ANTECEDENTES
Las infecciones micóticas sistémicas secundarias a levaduras y hongos filamentosos han incrementado su prevalencia en los últimos años en relación con mayor número de enfermos con algún tipo de inmunodepresión, como en el caso de los pacientes que cursan con una enfermedad oncohematológica, trasplantados que reciben inmunosupresores, pacientes con VIH-SIDA, sepsis, politraumatismo, enfermedades como diabetes mellitus y quemaduras, entre otras.1 Las infecciones por Fusarium ssp son un padecimiento emergente que se manifiesta en especial en pacientes inmunodeprimidos, entre los que destaca el enfermo con quemaduras graves; en este caso debido principalmente a la pérdida de la barrera protectora de la piel y a las alteraciones inmunológicas asociadas con quemaduras extensas. Su espectro clínico es variado y su existencia se asocia con morbilidad y mortalidad elevadas.2
El enfermo quemado grave tiene importantes alteraciones en la respuesta inmunitaria, principalmente la supresión inmunológica, descrita desde hace más de dos décadas, que se caracteriza por deficiencia cuantitativa y cualitativa de la función de los neutrófilos, de la que destaca la netosis, término que se refiere a la liberación de trampas extracelulares por los neutrófilos, fenómeno que genera la muerte del neutrófilo y el efecto tóxico de las histonas y material nuclear. Asimismo, ocurre disfunción del complemento, disminución en la cuenta de células dendríticas y natural killers, por lo que se pierde la capacidad de la respuesta inmunitaria innata y consecuentemente la adaptativa. Otro hallazgo importante es la hiporreactividad de macrófagos y predominio de su fenotipo M1, lo que a través de la secreción de IL-6, IL-1 y TNF-a perpetúa el estado inflamatorio. Todo esto incrementa la susceptibilidad y riesgo de infecciones oportunistas, de las que destacan las micóticas.3,4,5
El objetivo de este trabajo es revisar conceptos actuales relacionados con Fusarium y los diferentes escenarios de manifestación clínica, con insistencia en el enfermo quemado grave.
Aspectos micológicos de Fusarium spp
Fusarium es un hongo ubicuo, habita en los suelos, agua, plantas y materiales en descomposición, así como humedad y ambiente cálido, aunque también puede crecer en ambientes templados. Se conocen alrededor de 100 especies; sin embargo, sólo cuatro de ellas se asocian más con enfermedad en humanos: F. solani, F. oxysporum, F. moniliforme y F. verticillioide; la primera es la más comúnmente aislada. Se caracteriza por estar constituida de filamentos y septos hialinos que se ramifican en ángulos de 90°. Sus esporas son ovoides. Es productora de toxinas. Se incluye en el grupo de las hialohifomicosis. Crece rápidamente a 25°C en medios de cultivo sin inhibidores (ciclohexamida), principalmente Sabouraud dextrosa, agar papa dextrosa, agar clavel, ade spezieller nährstof-farmer y agar avena. Las colonias son lanosas y color crema, blanco, rojo, rosa o púrpura (Cuadro 1 y Figura 1).6
Epidemiología
Muhammed7 reportó su experiencia de 26 casos de infección invasiva por Fusarium de 2000 a 2010, en el Hospital General de Massachusetts. Las comorbilidades más importantes asociadas fueron la inmunosupresión farmacológica para evitar el rechazo del trasplante pulmonar en primer lugar, en segundo, las leucemias y por último, los pacientes con quemaduras graves. La manifestación cutánea fue la más frecuente, en 11 de 26 pacientes, seguida de la pulmonar e invasiva. F. solani se aisló en 49% de los casos. La mortalidad fue la siguiente en cada una de las manifestaciones clínicas: invasiva 50%, cutánea 40% y pulmonar 37.5%. En ese estudio los autores refieren que los pacientes tratados con monoterapia basada en voriconazol sobrevivieron.
Schaal8 realizó un estudio retrospectivo de 31 pacientes quemados, 29 con quemaduras térmicas y los dos restantes con quemaduras eléctricas, atendidos en un hospital militar universitario, en un periodo de ocho años; 20 pacientes cursaron con aspergilosis, nueve con mucormicosis y dos con fusariosis de tipo invasivo que correlacionaron de manera positiva con los mismos patógenos que se aislaron en las muestras tomadas para cultivo en el área quemada, de los pacientes a los que se aisló Fusarium spp. De los 31 pacientes, sólo cuatro tenían algún factor de riesgo antes de la quemadura, como ser usuario de drogas intravenosas, padecer enfermedad obstructiva crónica y recibir tratamiento crónico con corticoesteroides.
Los factores de riesgo asociados con la infección micótica en el paciente quemado son: quemaduras en los extremos de la vida, superficie corporal quemada de más de 40%, lesión de la vía aérea por inhalación, ventilación mecánica, administración de antibióticos de amplio espectro, catéteres centrales, diabetes mellitus y recibir nutrición parenteral.
Patogenia
Las especies de Fusarium son hongos angioinvasivos, propiedad que comparte con Aspergillus spp, por este motivo condiciona infartos hemorrágicos y necrosis tisular. Los sitios de entrada más frecuentes son las vías respiratorias y la piel, en especial cuando hay pérdida de continuidad o está destruida, como en el caso de quemaduras. Las propiedades citoprotectoras oxidativas de los neutrófilos juegan un papel fundamental en la defensa contra la infección por Fusarium spp, mismas que están perdidas en los pacientes neutropénicos y con alteraciones funcionales en los neutrófilos, como los pacientes con quemaduras extensas (más de 15% de superficiel corporal quemada).9
Manifestaciones clínicas
De acuerdo con la extensión de la infección, la manifestación clínica de fusariosis se clasifica en superficial, local, invasiva y diseminada; esto depende del sitio de entrada, del estado inmunológico y de la cuenta de leucocitos.
De acuerdo con el Grupo Corporativo de Investigación y Tratamiento del Cáncer/infecciones fúngicas invasivas y el Instituto Nacional de Estudio de Enfermedades Alérgicas e Infecciones por Micosis (EORTC/MSG, por sus siglas en inglés), se considera fusariosis invasiva a la demostrada por hemocultivos en el contexto de enfermedad infecciosa compatible. La enfermedad diseminada se define como la infección de dos sitios contiguos en asociación con uno o más hemocultivos positivos y se relaciona directamente con la existencia de al menos un factor de riesgo, como padecer enfermedades hematológicas malignas o quemaduras extensas.10
En relación con la localización y limitación de la infección puede clasificarse de la siguiente manera:
Invasión a un solo órgano; en este tipo de infección se incluyen la queratitis, en la que Fusarium spp es causa común de daño corneal en países en desarrollo y es la causa más frecuente de queratitis fúngica en Estados Unidos; uno de los factores de riesgo de esa enfermedad es la administración de esteroides oftálmicos, así como tener un padecimiento corneal. La endoftalmitis usualmente sobreviene 2 a 22 semanas del inicio de la queratitis por Fusarium spp.
Onicomicosis e infecciones cutáneas. Las lesiones cutáneas pueden variar e incluyen granulomas, úlceras, nódulos, micetomas, necrosis, paniculitis e intertrigo, mismas que afectan incluso a 80% de los pacientes; por lo general son dolorosas, localizadas principalmente en las extremidades. Los tipos de lesiones son usualmente nódulos con necrosis central con borde fino eritematoso; estas lesiones suelen avanzar afectando el tejido celular subcutáneo, la fascia y el músculo, provocando fascitis y miositis.
Fusariosis asociada con cuerpo extraño: queratitis en usuarios de lentes de contacto, peritonitis secundaria a diálisis peritoneal ambulatoria continua, en la que la manifestación clínica es de inicio insidioso, con fiebre, dolor abdominal y disminución en el drenaje a través del catéter peritoneal. Otro tipo de manifestación asociada con cuerpo extraño es la fungemia asociada con catéter.
Enfermedad diseminada: infección en dos o más órganos contiguos; ocurre con más frecuencia en pacientes con enfermedades oncohematológicas y en pacientes con quemaduras extensas. Cualquier órgano puede infectarse, aunque el más afectado en 70 a 90% es la piel, seguida de los pulmones y los senos paranasales (70-80%). Es importante considerar la similitud en el cuadro de manifestación entre infección por Fusarium spp y aspergilosis diseminada, principalmente en pacientes con daño pulmonar, caracterizado por dolor pleural, tos y hemoptisis. Sin embargo, la fusariosis tiene mayor afección dermatológica.
La fusariosis invasiva clínicamente se caracteriza por enfermedad diseminada y fungemia con hemocultivos positivos incluso en 60% de los casos, por lo general con fiebre persistente que no responde a tratamiento antibiótico empírico.
En neumonía por Fusarium los hallazgos más característicos por imagen son los infiltrados pulmonares, así como nódulos, afección intersticial y en ocasiones pueden encontrarse cavitaciones, con signo del halo prácticamente indistinguible del causado por Aspergillus. Los signos y síntomas son inespecíficos, con frecuencia hay fiebre, tos sin expectoración y dolor tipo pleurítico. La manifestación simultánea en pulmón y piel puede ocurrir en 50% de los casos.
Existen otras formas de manifestación, aunque menos frecuentes, como la infección del sistema nervioso central.11
Diagnóstico
Para su diagnóstico se requiere un elevado índice de sospecha, en especial en pacientes con inmunosupresión y factores de riesgo. Sin embargo, la confirmación diagnóstica requiere el aislamiento de Fusarium spp por hemocultivos, aspirados traqueales, esputo, lavado broncoalveolar y biopsia de lesiones. Los hemocultivos son positivos en 40 a 80% de los pacientes. Las lesiones cutáneas pueden ser diseminadas incluso en 60%. En el examen histopatológico pueden observarse hifas ramificadas hialinas, septadas no pigmentadas y en el caso de tejidos sólidos, invasión vascular y necrosis.12
No existen métodos de detección de antígenos por anticuerpo. La reacción en cadena de polimerasa (PCR, por sus isglas en inglés) y el biomarcador 1,3 beta-D-glucano se han utilizado para la detección de genes específicos de Fusarium spp en lavado bronquioalveolar.13
En la Figura 2 se muestra un algoritmo para el diagnóstico de fusariosis.
Tratamiento
El voriconazol se aprobó para el tratamiento de infecciones por Fusarium en 2002. Las infecciones locales y limitadas pueden tratarse con voriconazol e incluso con terbinafina. Sin embargo, en caso de infección diseminada o limitada, pero grave, el tratamiento de elección es el voriconazol parenteral, que por su mayor requerimento de concentración mínima inhibitoria se combina con anfotericina B. Una serie de 73 casos, publicada en 2010, demostró claramente el incremento en la supervivencia en pacientes con fusariosis invasiva tratados con voriconazol, por lo que concluyó que éste es una opción terapéutica adecuada.14,15,16
Fusarium spp puede asociarse con resistencia elevada a los antifúngicos del grupo azol; sin embargo, F. solani es la especie que puede tener cepas altamente resistentes, por lo que también se ha sugerido el tratamiento combinado con anfotericina B.
Las dosis recomendadas de anfotericina B (en su forma liposomal) van de 5 a 10 mg/kg/día y debe administrarse por perfusión intravenosa durante un periodo de 60 a 120 minutos. La concentración recomendada para la administración intravenosa es de 0.20 a 2 mg/mL. La dosis de voriconazol el primer día es de 6 mg/ kg dos veces al día y continuar con 4 mg/kg/ dos veces al día. No existe evidencia que determine la duración exacta del tratamiento de la anfotericina ni del voriconazol; sin embargo, se recomienda su desescalonamiento según dicte la evolución clínica y la tolerancia del enfermo. Se desescala a voriconazol enteral con el estómago vacío, 200-300 mg dos veces al día o posaconazol, con alimento, 400 mg dos veces al día. Es imperativa la vigilancia de estos últimos, con concentraciones séricas (en los primeros siete días de tratamiento, 1 mg/dL). El tratamiento coadyuvante con estimulantes de colonias de granulocitos no ha mostrado beneficio claro. El tratamiento temprano y oportuno ante la sospecha clínica asegura una mejor respuesta al tratamiento y supervivencia.17,18
CONCLUSIONES
La fusariosis es una infección emergente en pacientes inmunodeprimidos, entre los que destaca el quemado. Es importante tenerla en mente, en especial en enfermos con factores de riesgo, en los que deberá hacerse una búsqueda intencionada para establecer el diagnóstico temprano e iniciar la mejor estrategia terapéutica.