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Estudios de cultura náhuatl

Print version ISSN 0071-1675

Estud. cult. náhuatl vol.44  Ciudad de México Jul./Dec. 2012

 

Reseñas bibliográficas

 

Clementina Battcock, Construcciones y significaciones de un hecho histórico: la guerra entre Mexico-Tenochtitlan y Azcapotzalco

 

por Silvia Limón Olvera

 

Alemania, Editorial Académica Española, 2011.

 

El libro Construcciones y significaciones de un hecho histórico: la guerra entre Mexico-Tenochtitlan y Azcapotzalco de Clementina Battcock constituye un importante aporte para la comprensión de la historia no sólo de los mexicas, sino de los principales grupos y ciudades que tuvieron su desarrollo en el último periodo de la época prehispánica, es decir, el Posclásico Tardío, en la Cuenca de México. En el libro, la autora aborda un acontecimiento que fue definitivo en el devenir del pueblo mexica: la guerra contra el poderoso señorío tepaneca de Azcapotzalco, del cual dependían y eran sus tributarios. Este suceso conforma un parte aguas en la historia de los mexicas, del Altiplano Central de México y de la totalidad del territorio que ha sido denominado como Mesoamérica, ya que los mexica tenochca, al resultar victoriosos en esta contienda, iniciaron una carrera expansionista que los llevó a erigirse como el pueblo hegemónico, no solo del Valle de México, sino de la mayor parte de la región mencionada.

Cabe señalar que la guerra de los mexicas contra Azcapotzalco ya había sido abordada por otros autores; sin embargo, los estudios habían sido parciales o bien se referían a la esa contienda de manera tangencial. Dichas investigaciones son reseñadas por la autora, además de haberlas considerado e incorporado en su estudio, de tal manera que constituyen uno de los puntos de partida de su trabajo. Al mismo tiempo, dialoga con ellas, las discute y formula nuevas preguntas que, al darles respuesta, aclaran la compleja dinámica vivida por los diferentes grupos que habitaron la Cuenca de México en el periodo mencionado.

El estudio que nos presenta Clementina Battcock tiene como principal fundamento las fuentes de primera mano, tanto crónicas y anales de tradición indígena como códices o documentos pictográficos. De ellos, la autora hace un exhaustivo análisis y un estudio profundo, tanto sobre la información que contienen sobre el tema central como sobre los diversos aspectos relacionados con él. De esta forma, la obra no se limita a analizar únicamente la guerra entre México Tenochtitlan y Azcapotzalco, sino que va más allá, puesto que establece diversos cuestionamientos que constituyen los hilos conductores de la investigación y que le permitieron hacer un estudio a profundidad.

Entre los aspectos medulares de la obra destaca, por ejemplo, el complejo problema de las alianzas de los diferentes centros de poder en Mesoamérica y, específicamente, en el Centro de México. Coaliciones que, en su mayoría, eran constituidas por tres entidades y que en el caso de la Cuenca de México fueron fluctuantes, puesto que dependían de la implicación de múltiples factores, desde compromisos matrimoniales y de parentesco, hasta la intervención de los intereses y fuerzas políticas de los diferentes centros pequeños que estaban sujetos a otros más poderosos, así como el juego o forcejeo de las facciones al interior de los grupos políticos dominantes de cada entidad política, razón por la cual la autora los denomina "pactos coyunturales". Igualmente, señala que la constitución de una confederación entre tres centros poderosos no fue exclusiva ni originaria de los mexicas, ya que esta institución política puede remontarse a la época tolteca, momento en el cual la Triple Alianza estuvo conformada por Tollan, Culhuacan y Otompan, asociación que, posteriormente, fue sustituida por Coatlinchan, Culhuacan y Azcapotzalco, centros de poder que, a su vez, fueron desplazados por Tetzcoco, México Tenochtitlan y Tlacopan. Con ello, resulta claro la inestabilidad de las coaliciones y su debilitamiento, sobre todo por la imposición del poderío de uno de los centros sobre los otros o los cambios de afinidades entre los pueblos. Hecho que fue una cualidad constante, al menos en el Centro de México.

De igual forma, Battcock pone de manifiesto la problemática política que existió en el siglo XV en la región. Por eso, para aclarar la imbricación de las diferentes fuerzas e intereses que estuvieron implicados en la contienda contra Azcapotzalco, capital que había concentrado la hegemonía de la Cuenca de México, la autora nos presenta la situación particular de los principales centros como el arriba mencionado, además de Tetzcoco, Tenochtitlan, Tlatelolco, Culhuacan y Cuauhtitlan, entre otros. Asimismo, nos presenta el amplio abanico y entrecruces de las múltiples relaciones entre ellos; tarea por lo demás delicada, puesto que semeja una madeja de hilos enredados que la autora va entresacando para aclarar la intrincada red de intereses, asociaciones provechosas, enemistades y acciones que conformaron situaciones específicas, que desembocaron en la guerra contra el hasta entonces "reino" más poderoso de la región.

Estimo pertinente mencionar aquí, que el trabajo con las fuentes de tradición indígena no es fácil. Esto debido a que no son uniformes, pues mientras que unas son más amplias y específicas en la información que ofrecen otras, en cambio, presentan omisiones de hechos, circunstancias y detalles, así como datos diferentes. Igualmente, algunos de los documentos muestran contradicciones entre sí sobre un acontecimiento, o bien las diversas versiones ostentan serias divergencias. Por ello, para poder reconstruir los antecedentes y causas de la guerra, así como la confrontación bélica entre México Tenochtitlan y Azcapotzalco y su desenlace, que incluye el considerar a los centros implicados y sus razones específicas, la autora tuvo que realizar un análisis historiográfico de las diferentes fuentes que utilizó. De igual forma, fue necesario confrontar los diferentes documentos y datos que cada uno contiene, así como establecer el contexto de los pueblos involucrados, grupos políticos e intereses para hacer un balance del juego de poder. Esto implicó tomar en cuenta las relaciones tanto amistosas como conflictivas entre los diversos sectores, lo cual incluyó considerar, también, las relaciones matrimoniales y de parentesco entre los linajes de los centros poblacionales de la cuenca, elementos, todos ellos, que inclinaron la balanza para establecer alianzas entre determinados pueblos o el rompimiento de las mismas, lo cual muestra lo fluctuante de las fuerzas hegemónicas en esos momentos y su delicado equilibrio.

Con base en lo anterior, Battcock muestra que la guerra entre México Tenochtitlan y Azcapotzalco es interpretada desde diversas perspectivas según el origen de la fuente, es decir, que el mismo acontecimiento es narrado en los documentos con diferencias y particularidades dependiendo del pueblo o grupo que lo elaboró: tenochcas, tlatelolcas, tetzcocanos o cuauhtitlanenses. Asimismo, Battcock señala un vacío irremplazable: la inexistencia, hasta ahora, de alguna versión proveniente de los tepanecas, ya sea de Azcapotzalco o de Coyoacan. Y a esto se debe, justamente, el título de la obra "construcciones y significaciones de un hecho histórico" ya que, como ella misma lo señala, se trata de diferentes interpretaciones en torno a un mismo acontecimiento: la guerra de los mexicas contra sus poderosos dominadores: los tepanecas, en el que cada pueblo enaltece su participación o muestra que la intervención de su dirigente fue definitiva para el desenlace que tuvo este importante conflicto, el cual fue definitorio para el posterior desarrollo histórico de las fuerzas de poder en la Cuenca de México. De esta manera las fuentes de tradición mexica señalan a Itzcóatl y Tlacaélel, e incluso también a Moctezuma Ilhuicamina como los estrategas que definieron el triunfo; mientras que los documentos de Tetzcoco destacan la participación de Nezahualcóyotl en la contienda por sus facultades nigrománticas y sus valiosas relaciones con diversos pueblos del Altiplano Central, como los huexotzincas con quienes los mexicas, posteriormente, llevaron a cabo las llamadas "guerras floridas" sobre las cuales falta mucho por aclarar.

Igualmente, cabe anotar que los discursos históricos que se conservan coinciden en señalar a Maxtla, hijo del soberano azcapotzalca Tezozómoc, como el antihéroe y principal causante del conflicto, puesto que lo señalan como intransigente, asesino y usurpador del poder a la muerte de su padre y, por lo tanto, ilegítimo. Ello debido a que este oscuro personaje es presentado como la contraposición de otros, como el gobernante tetzcocano, que encarna valores como la legitimidad y la justicia y constituye, por lo tanto, su opuesto. Sobre las contradictorias versiones de la desaparición de Maxtla, que van desde su muerte a manos de los tenochcas o de Nezahualcóyotl en sacrificio ritual, su huída a Taxco, su suicidio o su desaparición en el juego de pelota, la autora, de manera acertada, establece que estos relatos están regidos por un esquema mítico que fue común entre los pueblos de la Cuenca de México. De esta forma, se le equipara con personajes que están presentes en algunas narraciones míticas, específicamente con Huémac. Así, ambos encarnan, simbólicamente, el fin de una época y los albores de una nueva etapa que implica el relevo y cambio del poder de un grupo a otro. Con ello vemos que algunas divergencias en las fuentes sobre un hecho, en ciertos casos no lo son tanto, ya que constituyen, más bien, diferentes maneras de narrar un acontecimiento que se ajustan a un hecho mítico, el cual sirve como pauta o modelo para explicar diversos sucesos. Por lo tanto, esta historia se hace inteligible a los miembros del grupo, de acuerdo al antiguo pensamiento indígena y, por ello, no se ajusta a los cánones de la mentalidad occidental.

De manera amplia y minuciosa, el libro pone de relieve la complicada situación de la cuenca, su efervescencia e inestabilidad política en esos momentos. Así Battcock señala, entre las situaciones coyunturales y causas inmediatas que desataron el enfrentamiento bélico, las burlas y escarnios hechos a las mujeres de Chimalpopoca, los asesinatos de este gobernante, el de Tlatelolco y de Tayatzin, heredero del trono de Azcapotzalco, todos ellos ordenados por Maxtla y, como consecuencia de lo anterior, la ilegítima autodesignación de este último personaje como tlatoani de los tepanecas. Sin embargo, destaca que estos acontecimientos constituyeron elementos importantes para la legitimación y justificación del poderío mexica, por ello, fueron incorporados en un discurso histórico construido a posteriori, en una visión retrospectiva de la historia. La autora, además, va más allá del reduccionismo con el que había sido tratado este episodio clave del devenir del pueblo mexica, pues hace hincapié en que la guerra entre Tenochtitlan y Azcapotzalco también fue el resultado de múltiples conflictos que ya venían gestándose en diferentes centros tiempo atrás. Entre ellos, la acérrima enemistad entre Azcapotzalco y Tetzcoco por el asesinato de Ixtlilxóchitl, gobernante de esta última ciudad, y la persecución de su hijo Nezahualcóyotl. La filiación preponderantemente culhua y en un pequeño grado tepaneca de los gobernantes mexicas, los excesivos beneficios otorgados por Tezozómoc a su nieto Chimalpopoca, como la anulación casi total del tributo y la concesión del agua de Chapultepec, hechos que provocaron un gran descontento en el grupo tepaneca encabezado por Maxtla, que era opositor al de Tezozómoc y su heredero Tayatzin, más proclives a los mexicas. De igual forma, muestra las pugnas internas de las facciones mexicas: la liderada por Chimalpopoca, de carácter más conciliatorio, y aquella comandada por Itzcóatl, Tlacaélel y Moctezuma Ilhuicamina, quienes se inclinaban por el enfrentamiento abierto. Asimismo, señala que lo definitorio para el triunfo fueron las alianzas, ya que si se tenía el apoyo de más centros era más factible la victoria.

Discute el problema de la Triple Alianza, las muy escasas menciones sobre su conformación y las opiniones de autores contemporáneos sobre los diferentes años de su posible constitución, es decir, durante el enfrentamiento contra Azcapotzalco o poco después. En relación con esto, Battcock concluye que la Triple Alianza surgió formalmente luego de la victoria sobre Azcapotzalco, pero que fue antecedida por una confederación militar entre Tenochtitlan y Tetzcoco, con preeminencia del primero, según crónicas tenochcas, y de igual jerarquía de acuerdo con el tetzcocano Fernando de Alva Ixtlilxóchitl. Igualmente, llama la atención sobre la tardía incorporación de Tlacopan, la oscuridad en torno a las razones y la forma de esta acción y al papel que este centro desempeñó antes y después de formada la Triple Alianza. Por último, destaca que con el hito histórico de la guerra entre Tenochtitlan y Azcapotzalco se inauguró un nuevo orden en la Cuenca de México, pues con el triunfo sobre los tepanecas, el pueblo mexica inició su desarrollo y poderío, el dominio de nuevas tierras, el surgimiento de cargos en el sector dominante, privilegios y tributos con base en méritos militares, la imposición de nuevas leyes y múltiples cambios en lo político, económico, social y religioso. Reordenamientos que implicaron la reescritura de su historia para justificar y legitimar su nueva posición de pueblo hegemónico, lo cual que se proyectaría en la mayor parte de Mesoamérica hasta la llegada de los españoles.

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