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Estudios demográficos y urbanos

On-line version ISSN 2448-6515Print version ISSN 0186-7210

Estud. demogr. urbanos vol.24 n.1 Ciudad de México Jan./Apr. 2009

 

Reseñas y comentarios bibliográficos

Alberdi, Inés y Pilar Escario, Los hombres jóvenes y la paternidad, Bilbao, Fundación BBVA, 2007

Olga Lorena Rojas* 

* Profesora investigadora del Centro de Estudios Demográficos, Urbanos y Ambientales de El Colegio de México. Correo electrónico: olrojas@colmex.mx.

Alberdi, Inés; Escario, Pilar. Los hombres jóvenes y la paternidad. Bilbao: Fundación BBVA, 2007.


Introducción

Este libro es el resultado de un completísimo proceso de investigación que implicó una detallada revisión de las transformaciones sociales y demográficas ocurridas en la España post-franquista, que enmarcaron y propiciaron las singulares modificaciones experimentadas en la vida de las familias españolas. Es en este contexto que las autoras emprenden un riguroso estudio a profundidad de la experiencia vivida por las jóvenes generaciones de varones al convertirse en padres.

En 13 capítulos se revisan de manera detallada prácticamente todas las aristas de esta importante transición vital de los jóvenes para tratar de comprenderla. Se abordan temas cruciales como el significado atribuido a la paternidad, las emociones implicadas en ella, las dificultades para decidirse a ser padre, los cambios en la vida cotidiana a raíz de la llegada del primer hijo, los ajustes entre la vida laboral y la familiar, las nuevas formas de educar a los hijos, las presiones para ser padre y las razones para dejar de serlo, así como el reparto de los trabajos familiares y domésticos en el hogar.

El contexto de profundos cambios en la sociedad española

Como resultado de este estudio, las investigadoras dan cuenta de la existencia de una nueva forma de paternidad que se expresa como tendencia, aunque todavía no se generaliza. Los hombres jóvenes manifiestan con mayor frecuencia y con ímpetu su deseo de llevar de una mejor manera su relación de pareja y su vida familiar, en particular el vínculo con sus hijos. Estos jóvenes están tratando de adaptarse a las nuevas maneras de ser de las mujeres españolas: ellos rechazan abiertamente el modelo tradicional de ser padre que implicó durante muchos años el autoritarismo, la distancia y la ausencia. Los hombres jóvenes españoles prefieren estar cerca de sus hijos, ser cariñosos y estar muy presentes en la vida, el desarrollo y los cuidados de sus pequeños.

Sin embargo, estas modificaciones en el imaginario masculino en torno a la paternidad no se dan en el vacío, ni por inspiración divina. En realidad son resultado de importantes y vertiginosas transformaciones ocurridas en la sociedad española desde finales de los años setenta en materia demográfica, social, económica y, sobre todo, ideológica.

Demográficamente España ha experimentado un sorprendente descenso de la fecundidad que se expresa en una de las tasas globales más bajas de Europa: hacia el año 2003 era del orden de 1.3 hijos por mujer. Se considera que esta reducción en el tamaño de la descendencia obedece a una estrategia de hombres y de mujeres que desean reducir sus cargas familiares para alcanzar un mejor nivel de vida.

Socialmente, los cambios realizados en la Constitución a finales de los setenta anunciaron y sentaron las bases para fomentar la libertad y la autonomía de las personas, pero sobre todo la igualdad entre hombres y mujeres en los ámbitos social, conyugal y familiar. Aunado a ello, el sustantivo incremento de los niveles educativos de la población y la masiva incorporación de las mujeres al mercado de trabajo han propiciado un cambio en las relaciones entre hombres y mujeres, así como el retraso de la edad al matrimonio y a la maternidad/paternidad.

El desarrollo económico alcanzado por España permitió elevar los niveles de consumo de los hogares y simplificó con ello buena parte del trabajo doméstico. Además de ello se ha logrado la universalización de la educación, de la atención a la salud, de la seguridad social y de las pensiones, todo lo cual garantiza un nivel básico de bienestar a los hogares españoles. Puede decirse, entonces, que el estado de bienestar español ha sido un claro impulsor de los cambios en la vida doméstica.

Por otro lado, las dificultades que enfrenta el mercado de trabajo español, expresadas en escasez de empleo y precariedad laboral, propician una mayor permanencia de los jóvenes en la casa de sus padres y un aplazamiento de la nupcialidad.

En términos ideológicos, España se ha transformado en una sociedad mucho más secularizada y tolerante, sobre todo en lo que atañe a la vida sexual, amorosa y familiar.

Las trasformaciones en la vida familiar

La vida familiar española es el ámbito social en el que más claramente se han reflejado las transformaciones mencionadas con anterioridad. En efecto, los modelos de convivencia se han diversificado como nunca: ahora las personas pueden vincularse libremente como prefieran. Ello, sin embargo, no ha implicado la pérdida de importancia de los lazos de solidaridad, de dependencia y obligación que unen a los integrantes de las familias. Es decir, a pesar de que la sociedad española se ha modernizado de manera significativa, y de que las formas en que se estructuran los hogares son diversas y cambiantes, el valor que se atribuye a la familia sigue siendo fundamental.

En la España contemporánea ya no se estigmatizan tanto los cambios en materia conyugal; las rupturas matrimoniales y las segundas nupcias se ven con menor dramatismo y, por lo tanto, resultan menos traumáticas para quienes las experimentan. La convivencia sin matrimonio entre los más jóvenes es cada vez más frecuente, y por ello lo son también la maternidad y la paternidad fuera del matrimonio.

Al alza también están los hogares unipersonales, los monoparentales y las parejas sin hijos. Al mismo tiempo se ha legalizado el matrimonio homosexual, otorgándole el derecho a la adopción.

Los nuevos padres españoles

En tal contexto esta investigación da cuenta de la existencia de las nuevas aspiraciones masculinas en torno a la paternidad. Los jóvenes españoles rechazan de manera tajante el viejo esquema que vivieron cuando fueron pequeños, basado en una figura paterna autoritaria y que sólo proveía el sustento material.

Estas generaciones desean vivir en una familia más igualitaria, en la que ambos miembros de la pareja laboren fuera de casa, aunque no se acepta del todo que las mujeres sean las proveedoras económicas más importantes en sus hogares.

Esta nueva forma de paternidad se caracteriza por un claro deseo de expresar afecto y ternura hacia los hijos, que puede extenderse hacia una activa participación en su crianza y cuidado. En estos cambios los jóvenes padres están encontrando una nueva posibilidad de desarrollo personal. Para ellos ser proveedor del sustento ya no significa estar ausente siempre de la casa y de la vida de los hijos. Ser padre ahora implica también proveer afecto.

Justamente por este nuevo compromiso los jóvenes españoles lo piensan bien antes de decidirse a ser padres. Para ellos el inicio de la vida conyugal de ninguna manera es el comienzo de su vida como padres. Los hijos no son ya una consecuencia natural de haberse casado. La decisión de ser padre es resultado de muchas reflexiones en pareja, en donde se toman en consideración factores económicos, laborales, e incluso temporales, al elegir el momento adecuado en que la pareja asume tal responsabilidad. La paternidad pone fin a la vida de libertad juvenil y marca la entrada a la vida adulta. Por todo ello las jóvenes parejas desean aplazar lo más posible el momento de reproducirse.

La posibilidad de reflexionar sobre esta decisión y de atrasar la llegada de los hijos se da en un clima de aceptación y respeto social (y también familiar) de las decisiones de las parejas respecto a su fecundidad, incluso si se desea no tener hijos.

Ahora bien, cuando los varones han decidido tener hijos, al relacionarse con ellos para formarlos y educarlos prefieren la tolerancia antes que la severidad y el maltrato físico que ellos mismos padecieron cuando fueron niños.

Por otro lado, es importante destacar que la nueva paternidad no es del todo homogénea; más bien se detectan algunos matices en tal experiencia. Esta gama de nuevos padres va desde aquellos que viven con intensidad la relación afectuosa con sus hijos y terminan por rivalizar con la propia madre, hasta quienes con una actitud ajena se concretan a complementar y a apoyar a sus parejas en los cuidados de los hijos a partir de las exigencias de ellas, pasando por los padres que en igualdad de condiciones comparten las responsabilidades, obligaciones, alegrías y dificultades que representan los hijos. Estos padres modifican incluso sus horarios laborales y de recreación para estar más tiempo en casa participando en los cuidados de sus hijos.

Por todo ello las autoras de este libro aseguran que más que un ocaso de la figura del padre, lo que está ocurriendo en España hoy en día es una transformación, una renovación y una diversificación de la forma en que se es padre.

Los retos por afrontar

Sin embargo, a pesar de estas significativas modificaciones en las actitudes y valoraciones masculinas frente a la paternidad, en la sociedad española persisten desigualdades entre hombres y mujeres a la hora de repartir las tareas domésticas y las responsabilidades familiares. Las encuestas indican que los hombres dedican bastante menos tiempo (casi cuatro veces menos) al cuidado de los hijos que las mujeres, a pesar de que las jornadas laborales de ambos son muy semejantes. De hecho, se sigue considerando una carencia grave la ausencia de la madre frente a los cuidados de los hijos, en tanto que la ausencia paterna se acepta como normal.

Es notorio que estas desavenencias persistan cuando las mujeres han incrementado de manera sustantiva su participación en el mundo laboral. El círculo vicioso se completa, con clara desventaja para ellas, porque la inequidad de género en trabajo doméstico y familiar termina por fomentar las desigualdades ante las oportunidades laborales.

Si bien son necesarias algunas acciones de política social que contribuyan a conciliar el trabajo remunerado con el doméstico y familiar entre hombres y mujeres, es claro que todavía falta mucho por transformar en materia de las mentalidades, puesto que los hombres españoles son, entre los europeos, quienes menos tiempo dedican a los trabajos domésticos y familiares.

La negativa masculina a participar en dichas labores influye de alguna manera en las moderadas tasas de participación laboral de las mujeres españolas, a pesar de que ellas tienen las tasas de fecundidad más bajas de Europa.

Conclusión

De acuerdo con los resultados de esta investigación, y de los provenientes de las investigaciones realizadas en México, podemos decir que tanto en los hogares españoles como en los mexicanos persiste una profunda inequidad en el trabajo doméstico. Todo parece indicar que para los hombres, aun entre los jóvenes -sean españoles o mexicanos-, es más factible modificar sus percepciones y actitudes respecto a la paternidad -siendo cariñosos con los hijos y más activos en sus cuidados y crianza- que participar en las tareas domésticas.

Por ello Inés Alberdi y Pilar Escario destacan la necesidad de dar pasos en la construcción de un reparto más equitativo de las obligaciones domésticas entre hombres y mujeres, para lo cual es pertinente trabajar en la transformación de las mentalidades de los hombres y de las mujeres.

Si bien los varones rechazan ese tipo de actividades, es importante ahora que las mujeres expresen su deseo de dejar de hacerse cargo de las mismas. Hay que hablar hasta el cansancio de tal inequidad y de la necesidad de terminar con ella para lograr una convivencia más democrática en nuestras familias. El hablar en distintos foros, en la calle, en la escuela, en la televisión, en la radio, en la prensa y en el propio ámbito doméstico, de este cambio como algo posible, es ya una manera de ir construyéndolo.

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