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Diánoia

Print version ISSN 0185-2450

Diánoia vol.61 n.76 Ciudad de México May. 2016

 

Reseñas bibliográficas

Christian J. Emden, Nietzsche's Naturalism. Philosophy and the Life Science in the Nineteenth Century

Zaida Olvera1 

1Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de México rita_maya@yahoo.com

Emden, Christian J.. Nietzsche's Naturalism. Philosophy and the Life Science in the Nineteenth Century. Cambridge University Press, Cambridge: 2014. 254p.


El tema del naturalismo en Nietzsche ha merecido una amplia discusión en las tradiciones anglosajona y germana de los últimos años. En su estilo, el texto de Christian J. Emden, profesor de la Rice University en el Departamento de Estudios Germánicos, se deja emplazar en la Nietzsche-Forschung, pues se dedica a un estudio temático que incluye un manejo de fuentes directo y muy preciso, aunque por las discusiones que se desarrollan es también propio de la tradición analítica, a pesar de que el mismo autor señale que su trabajo pretende desmarcase de la interpretación analítica clásica que, como también advierte, tiende a ignorar la complejidad del contexto histórico de Nietzsche (p. 5). Para comprender el concepto de naturalismo propiamente nietzscheano no basta, según Emden, con remontarnos a la relación entre Nietzsche y Darwin ni mucho menos con excluir el concepto de voluntad de poder. El autor rechaza posturas de importantes intérpretes de la tradición anglosajona como la de Maudmarie Clark, para quien la voluntad de poder no es un concepto biológico, o la de Keith Ansell-Pearson, para quien Nietzsche es antidarwinista,1 acercándose más a la interpretación de John Richardson, para quien Nietzsche propone un nuevo darwinismo.2 Sin embargo, Emden tampoco sostendría que Nietzsche propone un nuevo darwinismo, pues, para el autor, el filósofo alemán se sitúa más cerca de las teorías antagonistas del darwinismo, a saber, las de la morfología animal y la teoría celular (p. 40).

La tesis del texto es que el proyecto genealógico nietzscheano es una historia natural de la normatividad. Para Emden el carácter normativo de nuestras afirmaciones epistémicas o morales con las cuales describimos acciones o situaciones no mengua a pesar del rechazo por parte Nietzsche del criterio normativo sólido y relativamente fijo que ofrece la metafísica. El punto crucial se encuentra precisamente en el cambio operado por Nietzsche, que va de adoptar un criterio normativo heterónomo (cualquier entidad metafísica), a la aceptación de una normatividad interna dada por la propia naturaleza (p. 44).

La clave para demostrar su tesis consiste en emplazar el concepto de naturalismo de Nietzsche en el contexto que, según el autor, le es propio; a saber, el de las ciencias de la vida de mediados del siglo XIX (darwinismo, teoría celular, morfología animal), las cuales, a su vez, se formaron a partir del diálogo en filigrana con un neokantismo un tanto olvidado por la historia de la filosofía. No se trata del kantismo de Natorp o Cohen, sino de aquél con el que Nietzsche estuvo en contacto desde el principio de su actividad filosófica, a saber, el de la generación de Friedrich Albert Lange (quien llamara a Cohen a Marburgo), de Afrikan Spir o de Otto Liebmann. Parte de la tesis central consiste en suponer que los textos de Nietzsche en general, pueden leerse, como ya lo dijo Rüdiger Schmidt,3 como palimpsestos de lecturas científicas llevadas a cabo por Nietzsche durante alrededor de veinte años.

Ahora bien, la tesis de Emden sobre el proyecto genealógico precisaría de la explicación de cada uno de los conceptos clave que la constituyen; sin embargo, el autor no provee una clara definición de lo que Nietzsche entiende por ellos. La estrategia del autor resulta en muchos casos confusa, no sólo a causa del ingente material consultado, sino también por la organización del texto, que cuenta con quince capítulos sin subdivisiones y dentro de los cuales los temas se cruzan o repiten.

El argumento de fondo es el siguiente: la base para entender la genealogía como historia natural es un naturalismo propiamente nietzscheano. El autor precisa que dicho naturalismo no es ni lo que con McDowell se entiende por bald naturalism ni se trata de una versión decimonónica del naturalismo metodológico de Quine. El naturalismo propiamente nietzscheano no opera con un concepto de naturaleza predeterminado ni con la idea de que hay estándares para el método científico ajenos a la práctica científica. Esta última observación cobra su importancia cuando Emden advierte que el filosofar histórico de Nietzsche, el proyecto genealógico mismo, describe, en cuanto que práctica normativa, el mundo al mismo tiempo que interactúa con él (p. 69). Según Emden, esta caracteristica fundamental del pensamiento nietzscheano marca su filiacion con el neokantismo de Lange y Liebmann. Ambos llevaron a cabo una transición que llevó el a priori kantiano del dominio de lo trascendental al dominio de la biología, lo que, en consecuencia, los llevó a concluir que existe una implicación mutua entre lo normativo y lo natural. En concreto, Liebmann provee a Nietzsche de la idea fundamental de que ninguna discusión sobre la evolución puede abordarse desde el naturalismo simple o sustantivo -como lo llama Emden-, pues una postura evolucionista coherente debe considerarse parte del propio proceso evolutivo (pp. 150-151). Emden señala la imposibilidad de separar al genealogista de su objeto de estudio. Admitir esa separación más allá del nivel heurístico ha permitido hablar de la totalidad de la naturaleza, por una parte, y de la de la ciencia, por otra, y es lo que, a su vez, ha permitido que se entienda el estudio científico como el despliegue de explicaciones del mundo. Precisamente el naturalismo nietzscheano escapa a la falacia naturalista consistente en naturalizar todo salvo las propias condiciones que hacen posible una postura teórica respecto a lo natural (p. 145).

Por lo anterior, el autor insiste en desmarcar el proyecto genealógico de apropiaciones analíticas de la historia con el fin de desvincularlo, especialmente, del marco conceptual de Carl Gustav Hempel, para quien la historia es una disciplina capaz de ofrecer explicaciones (causales) de los acontecimientos humanos (p. 131). Dado que, como demuestra a lo largo del texto, Nietzsche rechaza la idea de causalidad y critica la moralización de la teleología, Emden concluye que la historia natural de Nietzsche, la genealogía, no explica, sino que describe (p. 181). Me parece que esto último coincide con lo que, en la filosofía de la biología, se considera la particularidad de la teoría evolutiva,4 con la que precisamente Emden relaciona a Nietzsche. Dicha particularidad consiste en evitar explicaciones para ofrecer descripciones de desarrollos en un tiempo llamado "vertical". Así, una descripción evita tres puntos fundamentales: 1. la causalidad a posteriori (lo que Nietzsche llama confundir los efectos con las causas (p. 82), 2. la predictibilidad y 3. la interpretación teológica dirigida por objetivos externos al proceso mismo.5

A raíz de la caracterización del naturalismo nietzscheano el autor sostiene, tomando en préstamo una expresión de John Dupré, que Nietzsche ejerce un realismo promiscuo. La promiscuidad del realismo atribuido aquí a Nietzsche reside en que para éste hay "incontables maneras, legítimas y objetivamente fundadas, de clasificar los objetos del mundo" (p. 71). Con esta caracterización el autor se opone a las interpretaciones que, en la tradición analítica (M. Clark, B. Leiter, T. Doyle), han querido ver una postura empirista en el Nietzsche posterior a Verdad y mentira en sentido extramoral. Sin embargo, haciendo valer aquí su tesis respecto a la postura neokantiana que define su naturalismo precisamente desde Verdad y mentira (p. 23), Emden sostiene que, puesto que el pensamiento de Nietzsche opera con un neokantianismo biologizante, su compromiso práctico con el mundo no debe confundirse con una "celebración positivista de un acceso inmediato a la realidad" (p. 59).

Con el término "realismo promiscuo" el autor parece referirse al concepto de voluntad de poder. En efecto, para Nietzsche, "el mundo visto desde dentro, el mundo definido o designado en su "carácter inteligible", -sería cabalmente 'voluntad de poder' y nada más".6 Esto es lo que, para Emden, define la naturaleza en Nietzsche y, al mismo tiempo, su realismo promiscuo. Sin embargo, el mundo no es una exterioridad opuesta a una interioridad psicológica.

Contra quienes desacreditan o interpretan el concepto de voluntad de poder como idea psicológica,7 Emden pretende reafirmar que ese concepto se relaciona con la vida orgánica. En este contexto, adopta la interpretación de J. Richardson, para quien la voluntad de poder puede comprenderse de manera coherente como el concepto que describe el proceso que produce la selección natural.8 Emden agrega a esta interpretación que el concepto de voluntad de poder no es darwinista, sino una especie de híbrido de tesis de la biología en el siglo XIX (p. 169), -producto de sus múltiples y variadas lecturas (von Bunge, Drossbach, Caspari, Mach, entre muchos otros)- en el que se combinan los conceptos de fuerza, organismo, funciones orgánicas, etc. La voluntad de poder como concepto híbrido incluye también el rechazo a la causalidad mecánica, derivado del concepto de devenir de Afrikan Spir y del concepto de fuerzas de Maximilian Drossbach. Para Nietzsche, las relaciones entre fuerzas, dentro del continuum, se convierten en saltos.

Emden muestra que Nietzsche rechaza la idea de un proceso gradual para explicar la evolución. Según el autor, la temporalidad del salto que introduce Nietzsche a partir del concepto de fuerza de Drossbach sirve para criticar lo que actualmente se conoce como gradualismo filético (p. 195). La temporalidad del salto se relaciona, más bien, con la llamada teoría "de equilibrio puntual" (p. 196), para la cual las modificaciones genéticas pueden tener lugar repentinamente, sin que sean el producto de un proceso gradual. Aunque la teoría del equilibrio puntual fue establecida como tal sólo a partir de 1972 por Niles Eldredge y Stephen Jay Gould, Emden considera que Nietzsche ya la sostiene desde la Genealogía de la moral (p. 196).9

La voluntad de poder produce funciones "orgánicas" -valores o juicios- que se desarrollan (aquí se advierte la influencia de la teoría celular). El que la normatividad se desarrolle le otorga su carácter histórico, pero esa historicidad carece de teleología. La genealogía puede verse como una historia natural de la normatividad en la medida en que es la descripción de la voluntad de poder, es decir, la descripción de las relaciones "puntuales" entre fuerzas. En la medida en que subyugan a otras, ejercen su poder configurador del mundo moral y epistémico.

El autor relaciona la narratividad de la genealogía con el concepto biológico-evolutivo de path dependence. Con este concepto, lo que importa es concentrarse en los procesos internos de un organismo mediante las funciones de sus componentes, sin suponer de antemano una finalidad que dirija la comprensión del desarrollo de dichos procesos. Se trata de una narración retrospectiva (p. 138). La historia natural de la normatividad será entonces la descripción retrospectiva de la relación puntual entre fuerzas constitutivas de ciertos tipos de vida, considerada partir de un punto de vista interior.

Ahora bien, Emden justifica la normatividad que le atribuye a la voluntad de poder apelando a que la superación de la resistencia (su traducción del concepto de "avasallamiento") es constitutiva de nuestro actuar como seres naturales. Puesto que es constitutiva, la superación de la resistencia tiene fuerza normativa y se convierte en el parámetro para medir si nuestras acciones contribuyen a la vida (p. 182.) Aplicada esta lógica a los valores nietzscheanos, Emden concluye que la utilidad de los valores específicos consiste en posibilitar un modo de vida ventajoso (p. 141).

A pesar de la estimulante interpretación sobre el pensamiento nietzscheano que ofrece el autor, es menester reconocer que respecto al último punto señalado -aunque hay otros ejemplos a lo largo del libro-, Emden incurre en razonamientos que no le hacen justicia a la filosofía del pensador alemán. Afirmar que la metafísica en Nietzsche es útil para la preservación de la vida en sentido biológico (pp. 133-134), es desatender algunos puntos importantes del pensamiento del filósofo. Ciertamente Nietzsche parece indicar que mediante nuestro pensamiento y nuestro lenguaje perpetuamos supuestos metafísicos, como el del Yo o el de la causalidad, pero al mismo tiempo critica que utilicemos estos supuestos sin desconfianza. Además, como Emden mismo lo desarrolla en algunos capítulos, Nietzsche también critica duramente la idea de preservación como fin de un organismo. En pocas palabras, la aceptación de que la metafísica preserva un cierto tipo de vida no significa que Nietzsche se resigne a ella y que se limite a usar la metafísica irónicamente. Por si no fuera poco, Emden parece pasar por alto el valor del "individuo" y suponer que la metafísica es útil para la vida, como si la vida significara "vida humana" y como si la "vida humana" significara "especie". Pero Nietzsche se refiere al "error básico de los biólogos" de partir de la especie sin considerar a los individuos,10 es decir, para Nietzsche la utilidad de los valores sólo es tal si se considera a partir de la robustez que le permita a cierto tipo de vida continuar desarrollándose.

Lo anterior también vale para una de las tesis presente a lo largo del texto y que es, como ya indiqué, la de la postura neokantiana-biologizante que Nietzsche habría adoptado, y nunca abandonado, a partir de Verdad y mentira en sentido extramoral. Según esta tesis, pensar causalmente y hacer referencia al ser serían funciones biológicas de nuestras facultades cognoscitivas, es decir, serían nuestro a priori biologizado (p. 161). Sin embargo, afirmar sin más lo anterior es pasar por alto la crítica corrosiva que Nietzsche lleva a cabo de nuestros supuestos. Además, si admitimos con Emden que el proyecto genealógico es descriptivo, ¿en dónde emplazaríamos los rasgos prescriptivos del pensamiento nietzscheano?

Bibliografía

Ansell-Pearson, K., 1997, Viroid Life: Perspectives on Nietzsche and the Transhuman Condition, Routledge, Londres. [ Links ]

Clark, M., 2007, "On Nietzsche's Darwinism", International Studies in Philosophy, vol. 39, no. 3, pp. 117-134. [ Links ]

Mayr, E., 1988, Towards a New Philosophy of Biology. Observations of an Evolutionist, The Belknap Press of Harvard University Press, Cambridge/Londres. [ Links ]

Nietzsche, F., 2003, Más allá del bien y del mal, trad. Andrés Sánchez Pascual, Alianza Editorial, Madrid. [ Links ]

------, 2006, Kritische Gesamtausgabe Werke VIII, 7 [9], [versión en castellano: Fragmentos Póstumos Vol. IV (1885-1889), trad. J.L. Vermal y J.B. Llinares, Tecnos, Madrid]. [ Links ]

Richardson, J., 2004, Nietzsche's New Darwinism, Oxford University Press, Oxford. [ Links ]

Schmidt, R.W., 1988, "Nietzsches Drossbach-Lektüre: Bemerkungen zum Ursprung des literarischen Projekts 'Der Wille zur Macht' ", Nietzsche-Studien, no. 17, pp. 465-477. [ Links ]

1 Clark 2007, pp. 117-134 (cfr. Emden 2014, p. 169); Ansell-Pearson 1997, pp. 85-122 (cfr. Emden 2014, p. 43).

4Según Mayr: "[...] one of the most important contributions to philosophy made by the evolutionary theory is that it has demonstrate the independence of explanation and prediction." (Mayr 1988, p. 32.)

7Como es el caso de Clark 2007 (véase la nota 1).

9Mayr pone en evidencia que lo más novedoso de la teoría de Eldredge y Gould fue el nombre "equilibio puntual" y no el contenido de la teoría propiamente dicha. La idea central de la teoría del equilibrio puntual es parte de la historia de la teoría de la evolución. (Mayr 1988, p. 460). Emden apoya esta afirmación con su estudio.

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