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Gaceta médica de México

On-line version ISSN 2696-1288Print version ISSN 0016-3813

Gac. Méd. Méx vol.155 n.6 Ciudad de México Nov./Dec. 2019  Epub Oct 25, 2021

https://doi.org/10.24875/gmm.19005086 

Artículos de revisión

Manuel González Rivera. Promotor de la educación higiénica en México durante la década de 1940

Manuel González Rivera. Promoter of hygiene education in Mexico during the decade of 1940

María Rosa Gudiño-Cejudo1  * 

1Universidad Pedagógica Nacional, Ciudad de México, México


Resumen

Este artículo rescata la labor del médico Manuel González Rivera como promotor de la educación higiénica en México durante la década de 1940. Desde su aula en la Escuela de Salubridad y como jefe de la Dirección de Educación Higiénica de la Secretaría de Salubridad y Asistencia, González Rivera produjo una interesante bibliografía sobre el significado e importancia de la educación higiénica. Con base en tres de sus principales libros: Educación Higiénica (1943), Doña Eugenesia y otros personajes. Materiales de educación higiénica popular (1943) y Enfermedades transmisibles. Cartilla para maestros rurales (1944), este artículo destaca su labor pedagógica y social en el diseño de estrategias e insumos para que personal sanitario y maestros rurales educaran a la población en materia de prevención y fomento de hábitos higiénicos.

PALABRAS CLAVE Manuel González Rivera; Educación higiénica; Intermediario sanitario

Abstract

This article revisits Doctor Manuel González Rivera’s work as a promoter of hygiene education in Mexico during the 1940s. From his classroom at the School of Public Health and head of the Hygiene Education Department of the Ministry of Health and Assistance, González Rivera produced an interesting bibliography on the meaning and importance of hygiene education. Based on three of his most important books, Educación Higiénica (Hygiene Education) (1943), Doña Eugenesia y otros personajes. Materiales de educación higiénica popular (Eugenics and other characters. Popular hygiene education materials) (1943) and Enfermedades transmisibles. Cartilla para maestros rurales (Communicable diseases. A booklet for rural teachers) (1944), this article highlights his pedagogical and social work in the design of strategies and tools for health personnel and rural teachers to educate the population in matters of prevention and hygiene habits promotion.

KEY WORDS Manuel González Rivera; Hygiene education; Health intermediary

Introducción

Los médicos del posrevolucionario Departamento de Salubridad Pública, creado en 1917, identificaron la necesidad de una Sección de Educación Higiénica y Propaganda para difundir consejos sobre prevención de enfermedades y procuración de hábitos higiénicos entre la población beneficiaria de las campañas de salud implementadas después de la lucha revolucionaria. En 1922 se inauguró dicha sección y su primer director fue el doctor Ignacio Chávez, quien empezó por dividir al público receptor entre niños y adultos y conjuntar acciones entre la Secretaría de Educación Pública y el Departamento de Salubridad Pública con miras a desarrollar una serie de actividades pedagógicas y diseñar instrumentos educativos de fácil entendimiento para una población mayoritariamente rural y analfabeta. La propaganda sanitaria promovida por esta Sección durante la segunda mitad de 1920 y la década de 1930 se anunciaba trimestralmente en el Boletín del Departamento de Salubridad Pública, en la Gaceta Médica de México que publicó colaboraciones de los médicos Alfonso Pruneda,1 Miguel Bustamante2 y Salvador Bermúdez3 relativas al tema. Este último escribió Elementos de higiene (1933), que conjuntaba sus notas de la clase de Higiene que impartía en la Facultad de Medicina.4 Este libro de texto, como el autor lo llamó, solamente dedicó dos páginas a la educación higiénica, que incluyó en el capítulo sobre medios de profilaxis y nada mencionó del importante trabajo de enfermeras y sanitaristas egresados en su mayoría de la Escuela de Salubridad, adscrita al Departamento de Salubridad Pública5 ni de maestros rurales. Como veremos a continuación, sin relegar a los médicos, Manuel González Rivera incluyó a estos profesionistas y los dotó de materiales pedagógicos para que difundieran la educación higiénica.

Una biografía en construcción

En 1940, Manuel González Rivera era profesor de la Escuela de Salubridad e impartía allí la asignatura de Educación Higiénica; en 1942 figuraba como jefe de la Dirección General de Educación Higiénica, pero poco sabemos de su vida y trayectoria profesional antes de este periodo.6-8 En el compendio médico-biográfico más completo para la historia de la medicina en México, Protagonistas de la medicina científica en México (1860-2006), no se le menciona.9 Tampoco lo hacen la Gaceta Médica de México ni el Boletín del Departamento de Salubridad Pública, solamente en Latinismos se publicó una breve nota que nos permite saber que nació en la ciudad de Guanajuato en 1897 y estudió, en la década de 1920, la carrera de medicina en la Escuela Nacional de Medicina.10 Al parecer volvió a su ciudad natal, contrajo matrimonio y se mudó a la ciudad de Pachuca, Hidalgo. Hasta el momento, esta primera etapa en su vida y trayectoria abre más interrogantes que certezas y ofrece una veta de investigación para completar su biografía. La evidencia más clara de su paso por la historia de la salud pública son sus publicaciones y con base en tres de ellas, trazamos la ruta que siguió bajo su tutela, la educación higiénica en México.

Iniciamos con Educación higiénica (1943), donde cita al médico estadounidense Thomas S. Wood como un referente en la materia y quien destacaba que los espacios escolares eran estratégicos para la difusión de la educación higiénica. González Rivera argumentaba que el ámbito escolar mexicano aún no alcanzaba la cobertura necesaria, debido al descuido que prevalecía en la enseñanza de la higiene en primaria y secundaria. Opinaba que las autoridades no le daban la importancia que requería y que el Departamento de Salubridad Pública, al no ser una institución educativa, no podía asumir toda la responsabilidad. Se quejaba particularmente de la falta de apoyo de las esferas universitarias y de un programa más definido por parte de las autoridades escolares. El que 20 años después González Rivera no reconociera este trabajo anunciado por su colega Ignacio Chávez, cuando encabezaba la Sección de Educación Higiénica y Propaganda, presupone que le parecía insuficiente el esfuerzo realizado entre la Secretaría de Educación Pública y el Departamento de Salubridad Pública. A diferencia de la dinámica estadounidense que separaba los contenidos para niños en el ámbito escolar, los del personal sanitario en su entorno médico-sanitario y el de adultos en un ámbito más abierto, en México a inicios de 1940 aún no era clara esta diferencia. Si bien reconocía la importancia de cada grupo, enfatizaba que lo prioritario eran los contenidos y después su difusión a grupos específicos a través de conferencias, programas de radio, folletos, periódicos, películas o exposiciones. González Rivera definía la educación higiénica como:11

  • Todo aquello que tienda a encauzar y dirigir el desarrollo del hombre, mediante la adquisición de conocimientos sobre temas de higiene y de salubridad, como un medio para inducirlo a la realización de actos y a la formación de hábitos que le ayuden a la conservación y al incremento de la salud.

Al mencionar “la adquisición de conocimientos” reforzaba el valor de los contenidos como parte sustantiva en el proceso de enseñanza-aprendizaje en la materia. En el libro citado, el autor demuestra su conocimiento sobre la historia de la educación en general y la sanitaria en particular, así como sus dotes pedagógicas y didácticas para explicar cómo debía enseñarse a un niño o a un adulto. Al haber identificado en la falta de materiales didácticos una limitante para promover la educación higiénica, decidió revertirla y se dio a la tarea de compilar el libro Doña Eugenesia y otros personajes. Materiales de educación higiénica popular (1943). En las primeras páginas González Rivera12 explicó que la compilación provenía de trabajos presentados por sus estudiantes del curso Educación Higiénica (ciclo 1942-1943):

  • Con la tendencia del que esto escribe a hacer que la enseñanza de la educación higiénica sea práctica y realista hasta donde sea posible, hemos procurado que los alumnos elaboren ellos mismos el material de propaganda y educación; así es como médicos y enfermeras han preparado en clase cuentos de higiene, corridos, parodias de canciones, frases cortas, redacción de volantes, charadas, adivinanzas, etc.

Así, textos de más de 25 autores entre médicos, enfermeras y sanitaristas desfilan en este libro, en el que comparte vivencias de su trabajo en comunidades. González Rivera fue contundente al afirmar que si los educadores sanitarios no tenían el conocimiento adecuado de lo que debían enseñar, asegurarían el fracaso de una campaña de educación. También lo fue al imprimir el libro por su cuenta, aclarando lo siguiente:12

  • NO SE PROHIBE LA REIMPRESIÓN de ninguno de estos cuentos, con tal que en cada uno se diga el nombre de su autor y se cite el presente libro. En cuanto a las frases breves y demás trabajo, no solo se permite, sino que se recomienda su producción.

De esta manera, todo aquel interesado en reproducir algún fragmento de Doña Eugenesia y otros personajes. Materiales de educación higiénica popular podía hacerlo libremente contribuyendo a ampliar su red de difusión. El primer cuento es Doña Eugenesia, escrito por González Rivera, quien la define como “la ciencia que estudia las leyes de la generación y de la herencia y establece reglas para el mejoramiento de la especie humana”. Doña Eugenesia y no esa “vieja doña Eugenesia”, como la llama una de las “ignorantes” protagonistas, es el título de una conferencia que impartiría el médico del centro de salud sobre el riesgo de la blenorragia y la sífilis, así como sus formas para prevenirlas. La joven protagonista Gualupita estaba por casarse con un joven irresponsable, mujeriego, alcohólico y, por si fuera poco, enfermo de blenorragia que le mentía sobre el certificado prenupcial que debía solicitar en un dispensario. Después de escuchar la plática, Gualupita identifica el riesgo de casarse si el novio no aceptaba el tratamiento médico que requería y, como era de esperarse, el matrimonio se canceló y los asistentes a la conferencia aprendieron sobre el riesgo de esta enfermedad.

Con final feliz incluido, ese cuento definió la estructura de los demás dedicados a prevenir otras enfermedades como paludismo, tuberculosis, uniciniariasis, oncocercosis, tifoidea, difteria, gastroenteritis y alcoholismo. Con diferentes escenarios naturales, personajes (principalmente campesinos) y enfermedades, generalmente aparece un enfermo que desconoce su padecimiento, un familiar que sufre las consecuencias, una curandera que recomendaba ungüentos y boicoteaba las pláticas de los médicos, una partera o “rinconera”, que hacía trabajos “sucios” a las mujeres embarazadas, un médico, enfermera o sanitario que llevaba el conocimiento científico a la comunidad, combatía las prácticas tradicionales y fomentaba la higiene. No podía faltar el maestro rural que difundía la llegada del personal sanitario y la promovía. Los espacios físicos eran invariablemente clínicas de salud o casa del enfermo, cantinas y, ocasionalmente, los salones de clase. La mayoría de las historias están enmarcadas por la pobreza e ignorancia de los habitantes, que gradualmente aprendían a través de la educación higiénica. Otra característica es que sus autores reprodujeron literalmente la forma de hablar de los campesinos. Por ejemplo, en “El mal de ojo del piojito”,13 la gastroenteritis hacía estragos entre la población infantil y así conversaban la madre del niño enfermo y una vecina:

—Pos míralo: tá malito dende atier tiene unas “vacaciones” muy verdes y apestosas y muchos gómitos. —¿Y ansina te lo trajistes a la calle? —Sí, porque ya lo receté anoche. —¿Lo llevates con el dotor? —No, con ese dotor no; dice doña Secundina que el dotor ese de Salubridá es muy malo, que luego luego va diciendo que no les dé uno de mamar seguido a los niños.

Esta forma de escribir servía, según González Rivera, para que la gente entendiera más fácilmente las recomendaciones de los médicos que, al hablar como ellos, tendían un puente de comunicación cuyo máximo logro se alcanzaba cuando el enfermo o su familiar asistían a la clínica de salud. Las adivinanzas o charadas convertían el consejo sanitario en un juego de memoria y diversión y al final del libro aparecían sus respuestas. A los niños también dedicó cuentos en los cuales los agentes transmisores de enfermedades expresaban sus preocupaciones. Por ejemplo, “En el reinado de la muerte”,14 escrito por la enfermera Raquel Matus Lozano, los protagonistas son el rey Tricocéfalo y la reina Unciniaria quienes lamentan públicamente que:

Los hombres tienen la culpa de nuestra desgracia. En mis tiempos, todos ellos andaban sin zapatos; los chiquitines jugueteaban todo el tiempo…Pero ahora, los hombres son menos tontos, han construido armas más poderosas que nosotros, han inventado forrarse los pies con unas cosas impenetrables que ellos llaman zapatos; ya casi nadie come con las manos sin lavar, cerrándonos así otra puerta; por último, a los pocos que logramos entrar nos matan con unos venenos que les dan en los Centros de Higiene.

En medio de historias fantásticas y en reinos de insectos portadores de enfermedades, aparece una población que asimiló los consejos de la educación higiénica y aprendió a cuidarse de los portadores de la enfermedad. En Doña Eugenesia y otros personajes. Materiales de educación higiénica popular, el personal sanitario encontró material didáctico también utilizado por maestros rurales. No conforme, González Rivera escribió definiciones para identificar causas, síntomas y consecuencias de las enfermedades transmisibles.

Una cartilla titulada Enfermedades transmisibles. Cartilla para maestros rurales15 fue publicada en 1944 por la Dirección de Educación Higiénica de la Secretaría de Salud. En la portada aparece un grabado en blanco y negro que muestra a un profesor leyendo a cuatro jóvenes que escuchan atentos. Esta imagen representa a los maestros rurales como intermediarios educativos que ya contaban con una nueva cartilla que incluía definiciones y conceptos aplicables a las enfermedades transmisibles. Utilizando vocabulario de la epidemiología, González Rivera la dividió en dos y enfatizó su carácter pedagógico al establecer, en la primera parte, un diálogo sencillo para explicar los conocimientos básicos de la sintomatología de la enfermedad y formas de prevenirlas. No explica cómo curar por ser esta tarea exclusiva de los médicos, pero sí les recuerda en los dos últimos capítulos “epidemiología estadística” y “educación higiénica en el pueblo”, su responsabilidad en la elaboración de reportes con datos (número de enfermos, condiciones de vida), que ayudarían a identificar en el nivel nacional, la incidencia de enfermedades o necesidades sanitarias urgentes. La segunda parte de la cartilla se enfocó en enfermedades particulares y afirmaba “a fin de que el maestro pueda normar su conducta en cada caso y tomar las medidas apropiadas para evitar la propagación de los padecimientos transmisibles”. Sin duda se trató de un documento útil para que los maestros identificaran una enfermedad, su origen y consecuencias.

Conclusión

Los libros de Manuel González Rivera analizados en este texto son muestra de su compromiso con la educación higiénica, sus contenidos y proceso de difusión. A los intermediarios sanitarios había que dotarlos de materiales e involucrarlos en su elaboración, propiciando que médicos, enfermeras y sanitaristas fueran más sensibles a su práctica cotidiana. Cuentos, adivinanzas y frases cortas estuvieron inspirados en la cotidianeidad de las comunidades y sus habitantes, así como en las dificultades para involucrarlos en las campañas de salud. Al mismo tiempo, González Rivera promovió el trabajo en equipo e involucró a sus estudiantes en uno de los mayores compromisos adquiridos por los gobiernos posrevolucionarios, en aras de reconstruir el tan anhelado país con mexicanos sanos y trabajadores. Si a lo expuesto hasta aquí sumamos sus colaboraciones en los boletines nacionales e internacionales y su participación como promotor del Museo de Higiene, inaugurado en 1944,16 completaríamos una biografía profesional de este destacado médico mexicano.

Bibliografía

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Recibido: 14 de Febrero de 2019; Aprobado: 19 de Marzo de 2019

* Correspondencia: María Rosa Gudiño-Cejudo E-mail: mrgudino@upn.mx

Creative Commons License Instituto Nacional de Cardiología Ignacio Chávez. Published by Permanyer. This is an open ccess article under the CC BY-NC-ND license