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Argumentos (México, D.F.)

Print version ISSN 0187-5795

Argumentos (Méx.) vol.22 n.61 Ciudad de México Sep./Dec. 2009

 

Dossier: Las humanidades y la globalización

 

La Zona: la idea de protección a partir del libre confinamiento en la sociedad globalizada

 

Gerardo Fernández Guerrero*, Sandra Amelia Martí** y Martha Isabel Flores Ávalos***

 

* Doctorando en diseño urbano por la Universidad Autónoma Metropolitana, Área de Desarrollo en Proyecto Arquitectónico. Colabora y participa como docente en la EMADyC de la ULSA y en la Universidad Iberoamericana, campus Santa Fe.

** Doctoranda en diseño en la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Azcapotzalco. Maestra invitada por la UAM–Xochimilco en Ciencias y Artes para el Diseño, Diseño de la Comunicación Gráfica. Además se desarrolla como investigadora y docente impartiendo cursos y conferencias en distintas instituciones públicas y privadas. Es miembro del colectivo de artes visuales Mujeres ocupadas.

*** Doctoranda en diseño en la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Azcapotzalco. Profesora–investigadora en el Departamento de Síntesis Creativa de la División de Ciencias y Artes para el Diseño de la UAM–Xochimilco. Además, es becaria por el gobierno de Polonia para estudiar en la Academia de Artes de Poznan.

 

Resumen

El presente trabajo es una reflexión sobre la interacción de los seres humanos entre sí y con su entorno enfatizando los conceptos de identidad, territorialidad y cuerpos en un mundo globalizado. La película La Zona del director Rodrigo Plá es el marco de referencia para el título de este artículo y para realizar dicha reflexión. La trama nos coloca frente a la imagen urbana contrastante y controversial de un "muro" que se nos muestra como símbolo de despojo, desplazamiento y exclusión; engendrando, a su vez, acentuados conflictos sociales y espaciales.

Palabras clave: apropiación, identidad, territorialidad, protección, cuerpos, globalización.

 

Abstract

This work is a refection on the relationship between humans and their context and about the concepts of identity, territory and bodies in the globalized world. Rodrigo Plá's film La Zona is the reference for this refection and the title of this work. His flm situates us in front of the urban image of the contrasting and overwhelming "wall" that is the symbol of displacement, exclusion, provoking and creating social and spatial problems.

Key words: Appropriation, identity, territoriality, protection, bodies, globalization.

 

[...] la suburbanización de las ciudades produce habitantes
incómodos, hacinados; y los muy ricos incómodos al
observar este otro. En total: la ciudad es inestable.

Edgard Hall

 

 INTRODUCCIÓN

El cine como instrumento de la mirada contemporánea, muestra en la cinta La Zona del director Rodrigo Plá un aspecto de la realidad social llena de contrastes y paradojas propios de las grandes ciudades. La película nos coloca frente a la imagen urbana discrepante y controversial de un "muro" que se nos presenta como símbolo de despojo, desplazamiento y exclusión; engendrando y acentuando conflictos sociales.

El director narra la historia de tres ladrones que entran a robar a una urbanización cerrada, que posee seguridad privada y de donde nadie entra ni sale, salvo autorización. Los tres intrusos son sorprendidos por una anciana, durante el robo a una de las casas, a la cual matan. En la huida, dos de los sospechosos son abatidos y el tercero se esconde en un sótano. Alejandro, un adolescente que vive en "La Zona" lo descubre. El delincuente y Alejandro tienen la misma edad. El intruso, asustado, le pide ayuda ante la incesante búsqueda que se está gestando en la zona, donde los vecinos sólo quieren tomarse la justicia en su propia mano y de donde probablemente no saldrá vivo. El intruso pierde su condición de ser humano al cruzar el muro que separa a "La Zona" del resto del mundo, donde simplemente se convierte en el enemigo que debe ser destruido.1

La cinta de Plá es el marco de referencia que nos servirá como punto de partida para realizar una serie de reflexiones acerca de la interacción del sujeto con su entorno socio–espacial. Es una exploración de las vivencias del mundo de los incluidos y de los excluidos, del poder, del temor, de la sospecha y de habitantes que gobiernan según sus propias reglas. El análisis y la interpretación se tejen desde el encuentro y el desencuentro de miradas, siempre irrumpidas por el vacío, por las asimetrías, los juegos de poder y de resistencia.

En un primer apartado Gerardo Fernández Guerrero aborda el tema de la identidad y la apropiación referenciado al espacio urbano y cómo éste es entendido por dos sociedades antagónicas representadas por los residentes del fraccionamiento "La Zona" y los pobladores originales del barrio.

Sandra Amelia Martí, por su parte, reflexiona sobre el concepto de territorialidad desde la mirada etológica y cultural, formas en las que se organizan las sociedades humanas.

Finalmente, Martha Isabel Flores Ávalos nos sitúa en el campo de la sensorialidad, desarrollando el tema del miedo al roce, entendido éste como una exageración al sentido natural de protección propio del ser humano, y como control social. Este tema nos hará reflexionar sobre la posibilidad del ser humano de establecer vínculos.

 

IDENTIDAD Y APROPIACIÓN

La galardonada cinta La Zona del director Rodrigo Plá es una imagen instantánea que evidencia un momento de la ciudad de México; resultado de nuestra caótica cotidianeidad y del deseo de un mejor futuro, aunque sólo sea a través de un discurso. Es un momento definido por la multiplicidad de situaciones, identidades y circunstancias que juegan con nuestra conformación presente.

La Zona refleja claramente cómo en la ciudad cabe toda posibilidad de crear proyectos urbanos con total libertad que transforman el uso de sus espacios concibiendo formas volumétricas llenas de un espíritu de provocación y dinamismo. Sin duda, la cinta se ubica espacialmente en Santa Fe, al poniente de la capital mexicana, un escenario idóneo para representar esta imagen de la disidencia.

El muro simboliza el elemento provocador por antonomasia, no sólo separa físicamente los espacios entre el fraccionamiento y el barrio, sino que también corta de tajo cualquier interacción entre ellos. El muro, nos remite gráficamente a una ciudad amurallada del Medioevo, a la trinchera entre dos bandos en guerra, a la "cortina de acero" que divide dos ideologías. Por una parte, provoca seguridad, protección y resguardo, y por la otra, impotencia, rechazo, exclusión y resistencia.

A partir de las imágenes urbanas desarrolladas en la cinta, podemos observar la generación de escenarios en los cuales se ha concentrado la riqueza económica en ciertos grupos que imponen las condiciones políticas adoptadas por las autoridades ante el incremento del número de personas viviendo en situación de extrema pobreza. Al respecto, David Harvey señala

[...] todo sistema urbano se encuentra en un estado permanente de desequilibrio diferencial. Ciertos grupos, particularmente aquellos con recursos financieros y educación, son capaces de adaptarse de modo más rápido a un cambio en el sistema urbano, y estas capacidades diferenciales con respecto al cambio son una importante fuente de desigualdades.2

De tal suerte, las imágenes del barrio y del fraccionamiento residencial resultan un claro ejemplo de ello, ya que nos permiten reconocer una Ciudad de México descontextualizada y generalizada que, si bien apunta al deseo de una modernidad, no refleja claramente una trama urbana concreta. Ambas imágenes pueden reconocerse como dos caras de una misma moneda, dando lugar a este mundo fragmentado, a la manifestación de inseguridad y violencia, a la aparición y multiplicación de asentamientos marginales y a suburbios residenciales creados para el confinamiento en el hogar, propio de las características de las nuevas propuestas de desarrollos habitacionales "todo incluido", acentuando la segregación socioterritorial. Este concepto para Harvey es un

[...] efecto de separar a la población dentro de una ciudad de acuerdo con sus características socioeconómicas, étnicas o raciales [...] promovidas con una intención exclusivista y excluyente en las periferias urbanas, como un claro síntoma de la pérdida progresiva del papel de la ciudad como espacio de relación.3

En La Zona, la presencia del muro genera dualidades y opuestos. Por una parte, encontramos una arquitectura del paisaje que enmarca geometrías que generan grandes residencias, centros educativos y lugares recreativos representados por un majestuoso campo de golf —imagen misma de elitismo. Por otra, paradójicamente, todo este contexto es abrazado por una imponente montaña cubierta de concreto que se vislumbra en un plano de fondo, es el actor y espectador del inminente crecimiento urbano; un escenario que contiene miles de moradas construidas una sobre otra, una al lado de la otra; hogares que se vinculan visualmente con la bonanza del espacio de los otros, de los de enfrente y lo hacen suyo, se lo apropian aunque sólo sea por medio de la mirada. Continuando con Harvey,

[...] la forma que toma el espacio en la arquitectura y, por consiguiente, en la ciudad es un símbolo de nuestra cultura, un símbolo del orden social existente, un símbolo de nuestras aspiraciones, nuestras necesidades y nuestros temores.4

En la cinta, la imagen de la ciudad es el vínculo esencial entre las características particulares del espacio urbano y la identidad social del ciudadano donde se refleja su inserción a determinado grupo o grupos con los que los individuos se identifican. Este vínculo responde a la necesidad de pertenencia que todo sujeto tiene para realizar y dar significado a su existencia. En este sentido, la identidad social sería "aquella parte del autoconcepto de un individuo derivado de su conocimiento de su pertenencia a un grupo o grupos sociales unidos al valor y significado emocional de dicha pertenencia".5 Las características propias de cada ciudad proporcionan a sus habitantes ese referente espacial que los ubica dentro de un grupo social determinado.

La imagen urbana representada en la cinta es propia de una ciudad en interacción entre la población y su ambiente, escenario de conflictos espaciales, sociales, familiares y personales. La vida de los habitantes de ambos bandos adquiere un significado especial a partir del momento de la incursión de los marginados a "La Zona" a través del muro, es entonces que el concepto de identidad se percibe latente en toda acción, construyéndose, ineludiblemente, con base en las tensiones y las luchas generadas por tal evento.

La marcada oposición de clases sociales de los dos grupos antagónicos da lugar a diferentes identidades basadas en la otredad. En palabras de Sergio Tamayo y Kathrin Wildner:

La otredad es condición de la autoafirmación. Esto es así porque la identidad es relacional. Existe en relación con otros. Soy y me reconozco en la medida que me diferencio del otro que no soy. Mi afirmación es la negación del otro. El reconocimiento del "nosotros" porque nos identificamos, compartimos, estamos, hacemos y decimos juntos está sobre la base en que reconocemos al otro, o a "ellos" con quienes no nos identificamos, no compartimos, no estamos en el mismo lugar, no hacemos y decimos lo mismo y nos diferenciamos.6

La imagen del muro construye identidades contrastantes que se dan en oposición a otras, es "el reconocimiento de un estar aquí, del yo implicando el reconocimiento de un estar allá, del otro. Aquí es el espacio interior, el de nosotros. Allá es el espacio exterior, el del otro".7

Por otra parte, para comprender el concepto de apropiación habría que inferir que, en el fondo, nuestra realidad se limita al entorno que nos rodea de manera íntima, al que nos acompaña, somos parte del lugar que nos da cobijo y alimento, de aquel que nos marca. Así, entonces, apropiarse no quiere decir otra cosa que dejar a los sujetos y a los objetos la posibilidad de relacionarse entre sí y en el lugar, en palabras de Henri Maldiney es "la interacción entre una cosa y un sujeto, es una comunicación intersubjetiva, doble inserción, presencia común".8 Dicho de otra manera, es la acción de entrar en contacto con las cosas y vivir por medio de ellas.

Los residentes de "La Zona" se apropian, toman y se entienden con un espacio que antaño pertenecía a los pobladores del barrio. Es a partir de la presencia del muro que este sentido de apropiación cobra fuerza, esa imagen es una parte de su nueva identidad, es el acto mismo de la posesión y pertenencia. Para los habitantes del barrio, sin embargo, el muro encarna la imagen de rechazo, aislamiento, exclusión, segregación y la imposibilidad de volver a pertenecer al lugar de antaño. Para unos y otros el muro genera conflicto, antagonismo y principio y/o fin del territorio, Martín Heidegger lo expresa de la siguiente manera: "el límite no es aquello donde algo termina, sino más bien, como los griegos lo habían observado, aquello a partir de lo que algo comienza a ser".9

Por todo lo anterior, podemos entender los conceptos de identidad y apropiación manejados en la cinta como una reafirmación colectiva del sentido de pertenencia del territorio y del poder a partir de coincidencias y conveniencias entre dos sociedades distintas.

 

TERRITORIALIDAD

En el presente apartado haremos referencia a los aspectos que involucran el comportamiento humano y su relación con el espacio urbano, lo cual nos lleva a desarrollar el concepto de territorialidad desde dos visiones: la etológica que establece contactos análogos de la conducta humana con la conducta animal y la sociocultural que se desprende del aprendizaje individual o colectivo para formar esquemas de relación espacial.

 

VISIÓN ETOLÓGICA

La territorialidad es uno de los principios centrales de la teoría etológica. La mayoría de los naturalistas consideran que es una parte innata de la conducta animal; todos los animales tenderían a mantener territorios fijos y espacios individuales, estableciendo límites y excluyendo o admitiendo a quien ellos quisieran. En la película de Rodrigo Plá, la territorialidad está definida por el muro y se determina por la diferencia de las clases sociales, esto se explica, desde esta visión, como la tendencia humana manifiesta a poseer, defender y organizar un área geográfica delimitada de manera instintiva.

Como sucede en las especies animales, la posesión y la identificación con un territorio constituyen para los humanos prerrequisitos para la satisfacción de necesidades básicas tales como seguridad, estímulo e identidad. Conceptos constantemente presentes en La Zona, que se manifiestan a través de la dinámica de la tensión provocada entre las contrastantes clases sociales que nos remiten a diferentes "manadas en pugna".

Muestra de ello es la postura de los residentes del fraccionamiento al decidir, ante la amenaza a su estabilidad, ejecutar de manera salvaje e irracional al único ladrón sobreviviente.

 

VISIÓN SOCIOCULTURAL

Para apoyar la visión de territorialidad como producto sociocultural haremos referencia a las cuatro funciones básicas que plantea Soja:

1. Fortalecer el control sobre el acceso al territorio

2. Ratificar el poder a través de su vinculación directa al territorio

3. Enfatizar la relación social de dominación

4. Actuar como contenedor espacial de hechos y actitudes

En la cinta, estas funciones son desarrolladas de manera contundente, ya que "La Zona" es mostrada como un lugar de residencia privilegiado, privado, hermético, vigilado, amurallado y autónomo. Un concepto de territorialidad idealizada que pseudo garantiza una forma de convivencia y que es comprendido como objeto de consumo, un instrumento político y un componente de la lucha de clases. Al respecto, David Harvey apunta:

[...] la ciudad es una condensación material e histórica de las relaciones entre clases sociales y de las prácticas de esas clases. Bajo las relaciones sociales del capitalismo, todos sus componentes asumen la forma de mercancía.10

Este concepto se manifiesta en las grandes urbes bajo la perspectiva de una desmesurada construcción de condominios privados y la sobreproliferación de los barrios populares, acentuando, cada vez más, la fragmentación espacial y social. En esta dirección, Makowski señala que

[...] la nueva arquitectura de la ciudad y de los espacios expresa las formas contemporáneas de organizar y controlar las diferencias sociales. Los límites y las exclusiones refuerzan las distinciones y las desigualdades. La experiencia urbana se resguarda y se retrae de la diferencia. Hay un cambio drástico en las formas de representar y simbolizar lo urbano: islas, fragmentos y fortificaciones conforman las ciudades de hoy.11

Desde esta perspectiva, parafraseando a Soja diremos que cuando la sociedad humana comenzó a incrementar significativamente su escala y complejidad, la territorialidad se reafrmó como un poderoso fenómeno de organización y conducta. Para este autor la territorialidad específicamente humana tiene tres elementos: el sentido de la identidad espacial, el sentido de la exclusividad, y la interacción humana con el espacio. La película plantea estos elementos a partir de las siguientes acciones:

• Solamente hay acceso a "La Zona" a través de un filtro–control con apoyo de la tecnología, lo cual proporciona sentido de pertenencia del espacio.

• Los residentes de "La Zona" dictan sus propias leyes trasgrediendo cualquier principio de civilidad colectiva.

• Dentro de "La Zona" la relación con el espacio se autosatisface por la presencia de áreas sociales, culturales, recreativas y privadas.

Por todo lo anterior, podemos decir que la conducta humana, así como su relación con el espacio urbano influyen y afectan las áreas geográficas que delimitan los territorios.

 

MIEDO AL ROCE, LOS CUERPOS ASUSTADOS

En el presente apartado, analizaremos el miedo al roce como fenómeno natural que afecta a las sociedades de todos los tiempos, el miedo al contacto cuerpo a cuerpo entre sujetos de realidades distintas, como si la condición del ser humano estuviese determinada por las diferencias y no por las empatías.

Las tensiones de las miradas entre los individuos semejantes de "La Zona" conforman una serie de relaciones que asumen diferentes puntos de vista; por una parte, las miradas de desconfianza entre los moradores del fraccionamiento residencial representadas por aquellos que están a favor de una solución pacífica y por los que están por la violencia; por otra, las miradas cómplices entre los que someten, la mirada tensa entre padres e hijos tratando de buscar la verdad y la elocuencia en medio del absurdo; finalmente, la mirada de duda entre dos sujetos iguales pero insertos en realidades diferentes; ésta es una mirada del miedo a la comunidad brutalizada. Sin embargo, el director dibuja un atisbo de esperanza en la mirada de empatía que empieza a surgir entre los dos adolescentes de distintos entornos que, más allá de las diferencias y azorados ante los hechos que los superan, en muchos sentidos, no llegan a caer en la jugada de los adultos y se permiten compartir sus miedos y confiarse las verdades, acto que queda registrado gracias al aparato tecnológico que por momentos protege, otras veces evidencia y otras más, somete. Sólo a partir de este artificio es posible comunicarse una verdad honesta que, desgraciadamente, no llega a salvar vidas.

Como dice Richard Sennett, en su obra Carne y piedra, sólo la capacidad para reflejarse en el otro nos hará volver a tener un sentido de comunidad entre los habitantes de las grandes urbes. Él lo llama el cuerpo cívico, este hecho sólo será posible gracias a la capacidad del individuo por sentir dolor por el otro. Al respecto, el autor apunta: "El cuerpo que acepta el dolor está en condiciones de convertirse en cuerpo cívico, sensible al dolor de otra persona, a los dolores presentes en la calle, perdurable al fin —aunque en un mundo heterogéneo nadie puede explicar a los demás qué siente, quién es".12 En "La Zona" eso es lo que logra hacer el adolescente que ha posibilitado el diálogo entre dos clases sociales que se desconocen y no tienen ningún interés por entender sus problemas. El joven de la clase pudiente acepta el dolor ajeno, tal vez no lo comprende a primera instancia pero ha hecho un esfuerzo por explicarse lo que ocurre en su espacio vital, donde la tensión provocada en el contexto afecta cada vez más a cada miembro de su familia.

Referente al fenómeno de cómo nuestro cuerpo y nuestro pensamiento dominan los procesos de urbanización, Sennett habla de los cuerpos narcotizados y nos comenta: "Este deseo de liberar el cuerpo de resistencias lleva aparejado el temor al roce, un temor evidenciado en la planificación urbana contemporánea".13 A partir de esto, podemos decir que este temor es lo que lleva a los residentes de "La Zona" a abusar de sus derechos a la privacidad y a los privilegios que les otorga ubicarse por encima aun de las propias autoridades. En oposición a esta desmedida sensación de protección, encerramiento y aislamiento, que nos lleva al extremo de construir muros que nos aíslan, los arquitectos Bloomer y Moore hablan de la necesidad de desarrollar una arquitectura más congruente con la sensibilidad y el placer del habitar más allá de los aspectos meramente funcionales o prácticos heredados del pensamiento cartesiano. Estos autores manifiestan que existen unos sentidos especiales que nos permiten tener consciencia de nuestro adelante–atrás, arriba y abajo, que son el sentido háptico y el sentido de orientación. Esta capacidad que tiene nuestro cuerpo nos posibilita tener las sensaciones de proximidad o lejanía, frío, calor, lo cual nos ayuda a defendernos de los posibles peligros y nos ha permitido "estar" en el mundo.

En otras épocas históricas, la necesidad de protección contra invasiones y calamidades nos llevó a construir murallas. Actualmente eso no ha cambiado; ese parece ser el estilo que impera en la imagen urbana de nuestras ciudades.

El miedo al contacto con la violencia, con la pobreza, con los problemas de la vida urbana, provoca el encerramiento en espacios idealizados en los que la segmentación llevada a los extremos genera una intimidación más terrible e injustificada de la que se vive afuera. Parece como si la naturaleza primaria del hombre fuera siempre la misma a pesar de la "civilización". El ser humano actúa por instinto y lucha por su territorio de manera primitiva y brutal, como en la época de las cavernas, y todo en nombre de la "privacidad" y la "protección". La jungla está en todas partes. Pero hay que decirlo, nuestra postura como ciudadanos nos ubica en ambas partes del muro; barrio y fraccionamiento son susceptibles y vulnerables a cualquier hecho.

Como en la novela de William Golding, El señor de las moscas, hay un momento en el que la ira obnubila la condición civilizada del sujeto y lo vuelca hacia acciones terriblemente violentas; entonces ¿cuál es la esencia del hombre? Este cuestionamiento lo detalla el director de La Zona cuando nos muestra a los residentes del fraccionamiento confados en la protección que les genera el muro pero que, a pesar de ello, el miedo al roce con el exterior, con los otros, con los que no son iguales a ellos, les provoca cometer acciones llevadas al extremo, en donde las víctimas se vuelven victimarios o se convierten en verdugos.

 

CONCLUSIONES

EL ESPACIO OBSERVA AL ESPACIO

Como hemos podido observar a partir de la cinta La Zona cuya trama no se aleja de la realidad que vivimos en nuestro país y en el resto del mundo, los muros continúan siendo la solución para remarcar las diferencias de todo tipo entre los seres humanos y el contexto urbano que les rodea.

Finalmente haremos algunas reflexiones acerca de las percepciones que nos generó el muro como objeto de estudio del presente trabajo:

La percepción de ambos sectores sociales del espacio urbano es de contundente presencia. Unos miran a los otros a través del muro, pero desde diferentes perspectivas; la que establece privilegio, la visibilidad ideal, es la del cerro, porque observan cual anfiteatro griego al condominio habitado por los temerosos residentes de "La Zona", quienes, a su vez, observan una colmena gris amurallada y escalonada, de intensa monotonía habitada por un número incontable de personas.

A partir de la mirada del director recibimos un atisbo de esa sensación de inseguridad que generamos en el entorno de la ciudad propia de las dinámicas sociales del ser humano de todas las épocas históricas, y que se acentúa dentro de este mundo globalizado. La tendencia a la sobreprotección y a la defensa del territorio, por la defensa de la paz tensa, en nombre del egoísmo, de la individualidad, del miedo y de la ira. Reconocemos que se trata de una mirada valiente, desencarnada de lo que somos capaces de hacer apelando a los actuales satisfactores heredados de la modernidad, al costo que sea. El autor nos deja leer entre líneas que la civilización es relativa.

Hemos llevado a cabo estas reflexiones para hacernos conscientes de que nuestra sociedad vive los grandes problemas heredados de múltiples factores que van más allá de todo control pero que son los elementos con los que hemos aprendido a vivir. La Zona es una pequeña muestra de la inmensa complejidad en la que nos desenvolvemos los habitantes de esta maravillosa y contradictoria Ciudad de México.

Aceptamos que existen infinidad de miradas de análisis e interpretación que se despliegan en torno a la película, sin embargo, hemos querido reflexionar sobre apropiación, identidad, territorio y cuerpo que son los conceptos detonantes de nuestras propias miradas.

 

FICHA TÉCNICA DE LA PELÍCULA

Dirección: Rodrigo Plá.

Países: México y España.

Año: 2007.

Duración: 97 min.

Género: Drama.

Interpretación: Daniel Giménez Cacho (Daniel), Maribel Verdú (Mariana), Carlos Bardem (Gerardo), Daniel Tovar (Alejandro), Alan Chávez (Miguel), Mario Zaragoza (comandante Rigoberto), Mariana de Tavira (Andrea).

Guión: Rodrigo Plá y Laura Santullo; basado en un cuento de Laura Santullo.

Producción: Álvaro Longoria.

Música: Fernando Velázquez.

Fotografía: Emiliano Villanueva.

Montaje: Bernat Vilaplana y Ana García; con la colaboración de Nacho Ruiz Capillas.

Dirección artística: Antonio Muñohierro.

Vestuario: Malena de la Riva y Adela Cortázar.

 

BIBLIOGRAFÍA

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NOTAS

1 http://es.movies.yahoo.com/l/la–zona/critica–3550720.html/.

2 David Harvey, Urbanismo y desigualdad social, México, Siglo XXI Editores, 1979, p. 53.

3 Ibidem, p. 58.

4 Ibidem, p. 53.

5 H. Tajfel, Grupos humanos y categorías sociales, Barcelona, Herder, 1984, p. 292.

6 Sergio Tamayo y Kathrin Wildner, Identidades urbanas, Cultura Universitaria núm. 85, Serie Ensayo, México, UAM, 2005, p. 23.

7 Ibidem, p. 24.

8 Henri Maldiney, Comprendre, en regard, parole, espace, París, Lausana, 1973, p. 65.

9 Martin Heidegger, Bâtir, habiter, penser, en Essais et conférences, París, Gallimard, 1954, p. 47.

10 David Harvey, Urbanismo y desigualdad social, México Siglo XXI Editores, 1979.

11 Sara Makowski, "Memorias desde la intemperie. Exclusión social y espacio: los chavos de la calle en el centro histórico de la Ciudad de México", tesis de doctorado en ciencias antropológicas, México, UAM–Iztapalapa, 2004, p. 58.

12 Richard Sennett (1994), Carne y cuerpo, Madrid, Alianza Editorial, 2003, p. 400.

13 Ibidem, p. 23.

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