SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.18 issue4Conocimientos, actitudes y comportamiento sexual en un grupo de adolescentes chilenos author indexsubject indexsearch form
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

Related links

  • Have no similar articlesSimilars in SciELO

Share


Perinatología y reproducción humana

On-line version ISSN 2524-1710Print version ISSN 0187-5337

Perinatol. Reprod. Hum. vol.18 n.4 Ciudad de México Dec. 2004

 

Perinatol Reprod Hum 2004; Vol. 18(4):231-239
ARTÍCULO ESPECIAL

 

LA MORTALIDAD DURANTE LA PRIMERA INFANCIA EN MÉXICO: SUS CAUSAS†

 

ISIDRO ESPINOSA DE LOS REYES

† Considerando la importancia que para el Instituto Nacional de Perinatología tiene la imposición del nombre "Dr. Isidro Espinosa de los Reyes", hemos considerado petinente reproducir uno de sus trabajos publicados originalmente en: Gaceta Médica de México, marzo de 1925, Apéndice al No. 3.

La mortalidad embrionaria o fetal y la mortinatalidad en México, alcanzan al 7.26 por cada 100 embarazos, y su causa principal es la sífilis.

 

I

En apariencia, traspaso las demarcaciones del tema legal, comenzando por la mortalidad embrionaria y la mortinatalidad. La irrupción, si la hubiere, estaría justificada por mi espíritu de aclaración demostrativo, pero no la hay: entre la mortalidad del niño, en el primer mes de vida, la del prematuro y la del embrión, existen los mismos ligamentos que entre todos los fenómenos producidos por la misma causa, son consecuencia del mismo antecedente, estados patológicos de las mismas etiologías, todo ello con una misma solución: la muerte, el accidente de la muerte, que diría Metchnikoff. El vocablo "niño" es nada más un delineamiento transitorio, en el lenguaje eugenético. La vida del hijo es endógenica de la madre, y en el misterio del embarazo es en donde debemos sorprender y combatir las causas más importantes de la mortalidad en la primera infancia.

La proporción de la mortalidad embrionaria o fetal es difícil de precisar. Por una parte, muchas mujeres tienen falsos partos, sin darse cuenta, durante los primeros meses del embarazo; por otra, un gran número de ellas aborta sin llamar al médico. El hecho indudable es la considerable frecuencia de los abortos.

En Francia, según Gillemeau y Devilliers, tiene lugar un aborto por cada cuatro o cinco embarazos. Según Doleris, se producen entre tres y 10 abortos por cada 100 embarazos, a juzgar por los datos obtenidos de 100,000 observaciones registradas en las maternidades parisienses. Las cifras son más elevadas cuanto más populosos son los barrios. De acuerdo con George Bertillon, en París se registran 1,000 abortos por cada 8 a 9,000 nacimientos.

Los franceses clasifican las causas de aborto o interrupción del embarazo, así:

1. Sífilis de los padres en primer lugar.

2. Provocación intencional.

3. Tuberculosis.

4. Cáncer.

5. Intoxicaciones diversas.

6. Alcoholismo.

7. Infecciones agudas.

8. Traumatismos accidentales o quirúrgicos.

9. Fatiga.

Respecto a mortinatalidad, el número de casos anotado por Xobecourt y Schreiber fue en 1911, de 38,840; en 1912, de 34,312, y en 1913, de 34,119.

Si se relacionan estas cifras con los nacimientos, se encuentra una proporción media de 44 nacidos muertos por cada mil nacidos vivos.

Durante el primer semestre de 1914 se contaron 14,154 nacidos muertos, y durante el periodo correspondiente de 1915, 10,364; una disminución de 3,790.

Puede decirse, como dato conservador, que la mortalidad en Francia alcanza 10 a 12 por cada 100 nacidos vivos.

Sífilis es la causa preponderante de la expulsión de nacidos muertos.

En Alemania la cifra de los abortos parece ser tan elevada como en Francia; se produce, dice Hegar, un aborto por cada ocho o diez nacimientos. Seitz asegura uno por cada cinco o seis nacimientos. Para estos autores el número de abortos anuales en Alemania ascendería a 200,000 o 400,000. Dato curioso: las persecuciones judiciales por manipulaciones abortivas, en ese país, parecen ser más numerosas que en cualquier otra parte del mundo.

La mortalidad intrauterina en México arroja las cifras siguientes, según el Registro Público:

Los bautizos, en 1923, ascendieron a 25,697, según datos de todas las parroquias de esta ciudad.

Estas mismas cifras, ordenadas por causas y en tantos por ciento respecto del total de muertes intrauterinas, son:

El promedio de muerte intrauterinas, en este periodo de siete años, es de 1,867, y, relacionado con los 25,697 nacimientos habidos en 1923, da 7.26 muertes intrauterinas por cada 100 nacimientos. Quizá la cifra no es tan alta, como en los países más adelantados, porque en el nuestro, las manipulaciones abortivas están aún poco generalizadas.

 

II

En México mueren 28 niños, en la primera infancia, por cada 100 nacimientos; proporción mayor que la de cualquiera de los 20 países más civilizados del mundo (Tabla 1).

El Departamento del Trabajo de los Estados Unidos, para el año de 1917, reportó las siguientes cifras de muertos en la primera infancia por cada 100 nacimientos:

 

El renglón de este estado, que corresponde a México, ha sido agregado por mí, con fundamento en las noticias que más adelante asiento.

Los nacimientos, según las cifras del Registro Civil, en el año de 1923, fueron 8,307. Los bautizos, en el mismo año, según datos producidos por las parroquias, fueron 25,697. La discrepancia de 17,390 es una nota cómica por ridícula. El número de niños muertos en el mismo año de 1923, de acuerdo con el Departamento de Salubridad Pública, fue de 7,141.

Ahora bien, tomando como divisor el de bautizos, que es mayor y, seguramente, más aproximado al verdadero, que el del Registro Civil, resulta que la proporción de muertos durante los dos primeros años de edad, en 1921, respecto de los nacidos, en la ciudad de México, es de 28 por ciento

Con respecto al mismo punto de la grande distancia que siempre ha existido entre las cifras del Registro Público y la verdad, e1 Doctor Demetrio Mejía se expresaba en 1879 en estos términos: "Es decir, que, aproximadamente 31,276 dejaron de cumplir con la ley, e igual número de niños pasan desapercibidos en los libros de nacimientos de Registro Civil: muy censurable, sobre la cual debe fijarse la autoridad".

Las cifras producidas por el Departamento de Trabajo de los Estados Unidos, en la lámina comparativa que acabo de leer y que se refiere a 20 países, corresponden a la necrología de la primera infancia, durante 1917, en tanto que la proporción de 28 de la ciudad de México, se refiere al año de 1923. Como en México nada o casi nada hemos hecho para disminuir la mortalidad en la primera infancia y, por el contrario, aquellos países vienen disminuyéndola, año tras año, es de suponerse que para 1923 su proporción sea menor, mientras la nuestra permanece igual, lo cual hace más conservador mi dato de 28 muertos en la primera infancia por cada 100 nacidos.

Intencionalmente, me he concretado al año1923, para obtener la proporción de muertes, respecto de nacimientos, y compararla con la de otros países. Digo intencionalmente, porque el 1923 fue un año normal y sus estadísticas producen el mismo resultado que el promedio de diez años. Un promedio, un común denominador, el eje de una curva, se busca cuando se ha menester de un factor normal constante: pero, en el caso actual, no necesitamos adquirirlos: el 1923, repito, fue un año normal: normal el dividendo de 7,141 niños muertos: normal el divisor de 25,697 bautizos; y normal tendrá que ser el cociente de 28 muertos por cada 100 nacimientos. Es inútil que nos sorprenda la noche de estas necrologías en medio de un bosque de estadísticas apretadas por la exuberancia de diez años.

 

III

La mortalidad en la primera infancia, en México, como en otros países, es menor cuanto mayores de edad son los niños; más elevada, cuanto más pequeños; alcanza su máximum en las primeras semanas de vida.

 

IV

Debe imputarse a las causas prenatales y natales, el mayor contingente de niños muertos durante la primera infancia.

 

V

Entre las causas prenatales y natales, la sífilis produce mayor número de víctimas, en la primera infancia.

¿Por qué en casi todos los países del mundo, la proporción de los niños que mueren, durante el primer mes de vida, es cuatro, cinco y seis veces mayor que la de los que mueren en el segundo? ¿Por qué es diez y doce veces mayor que la de los que mueren en el duodécimo?

La razón es que los países son enfermos, que no han recibido toda la atención que necesitan, que la madre, especialmente, no ha sido protegida y cuidada con oportunidad durante el embarazo y el parto. La falta de recursos de la madre, el exceso de trabajo, la fatiga, la ignorancia son otras tantas causas de mortalidad para el niño, en sus primeras semanas de vida.

Los niños que mueren a pocos días de nacidos, vinieron al mundo sin defensas para la lucha de adaptación, su capital vital estaba precedido del signo menos, representaban una sucesión cuyo activo exiguo desapareció cuando el medio exterior hizo efectivas las primeras exigencias, seres que sucumbieron en el esfuerzo mismo para realizar la ecuación de la vida.

Las muertes en la primera infancia por cada 1,000 nacimientos ocurridos en el área de registro de los Estados Unidos, durante 1918, por orden de edades, es como sigue:

 

Vienen ahora las mismas cifras agrupadas por causas:

 

En 1919, en los Estados Unidos, 17,800 madres perdieron la vida a consecuencia del parto; lo cual colocó a esta nación en un lugar muy desventajoso respecto a mortalidad materna.

La cuota de defunciones relacionadas con el parto aumentó de 6.1 por 1,000 alumbramientos a 6.2, en 1916; 6.6, en 1917; y 7.4, en 1919.

La mortalidad materna en los Estados Unidos demuestra que este gran país permite que mueran miles de madres cada año, por causas evitables. De 17,000 mujeres que murieron en 1917 a consecuencia del parto, cerca de 7,000 murieron por sepsis puerperal, enfermedad casi enteramente evitable; el resto de 10,000 murió por causas también en gran parte evitables.

En 1917 el parto causó más muertes entre mujeres de 15 a 41 años de edad que cualquiera otra enfermedad, excepto tuberculosis; causó en el mismo año, en el grupo de esa edad, más de cinco veces más muertes que la fiebre tifoidea.

Durante l7 años, de 1900 a 1917, la cuota de tifoidea ha sido reducida a una tercera parte, la de tuberculosis, marcadamente reducida: la de difteria, reducida en más de la mitad; en otros países ha habido una disminución en la misma cuota de muertes por parto, pero en los Estados Unidos ninguna indicación de disminución en la cuota de muertes maternales ha aparecido todavía.

La muerte de la madre es una pérdida inmensurable. Se extiende, en general, al bienestar del hogar y de los hijos; en particular, al niño huérfano que se enfrenta con una existencia peculiarmente azarosa. Por ejemplo: en dos de las ciudades incluidas por la Oficina del Niño en su estudio de la mortalidad infantil, la proporción de mortalidad de niños, cuyas madres murieron durante el año siguiente al parto, es igual a la de todos los niños muertos en la ciudad. En Waterbury la proporción entre los niños huérfanos es tres veces mayor que el promedio de toda la ciudad. En Baltimore, cinco veces el promedio de la ciudad.

La pobreza y la ignorancia son los enemigos más crueles de la mujer embarazada y del niño. En el fondo, en último análisis, quizá todo es ignorancia.

En Francia el número de niños muertos durante el primer mes, por cada 100 muertos de 0 a 1 año de edad, es como sigue:

En el primer mes, según Wallich, la mortalidad presenta dos acentuaciones muy definidas: la primera y la tercera semanas. De 1893 a 1907 la mortalidad infantil en París ha sido, durante el primer mes de existencia, igual a la de los otros 11 meses del primer año, según el mismo autor.

Los niños nacidos prematuramente y atacados de debilidad congénita dan una proporción notable de muertes. De 1802 a 1901, según Jarricot, el número de muertos de 0 a 1 año sobre 1,000, imputable a la debilidad congénita, fue el siguiente:

En 1911, sobre 118,205 muertes, de 0 a 1 años, se han contado 24,450 causados por debilidad congénita.

Cerca de la mitad de los niños que mueren durante los primeros meses son nacidos antes de término: en 407 muertes de niños venidos a la clínica Baudeloeque había 198 prematuros.

No todos los prematuros son igualmente expuestos a la muerte, hay que tener en cuenta muchos factores.

La mortalidad es tanto más grande cuanto más lejano es el término del nacimiento. Las cifras recogidas por Potel, en 1895, son demostrativas:

Varía según las causas que provocan el nacimiento prematuro, los que resultan de un accidente son pocos, son, sin embargo, elevados como una consecuencia hereditaria: sífilis, tuberculosis, infección o intoxicación maternal (alcohol, plomo, mercurio).

Entre las causas de nacimiento prematuro y de debilidad congénita, hay que señalar el trabajo de la madre durante el embarazo. Desde 1895 Pinard ha insistido sobre la feliz influencia que tiene sobre el niño el reposo que la madre toma durante las semanas que preceden al parto.

El reposo prolonga la duración del embarazo. Mme. Sarraute-Lourie ha comparado 1,550 mujeres, admitidas a1 asilo Michelet , con 1,550 mujeres que habían trabajado hasta el momento del parto; y ha demostrado que el embarazo de las primeras duró, en término medio, veinte días más que el de las segundas.

Los niños de las madres que descansan son más bellos que los de las madres que trabajan. E1 peso medio al nacer pasa el de los otros: 300 gramos (Pinard), 341 gramos (Bachmont), de 230 gramos, Letourneur.

Veamos a este respecto lo que sucede en la ciudad de México. Desde luego, por el cuadro que sigue, se nota que, como en todos los países, la mortalidad tiene una pavorosa acentuación en el primer mes de la vida del niño; se percibe, al primer golpe de vista, la enorme desproporción entre el número de los seres que desaparecen en el primer mes de vida, respecto de los que mueren en los veintitrés meses siguientes. El número de los que mueren en el primer mes es cuatro veces mayor, que los muertos en el segundo:

Más importante aún es saber que en la primera quincena de edad mueren cuatro veces más que en la segunda, y vuestro asombro tocará su límite con la noticia de que, en el primer día de vida, los niños mueren en un número 50 veces mayor que a los 30 días, según la plancha siguiente:

En la ciudad de México, durante 1923, murieron 700 niños de debilidad congénita o marasmo; denominación cuya holgura no tiene límites y que todavía habremos de usar por mucho tiempo; cuando menos, mientras no se definan las verdaderas etiologías de este síndrome, que seguramente son varias. Entre todas ellas, en mi concepto, la de más importancia, la que mayor número de víctimas causa, es la sífilis; por más que con mucha frecuencia el niño, en quien recae el diagnóstico de debilidad congénita, no presente en esta especie de nebulosa signo característico de cualquiera otra causa.

¿Qué cómo he llegado a esta conclusión? La contestación es obvia.

Las causas que determinan la muerte del embrión, las que interrumpen el embarazo, las que provocan el parto prematuro, las de la mortinatalidad, son, indudablemente, las mismas que determinan la muerte del niño en el primer día de nacido, y quizá algunas de las que la determinan en el curso de la primera infancia.

Sí, pues, las causas posnatales del primer día de vida del niño son iguales a las prenatales y si como hemos visto, al tratar, en capítulo especial, que entre dichas prenatales la sífilis alcanza 46 por ciento, fácil es deducir que predomina la sífilis entre las causas posnatales del primer día de vida del niño.

Pero hay más: en el Centro de Higiene Infantil "Eduardo Liceaga" fueron examinadas, durante dos años -terminados en septiembre de 1924- 975 mujeres. Ya veis que el campo de experimentación es vasto y que la conclusión ha de ser muy próxima a la verdad. De estas 975 mujeres, el 46 por ciento produjeron un Wassermann positivo, y de estas mismas 975 mujeres, el 51 por ciento tenían antecedentes de muerte fetal, aborto o parto prematuro. Como comprenderéis estas cifras no pueden ser coincidentes, sino consecuentes y demostrativas.

VI

El grupo de causas de mortalidad en la primera infancia, que en orden de importancia, es el segundo, por el número de víctimas que se le atribuyen, son las gastrointestinales.

 

VII

Las causas gastrointestinales se exacerban y producen el número máximo de muertes, en la primera infancia, durante el verano.

 

VIII

Entre las causas gastrointestinales de muerte, en la primera infancia, la alimentación inadecuada del niño es, seguramente, a la que debe atribuirse el mayor número de víctimas.

Vienen, en segundo lugar, las afecciones gastrointestinales, la gastroenteritis, como causa de muerte en la primera infancia. Los niños muertos de 0 a 2 años de edad, por este título, en 1923, fueron 2,844 o sea el 40 por ciento respecto del total de defunciones en la primera infancia, en ese año. La cifra es muy elevada comparándola con la de otros partes, según cifras de Cayrol-Brum y Jarricot por el mismo título:

La mortalidad de la primera infancia, por esta causa, está íntimamente ligada con el sistema de alimentación; con la ignorancia y falta de higiene en la preparación adecuada del alimento, con la confección del alimento, según las exigencias individuales del niño.

El papel de alimentación en la salud y vida del niño es incalculable, quiero decir que tiene una importancia infinitamente mayor que la que de ordinario se le atribuye.

La mortalidad en la primera infancia es menor, notablemente menor en los niños alimentados al pecho de la madre. Se desprende de un estudio de Variot y Bordeau de Toutenay, sobre 4,500 niños, hijos de nodrizas de París, que mueren 4.14 por ciento, cifra que ha llamado poderosamente la atención de los expertos en la materia, por lo débil, pues comúnmente este renglón de la necrología infantil es mucho más elevado.

La alimentación mercenaria, comparada con la de la propia madre, es también mucho más elevada, especialmente como cuando en Francia las nodrizas llevan a los niños consigo a vivir en el campo.

Pero, dentro de la misma denominación de gastrointestinales, las muertes en la primera infancia se acentúan de un modo extremo en los niños alimentados artificialmente. Bounai-re dice que alcanza el 16 por ciento: Petit, 32 por ciento. Entre los niños llevados al campo para ser alimentados artificialmente por sus cuidadoras, llega hasta el 63 por ciento, de acuerdo con Petit.

Las estadísticas globales no dan más que una idea imperfecta de la realidad: no toman en cuenta los factores múltiples de alimentación que intervienen a1 lado de las afecciones gastrointestinales para causar la muerte en la primera infancia.

El calor elevado es siempre una amenaza terrible para el niño: es un exacerbante poderoso en las enfermedades gastrointestinales. Los niños durante la época de los calores inmoderados no sólo tienen que luchar contra el debilitamiento producido por la alta temperatura; sino también con la grande probabilidad de que se infecte la leche. Es sabido de todos nosotros, que en el tiempo de calor los gérmenes que pueden haber en la leche se multiplican al infinito con la temperatura alta.

La gente, en general, no sabe proteger la leche contra las inmundicias, contra la descomposición que reconoce varias causas. Y tras esto viene, con frecuencia, la falta de recursos para comprar hielo, útiles, etc.

El tiempo de calor es indudablemente un gran azar para el niño; sin embargo, en este capítulo es en donde todas las naciones que se preocupan por la salud del niño han logrado notabilísimos progresos. Las estadísticas de mortalidad en la primera infancia, para 1923, en la ciudad de México, por grupo de enfermedades, fueron:

 

Las mismas cifras, por meses, para que se note el incremento de la mortalidad en la época de mayor calor:

 

IX

1923, respecto del número total, es 33 por ciento; mayor que la de los centros siguientes:

 

Las enfermedades de las vías respiratorias hacen sus cosechas en los hogares pobres, apiñados, escondidos, obscuros. En patios interiores, en barrios sucios, en callejones, hace los estragos más grandes en los hogares de padres con salario reducido, en donde la higiene, la limpieza, la buena ventilación son casi desconocidos; en donde los rudimentos de una vida decente y cómoda están fuera del alcance de la familia.

La tabla siguiente nos da idea de la influencia económica en la mortalidad en la primera infancia. Mortalidad infantil ocurrida en siete ciudades de los Estados Unidos, durante un año dado, relacionado con las entradas pecuniarias de los padres.

La sífilis ocupa el cuarto lugar en importancia entre las causas de mortalidad en la primera infancia,180 niños murieron de sífilis, en 1923, según datos del Departamento de Salubridad Pública. Estas cifras no son exactas; la mortalidad en la primera infancia, causada por la sífilis es enorme, y si no hubiese más datos precisos que comprobaran mi aserto, bastaría la frecuencia de este mal y sus efectos nocivos en el embrión y en el recién nacido, para adquirir una seguridad plena de que las cifras necrológicas, por este concepto, están en primera fila.

Todos estos niños que la sífilis mató, estaban heridos de muerte desde su época embrionaria; y su muerte, indudable, no era más que cuestión de un futuro inmediato. Desde luego, de estos 180 niños cuya vida segó la sífilis, 97, o sea la mitad, murieron durante el primer mes; y de estos 97, murieron 44 en el primer día. Su clasificación cae bajo mi primera denominación genérica y amplísima de muertes relacionadas con causas prenatales y natales; grupo en que predomina la sífilis.

No necesito, pues, agregar comentario alguno al tratar de este renglón, separadamente, si no es que las estadísticas en nuestro país, lo mismo que las extranjeras, no dan una idea del verdadero número de víctimas que causa este látigo de la humanidad.

Las causas de mortalidad en la primera infancia, en la ciudad de México, tales como la viruela, sarampión, tos ferina, etc., no insertas en los tres grupos mencionados, son de orden secundario y representan al 15 por ciento del total de niños muertos, de 0 a 2 años de edad.

En este grupo de causas entran todos o casi todos aquellos padecimientos que han constituido y siguen constituyendo la tarea de combate diario y rutinario del Departamento de Salubridad Pública. Aquí debería yo detenerme para mencionar las estadísticas de la viruela, sarampión, escarlatina, etc., y poner de manifiesto los éxitos o fracasos en reducir la mortalidad en la primera infancia, por estos títulos; pero, agotado el plazo legal, no he podido extenderme hasta ellos.

Por otra parte, mi interpretación del tema es que, por su índole eminentemente práctica, no debemos lanzarnos a un simulacro de esfuerzos demográficos, a un certamen de sagacidad, para descubrir y aislar, en las estadísticas necrológicas, fenómenos inesperados y recónditos; basta una ojeada sobre los cuadros necrológicos que publica el Departamento de Salubridad para hacerse cargo de que flotan y sobrenadan, en la forma más grosera, los tres primeros grupos en que he clasificado las causas de mortalidad en primera infancia, que por su importancia primaria axiomática requieren una acción preferente por parte del Estado, de las instituciones de beneficencia, de las agrupaciones científicas, causas que han de absorber todo nuestro tiempo y elementos, antes que podamos ocuparnos en filigranas de ingenio, escarceos demográficos y equilibrios higienistas sobre la cuerda floja de nuestros recursos pecuniarios.

 

RECAPITULACIÓN DE CONCLUSIONES

PRIMERA . La mortalidad embrionaria y fetal y la mortinatalidad, en la ciudad de México, alcanzan al 7.26 por cada 100 embarazos y su causa principal es la sífilis.

SEGUNDA . En la ciudad de México mueren 28 niños en la primera infancia, por cada 100 nacimientos; proporción mayor que la de cualquiera de los 20 países más civilizados del mundo, insertos en el cuadro respectivo.

TERCERA . La mortalidad de la primera infancia en México, como en los otros países, es menor cuanto mayores de edad son los niños; más elevada, cuanto más pequeños y alcanza su máximum en las primeras semanas de vida.

CUARTA . Debe imputarse a las causas prenatales y natales, el mayor contingente de niños muertos durante la primera infancia.

QUINTA . Entre las causas prenatales y natales, la sífilis es la que produce mayor número de víctimas, en la primera infancia.

SEXTA . El grupo de causas de mortalidad, en la primera infancia que, en orden de importancia, es el segundo, por el número de víctimas que se le atribuye, son las gastrointestinales.

SÉPTIMA . Las causas gastrointestinales se exacerban y producen el número máximo de muertes, en la primera infancia, durante el verano.

OCTAVA . Entre las causas gastrointestinales de muerte, en la primera infancia, la alimentación inadecuada del niño es, seguramente, a la que debe atribuirse el mayor número de víctimas.

NOVENA . El grupo de causas de mortalidad en la primera infancia, que ocupa el tercer lugar en importancia, por el número de víctimas que se le atribuye, son las afecciones del aparato respiratorio.

DÉCIMA . La sífilis ocupa el cuarto lugar en importancia, entre las causas de mortalidad de la primera infancia.

UNDÉCIMA . Las causas de mortalidad en la primera infancia, en la ciudad de México, tales como la viruela, sarampión, tos ferina, etc., no insertas en los tres grupos mencionados, son de orden secundario y representan el 15 por ciento del total de niños muertos, de 0 a 2 años de edad.

Creative Commons License All the contents of this journal, except where otherwise noted, is licensed under a Creative Commons Attribution License