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Nova tellus

Print version ISSN 0185-3058

Nova tellus vol.27 n.1 Ciudad de México Jun. 2009

 

Reseñas y notas bibliográficas

 

Nieto Ibáñez, Jesús María (coord.), Pedro de Valencia. Obras completas. X. Traducciones

 

Juan Antonio López Férez*

 

León, Universidad de León, Instituto de Humanismo y Tradición Clásica, 2008, 335 págs.

 

* Doctor en Filología clásica, por la Universidad Complutense (Madrid), es profesor de Filología griega en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (Madrid), y estudioso de la literatura griega, sobre todo de Eurípides, Hipócrates y Galeno. jalferez@flog.uned.es.

 

Recepción: 2 de abril de 2009.
Aceptación: 12 de mayo de 2009.

 

Palabras clave: humanismo, Pedro de Valencia, tradición clásica, traducción.

Keywords: classical tradition, humanism, Pedro de Valencia, translation.

 

El volumen constituye el número 34 de la Colección de Humanistas españoles. En la presentación (pp. 9-10), Jesús Paniagua Pérez, Director del Proyecto de Investigación coordinado sobre Humanismo y Tradición clásica, pasa revista a los muchos años dedicados al estudio y edición de humanistas españoles, en cuya amplia nómina figuran, entre otros, Cipriano de la Huerga y Benito Arias Montano, por citar sólo dos nombres señeros. Precisamente Pedro de Valencia ha merecido, con éste, diez volúmenes, gracias al esfuerzo de un nutrido grupo de investigadores de diferentes ámbitos de las humanidades y las ciencias, iniciado e impulsado en su día bajo la dirección del tristemente desaparecido Gaspar Morocho.

En la introducción (pp. 13-15) Jesús Nieto destaca la figura de Valencia, quizá el mejor helenista de su tiempo, dedicado en su Zafra natal, durante muchos años, al estudio de los clásicos griegos y latinos, así como a la exegesis de textos bíblicos en su cátedra de latinidad y retórica. Durante ese periodo realizó asimismo un importante número de versiones de autores griegos al latín y al español. Precisamente el volumen ahora reseñado contiene tanto traducciones escolares, bastante literales (al latín: Tucídides, libro I; De igne de Teofrasto; y español: el comienzo del discurso de Lisias En defensa de la muerte de Eratóstenes y una antología de Demóstenes), como otras realizadas con finalidad literaria y dotadas de estilo elegante (la latina De lapidibus de Epifanio de Chipre, y las castellanas de Dión de Prusa, Sobre el retiramiento y de Epicteto, Sobre la quietud).

Los investigadores que se han encargado de editar, traducir y comentar esas obras han hecho un trabajo cuidadoso en su deseo de localizar el texto básico que pudo manejar Valencia para cada una de esas obras, viendo si se valió de ediciones originales o traducciones latinas, y entrando, asimismo, en el análisis de sus versiones a la luz de los conocimientos filológicos y de la ideología de su época. Para realizar sus traducciones Valencia se sirvió, ante todo, de la espléndida biblioteca privada de que disponía, rica de modo relevante en ejemplares griegos.

Nieto menciona a todos y cada uno de los helenistas, hispanistas y latinista que han contribuido al presente volumen, dedicando un emotivo homenaje al Profesor Morocho, que los introdujo, a casi todos ellos, en el apasionante mundo del Humanismo español de los siglos XVI y XVII ; rcuerda también los proyectos de investigación apoyados por el Ministerio de Educación y Ciencia y la Consejería de Educación y Cultura de la Junta de Castilla y León, esenciales para la continuidad de estos trabajos, y menciona, de modo especial, las Bibliotecas que han facilitado el acceso a numerosas obras y ediciones, tanto del humanista ahora estudiado como de otros ya aparecidos en la Colección.

El Estudio previo (Pedro de Valencia, traductor de textos griegos) (pp. 17-34) es de Vicente Bécares Botas. Nacido en Zafra, año 1555, Valencia se graduó en Leyes en la universidad de Salamanca, donde estudió en los años 1573-1576, mostrando especial interés por la lengua griega, en la que se inició al lado de su paisano El Brocense; sabemos que en ese periodo adquirió obras griegas de enorme interés, y que, vuelto a su ciudad, se dedicó intensamente al estudio y lectura de los clásicos griegos y latinos, en contacto con Arias Montano. Tanto creció su prestigio que fue nombrado Cronista del Reino en 1607. Con respecto a los fondos griegos de su biblioteca particular nos ha llegado una petición de libros que le hizo a Plantino, mediante Arias Montano, en la que sobresalen Homero, Sófocles, Aristóteles y sus comentaristas, así como numerosos rétores y críticos literarios. Valencia leyó a los griegos en busca de erudición y moral, y lo plasmó en su escritura mediante el uso de cultismos léxicos y giros sintácticos especiales, así como en el terreno estilístico. Bécares revisa las siete traducciones contenidas en este volumen, deteniéndose en el interés de Valencia por cada una de ellas, dentro de su línea erudita y exegética.

El apartado I (pp. 35-165) comprende las tres traducciones latinas arriba mentadas, precedidas de los criterios de transcripción y edición a cargo de Antonio María Martín Rodríguez (pp. 37-45). Las dos primeras traducciones se han conservado en versiones autógrafas (manuscrito 6322 de la BNE) y la tercera en una copia alógrafa (ms. 5585 de la misma Biblioteca). El criterio general ha sido mantener las grafías originales, incluso cuando hay desviaciones respecto de las normas clásicas, procurando unificar en favor de estas últimas en caso de discrepancia: así ocurre en el caso de las geminadas etimológicas, cuando hay ejemplos en que se mantiene y otros en que se omite; en cambio, cuando se cuenta sólo con una aparición sin geminada, el criterio es mantener tal forma. El editor ha corregido numerosos errores de omisión por descuido, bien de una letra bien de una sílaba; ha eliminado algunas letras, o sílabas, introducidas sin motivo; en el caso de u y v ha regularizado siguiendo la norma general mantenida en ediciones de la época: v en inicial y u en interior de palabra; de acuerdo con los criterios de la colección ha modernizado la puntuación y el uso de mayúsculas y minúsculas, y, asimismo, resuelto las abreviaturas. En los casos de Teofrasto y Tucídides ha dividido el texto en párrafos, según las ediciones modernas. Problema indudable planteaba Epifanio por el mal estado del manuscrito, deteriorado y carcomido en parte por los ratones, por lo que, en ocasiones, ha restituido el texto valiéndose de la traducción latina recogida en la Patrologia Graeca; ha prestado atención oportuna a inserciones, adiciones y transposiciones; el nutrido aparato crítico refleja todos los puntos indicados.

1. De igne, editado por Martín (pp. 49-73), va seguido del estudio y comentario realizado por María de la Luz García Fleitas (pp. 75-91), que se detiene en el contenido, anotaciones marginales (en especial, versiones alternativas, alusiones a la oscuridad del texto, glosas griegas, referencias a otras obras, explicaciones, adiciones) y enmiendas (tachaduras, correcciones, sobreescritos, transposiciones e inserciones), destacando el grave problema planteado por la braquilogía del original griego.

2. También Martín (pp. 95-112) se encarga de la edición del libro I de las Historias de Tucídides, mientras que García Fleitas elabora el estudio y comentario (pp. 113-128), de acuerdo con el mismo esquema ya visto, precedido de un apartado sobre la importancia del historiador ateniense en la obra de Valencia, el cual tradujo dicho libro con fines didácticos.

3. El mismo editor tiene De lapidibus (pp. 129-140), cuyo estudio y comentario corre a cargo de Nieto Ibáñez (pp. 141-165), que se extiende oportunamente en la tradición naturalística y exegética, el tratado De gemmis de Epifanio (compuesto hacia el 394 y conocido hasta el 700 con su texto griego completo, del que se hicieron traducciones al latín, armenio, copto y georgiano; se estudian las doce piedras preciosas que llevaba el sumo sacerdote Aarón: se ha pensado en cierta conexión con las doce tribus de Israel o con los signos del zodíaco; lo más destacado es la descripción de las virtudes de cada una de las gemas), la descripción de las piedras preciosas (sardio, topacio, esmeralda, rubí, zafiro, jaspe, ligirio, ágata, amatista, crisolito, berilo, ónix, y, además, una decimotercera, el diamante, acompañadas de sus propiedades médicas, cuando las tienen, y de otras observaciones varias procedentes de la tradición judía y de la mitografía griega), la tradición mineralógica grecolatina (comienza con Aristóteles, seguido de Teofrasto, el Pseudo-Dioscórides, y, de modo especial, la Historia Natural de Plinio), los manuscritos, localizados en bibliotecas españolas, de la obra ahora editada (sobre todo, el ms. 5585 de la BNE, con una traducción latina, y el Codex Graecus 4631, con un epítome del escrito; de singular relevancia es también la edición impresa del texto griego realizada por Konrad Gesner (1565), que publicó en el mismo volumen la versión latina de Iola Hierotarantino), la versión de Valencia (donde se examinan las coincidencias de Valencia con Hierotarantino, los añadidos de ambos que no figuran en el original griego, las numerosas divergencias entre ambos traductores) y unas observaciones finales que subrayan la superioridad, en corrección y carácter completo, de Hierotarantino.

El apartado II (pp. 167-280) abarca las cuatro traducciones al castellano.

1. De la edición del mencionado discurso de Dión se responsabiliza Sergio Fernández López (pp. 169-181), que sigue el ms. 5585 de la BNE, autógrafo, atendiendo a criterios fonológicos, conservando los rasgos distintivos, eliminando los accidentales y normalizando grafía, puntuación, acentuación y uso de mayúsculas de acuerdo con las normas vigentes de la RAE. El estudio y comentario es de Nieto Ibáñez (pp. 183-202), quien escribe tres elocuentes apartados (cinismo y estoicismo; Dión de Prusa en el Humanismo; Dión de Prusa en Valencia) antes de pasar a la traducción del citado discurso, donde subraya la ampliación sinonímica, modificaciones léxicas, cambio de orden, añadidos y correcciones.

2. Felipe Hernández Muñoz se encarga de la edición (pp. 203-208), estudio y comentario (pp. 209-211) de los seis primeros párrafos del mencionado discurso de Lisias, ofreciendo interesantes observaciones y notas textuales sobre dicha traducción, conservada en el ms. 5585.

3. Nieto Ibáñez edita (pp. 215-221), estudia y comenta (pp. 223-242) el indicado título de Epicteto contenido en el ms. 11160 de la BNE: cuatro apartados (la moral estoica en el Humanismo; la tradición de Epicteto en el Humanismo; Epicteto en Valencia; las Pláticas de Epicteto traducidas por Valencia) preceden al que incide en la versión del zafrense, donde indica que el humanista debía conocer una de las dos ediciones griegas de Epicteto que había en su época, aunque usara también, en ciertos pasajes, algunas versiones latinas del estoico: Valencia busca la claridad y la fidelidad, ciñéndose mucho al original, y superando, en no pocas ocasiones, ciertas versiones latinas del momento; con todo, no son raros las amplificaciones y añadidos. El humanista, aparte de su intención literaria, manifiesta indudable interés por el pensamiento estoico del autor.

4. Sentencias y palabras de Demóstenes son editadas por Rafael González Cañal (pp. 243-264), que se basa en los ms. 12.968.20 del XVII y 18-756-10 del XVIII (ambos en la BNE, el segundo, más unitario y ajustado al texto griego), moderniza las grafías y adapta la acentuación, puntuación y uso de mayúsculas a los usos actuales, pero mantiene ciertas vacilaciones de timbre en las vocales átonas, y la presencia o reducción de grupos cultos de consonantes. El estudio y comentario los realiza Ángel Ruiz Pérez (pp. 265-280) que ha visto bien cómo la selección de Valencia se basa en pasajes extraídos de los primeros dieciséis discursos políticos demosténicos; revisa varias ediciones del gran orador ateniense (Aldina, 1504; Herwagen, 1532; Wolf, ¿1550?, con varias reimpresiones; Morel, 1570) y observa que la traducción de Valencia está realizada, en ciertos lugares, al pie de la letra, lo que hace pensar en un borrador aun necesitado de lima y pulimento; se omiten, por ejemplo, líneas del original, algunas frases y la invocación a los atenienses. Ruiz ofrece una selección de la edición de Wolf, señalando claramente los no pocos pasajes omitidos por Valencia.

Un apéndice a cargo de José Manuel Floristán (pp. 281-313) lleva por título Pedro de Valencia, traductor regio en romance de Felipe III (no II, como figura allí, sin duda por error tipográfico), y en él se examinan diversas circunstancias y avatares por las que pasaron los griegos desde 1570 hasta 1621, periodo histórico, especialmente convulso, en que muchos de ellos tuvieron puestas sus esperanzas en la protección del rey de España frente a la permanente amenaza turca; por diversas circunstancias históricas, políticas y económicas, España no pudo atender las sucesivas peticiones de ayuda que les venían de distintos puntos de habla griega. A mi entender son de extremo interés las cartas dirigidas a Felipe III por Cristodulo, arzobispo de Chipre (doc. 1), y por Jeremías y Leoncio, dos altos cargos eclesiásticos griegos (2), en febrero de 1609, así como la interpretación del contenido realizada por Valencia, en mayo del mismo año (3), donde subraya que no las ha traducido porque están escritas "no del todo en griego antiguo, sino en lenguaje bárbaro mezclado de griego, italiano y turquesco"; por su lado los documentos 4 y 5 son, respectivamente, una carta de Cristodulo, ya mencionado, junto con otros altos jerarcas eclesiásticos, fechada en julio de 1614, dirigida al citado monarca español, y la traducción-interpretación de Valencia; siguen fotocopias de los cinco documentos.

Finalmente cierra el volumen un Índice onomástico (pp. 315-332), elaborado por Raúl López López, en que se recogen, sucesivamente, los nombres propios citados en las traducciones latinas y castellanas y los que aparecen en los estudios correspondientes.

En resumen, estamos ante una edición bien hecha, madura, cuidada, fruto de muchos años de trabajo y de colaboración fecunda de especialistas procedentes de áreas diversas, útil para el hispanista, el filólogo clásico, el historiador, y, en suma, para todo estudioso del Humanismo español.

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