La guacamaya verde (Ara militaris [Linnaeus 1766]) se distribuye de forma discontinua desde México hasta Argentina, gran parte de sus poblaciones han desaparecido a causa de la pérdida de hábitat, captura para venta y cacería (Iñigo-Elías 2000; Juárez et al., 2012). En México, registros recientes fuera de su área de distribución típica (Urbina-Torres et al., 2009; Hernández et al., 2012; Jiménez-Arcos et al., 2012; Urbina-Torres et al., 2012; Fig. 1) sugieren vacíos en su conocimiento, por lo que es de suma importancia identificar sitios utilizados por A. militaris para poder llevar a cabo acciones para su conservación.
En Veracruz, la distribución de A. militaris no está claramente definida; Sumichrast (1881) menciona la presencia de la especie para la “región alpina de Orizaba”; Schaldach (1998-2003), señala que habitaba anteriormente en las montañas del oeste del estado, donde se extinguió desde la década de 1890; los listados más recientes no la incluyen o la consideran hipotética (Martínez-Gómez, 1992; Montejo & McAndrews, 2006; Gallardo & Aguilar, 2011). Por otro lado, en la base de datos de aVerAves (ebird, 2017) existen cuatro registros para Veracruz.
Los registros que aquí presentamos se efectuaron en el ejido Caballo Blanco, Atoyac, Veracruz (18.8726054, -96.7372048; Fig. 1), en el centro-occidente del estado. El ejido tiene un clima cálido subhúmedo con lluvias en verano (Aw2) (García, 1988). La altitud va de los 320 a los 540 msnm. La vegetación está compuesta por relictos de selva baja caducifolia (20%), vegetación secundaria (30%), y cultivos (50%), principalmente caña de azúcar, limón y maíz (CONAFOR, 2013, obs. pers.).
Durante el desarrollo de estudios faunísticos en Caballo Blanco, algunos lugareños comentaron la presencia de guacamayas; para corroborar estos testimonios, se realizaron visitas al sitio de enero de 2014 a mayo de 2015. Además, con la finalidad de recabar mayor información sobre la especie en el lugar, se realizaron entrevistas no estructuradas a 11 habitantes de la comunidad.
Se obtuvieron tres avistamientos en campo de A. militaris; se les observó perchando en los árboles, vocalizando y volando en un área de acantilados de 160 metros de altura con vegetación de selva baja caducifolia. El primer avistamiento, en el que se vieron tres individuos, ocurrió el 28 de diciembre de 2014 entre las 9:45 y las 10:20 a.m. El 12 enero de 2015 se observaron dos individuos alrededor de las 8:00 a.m. El 13 de enero de 2015 se registraron nuevamente dos individuos, entre las 8:00 y las 11:00 a.m. Durante estos avistamientos fue posible obtener fotografías, videos y grabaciones de audio (Fig. 2).
Con base en las entrevistas realizadas, la presencia de A. militaris en el área es reciente y su número se ha incrementado con el tiempo; la mayoría comentó que comenzaron a observarse en 2012 o 2013, sólo uno mencionó haberlas visto desde 2010. Señalaron haber visto desde individuos solitarios hasta grupos de ocho aves, en el cerro y en el acantilado, perchando ocasionalmente en árboles altos y sólo en raras ocasiones en las parcelas del ejido. Indicaron además que A. militaris se ausenta del área entre mayo y septiembre y que entre enero y marzo es cuando es más frecuente verlas en la zona, lo que en general coincide con nuestros avistamientos.
El sitio de registro se localiza a unos 40 km al noreste de la distribución potencial de la especie (Navarro-Sigüenza & Peterson, 2007) y entre 70 y 90 km al noreste de los sitios más cercanos en donde ocurre con regularidad (Salazar et al., 2010; ebird, 2017), la zona de Tehuacán-Cuicatlán. Por otro lado, los registros recientes que aparecen en aVerAves para Veracruz (ebird, 2017), se localizan en la Mancha (mayo de 2011, a 90 km de distancia hacia el noreste), y dos sitios cerca de Coatepec (febrero y marzo de 2014 y agosto de 2015) a 60 y 70 km al norte de Caballo Blanco respectivamente.
Una posible causa de la presencia de A. militaris en el ejido de Caballo Blanco es que se trate de ejemplares escapados de cautiverio. Numerosas especies de psitácidos han llegado a establecerse de manera feral, y aunque generalmente se limitan a lugares urbanos y suburbanos, si existe disponibilidad de alimento y la temperatura no desciende demasiado en invierno, pueden asentarse también en ambientes rurales (Butler, 2005). Puesto que en Caballo Blanco el clima es cálido subhúmedo (García, 1988) y que aproximadamente la mitad del uso de suelo es agrícola (CONAFOR, 2013), el establecimiento de una población feral puede ser favorecido; inclusive uno de los entrevistados mencionó que las guacamayas llegan a alimentarse de naranjas dentro de las parcelas del ejido, sin embargo, esta conducta parece ser más bien rara, pues los demás entrevistados mencionaron que rara vez bajan de la zona de acantilados.
La presencia de la especie en el sitio también puede explicarse por individuos visitantes de alguna población más grande, siendo la más viable por su cercanía, la de la zona de Tehuacán-Cuicatlán. Durante la época reproductiva A. militaris puede desplazarse alrededor de 20 km al día entre los sitios de anidación y alimentación (Gaucín, 2000; Bonilla-Ruz et al., 2007) y durante el periodo no reproductivo puede moverse a sitios de menor altitud según la disponibilidad de alimento (Juárez et al., 2012); además, se sabe que la guacamaya roja (Ara macao) puede migrar hasta 100 km durante la temporada no reproductiva (Molina et al., 2001); cabe señalar que tanto los avistamientos obtenidos como la temporada señalada por los lugareños como de mayor frecuencia de la especie en el área coinciden con la temporada no reproductiva y de menores abundancias de la población de Tehuacán-Cuicatlán (Rivera-Ortiz et al., 2008). De acuerdo con lo anterior no sería imposible pensar que A. militaris pueda cubrir la distancia entre la zona de Tehuacán-Cuicatlán y Caballo Blanco durante la temporada no reproductiva, incluso se podría considerar la misma explicación para las aves observadas en la zona de Coatepec (ebird, 2017).
Los registros de A. militaris en el ejido Caballo Blanco, genera numerosas interrogantes sobre su presencia en el sitio y en el estado de Veracruz, ya que, si bien se desconoce la procedencia de estas guacamayas, los avistamientos reiterados en el lugar indican la existencia de recursos alimenticios y refugio. A su vez, los pobladores de este ejido han mostrado interés por la vida silvestre de su localidad, por lo que es factible que se puedan realizar acciones para la protección y conservación de la especie, y al mismo tiempo que la comunidad pueda beneficiarse con actividades como monitoreo comunitario, turismo de naturaleza y turismo de observación de aves.