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Cuicuilco

Print version ISSN 0185-1659

Cuicuilco vol.16 n.45 México Jan./Apr. 2009

 

Miscelánea

 

Redes sociales y construcción de la colonia en la Ciudad de México. El caso del enclave étnico chocholteco en San Miguel Teotongo, Iztapalapa

 

Nicolás Gissi B.

 

Departamento Sociología y Antropología –Universidad de Concepción, Chile

 

Resumen

El presente artículo tiene como propósito analizar el asentamiento chocholteco que se ha desarrollado en la colonia San Miguel Teotongo, delegación Iztapalapa, entre 1970 y nuestros días. Los chocholtecos, provenientes desde la región de la Mixteca Alta, en el estado de Oaxaca, y específicamente del poblado de Teotongo, se reubicaron en una sección de esta colonia periférica, siendo sus primeros habitantes y constituyendo un enclave étnico. De este modo, los inmigrantes chocholtecos han luchado por el derecho a la ciudad, manteniendo su red étnica (horizontal y vertical) e integrándose a la sociedad mexicana contemporánea. Asimismo, se han adaptado a la terciarización de la economía mundial instalando negocios en sus propias viviendas, pasando de empleados a auto–empleados.

Palabras clave: redes sociales, chocholtecos, derecho a la ciudad, Iztapalapa, enclave étnico, auto–empleo, movimiento etno–cultural.

 

Abstract

The purpose of this paper is to analyze the Chocholteco settlement that has been developed in the San Miguel Teotongo colony, Iztapalapa, since 1970 to our days. The Chocholtecos, coming from the Mixteca Alta in Oaxaca and specifically from the village of Teotongo, resettled in the periferic village of San Miguel Teotongo, becoming their first inhabitants and establishing an ethnic enclave. Holding their (horizontal and vertical) ethnic network and integrating themselves into the contemporary Mexican society, the Chocholtecos immigrants have struggled for their right to the city. They have also adapted to the world economy "thirderisization" ("terciarización") creating stores in their own homes, shifting from an employed to a self–employed status.

Key words: Social networks, Chocholtecos, right to the city, Iztapalapa, ethnic enclave, self–employed, etnocultural movement.

 

El presente artículo busca contribuir al conocimiento existente hasta la fecha sobre los grupos étnicos residentes en Ciudad de México, y particularmente sobre los chocholtecos en la delegación Iztapalapa. Las investigaciones de Butterworth (1962), Arizpe (1975), Kemper (1976), Hirabayashi (1984), Oehmichen (2005), Molina y Hernández (2006) y Martínez (2007), entre otros autores, han demostrado que se puede pertenecer a un grupo étnico residiendo en las ciudades, inclusive en una megalópolis, como en el caso de este estudio. Sin embargo, aún quedan muchas interrogantes sobre la población indígena residente en las urbes mexicanas, varias de las cuales se refieren a las relaciones de la población indígena con el sistema de mercado, así como a las dinámicas sociales en el espacio urbano.

 

Los chocholtecos en la colonia San Miguel Teotongo, Iztapalapa

La colonia San Miguel Teotongo se encuentra ubicada en la Delegación Iztapalapa, en el Distrito Federal, Valle de México, y constituye una de las 47 colonias de la zona denominada Sierra de Santa Catarina, en la cual viven alrededor de 400,000 personas (DECA Equipo Pueblo, 1996). El origen de la colonia San Miguel Teotongo se remonta a inicios de la década de 1970, cuando comenzó a ser habitada por población de origen étnico chocholteca, colonos de origen rural de la Mixteca oaxaqueña.1 Los chocholtecos han vivido históricamente en el norte de la Mixteca Alta, en los límites con el estado de Puebla, y actualmente residen en 16 municipios ubicados en los distritos de Coixtlahuaca y Teposcolula, Oaxaca.

Según la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas [CDI,a2000], la población chocholteca total en México es de 2,592 personas, de las cuales son hablantes de la lengua ngigua aproximadamente 800 personas, 585 en el espacio rural oaxaqueño y 216 en el resto del país [Barabas, ibid.] Sin embargo, según estudios específicos sobre este grupo étnico, la población de los municipios de la micro–región chocholteca es de 16,064 habitantes [INEGI, 1990; Caltzontzin, 2004 (2000)] y su población total nacional, incluidos aquellos que migraron a otros estados, es de 22,227 personas [Barabas, 1999].

Respecto a los inmigrantes, Barabas [ibid] afirma que:

No buscaron, como otros grupos étnicos, la proximidad con su gente como estrategia para la sobrevivencia y la reproducción identitaria en el medio urbano, sino el anonimato como forma de renunciamiento étnico [... Empero, agrega en nota a pie núm. 18] una excepción a este patrón es la colonia San Miguel Teotongo, que nuclea a los migrantes chochos originarios de este pueblo [1999, 174].2

Sobre esta cita son necesarios dos apuntes. Primero, ¿el anonimato como forma de renunciamiento étnico? Pienso que con esta afirmación se vuelve a caer en la confusión que Mitchell le criticaba, a principios de los años sesentas, a quienes habían hecho investigaciones en ciudades africanas, señalando que:

muchos antropólogos que trabajan en las ciudades tienden[...] a formular sus problemas desde el punto de vista de teorías generales del cambio social, que generalmente resultan inadecuadas[...] su debilidad teórica radica en la confusión del cambio situacional con el cambio procesual [1980: 61 (1966)].

Se refería con ello al modelo que denominara de cambios "históricos" o "procesuales", esto es a los cambios globales del sistema social, que tienden a usar conceptos explicativos como "des–tribalización" (des–etnización diríamos hoy), "occidentalización" o "aculturación". Mitchell, en cambio —y coincidiendo con Gluckman, Mayer y Southall— propone el enfoque de los "cambios situacionales": los cambios de comportamiento que son consecuencia de la participación en sistemas sociales diferentes. Se trata entonces de que los inmigrantes aprenden y asumen las normas de la cotidianidad urbana mientras residen en la ciudad, se "urbanizan", pero al regresar a los poblados se olvidan de éstas, re–actualizando las normas de su grupo étnico y más aun de su particular poblado. Sin embargo, pienso que para el caso de los nacidos en la ciudad (las típicamente llamadas "segunda o tercera generación") debe ampliarse el enfoque integrando ambos modelos analíticos, el procesual y el situacional.

Segundo: ante la afirmación de Barabas de que "la colonia San Miguel Teotongo[...] nuclea a los migrantes chochos originarios de este pueblo", sólo habría que especificar que, como observé mediante el trabajo de campo realizado en esta colonia entre los años 2007 y 2008, los chocholtecos se han concentrado particularmente en un sector: la sección Teotongo.

 

Los primeros inmigrantes en la Ciudad de México y la contrucción de la colonia

Estos residentes, entonces, provenían de un mismo poblado de Oaxaca: Santiago Teotongo3 (distrito Teposcolula), y muchos de ellos llegaron en un primer momento a la colonia Moctezuma, en la delegación Venustiano Carranza, Distrito Federal. Uno de los protagonistas de esta migración campo–ciudad, Teófilo (chocholteco, 83 años, profesor), narra esta "segunda migración chocholteca",4 y la primera a la Ciudad de México, la que se ve inmersa en el contexto político nacional de principios de la década de 1940:

en el 40–41 llega la carretera internacional [Panamericana], es cuando llegan los primeros maestros a Teotongo, entonces empezamos a despertar, y es cuando don Lázaro Cárdenas manda la convocatoria de que cada pueblito en el 40, debe mandar un niño, aquí a México, el niño abanderado[...] dicen "debe ser el niño abanderado de Teotongo el más adelantado", "pos el Teófilo", cuarto año de mi pueblo, vine aquí, conocí a Cárdenas, me entregó la bandera que está en Teotongo, me cambiaron de ropa, traía mi calzoncito, mi huarachito, y me dieron mi pantalón blanco, tennis blanco, playera blanca, gorra blanca, catrinzote, y al pasar a saludar a Lázaro Cárdenas en el Palacio Nacional cada niño recibía la bandera, y el 13 de septiembre del 40 apretujamos todos los niños del país el Zócalo, blanco todo, homenaje a los Niños Héroes de Chapultepec [después volví al pueblo] y el maestro me decía "regrésate m'hijo, regrésate", pero mi papá no quería, total es que mejor me salí a escondidas, me vine, aquí a estudiar[...] total es que eso hizo que dos, tres años, regresaba al pueblo con los compañeros, se les dijo que estudiábamos aquí, y empezamos a salir, a salir, y todos llegábamos a la Moctezuma, a la colonia[...] a eso se debió que la segunda migración empieza por el cuarenta, y todos veníamos aquí a México, unos a estudiar, otros a trabajar de lo que hubiere.

Teófilo llegó a estudiar quinto de primaria y se radicó en el Distrito Federal, terminando sus estudios escolares y después universitarios, mientras residía en la colonia Moctezuma. Lo siguieron varios amigos y "paisanos" más jóvenes con la intención de continuar los estudios y/o de trabajar en la ciudad. Muchos llegaban a la misma casa a rentar dormitorios, en calle Jesús Gaona #7, donde los acogía la dueña, señora Natalia Espinoza, y Melquíades García, recordado como el primer chocholteco en llegar a esta dirección; Melquíades llegó a mediados de la década de 1930 y se habría dedicado al comercio ambulante, destacándose por ayudar a los recién llegados a buscar algún trabajo como ayudantes. Calixto (chocholteco, 62 años), también lo rememora:

Migré a Ciudad de México por cuestiones económicas, no se daba el maíz, no se daba nada, era temporal, estaba duro para conseguir de comer.5 Entonces a los veinte años emigré para la Ciudad de México, llegamos a la Colonia Moctezuma, la calle Jesús Gaona #7, con una finada que se llamaba Natalita, los paisanos radicaban ahí, se encontraba el profesor Soriano, Justo Rivera, Laura López y la que es ahora mi mujer, Cacilda García, Dionisio García, y otros que no eran del mismo pueblo, entonces al llegar ahí pos empezar a buscar trabajo, más que nada para el sustento, se trabajaba mucho y se ganaba poco.

El caso de Francisco (chocholteco, 60 años, quien vive frente el Calixto) es relativamente distinto. Él llega a la colonia Valentín Gómez Farías (delegación Venustiano Carranza) a compartir un dormitorio con su hermano que ya vivía en la ciudad y empieza a trabajar como panadero:

Me vine aquí a la ciudad en 1966, yo salí de la primaria en noviembre de 1965, y a los dos meses me vengo para acá para la Ciudad de México, llegué a la colonia Valentín Gómez Farías, que está a un lado de Zaragoza, llegué con un hermano que se había venido antes, él trabajaba y rentaba un cuartito allá, y ahí empezamos a vivir[...] salí de la primaria a la edad de 18 años, yo entré a la primaria a la edad de 13 años, empecé a trabajar a la edad de seis años, de seis a trece años trabajé, pos ahora sí que cuidando ovejas, trabajando el campo y todo eso, terminando la primaria me vine para acá. [...] Me vengo el 66, trabajo cuatro años de panadero y empiezo el oficio de la madera en el 70–72, entonces me vengo aquí porque el terrenito que nos compramos nos salió económico, todo esto era baldío, empezamos a hacer unos cuartitos provisionales y a batallar para empezar a salir adelante, el dueño se llamaba Alfredo Castillo.6

A principios de la década de los setentas la zona que años después se convertiría en la colonia San Miguel Teotongo era todavía suelo y entorno rural, un área ejidal, de modo que recordaba los paisajes rurales de Oaxaca. Resulta común que los inmigrantes, en un intento por reencontrar los ambientes campesinos de la infancia y ante el agobio de la gran concentración urbana, busquen los amplios espacios suburbanos como lugar de residencia [Palacios, 1997]. Al respecto, la señora Casilda (chocholteca, 62 años), rememora: "antes todo esto era terracería[...] a mí cuando me trajeron aquí a conocer, les digo yo 'me gustó, porque parece mi tierra', uno venía por aquí y olía puro campo, olía fresco".

El señor Antonio López, —quien viajara inicialmente con Teófilo a estudiar a la ciudad, y en su calidad de compadre de Alfredo Castillo, el principal fraccionador, procedente desde el vecino municipio de La Paz, en el Estado de México— empezó a promover entre sus parientes chocholtecos de Santiago Teotongo la venta de estos terrenos, reclutándolos tanto en la colonia Moctezuma como en Oaxaca. Rufino (chocholteco, 49 años) lo relata:

Cuando yo todavía estaba en Teotongo asistía a las asambleas de comuneros que se hacía cada mes y en algunas ocasiones llegaban paisanos —que tenían muchos años ya de vivir acá en la ciudad— a invitarnos para que los que tuviéramos familiares aquí y no tuvieran un terreno o casa propia, que recurriéramos con el señor Antonio López ya que él estaba fraccionando en esta zona. Él empieza en 1970.

De este modo, entre 1970 y 1975 se empieza a poblar la colonia con vecinos de origen chocholteca, quienes deciden reunirse en el espacio que se denominaría Sección Teotongo en homenaje y recuerdo de su poblado en Oaxaca.7 Al respecto, Calixto rememora su propia experiencia:

el terreno nosotros lo compramos en el 71[...], el 15 de febrero del 71 damos el primer pago de cien pesos como enganche, y así se fue pagando cien pesos, cien pesos, hasta cubrir los cinco mil quinientos pesos, ya en 1972–73 empieza a crecer la colonia, empieza a llegar la gente como hormiga aquí, la calle Benito Juárez era el paso de la gente que se iba para arriba.

La calle Benito Juárez sigue siendo la vía central de la Sección Teotongo. En ésta se ubicaron los chocholtecos y construyeron sus viviendas y negocios; ahí también se ubica el tianguis (mercado informal) los días domingos, a lo largo de tres cuadras, desembocando (desde abajo hacia arriba, o desde la autopista hacia el cerro8) en la plaza cívica de la colonia, donde se llevan a cabo muchos de los actos públicos.

 

Los chocholtecos y la concentración teritorial: el encleve étnico

Se constituye, entonces, un enclave étnico en la emergente colonia. Portes propuso este concepto para "subrayar la importancia de la concentración residencial en mejorar la habilidad de los propietarios de pequeñas empresas para capitalizar y beneficiarse de la estrecha relación co–étnica[...]. Eventualmente, los empleados[...] se convierten en auto–empleados" [Valenzuela, 2007:74].

Este enclave implica un asentamiento humano concentrado que además de facilitar la llegada, la obtención de vivienda y el ajuste simbólico y psicológico en el mundo urbano, ofrece inserción laboral tanto a quienes vienen llegando como a los nacidos en la ciudad. Se trata de la fuerza centrípeta de los inmigrantes que representa un intento por reproducir la familia extensa de origen, siendo una forma de resistencia al "torbellinesco" tráfico del centro (o de los centros) y ante el complejo y anonimante mosaico urbano [Palacios, 1997; Signorelli, 1999 (1996)]9. Así, re–situándose en un particular nicho me–galopolitano, re–arraigándose, se recupera la visibilidad, tranquilidad, confianza e intercambios recíprocos —fundamentalmente de reciprocidad equilibrada [Sahlins, 1976]— que suelen erosionarse en una ciudad súper–poblada y fragmentada como es Ciudad de México [Joseph, 2002; Bayón, 2008].

Tiende a darse aquí, entonces, en una "manzana" y media, lo que Hannerz denominara el modo de existencia urbano encapsulado: "La característica que define la encapsulación es que el ego tiene un denso sector de red, conectado con uno o más de sus papeles, en el que invierte una gran parte de su tiempo e interés" [1986 (1980), 286].10 Una de las grandes ventajas de vivir juntos es la seguridad, empezando por la propia integridad física. Como señala Casilda:

La mayor parte de toda esta manzana, parte de la otra manzana que comienza desde aquí enfrente, somos paisanos[...] la seguridad de las casas como de uno mismo, porque digamos si a usted le llega a pasar algo, pos rápido auxilio a ver qué pasa, o a alguien lo asaltan, rápido todos salimos a ver qué, qué broncas hay.

Al respecto, Francisca (chocholteca, 62 años, vecina también de la calle Benito Juárez), quien llega a la ciudad en 1968, relata su experiencia en el contexto urbano y nacional:

en el 68, cuando yo llegué aquí se vino la matanza de Tlatelolco, de los estudiantes, entonces yo sí me arrepentí, ese año que llegué empezaba a hablar la radio que muertos y muertos, y yo cuando le decía a mi mamá que quería venirme, "no hija, en la ciudad matan, en la ciudad hay muchos carros que te pueden aplastar, carros o te mata la gente", entonces cuando yo recién llegué aquí y empecé a oír la radio que muertos, "híjole, para qué me vine, bien decía mi mamá que en la ciudad matan, pero si ya me salí de mi casa yo me tengo que aguantar, porque si yo me regreso quizá qué me vayan a hacer".

Francisca compró su predio en Teotongo e instaló un "changarrito" de frutas y verduras en la entrada de su casa; Casilda, junto con su hijo mayor, vende tamales y atole también en el espacio de la vivienda que da a la calle Benito Juárez; Evodio y su hija atienden sus respectivas farmacias... Como vemos, los chocholtecos no han diferenciado en este "producir [y reproducir] la ciudad" entre el "espacio para vivir" y el "espacio para vender". Al contrario: han reunido en la vida cotidiana el "valor de uso" de la vivienda con el "valor de cambio" de sus respectivos negocios [Lefebvre, 1974, en Delgado, 1999], siendo muy frágil la frontera entre el ámbito privado del hogar, caracterizado por los intercambios recíprocos, y el ámbito público de la calle, signado por los intercambios de mercado [Polanyi, 2006 (1957)].11

Ahora bien: la protección que brinda este re–agrupamiento en el espacio urbano no está exenta de tensiones. Como señala Casilda:

A veces como que nos criticamos y nos peleamos, y en cambio si usted vive con gente que ni conoce, simplemente 'buenos días, buenos días y buenos días', y hasta ahí, y aquí no porque aquella y que esto y lo otro, y el que le hace caso le hace caso, el que no, no, yo por mí, como vendo, me da igual un cliente, otro cliente, otro cliente, vino, no vino, ya, da igual.para otras gentes son peleas, y siendo del mismo pueblo pues como que luego, cuando vamos al pueblo, allá 'manita, pa' cá y manita pa' llá', y pos luego esa manita a veces ni le habla a uno.

Las desarmonías son generadas muchas veces por las obligaciones que implican las redes densas. Al respecto, Bauman sintetiza ambos aspectos, negativo y positivo, de la concentración espacial:

un dominio permanente sobre un territorio, con su acompañamiento habitual de deberes y compromisos a largo plazo, pasa de ser una ventaja a ser una carga [...] por otro lado, como señala Richard Sennett, "a medida que las cambiantes instituciones de la economía disminuyen la experiencia de pertenecer a algún lugar especial[...] aumentan los compromisos de la gente con lugares geográficos como naciones, ciudades y localidades" [2003: 131].

 

Heterogeneidad poblacional y discusión respecto al nombre de la colonia

Los oaxaqueños (chocholtecos, mixtecos, etc.) no fueron los únicos en llegar durante los setentas a la nueva colonia, reivindicando el "derecho a la ciudad" [Lefebvre, 1976 (1972)]. Estos terrenos ejidales recibieron también inmigrantes provenientes de los estados de Puebla y Michoacán principalmente.12 Esta heterogeneidad de origen de la población trajo consigo un primer problema: el nombre de la colonia. Los chocholtecos le quisieron llamar Teotongo y los "otros" (mestizos) San Miguel. Entonces, como relata Calixto:

Se empezaron a hacer reuniones con los señores que querían que la colonia se llamara nada más San Miguel, pero nosotros ya lo teníamos registrado en Toluca por Teotongo, ya después de tres reuniones, en un pirul grandote, un árbol, ahí se hicieron las reuniones, después de las tres reuniones se llegó a un acuerdo que se quedara con los dos nombres, vino un representante de Toluca dijo, "¿por qué no lo dejan San Miguel Teotongo?, qué les quita a ustedes?". Entonces "por nosotros no hay ningún inconveniente", entonces ya dijeron ellos "pos que se quede así"[...] inclusive un maestro, que vivía acá atrasito, que era según director de una escuela por Los Reyes [La Paz, Estado de México], ese nos tiró duro también, que "son unos indios, que cómo va a ser posible que unos indios vengan aquí a imponer lo que ellos quieren", pero lo decía porque según él se sentía muy preparado el señor, pero no era como lo pensó, le dimos vuelta, je.

Sin embargo, no hay consenso respecto al por qué el nombre San Miguel. Algunos señalan que se debe a que los "otros" colonos eran originarios de San Miguel Tulancingo, Hidalgo; otros afirman que se debe a que, además de Alfredo Castillo, hubo un segundo fraccionador de nombre Rosario Espinoza, quien sería originario de San Miguel Allende, Guanajuato, por lo que sus "clientes", conocidos como "los migueles" (y residentes en otras secciones, sobre el eje 6), habrían defendido el nombre de San Miguel para la colonia; otros, en fin, dicen que se debe a que, pese a ser originarios de diversos estados, la mayoría de los colonos eran fieles de San Miguel Arcángel. Navarro & Moctezuma [1989] también señalan la existencia de estos dos líderes entre los fraccionadores ilegales o "clandestinos",13 quienes al generar una relación de lealtad con sus clientes, habrían formado dos bandos entre los colonos. Al respecto, Rufino (chocholteco, 59 años) afirma:

Esta zona se denomina Sección Teotongo porque somos pura gente del poblado Santiago Teotongo, Oaxaca. El nombre de Teotongo proviene de Oaxaca, y el nombre de San Miguel proviene de San Miguel Tulancingo, Hidalgo, porque un grupo que está asentado en la sección CCI de la colonia pos la mayoría provenía de San Miguel Tulancingo, Hidalgo, de ahí se complementa y se compone el nombre de San Miguel Teotongo, discutido y aprobado en este lugar precisamente [en lo que hoy es el terreno de su casa], aquí están todavía los vestigios de un gran árbol de la especie pirul, aquí, debajo de este árbol se hizo la asamblea general y se sacó el nombre de la colonia".

El grupo que llegó a residir en la actual sección CCI fue precisamente una invasión dirigida por la Central Campesina Independiente (CCI), y provenían desde ciudad Nezahualcóyotl. Estos "paracaidistas" habían llegado a la colonia tras haber presionado por la adquisición de un predio, demanda que se les habría gestionado a cambio de realizar labor electoral a favor de Cándido Méndez, líder del CCI en Nezahualcóyotl [ibid.]. La señora Reina (mestiza, 57 años) es una de las pocas vecinas (si no la única familia) de la sección Teotongo que no proviene de Oaxaca. Ella es originaria del estado de Hidalgo y señala que el conflicto14 inicial sobre el nombre se extendió respecto a quién sería el santo patrono de la colonia:

Yo me acuerdo que había personas de un pueblo que se llama San Miguel, y entonces empezó el pleito, porque ellos querían que se llamara San Miguel y los oaxaqueños querían que se llamara Teotongo, los camiones que venían del centro decían Teotongo, no decían San Miguel, hasta que ya se armó la bronca grande, entonces ya, yo creo que para poner paz dijeron "no pues, que se llame San Miguel Teotongo", y así se quedó, es más aquí en la iglesia estaba señor Santiago, porque ése es el santito que tienen y veneran en Teotongo, y ellos lo tenían aquí, la iglesia antes no más eran dos lotes, pero uno era de don Antonio [López, chocholteco, de Teotongo], pero después la gente le echaron bola y le quitaron los dos, por eso la iglesia es tan grande, cambió el santo porque ganaron los de San Miguel [Hidalgo?] y trajeron su santito, San Miguel Arcángel.

 

Los chocholtecos y el autoempleo/oficio: los farmacéuticos

Durante los primeros años en la gran ciudad, en las décadas de 1940, 1950 y 1960, los chocholtecos llegan dispuestos a dedicarse al primer empleo que encontraran. Es así como los hombres empiezan trabajando en albañilería, panaderías, tiendas y fábricas, y las mujeres como empleadas domésticas, vendedoras en tiendas, etc. El objetivo es aprender un oficio en el cual sea posible desempeñarse laboralmente; son, de este modo, "aprendices". En Oaxaca eran fundamentalmente campesinos (agricultores) y ese conocimiento en ¿la Ciudad de México no les era útil para conseguir un trabajo remunerado. Así pasan de campesinos a "trabajadores no calificados", a "peones". Con el paso de los años deciden dedicarse a uno u otro de los oficios conocidos y se especializan, pasando a ser "trabajadores calificados libres", siendo denominados muchas veces como "maestros" [Lewis, 1973 (1961); Adler–Lomnitz, 2006 (1975)], y finalmente adquieren sus propios negocios.

En el caso particular de los chocholtecos destaca el rubro de los farmacéuticos (propietarios de las farmacias), donde el oficio se ha transmitido entre paisanos, a partir del primero que se dedica a este rubro. En un cálculo espontáneo, Evodio suma más de 50 en la Ciudad de México; solamente en la sección Teotongo hay cuatro. Evodio (chocholteco, 70 años, también vecino de la calle Benito Juárez) señala que "el conocimiento[...] lo adquirimos de él[...] con la escuela de este pariente":

Otro paisano estuvo hace muchos años, él fue el primero que tuvo la farmacia y ahí trabajó este pariente y ya de ahí se desvió el ramal[...] el primero fue un pariente que está en San Juan, Pantitlan, Zaragoza, tiene más tiempo de dedicarse a esto, hubo otros antes pero yo nunca conviví con ellos, ahí estuvimos trabajando con él, y de ahí salió el ramalaje de otras personas, el conocimiento él lo adquirió de otra persona, y yo y otras personas de Teotongo lo adquirimos de él, y aquí estamos, todos los que nos dedicamos a esto, con la escuela de este pariente, y mi hija aprendió aquí en la casa[...] mi hija tiene su farmacia aquí adelante, ellos trabajan con las mismas personas que yo.

Se devela así la red social (étnica), la que se vincula y ayuda en la ciudad, así como se mantiene el contacto y cooperación con los familiares en el poblado. Se trata de una red que no sólo es horizontal sino también vertical [Adler Lomnitz, 2001 (1994)]. Esto es muy claro en la descripción que hace Evodio de su trabajo, al que concibe como una cadena que va desde el inventor hasta el consumidor. Esta cadena comercial implica trascender las fronteras estatales, pues los distribuidores ya son transnacionales:

Nosotros somos el último escalón, hay el inventor, el descubridor de las sales, de ahí el fabricante, que acaparan ese conocimiento y tienen el poder económico para proveer ya ese producto, de ahí el laboratorio, Falte por ejemplo, lo refinan, y los más grandes son transnacionales, estamos hablando de Kaiser, Bayer, muchos, antes eran muy independientes, pero se han fusionado, lo venden al mayorista, el distribuidor, aquí en México Saba es una casa muy grande económicamente, Nadro, nacional de drogas, y el otro Basan, yo trabajo con Nadro y Marsan, y el mayorista llega aquí, venta de mostrador, y al frente está el consumidor, aquí termina, este producto a lo mejor está hecho en Alemania, en Inglaterra, en Estados Unidos, viene al distribuidor, llega a la farmacia, y nosotros al consumidor, esa es la cadena que hay respecto al medicamento, y todo lo que se relaciona a la farmacia[...] los distribuidores ya no son chocholtecos, son transnacionales, tendrán personal mexicano, pero los dueños del capital son de afuera, hay laboratorios ya aquí pero las sales vienen de allá[...] no estamos a la altura de ser fabricantes".

Del inventor/descubridor al fabricante; de éste a los laboratorios, de los laboratorios a los distribuidores para pasar a los mayoristas, quienes ya suelen ser mexicanos, y de éstos a los farmacéuticos. Vemos así otro rasgo de los enclaves étnicos: se caracterizan por la integración de proveedores y distribuidores que gozan de prerrogativas propias de los monopolios debido a su confianza mutua [Valenzuela, op. cit.]. La red étnica entonces no asciende más allá de los mismos farmacéuticos, quienes a su vez empiezan una nueva red vertical, hacia abajo esta vez, al integrar a trabajar a sus hijos, sobrinos y nietos con ellos, quienes después de aprender el oficio intentarán instalar una farmacia por su propia cuenta (usualmente en su casa, en la salida hacia la calle). Trabajadores y empleadores pertenecen así a la misma familia, basándose los tratos laborales en la confianza que suele otorgar la cercanía social y el conocimiento íntimo. De igual manera ocurre con las ferreterías y tiendas, los otros dos rubros más socorridos por los chocholtecos de San Miguel Teotongo. De este modo los chocholtecos logran, a través del trabajo, integrarse a la sociedad mexicana contemporánea, adaptándose a la terciarización de la economía mundial.15

 

Los chocholtecos y el movimiento etno–cultural

El desempeño laboral mercantil no implica en muchos casos un desajuste con las necesidades identitarias de los sujetos. Los chocholtecos suelen participar en el Comité Unión Teotonguense Oaxaqueño, manteniendo los vínculos étnicos en la ciudad, trascendiendo los límites de la sección y de la colonia donde vive cada uno, con el objetivo explícito de cooperar económicamente con las obras que sean necesarias en Teotongo, Oaxaca. Evodio explica el funcionamiento de esta organización:

Aquí nosotros tenemos un comité que se llama Unión Teotonguense Oaxaqueño, se forma por un presidente, un secretario, un tesorero, vocales, siempre, desde los años cincuenta ha habido esa idea de organizarse[...] el fin que se persigue es de aportar algo para allá, trabajan[...] con las autoridades porque así debe ser, si hay una obra para el pueblo debe trabajar la autoridad municipal de allá con el comité de la organización de aquí para solventar gastos según el proyecto que haya.

Este comité elige directiva cada tres años a través de una elección de usos y costumbres: un integrante propone a otro y si hay consenso entre quienes viven en la ciudad, la persona elegida suele aceptar el cargo. Junto a esta organización, Teófilo, Rufino, Calixto y Evodio (además de Genaro, quien vive en Tlalpan) conforman el Grupo de Apoyo del Consejo Indígena Municipal Chocholteco (CIMCHOL), asistiendo periódicamente a las asambleas en Teotongo, Oaxaca, con vistas a crear y generar nuevos proyectos de desarrollo para su poblado. Este movimiento etno–cultural es dialéctico entre la pertenencia comunitaria o lo que Bartolomé denomina "identidad residencial" [2004 (1997)] —local—16 y la identidad étnica —trans–territorial e incluso transnacional—.17 Al respecto señala Barabas [1999]: "En 1998 se observa una incipiente tendencia a la reconstitución identitaria del grupo, aunque la pertenencia comunal sigue siendo primordial en las lealtades" [op. cit., 168]. A principios de la década de 1970 ya hubo acciones en pro de fortalecerse material y culturalmente: el nombre de Santiago Teotongo, en el contexto de una crítica a los excesivos gastos de las mayordomías, se sustituyó oficialmente por el de Teotongo, restándosele su rasgo católico. Como explica Teófilo:

Festejábamos con grandes fiestas a todos los santos que están en el templo, y el mayordomo tenía que trabajar todo el año para juntar la lana y hacer la fiesta en grande, para que vaya la banda de música, mientras los chamacos ahí están sin comer, no tienen cómo vestirse, es decir el señor ya tenía en su mente que había que quedar bien ante el pueblo para dar de comer a todos, aunque no dé de comer a sus hijos, total es que ésa era nuestra mentalidad, la mentalidad de nuestros padres, pero ya cuando nosotros fuimos creciendo ya vimos las cosas muy diferentes, y es cuando llegamos aquí, ya ampliamos nuestro conocimiento, ya influimos un poco nosotros como organización que fue la Unión Teotonguense, por ahí por la Moctezuma [Delegación Venustiano Carranza, D. F.] en el 42, 45, 50, todos, muchísimos, ya influía la organización ante el pueblo y ante la autoridad, y se fue predicando eso poco a poco, la religión nos ayuda ciertamente hasta cierto punto, pero las mayordomías, el aguardiente, el pulque, el vicio no, llegó una asamblea general del pueblo, la autoridad era Samuel Cuevas, era el presidente municipal en Teotongo, se propuso que dejara de ser Santiago, y nada más fuera Teotongo, la gente ya estuvo de acuerdo, se levantaron las actas y se llevó a la Cámara de diputados para que lo aprueben legalmente, la legislatura del Estado de Oaxaca aprobó, a petición del pueblo, 'deja de ser Santiago Teotongo y oficialmente pasa a ser únicamente Teotongo', así se fueron quitando las mayordomías, ya no hubo gastos.

De modo que se han ido eliminando poco a poco las fiestas, el alcohol y los gastos que tendían a endeudar en demasía a los mayordomos. Vemos que en este cuestionamiento de las tradiciones, cuando éstas perjudicaban a la población de Teotongo, "los urbanos" organizados han desempeñado un importante rol. En este paulatino movimiento étnico también algunas entidades estatales han jugado un papel relevante durante la última década: las autoridades municipales de Teotongo (como también de Ocotlán, Nativitas, Buenavista y Monteverde) han retomado el proyecto de enseñanza oral del ngigua, comenzando a implementarse la educación bilingüe en educación preescolar y primaria a través de cursos impartidos por maestros bilingües nombrados por sus respectivos poblados [Barabas, op. cit.]. Ahora bien, el re–aprendizaje de la lengua conlleva al mismo tiempo un interés económico, pues del conocimiento de su lengua dependen muchas veces las asignaciones de recursos desde las instituciones del Estado. Al respecto, señala Teófilo:

Tuvimos la desafortunada situación de no haber aprendido nuestra lengua materna, estaba prohibido, niño que hablaba su lengua materna era estigmatizado, señalado por el maestro, entonces ya ni en las casas se hablaba, entonces por ese motivo nos está costando trabajo ahora la cuestión de la lengua, el gobierno luego no quiere soltar los recursos o los apoyos porque determinada zona no habla su lengua materna, y nosotros ya hemos presentado algunos documentos a la Cámara de Diputados y todo eso, entonces estamos demostrando que no se hace necesario hablar la lengua, lo más importante es sentirse que somos indígenas, que descendemos de un grupo étnico que se llamó ngiba y que al llegar los españoles cambió el nombre, nos pusieron chochos, y ahora estamos manejando chocholteco, se nos hace urgente presentar una región para que lleguen los recursos económicos de la Federación, y con que haya un porcentaje de personas que habla, aunque sea mínimo, debe considerarse porque de ahí son, son nativos de esa región.

 

Agradecimientos

Agradezco a Francisca, Casilda, Evodio, Teófilo, Calixto, Rufino, Genaro y Francisco su recepción en la colonia (y sección), así como el rico diálogo generado a partir del tema del presente texto, el cual forma parte de los resultados de investigación de mi tesis de Doctorado. Desde agosto de 2006 mis estudios de posgrado han sido financiados por la Universidad de Concepción, Chile, así como por el Ministerio de Planificación (MIDEPLAN), Chile.

 

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Notas

1 La Mixteca es una de las siete regiones del estado de Oaxaca (además de constituir parte de los estados de Puebla y Guerrero), se ubica en la parte poniente de este estado y se subdivide en Mixteca Baja, Mixteca de la Costa y Mixteca Alta. La colonia San Miguel Teotongo formó parte del movimiento urbano popular (MUP) —distante del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y de toda instancia partidista— el que se encuentra inmerso en las luchas de los habitantes de los diversos asentamientos en la periferia de Ciudad de México por satisfacer sus necesidades e integrarse en la vida urbana y nacional, a través del ejercicio de sus derechos económicos y sociales.

2 Las cursivas son mías.

3 El término Teotongo, según López [2004] proviene de Xadeduxö, pueblo del Sol, palabra de origen náhuatl. Sin embargo, de acuerdo con la Enciclopedia de los Municipios de México, la ortografía correcta de Teotongo es Teotolco, que significa "en el diocesillo", y provendría de las voces teotl, dios, tontli, diminutivo despectivo y co, en (www.e–local.gob.mx/xb2/ELOCAL/EMMoaxaca). Montemayor, por su parte, lo entiende como Teotonco, esto es, lugar del pequeño dios, de téotl, dios, ton, diminutivo y co, partícula locativa [2007]. El municipio de Teotongo tiene una superficie territorial de 39,55 km2 y una altitud de 2,060 msnm. Cuenta con 937 habitantes, de los cuales 42 serían hablantes d e lengua indígena [inegi, 2005]. Sin embargo, en 1995 había 1,154 habitantes, y según cifras de las autoridades municipales, el municipio está conformado por 1,480 personas[Caltzontzin, 2004 (2000)].

4 Se afirma que hubo una primera migración hacia Veracruz en los años 1913 y 1914, "cuando llega una hambruna, no hay qué comer, entonces empieza a salir nuestra gente[...] y salieron con toda la familia, se fueron y fundaron nuevos pueblos allá, Pueblo nuevo, Rancho nuevo, hecho por puros paisanos, esa fue la primera migración que hubo de nuestro pueblo" (Teófilo).

5 El clima de la región es predominantemente seco y las variaciones climatológicas suelen ser extremas. El suelo, mayoritariamente montañoso, se encuentra afectado por un fuerte proceso de erosión. Estas características inciden en una baja productividad de los cultivos. Las principales actividades económicas de esta región son la agricultura, la ganadería y la elaboración de sombreros de palma [Butterworth, 1969; Barabas, op. cit.; Caltzontzin, op. cit.].

6 Los distintos testimonios de los chocholtecos contradicen lo afirmado por Moctezuma sobre el origen de las migraciones desde Teotongo. Al respecto, escribe este autor: "El impulso fundacional de la colonia [...] está anclado a un conflicto interétnico que escinde a una comunidad tradicional. Entre 1940 y 1950 [...] la minoría chocholteca fue despojada de la mitad de sus tierras comunales por el vecino pueblo de Tamazalupa [...] las dos etnias oaxaqueñas entraron en conflicto" [1999: 23–24]. Aunque tal conflicto existió no es reconocido como "el impulso fundacional de la colonia"; tampoco se trata de un conflicto inter–étnico sino que intra–étnico: una disputa de límites entre los chocholtecos del pueblo de Teotongo y los de Tamazulapan del Progreso. Ambos municipios se encuentran a ocho kilómetros de distancia. Respecto a la emigración desde la zona chocho–mixteca, señala Aguirre Beltrán: "la causa del decremento [poblacional] debe buscarse en la influencia de la carretera internacional Cristóbal Colón o sus desviaciones, que datan de la década pasada [1940] y que conectaron a estos lugares con el sistema vial de la nación [op. cit.: 19].

7 En un primer momento se le llamaría Teotongo a la colonia, pero más tarde se negociaría el nombre con los otros vecinos (como se verá más adelante); sin embargo se conservaría el nombre para esta sección. La experiencia de los inmigrantes, como señala Joseph [2002], se suele caracterizar por la pérdida del sentido del mundo, lo que los conduciría a auto–proclamaciones, siendo recurrente que los nuevos espacios de acogida sean bautizados con el nombre del pueblo de origen.

8 La colonia San Miguel Teotongo está construida sobre "las faldas" del cerro Tetlamanche, en la Sierra de Santa Catarina.

9 Ya en 1925 Burgess, uno de los destacados sociólogos de la Escuela de Chicago, escribía: "La [auto] segregación ofrece al grupo, y consiguientemente también a los individuos que lo integran, un lugar y un papel en la organización total de la vida urbana" [en Wieviorka, 1992, 133; similar planteamiento realiza Wirth, 1956 [1928], en Hannerz, 1986 (1980)].

10 Este enclave chocholteco, de acuerdo a la distinción conceptual que realiza M. de Certeau [2000: 129–134 (1990)], representaría tanto un "lugar" como un "espacio". Este autor caracteriza al lugar como estar ahí, orden, estado; y al espacio como operaciones, recorrido, acciones de los sujetos, pasándose en la vida cotidiana de un polo al otro de la experiencia, de lo estático a lo dinámico, cuyos sitios más representativos son las residencias y las calles respectivamente [Delgado, 1999 y 2007], con mutua influencia.

11 La Escuela de Manchester analizó del mismo modo este "poder de la etnicidad en la vida urbana" del continente africano. Como afirma Hannerz: "Se puede considerar la preferencia por las personas de la misma etnia, en las situaciones en las que había elección [como puede ser en las relaciones de vecindario y/o de trabajo], sobre todo como una cuestión de confianza. Cuando el origen cultural era similar o idéntico, las personas podían suponer, como Barth [1969:15] lo expresa en su análisis de la etnicidad, que estaban jugando sus juegos interaccionales según las mismas reglas" [1986: 175–176 (1980)].

12 En enero de 1975 se llevó a cabo un censo en la colonia. De acuerdo al lugar de nacimiento, un 22.8 por ciento procedía de Puebla, un 15.7 por ciento de Oaxaca, un 14.2 por ciento de Michoacán y un 11.5 por ciento del Distrito Federal. Los demás estados no alcanzaban al 6 por ciento [Navarro & Moctezuma, 1989].

13 Castells le critica a la sociología urbana anglo–estadounidense no considerar las contradicciones de la estructura social en sus escritos [1976 (1972)]. Polanyi se refiere a esta antigua lucha en los términos de "habitación contra mejoramiento": "la necesidad trágica por la que el hombre pobre se aferra a su cabaña, condenado por el deseo del hombre rico de obtener un mejoramiento público que lo beneficia privadamente[...] es el mejoramiento al precio de la dislocación social" [2006: 82 (1957)].

14 Al respecto, Moctezuma advierte en 1975 la presencia de: "prejuicios étnicos y locales, que siguieron existiendo (por ejemplo entre michoacanos y 'oaxacos')" [1999: 48].

15 Es de destacar que en los casos aquí mencionados: dueños o empleados de farmacias, ferreterías y tiendas, los chocholtecos son los vendedores de productos generados por otros (y en otros países), y no los productores de los bienes, creados muchas veces en las comunidades, y comprados y vendidos por otros, intermediarios, etc. como suelen mostrar muchos trabajos antropológicos (al respecto, ver sobre la artesanía indígena a García Canclini, 2007 [2002], entre otros). De este modo, los sujetos aquí se encuentran en el polo opuesto de la cadena comercial de producción (típicamente campesina), distribución, circulación y venta (y consumo) de mercancías, siendo esta vez vendedores, esto es, participando del sector de servicios, propiamente urbano.

16 Mendoza [2005] afirma que los pleitos por la delimitación jurisdiccional entre los pueblos fueron diluyendo la identidad étnica chocholteca desde fines del siglo XVIII, al mismo tiempo que fortalecieron las identidades pueblerinas [2005: 395]. G. Aguirre Beltrán, a mediados del siglo veinte, diferenciaba incluso entre los conceptos de paraje y de comunidad. Señala que al aplicarse proyectos de mejoramiento económico resulta recomendable el consentimiento de las familias agrupadas en parajes, más que el de la propia comunidad, debido a su extraordinaria cohesión [en Montemayor, 2008: 76 (2000)].

17 Los chocholtecos no han sido una excepción respecto a la tendencia a emigrar hacia Estados Unidos, donde también han constituido organizaciones para cooperar con sus respectivos poblados de origen. De modo que los chocholtecos conforman hoy una "cultura translocal" (no global ni universal) y la sección Teotongo de esta colonia un "barrio diaspórico", en los términos de Clifford [1999] (1997).

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