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Revista mexicana de ciencias políticas y sociales

Print version ISSN 0185-1918

Rev. mex. cienc. polít. soc vol.64 n.236 Ciudad de México May./Aug. 2019

https://doi.org/10.22201/fcpys.2448492xe.2019.236.69326 

Notas de investigación y reseñas

México y su economía: de métodos e ideologías

Mexico and its Economy: On Methods and Ideologies

Rolando Cordera Campos 

1Facultad de Economía, UNAM, México. Correo electrónico:<cordera@unam.mx>

Lomelí Vanegas, Leonardo. 2018. Liberalismo oligárquico y política económica. Positivismo y economía política del Porfiriato. México: Universidad Nacional Autónoma de México / Fondo de Cultura Económica,


Al “estudiar la relación entre el positivismo, la interpretación de la historia económica de la élite político-intelectual porfirista y la política económica” (Lomelí, 2018: 11), Leonardo Lomelí busca en la historia orientaciones para mejor conocer el presente. Y nos ofrece un espléndido ejercicio de economía política donde se funden creativamente la historia y la historiografía, la visión y la ambición, la economía y el quehacer políticos.

La inclinación por la “transdisciplina” le viene de tiempo atrás cuando, además de su sólida formación en economía, decidió cursar la maestría y el doctorado en Historia en la Facultad de Filosofía de la UNAM, sumándose a la corriente de pensamiento de quienes han estudiado las relaciones entre economía y política, entre Estado y mercado, entre lo público y lo privado, y que han constituido agudos e intensos debates a todo lo largo de nuestra historia moderna: tarea singular y principal de dirigentes políticos y pensadores de las ciencias sociales e históricas, quienes -como hiciera el fundador de la economía política, Adam Smith- se han negado a encasillar a la economía, a pretender sacarla de las relaciones políticas, de poder o del conflicto social que siempre acompaña y modula dichas relaciones.

En este nuevo periplo reflexivo Leonardo Lomelí busca “estudiar la historia de las ideas económicas, su interacción con el análisis de la sociedad y su utilización política […] intenta relacionar tres áreas del conocimiento histórico […] en sentido estricto intenta hacer una historia de la relación entre las ideas económicas y la política y un análisis de la utilización política de ciertas ideas económicas” (12).

Y más adelante subraya “[el libro] pretende contribuir a destacar las relaciones entre economía, política e ideología en el diseño e instrumentación de la política económica” (21). Así recuerda la advertencia de Keynes en su Teoría general sobre la ocupación, el interés y el dinero (1936) quien apuntaba: “Las ideas de economistas y filósofos políticos, cuando tienen razón o cuando se equivocan, son más poderosas de lo que generalmente se cree […] son las ideas y no los intereses creados las que, tarde o temprano, son peligrosas” (383).

Liberalismo oligárquico y política económica. Positivismo y economía política del porfiriato; además de ser un gran fresco de nuestra evolución y, en particular, de la afirmación y construcción del Estado nacional, es una lectura documentada de y sobre la época. Un amplísimo arco temporal que viste en seis capítulos (“El fundamento ideológico”; “Orden para encauzar el progreso”; “Los cimientos del Porfiriato”; “La política hacendaria y el proyecto político de Limantour”; “La reforma monetaria”; y finalmente, “El intervencionismo estatal y sus críticos”), además de una Introducción y Conclusiones.

Nuestro autor excava en los cimientos, en las alianzas, en las justificaciones tejidas por el régimen de Díaz para sostener su proyecto; busca encontrar diferencias entre historia económica y economía política. Destaca en su recorrido el periodo más dinámico de crecimiento económico del país en el siglo xix. Nos recuerda que desde 1876, a raíz de la llegada de Díaz al poder, se inició un periodo de crecimiento basado en destinar importantes recursos a obras de infraestructura, contribuyendo así a la conformación de nuevas regiones, sectores productivos y cambiando tanto el perfil poblacional como las actividades económicas; además, subraya el importante papel que empezó a tener el capital extranjero en la economía.

Le dedica atención a uno de los puntos -a mi parecer- clave de la historia del desarrollo mexicano: la hacienda pública y la permanente fragilidad fiscal: “La recurrencia de los problemas fiscales tenía su origen en el arcaico sistema impositivo que se complicaba con la falta de un adecuado control del gasto público […] Los impuestos que soportaban al erario nacional eran inestables […] El sistema fiscal heredado de la colonia era un obstáculo para las actividades productivas y para el desarrollo del mercado interno” (220-221).

Más adelante apunta: “El objetivo inicial de Limantour al hacerse cargo de la Secretaría de Hacienda (1893) fue corregir los desequilibrios fiscales [...] sentar las bases de una hacienda pública [...] El superávit fue de los principales logros del gobierno de Díaz pero su verdadero significado dista de ser un asunto suficientemente discutido [...] hubo mucha ingeniería financiera, aumento en la eficiencia recaudatoria y mejor presupuestación del gasto. Lo que no había era una reforma fiscal profunda” (228-235).

El aspecto que menciona es, sin duda, fundamental; leemos en el texto:

Las acciones tomadas por el gobierno en el año crucial de 1896 en materia económica será decisivas para la construcción del Estado [...] no sólo se trataba de avanzar en la integración del mercado interno, sino en la consolidación del poder político del Estado vía la centralización de la recaudación. El fortalecimiento de las finanzas públicas jugó un papel estratégico [...] Se trató de una medida de economía política orientada a fortalecer la centralización del poder político, la capacidad de negociación del gobierno federal y aumentar el control del Estado sobre la economía para impulsar el proyecto de modernización económica (236-237).

Asimismo, el libro nos invita a poner especial atención en la reforma monetaria de 1905 y el sistema de pagos. En su opinión, esa reforma constituye uno de los episodios más importantes de la historia económica: “marca el punto de partida de la modernización del sistema monetario [...] con claras implicaciones para la historia y el pensamiento económico [...] Díaz optó por un mecanismo de concertación económica y política [...] primer paso para abandonar el bimetalismo que caracterizó a México durante la mayor parte del siglo xix y refrendó la decisión de insertar al país en la economía internacional” (302-304).

Aquella globalización que colapsaría con la tragedia que arrancara en 1914.

Hablar de liberalismo oligárquico y política económica, como nos enseña Leonardo Lomelí, nos refiere ciertamente a transformaciones importantes pero también a procesos truncos. Si bien la larga disputa del siglo xix parecía quedar resuelta con el triunfo liberal, los gobiernos no lograron la pacificación completa ni reencauzar el crecimiento económico. Tampoco, como consecuencia de lo anterior, desatarían un proceso dinámico de acumulación de capital.

Aunque el general Díaz no llegó al poder con un proyecto definido, su pragmatismo y habilidad política le permitieron tejer e incluir una variedad de intereses y grupos con los que fue capaz de sentar las bases del desarrollo del capitalismo, al dar pasos fundamentales en la creación de un mercado interno y reinsertar así a México en la economía internacional. Se trató, nos aclara puntualmente, de un cambio estructural con claras implicaciones desarrollistas.

La interpretación positivista de la historia vino a alterar ideas sobre la riqueza del país y su territorio [...] de la noción de México como cuerno de la abundancia a país con una insuficiente y heterogénea población, un territorio agreste y poco comunicado y una economía descapitalizada [...] un enfoque que es necesario explorar (de la historia económica del porfiriato); es el de la perspectiva de la economía política, que se haga cargo de los conflictos distributivos, de los equilibrios que trató de mantener la política económica entre los distintos grupos económicos y de los desequilibrios sectoriales y regionales que provocó.

[...]

Toda modernización económica genera altos costos sociales y ganadores y perdedores. La capacidad del Estado para compensar, así sea parcialmente, a los afectados, es crucial para la estabilidad del sistema económico y político, pero en un régimen autoritario y excesivamente vertical no hubo mecanismos de transmisión que alertaran al gobierno sobre la magnitud del conflicto que se avecinaba [...] (365-374).

En el largo recorrido a que nos lleva el trabajo, encontramos la perenne y persistente desigualdad y de su mano la fragilidad fiscal del Estado. Dato central que da cuenta de la poca disposición de las fuerzas y sujetos políticos y económicos a fincar la tarea del gobierno en grandes acuerdos nacionales que pongan por delante la redistribución social. No obstante, las coaliciones fraguadas por este “liberalismo oligárquico” de Díaz, Limantour y científicos, se abrió la puerta a un cambio económico efectivo pero sin democracia ni redistribución.

De aquí la importancia de analizar y discutir las interpretaciones sobre el desarrollo económico mexicano al que nos convoca este trabajo; también a entender y asumir que la política económica es una práctica compleja. Esta obra recoge, no simplemente las necesidades de algún grupo o fracción hegemónica, o los axiomas de una u otra doctrina, sino una multiplicidad de determinaciones ideológicas y de relaciones de fuerza; frente a ello, es necesario aprender a construir visiones conjuntas y cooperativas, así como saber leer a tiempo y virar.

El siglo XIX: turbulencia y ambición; divisiones irreconciliables y ceguera ante lo obvio: sin proyecto nacional no hay nación, como no lo hay sin un Estado expresamente comprometido con estas tareas. Lecturas como Liberalismo oligárquico y política económica. Positivismo y economía política del Porfiriato es buena ocasión para (re)pensar formulaciones productivas entre Estado y mercado; entre mercado y equidad, e incluso entre democracia y economía política. No hay economía sin sociedad; tampoco hay economía política sin la comprensión del poder, estructura y carácter sociales, así como los siempre difíciles -y muchas veces opacos- entramados de las relaciones entre los Estados y las naciones.

Es en el Estado donde se condensan las mayores relaciones sociales que sustentan la cohesión de las comunidades, la definición de las jerarquías así como la división del trabajo y los mecanismos, convenciones e instituciones que rigen la distribución de los frutos del crecimiento económico, junto con los usos del excedente social.

Referencias bibliográficas

Lomelí Vanegas, Leonardo (2018) Liberalismo oligárquico y política económica. Positivismo y economía política del Porfiriato. México: Universidad Nacional Autónoma de México / Fondo de Cultura Económica. [ Links ]

Sobre el autor

1Rolando Cordera Campos es licenciado en Economía; realizó estudios de posgrado en la London School of Economics, es doctor honoris causa por la UAM. Sus líneas de investigación son política social, desarrollo y Estado. Entre sus publicaciones se encuentran La perenne desigualdad (2017), México: FCE; como coordinador, Más allá de la crisis. El reclamo del desarrollo (2015), México: FCE; y de manera conjunta con Enrique Provencio (coords.), Informe del desarrollo en México. Propuestas estratégicas para el desarrollo 2019-2024, (2018) México: UNAM.

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