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Revista de la educación superior

Print version ISSN 0185-2760

Rev. educ. sup vol.51 n.204 Ciudad de México Oct./Dec. 2022  Epub May 29, 2023

https://doi.org/10.36857/resu.2022.204.2278 

Artículos

Construcción de la categoría “expectativas profesionales”: elecciones de formación y ejercicio laboral en las trayectorias escolares

Category construction of the “professional expectations”: training and labor practice choices in educational trajectories

Juana Estela Maza Navarro* 

Mariela Sonia Jiménez Vásquez* 

*Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México. Correo electrónico: jestelamaza@hotmail.com


Resumen

En este artículo se construye la categoría expectativas profesionales, a través de la integración de sus fundamentos teóricos y prácticos, cuya finalidad es comprender el comportamiento estudiantil universitario durante sus trayectorias escolares. Para estructurar su significado se analizaron investigaciones empíricas y aportaciones teóricas desde las perspectivas: filosófica, sociológica y psicológica. El constructo se delimitó a un sentido de orientación de las elecciones de los estudiantes en el sistema escolar, concluyendo que la expectativa profesional es la condensación de trayectos posibles de formación profesional y de ejercicio laboral que se generan durante la carrera universitaria.

Palabras clave: Expectativas profesionales; Educación superior; Trayectoria escolar; Subjetividad; Formación profesional

Abstract

This article builds the professional expectations category through the integration of its theoretical and practical foundations, whose purpose is to understand college students’ behavior during their educational trajectories. To structure its meaning, we analyze empirical research and theoretical contributions from philosophical, sociological, and psychological perspectives. The construct was delimited to a sense of orientation of the students’ choices in the school system, leading to a conclusion that job expectations are the condensation of possible paths of professional training and labor practice that are generated during the educational trajectory.

Keywords: Professional expectations; Higher education; Educational trajectory; Subjectivity; Professional training

Introducción

El artículo tiene el objetivo de analizar las distintas acepciones del término expectativa profesional, por una parte, las concepciones psicológicas, y por el otro, las sociológicas con el fin de integrarlas para aportar mayor operatividad de su uso en las investigaciones empíricas de las trayectorias escolares, evitando discrepancias del término, así mismo ubicar el constructo en un continuum del proceso psíquico y social.

La importancia de las expectativas profesionales en la formación universitaria radica en que sirven como referentes de orientación a los estudiantes en la toma de decisiones asertivas durante el transcurso de la carrera, el egreso y la inserción laboral.

La problemática que atienden los estudios sobre expectativas es su posibilidad de coadyuvar al entendimiento de los fenómenos de deserción escolar; en estudios anteriores se evidenció el gran número de estudiantes que abandonan la carrera por decepción de expectativas (De Vries, León, Romero y Hernández, 2011; Maza, 2018; Maza, Paniagua, Ortega, Stange y Gamboa, 2021) incluso en etapas avanzadas de la trayectoria escolar.

Las revisiones iniciales del término expectación mostraron un uso diverso en su significación, tales como: espera, esperanza, aspiración a un bien futuro, proyección del futuro, aprendizaje, percepción, suposición, intención, posibilidad o probabilidad; esta variedad semántica dificulta la descripción del fenómeno. Estas variantes implicaron un análisis de las diferentes nociones otorgadas a las expectativas, pueden denotar aspectos afectivos, cognitivos y lógicos que atañen a diversos niveles de la realidad social, en donde lo psicológico y lo social se imbrican en límites difíciles de separar. En el ejercicio de análisis se contrastan ambas perspectivas, dilucidando el fenómeno, articulando discursos, para usarse con fines prácticos en la investigación educativa.

El examen de la literatura sobre investigaciones empíricas y teóricas, se explica en seis apartados de este artículo: en el primero se describen algunos estudios que aplican el concepto expectativas en los campos educativo y laboral; en el segundo, se analizan las posiciones, filosófica y sociológicas, de la expectativa que constituyen su dimensión social; en el tercer apartado, se explica el aspecto temporal que sólo puede evidenciarse en una secuencia de eventos o situaciones que a su vez conforman los aspectos materiales de la trayectoria escola; en una cuarta sección se rescata el fenómeno del sentido que hace posible la existencia de la expectativa y donde se vinculan lo social y lo psicológico en los procesos cognitivos; finalmente se aborda la conciencia, en cuya entidad se reproducen y reconstruyen todos estos procesos subjetivos y lógicos de las expectativas. En un sexto apartado, se integran todos estos componentes en la categoría expectativas profesionales, entendida como las posibilidades de desarrollo profesional que crean los estudiantes universitarios durante sus trayectorias escolares.

Método

El trabajo es de tipo analítico, se utilizó el método de razonamiento inductivo que consiste en llegar a una conclusión a partir de la experiencia, observando ejemplos para generalizar a un conjunto completo o clase (Dávila, 2006). Se utilizó el análisis documental a partir del cual se identificaron tendencias y hallazgos acerca del tema expectativas y su construcción conceptual desarrollando las etapas de un estado del arte (Jiménez-Vásquez, 2014). Se utilizó información de repositorios (Redalyc, SciELO, Dialnet) reconocidos por la divulgación de rigurosas investigaciones teóricas y empíricas, a los cuales se indexan revistas destacadas como redie, rie, Pensamiento Iberoamericano, Perfiles Educativos, así como de producciones en universidades de España, Brasil, Colombia y México.

La información se seleccionó con el criterio de la relevancia de su contenido para la investigación conceptual, por la representación de la diversidad de posturas y teorías que se inscriben en el campo del constructivismo, sobre todo, en relación a los modos en que se construye el conocimiento por la actividad científica o epistemológica (Retamozo, 2012). Se incluyeron definiciones filosóficas básicas para aclarar una ruta discursiva. Se revisaron autores clásicos del pensamiento sociológico y psicológico en torno a cuyas teorías se generó la discusión y el diálogo que permitió la construcción integral de la categoría expectativas profesionales, como resultado del desarrollo evolutivo del sentido cognitivo: lógico y vivencial, así como de la percepción del mundo y su integración en los tres niveles de la realidad social, esto es, entre los hechos o eventos, los discursos y las motivaciones (Ortí, 1999).

Resultados y discusión

Las expectativas en educación y el trabajo. Un breve estado del arte

Las investigaciones empíricas

El concepto expectación en los ámbitos educativo, empresarial y social, corresponde a una de las variables más importantes para la intervención en los problemas del proceso enseñanza-aprendizaje y la motivación en el incremento de la productividad laboral (Maza, 2018). Estos ámbitos permiten establecer dos ejes de análisis de las investigaciones: el primero que vincula la formación desde las perspectivas educativa y empresarial; el segundo, se refiere al mercado laboral derivado de los estudios sociales.

Respecto a las investigaciones en el campo educativo, los primeros estudios en psicología experimental sobre la relevancia de la expectativa en la modificación de la conducta fueron experimentales con Edward Tolman (1967) quien señaló que se refería a un tipo de aprendizaje rudimentario generado por la asociación entre percepción, memoria de datos y una conclusión de inferencia en situaciones futuras, esto sustentó la idea de que la conducta deriva de una intención o expectación (Wolman, 1968); posteriormente Alberto Bandura desarrolló el concepto autoeficacia (1977) o expectativas de la eficacia de una conducta, ello a partir de la teoría del aprendizaje social que luego evolucionó a la teoría cognitiva social.

La fuente psicológica dio frutos en una de las investigaciones precursoras y más representativas de los estudios en el ámbito educativo: el experimento realizado por los psicólogos Robert Rosenthal y Lenore Jacobson (1966), en el cual se logró incrementar el coeficiente intelectual (iq) en los niños a partir de los efectos que las expectativas de los maestros provocan en ellos. A este resultado se le conoce como efecto Pigmalión y consiste en que la confianza de los profesores sobre la manera en que se conducirán sus alumnos determina precisamente las conductas que esperaban.

En esta misma línea se inscriben otros estudios (Sánchez y López, 2005) que confirman la correlación entre el éxito académico y la motivación de los estudiantes como resultado del efecto de la expectativa que los profesores tienen de ellos y que se ha asociado con el efecto Pigmalión, por supuesto que la profecía puede ser negativa haciendo realidad las etiquetas que se adjudican al estudiante como perezoso o alborotador.

La visión empresarial aplicada al ámbito universitario se devela en la teoría de la profecía autocumplida, (Pichardo, García, De La Fuente y Justicia, 2007) que valora la calidad del servicio que la institución presta a su cliente, estudiante, quien califica el producto o el conocimiento y gestión de la institución a través de la satisfacción de los usuarios y así analizar los aspectos predictivos y normativos (lo que se espera por experiencia en situaciones similares). De esta manera la satisfacción de las expectativas profesionales (Hernández y Fernández, 2010) se considera un indicador de la calidad universitaria. Se utiliza para descubrir -desde la percepción de los alumnos-, los elementos de enriquecimiento del servicio, desarrollo y mejoramiento de los planes de estudio y la práctica profesional.

En la teoría aplicada al ámbito empresarial, otras investigaciones se orientan a los factores del proceso de la expectación (Carrillo y Ramírez, 2011) como el logro del éxito de la anticipación (la obtención de una recompensa al invertir esfuerzos en su desempeño), la instrumentación (en el logro de objetivos de lo deseado), la valencia (el valor que el resultado -positivo o negativo- tiene para el sujeto), y la predicción (“futuro inmediato”: más factible y “futuro lejano”: menos posible). De acuerdo con los autores, la eficacia consiste en la capacidad que tiene la persona para realizar una conducta con éxito, o sea, la autoevaluación o confianza de que una conducta genere un determinado resultado social, físico, atribuible a sí mismo. Para Robbins y Coulter (2005) la expectación está en la base del proceso de la motivación para incrementar la productividad. La idea es que un individuo actúa anticipando de que después del hecho se presentará un resultado atractivo.

Desde una perspectiva social, a partir de la década de los 70´s se han documentado proyecciones originadas en sociedades con mayor diversificación en el uso de los tiempos para las actividades sociales y laborales (De Castro, 2008), dificultando a los ciudadanos articular sus tiempos individuales al contexto laboral para dar coherencia y sentido a la experiencia personal, en estos casos la orientación del futuro se estructura a partir de la significación del pasado. En esta visión, las expectativas corresponden a esperanzas, temores, anticipaciones, precisiones y estimaciones realistas (prospectivas prácticas y cognitivas) donde predomina lo racional sobre lo emocional.

Sin embargo, otras aproximaciones sostienen que las expectativas o anticipaciones juegan un papel más importante para la cohesión social que el sentido de pertenencia (identidad social), el arraigo por la tradición y el estatus quo originados en el pasado (nación, política y religión). Ahora la integración colectiva está más enraizada en los nuevos movimientos o proyectos emergentes que prometen beneficios y mejoras en la calidad de vida (Sunkel, 2008). A su vez, se encuentran las proyecciones relativas a los roles futuros (Abarca, Gormaz y Leiva, 2012) de los jóvenes en el ejercicio laboral, conyugal, parental y de cuidado del hogar, observados a partir de los criterios de edad, sexo, estado civil, número de hijos de los participantes y los valores.

En relación con las anticipaciones estudiadas por la sociología del trabajo Pastor, Peraita y Zaera (2013) destacan que estas se ajustan a los diferentes beneficios potenciales de la educación universitaria y de cómo la situación actual del mercado de trabajo las afecta. Esta visión resalta la confianza en la rentabilidad social e individual de las inversiones en la formación universitaria que dan lugar a beneficios individuales, como la probabilidad de ocupación en el mercado laboral y la mejora de la situación económica y social.

En la Tabla 1 se muestran diferentes formas de estudiar y entender las expectativas, de acuerdo con las perspectivas de los estudios empíricos revisados.

Tabla 1 Estudios empíricos sobre expectativas en los ámbitos: educación y trabajo. 

AUTOR PAÍS PERSPECTIVA DISCIPLINARIA DEFINICIÓN DEL TÉRMINO
Tolman (1967), Wolman (1968) Estados Unidos Psicología experimental básica Es un aprendizaje derivado de combinar: percepción del ambiente, memoria de datos y conclusiones por inferencia de situaciones futuras.
Rosenthal y Jacobson (1966) Estados Unidos Psicología experimental educación Es lo que los profesores esperan de sus alumnos.
Pichardo (2007) España Psicología educativa Es lo que se espera que suceda//Sus aspectos: predictivos (probabilidad de que ocurra) //normativos (lo que se espera por experiencia en situaciones similares) // ideales (lo que se prefiere o desea).
Carrillo y Ramírez (2011) México Psicología educativa (tesis) Son posibilidades razonables y sustentadas de que algo suceda. Se constituyen a partir de experiencias previas, deseos y actitudes.
Hernández y Fernández (2010) México Sociología de la educación Es la percepción que los estudiantes tienen respecto a la obtención de los conocimientos, habilidades, estrategias y herramientas, necesarios para el desempeño de una disciplina.
Abarca, Gormaz y Leiva (2012) Chile Psicología social Son las percepciones sobre los roles futuros
Pastor, Peraita y Zaera (2013) España Psicología organizacional Son las probabilidades de que los estudios universitarios generen a medio y largo plazo una amplia gama de beneficios monetarios y sociales.
De Castro (2008) España Sociología Es la proyección, esperanza, anticipaciones, estimaciones realistas (prospectivas prácticas y cognitivas) // es el lado menos emocional y más racional del horizonte futuro.
Sunkel (2008) Chile Sociología Es la proyección del sujeto en el mediano plazo (cinco años) en que se esperan mejores condiciones de vida

Fuente: elaboración propia, a partir de los estudios empíricos revisados, 2021.

Todo lo anterior permite observar que las diversas posturas aluden a tres maneras de enfocar la expectativa: a) la posición cognitiva, destaca los procesos del aprendizaje, percepción y proyección; b) la visión formal, resalta la posibilidad, estimación, cálculo y la probabilidad; c) el aspecto afectivo, involucra a la esperanza, emoción, deseos o temores.

Aportaciones reflexivas: Las expectativas en la filosofía y las teorías sociales.

En estudios de carácter filosófico, la expectación (Abbagnano, 2012) es la anticipación de un acontecimiento futuro (el egreso escolar o la inserción laboral durante la formación profesional), además corresponde a una de las formas de la atención (atención expectante) que implica la preparación de las condiciones mentales necesarias para afrontar la acción. En términos más precisos consiste en un advenir o la primacía de una sobre otras determinaciones del tiempo, por lo tanto, es expectativa sólo en su relación con el tiempo futuro.

En la teoría social hay importantes aportaciones sobre el concepto expectativa que complementan con nuevas aristas el término, sobre todo desde las explicaciones de la sociología comprensiva, la sistémica y la del conocimiento.

La perspectiva de la sociología comprensiva (Rex, 1961) sostiene que en la interacción social se encuentran implicadas las conductas intencionales de las personas participantes, todas portadoras de intereses individuales, con fines de provocar un estado de cosas futuras que se ponen en juego al planear la propia acción basada en la suposición de que el otro individuo actuará de cierta manera. Esta suposición -expectativa- muestra que hay una comprensión de la significación de la conducta de uno con respecto al otro participante en la transacción social.

Desde este modelo subjetivo -teoría de la acción-, la importancia de la suposición radica en proveer de estructura social cuando los actores (universitarios) convergen o divergen en un continuo de situaciones, que pueden llegar a ser de cooperación o integración con las instituciones cuando coinciden los intereses, el conocimiento y la lógica de razonamiento entre los individuos (docentes y estudiantes con trayectorias escolares continuas1, o por el contrario, la circunstancia puede ser de conflicto si los intereses y las lógicas son diferentes entre los actores (entre directivos, docentes y estudiantes con trayectorias escolares discontinuas); o incluso llegar a ser de anomia social si existe desconocimiento o inadecuado conocimiento por parte de un actor sobre el otro (indiferencia de parte de las autoridades sobre los intereses de los estudiantes).

El concepto de expectativa tiene una mayor envergadura en la sociología sistémica, su importancia es tal que conforman las estructuras sociales (Luhmann, 1998). Estas funcionan a través de la comunicación (emisión-información-entendimiento) y se reproducen constantemente.

La Teoría de los Sistemas Sociales (TSS) define a las expectativas como condensaciones de referencias de sentido que indican las posibilidades de elección en una determinada situación (Corsi, Esposito y Baraldi, 2006). Además, estos mismos autores señalan que las referencias son identidades estables (objetos, acontecimientos, valores, conceptos o datos, normas e individuos) y el sentido consiste en el tema o contenido de la realidad o lo que puede ser posible (demostrado en la recurrencia de la experiencia).

En las interacciones de directivos-docentes, docentes-estudiantes, ciertas referencias de sentido (valores, intereses en la profesión) se fijan o generalizan en la selección de las posibilidades (de ejercicio profesional) en un abanico limitado de opciones que ofrece el sistema (mercado laboral) y con ello, se reproducen trayectorias de desarrollo profesional, algunas veces se produce o emerge un nuevo sentido, y con ello nuevas rutas.

La función de las expectativas en los sistemas sociales y psíquicos es orientarlos y dar estabilidad a la comunicación y al pensamiento ante la complejidad y contingencia del mundo. De forma específica, la dimensión social de la expectativa se dirige hacia individuos con capacidad selectiva (expectativas de expectativas o las expectativas reflexivas). Relación expresada en las expectativas que los estudiantes creen que los padres y los profesores tienen en relación a su comportamiento (Maza, 2018) cuya imprevisibilidad amplifica los riesgos existentes en la contingencia del mundo, “sólo la expectativa de las expectativas del otro permite a Ego y a Alter insertar en la propia orientación lo que orienta la selectividad del otro” (Corsi et al., 2006, p. 108).

Esta dirección del comportamiento a través de las expectativas de los demás, se transmite por la comunicación (hecho social), la cual es posible con la anticipación de las anticipaciones del otro, si esto no fuera así sería imposible orientar las acciones y continuar el proceso comunicativo: no habría ningún sistema social porque las expectativas de las expectativas al interior de los sistemas sociales son sus estructuras.

Por otra parte, se incorpora la idea de Berger y Luckmann (1997), representantes de la sociología del conocimiento, de que la expectativa es una precondición para que los conocimientos almacenados (aprendidos) en el acervo social, que fueron adquiridos por un gran número de experiencias en el transcurso del tiempo y disponibles en el contexto social, se transforme en instituciones sociales (iglesia, escuela, etc.), esto es, que las conductas se sigan repitiendo a través de ser procesadas por las relaciones sociales dominantes

En esta perspectiva, de acuerdo con Berger y Luckmann, el origen de la expectación se encuentra en el sentido de las experiencias que en sus niveles superiores de evolución constituyen esquemas procedimentales o planes de acción que se proyectan a través de una evaluación secuencial de valores e intereses y se objetivan en todo el conocimiento social acumulado.

Estos autores consideran que las instituciones crean «programas» para el manejo de la interacción social y para la ejecución de un currículum vitae determinado, proporcionando modelos probados o esquemas de acción institucionalizados para cumplir con las conductas asociadas a ciertos roles como el de estudiante, profesional, padre, esposo, consumidor, por medio de los cuales la expectativa reduce posibilidades (Berger y Luckmann, 2012).

En esta idea, el proceso de socialización (internalización de acontecimientos, hábitos de comportamientos o roles) sedimenta los contenidos en la conciencia de manera intersubjetiva y este mundo interiorizado se objetiva en las rutinas cotidianas en las trayectorias escolares en donde se comparten las biografías, las experiencias y los significados, de tal manera que la realidad se construye socialmente. En la Tabla 2 pueden observarse las diferencias antes señaladas con mayor claridad.

Tabla 2 La expectativa desde las perspectivas filosófica y social. 

AUTOR PAÍS PERSPECTIVA TEÓRICA DEFINICIÓN
Abbagnano (2012) Italia Filosofía Es la anticipación de un acontecimiento futuro// es un advenir o la primacía de una sobre otras determinaciones del tiempo, por lo tanto, es expectativa sólo en su relación con el tiempo
Rex (1961) Inglaterra Sociología comprensiva Es la suposición de que el otro individuo actuará de cierta manera en una interacción social porque tiene una intención // La suposición es significación.
Luhmann (1998), Corsi, Esposito y Baraldi (2006) Alemania Sociología sistémica Son condensaciones de referencias de sentido que indican las posibilidades que se delinean en una determinada situación.
Berger y Luckman (1997) Alemania Sociología del conocimiento Son esquemas procedimentales o planes de acción que se proyectan a través de una evaluación secuencial de valores e intereses y se objetivan en todo el conocimiento social acumulado.

Fuente: elaboración propia, a partir de los estudios revisados, 2021.

Con lo anterior se concluye que además de la dimensión social de la expectativa definida por las teorías sociales, el tiempo es otro aspecto indispensable para imaginar la expectativa, pues su existencia sólo es posible en un horizonte temporal cuando se define como una anticipación, suposición, proyección o advenir de sucesos del mundo de la vida (Dreher, 2012), de ahí que el tiempo fenoménico en los estudios sociales (y biográficos) se esquematiza de manera visual a través de la imagen de trayecto, de esta manera se cierra la idea de la significación de un horizonte temporal, trayectoria escolar, donde la experiencia como una corriente transcurre en un infinito continuo de duración (Abbagnano, 2012).

La dimensión temporal, eje de análisis de las expectativas y las trayectorias

La dimensión temporal constituye un elemento básico en la determinación de la anticipación; la emergencia de la expectativa resulta de una condición formal del tiempo, de todas las percepciones de lo precedente y lo siguiente (Abbagnano, 2012). Es precisamente en la dinámica del tiempo donde emerge la referencia, experiencia o lo posible. El marco de la temporalidad de los sucesos, tienen un alto grado de importancia, sobre todo en las trayectorias que se han institucionalizado (Pries, 1996), tal es el caso de los mismos ciclos de vida o de recorridos escolares, que en gran medida siguen carreras preestablecidas por programas educativos.

Representar el movimiento lleva a la idea de trayectoria (Bourdieu, 2011, p. 127) donde además del componente temporal, se incluye el componente espacial dado que el flujo o corriente se concibe como una “serie de posiciones sucesivamente ocupadas por un mismo agente (o un mismo grupo) en un espacio en devenir y sometido a incesantes transformaciones”, dotando de estructura al mismo recorrido. En el trayecto los individuos se desplazan (Bourdieu, 2002) orientándose a través de la oposición de las fuerzas del campo (del espacio) y su propia inercia (disposiciones). En estos desplazamientos, la dimensión temporal afianza o diversifica las trayectorias.

Con esta misma mirada, aterrizando al ámbito educativo, el desplazamiento de los individuos se da en un campo de fuerzas (Ortiz, 2003), lo que indica que los estudiantes construyen sus expectativas profesionales en un contexto en el que el currículo, como dispositivo de gestión de saberes y prácticas escolares, crea determinaciones e incitaciones que contextualizan la formación de diversas trayectorias escolares.

En estas estructuras de opciones se eligen diversas direcciones de acuerdo con los espacios de negociación y de enunciación, en los que inciden los procesos institucionales (organización escolar) y los de los estudiantes (subjetividad). En este ajuste de intereses los trayectos más que ser directos, trazan líneas hacia delante, de contención y de retorno. La trayectoria escolar, representa un vehículo espacio-temporal por donde se expresan las expectativas profesionales o el advenimiento de un suceso que reproduce un itinerario o puede movilizar nuevos recorridos diferentes, que a su vez nuevamente promueven ciertas anticipaciones.

El trayecto de la corriente experiencial es una figura que permite explicar la dinámica de los procesos sociales en un orden de sucesión de tiempo pasado, presente y futuro, de tal manera que en estudios históricos: el presente del futuro (Bédarida, 1998), demográficos, educativos o biográficos, se utilizan las trayectorias como alternativa metodológica (Jiménez-Vásquez, 2009), incluso para articular diferentes vertientes investigativas en las cuales los recorridos se despliegan a través de ciertas perspectivas, enfoques, sujetos y propósitos bajo criterios que el mismo investigador construye.

Con lo anterior, se configuran los referentes del tiempo y los objetos, materias, eventos o situaciones, que son identidades temáticas (información) con las que opera la expectativa.

Expectativa, la forma que adquiere el sentido

En este apartado, además de definir las variables temporales, materiales y sociales en las condiciones básicas de manifestación de la expectativa y representarlas en el flujo de un trayecto, se definió el concepto expectativa como: una forma de sentido debido a su naturaleza cognitiva en el resultado evolutivo de los procesos de la conciencia.

Para explicar con más detalle, se recurrió a las diversas designaciones de sentido en donde se distinguió que, en términos psicofisiológicos, corresponde a una función por la que un organismo recibe información sobre ciertos elementos del medio exterior, tanto de naturaleza física: vista, oído, tacto; como química: gusto, olfato (Larousse, 2000). En el ámbito de la Filosofía (Abbagnano, 2012) el sentido es la capacidad racional o lógica de juzgar teórica y moralmente (verdadero/falso, bien/mal) y de ordenar las sensaciones para orientarse en diferentes campos de la realidad.

Desde el campo de la Lingüística, la palabra en términos semióticos, contiene una significación o sentido, mientras que, en la Psicología sociohistórica se define como un sistema dinámico en el que se integran la cognición y el afecto en una relación procesual (González, 2010). Esta última definición se derivó de considerar que en el lenguaje interiorizado (Vygotsky, 1995) el sentido de la palabra es la suma de todos los sucesos psicológicos (deseos, necesidades, intereses emociones, tendencia afectiva-volitiva) que la palabra provoca en nuestra conciencia. De esta manera, la palabra expresa un contenido interno (emociones) y externo (significados) en donde se integra lo psíquico y lo social.

En esta visión psicológica se pone de relieve la especificidad ontológica del contexto cultural, y, por lo tanto, precursora del sentido subjetivo que González (2010) identifica como la “expresión simbólico-emocional de la realidad en sus múltiples efectos, directos y colaterales, sobre la organización” interna “del sujeto y de los espacios sociales en que actúa” (p.251).

Por otro lado, la visión de la sociología del conocimiento subraya que el sentido es una propiedad de la conciencia que implica la relación de los datos (de sucesión, igualdad, diferencia, etc.) de varias experiencias (producidas por las vivencias) en un nivel elemental (Berger, Luckmann, 1997) y explica que el funcionamiento múltiple de la conciencia (atención, percepción, memoria, imaginación) produce el sentido de las experiencias que a su vez, es integrado en niveles superiores de sentido, estos son esquemas procedimentales.

En el punto de vista de la teoría de la acción social (modelo subjetivo) se sostiene que el sentido es el motivo de la acción (objetivo, fin, propósito, interés), de un actor hipotético en una situación dada, cuya conducta puede estar gobernada por las normas o por las emociones (Rex, 1961). La acción social de acuerdo a Weber (2002) es una conducta humana “siempre que el sujeto o los sujetos de la acción enlacen a ella un sentido subjetivo” referido a la conducta de otros, orientándose por ésta en el proceso de la interacción.

En cuanto a la sociología sistémica, el sentido es un logro co-evolutivo del surgimiento de los sistemas psíquicos y los sociales, en el que uno es entorno imprescindible del otro. Este es el resultado de una forma de operación histórica y no de una cualidad del mundo, creación, fundación u origen externo (Luhmann, 2007), por lo que no existe fuera de los sistemas que lo usan y lo reproducen como médium, o sea, es una cantidad indeterminada de posibilidades que sólo pueden ser percibidas en una selección específica que ocurre en un momento dado (Rodríguez y Torres, 2008).

Por ejemplo, en la selección de posibilidades de inserción laboral se manifiesta en relación con identidades (ciertas ocupaciones profesionales, prestigio social, ingresos, gozo o reto) por medio de un evento o acontecimiento (egreso), opciones que se han fijado y generalizado en expectativas.

Estas diversas perspectivas de comprender el sentido se evidencian con mayor claridad en la Tabla 3.

Tabla 3 Tipos de sentido. 

AUTORES PERSPECTIVA TEÓRICA DEFINICIONES DE SENTIDO TIPO DE SENTIDO
Laurousse, 2000 Fisiología Es una función por la que un organismo recibe información sobre ciertos elementos del medio exterior, tanto de naturaleza física (vista, oído, tacto), como la química (gusto, olfato) Sentido psicofisiológico
Abbagnano, 2012 Filosofía Es una capacidad racional de juzgar teórica (verdadero/falso) y moralmente (bien/mal) y de ordenar las sensaciones para orientarse en diferentes campos de la realidad. Sentido filosófico
Lingüística El sentido de la palabra es la significación (significado) Sentido lingüístico
González, 2010; Vygotsky, 1995 Psicología sociohistórica Es un sistema dinámico de integración de lo cognitivo y afectivo en una relación procesual Sentido psicológico
El sentido subjetivo es lo simbólico-emocional de la realidad social e individual Sentido subjetivo
Berger y Luckman, 1997) Sociología del conocimiento Es una propiedad de la conciencia que implica la relación entre datos (de sucesión, igualdad, diferencia, etc.) de varias experiencias.
Es una orientación a la acción en relación con intereses y valores
Rex, 1961; Weber, 2002 Sociología comprensiva El sentido subjetivo es el motivo de la acción (objetivo, fin, propósito, interés) de un actor hipotético en una situación dada.
Luhmann, 1998; 2007; Rodríguez y Torres, 2008 Sociología sistémica Es el medio por el cual se percibe una cantidad determinada de posibilidades en la selección específica en un momento dado. Sentido formal

Fuente: elaboración propia, a partir de los estudios revisados 2021.

Hasta aquí, en los estudios teóricos analizados, se manifiestan claramente seis formas de concebir el sentido: psicofisiológico, filosófico, psicológico, lingüístico, subjetivo y lógico. Las dos últimas interpretaciones del sentido (subjetivo y formal) corresponden a diferentes concepciones de la teoría social, el primero a las sociologías comprensiva y del conocimiento, y la segunda a la sistémica, interpretaciones que son incorporadas al constructo expectativas.

La conciencia es el centro de la expectativa

Las dos acepciones de sentido, necesarias para el surgimiento de la expectativa, son el subjetivo y el formal. En primer lugar, en la teoría de la acción social y la sociología del conocimiento (perspectivas ontológicas) ubican en el centro de sus estudios al sujeto como figura central del análisis, en donde la subjetividad hace referencia a los procesos de la conciencia -productora del sentido- la cual en última instancia es definida como autorreflexividad.

Así entonces, la conciencia implica el conocimiento que el hombre tiene de los propios estados, percepciones, ideas, sentimientos y voliciones (Abbagnano, 2012). En la Filosofía moderna y contemporánea se le designa a la relación del alma consigo misma, por la cual se conoce y juzga a sí mismo, tanto en lo moral como en lo teórico.

De acuerdo con la sociología del conocimiento (Berger y Luckmann, 2012) la conciencia se organiza y estructura alrededor del espacio y el tiempo (su propiedad intrínseca), en ella se representa el mundo de la vida cotidiana, la cual es interpretada en las diferentes esferas de la realidad (lo físico y lo subjetivo, lo exterior y lo interior). En la conciencia se perfila la experiencia de una vivencia si se realiza a través de la atención para juzgar o valorar -en referencia al propio cuerpo- una secuencia de temas interrelacionados que es fundamento para que surja el sentido (Berger y Luckmann, 1997).

Entre los elementos subjetivos de la conciencia que más destacan (Figura 1) se encuentran: la atención, la percepción, la expectativa, la memoria, la representación, la imaginación y las emociones; pero es la percepción el punto de encuentro entre la mente y el mundo, entre lo interno y lo externo, de tal manera que en las teorías del conocimiento adquiere una gran importancia, ya que es el proceso mediante el cual los hechos se traducen en conciencia y la percepción del mundo adquiere forma (Abbagnano, 2012). Ubicar en el terreno de la subjetividad a la expectativa, es consecuencia de su naturaleza cognitiva, ya que tiene como elementos la percepción, información y la inferencia de futuro (Tolman, 1967).

Fuente: elaboración propia, adaptado con datos de Abbagnano, 2012

Figura 1 El campo de la subjetividad en la acción social. 

En segundo lugar, se encuentra la sociología sistémica, que sostiene que el sentido se deriva de la conciencia del individuo, pero se desprende del sistema psíquico para trascender a lo social y operar con la comunicación. Aquí el término se aplica a dos tipos de sistemas: a) los sistemas de conciencia que lo experimentan, y b) los sistemas de comunicación que lo reproducen (Luhmann, 2009); pero mientras que en los primeros se hace referencia al sujeto concreto a través del cual se orienta; en los segundos, el término se desvincula del sujeto y se utiliza como medio de una distinción por la que se puede seleccionar cualquier forma, identidad o referencia posible, y donde el observador, puede ser una persona o el mismo sistema social.

Desde este punto de vista formal (Luhmann, 2009), considerar al sentido como medio es posible a partir de la diferenciación medio/forma, en la cual los elementos que intervienen en la relación -en un evento- se encuentran acoplados estructuralmente, esto es, mientras uno es medio otro es forma; sin medio no existe forma y viceversa. Los sistemas sociales se acoplan estructuralmente a las conciencias y esta operación ocurre en correspondencia con un acontecimiento que desaparece en el momento mismo de su aparición, la coincidencia es momentánea y no se establece alguna fusión entre los sistemas coludidos.

Un ejemplo básico -explica Luhmann, (2009)- es la percepción u observación de un objeto u evento que sólo es posible por la presencia de un medio, para el caso de la percepción visual o acústica: la luz o el aire, estos no se perciben como tales, sino que transportan, sin alterar las características del objeto en cuestión (las formas), las imágenes y los sonidos. Para el caso de la reproducción de la comunicación se requiere de un entorno que lo posibilite, tal como un ambiente físico compatible (naturaleza, clima) y disponibilidad de sistemas psíquicos (amor, ciencia) para participar.

Asimismo, de manera contrastada, lo que en un momento funge como forma en una distinción, en otra puede ser el medio hasta alcanzar construcciones de formas superiores: las palabras en el medio acústico son formas, al igual que las proposiciones en el medio de las palabras; y lo oral y escrito en el medio del lenguaje. (Ver Figura 2).

Fuente: Elaboración propia, adaptado con datos de Luhmann, 2009.

Figura 2 Comparativo entre Medio/forma y Sentido/Expectativa. 

Con la distinción entre lo actual/potencial (real/posible), la expectativa puede orientar al sistema ante la complejidad -aumento cuantitativo de elementos y relaciones- y la contingencia -exclusión de necesidad e imposibilidad- a través de la selección y la generalización de un conjunto mínimo de posibilidades de comportamiento futuro (Luhmann, 2009).

Al final es posible entender que ambas posturas sociológicas (Tabla 4), más que contraponerse, se complementan, permitiendo estudiar a las expectativas como esquemas procedimentales que se proyectan a través de las percepciones o valoraciones del mundo futuro (sentido subjetivo) y también como condensaciones de las referencias de sentido (formal), donde la emoción también es una información que sirve para la elección en la toma de decisiones.

Tabla 4 El sentido en las teorías sociales. 

SENTIDO SUBJETIVO SENTIDO FORMAL
Es una valoración simbólico-emocional del sujeto sobre el mundo de la vida cotidiana (teórico y moral). Es el medio (fondo) que posibilita la selección de formas (figuras)

Fuente: Adaptado con datos de Vygotsky, 1995; González, 2010, Berger y Luckmann, 1997 y Luhmann, 2009.

La integración de la categoría expectativas profesionales

Con todo lo expresado, el constructo se operacionaliza a través de una categoría con variables que pueden manejarse en estudios empíricos. Maza señala que la expectativa es:

una forma del sentido de orientación en el mundo, de anticipación en los marcos espaciotemporales, en el que la posibilidad de acción o vivencia juega el papel dinámico de la experiencia temporal presente-futuro, en un momento en el que la situación, sus condiciones y contexto delinean ciertos acontecimientos siguientes (2018, p. 81).

Si consideramos que la expectativa es resultado de un continuum entre lo social y lo psíquico, así como de las formas adoptadas por el desarrollo evolutivo del sentido (subjetivo y formal), entonces es posible representarla de manera holista, compuesta por las dimensiones de orientación material, temporal, social y simbólico-emocional (Figura 3).

Fuente: Elaboración propia con datos de Vygotsky, 1995; González, 2010, Berger y Luckmann, 1997 y Luhmann, 2009.

Figura 3 Las expectativas profesionales y sus dimensiones. 

El sentido orienta la elección entre posibilidades que se observan ante la complejidad del mundo y con ello se simplifica y ordena, el sentido en la esfera profesional pone de relevancia las expectativas de formación académica que son más factibles (elección de la carrera, tipos de especialización y posgrados) y de ejercicio laboral (industria, institutos de investigación, negocios o docencia) que se perfilan en los estudiantes durante su trayectoria escolar.

De esta manera, la expectativa profesional cumple la función de sentido, esto es, de orientar en la construcción de nuevos trayectos de desarrollo profesional, ya sea en rutas de inmediata inserción al mundo laboral después del egreso universitario, de continuar con un recorrido académico con estudios de posgrado o, incluso, realizar ambas actividades al mismo tiempo. Las posibilidades de futuros se fijan, condensan o generalizan por la información que los estudiantes obtienen durante su vida universitaria, es en este periodo en el que la organización escolar tiene la oportunidad de identificar y promover expectativas con mayor posibilidad de logro y satisfacción, de mayor concordancia entre lo que se desea y la realidad en el mercado de trabajo (Guzmán, 2004). La satisfacción de las expectativas generadas durante este proceso formativo indicará la pertinencia de los programas educativos y la calidad de la educación del sistema universitario.

Conclusión

El primer hallazgo relevante es entender que la expectativa, de acuerdo al sentido que expresa, se conforma por cuatro dimensiones: material, temporal, social (Luhmann, 2007) y otra simbólica-emocional (González Rey, 2010; Vygotski, 1979; Berger y Luckmann, 1997; Weber, 2002), todas son facetas que completan el proceso de elección de posibilidades ante el espectro dinámico de la realidad cotidiana. Con lo anterior, se comprende que los sinónimos utilizados para expectativa: esperanza, aspiración, intención, suposición o probabilidad, son aristas de un todo que en algún momento adquieren mayor relevancia que las otras partes para dirigir una selección (acción), pero que es consustancial en la percepción (vivencia) del mundo de la vida.

Con estas precisiones y retomando la idea de Corsi, las expectativas profesionales pueden definirse como una fijación y generalización de alternativas posibles de formación académica y de ejercicio laboral que se crean en la situación escolar por la que transitan los jóvenes universitarios (2006). Prácticamente la formación profesional universitaria es el fondo que sirve de sentido a las posibilidades de desarrollo académico (tipos de especialización, posgrados) y del ejercicio de programas ocupacionales (gerencia, operación en planta, diseño de productos, calidad normativa, entre otros), en las diferentes áreas del mercado laboral (industria, institutos de investigación, negocios, docencia).

Otro resultado es el alcance práctico que tienen las expectativas para crear opciones de desarrollo académico y estrategias motivacionales para el cambio en las organizaciones escolares a través de intervenciones pedagógicas u organizacionales, que apoyen en la mejora de las decisiones escolares (Maza, et al., 2021).

La concepción funcional permite observar que la expectativa es un fenómeno psicológico y social que se encuentra en el centro de los procesos más importantes de la construcción de realidades biográficas y sociales orientando las selecciones o decisiones escolares y profesionales preparando el terreno de nuevas vías de desarrollo del individuo y de las organizaciones (instituciones).

El uso de la categoría expectativa tiene una amplia capacidad para la interpretación y comprensión de los fenómenos sociológicos y psicológicos. En las últimas décadas el interés por su estudio se ha despertado en diversas áreas de las ciencias sociales y de la psicología educativa, particularmente en la corriente epistemológica de los constructivismos (Retamozo, 2012; Hernández, 2008), esto, por lo prometedor de su uso en la intervención pedagógica para el mejoramiento de la relación enseñanza-aprendizaje, del enriquecimiento curricular de los programas de estudio y de la eficiencia de los procesos académicos.

El ejercicio teórico de definir las expectativas profesionales logra en este texto el contraste, la comparación y la complementación de este objeto de investigación, estableciendo en primer lugar que su estudio se origina del interés por el sujeto que las encarna, y en segundo en la consecuencia de ubicar el fenómeno en los procesos constituyentes de la realidad social: los hechos (trayectorias escolares), los discursos (comunicación) y las motivaciones (simbólico-emocionales), ya que es en esta unidad transversal una manera útil de estudiarla sin reducir la función a un sistema social o a otro psíquico, más bien, responde al continuum de la experiencia (Ortí, 1999).

Lo anterior, abre la posibilidad de profundizar en el estudio de la expectativa profesional integrando la dimensión subjetiva (valoración: simbólico-emocional) y formal (lógico-inferencial), tanto en lo social como en lo individual, con el fin de comprender las tendencias educativas que se producen en las trayectorias escolares impulsadas por las instituciones de educación superior y proponer nuevas formas de construir alternativas posibles de desarrollo profesional.

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1Las trayectorias escolares continuas son los recorridos constantes durante la formación profesional y las trayectorias escolares discontinuas son recorridos con abandonos en diferentes momentos de la carrera universitaria (Salazar, 2014; Maza, 2018).

Recibido: 13 de Diciembre de 2021; Aprobado: 18 de Noviembre de 2022

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