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Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas

Print version ISSN 0185-1276

An. Inst. Investig. Estét vol.27 n.87 Ciudad de México Sep. 2005

 

Artículos

 

La decadencia de la imaginación. El arco triunfal de don Antonio Deza y Ulloa

 

Arnulfo Herrera

 

Instituto de investigaciones estéticas, UNAM

 

Resumen

El presente artículo está conformado por el estudio preliminar, la transcripción paleográfica y la prosificación de un "arco triunfal" dedicado a don Fernando Deza y Ulloa, alto funcionario del gobierno virreinal en la Nueva España. Como lo indican los versos mismos del arco, éste no fue nunca una muestra de arquitectura efímera; su realidad se restringió al papel, fue solamente literaria. Lo escribió el mercedario fray Antonio de Segura y se encuentra inserto en un cuadernillo titulado "Poemas varios que a diversos asuntos compuso el padre maestro..."; aun cuando no tiene fecha, su compilación final se puede situar en 1716. El interés del arco triunfal se encuentra en dos partes: como ejemplo de los versos que escribía fray Antonio de Segura, importantísimo personaje de las letras novohispanas que desplegó una gran actividad en las primeras décadas del siglo XVIII y que, hasta la fecha, es desconocido como poeta, y como muestra de la reiteración en que, para estas fechas, habían caído los juegos barrocos.

 

Abstract

This article consists of a preliminary study, the paleographic transcription and a version in prose of a "triumphal arch" dedicated to don Fernando Deza y Ulloa, a high official of the Viceroyalty of New Spain. As the verses on the arch themselves make clear, this was not an example of ephemeral architecture; its existence was confined to paper, it was merely literary. It was written by the Mercedarian fray Antonio de Segura and was included in a little book of poems entitled "Poemas varios que a diversos asuntos compuso el padre maestro..."; although the poem is undated, the final compilation can be assigned to the year 1716. The interest of the triumphal arch is dual: as an example of the verses of fray Antonio de Segura, an important personality in the literary world of New Spain, who was highly active in the first decades of the eighteenth century but until now unknown to us as a poet; and as an example of the repetition into which by that time this sort of Baroque game had fallen.

 

A Manuel González Galván

En un discriminado manuscrito de la Biblioteca Nacional de México se encuentra inserto un cuadernillo de versos que el mercedario fray Antonio de Segura1 no pudo publicar jamás. Pese a que expurgó su florilegio retirando los poemas amatorios para "quitar ocasión de escándalo a los lectores" y a pesar de los esfuerzos que hizo por granjearse el patrocinio de los más encumbrados personajes de la Nueva España, entre los que destacó el virrey duque de Linares, el manuscrito permanece inédito hasta nuestros días. Es curioso que Segura y Troncoso, calificador del Santo Oficio, haya visto motivo de reprobación en los versos consagrados al amor2 y no le hayan parecido censurables los juegos escatológicos de carnestolendas y otros crudos "entretenimientos" de esta naturaleza que abundan entre sus papeles y que en la literatura de lengua castellana sólo son comparables a las Gracias y desgracias del ojo del culo... escritas por Quevedo en la tercera década del siglo XVII y que, al parecer, fueron muy comunes en el siglo XVIII, incluso entre los religiosos que honestaban sus ocios con el cultivo de la poesía.

Sin fechas precisas de elaboración, los textos sobre diversos asuntos que integran este cuaderno fueron preparados para la imprenta alrededor de 1716 o 1717, año este en que la muerte del presumible mecenas, don Fernando de Alencastre Noroña y Silva,3 dio al traste con el proyecto de publicación. No obstante que el erudito historiador Ignacio Rubio Mañé afirma que el duque de Linares llegó a México viudo y sin hijos —pues supuso que éstos habían muerto en la niñez—,4 lo cierto es que a principios de junio de 1717 fray Juan Antonio de Segura y Troncoso entregó una palestra mortuoria a don Agustín Joseph de Alencastre y Noroña, hijo del recién fallecido virrey, acompañada de un soneto que iba dedicado a él y que seguramente no le causó ninguna emoción:

Para entregarle los Poemas, que se compusieron// en las honras del Duque de Linares, a su Hijo// Don Augustin Joseph de Alencastre, y// Noroña, entre la arenga de Pesame le dixe// este Consuelo.

Soneto

Morir para nascer, solo en Esphera
Los goza único el Sol, pues si agoniza
El mismo ocaso su explendor atiza
Por que a otro mundo ilustre su lumbrera.
Por Phenix en la tierra se venera
El Ave que muriendo se eterniza,
Pues vuelbe a renascer de su ceniza
Labrándose otra Cuna de su hoguera.
Solo tu padre, o Don Joseph, ha sido,
Quien muriendo, de sí fue tan fecundo,
Que sol a un tiempo, y Phenix ha vivido:
Al primero aventaja, y al Segundo
Pues si muere una vez, dos a nascido,
En su alma al cielo, y en tu luz al mundo.

Si no supiéramos que estas manifestaciones poéticas eran comunes en el mundo hispánico y especialmente en América, acaso supondríamos que el padre Segura se aferraba al patrocinio de la familia Noroña y —suposición indigna— hacía un interesado presente con la entrega de los poemas fúnebres. De cualquier modo, la ponderada luz del regio vástago no se concretó en la esperada publicación del cuadernillo y tal vez tampoco se materializó en ninguna otra limosna significativa.

Pero la academia de nuestro destacado religioso de treinta y siete años de edad, rector del Colegio de San Pedro Pascual y comendador del mercedario Convento Grande de México, tenía en sus perspectivas otros mecenas. Por los distintos panegíricos que encontramos en el manuscrito, sabemos que contaba con el favor de don Fernando y don Antonio Deza y Ulloa, destacados personajes de la política colonial y esporádicos patrocinadores de libros piadosos. Don Fernando, el factor y contador de tributos, anfitrión de virreyes, había costeado en 1674 la impresión de un opúsculo de cincuenta hojas, El cordial devoto de San José, escrito por Francisco de Zárate Molina e impreso en México por Rodríguez Lupercio; don Antonio, alcalde, maestre de campo, administrador de la Casa de Moneda y de la Real Hacienda, entre otros cargos, mandó imprimir tres hojitas con los Villancicos de Diego Sevilla y Espinosa que puso en metros músicos el maestro de capilla Antonio de Salazar; estos villancicos se cantaron en la Metropolitana para conmemorar la aparición de la Virgen de Guadalupe. La impresión se hizo con la viuda de Bernardo Calderón en 1695. Fuera de estas rarezas bibliográficas, ninguno de los dos mecenas parece haber patrocinado alguna otra obra, ni piadosa ni literaria.

Quizá, si fray Antonio de Segura se hubiera atraído el favor de don Francisco Deza y Ulloa, destacado poeta del Triunfo parthénico de 1683,5 profesor de retórica en la Universidad, inquisidor mayor, obispo de Guamanga y patrocinador —él sí— de varios libros piadosos,6 tal vez su manuscrito habría corrido con mejor suerte editorial. Sin embargo, no hemos podido hallar hasta ahora en nuestros documentos ni siquiera el más sutil indicio de que haya existido alguna relación entre estos dos personajes.

Debemos suponer que don Antonio Deza y Ulloa patrocinó en algún tiempo las actividades literarias de la Academia que presidía fray Juan de Segura. Y esto debió ocurrir varios años antes del deceso del virrey Fernando de Alencastre. Prueba de esta afirmación es el arco triunfal que el fraile dedicó al personaje con motivo de su entrada como patrono de la tertulia que conformaban Pedro Muñoz de Castro, Pedro Manuel de Gama, José de Villerías, Nicolás Marín de Samaniego, José Francisco de Isla (homónimo del jesuita español fray Gerundio), José Manuel de la Corra y Orbea, un tal Sámano que servía a los miembros de la agrupación como blanco de frecuentes bromas, Felipe de la Cadena, Juan José Gutiérrez, Francisco Alberto del Río, Juan de Magallanes y probablemente Luis de Velasco y Arellano,7 entre otros poetas que no ha sido posible identificar ni documentar.

El arco triunfal y la loa que cierra el imaginario acto del recibimiento para Deza y Ulloa se componen de doscientos ochenta y nueve versos. Los primeros doscientos veintinueve integran una enorme silva que, como lo pide el género, combina endecasílabos con heptasílabos sin separación de estrofas, mientras que los siguientes sesenta versos son octosílabos y componen la loa. Las pinturas que se describen en el texto son completamente ficticias y así lo aclara el autor en los versos 49-64:

49 Aunque para tus loores
50 Tendrán poco de vivos sus colores.
51 Ni estraño les paresca, e importuno
52 Que solo de Rhetorica pintura
53 Y colores mentales
54 Fabrique el arco puesto que ninguno
55 Ignora que del Iris la estuctura
56 No tiene verdaderos ni reales
57 Sino solo aparentes
58 Colores, que entre nubes transparentes
59 Forja del Sol el reflexivo rayo;
60 Y es con todo esso a emulación de Mayo,
61 Con visos verdes, palidos, y roxos
62 Jardín del ayre, echizo de los ojos
63 Listón del viento, que en su paralelo
64 Sirve de arco triumphal al Dios del Delo.

Este "listón del viento" o, si se prefiere, "este jardín del aire", construido mediante las écfrasis de los versos, esboza el arco triunfal para recibir a Apolo que, en el texto, es llamado "Dios del Delo" por la ciudad de Ortigia, después conocida como Delos, una de las islas cícladas que estaba consagrada al padre de las musas y que servía de sede a la liga marítima fundada por Atenas; es importante señalar que en el templo de este dios se guardaba el tesoro de la federación helena, lo cual vincula a Deza y Ulloa en su calidad de funcionario público, administrador de la Casa de Moneda y de la Real Hacienda de esta Nueva España.

El texto inicia como cualquier poema épico, con una clásica invocación a las musas para conseguir el aliento y la elocuencia dignos de la más grande empresa que se haya ejecutado en alabanza del, a su vez, más grande personaje que haya surgido de entre los hombres, exponiendo una acumulación de hipérboles que a nuestros modernos ojos parecen absurdas. Los primeros veinticuatro versos se dirigen, primero, a Urania, que canta la armonía de los astros, y después a Clío, que canta el pasado de los hombres y las ciudades para aclamar de manera justificada la excelsitud del personaje:

1 Jamás con más razón arrebatado
2 Urania Celestial, de tu instrumento
3 El impulso sagrado solicito;
4 Que mirando al presente celebrado
5 Un Planeta de tanto lucimiento,
6 Que aventajando el cálculo perito
7 Del compás, y astrolabio,
8 Que armónica pronuncies en tu labio,
9 Venera oy nuestro anhelo
10 Por luminar mayor de n[uest]ro Cielo.
11 Ni tu sonora Lyra
12 Dulce Clío, con mayor motivo
13 Herirá el Diapasón de alegres cuerdas,
14 Que si ufana me inspira
15 Para el Héroe del nombre más altivo
16 Las voces más festivas, que concuerdas,
17 Pues si en tu contrapunto
18 Son los Próceres blanco de tu asumpto,
19 Oy uno te presento
20 Que agora a tu numen el concento;
21 Y empleada toda en sus heroycas proesas
22 No podrás divertirte a otras empresas,
23 Y assi fausta me asiste, dando idea,
24 Que a tanto Numen sirva de montea.

Urania servirá al poeta para justificar la homología con Apolo en su advocación solar, mientras que Clío le permitirá traer a cuento las hazañas bélicas y administrativas que en el ejercicio de sus cargos burocráticos alcanzó el personaje laureado. Además la propia Clío le dará una idea para trazar el esbozo de los elementos que integrarán el arco triunfal, y le ayudará en la factura de la "montea", un término arquitectónico que es sinónimo de "plano de sitio", metáfora que anuncia la intención de levantar una construcción abstracta, hecha sólo con las palabras.

Luego, entre los versos 25 y 83, viene la extensa dedicatoria; aunque tiene una condición muy diferente a la de las Soledades —por su objetivo de encarecer las virtudes cortesanas de un hombre de la ciudad—, no se encuentra exenta de los ecos gongorinos, obligados por el género que se estaba usando y obligados para la poesía colonial por la veneración que se le rindió al poeta cordobés en América. Son un epíteto ("rústica camena") y un vocativo (¡Oh Augusto Deza!) los responsables de restaurar en la memoria del lector los versos que Luis de Góngora utilizó para dedicar la primera Soledad al duque de Béjar; se trata de una afinidad de "género",8 más que de un parecido formal:

25 Con este pensamiento divertida,
26 Y en tanto golfo, se miró anegada
27 Mi rústica Camena
28 (O Augusto Deza) pues si a tu venida
29 A dar el parabién se vee obligada.
30 Es gloria tan sin par la de esta estrena;
31 Que con razón el mundo difficulto
32 De hallar a aplauso tal, perfecto o vulto,
33 Quando a esmeros de Artemia
34 Te recive Patrón nuestra Academia.

El gongorismo en esta época fue más que un rasgo común de los versificadores novohispanos; alcanzó los extremos de una verdadera fiebre que, por "subir tan alto, tan alto", dañó la reputación de la poesía novohispana. Y, como puede suponerse, los extremos alcanzaron rincones inaccesibles y pasajes rayanos en el ridículo. Fray Antonio de Segura era muy aficionado a la poesía de don Luis y gozó de buena reputación entre sus contertulios como poeta gongorista. Para poner sólo un ejemplo, recordemos el emblema que don Pedro Manuel de Gama le hizo al fraile mercedario a propósito de una ocasión en que Segura ganó un torneo donde se forzaba la utilización de ciertos versos de Góngora como motivos centrales. Con la figura de un sol entre nublados y el mote Post nubila Phoebus, el amigo de fray Antonio de Segura puso la siguiente décima que explica todo el juego:

Quando el Sol nace rompiendo
Las Nubes pardas groseras
Ilustra más las espheras,
Pues más claro va naciendo.
Assi Segura exponiendo
Gongorina obscuridad
Le aclara con propiedad
Tu ingenio Luz; y me asombra
Pues Góngora fue tu Sombra
Pero tú su Claridad.9

Esta dedicatoria lleva entrelazadas la declaración de propósitos laudatorios y su justificación social, pues se trata de una costumbre muy arraigada en el orbe hispánico de recibir con pompa festiva y un arco triunfal a los príncipes. Además, se entreteje la explicación de la naturaleza que tiene el arco triunfal, el cual, como hemos señalado, expone abiertamente la esencia lingüística de la fábrica entre los versos 49 y 64; esencia hasta antes sólo insinuada en algunos conceptos. Se trata de un texto complejo, cuya lectura resulta difícil para un lector moderno por su sintaxis retorcida, su condensación conceptista y sus alusiones culteranas:

35 Más si es usso, que apruebo reverente
36 De n[uest]ra Patria, en el recevimiento
37 De su Príncipe, hacer pompa festiva
38 En un pegma eminente,
39 O en un arco triumphal, que al firmamento
40 Abolla con su punta el lucimiento;
41 Explicando con symbolos diversos
42 Con cuerpo de color, y alma de versos
43 Príncipe que aclama
44 Los timbres, los blazones, y la fama:
45 Esta será mi idea
46 Quando aplaudirte mi humildad desea;
47 Y de un arco triumphal la alegoría
48 Formará al recevirte mi Thalía:
49 Aunque para tus loores
50 Tendrán poco de vivos sus colores.
51 Ni es estraño les paresca, e importuno
52 Que solo de Rhetorica pintura
53 Y colores mentales
54 Fabrique el arco puesto que ninguno
55 Ignora que del Iris la estuctura
56 No tiene verdaderos ni reales
57 Sino solo aparentes
58 Colores, que entre nubes transparentes
59 Forja del Sol el reflexivo rayo;
60 Y es con todo esso a emulación de Mayo,
61 Con visos verdes, pálidos, y roxos
62 Jardín del ayre, echizo de los ojos
63 Listón del viento, que en su paralelo
64 Sirve de arco triumphal al Dios del Delo.
65 Preste el mismo en sus luces el asumpto
66 Que si sus rayos sirven de pinceles
67 Lucidos copiará nuestros laureles,
68 Y aunque me desconfíe torpe el tiento,
69 Sus colores ayudan al intento,
70 Quando el offir los pule del Pactolo
71 Para que os acredite nuestro Apolo;
72 Ni es nuevo que en un coloso giganteo
73 Cante al nacer el Sol como Museo,
74 Si estatua reverente
75 De Memnón resonaba en el oriente
76 Como Lyra sonora
77 Al desbrochar el Padre de la Aurora.
78 Y assi estatua de Música se ofrece
79 El Nuevo Sol, que en vos nos amanece,
80 Esta Junta armoniosa,
81 Que aunque por docta, culta, y numerosa
82 Es pasmo de la Ciencia
83 Le faltaba sin vos mucha exelencia.

Será necesario, por tanto, acudir al expediente de la prosificación que utilizaron Dámaso Alonso para el Polifemo y las Soledades de Góngora y Alfonso Méndez Plancarte para el Sueño y el Epinicio gratulatorio al conde de Galve que escribió sor Juana Inés de la Cruz. En estos términos, el texto dice más o menos lo siguiente:

(Versos 25-83) Ocupada en este pensamiento, que es un mar muy grande, se vio anegada mi musa rústica. Pues (Oh! Augusto Deza) si se ve "obligada" a darte la bienvenida, recibo, al hacerlo, una dádiva ("estrena") inigualable. Que con razón el mundo tuvo dificultades en encontrar un aplauso de tal magnitud, real o figurado (perfecto o vulto) cuando por el favor de Artemisa te recibe nuestra Academia como patrono. Porque si en nuestra patria se usa hacer una demostración festiva para dar la bienvenida a su príncipe, en un enorme pegma (o cartel) o en un arco triunfal que abolle con su punta el lucimiento del firmamento (uso que apruebo con reverencia), y se explique con diversos símbolos, con pinturas ("cuerpo de color") y epigramas ("alma de versos") los timbres, los blasones y la fama del príncipe que aclama, entonces mi humildad desea aplaudirte y ésta será mi idea: mi musa (mi Thalía) formará la alegoría de un arco triunfal al recibirte. Aunque para aclamarte sus colores serán ficticios (tendrán poco de vivos), por ello no parezca impertinente y extraño que fabrique el arco con palabras y colores imaginarios ("con retórica pintura y colores mentales"), puesto que nadie ignora que la estructura del arco iris no tiene colores verdaderos ni reales, sólo aparentes, pues los forja en las nubes transparentes el rayo reflejado del sol. Y con todo eso es jardín del aire, semejante a mayo, con visos verdes pálidos y rojos; es listón del viento que, en su paralelo, sirve de arco triunfal al dios Apolo.

El mismo con sus luces preste el asunto, porque si sus rayos sirven de pinceles, aumentará el lucimiento de nuestros laureles. Y aunque desconfíe de mi torpeza, sus colores apoyarán el intento, cuando el offir10 los pula del Pactolo11 para que os acredite nuestro Apolo.

Tampoco es novedad que el sol cante al nacer en un enorme girasol como "museo", si, reverente, la estatua de Memnón12 como lira sonora resonaba en el oriente, cuando se revelaba el padre de la Aurora.13 De este modo, el nuevo sol se ofrece como estatua de música que nos amanece en vos. A esta Academia ("armoniosa junta"), aunque admiración de la ciencia por docta, culta y numerosa, sin vos le faltaba mucha excelencia.

El arco es pequeño. Se compone de dos "carteles" pegados en las basas y explicados por quintillas, dos "lienzos" o "tableros" que hacen juego, cada uno con su mote y sendas octavas explicativas, un lienzo con mote y una décima que lo comenta, una "pintura" con mote, un enigma y una inscripción latinos cuya paráfrasis castellana da entrada a la loa:

222 Esto la inscripción dize, que aunque es poco
223 Para lo mucho que en tus timbres toco;
224 Pinta a lo menos la amorosa llama,
225 Con que este emporio su Patrón te aclama:
226 Y si hasta aquí ha tenido grande nombre
227 Desde oy la ilustrará más alto nombre
228 Pues la abriga el de Deza, y el de Ulloa:
229 Y pues este es el arco, va la Loa:

No hay detalles de arquitectura descriptiva que permitan imaginar la colocación exacta de los elementos, ni mayor esfuerzo por dar una idea de lo que pudo ser aquel conjunto. La prosificación de los versos sería como sigue:

(Versos 84-221) Comience pues, desde su brillante cimiento, a descollar la gigante fábrica, y en sus macizas bases el sol (el planeta luciente) encienda dos tarjetas con sus brasas,

[...] en una de las tarjetas se mire una fuente, y en el espejo de esta fuente se encuentre trasladada la Gran Deza de tu luz y diga que le ha retratado (copiado)

otra grandeza, puesto que eres como el sol, claro en su nobleza y en la otra tarjeta brille la parte más esencial de su ardor (la "suma"), tejiendo una corona con una pluma en cuyo lucido cerco te plasmará como un sol por lo entendido.

Porque si tus incomparables timbres se funden de manera natural en las prendas, bien darán fundamento al triunfo tu alta sangre y tu claro entendimiento.

Y para que quede aclarada tanta maravilla, cada una de las tarjetas sea explicada por una quintilla.

1a quintilla:

Si la primera nobleza del cielo es Apolo por único, en ti reververa su luz que por lo claro dice que eres el sol de nuestra esfera. 2a quintilla:

Es lucido emblema del entendimiento un sol coronado, y si su florida divinidad (?) ha encontrado sus plumas en Deza, ahí está entendido el sol.

A la derecha se levanta un lienzo donde se ve, en la parte baja, a Apolo venciendo a los titanes, que asaltaron el cielo con rencor ("encono") para despojar de su trono a Júpiter.

Son trofeo de Apolo, despojo fácil de su caduceo que en forma de Mengala te señala en uno y otro cargo: capitán de experta infantería o capitán de caballería, cuando deshiciste el tumulto de los indios ("venciste el torpe insulto del Titán Mexicano").

Y la parte media de la tela (del razo) preste espacio para el mote, por si algún Zoylo echa de menos lo latino: Revelles debellat Apolo (Apolo señala que la guerra terminó), cuyo sentido se vuelve evidente con la octava que a continuación lo explica:

Octava (versos 133-140)

El hijo de Latona (Apolo) acaudilla invencibles soldados ("campiones militares") y con sus caballos vence, postra, humilla la intención siniestra de los titanes, así se ve nuestro héroe en la palestra, coronando su espada de triunfos, pues él solo lució venciendo rebeldes, fue dos veces capitán y muchas, Apolo.

En el otro tablero, que hace juego con el primero, se ve a Apolo, ufano en el lugar de Libra (la séptima constelación), con la balanza en su mano de luz; su caduceo, transformado en vara, hace las veces del fiel, mostrando con ello que no sólo luce en la milicia, sino también en la administración de la justicia. En vos, señor, queda insinuada así la sabia Astrea, por los dos cargos que ocupasteis: el de alcalde en México y el de gobernador en la Nueva Vizcaya. Y para que exista un mote, diga en la parte superior: "Un fiel en dos balanzas" y la siguiente octava se le coloque abajo:

Octava (en realidad son nueve versos: 157-165)

Como si fuera de otro mundo, la trípode de oro14 de Apolo fecundo vino del cielo, y este timbre único te distingue puesto que obtuviste la "llave dorada", una insignia tan importante que ve nuestro orbe en la grandeza de tu persona, pues solamente por tu nobleza pudimos verla.

Tu ejercitada persona acompaña a este lienzo como maestre de campo de esta tierra, príncipe generoso de la guerra, también Apolo representa esta distinción (trofeo), pues transformando el caduceo en bastón, distribuye con él vivas centellas para ilustrar ejércitos de estrellas, que si son soldados atrevidos que militan ordenados en escuadras, el general que las dirige es el Sol que rige como maestre sus escuadras. El mote dice: "Del campo celestial soy el maestro" y la siguiente décima explique tanto epíteto:

Décima (versos 183-192)

Si el campo blanco (nevado) de los astros luce como campo militar, es porque Apolo conduce las escuadras y este símil te quedó marcado pues eres luminar mayor por tu valor heroico y con los lauros que te caracterizan, gozas en campos de estrellas el esplendor del príncipe.

En medio hay otra pintura que representa airosamente una fachada que forma una empresa de hermosa frente para el asunto que se trata. Es un edificio construido con pórfidos y mármoles, un famoso panteón que imita la gloria de un templo, en cuyo altar están Apolo y Mercurio frente a frente, cambiando el caduceo con la lira; a sus pies hay muchos poetas que les rinden culto con canciones. Pensaron que el templo de Apolo Palatino es el símbolo divino que César Augusto dedicó en otro tiempo; en su altar fue sacrificio justo que los poetas consagrados dedicasen a Apolo sus escritos. Horacio nos lo recuerda en un mote que queda a la perfección: Scripta Palatinus recepit Apolo?

Pues yo pienso que es solo Gero Olímpico; que esta pompa resumida pinta al que vino; pompa en que nuestra placentera Academia te venera como su Apolo Palatino y, porque te recibe, cada poeta te ofrece lo que escribe. Diga el rótulo esto: Apollini Palatino Exellentissimo, scilicet, Domino.

No vale la pena extenderse en el convencionalismo de los elementos, tan manidos ya para esos años. Es inevitable sin embargo confrontar la verdad histórica con las zalamerías del panegírico. En los versos 115-126 se ponderan las hazañas que como maestre de campo logró don Antonio Deza y Ulloa cuando enfrentó a la chusma en el famoso tumulto de 1692:

115 Un lienzo en cuya planta
116 se vee Apolo venciendo los titanes.
117 Asaltaron el Cielo con encono
118 Por despojar a Jove de su trono,
119 De Apolo son tropheo,
120 Fácil despojo de su Caduçeo,
121 Que en forma de Mengala
122 En uno, y otro cargo te señala
123 Capitán ya de experta infantería,
124 Ya de cavallerìa
125 Quando venciste en el voraz tumulto,
126 Del Titán Mexicano el torpe insulto;

Nada de esto parece haber sido cierto. Según la relación de Sigüenza y Gón-gora, ante el saqueo perpetrado por los indios en los cajones de ropa luego del incendio, el virrey conde de Galve ordenó al conde de Santiago, a don Antonio de Deza y Ulloa y a otros que "Apellidando el nombre de su majestad y de su virrey, luego al instante se volviesen a la plaza con cuanta gente pudiesen, así para desalojar de ella a los sediciosos, como para asegurar del incendio la caja real y los tribunales".

Entonces el contador y "otras personas nobles" "dieron una buena carga de carabinazos a los que robaban" pero no hallando en ello resistencia alguna, porque sólo atendían a cargar a irse, y también porque, oponiéndoseles los padres de la Compañía, que por allí andaban y, así con súplicas, como cubriéndolos con los manteos como si fuese a unos inocentes los patrocinaban, por no perder tiempo se pasaron a palacio a ocuparse en algo.15

Las noticias que han quedado sobre aquel motín —y otros que hubo en Tlaxcala y en Guadalajara ese mismo año— son bastante elocuentes sobre la incompetencia de las autoridades para detener a la muchedumbre enardecida y Sigüenza puede ser un cronista interesado. En su Diario... Antonio de Robles señala que "corrió la noche por cuenta de los indios que nos hicieron la vida de merced a todos, pues ninguno solicitó más defensa que la suya, encerrándose en su casa cada uno, retirándose a los conventos las justicias".

Hasta el virrey, que se había refugiado en el convento de San Francisco, se vio amenazado por la turba que quería entrar mediante las más elaboradas estratagemas "y negándose los religiosos, dijo la gente [que] quemaría las puertas hasta hallar al virrey y virreina con palabras insolentísimas, y el no haberlo ejecutado se atribuye a milagro de San Francisco".16

Además, el cronista es claro al señalar el insignificante papel del maestre de campo en aquella terrible ocasión: "Después que se fue el conde de Santiago a San Francisco a dar la razón referida al virrey, entró en la plaza D. Antonio Deza con otros seis u ocho hombres, y no halló a quien castigar."17

Así como se exageró la intervención de don Antonio Deza y Ulloa en el motín, se pudieron exagerar también su fama de justo en la gubernatura de la Nueva Vizcaya y su generosidad como mecenas de artistas. No se puede negar el derroche de imaginación que hay en este arco triunfal, pero no se puede negar tampoco que esta imaginación no alcanzó las alturas de los grandes arcos que otros poetas novohispanos edificaron para los notables personajes que llegaron al reino. Este fracaso no se debe atribuir a la incapacidad poética de fray Juan de Segura, varón respetadísimo en el ámbito de las letras, sino a la saturación que estos juegos de ingenio habían alcanzado para esos años. Los aires neoclasicistas helaban las exuberantes flores del barroco. La imaginación de los hombres chapados a la antigua no podía sembrar en la decadencia de una época más que semillas secas que redituaban en frutos inadmisibles. Seguramente ni siquiera el propio Deza y Ulloa creyó en tanta adulación y por eso no juzgó necesario malgastar unos pesos en la estampa de una poesía que había dejado de conmover al mundo.

Arco Triumphal/ Alegórico, y métrico, que para recibir al Ex[celentísi]mo S[e-ñ]or/D[o]n Antonio Deza y Ulloa, cavallero de la llave/dorada, M[aest]re de Campo General, entrando por/ Patrón, y Meçcenas de la Accademia, hizo/ su Presidente El P[adr]e M[aest]ro Fr. Joan Antoni de Segura

Sylva

1 Jamás con más razón arrebatado
2 Urania Celestial, de tu instrumento

 

Foja 24r

3 El impulso sagrado solicito;
4 Que mirando al presente celebrado
5 Un Planeta de tanto lucimiento,
6 Que aventajando el cálculo perito
7 Del compás, y astrolabio,
8 Que armónica pronuncies en tu labio,
9 Venera oy nuestro anhelo
10 Por luminar mayor de n[uest]ro Cielo.
11 Ni tu sonora Lyra
12 O dulce Clío, con mayor motivo
13 Herirá el Diapasón de alegres cuerdas,
14 Que si ufana me inspira
15 Para el Héroe del nombre más altivo
16 Las voces más festivas, que concuerdas,
17 Pues si en tu contrapunto
18 Son los Próceres blanco de tu asumpto,
19 Oy uno te presento
20 Que agora a tu numen el concento;
21 Y empleada toda en sus heroycas proesas
22 No podrás divertirte a otras empresas,
23 Y assi fausta me asiste, dando idea,
24 Que a tanto Numen sirva de montea.
25 Con este pensamiento divertida,
26 Y en tanto golfo, se miró anegada
27 Mi rústica Camena

 

Foja 24v

28 (O Augusto Deza) pues si a tu venida
29 A dar el parabien se vee obligada.
30 Es gloria tan sin par la de esta estrena;
31 Que con razón el mundo difficulto
32 De hallar a aplauso tal, perfecto o vulto,
33 Quando a esmeros de Artemia
34 Te recive Patrón nuestra Academia.
35 Más si es usso, que apruebo reverente
36 De n[uest]ra Patria, en el recevimiento
37 De su Príncipe, hacer pompa festiva
38 En un Pegma eminente,
39 O en un arco triumphal, que al firmamento
40 Abolla con su punta el lucimiento;
41 Explicando con symbolos diversos
42 Con cuerpo de color, y alma de versos
43 Príncipe que aclama
44 Los timbres, los blazones, y la fama:
45 Esta será mi idea
46 Quando aplaudirte mi humildad desea;
47 Y de un arco triumphal la alegoría
48 Formará al recevirte mi Thalía:
49 Aunque para tus loores
50 Tendrán poco de vivos sus colores.
51 Ni estraño les paresca, e importuno
52 Que solo de Rhetorica pintura

 

Foja 25r

53 Y colores mentales
54 Fabrique el arco puesto que ninguno
55 Ignora que del Iris la estuctura
56 No tiene verdaderos ni reales
57 Sino solo aparentes
58 Colores, que entre nubes transparentes
59 Forja del Sol el reflexivo rayo;
60 Y es con todo esso a emulación de Mayo,
61 Con visos verdes, pálidos, y roxos
62 Jardín del ayre, echizo de los ojos
63 Listón del viento, que en su paralelo
64 Sirve de arco triumphal al Dios del Delo.
65 Preste el mismo en sus luces el asumpto
66 Que si sus rayos sirven de pinceles
67 Lucidos copiará nuestro laureles,
68 Y aunque me desconfíe torpe el tiento,
69 Sus colores ayudan al intento,
70 Quando el offir los pule del Pactolo
71 Para que os acredite nuestro Apolo;
72 Ni es nuevo que en un coloso giganteo
73 Cante al nacer el Sol como Museo,
74 Si estatua reverente
75 De Memnón resonaba en el oriente
76 Como Lyra sonora

 

Foja 25v

77 Al desbrochar el Padre de la Aurora.
78 Y assi estatua de Música se ofrece
79 El Nuevo Sol, que en vos nos amanece,
80 Esta Junta armoniosa,
81 Que aunque por docta, culta, y numerosa
82 Es pasmo de la Ciencia
83 Le faltaba sin vos mucha exelencia.
84 Comience pues la fábrica brillante
85 Desde el cimiento a descollar Gigante,
86 Y en sus macizas bases
87 Dos targetas encienda con sus brasas
88 El Planeta luciente;
89 En la una esté mirándose a una fuente,
90 Y viéndose en su espejo trasladado,
91 Diga que le a copiado
92 De su luz la grandeza, otra gran Deza
93 Siendo como el Sol, claro en la nobleza,
94 Y en la otra brille de su ardor la suma
95 Texiendo una Corona, de una pluma,
96 Cuyo cerco lucido
97 Sol os retratará por lo entendido;
98 Porque si vuestros timbres sin iguales
99 En las prendas se fundan naturales
100 Bien al triumpho darán el fundamento
101 Vuestra alta Sangre, y claro entendimiento;

 

Foja 26r

102 Y por que aclare tanta maravilla
103 Explique cada tarja una quintilla.
104 Si es la nobleza primera
105 del Cielo Apolo por raro,
106 en vos su Luz reververa,
107 diciendo bien por lo claro
108 que soys Sol de n[uestr]a esphera.
109 De entendimiento es lucido
110 emblema, un Sol coronado,
111 y si su numen florida
112 sus plumas en Deza a hallado,
113 ay está el Sol entendido.
114 De aquí a la mano diestra se levanta
115 Un lienzo en cuya planta
116 se vee Apolo venciendo los titanes.
117 Asaltaron el Cielo con encono
118 Por despojar a Jove de su trono,
119 De Apolo son tropheo,
120 Fácil despojo de su Caduçeo,
121 Que en forma de Mengala
122 En uno, y otro cargo te señala
123 Capitán ya de experta infantería,
124 Ya de cavallerìa
125 Quando venciste en el voraz tumulto,
126 Del Titán Mexicano el torpe insulto;

 

Foja 26v

127 Y aqueste medio raso preste el mote,
128 Sin algún Zoylo lo latino note:
129 Revelles debellat Apolo.
130 Cuyo sentido se divisa solo
131 Con lo que significa
132 En esta octava que a su pie lo explica.
133 El hijo de Latona con su diestra
134 Militares campiones acaudilla,
135 Y en sus cavallos la intención siniestra
136 De los Titanes vence, postra, humilla,
137 Assi pinta n[uest]ro Héroe en la palestra
138 Coronando de triumphos su cuchilla,
139 Pues venciendo reveldes, lució él solo
140 Dos vezes Capitán muchas Apolo.
141 En el otro tablero
142 Diametral Compañero del primero
143 Apolo en libra se divisa ufano
144 Con la balanza en su encendida mano,
145 Cuyo fiel equipara
146 Su caduçeo transformado en vara;
147 Monstrando, que no solo en la milicia
148 Luce, sino también en la Justicia.
149 Y con tan sabia Astrea
150 Los dos cargos, S[eño]r en vos sombrea,
151 El de Alcalde, que en Méx[i]co ocupasteis,

 

Foja 27r

152 Y el de Governador, que exercitasteis
153 En la Nueva Viscaya;
154 Y porque mote aya,
155 Un fiel en dos balanzas, diga arriba
156 Y esta octava en el pie se le subscriva.
157 Del cielo qual de otro mundo
158 La trípode de oro vino
159 Esta de Apolo fecundo;
160 Este timbre sin segundo
161 Te acredita pues lograda
162 Insignia tan señalada
163 Vee n[uest]ro orbe en tu grandeza,
164 Que solo por tu nobleza
165 Vimos la llave dorada.
166 A este lienzo acompaña
167 Tu Persona exercita;
168 Quando Maestre de Campo te acredita
169 General de esta tierra;
170 Príncipe generoso de la Guerra.
171 También Apolo pinta este tropheo
172 Pues haciendo Bastón el Caduçeo,
173 Distribuye con él vivas centellas
174 Para ilustrar exércitos de Estrellas:

 

Foja 27v

175 Que si ellas son soldados denodados,
176 Que en esquadras militan ordenados,
177 El Sol es General, que las dirige
178 Y como Maestre sus Esquadras rige:
179 Diga assi el mote diestro:
180 Del campo celestial soy el Maestro,
181 Y de tanto epíteto
182 Explicará esta Dézima el Concepto.
183 Si de los Astros el ampo
184 Qual militar campo luce,
185 Estas esquadras conduce
186 Apolo Maestre de Campo.
187 Bien en ti el símil estampo,
188 Pues que tu heroyco valor
189 Te hace luminar mayor,
190 Y con los lauros, que sellas
191 Gozas en campos de estrellas,
192 De Príncipe el explendor.
193 En medio otra pintura bien formada
194 Ayrosamente llena de fachada,
195 Y del lauro presente
196 Forma la empressa con hermosa frente;
197 Un edificio es Pantheón famoso
198 Que remeda de un templo lo glorioso;
199 De pórfidos, y Jaspes fabricado;

 

Foja 28r

200 En cuyo altar Apolo retratado
201 Con Mercurio se mira,
202 Trocando el caduçeo con la Lira:
203 Y a sus pies muchos Poetas, que en Canciones
204 Rinden adoraciones:
205 Y pensaron que el symbolo divino
206 Es el Templo de Apolo Palatino
207 Que un tiempo dedicó César Augusto,
208 En cuyo altar fue sacrificio Justo
209 Que los Poetas peritos
210 Consagrassen a Apolo sus escritos.
211 Que Oracio nos acuerda
212 Dando en un verso el mote que concuerda
213 Scripta Palatinus recepit Apolo? [Al margen: ap. Pesiu sat.]
214 Pues yo pienso que solo
215 Gero Olympico es, que al [que] vino pinta
216 Esta pompa succinta
217 En que nuestra Academia placentera
218 Su Apolo palatino te venera
219 Y quando te recive
220 Cada Poeta te ofrece lo que escribe
221 El rótulo, lo diga, que éste ha sido:
Apolini-Palatino/ Exellentissimo, scilicet, Domino/

 

Foja 28v

D. Antonio Deza, et Vlloa/ inter Proceres Maximo/ Purpúrate Sancti Jacobi Crucis Equiti nobi-/ lissimo/ Militum, tum pedestrum, tum equestrium/ Stremissimo Duci/ Vrbis Mexice quondan Pretori, in nova/ Cantabria Guvernatori/ Regie/ Catholice Maiestatis a Cubiculis,/ac stemmate insignitio deaurate/ clavis;/ Illustris valde Mexicea Athe-nas, sive/ Accademia Guadalupana/ Se se, veluti Mexicanati, suppliciter offert,/ li tat, consecrat que./

222 Esto la inscripción dize, que aunque es poco
223 Para lo mucho que en tus timbres toco;
224 Pinta a lo menos la amorosa llama,
225 Con que este emporio su Patrón te aclama:
226 Y si hasta aquí ha tenido grande nombre
227 Desde oy la ilustrará más alto nombre
228 Pues la abriga el de Deza, y el de Ulloa.
229 Y pues éste es el arco, va la Loa:

 

Foja 29r

230 Generoso Compatriota
231 Claro honor de n[uest]ros lares
232 Aquí en el hado nativo
233 No pudo estorvar lo grande.
234 Príncipe, y bien el renombre
235 Os aplico, pues es fácil,
236 Llamarlo al que en la milicia
237 Govierna los estandartes
238 Cuios claros ascendientes
239 Publican, llenando el ayre
240 De su fama, y de sus hechos
241 Los vencidos tafetanes.
242 Parad, Señor, si es posible
243 Que un sol tan exelsso pare
244 Y meresca v[uest]ra vista
245 Parto de un Numen amante.
246 Esse Obelisco de Ydras
247 Esse de color Gigante
248 Que sirviendo al Sol de bara,
249 Es de las nubes plumage.
250 Ese pegma cuya punta
251 Tan altiva al Cielo parte,
252 Que en el temor otra vez Jove
253 La guerra de los Titanes

 

Foja 29v

254 Ese a quien quiso el afecto
255 Tal estatura prestarle,
256 Que a faltarle lo fingido
257 Fuera verdadero Athlante.
258 Pero para qué lo explico
259 Muda Rhetorica Calle,
260 Pues basta para encumbrarlo
261 Dezir, que a tus plantas iace.
262 Ese pues Coloso Augusto
263 Es de tus prendas examen,
264 Montea de tus blazones,
265 Y de tus timbres imagen.
266 En él por que te sombrea
267 Queda ufano, y arrogante
268 El que por quedar lucido
269 Te sacrifica su Daphne.
270 Esmero es, con que esta Athenas,
271 Te celebra, quando amante
272 Te recive, o de ti proprio
273 Recive, favores tales.
274 Feliz contigo se goza
275 Pues a sus Sonoros Martes
276 En vez de traerles mercedes,
277 Mil exelencias les traes.

 

Foja 30r

278 Águila, que al Sol camina
279 Tiende el plumado velamen
280 Exaltando más sus plumas
281 Quando a tus pies las abate.
282 Entrad a honrrarnos Señor
283 Y como adoptivo Padre
284 Recivid de sus Alumnos
285 En metros el Omenage.
286 Y perdonad los errores
287 De aquel que tan poco vale,
288 Que calla por que de oirle
289 Vuestra paciencia descanse.

 

 

Notas

1. Poemas/varios/que a diversos/assumptos/compuso/el P. M° Fray Juan/Antonio de Segura/Comendador que fue/de este conv./grande de nta S. de la/Merced y Calificador d/el Santo Officcio./ Redención de cautivos//. S. f. Ms. 1595 de la Biblioteca Nacional de México. Tiene datos para las academias literarias a principios del siglo XVIII. Se puede situar alrededor de 1716. "Segura Troncoso (Fr. Juan Antonio). Natural de la ciudad de México, maestro teólogo del militar orden de Nuestra Señora de la Merced, rector del Colegio de S. Pedro Pascual, y comendador del Convento Grande de México, visitador y provincial de la Provincia de la Visitación de la N.E. y calificador de la Inquisición. Fue gran escolástico, muy versado en la lectura de los SS. Padres, orador y poeta muy acreditado, y estableció en México una academia de poesía, de que era presidente [...] El 22 [de octubre de 1741], falleció á los 61 años de su edad, en el Real Convento de Nuestra Señora de la Merced el Rmo. P.M. Fr. Juan Antonio de Segura Troncoso, calificador del Santo Oficio, regente de estudios del Colegio del chérubico doctor San Pedro Pascual, comendador dos veces del referido Real Convento, ex provincial y padre de esta Provincia de la Visitación de Nueva España, etc., cuyo porfiado, tenaz, continuo estudio en todas líneas, así lo hizo grande en la oratoria, profundo en lo escolástico, sutil en la moral, insigne en la poesía, justamente celebrado y aplaudido de la república literaria, de quien por estas y otras prendas agradables, se granjeó las primeras estimaciones y en esta ocasión el universal sentimiento: diósele sepultura el día siguiente, a que asistieron los prelados y Comunidades." Cfr. José Toribio Medina, La imprenta en México (1539-1821), México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1989, vol. IV, pp. 23 y 477.         [ Links ]

2. En uno de los encabezados de este manuscrito se lee: "Expurgado el mismo borrando algunos versos// amatorios, por quitar ocasión a los lectores// de escándalo, y assi cortó algunas ojas que contenían juguetes, y amonesta con este exem-//plo que qualquiera al escribir, lo haga bien// con la memoria que Apeles decía astro in-//tento..."

3. Después de terminado su mandato, se había quedado en México con la esperanza de que el clima lo ayudara a curarse de sus males; sin embargo, y a pesar del auxilio que mandó traer a fìna-les de mayo su sucesor, el virrey marqués de Valero, con la imagen de la Virgen de los Remedios, el duque de Linares murió el 3 de junio de 1717. Cfr. Ignacio Rubio Mañé, El virreinato I, México, Universidad Nacional Autónoma de México/Fondo de Cultura Económica, 1983, p. 165.         [ Links ]

4. Ibidem, p. 263.

5. Con unas octavas reales en elogio de la Inmaculada. Según Beristáin, también fue autor, entre otras obras latinas, de El faro de la iglesia nocturna. Panegírico a San Ignacio de Loyola (Ms. 4°), que consta de 200 hexámetros latinos y 27 octavas castellanas. Fue escrito en 1704 y comienza con los versos: "Nocturnam memorare Pharum, quae culmine turris/ Ecclesia sacro tenebras erecta fugavit".

6. Como los sermones de Martín de Rentería (Sermón de San Ignacio, México, Rodríguez Lupercio, 1682), fray Domingo de Sousa (Sermón del auto de fe de 1699, Herederos de la Viuda de Francisco Rodríguez Lupercio) y fray Pedro Dañón (Sermón de la visitación de María a Santa Isabel, México, 1708, impreso por la misma casa editorial que el anterior), o el libro de Pedro Antonio de Aguirre sobre San Pedro de Alcántara y los frailes menores de San Francisco, publicado por Juan José Guillena Carrascoso en 1697.         [ Links ]

7.Notario de la curia eclesiástica de México y del Tribunal de la Inquisición, así como presidente de la Academia de la Encarnación y San José, donde participaban algunos miembros de la Academia de Segura, entre ellos el propio mercedario.

8. Evidentemente, las afinidades con la dedicatoria de Góngora parecen muy remotas. En todo caso, hay más parecido con la dedicatoria de la Fábula... que está en octavas reales: "Estas que me dictó rimas sonoras,/culta sí, aunque bucólica, Talía/—¡oh excelso Conde!—, en las purpúreas horas/que es rosas la alba y rosicler el día..." (versos 1-4). Pero, ateniéndonos al género, la "rústica camena" que se "miró anegada en tan grande golfo" es apenas la fórmula de modestia (conocida como captatio benevolentiae) que en la Soledad equivaldría a "los pasos perdidos"; mientras que la invocación a Deza (¡Oh Augusto Deza!) con muchas dificultades se acerca al vocativo del verso "Oh tú que de venablos impedido.", ni siquiera el adjetivo "augusto" —aplicado en el poema gongorino al dosel que va a ser suplantado por "lo sagrado de la encina"— está próximo formalmente a la silva del cordobés. Sin embargo, los ecos señalados se refieren a las figuras retóricas que eran tópicos obligados en las dedicatorias, figuras retóricas que obviamente están encabezadas por el calificativo de la musa y el vocativo que lleva a la conminación.

9. Es difícil saber si realmente Pedro Manuel de Gama eligió el emblema del médico real Cristóbal Pérez de Herrera (Discursos del amparo de los legítimos pobres, Madrid, Luis Sánchez, 1598) en vez del emblema Post nubila clarior de Juan Horozco y Covarrubias (Emblemas morales, Zaragoza, Alfonso Rodríguez, 1604) cuya res picta se adapta mejor a su propósito. Lo más probable es que ambos emblemas, casi de inmediato, se hayan convertido en moneda corriente y, para estas fechas —casi ciento veinte años después—, ya fundidos, eran usados indistintamente.

10. Offir u Ofir es una mítica ciudad antigua que se menciona en varios libros de la Biblia (Antiguo Testamento). Se dice que Salomón recibía cada tres años copiosos tributos de oro, plata, sándalo, marfil, etc. Nadie ha podido corroborar su existencia, ni ubicarla geográficamente. Los arqueólogos la sitúan en el actual Yemen o en la costa africana del Mar Rojo. Para fray Juan de Segura y sus contemporáneos estaba en el Asia Menor.

11. Afluente del río Hermos, situado en el Asia Menor, en Lidia. Su fama proviene de las pepitas de oro que arrastraba en la antigüedad. Se dice que Creso (540-546 a.C.), el último rey lidio, obtuvo su enorme y fabulosa riqueza de este afluente.

12.Hijo de Eos (la Aurora) y Titón, rey de los etíopes, murió a manos de Aquiles en los muros de Troya. Los romanos creyeron reconocer su imagen en uno de los colosos de Memnón, las dos gigantescas estatuas de Amenofis III, situadas a la entrada del templo del faraón, cerca de Tebas. La estatua fisurada "cantaba" por obra del viento o del calor de la madrugada.

13.Como si se tratase de una sinécdoque mitológica (el padre por el hijo), a veces Hyperión es tomado por Helios, su hijo.

14.La sacerdotisa de Apolo, en la ciudad de Delfos, solía colocar sus augurios en una trípode.

15.Cfr. Carlos de Sigüenza y Góngora, Teatro de virtudes políticas. Alboroto y motín de los indios de México, México, Universidad Nacional Autónoma de México/Miguel Ángel Porrúa, 1986, pp. 206-207 y 211-212.         [ Links ]

16. Antonio de Robles, Diario de sucesos notables (1665-1703), México, Porrúa, 1972, vol. II,p. 255.         [ Links ]

17. Ibidem.

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