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Sociológica (México)

On-line version ISSN 2007-8358Print version ISSN 0187-0173

Sociológica (Méx.) vol.37 n.106 Ciudad de México Jul./Dec. 2022  Epub Sep 01, 2023

 

Artículos de investigación

Herederos de capital cultural: mecanismos de reproducción de clase en familias de profesionales en Buenos Aires

The Heirs of Cultural Capital: Class Reproduction Mechanisms in Buenos Aires Families of Professionals

* Universidad de Buenos Aires, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Correo electrónico: <gonzaloseid@gmail.com>. ORCID:


RESUMEN

En este artículo se describen trayectorias de clase social en familias de profesionales y ejecutivos en Buenos Aires. Se efectuaron entrevistas biográficas a varones y mujeres nacidos entre 1965 y 1975 en el seno de familias donde uno o ambos padres eran profesionales universitarios y ocupaban cargos jerárquicos en organizaciones. Se analizó la evolución del patrimonio familiar e individual de distintas especies de capital (económico, cultural, social, simbólico), así como las formas de transmisión y apropiación de recursos para la reproducción o cambio en la posición de clase. Se halló diversidad en las apropiaciones del capital cultural familiar: a menudo la reproducción de clase ocurre a través de apuestas distintas a las de la familia de origen.

PALABRAS CLAVE: trayectorias; clase social; transmisión; apropiación; género; desigualdad

ABSTRACT

In this article we describe social class trajectories of families of professionals and executives in Buenos Aires. We made biographical interviews to men and women born between 1965 and 1975 in families where one or both parents were professionals and held hierarchical positions in organizations. We analized the evolution of family and individual patrimony of different capital species (economic, cultural, social, symbolic), as well as the ways of transmission and appropriation of resources for the reproduction or change in class position over time. We found diversity in appropriations of family cultural capital: class reproduction often occurs through different bets than those of the parents.

KEY WORDS: trajectories; social class; transmission; appropriation; gender; inequality

INTRODUCCIÓN

El presente trabajo se inscribe en la línea propuesta por Daniel Bertaux para el abordaje cualitativo de clase y movilidad social. Los estudios cualitativos sobre clase social han hecho aportes de relevancia teórica, pero no han estado articulados en un programa de investigación determinado. Puede pensarse en estudios muy variados, como La distinción de Pierre Bourdieu, los trabajos etnográficos de Michael Burawoy (1985), estudios feministas sobre clase y género como los de Fiona Devine (1992) y Diane Reay (1998), o algunas aproximaciones etnometodológicas (Travers, 1999).

Específicamente en movilidad social, ha sido Daniel Bertaux quien explícitamente propuso y llevó a cabo un abordaje cualitativo de los fenómenos de movilidad social mediante relatos de vida (Bertaux y Thompson, 2007). Además de lo metodológico, en este caso hablar de estudios cuantitativos o cualitativos tiene otras implicancias acerca del objeto de estudio. Lorenzo Cachón Rodríguez (1989), tras criticar exhaustivamente los supuestos epistemológicos y políticos de raigambre funcionalista en los estudios de movilidad social convencionales, ha propuesto una sociología de las trayectorias sociales, retomando la idea de trayectorias de enclasamiento y desclasamiento de Bourdieu y el punto de vista sobre la movilidad social propuesto por Bertaux.

Los estudios sobre trayectorias tienden a enfocar alguna dimensión particular, típicamente trayectorias laborales y educativas (Muñiz Terra, 2012). Las investigaciones que usan el concepto de trayectorias de clase son menos habituales y por lo general se trata de estudios en temáticas de movilidad social que incorporan en algún punto la aproximación cualitativa, a manera de complemento, en búsqueda de hipótesis que renueven las tradicionales inquietudes en el tema (en Argentina, Kessler y Espinoza, 2003; Pla y Rodríguez de la Fuente, 2014; Dalle, 2016), o bien en algunas investigaciones que abordan las trayectorias de clase específicamente en el sentido de Bourdieu y Bertaux mediante aproximaciones cualitativas (Jiménez, 2014; Seid, 2021). El estudio de las trayectorias de clase puede hacerse sobre alguna comunidad o categoría social específica -como pueden ser migrantes-, sobre alguna cohorte en particular, o sobre algún ámbito de actividad determinado.

En nuestro caso, nos enfocaremos en las trayectorias de clase de hijos de familias profesionales nacidos en el Área Metropolitana de Buenos Aires (Argentina) entre 1965 y 1975. Desde la perspectiva sobre las clases sociales de Pierre Bourdieu, el objetivo de la investigación ha sido describir la evolución del patrimonio familiar e individual de distintas especies de capital (económico, cultural, social, simbólico), las formas de transmisión y apropiación de recursos para la reproducción o cambio en la posición de clase, y la articulación de las trayectorias de clase con desigualdades de género.

Seleccionamos a las familias de profesionales por ser aquellas en las que el capital cultural es la base de su posición social -así como el capital económico puede ser el principal en las familias de comerciantes-. Según información censal, en 1991 sólo 3.7% de la población argentina de 20 años y más contaba con título universitario. Esta cifra aumentó a 5% en 2001 y a 6.9% en 2010. En la Ciudad de Buenos Aires, ya en 2001 un 14% de la población de 20 años y más tenía título universitario y en 2010 un 20.6%; es decir, la pro- porción de profesionales en la ciudad prácticamente triplica a la del país. En el Gran Buenos Aires -localidades de otra jurisdicción, la Provincia de Buenos Aires, que rodean a la ciudad y conforman con ella una gran área metropolitana- en 2010 el porcentaje de personas con título universitario era 5.4%, es decir, incluso por debajo de la cifra nacional.

La proporción de profesionales universitarios ha ido creciendo a través de las décadas en Argentina. La mayor participación y graduación de las mujeres en la educación superior es una tendencia general, que en la Argentina se evidenció a partir de la década de 1990 cuando la proporción de la matrícula de mujeres superó a la de varones (Papadópulos y Radakovich, 2006) y la información censal empezaba a mostrar “el crecimiento de la profesionalización femenina en las promociones más recientes y, a la inversa, la desprofesionalización de las poblaciones masculinas más jóvenes” (Panaia, 1998: 5). En 2015, según la Encuesta Nacional de Estructura Social (del Programa de Investigación sobre la Sociedad Argentina Con- temporánea), para el tramo etario de entre 18 y 24 años, 7.4% de las mujeres tenían nivel superior (terciario o universitario) completo y sólo 4.8% de los varones habían concluido estudios superiores, una diferencia de 50%. Para tramos etarios mayores, la diferencia entre varones y mujeres disminuye (por ejemplo, 19.2% vs. 14% para los que en 2015 tenían entre 26 y 29 años). “Es evidente que, en líneas generales, si bien la mejora educativa fue generalizada, afectó con mayor intensidad a las mujeres, que tenían niveles de instrucción más bajos que los varones varias generaciones atrás, y ahora los han sobrepasa- do claramente” (Kaplan y Piovani, 2018: 246).

En distintas épocas, los estudios que describieron a los profesionales (Reiss, 1955; Power, 2000; Iacobellis y Lifszyc, 2012) los concibieron como una fracción relevante de la clase media, cuya reproducción de clase asume características particulares. Por este motivo, consideramos que el análisis cualitativo de sus relatos biográficos contribuye a comprender cómo ocurre la transmisión y apropiación del capital cultural en la clase media. Asimismo, los enfoques teóricos en torno a la idea de interseccionalidad indican la relevancia de incorporar las relaciones de género en el análisis de procesos de clase social (Martínez García, 2007; Gómez Rojas y Riveiro, 2014; Viveros Vigoya, 2016). Así, nos preguntamos ¿de qué maneras las personas provenientes de familias con títulos universitarios, ocupaciones profesionales y cargos jerárquicos se apropiaron de las distintas formas de capital, en especial del capital cultural? ¿Puede fallar la transmisión? ¿Cómo se manifiestan las desigualdades de género en estas trayectorias?

METODOLOGÍA

En el marco de una investigación más amplia, que incluía otras posiciones de clase, se realizaron entrevistas biográficas a diez personas nacidas entre 1965 y 1975 en familias de profesionales en las cuales alguno de los padres ocupó puestos ejecutivos o jerárquicos. La selección y el análisis de casos estuvieron orientados por la estrategia de muestreo teórico, buscando maximizar las diferencias dentro de la subpoblación de interés. La guía de pautas de entrevista apuntaba a relevar aspectos ocupacionales, educativos y familiares desde la generación de los abuelos hasta la de los propios entrevistados. Para el análisis se confeccionó una grilla en la cual las dimensiones fueron las distintas especies de capital (económico, cultural, social) de cada generación, así como una dimensión referida a la división del trabajo doméstico y extradoméstico según género. Posteriormente se efectuó una codificación en distintos niveles -abierta, axial y selectiva-, siguiendo la lógica de la Teoría Fundamentada, con el fin de generar hipótesis a partir de los datos.

RESULTADOS

LOS RODEOS EN LA HERENCIA DE CAPITAL CULTURAL

Desde las posiciones más elevadas en el espacio social las posibilidades de apropiación de los recursos se expanden cualitativamente, puesto que los bienes materiales y simbólicos que una generación hereda a la siguiente son susceptibles de transformaciones. La transmisibilidad depende de la apropiación, de la síntesis singular de los herederos a partir de los recursos. En distintos relatos se manifestaron elecciones profesionales y proyectos de vida disímiles de los de las familias de origen, con distintos grados de ruptura con las expectativas y los lazos familiares. Los legados familiares fueron variados y no siempre visibles. No obstante, la herencia de capital cultural ha tenido lugar invariablemente, produciéndose una “recuperación” de la posición de clase familiar por parte de los hijos a través de los caminos individuales escogidos. A continuación sintetizamos la primera trayectoria a examinar.

La historia de Fabiana

El abuelo materno de Fabiana llegó a la Argentina luego de la Primera Guerra Mundial y se dedicó a la construcción y venta de viviendas en el Gran Buenos Aires; su esposa era ama de casa y crio siete hijos. La madre de Fabiana trabajó desde fines de la década de 1950 como en- cargada de un comercio de lapiceras de lujo. En la rama paterna, el abuelo había sido trabajador ferroviario y falleció en un accidente. Su esposa era costurera y tras la muerte de su marido, hacia fines de la década de 1930, no podía mantener a sus hijos, por lo que delegó la crianza de uno de ellos, el padre de Fabiana, en una vecina de origen francés de mejor posición económica. El padre de Fabiana tuvo entonces una madre biológica y una denominada madrina que lo criaba. Aprendió francés, estudió en el Liceo Militar y años más tarde llegó a ser tesorero en una multinacional cerealera con casa matriz francesa.

Durante su infancia y adolescencia, Fabiana estudió en un colegio bilingüe. Además, estuvo en contacto con los hijos de compañeros de la empresa de su padre, que eran franceses, alemanes y suizos, lo que le generó interés en aprender otras lenguas. Al terminar la secundaria, a mediados de la década de 1980, se formó como maestra jardinera y en idiomas francés y alemán -ya dominaba el inglés-. Aunque asistía a un prestigioso instituto para formarse como maestra jardinera, Fabiana consideraba básica o insuficiente la formación que recibía, de algún modo alertada por su familia acerca de que esa carrera era “poco para ella”. Desde antes de obtener su título, comenzó a trabajar como maestra jardinera. Un tiempo después, cuando tenía 24 años fue selecciona- da como vicedirectora del jardín de infantes bilingüe donde trabajaba. Comenzó entonces a capacitarse sobre el rol directivo mediante otros directivos del colegio, redes y asociaciones de colegios bilingües.

Desde los años noventa y durante veinte años fue directora del jardín de infantes. En ese lapso, a pedido del dueño del colegio, su gestión combinó lo pedagógico con una mirada empresarial. En esa línea, se interesó por conocer modelos educativos europeos y viajó a los países donde se crearon e implementaban para aprender y observar esas prácticas. En su vida personal, en esta etapa contrajo matrimonio con Gustavo, ingeniero mecánico, con quien tuvo tres hijos.

Paralelamente a las capacitaciones laborales, participó en cursos y actividades de meditación y terapias alternativas. En determinado momento de su carrera, alrededor del año 2012, luego de separarse de su marido y de la muerte de su madre, no pudo soportar la presión laboral y decidió renunciar como directora del colegio. Entonces tuvo la ocasión de hacer una actividad que había deseado pero que por razones de tiempo y costo no había realizado antes: se inscribió en un curso para “certificar” como couch ontológica. Mientras tanto, se inscribió como docente para dar clases de inglés en escuelas de gestión pública, donde entró en contacto con el mundo sociocultural de los sectores populares, algo hasta entonces casi desconocido para ella. Durante algunos años, se dedicó a brindar clases particulares y cursos de coaching, además de las horas en el sistema público de enseñanza.

Analicemos algunos pormenores de esta trayectoria de clase. Respecto al origen familiar de Fabiana, se destaca la doble posición de clase del padre, al ser “prácticamente adoptado” por una familia de posición más elevada que prevaleció sobre la biológica en la identificación subjetiva del padre y en las oportunidades posteriores. Por medio de los contactos de su familia adoptiva y valiéndose del conocimiento de francés aprendido en aquel hogar, el padre de Fabiana ingresó a temprana edad a trabajar en una empresa multinacional cerealera, donde algunos años después alcanzó un cargo jerárquico como tesorero, puesto en el que se mantuvo durante dos décadas. El apartamiento de su trayectoria individual respecto a la de su familia biológica, perfilado desde la infancia, derivó en su adultez en la pérdida de contacto con sus hermanos biológicos, de condición obrera. La distinta socialización y las experiencias vitales vinculadas formaron disposiciones subjetivas que, en combinación con algunos recursos de la segunda familia, implicaron un cambio de trayectoria probable.

Cuando formó pareja con la madre de Fabiana, que trabajaba como encargada de comercio, en un principio ambos mantuvieron sus empleos, ahorrando los ingresos conjuntos hasta adquirir una vivienda. Al tener a los hijos, ella renunció a su empleo para cuidarlos.

Fue un quiebre cuando mi mamá tuvo que dejar de trabajar, porque las narrativas de toda la vida eran que como dejó de trabajar no pudieron generar más y no sé qué y reproches hacia mi papá, que no generaba más porque no sé qué. Y él: no haberse hecho cargo ella, mi mamá, de la decisión que había tomado, y bueno. Era así. Esto tenía que ver con la implicancia económica.

Este tipo de desacuerdos en torno a las estrategias familiares implican disputas económicas y de género amalgamadas. Los conflictos domésticos, a menudo omitidos en los relatos, son constitutivos de las trayectorias de clase, al de- pender las decisiones familiares e individuales de las relaciones de fuerza en el campo doméstico. Además, pueden tener efectos de desnaturalización del orden familiar, por ejemplo, del modelo de dependencia económica respecto a un jefe de familia. Así como otras luchas que se desarrollan con mayor probabilidad bajo determinadas condiciones, las luchas domésticas parecen aflorar más fácilmente en ciertas circunstancias objetivas. La visibilidad de las divergencias de intereses entre miembros de la familia o entre éstos y los definidos como intereses de toda la familia, puede resultar mayor cuando hay un volumen de capital considerable en juego. Cuando el “lucro cesante” o el costo de oportunidad de una forma de organización familiar son evidentes, pueden emerger cuestionamientos al proyecto familiar en marcha. Si, como en la familia de Fabiana, estos cuestionamientos asumen la forma cotidiana del reproche, puede descubrirse en eso la imposibilidad práctica de transformar la situación sin afectar el resto de las condiciones familiares, especialmente la vida de los hijos, cuando se percibe que ya es tarde para recuperar una posición en el mercado laboral o cambiar las reglas de juego domésticas.

A los 50 años de edad, el padre de Fabiana quedó desempleado y fue desde entonces la madre quien asumiría la responsabilidad principal de generar ingresos para el hogar.

Fue un quiebre enorme. Para mí fue un cimbronazo. Y ahí mi mamá como que volvió a tomar las riendas y armó su emprendimiento. Empezó a buscar unas costureras para hacer lencería y unas tejedoras que le había pasado mi tía. Ahí mi papá empezó a trabajar, armaron algo en conjunto y mi hermano manejaba. Entonces mi papá la llevaba a comprar las lanas, allá al Once, después llevaba a la costurera, a las tejedoras, llevar los pedidos. Entonces como que armaron algo juntos. Pero mi papá nunca se pudo reponer de eso. Y yo creo que él debe haber muerto porque el cáncer que se agarró para mí fue, si bien hay un predisponente, lo que sea, toda esa cosa que él no pudo trabajar emocionalmente, ¿no? Esa angustia, ese miedo y el no haber podido seguir sosteniendo a su familia. Y él no hablaba. Era una época donde no se hablaba […]. Yo vi como que él entró en un pozo depresivo […]. Cada uno tiene su proceso y él nunca más se levantó a nivel laboral.

El emprendimiento, forzado por la repentina pérdida de la anterior fuente de ingresos y facilitado por ser ya mayores los hijos, fue una forma rápida y eficaz de reorganizar la economía familiar y resolver el problema de los ingresos. La dificultad del padre para “adaptarse” a la nueva situación también expresa tensiones económicas y de género de manera conjunta. Las manifestaciones anímicas relatadas pueden originarse en el desfase entre la nueva situación y las disposiciones subjetivas producidas para funcionar en condiciones objetivas que dejaron de existir, proceso conceptualizado como histéresis por Bourdieu (1999), ruptura de la complicidad ontológica entre el sujeto y el mundo. La pérdida del empleo en el que había permanecido durante toda su vida laboral era también la pérdida de la posición en el hogar como jefe de familia, con los significados más o menos conscientes, inherentes al imaginario patriarcal, de menoscabo del honor masculino. Los sentimientos dolorosos que surgen de la disociación de las aspiraciones subjetivas y las condiciones presentes en una trayectoria pueden interferir en el ulterior desenvolvimiento de la trayectoria de clase.

Durante la infancia y juventud de Fabiana, entre sus agentes de socialización se cuentan las familias del mundo laboral de su padre, con quienes pasaban los fines de semana en un club de campo. Las actividades extracurriculares, especialmente los idiomas, fueron también relevantes en su formación. Desde preadolescente dominaba y enseñaba inglés, luego aprendió francés y alemán.

Pese a que el oficio de maestra jardinera no tenía el prestigio ocupacional que la familia consideraba a la altura de sus posibilidades, Fabiana se formó en y desempeñó esa actividad. La doxa familiar, de todos modos, estaba internalizada bajo la forma de disposiciones de inconformismo y autoexigencia.

Siempre fui muy crítica, veía que para mí era poco lo que nos estaban dando. Me parecía muy básico. Y eso que era lo mejor que teníamos en la Argentina ya en ese momento y a mí me parecía como que no me estaba formando para poder trabajar en el ser humano.

Estas disposiciones superyoicas se tradujeron en estrategias y prácticas que le posibilitaron compensar el insatisfactorio peso relativo de la actividad con las posiciones que llegó a ocupar en ella. En primer lugar, Fabiana fue una maestra jardinera bilingüe, una calificación laboral con cierta exclusividad en el ámbito. Luego, en pocos años, cuando ella tenía 24, logró acceder al puesto de vicedirectora a cargo un jardín de infantes de elite.

Al poco tiempo, fue designada responsable de la dirección del jardín de infantes, puesto en cierto modo creado para ella, ya que anteriormente la dirección estaba a cargo de la misma persona que el nivel primario. Su gestión se orientó a incorporar los enfoques y métodos pedagógicos que se utilizaban en colegios bilingües en otros países. Su auténtico interés por capacitarse en lo pedagógico y la apertura a innovaciones resultaba adecuado para lo que su posición requería, puesto que esa búsqueda y capacitación permanentes, el contacto con las redes de colegios bilingües o la observación de alternativas pedagógicas, eran parte fundamental de la oferta educativa del colegio, del servicio diferencial que se intentaba ofrecer al mercado. En este marco, Fabiana realizó viajes al exterior para observar experiencias pedagógicas con distintos enfoques, como la filosofía de Reggio Emilia, los lenguajes y rutinas del pensamiento de David Perkins, el modelo de inteligencias múltiples de Howard Gardner, entre otros. En paralelo a las búsquedas de alternativas pedagógicas para aplicar en el campo laboral, Fabiana se interesaba también en búsquedas de índole espiritual para su vida personal.

El relato de vida de Fabiana abarca varias dimensiones que remiten a la clase social a través de prácticas que conforman un estilo de vida. Las inquietudes personales, como las búsquedas espirituales, que en principio pueden parecer ajenas a la clase social, no dejan de estar ligadas a la posición en el espacio social. Como opción de consumo, el mercado de filosofías y técnicas de meditación, terapias alternativas y otros lenguajes del Yo (Illouz, 2007) está segmentado y ofrece variantes para distintos niveles de poder adquisitivo y círculos de sociabilidad. El exclusivismo de las opciones escogidas por Fabiana aúna la pretendida singularidad de una experiencia espiritual con el consumo de lujo. Además de constituir un consumo de clase -también permeado por género-, los saberes de esta índole no dejan de tener un parecido de familia con las habilidades laborales relativas a la gestión de las relaciones humanas. La distancia entre las técnicas pedagógicas y las técnicas espirituales, que Fabiana reconoce en su relato, no impide que ciertas disposiciones, saberes y habilidades se solapen.

En suma, se trata de una trayectoria de clase donde el aspecto económico no aparece en primer plano sino más bien como telón de fondo. La reedición de la posición del padre en el mercado laboral tuvo lugar en un ámbito particular- mente feminizado como el de la educación inicial. El interés o illusio preponderante se orienta a lo que podría llamarse la conquista de los vínculos humanos. Este interés permite comprender la razonabilidad de decisiones, como la renuncia al empleo estable, que si bien no son orientadas por el cálculo racional acerca de los beneficios económicos o la conveniencia para la carrera profesional -y que incluso parecen ir en sentido contrario-, a largo plazo se revelan coherentes con un habitus y un capital simbólico muy específico relativo al dominio de los vínculos interpersonales: “Cuando me recibí sentí que no estaba en condiciones de poder tener esas almitas conmigo y formarlas […]. Siempre estuve en búsqueda, entonces”.

A continuación presentamos la historia de Carlos, que ejemplifica otros mecanismos de la reproducción de clase.

La historia de Carlos

Carlos nació en San Isidro en 1968. Su padre trabajó por su cuenta en algunos periodos y en relación de dependencia en otros: fue auxiliar contable, tuvo un emprendimiento de frigorífico durante algún tiempo en la infancia de Carlos y posteriormente ocupó cargos gerenciales en empresas de agroquímicos y laboratorios. De joven había abandonado la carrera de contador público para dedicarse de lleno al trabajo. Alrededor de los cuarenta años retomó los estudios superiores en la carrera de derecho, que pudo concluir. La madre de Carlos trabajaba como empleada administrativa hasta que contrajo matrimonio; desde entonces ha sido ama de casa. Los abuelos paterno y materno fueron policía y peluquero, respectivamente. Las abuelas, hasta donde se sabe, amas de casa.

Al terminar la escuela secundaria, Carlos comenzó la carrera de contabilidad. Al poco tiempo, tras una grave pelea familiar, decidió dejar la casa de sus padres para irse a vivir con un amigo que le brindó hospedaje. En 1987 ingresó al mercado laboral como secretario administrativo en el colegio del que había sido alumno. También como profesor de contabilidad en otro colegio secundario. Para solventar los gastos, también tomaba trabajos eventuales en verano, como profesor particular y como guardavidas. Cerca de finalizar su carrera universitaria, ingresó como analista contable en una empresa multinacional de agroquímicos y otros rubros.

Al graduarse en 1993 obtuvo su primer ascenso, como supervisor del área de cobranzas y créditos. Cuatro años después, se postuló y consiguió el puesto de gerente de logística para una planta de producción en Rosario, Santa Fe, donde se mudó con su esposa embarazada y su hijo. Luego de cuatro años en aquel puesto, con la crisis de 2001 se le encomendó la misión de recuperar mercaderías dadas en consignación para minimizar el riesgo crediticio. Posteriormente se le nombró gerente de cobranzas, por su experiencia en el área, para afrontar el desafío de cobrar las deudas tras la devaluación.

La empresa tuvo un importante crecimiento y se fusionó con otra. Con el crecimiento de la empresa, el área de líneas de crédito, de la que Carlos era responsable, se tornó más importante. Con la consolidación de la fusión, Carlos alcanzó el puesto de gerente de riesgos financieros para todo el Cono Sur. Paralelamente al desarrollo de su carrera laboral, realizó posgrados en logística y en agronegocios, en las etapas en que trabajó en dichas áreas. Luego de hacer carrera en aquella empresa durante veinticinco años, recientemente percibió que ya no se sentía a gusto con el clima laboral, evaluó la posibilidad de renunciar y finalmente tomó esa determinación, al disponer de otras ofertas laborales en empresas del rubro. Tras varias entrevistas, en un corto tiempo fue seleccionado para un cargo gerencial en una empresa competidora de la anterior. El cambio de trabajo fue experimentado por Carlos como una decisión arriesgada, de final incierto y que lo conmovió -en la entrevista, lloró de emoción evocando a un amigo suyo que lo aconsejaba y alentaba-.

En su vida personal ha estado casado desde joven con la misma esposa, que ha sido ama de casa casi siempre, excepto en un breve período en que probó suerte con un microemprendimiento de abrigos de lana, que ella misma tejía y diseñaba. Han tenido dos hijos, actualmente adolescentes. En cuanto a las actividades de ocio que realizan juntos, asisten al teatro, al cine y viajan a menudo. En su relato, Carlos tiende a describir en detalle las vicisitudes y tensiones laborales, pero se explaya menos en la dimensión familiar. En su tiempo libre, valora la posibilidad de “hablar de otro tema que no sea el trabajo”; asocia el ocio más con las amistades que con la familia. En cuanto a las expectativas a futuro, Carlos quisiera tener alguna experiencia laboral en alguna filial de la empresa en el exterior y continuar formando recursos humanos.

En lo laboral te diría que tengo ganas de seguir creciendo en la organización, de hecho, bueno, uno tiene las revisiones, un plan pautado con los superiores siempre, ¿viste? Y bueno, a mí me gustaría tener alguna experiencia internacional, a futuro. (…) Después de 25 años es como que entrás en el último tramo de tu carrera laboral activa. Si bien vos podés terminar o seguir haciendo consultoría o asesoría u otro tipo de actividad… pero lo más divertido ahora es desarrollar gente, ver quiénes pueden llegar a ser tus reemplazos o cómo podés ayudar a alguna persona a desarrollarse o qué le falta a cada uno en su posición para desarrollar lo que llamamos la cajita. Así que en eso me parece piola, más allá de la gente, aportar en la organización. Es lo que la gente valora y espera de vos también.

La trayectoria de clase de Carlos, de manera similar a otras desde la misma posición, como la de Fabiana, se caracteriza por reproducir la clase de origen familiar a través de un proceso de ascenso individual. Desde el punto de vista intergeneracional (de padres a hijo) hay reproducción o inmovilidad de clase, pero desde el punto de vista intrageneracional (en la propia vida del entrevistado), movilidad ascendente. Este tipo de trayectoria de recuperación o reconquista de la posición de clase de origen expresa una permanencia a través del cambio que ilustra los mecanismos menos visibles de las herencias y transmisiones. Al haber abandonado temprana y abruptamente el hogar familiar, el ascenso social apare- ce como un logro personal, desprovisto del soporte y de la herencia familiar evidentes en otras situaciones, por ejemplo, cuando los contactos familiares allanan el acceso a puestos laborales o se recibe un negocio familiar para administrar.

En este aspecto, podría distinguirse entre trayectorias individuales de continuidad y trayectorias de ruptura con la familia de origen. Las primeras tienen lugar cuando se mantienen estrechos vínculos a lo largo del tiempo con el núcleo familiar de la infancia -por extensión con la red de parientes, allegados, eventuales socios, clientes o proveedores, etcétera- y, fundamentalmente, cuando el sujeto participa de una actividad económica que ya estaba en marcha -un negocio o empresa familiar, participación en rentas, entrada en organizaciones por intermedio de un miembro de la familia que ha pertenecido a ellas, etcétera-. Las trayectorias de ruptura con el bagaje familiar serían aquellas en las que se rompen los lazos de manera definitiva -por ejemplo, por conflictos, migraciones, conversiones identitarias- y el distanciamiento interpersonal implica que se corten los vínculos económicos con la familia de origen. En los casos más extremos, el sujeto se presenta a sí mismo en su relato de vida como el punto de inicio de la historia o genealogía familiar -algo más habitual en los relatos de varones-. La desconexión con la generación anterior es a la vez afectiva y económica.

Desde este punto de vista, toda trayectoria individual está situada en algún punto del continuum entre la prolongación y la desconexión con la familia como clase de origen. La movilidad social tiene un significado distinto según estos tipos de trayectoria. En la primera situación, puede ocurrir que un negocio de familia atraviese distintas etapas y a cada generación le toque en suerte alguna de ellas, de modo que la movilidad inter e intrageneracional quede ligada a la pendiente ascendente o descendente del momento correspondiente. A largo plazo un determinado capital económico puede valorizarse por cambios en circunstancias del mercado, o bien dejar de producir beneficios y originar pérdidas. Las posibilidades de valorización de los activos familiares varían en el tiempo por factores impersonales y ajenos a la voluntad de quienes los controlan. La movilidad social ligada al devenir del capital familiar ocurre en condiciones distintas a la movilidad social en las trayectorias donde tuvo lugar cierta disociación entre el destino individual y el familiar.

Cuando hubo desconexión, el análisis de la movilidad social se basa en la comparación de dos historias presuntamente distintas, cada una con sus mecanismos específicos, y no de dos momentos de una misma historia donde opera un único mecanismo. La desconexión con la familia de origen, cuando ocurre de manera acabada, permite aislar el capital cultural de las demás formas de capital, teniendo en cuenta que la ruptura de los lazos implica dejar tanto de participar en la acumulación del capital económico familiar como de servir- se de su capital social. El capital cultural incorporado, en cambio, es el único del que no es posible ser desheredado ni renunciar a él.

Despojada de lo demás, en la trayectoria de Carlos ha sido el capital cultural la herencia familiar fundamental que le facilitó el ascenso intrageneracional que experimentó a través de su carrera laboral, desde su comienzo como empleado administrativo. Entre los factores que contribuyeron a los sucesivos ascensos laborales, se cuenta el apoyo de su esposa, que se ha dedicado siempre a las actividades domésticas y de cuidado, incluyendo el soporte afectivo y el acompañamiento, por ejemplo, cuando aceptó migrar para que él obtuviera su primer cargo jerárquico. Esa organización familiar le ha ofrecido a Carlos una serie de condiciones de confort personal que repercutieron o en las que se asentaron las estrategias laborales. Las credenciales educativas de posgrado que procuró adquirir en función de las áreas en las que trabajaba han sido significativas tanto por la expertise que implicaban como por el compromiso con la empresa que exteriorizaban. Los éxitos en las metas ad hoc que se le asignaron en los momentos críticos en torno a la crisis argentina de 2001 también contribuyeron en la generación de capital simbólico y en las oportunidades de ocupar posiciones. Las distintas prácticas y decisiones han surgido de una disposición subjetiva a estar enfocado en cada momento en los requerimientos de la carrera laboral, tanto en los asuntos cotidianos como en su plan de carrera a mediano y largo plazo. Al cambiar de empresa, él mismo se sorprendió de la correspondencia entre su subjetividad y los requerimientos objetivos del campo del que forma parte:

Dije me voy a tomar un par de semanas de vacaciones y en ese momento ya tenía tres, cuatro ofrecimientos de oportunidades, ¿no? que la verdad, a los cincuenta años, que uno dice puede ser una edad complicada para reposicionarse o para tomar una nueva posición, era sentirme bastante orgulloso o reconocido en el estado. Porque además las cuatro posiciones estaban relacionadas con el agro.

Era muy cómico porque cuando me entrevistaron para esta posición resumí todas las actividades que hice a lo largo de mi carrera en [la anterior empresa].

En las trayectorias desde familias de profesionales, como las de Fabiana y Carlos, se aprecia la ubicuidad del capital cultural. Los modos en que se hereda no son siempre evidentes porque lo que se transmite en las familias es un habitus de clase, que a menudo es capaz de funcionar adecuadamente en campos distintos de aquellos en los que tomaban parte los miembros de la familia de origen. Los conflictos familiares sobre los ámbitos de actividad a los que se dedicarán los hijos pueden entenderse como disputas sobre estrategias familiares. Los distintos grados de ruptura con las familias de origen, con sus expectativas y con la administración esperada del patrimonio familiar de distintas formas de capital, introducen variantes dentro de las trayectorias de movilidad o inmovilidad social. En ocasiones, la ruptura con las expectativas familiares puede operar, paradójicamente, como el modo de actualizar las potencialidades en una posición de clase. La posición de clase de los profesionales re- quiere que sus miembros tengan un compromiso y un afecto por las actividades a las que se dedican, que sólo puede conseguirse cuando se privilegian las preferencias individuales. Las elecciones individuales, a menudo experimentadas como desobediencia a los mandatos familiares, no dejan de ser potencialidades de la propia posición de clase familiar. De maneras a menudo no planificadas ni conscientes, a largo plazo y retrospectivamente, se advierte que sirvieron a la estrategia familiar de reproducción social.

Un fenómeno saliente es el de la contramovilidad, “la movilidad como búsqueda del propio origen social” (Cachón Rodríguez, 1989: 513). La restitución del proceso que permiten los relatos de vida hace descubrir que existe una forma de movilidad en casos que con toda probabilidad serían de reproducción de la posición de clase en un abordaje cuantitativo de tablas de movilidad. La movilidad descendente y la subsiguiente recuperación de la posición que tienen lugar intrageneracionalmente son desplazamientos reales y con consecuencias y riesgos concretos. Cuando las apuestas no resultan exitosas se produce la movilidad descendente, a consecuencia de la imposibilidad de volver a la clase de origen.

LA EVENTUAL INTRANSMISIBILIDAD

La transmisión del patrimonio conformado por distintas especies de capital de una generación a la siguiente se realiza principalmente por la vía familiar y educativa. Cada especie de capital posee peculiaridades que condicionan las formas en que puede ser transmitida y heredada. El modo de reproducción escolar-familiar de las sociedades contemporáneas se caracteriza, según Bourdieu (2011), por una “lógica estadística” de funcionamiento en las posiciones dominantes, en la que la herencia nunca es automática, por más probable que sea su realización exitosa. Las posiciones de clase más próximas a la burguesía tienen mayor probabilidad de transmitir sus privilegios. Pero el mecanismo de reproducción de clases, que tiene en las instituciones educativas un soporte fundamental, requiere que la clase dominante sacrifique a algunos de sus miembros para reproducirse como clase.

La historia de Felipe

Felipe nació en 1967 en el barrio de Belgrano de Buenos Aires, en una familia de comerciantes en la rama materna y de profesionales en la rama paterna. Su padre era contador público e hizo su carrera laboral en una de las empresas públicas más importantes del país, donde llegó a ocupar puestos gerenciales en la década de 1980. Su madre, de familia de empresarios imprenteros, estudió música y trabajó la mayor parte de su vida en comercios propios de librería e imprenta. Cada uno de ellos tenía una vida relativamente independiente y ambos ocupaban su tiempo en sus respectivas ocupaciones laborales.

Mi hermano tuvo más suerte porque a él lo crió mi abuela materna, porque si bien ellos dos son una profesional de comercio y otro un buen profesional en lo que sería contaduría, oficina, no tenían tiempo para criarnos, entonces se iban a las 7 y volvían a las 20, entonces… yo me crié solo prácticamente, con algunas niñeras, que siempre las volvía locas…

En su niñez, Felipe pasó por varios colegios. Los profesores y directivos solían considerarlo un alumno problemático e hiperkinético, cuyo comportamiento extrovertido y desinhibido no se ajustaba a lo esperado por la institución. Su trayectoria escolar estuvo marcada por asiduas sanciones disciplinarias, tratamientos por parte de psicólogos y psiquiatras escolares, y la repitencia. A los trece años se le manifestó un severo problema cardíaco que requirió una compleja intervención quirúrgica. Tras ese momento de inflexión se le agudizaron algunos problemas de salud mental, a su vez vinculados con adicciones.

Alrededor de los dieciséis años abandonó la escuela secundaria y trabajó en el comercio de su madre y luego en otro que inauguraron con su hermano. Sin embargo, su vida laboral se caracterizó por el cambio frecuente de actividades. En sociedad con su hermano para montar un comercio de librería, éste pidió un crédito bancario a nombre de la sociedad de ambos y no pudo cancelarlo. Según relata, por ese motivo, aunque su familia tiene capital económico para que Felipe ad- quiera una vivienda propia, no podría comprar un inmueble sin ser embargado.

En la vida doméstica los cambios también han sido permanentes, con mudanzas y vínculos de pareja inestables. Con una de sus parejas-psicóloga, hija de un prestigioso escribano de zona norte- tuvo una hija, con la que Felipe comparte tiempo los fines de semana. El cuida- do cotidiano está a cargo de la madre de la niña. Actualmente Felipe vive con su padre, hace trabajos ocasionales en electricidad e informática y tiene una diversidad de hobbies, como tocar instrumentos y producir música digital.

La trayectoria de clase de Felipe es una trayectoria de descenso social en la que toda una serie de factores confluyeron para que no logre mantener la posición de su familia de origen. No llegó a ser profesional como su padre y no permaneció más que por un lapso breve siendo comerciante como su madre. Los otros significativos en la etapa de socialización no tuvieron el protagonismo que exhiben en otros casos. En general, si bien la ausencia del padre en el hogar durante la mayor parte del tiempo diario, o incluso durante períodos de semanas, es mencionada en otros casos, el significado que se le da en los relatos no es necesariamente negativo, por haber sido neutralizado por la presencia materna en el cuidado. En el caso de Felipe, la escasa presencia de la madre en tareas de cuidado -o la percepción de ello, puesto que “el sentimiento de «ser cuidado» es también parte del cuidado mismo” (Esquivel, Faur y Jelin, 2012: 20)- parece ser lo que le hace notar la ausencia de ambos.

La escuela fue un ámbito problemático donde tuvo un re- corrido muy discontinuo, que prefiguró la trayectoria vital posterior, principalmente en lo laboral. El interés que reviste este caso consiste en que se trata de un caso atípico -si se considera la reproducción de la posición social como lo típico-, donde intervienen factores individuales que probablemente han sido los más condicionantes de la trayectoria de clase. Toda una serie de problemas de salud físicos y psiquiátricos parecen haber alterado el curso de vida probable desde su posición de origen. La adicción al alcohol y a la cocaína agudizó el cuadro de dificultades. En contraposición a los casos donde las disposiciones subjetivas y las probabilidades objetivas exhibieron su más plena correspondencia, en este caso los desajustes entre el habitus individual y la posición social implicaron una trayectoria de clase descendente y experiencias subjetivas dolorosas.

Respecto a la transmisión de capital cultural, la tortuosa experiencia escolar dificultó la adquisición de capital cultural institucionalizado. No obstante, la amplísima variedad de aficiones que ha tenido -todas vinculadas a algún saber-hacer concreto- revelan discretas herencias culturales familiares. A algunas les ha podido sacar provecho laboral, pero de manera limitada.

Como electricista sé todo como para poder tener mi matrícula y poder firmar todo de una casa. Hasta que no termine el secundario no puedo tener la matrícula, para ir a estudiar de cine no podía sin tener secundario, entonces todo eso me ha dejado relegado en un montón de cosas que podría haber hecho y que voy a seguir…

Tampoco pudo apropiarse y heredar el capital económico familiar. La falta de constancia en su conducta le impidió sacar provecho de emprendimientos comerciales en que se invertía capital económico familiar y que tuvieron la rentabilidad esperada, pero por motivos extraeconómicos no pudieron ser sostenidos. La quiebra del comercio mayorista de librería cuando éste ya era administrado por su hermano lo dejó con una deuda de una sociedad comercial de la que sólo formaba parte formalmente. Según su testimonio, esto le habría impedido adquirir un inmueble o realizar nuevos emprendimientos.

El capital social del que obtuvo provecho fue la red de proveedores y clientes de la librería mayorista de su madre, que le permitió valerse de recursos, confianza y obtener crédito de proveedores en dos proyectos comerciales emprendidos con su hermano. También en los empleos que eventualmente consiguió como corredor de firmas del rubro. Por último, cabe mencionar que contrajo matrimonio con una mujer de un similar origen de clase que su propia familia, pero el vínculo duró poco tiempo.

Una mirada de conjunto a los factores y acontecimientos de esta trayectoria permite visualizar las condiciones de transmisibilidad de las formas de capital que tienden a darse por sentadas, como el estado de salud mental y física o el afecto en los vínculos familiares, que constituyen mediaciones subjetivas de la reproducción de la posición objetiva. El deterioro de dichas condiciones acarrea la imposibilidad de apropiación de las oportunidades ligadas a la posición de clase de la familia de origen. Entre los factores, se cuenta la dinámica familiar como un campo de luchas entre sus miembros, que se impuso sobre la familia como cuerpo integrado -ligado por relaciones afectivas e intereses comunes que se plasman en estrategias propiamente familiares- (Bourdieu, 1993).

PATRIMONIO Y MATRIMONIO

Las personas de clase media con alto capital cultural tienden a expresar en sus relatos concepciones de género igualitarias respecto al reparto de tareas domésticas y de cuidado, así como respecto a la responsabilidad de proveer ingresos y al manejo del dinero. Las desigualdades de género persisten, pero de maneras más disimuladas y a veces menos conscientes. Los efectos de estas desigualdades en las trayectorias de clase individuales son mejor percibidos cuando implican desventajas para las mujeres o para las familias que cuando producen condiciones de privilegio para que los varones se desarrollen en la esfera laboral.

La historia de Lucas

Lucas nació en 1969 en Buenos Aires, en una familia de profesionales. Hacia principios del siglo pasado, la familia de su abuela paterna era una familia numerosa que poseía una quinta en las afueras de Buenos Aires donde cultivaban para autoconsumo y para la venta. El abuelo paterno era un viajante de comercio italiano que se estableció en la Argentina, donde conoció a su esposa, cuya familia era también de la colectividad italiana. Sus dos hijos varones fueron profesionales -el padre de Lucas abogado y el otro hijo contador- y su hija mujer ama de casa.

Los abuelos maternos eran de Rosario. En el caso de la abuela materna “ya por el 1900 eran siete generaciones criollas”. En su juventud ella fue periodista y luego se dedicó a la vida hogareña, pero mantuvo interés y vínculo con el mundo artístico e intelectual de Rosario. Su esposo era jefe de tesorería de una empresa de generación eléctrica, empleo por el cual se mudaron a Buenos Aires. Tuvieron dos hijos, el varón fue ingeniero y trabajó en una empresa de electricidad. Cuando la hija mujer, la madre de Lucas, conoció al padre de Lucas en los años sesenta, no le permitieron contraer matrimonio hasta que finalizara su carrera universitaria.

La madre de Lucas se graduó y trabajó como escribana. El padre se recibió más tardíamente, cuando ya trabajaba hacía tiempo en el área contable y de administración en una empresa agropecuaria, en la cual llegaría a tener una posición jerárquica. Al casarse, vivieron juntos en una pequeña casa al fondo de la quinta de los abuelos paternos, la cual devino en patio común de varias viviendas de familiares. Tuvieron cinco hijos; los tres varones se graduaron en distintas profesiones que actualmente ejercen. Una de las hijas mujeres es contadora pero no ejerce; la otra hermana de Lucas no realizó estudios superiores.

En contacto con el mundo agropecuario por el trabajo de su padre, Lucas se interesó por la agronomía, carrera que pudo cursar sin tener que trabajar en paralelo, excepto de manera ocasional como profesor particular. Su esposa es psicóloga y docente universitaria. Antes de casarse, Lucas estuvo viviendo durante un año en un campo patagónico donde lo contrataron como agrónomo. Luego, fue empleado por una empresa forestal de la provincia de Misiones, donde ya casado fue a vivir con su esposa. Una vez instalados, ella consiguió trabajo como psicóloga de planta en un hospital de la región, donde desarrolló un programa de atención primaria de salud para esa comunidad. Algunos años después, en el contexto de la hiperinflación de 1989, decidieron volver a Buenos Aires.

En Buenos Aires, compraron su primer departamento, un monoambiente, con lo que habían ahorrado hasta entonces -años más tarde adquirirían un piso en el barrio de Belgrano-. Lucas ingresó a una multinacional de productos agrícolas; su trabajo implicaba permanentes viajes a distintos puntos del país, por lo que estaba ausente de su hogar la mayoría de los días hábiles. Su esposa abrió su propio consultorio e ingresó ad honorem en un centro de salud de la ciudad. Con los años, ella ha desarrollado su profesión combinando la carrera en el sector público con la actividad privada. Lucas hizo carrera en aquella empresa, donde pasó por distintos puestos, hasta llegar a ser nombrado alrededor del año 2008 gerente de ventas y gerente de marketing. Actualmente, trabaja como consultor independiente, asesorando a em- presas distribuidoras de productos agrícolas. Han tenido dos hijos, que durante la infancia fueron cuidados en mayor medida por su esposa - quien permanecía más tiempo en el hogar- contando con el apoyo de una empleada doméstica. Actualmente el hijo mayor es estudiante de derecho y la menor está finalizando el secundario en el Colegio Nacional de Buenos Aires. En cuanto al tiempo libre, Lucas prefiere mirar deportes y realizar actividades físicas como spinning. En vacaciones, procura elegir destinos que brinden la posibilidad de realizar actividades físicas al aire libre, como escalar montañas.

La trayectoria de Lucas es una trayectoria típica de reproducción dentro de la clase media. En primer lugar, puede advertirse que ya en la generación de los abuelos las familias poseían cierto volumen de recursos económicos. Las propiedades de terrenos, aun de pequeña escala, permitían su aprovechamiento para las actividades comerciales. Como en algunas otras trayectorias, también desde otras posiciones de clase, los terrenos o bienes inmuebles tienden a ocupar un papel relevante en la trayectoria de clase familiar a largo plazo. Por aquella época, las decisiones respecto a las operaciones inmobiliarias eran casi exclusivamente masculinas; en contraposición a las decisiones compartidas recientes de Lucas y su esposa.

La tendencia a la valorización del suelo por el avance de la urbanización puede convertir un terreno periférico en un ventajoso capital familiar que se valoriza independientemente de los usos que se le dé. En este caso, aquella quinta, otrora en las afueras de la ciudad, con el tiempo quedó al interior del tejido urbano. Además de la valorización del suelo, los distintos usos que se le otorgan a un terreno tienen el potencial de constituir una fuente de lucro, funcionando como capital propiamente dicho -emplazamiento de una actividad económica, cultivos para la venta, puesta en alquiler- o de satisfacer necesidades familiares -vivienda, ocio, cultivos para autoconsumo-. Los distintos usos varían a través del tiempo y según qué miembros de la familia tengan el poder de decisión respecto al destino del bien.

Los bienes inmuebles constituyen una parte del patrimonio económico familiar de importancia central en los procesos de reproducción y movilidad de clase. La trayectoria de clase de una familia a través de las distintas generaciones puede observarse a través del prisma de este tipo de patrimonio, siguiendo a través del tiempo su valor, los usos a los que se lo destinó, sus divisiones, sus propietarios, sus ocupantes, sus usufructuarios. Este es un aspecto de la indagación sobre el patrimonio económico que presenta dificultades para su relevamiento, porque los entrevistados pueden preferir cierta reserva y porque la indagación enfocada en la información de la ocupación como indicador principal de la clase puede soslayar involuntariamente estos aspectos. Si bien los relatos de vida no están exentos de dichas dificultades, en general permiten seguir mejor que las preguntas estandarizadas el devenir del patrimonio inmobiliario. Este aparece con relativa espontaneidad en los relatos, forma parte de las historias que se cuentan y de su contexto, cuando los entrevistados procuran hacer inteligible la vida cotidiana o las prácticas económicas familiares.

En el caso de Lucas, el “seguimiento” de lo que ocurrió con el terreno permitió conocer otras fuentes de ingreso no laborales, como alquileres. Los ingresos en concepto de alquileres, de manera semejante a los ingresos en concepto de intereses o dividendos por inversiones financieras, tienden a permanecer ocultos cuando se releva la posición de clase a partir de las ocupaciones. Paradójicamente, la presencia de este tipo de ingresos cambia el significado que puede asumir el desempeño de cierta ocupación y, sobre todo, su valor como indicador de clase. Si bien en términos generales la ocupación es un proxy de la clase (Sautu, 2011), en algunos casos la ocupación puede ser un indicador inadecuado, que conduce a errores de clasificación y que con- vendría sustituir por indicadores de patrimonio o ingresos.

En la trayectoria de Lucas, también cierto capital cultural significativo está presente desde la generación de los abuelos, por ejemplo, en la abuela que era periodista y que participaba en actividades y círculos artísticos e intelectuales de su ciudad, algo menos usual en mujeres que en varones en las primeras décadas del siglo XX. Lucas sugiere que el género pudo haber limitado el desarrollo de estos intereses:

Cuando yo la conocí, cuando mi abuela ya tenía más de 50 años, que para el 1960 ya eran muchos años, ya estaba como más dedicada a su casa, evidentemente la vida hogareña la había cambiado mucho.

Más allá de la proximidad con la cultura legítima, el capital cultural también adquiere otras modalidades más mundanas, como la familiaridad con ciertos dominios de actividades y saberes. El abuelo materno trabajaba en una empresa eléctrica como tesorero y uno de sus hijos -tío del entrevistado- llegó a ser ingeniero y trabajó en otra empresa eléctrica. De manera análoga, el padre de Lucas trabajaba en el área administrativa y contable de una empresa agropecuaria, y Lucas estudió agronomía por haber conocido de pequeño el mundo rural y la actividad agropecuaria cuando acompañaba a su padre en algunos viajes laborales durante el receso escolar. Ese tipo de “coincidencias”, de lo más habituales en los relatos de vida de distintas generaciones, constituyen parecidos de familia del capital cultural, que revelan algunos de los ámbitos de actividad humana con mayor presencia en una familia. La apropiación, adaptación y reutilización de esos saberes en cada generación pueden considerarse de manera homóloga a las transformaciones en los usos de los inmuebles, también susceptibles de estar al servicio de estrategias alternativas en cada generación.

Respecto a las articulaciones posibles entre clase y género, este relato ilustra uno de los modos de resolución al interior de la familia de ciertas tensiones entre ambos principios de desigualdad. La madre de Lucas fue presionada por su familia de origen para culminar su carrera universitaria antes de casarse. Este posicionamiento familiar resulta más significativo considerando que la abuela materna de Lucas había desarrollado una inserción profesional que abandonó al tener hijos. Frente a la posibilidad de que el género pudiese traducirse en una pérdida de ventajas de clase, la familia adopta una estrategia deliberada para evitarlo. Estas acciones pueden suponerse a la vez orientadas a fines y a valores, ajustando la maximización de beneficios económicos con una determinada jerarquización de prioridades de realización individual. Esa estrategia de los padres tuvo su efecto buscado en el plano económico, pero no necesariamente modificó el privilegio simbólico masculino en el hogar:

Y siempre fue como, si querés por un tema patriarcal, siempre fue como que el ingreso más importante fue por parte de mi viejo. Pero es raro, porque tal vez visto a la distancia a lo mejor esto no era tan así.

En la trayectoria intrageneracional de Lucas la articulación entre clase y género también se pone de manifiesto en los trabajos y los aportes de cada miembro de la pareja a la economía familiar. Los arreglos particulares son dinámicos, por ejemplo, su esposa se acomoda a la carrera de él acompañándolo en la migración por trabajo, pero ella reorganiza su vida profesional en el nuevo territorio. Durante la infancia de los hijos, las cotidianas ausencias de Lucas por los viajes la- borales impusieron de hecho cierta división tradicional de roles de género en el hogar. Algunas decisiones y formas de organización doméstica como éstas tienen una orientación que reproduce desigualdades de género, que pueden ser producto de constricciones tanto económicas como ideológicas. Algunas desigualdades de género parecen persistir más a través de adaptaciones pragmáticas a las exigencias de las situaciones de clase, que por la subsistencia de principios ideológicos tradicionales que siguen los actores, aunque no es sencillo deslindar ambos aspectos de las prácticas en las estrategias familiares.

CONCLUSIONES

Las historias analizadas tienen en común el origen de clase en familias con alto capital cultural y cargos jerárquicos en el mundo laboral. La proximidad de estas familias de origen reside en que todas han tenido por lo menos uno de los padres que era profesional universitario y/o que ocupaba posiciones de autoridad en las organizaciones en las que se desempeñaban. No se trata de familias que pertenezcan a la burguesía, pero dependiendo la definición, podrían ser incluidas en uno de los perfiles al interior de las elites, el de los altos ejecutivos (Heredia, 2016).

Las trayectorias de clase de los hijos de estas familias han sido preponderantemente de reproducción de la posición, especialmente en aquellas en las que ambos padres tuvieron posiciones profesionales, en las que la homogeneidad de clase parece haber reforzado la identidad y la búsqueda de preservar la posición. Al examinar estos procesos en los relatos se encontró que la reproducción tuvo lugar en general a través de estrategias que implicaron transformaciones. En este sentido, reproducción de la posición de origen no significaría lo mismo que inmovilidad. No fueron herencias pasivas, sino procesos de apropiación singulares del patrimonio familiar de distintas formas de capital, con apuestas específicas, a menudo diferenciadas respecto a las de las familias de origen.

El capital cultural evidenció su máxima importancia para la reproducción de la posición de clase, tanto en su modalidad institucionalizada en forma de títulos universitarios, como en su modalidad incorporada en las disposiciones subjetivas. La lógica estadística de funcionamiento del modo de reproducción familiar-escolar, que implica que la herencia de las posiciones dominantes no es automática pero sí probable, queda expuesta cuando un individuo no logra apropiarse de las oportunidades ligadas a la posición de clase familiar. Este tipo de trayectorias de desclasamiento respecto a la trayectoria modal ponen de manifiesto condiciones de transmisibilidad que tienden a darse por sentadas. Las vicisitudes biográficas como los problemas de salud físicos y mentales, los conflictos domésticos y la insuficiente satisfacción de necesidades afectivas en la familia -o la percepción subjetiva de ello-, son algunas de las particularidades que revelan que la ausencia de determinadas condiciones subjetivas afecta la transmisión de clase entre generaciones.

En cualquier caso, la transmisibilidad depende de las apropiaciones, que son notablemente variadas en esta posición, donde el capital cultural y los bienes simbólicos son susceptibles de transformaciones y, hasta cierto punto, las exigen para ser transmitidos. Las elecciones profesionales y los proyectos de vida difieren en distintos grados respecto a los de la familia de origen y a las expectativas de ésta. La vocación por una actividad considerada por la familia como de menor valor que el que corresponde al status, por ejemplo, maestra jardinera, puede en compensación llevarse adelante con un grado extraordinario de autoexigencia, que transforma el introyectado menosprecio familiar por la actividad en una búsqueda de la excelencia que lleva a ocupar las posiciones más elevadas en su campo.

Se observaron distintos grados de distanciamiento entre las trayectorias individuales y la familia de origen. La búsqueda de nuevos caminos individuales puede comprender desde la dedicación a una profesión ajena a aquellas con las cuales había mayor familiaridad hasta la ruptura de lazos afectivos y económicos con la familia. La movilidad social reviste significados distintos según la continuidad entre generaciones. Cuando la trayectoria personal es una prolongación de la relación familiar con un capital, la movilidad se entiende sobre todo por los distintos momentos del derrotero del capital, cuya valorización ocurre al margen de las voluntades. En cambio, cuando hay una desconexión entre la trayectoria personal y la familia de origen, la movilidad social es la comparación entre dos configuraciones de capital distintas, independientes entre sí excepto por la transmisión del capital cultural. Los casos extremos de ruptura en la adolescencia de vínculos con la familia de origen permiten aislar el único ca- pital que el hijo se llevó de la familia, el capital cultural, y advertir su contribución al efecto de contramovilidad, la movilidad intrageneracional en la que se recupera la posición social familiar perdida.

Respecto a las desigualdades de género, se advirtió una mayor presencia y explicitación de la temática en los relatos de estas posiciones, lo que revela cierta problematización y desnaturalización de estas desigualdades, también vinculada con las tendencias a la individualización. Las desigualdades de género persisten, pero de maneras más eufemizadas y sofisticadas que en otras posiciones de clase. Por ejemplo, los agentes tienden a expresar concepciones igualitarias sobre el reparto de tareas domésticas, las responsabilidades de crianza y cuidado, así como respecto al sostenimiento económico del hogar; pero en la práctica persisten divisiones tradicionales entre varones y mujeres. Esto a menudo es explicado por los actores como producto de una adaptación a las exigencias laborales y por razones pragmáticas de la organización familiar.

La clase de las familias de profesionales requiere que sus miembros tengan un compromiso y un afecto por las actividades a las que se dedican, lo cual sólo puede conseguirse cuando se privilegian las preferencias individuales. La ruptura con las expectativas familiares puede constituir una forma no consciente pero útil para la reproducción de la posición de clase. La individuación más acentuada en estas posiciones, la importancia que en los relatos se otorga a la autorrealización personal, al proyecto de vida propio y a la emancipación de las idiosincrasias familiares percibidas como imposiciones, puede basarse en los mecanismos específicos de reproducción de esta posición de clase, cuyo principal capital es de tipo cultural y requiere la autonomía individual para ser personificado.

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