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Nueva antropología

versión impresa ISSN 0185-0636

Nueva antropol vol.21 no.68 México ene./jun. 2008

 

Reseñas bibliográficas

 

Milton, Kay, Loving Nature. Towards an Ecology of Emotion

 

Letícia Durand*

 

Routledge, London, 2000

 

* Profesora-Investigadora del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias, UNAM.

 

Kay Milton es antropóloga y trabaja en la Universidad de Queen's, en Belfast. Desde mediados de la década de 1980 se dedica a la investigación sobre temas ambientales. Sus libros Environmentalism: The View from Anthropology (1993) y Environmentalism and Cultural Theory (1996) han sido centrales para esclarecer el papel de la antropología en el estudio de la problemática ambiental y de los movimientos sociales que de ella emergen. Su última publicación, Loving Nature. Towards an ecology of emotion es, sin duda, uno de los textos más originales y sugerentes para aquellos interesados en la vertiente social de la actual crisis ambiental.

A partir de preguntas como: ¿por qué no todas las personas son ambientalistas?, ¿por qué unas personas se interesan más por el futuro del entorno natural que otras? o ¿por qué unas personas se involucran en la lucha ambiental mientras que otras permanecen indiferentes? Milton nos obliga a dudar de nuestro sentido común y elabora una meditada crítica sobre la veracidad de la dualidad razón-emoción. Sus preguntas surgen de un sano ejercicio de autoanálisis en el que a partir de su experiencia como ecologista se cuestiona de dónde surgió este rasgo de su personalidad que ha ocupado buena parte de su vida. Su respuesta es clara: de la emoción. Del cariño y el goce por los paisajes y las especies, que se traduce en angustio por su futuro incierto y finalmente en la pasión que motiva acciones para la conservación. La emoción es uno de los engranes del motor de la vida humana, junto con la experiencia y el conocimiento. Sin embargo, a diferencia de estos dos últimos elementos, las emociones han perdido cada vez más espacio en las explicaciones que formulamos del mundo, dado que en la ideología positivista predominante en Occidente, la emoción es la cara opuesta del pensamiento y la tan exaltada razón.

La separación entre emoción y razón tiene justificaciones históricas e ideológicas, pero cabe preguntarse si es adecuada para enfrentar la problemática ambiental que actualmente vivimos. ¿Es correcto y conveniente tachar de irracionales o emocionales a algunos movimientos ambientalistas o a sus miembros? ¿Son válidos únicamente los compromisos sociales que podemos caracterizar como racionales? Para contestar a estas interrogantes Kay Milton explora, a lo largo de ocho capítulos, lo que transforma a las personas en ambientalistas o amantes de la naturaleza, y examina sus formas de acción en función de sus intereses.

En el primer capítulo, Milton explica que la gente se relaciona con la naturaleza en dos formas distintas, una parte de la ciencia y, la otra, de la religión. Las diferencias entre ambas son útiles para diferenciar las comprensiones de la naturaleza en el interior del ambientalismo. Desde aquí, la autora analiza cómo las personas en general, y los interesados en la conservación, en particular, comprenden la naturaleza de la forma en que lo hacen. Más adelante explora el papel de las emociones en nuestra manera de relacionarnos con la naturaleza, y discute la importancia de las emociones como fuente de motivación para la acción. Finalmente se dedica a desenmascarar lo que el "amor por la naturaleza" significa para los ambientalistas y la manera en que desarrollan las ligas emocionales que subyacen a sus preocupaciones.

Aún cuando las preguntas de trabajo se colocan en una perspectiva de estudio antropológica, pues tienen que ver básicamente con la diversidad cultural, Milton hace uso de las aportaciones de otras disciplinas como la psicología, la ciencia cognitiva, la ecología y la filosofía. A lo largo de todo el libro fusiona elementos e ideas provenientes de estos campos de estudio, estableciendo relaciones con resultados por demás interesantes, como la propuesta de que nuestra comprensión del mundo no es únicamente una construcción social, y demostrando la utilidad de nutrir a la antropología de elementos que en principio parecen no serle propios. El trabajo etnográfico, presente en los últimos capítulos de su libro, llama la atención hacia la necesidad de estudiar nuestra propia cultura, la cultura occidental, y al ambientalismo como uno de sus productos.

Para Kay Milton, la dualidad emoción-razón es un mito de la cultura occidental, y su función ha sido soportar un sistema social con graves consecuencias ecológicas. Las emociones son un mecanismo que nos conecta al mundo. El rescate de las emociones en sí mismas y del conocimiento a través de la emoción, sugiere la autora, puede dar lugar a la construcción de formas de vivir mucho más sensibles y comprometidas con relación a la naturaleza. Para el ambientalismo y los esfuerzos de conservación ecológica esto se torna sumamente relevante, pues sin emoción no existe compromiso, motivación o acción de cualquier clase.

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