someto al rigor de mi subjetividad, corriendo el riesgo del equívoco solitario.

Yo creo que con el texto de Alejandro Moreno estamos ante la presencia de un libro y de un investigador inusitado; ahora me voy a explicar.

Las elaboraciones que hemos tenido a la mano producto del esfuerzo analítico de investigadores que han indagado tanto nuestro pasado como el presente de la política y los actores nacionales, han tenido la marca, salvo muy limitadas excepciones, de una excesiva teorización y academicismo, lo cual gestó en este campo una trayectoria de imprecisiones y de confusión respecto a la interpretación de los distintos fenómenos políticos de la nación; también en consecuencia, esta producción sirvió poco como precedente o escalón para avanzar en las investigaciones posteriores; así la marca del periodo autoritario no puede ser remontada porque nos ha faltado una visión de fondo y ópticas múltiples para entender y explicarnos nuestro pasado político inmediato. Igual suerte ha corrido el estudio del periodo postautoritario, al cual le seguimos la huella con la misma vocación científica de antaño, sin percatarnos que la política mexicana como paisaje y sus actores se han dinamizado a una velocidad asombrosa.

Por ello, utilizar el "presentismo", es decir, los sucesos al vote pronto como marco para estudiar precisamente los cambios y las conductas de los actores políticos, descomponerlo en sus elementos más categóricos y someterlos a una valiente y radical postura de medición, no sólo es un atrevimiento positivista, sino una retadora actitud para asumir y tomar los caminos poco recorridos por científicos sociales del país.

Pero hay una salvedad en todo esto, y es que Alejandro Moreno muestra un dominio pocas veces visto en un investigador mexicano, para encontrar pistas, interpretar índices y variables, descodificar los misterios cuantitativos, y por este medio explicar con datos duros y certeros el espectro de los fenómenos político-electorales del país.

Observar a Alejandro Moreno sistematizar los hallazgos, depurar las cifras y dar seguimiento a las tendencias con un rigor pragmático sorprendente y ofrecer las razones científicas de sus argumentos, resulta altamente gratificante.

Vale la pena destacar que el autor de la obra utiliza como objeto de su pesquisa al individuo en su absoluta especificidad, para tratar de abundar en las razones del mismo como portador de su propia decisión. Con ello, los factores que patrocinan su conducta política y electoral dan motivo para entender al elector mexicano, en un nuevo filón investigativo poco usual en México, desde una perspectiva psicológica.

Bueno, una vez ponderadas las destrezas intelectuales del autor, nos interesa ahora tocar algunos puntos interesantes de la obra.

En primera instancia, me resulta claro que sin prescindir de otros elementos significantes del análisis político como podría ser el factor de los "recursos" como dotaciones, dirían otros, que posee el ciudadano para explicar su conducta político-electoral, es el complejo concepto de cultura política el cual, enlazado al concepto de identidad, aparece como factor determinante en la interpretación y explicación en relación con las decisiones electorales individuales.

Un abordaje que tiene gran relevancia para argumentar el discurso de Alejandro Moreno lo es, sin duda, el tema de la identificación partidaria. En el procesamiento de la información que posee, da cuenta de algunos hallazgos que pueden tener un uso incluso pragmático para algunas de las instituciones políticas del país que retome esta aportación con rigor científico. En el texto se puede observar que este sistema de identificación partidaria tiene una gran relevancia y puede ser determinante en la expresión de una decisión electoral individual.

El dinamismo de ese atributo a través del tiempo y estimulada por los acontecimientos diversos del país, van a reflejarse como impacto en las preferencias electorales de los ciudadanos.

En este apartado cobra interés una cierta constancia de la identidad partidaria del Partido Revolucionario Institucional (PRI), aunque con ligera variación en un periodo medio de 12 años, mientras que es más notoria la caída porcentual de su votación. Lo anterior tiene una explicación menos simple de lo que podríamos pensar y el autor lo demuestra, pues la afición priísta se decide electoralmente en forma diferencial de acuerdo con su pertenencia como priísta duro, blando, el independiente duro y el independiente orientado.

El tema de la identidad, sin duda, es un rico filón que el autor procesa de manera muy exitosa, sin embargo, vale la pena reparar que la realineación electoral que termina por beneficiar durante el periodo 1988-2002 a distintas ofertas partidarias, tiene mucho que ver con lo que podemos denominar un proceso de ruptura de identidades que sufrió el PRI, precisamente a partir de las crisis económicas del país que orilló al sistema a descomponer el emplazamiento corporativo y las políticas de subsidio y bienestar social causado por la crisis fiscal del Estado. Una vez roto el pacto populista se liberaron los individuos, lo cual también se desestabiliza el sistema de lealtades hacia el PRI.

De esta manera, durante el periodo 1988-2002 encontramos diferentes pautas de conducta de los ciudadanos que provocan precisamente lo que puede parecer fenómenos de realineación de los electores, sobre todo entre las tres más importantes fuerzas políticas del país.

No obstante, en el sistema explicativo del autor, a partir del concepto de identificación partidaria, el estudio me parece exhaustivo y muy plausible; tal vez en algún momento se puede pensar que sobrevalora algunos sucesos argumentándolos como fundadores de una modificación de la preferencia de los electores. Y en este caso algunas decisiones de política económica pueden ejemplificar esta situación.

Me parece muy consistente el aporte del autor cuando todavía en el rubro de las identidades somete a consideración de los lectores, el fenómeno del desplazamiento de las lealtades entre partidos provocado por un dimensionamiento preciso tanto de lo que él denomina el "reemplazo generacional" como el fenómeno de "conversión".

En un esfuerzo por encontrar otros referentes que nos permitan explicar la construcción de las identidades partidarias, y como señalamos al inicio de esta intervención, llegamos a temas sorpresivos, ya que en contra de la creencia generalizada, es el PRI el que mayormente se beneficia con el factor religioso y sobre todo católico al momento de definir no sólo las identidades, sino incluso el voto ciudadano.

Así como en este tema el autor dimensiona y precisa la intervención de otros factores como el espacio regional, la escolaridad, el género, el ingreso, el grado de exposición a noticias a través de distintos medios, así como la autoubicación en la escala izquierda-derecha, de manera por demás interesante realiza una segmentación por el carácter de mayor a menor intensidad del partidario duro y blando, así como del sector independiente.

En suma, en este rubro el autor ofrece en exceso una gran variedad de nichos que si bien antes señalados por otros autores, no habían sido sometidos al rigor de una observación, medición e interpretación tan intensa y extensa.

Por el lado del grado de estabilidades y las identidades partidarias, el texto nos enseña que, en efecto, si bien es cierto que un partido como el PRI, puede tener un sistema de identidad partidaria más estable que el resto de los partidos, también es cierto que, el sentido del voto bajo ciertas circunstancias se desplaza por rutas diferentes, por lo que dicha estabilidad de identidad partidaria no es garantía de triunfo, como sucedió precisamente en la elección presidencial del año 2000. En este caso la variante puede constituirla las características del candidato partidario u opositor, o bien la evaluación tanto retrospectiva como prospectiva de aquel. Este apunte abre de nuevo el debate en relación con la determinante de la expresión decisiva de las aficiones de los ciudadanos frente a la disyuntiva: es el candidato o es el partido.

Por cuanto hace el factor ideológico como un elemento referencial en la composición de los votantes, me parece muy acertado abordar desde categorías muy precisas cómo la postura respecto a la democracia, la función redistributiva y el papel de Estado, permiten una mayor eficacia para lograr un sistema de identificación de los ciudadanos electores.

En el análisis de la participación electoral, y sobre todo aquel que se refiere a la decisión individual, parece que los hallazgos perfilan el criterio de que son diversos enfoques y factores los que determinan la acción de votar del ciudadano; bajo estas circunstancias, resulta que el ciudadano es cercanamente racional, pero también dada una historia remota y reciente de movilización, aunado a una posesión de ciertos recursos, así como bajo cierto entorno, asume una decisión sufragista; de esta manera se pueden asociar a esta conducta varios indicadores que expresa el autor en su texto: por un lado, la identificación partidista, que sería un factor de movilización, patrocina una mayor propensión a votar; los ingresos y el acceso a la información que se incorpora al criterio de recursos también es un aliciente en el mismo sentido que el anterior pero, por ejemplo, el acceso a mayor información también contribuye a una decisión más racional.

Bajo los criterios anteriormente señalados, parece que este comportamiento sugiere que existe un espacio temporal de indefinición en el paisaje nacional, el cual, no permite identificar sistemas de decisión que definan sistemáticamente el predominio de factores más convenientes en las decisiones agregadas de los votantes nacionales.

No deja de llamar la atención el hecho aquí demostrado, respecto a que en la elección de la alternancia es precisamente el candidato Vicente Fox el que se beneficia de un sector de la izquierda, el cual emite el sufragio a su favor, así como otros sectores, sobre todo aquellos colocados en la posición de centro; ello ubicó al partido Acción Nacional (PAN) en una situación de cacha-todo, lo cual ciertamente no es una posición demasiado cómoda, pues aquí se sustenta en una amalgama de votantes muy inestable; además, esta composición no resuelve el problema de un gobierno de legitimidad precaria de origen. Por otra parte, esta circunstancia coloca al gobierno en una posición de centro-centro, lo que no le permite desarrollar una dirección ideológica incluso práctica en términos gubernamentales, concurriendo en el peligro de desplazarse y desempeñarse solamente en la lógica del poder.

Para finalizar quiero reconocer que lo que hasta aquí dicho no refleja sino apenas una pálida y reflexión menor del extraordinario contenido del libro de Alejandro Moreno. El texto me deja en lo personal como iniciado en estos complejos caminos del análisis político, una miríada de pistas y sacudimientos que me alientan y seguramente alentarán a los que lo lean, para secuestrar varias de ellas y tomarlas como guías seguras en la pesquisa propia.

Bienvenida la obra El votante mexicano: Democracia, actitudes políticas y conductas electorales, de Alejandro Moreno, pues con ella la improvisación y el nominalismo en el estudio de la política son tirados por la borda.

Pienso que a partir de este texto los electorólogos tendrán que refugiarse en la ciencia política para rescatar su oficio y, con ello, su prestigio.

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