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Nueva antropología

Print version ISSN 0185-0636

Nueva antropol vol.25 n.77 México Jul./Dec. 2012

 

Editorial

 

La idea de este número temático de la revista es documentar, a partir de casos concretos, los problemas que enfrentan los microempresarios para insertarse en mercados de productos especializados como los alimentos gourmet no tradicionales y orgánicos. Los trabajos parten de una metodología común, que tiene como eje de análisis la manera en que el capital social y las redes sociales posibilitan la circulación de conocimientos y la construcción de estrategias para la comercialización y la participación en redes interinstitucionales que apoyan la operación y crecimiento de las microempresas.

Desde diversos enfoques teóricos se hace alusión a profundos cambios internos en la organización de la producción de los diferentes actores, de su relación con otros agentes económicos, así como con su entorno. Estas transformaciones son producto de varios procesos convergentes en los que cobran relevancia la globalización, los cambios en los marcos regulatorios y normativos de los países, el desarrollo tecnológico y las transformaciones en las políticas gubernamentales.

Paralelamente a estas condiciones, se han generado desarrollos biotecnológicos que han posibilitado transformaciones en los productos de estas microempresas, mientras las tecnologías de información y comunicación han permitido socializar innovaciones a partir de los requerimientos de la demanda y desarrollar sistemas de planeación de la producción. Otros cambios de igual importancia se han verificado tanto en la demanda y consumo de alimentos de mayor calidad, seguridad, más variados y sanos, que generan nuevas demandas hacia el sector agroalimentario, como también productos que puedan insertarse en nichos de mercado cada vez más especializados.

A lo largo de los trabajos que integran el número se propone mostrar la organización social de empresas locales y regionales, cuyos mercados —aunque están ligados a las comunidades y localidades que las rodean— enfrentan los retos del mercado global. Son empresas que venden productos agrícolas y manufacturas que se producen de manera tradicional, y en algunos casos vinculados a la producción orgánica, para lo cual los productores han desarrollado distintas estrategias en los procesos de producción, en la comercialización y en el ámbito organizativo mediante nuevas prácticas, entre ellas la introducción de nuevos productos "no tradicionales", adquisición de certificaciones, establecimiento de nuevas relaciones como proveedores para integrarse a nuevos nichos de mercado.

Para comprender estos procesos es necesario hacer referencia a los cambios en las políticas de desarrollo económico y social que se plantearon en la década de los noventa, y que trajeron importantes transformaciones en la estructura orgánica y en las posibilidades de respuesta de las demandas que impusieron la búsqueda de nuevos mercados. Los pequeños empresarios tuvieron que enfrentarse a las exigencias de producción con los parámetros trasnacionales establecidos por la apertura comercial, que modifican la estructura de producción y las formas de administración para cumplir con las exigencias de calidad que posibilitan su participación en el mercado global. Si bien no se pueden abordar todos los cambios ocurridos en las empresas ni en el mercado, en los artículos temáticos de este número se mencionan algunos de los más relevantes.

En primer término, la nueva articulación entre lo rural y lo urbano que se está planteando a partir de los cambios en las pautas de consumo, y donde la producción de estas pequeñas empresas puede ocupar un lugar importante. Se trata de una nueva relación en un contexto en que la población rural debe transformar productos que anteriormente eran de consumo familiar o para la comunidad, en productos de valor agregado para atender las nuevas exigencias del consumo de las ciudades (con una lógica más apegada a lo sustentable, al comercio justo, a la responsabilidad social y a prácticas de producción alternativas), así como para enfrentar la nueva relación comercial que implica sujetarse a nuevas normas, reglas de participación en nichos de mercado, capacitación, competencia y transferencia y adopción de tecnología. De tal suerte que la expansión urbana y las nuevas demandas de productos saludables en muchas de las ciudades del país constituye una oportunidad que ha sido aprovechada por un importante número de productores rurales.

Para su operación, las microempresas rurales necesitan, por una parte, conocimientos que ayuden a mejorar sus procesos, sus productos, su organización y a diseñar mejores estrategias para moverse en los mercados en los que ya están o en los que quieren incursionar. Por otra, necesitan entender los nuevos sistemas contables y financieros, los subsidios y créditos a los que pueden acceder. Dichas transformaciones han tratado de ser recogidas por distintos programas por parte de las agencias gubernamentales y las instituciones educativas. Sin embargo, esa vinculación no ha estado exenta de problemas, pues las instituciones manejan referencias y racionalidades distintas a las de las empresas. De manera que muchos de los programas gubernamentales creados para los pequeños productores no son cabalmente aprovechados, y otros no consideran las necesidades de las pequeñas empresas. La vinculación con las universidades es bastante limitada y se reduce a la resolución de problemas puntuales; las estrategias de vinculación siguen siendo casuísticas y dependen de los contactos, redes de los empresarios, de las asociaciones empresariales y de la imaginación e interés de quienes dirigen los programas y/o grupos de investigación, donde en general las pequeñas y medianas empresas son ignoradas tanto en las propuestas de investigación como en las políticas de innovación.

Muy ligado a la problemática anterior está el proceso de adaptación por el que tienen que transitar las pequeñas empresas, para trabajar con los requisitos y normas impuestas por mercados en continua evolución, así como las nuevas y crecientes demandas de los consumidores de las zonas urbanas de productos gourmet y orgánicos. Lo anterior representa una oportunidad de acceder a nuevos y lucrativos mercados, pero también un importante riesgo de exclusión. En algunos casos las empresas individuales y las asociaciones de productores han logrado acceder a los nuevos nichos de mercado por medio del crédito, la información y la capacitación. Un caso distinto es el de los proveedores de supermercados, quienes se ven expuestos a una relación cautiva en la que los grandes autoservicios controlan las normas, los precios y los plazos de entrega, afectando fuertemente a los pequeños proveedores. Además, solamente un pequeño círculo de productores participa de esta cadena de proveeduría, quedando la mayoría de las pequeñas empresas fuera de la competencia. De ahí la importancia de establecer las políticas y las regulaciones gubernamentales necesarias, a fin de contrarrestar el efecto negativo que genera la llegada masiva de los supermercados en el mercado nacional.

Un último aspecto es el que se refiere a la participación de las empresas en redes que les permitan sobrevivir, gracias al potencial organizativo de sus miembros para el desarrollo de capacidades técnicas, de gestión y de comercialización, apoyadas en un sistema de relaciones socioculturales y vínculos de capital social. El capital social posibilita la solución de problemas diarios, como participar en diferentes mercados, reforzar su presencia frente al Estado para obtener créditos, acceder a otras redes de productores en las que pueden obtener conocimientos e información para acceder a sitios de internet e instituciones educativas. En suma, construir el patrimonio de la empresa.

En el primer artículo de este número, "Capital social y empresa rural una visión regional desde México: el caso de una empresa productora de chía orgánica", de Gerardo Vera, se observa cómo una pequeña empresa orgánica ha podido incursionar en el mercado nacional e internacional. Se trata de un análisis que explica cómo el capital social generado por los recursos individuales y colectivos de la empresa le permiten insertarse en redes sociales donde se establecen relaciones de intercambio con otros productores, con diferentes organizaciones gubernamentales, con investigadores y con el socio de la empresa. Lo anterior permite entender cómo la empresa ha logrado insertarse en el mercado local y nacional de productos orgánicos.

En el trabajo "Redes y confianza: dimensiones del capital social en las microempresas rurales en Chihuahua, México", de Ana Arras Vota et al., se aborda la dinámica de una pequeña red de empresas que se transfieren conocimiento, donde a veces unos jalan y otros empujan, pero que coordinan sus esfuerzos como una estrategia para encarar sus procesos de crecimiento y supervivencia. Es una visión de cómo una asociación se constituye en un mecanismo que posibilita la inserción de las empresas en cadenas de valor y la gestión de apoyos ante organismos públicos y privados.

En "Xochimilco como alternativa de competitividad para los orgánicos: el caso de Invernaderos Tepexomulco", Rebeca de Gortari ofrece una reflexión sobre cómo los espacios suburbanos pueden recrear nuevas dinámicas de producción y comercialización. A través del ejemplo de una pequeña empresa orgánica, nos introduce en la trayectoria que ésta ha seguido para hacerse de un nicho de mercado, donde el impulso emprendedor e innovador con que cuenta le ha permitido crecer y compartir conocimientos con otros productores para extender la agricultura orgánica. Aprovecha para ello el contexto en que se ubica, en el cual existen una serie de instituciones, programas y redes que apoyan la actividad agrícola y la legitiman culturalmente.

"Cayendo en las redes: relaciones simbióticas entre instituciones y agro-negocios", de María Josefa Santos, es un texto que incursiona en el tema de hasta dónde la inserción en redes interinstitucionales que proporcionan conocimientos y financiamiento constituidas por agencias gubernamentales e instituciones de educación implica una ventaja competitiva para los pequeños empresarios rurales. En el trabajo se narran las dificultades para obtener estos subsidios y la forma en que las empresas, en algunos casos asociándose con otras, han logrado darle la vuelta a las distintas restricciones. Para ello toma ejemplos tanto de pequeños productores de México como de productores migrantes mexicanos en Michigan, Estado Unidos.

Finalmente, en "La participación de las grandes cadenas de supermercados en las redes de comercialización de los pequeños productores", Carlos Torres Gastelú plantea cómo los supermercados han ido adquiriendo competencias de gestión que les permiten tener un poder de mercado y de decisión cada vez mayor en las cadenas de bienes y servicios de alimentos. De manera tal que si bien para las pequeñas empresas puede ser una oportunidad participar en estas cadenas, ello representa al mismo tiempo una forma de exclusión por la imposición y control cada vez mayor de la gestión de la comercialización de los grandes establecimientos.

En la segunda parte de este número de Nueva Antropología presentamos cuatro artículos no vinculados al tema de las microempresas y que tratan diversos problemas: la radio comunitaria en localidades indígenas, las fronteras ecológicas, el papel de la fe religiosa en las identidades sociales, y la lucha de comunidades rurales por la defensa de sus territorios.

El texto de Giovanna Gasparello, "No morirá la flor de la palabra... La radio comunitaria indígena en Guerrero y Oaxaca", trata sobre los medios de comunicación de y para los pueblos indígenas, en particular sobre las radios establecidas y operadas por organizaciones y pueblos indígenas. A partir de la valoración de algunas radios en Guerrero y Oaxaca, la autora reflexiona acerca de la función cultural y política que cumplen los proyectos indígenas de comunicación, y sobre su impacto en la vida comunitaria y en el espacio regional. Asimismo aborda el debate sobre la difícil legalización de las radios comunitarias, un tema de gran actualidad, tanto la discusión sobre el reconocimiento legal del derecho a la autonomía de los pueblos indígenas como las trabas institucionales que existen para la apertura de los medios de comunicación a la participación de nuevos actores sociales. La posibilidad —aunque en muchos casos solo aparente o ilusoria— de acceder a las maravillas tecnológicas se vuelve relevante cuando los pueblos indígenas se apropian de la tecnología a su manera y para sus propios fines, ejerciendo el control cultural y político sobre los medios. Prestar atención a los procesos en que los pueblos están construyendo y ejerciendo sus derechos, frecuentemente al margen del reducido espacio legal, pone en evidencia experiencias novedosas y pioneras, que pueden ser efímeras o duraderas, pero que en todo caso sientan las bases para transformaciones de profundo impacto en la sociedad.

Por su parte, Lidia Blásquez abre la discusión sobre las fronteras ecológicas en la ciudad de México, con los casos particulares del lago de Xochimilco y de las tierras rurales de Chalco, donde analiza los procesos legislativos y de la acción del Estado mexicano que desencadenaron diferentes conflictos en las prácticas y en la concepción de estas tierras rurales. En "La ciudad de México y sus fronteras ecológicas: reformulaciones espaciales, representativas y de poder", aborda el tema de la frontera ecológica entendida como la expresión visible del conjunto de procesos sociales, económicos, políticos y territoriales que viven actualmente las zonas rurales ante la presión que ejerce la expansión de la urbanización sobre territorios rurales vecinos. Estos procesos transforman de manera estructural y simbólica los usos y las representaciones de las tierras y generan prácticas, narrativas, pertenencias, confluencias y proximidades; pero también pueden motivar al conflicto favoreciendo desacuerdos por el uso de suelo; es por ello que en la frontera se dan pugnas en torno a la legitimidad, la identidad, la vecindad y la extranjería, convirtiéndose en un espacio eminentemente político y social que confronta las diferentes ideologías de diversos grupos sociales.

El interés de la autora radica en problematizar la transformación de las actividades y de la forma en que se concibe el patrimonio rural en una megalópolis como la ciudad de México, en el contexto más amplio de las reformas hechas a las leyes agrarias, así como, de la irrupción de los marcos de gestión "sustentable" de sitios naturales.

Patricia Fortuny Loret de Mola analiza el ritual central (Santa Cena) llevado a cabo en La Luz del Mundo, una iglesia evangélica de Guadalajara, Jalisco, y que se origina en las primeras décadas del siglo xx. Su historia y génesis es parecida a la de otras denominaciones pentecostales que también surgieron en este país, pero, a diferencia de ellas, La Luz del Mundo alcanzó a constituirse como una iglesia global. Esta iglesia posee el contingente más numeroso de creyentes después de la Iglesia católica en México. La autora construye una interpretación del ritual de la Santa Cena con base en un gran trabajo etnográfico, que cruza la historia, la sociología de la religión y la literatura, y además analiza la influencia que ejercen los fieles migrantes que retornan del "país del norte" para asistir a la celebración. En la primera sección analiza los elementos que hacen a este ritual popular, como la participación activa de los peregrinos, la modificación y recreación de prácticas religiosas consolidadas, las peregrinaciones; en la siguiente discute el concepto de comunidad moral trasnacional, entendido como la apropiación de la institución religiosa de las actividades trasnacionales que preservan, nutren e intensifican los intercambios sociales, culturales y económicos entre los migrantes y su país de origen; en este caso, la religión es el rasgo central que define al grupo y lo mantiene unido. Por último, vale la pena mencionar que la institución de origen tapatío ha logrado actualizarse y modernizarse no sólo en cuanto a estrategias doctrinales y prácticas, sino también en cuanto a la apropiación de los avances tecnológicos en las ramas de la comunicación y la informática. Se destaca el incremento de los fieles en los ámbitos local e internacional, que evidencia el éxito excepcional que ha tenido a pesar de su carácter marcadamente jerárquico, autoritario y con un amplio predominio masculino.

El río Papagayo es la principal fuente de abasto de agua potable para la población del puerto de Acapulco, a través de los sistemas de captación de agua Papagayo I y II. Dicha corriente atraviesa los terrenos comunales de Cacahuatepec. El proyecto hidroeléctrico La Parota, sobre el río Papagayo, fue anunciado por la Comisión Federal de Electricidad (CFE) en 2000. A principios de 2003 se formó el Consejo de Ejidos y Comunidades contra la Presa (CECOP). El objetivo del trabajo de Misael Sabás Vargas es analizar la construcción de este movimiento social en contra de la hidroeléctrica La Parota. En "Ellos no son los dueños, ellos no hicieron la tierra y el agua: movimiento social en contra de la hidroeléctrica La Parota", parte de dos ejes de análisis, el primero a partir de los procesos históricos de formación de sujetos, espacios e identidades colectivas, con base en los vínculos entre los procesos históricos y la participación de los sujetos que permitan entender el surgimiento de los diferentes grupos participantes en la resistencia; el segundo analiza cómo dichas desigualdades, jerarquías, y las representaciones de éstas, son aprehendidas por ciertos grupos para cohesionar su posición política.

Los resultados de este estudio remiten a la compleja construcción de identidades colectivas, el territorio y las memorias colectivas dentro de un sujeto colectivo y, también, a por qué en cierto tiempo y espacios se organizan ciertos grupos en una acción colectiva de resistencia. El enfoque relacional-histórico utilizado por el autor permite entender cómo en cierto momento y lugar se organizan grupos específicos en una acción colectiva, que a su vez resulta bastante problemática y diversa. Por último, presenta una apuesta política crítica mediante la cual argumenta que en cualquier momento, espacio y relación, todos —ya sean comuneros, burócratas, académicos, amas de casa— son parte activa de la construcción de lo políticamente posible. Es decir, cómo es que los actores sociales, con actitudes de indiferencia, permisividad, condescendencia, rebeldía o activismo, son constructores —parciales— de sus propias condiciones de vida y, por supuesto, de la construcción de alternativas políticas, tal como lo demuestran los comuneros opositores.

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