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Gaceta médica de México

On-line version ISSN 2696-1288Print version ISSN 0016-3813

Gac. Méd. Méx vol.140 n.2 Ciudad de México Mar./Apr. 2004

 

Actividades académicas

DNA Medio Siglo.


VI. Isagoge y cincuenta cuestiones a vuelapluma
en torno al arte y el ácido desoxirribonucléico,
a cincuenta años de un fasto inmarcesible**

 

Sergio Vela*

 

Para los otros miembros del Club de Toby de los martes de antaño:
Roberto Kretschmer, Javier Moreno Valle, Pablo Rudomin y Rafael Tovar

 

*Coordinador de Actividades Culturales, UNAM.

** Presentado el jueves 24 de julio de 2003 en la sede de la Academia Nacional de Medicina durante la sesión conmemorativa del cincuentenario del descubrimiento del ADN.

 

Isagoge. Diré para comenzar, señores miembros de la Academia Nacional de Medicina y damas y caballeros, que agradezco de modo cumplido la gentil invitación que esta Academia me formuló por conducto de mi amigo, el doctor Roberto Kretschmer, para participar en la sesión conmemorativa del cincuentenario de la postulación de la estructura del ácido desoxirribonucléico. Acepté de buen grado ofrecer a ustedes algunas reflexiones respecto de los vínculos posibles entre el conocimiento del ADN y el arte (o las artes), pero sospecho que actué con cierta imprudencia al asentir, porque no puedo ufanarme de contar con la formación o la información suficientes para justificar mi presencia ante un conciliábulo de científicos avezados, pero diré en descargo de mi audacia que fui movido por intereses nobles; en efecto, no querría soslayar que la amistad del organizador de este coloquio dirigió mi ánimo a la par de mi genuino interés de aficionado en el tema y de mi entusiasmo por explorar mundos intelectuales. A todo ello debo añadir mi gratitud por la hospitalidad que esta casa me ha brindado -antaño y hogaño- y, en consecuencia, he de suponer que esos sentimientos podrían explicar mi descarada intervención. Por ello, y mientras reitero mi temor reverencial y la confesión de mi temeridad (mejor hubiera sido que yo fuera un mero auditor de este encuentro), acudo ante tan gentil concurrencia, a la que ruego la mayor indulgencia para este dilettante de temas científicos.

Por otra parte, cabe advertir que he optado por discurrir en términos poco ortodoxos, pero acaso estimulantes para la reflexión. He partido de ideas aparentemente aisladas e inconexas, pero que en realidad son un racimo; el orden de exposición de las mismas es más subjetivo que caprichoso, y hago votos para que, al final, las palabras resuenen todavía un poco, para proseguir con el estudio -ora individual, ora colectivo- de los temas tratados. Dicho lo anterior, procedo a formular ante ustedes cincuenta cuestiones tras cincuenta años de noción y certeza del ADN.

1. La historia intelectual del hombre comenzó como una navegación en un río caudaloso. En unas ocasiones, la barca se detenía en la ribera de la naturaleza, y en otras, en la ribera opuesta, la de la ontología o la metafísica, que es también la de las artes y las humanidades.

2. Los griegos fueron los grandes maestros de esa forma de singlar. ¿Cómo fue que un día aciago el hombre descendió de la barca y prefirió recorrer las riberas a pie? ¿No advirtió entonces que al transitar por un sendero particular, exclusivo, hacía inalcanzable el tesoro de la margen contraria?

3. En el transcurso del tiempo, el hombre (o mejor dicho: unos cuantos hombres, ciertamente admirables) se ha aventurado de nuevo a navegar. Las grandes mentes del Renacimiento dieron cuenta de ese espíritu de exploración, de ese ímpetu por conocerlo todo, y luego otros más han afrontado la empresa con igual arrojo.

4. Así, llamaré como testigo de descargo de mi conducta a Johann Wolfgang von Goethe. La actitud de Goethe ante el saber es un fruto ático madurado por el tiempo. Muchos predecesores suyos, de jerarquía insigne, pretendieron alcanzar lo mismo que el poeta alemán.

5. En el corpus goethiano palpita el propósito de reunir (y acaso sintetizar) la reflexión científica con la invención artística, y aunque al final de cuentas deba decirse que las aportaciones del poeta al ámbito de la ciencia son más bien escasas (si no es que objetables), lo relevante en este caso es la pregunta formulada y el ánimo del que proviene la indagación, no la respuesta ofrecida.

6. Si Goethe habló de una planta primordial ( Urpflanze ) y dio su nombre a un mineral (la goethita), también elaboró teorías insostenibles, dijo en demasía de mucho, acumuló yerros y no logró articular de veras el conocimiento de la naturaleza con la más alta poética. Con todo, su afán da cuenta de la importancia general y especial de la ciencia en el enriquecimiento intelectual del hombre, y entonces resulta que su figura es ejemplar y su persistencia, deslumbrante.

7. Hay postulados fallidos a la luz de la ciencia que no por ello son menos valiosos. ¿Qué puede importar al final si Goethe erró por completo en su Farbenlehre si esa teoría del color impulsó decisivamente a un cúmulo de artistas de primera línea durante casi doscientos años?

8. No puede juzgarse como irrelevante que Schrödinger cite de manera reiterada a Goethe en su volumen ¿Qué es vida? ( What is life? ), en que el científico supuso la existencia de un cristal aperiódico que a la postre contribuyó al conocimiento de la "doble hélice". Los que saben abrevan en los sabios.

9. Lord Snow, autor del inolvidable texto de 1959 The Two Cultures, puntualiza la pertinencia de vincular el conocimiento científico con el de las artes y las humanidades. Es el viejo propósito de los griegos, los renacentistas, Goethe y los grandes maestros de nuestro tiempo. El impulso, la motivación, no ha variado.

10. No seré yo, por supuesto, quien pueda zanjar el asunto; no está en mí tender el puente entre ambas riberas del saber. Yo sólo puedo hablar desde esta ladera, la de las artes y las humanidades, pero me será permitido contemplar con fascinación lo que florece en la otra ladera, y también será lícito que les diga lo que percibo a la distancia.

11. Francis Crick, atónito, predicó la veracidad de algo bello y simple. El científico intuye aquí la verdad a partir de la belleza. (La unidad está implícita en la simplicidad del modelo.) Y la bondad podría hallarse en la perpetuación misma de la vida. ¿Es dable decir que el ADN compre-hende los cuatro trascendentales del Ser, á la Aristóteles?

12. La explicación del vínculo posible, probable, deseable o al menos imaginable entre el conocimiento del ADN y el arte podría abordarse de múltiples maneras. Yo he hallado algunas para efectos de esta charla: por una parte -de seguro la menos relevante aunque sí la más evidente-, está el uso del modelo visible de la molécula en las artes visuales e incluso en la música o en la literatura; en segundo término, con fidelidad al espíritu lúdico que caracteriza buena parte de la creatividad artística, podría imaginarse un cúmulo de temas artísticos del pasado en los que la doble hélice pudiera aparecer al reinterpretar dichos temas; y en tercer término -el más profundo, pero también el de inteligencia menos asequible-, se encontraría la correspondencia ontológica entre el conocimiento de la estructura molecular (con todo lo que dicho conocimiento implica) yla naturaleza del arte o de las pretensiones del artista.

13. La forma visible de la molécula del ADN dio pie, desde temprano, a obras artísticas más o menos valiosas, la mayoría de ellas perteneciente al campo de las artes visuales. En un artículo de reciente publicación, Martin Kemp, en el volumen 421 de la revista Nature (23 de enero de 2003) alude al valor emblemático de esta molécula, y la considera como un icono contemporáneo de singular significación.

14. Entre las obras de este tipo cabe mencionar a guisa de ejemplo de importancia, la pintura de Salvador Dalí, fechada en 1957 y 1958, cuyo título es El gran masturbador en paisaje surrealista con ADN. También es particularmente memorable la ilustración hecha por Odile Crick para el número de Nature de 25 de abril de 1953, en que su esposo y Watson dieron a conocer, en un artículo (i de apenas catorce párrafos y poco más de una página!) los resultados formidables de sus investigaciones.

15. Para no dejar demasiados cabos sueltos, mencionaré también la escultura Spirals Time-Time Spirals, de Charles Jencks, los modelos LEGO (al revés) de Eric Harshbarger, otra escultura de Roger Berry, y un largo etcétera exhibido durante este año en museos de Cambridge, Nueva York, California y otros lares. Expreso a don Fabio Salamanca mi reconocimiento por haberme proporcionado esta información a través de nuestro querido doctor Kretschmer.

16. Nada obsta para construir una obra musical o una poesía cuya estructura rítmica o métrica, o cuyos sonidos correspondieran con la forma molecular. Se trataría, seguramente, de creaciones que emplearan pocos medios expresivos (hoy se les llamaría "minimalistas"), y el resultado dependería, como siempre, del talento particular del creador.

17. Es oportuno advertir de que las letras A, C y G, que en la molécula de marras significan Adenina, Citosina y Guanina, en música significan las notas la, do y sol. La T de la Timina no halla una equivalencia musical exacta, pero podría ser sustituida por cualesquiera otros sonidos de la escala cromática (habría nueve sonidos para elegir). En consecuencia, es realizable una partitura a partir del código genético de cuantas especies sean conocidas en términos de estructura molecular. No garantizo que la obra hipotética no sea indigesta, pero subrayo el potencial del nexo conceptual a que he aludido.

18. Remito al interesado al delicioso estudio de Douglas R. Hofstadter Gödel Escher, Bach: an Eternal Golden Braid para abundar en torno a la relación entre las matemáticas, las artes visuales y la música. ¿No es similar la molécula del ADN a un canon perpetuo, ascensional, como el ofrendado por Bach a Federico "El Grande" de Prusia?

19. Respecto de las reinterpretaciones artísticas a partir de la molécula, o de los vínculos imaginables (aunque imposibles) de ésta con obras del pasado, diré ante todo que los ejemplos que ofrezco en seguida parecieran provenir de un delirio; por ello, no deberán ser tomados demasiado en serio.

20. ¿Podemos pensar en un retablo sobre la Anunciación -atribuido ahora a Fra Angelico, a Piero della Francesca o a Grünewald- en que la vida insuflada por el logos divino (a)parezca en forma de una hélice doble?

21. ¿O las dos protuberancias en la cabeza del Moisés de Miguel Ángel convertidas en curiosos cuernitos de tipo art nouveau ? (Multiplíquense las ideas, porque nadie pretende persuadir a incautos para alterar obras maestras a fin de contemplar en ellas moléculas de ADN).

22. La característica inherente a las artes escénicas y musicales es la necesidad de ser reinterpretadas (diría más bien: recreadas) para mantenerlas con vida. Los siguientes ejemplos no son, por ende, imposibles.

23. ¿Qué impide imaginar un dispositivo escénico para el primer acto de Die Walküre, en que la anagnórisis se exprese, precisamente, como la coincidencia de los códigos genéticos de Siegmund y Sieglinde?

24. Lo dicho sobre los mellizos incestuosos (o gemelos fraternos incestuosos, como sugiere con pulcritud don Roberto Kretschmer) puede extenderse a otras anagnórisis familiares, como la de Simón Boccanegra y Amelia Grimaldi (en realidad, María Boccanegra), o la de Electra y Orestes en casi todos los tratamientos de la tragedia o, en la versión de don Alfonso Reyes, la de Ifigenia y el mismo Orestes (un sujeto muy infeliz y atormentado, susceptible de ser reconocido por sus hermanas en situaciones totalmente dispares).

25. Para fortuna nuestra, abundan en la historia de la literatura tragedias que no pudieron evitarse con un buen análisis de códigos genéticos por la sencilla razón de que el ADN era desconocido cuando tales o cuales obras fueron escritas.

26. Pondré un ejemplo extremo: cuán pobres seriamos los hombres si los matrimonios reales en Tebas hubieran exigido el desciframiento del genoma del pretendiente y de la pretensa. iEdipo hubiera escapado, cuando menos, del cumplimiento de la mitad del oráculo!

27. Pero es tiempo de abandonar el juego (adviértase que en varias lenguas, entre ellas el latín, el alemán, el francés y el inglés, se utiliza la misma raíz para expresar los conceptos "obra", "juego" e "interpretación"). Es menester dejar de lado la imaginación, para discurrir sobre la relación ontológica entre el arte y el ADN.

28. Diré de modo enfático que la verdadera importancia del ADN en relación con el arte estriba en las implicaciones del desciframiento y la codificación de la vida; en el fondo, el aspecto de la molécula es incidental.

29. Que el arte sea lenguaje con anhelo de permanencia y de universalidad, es cosa averiguada. Y la archifamosa molécula comparte esas notas esenciales con el arte, o viceversa.

30. Durante mucho tiempo se reiteró la pretensión, hoy desechada por los mejores filólogos, de hallar un lenguaje humano ancestral del que pudieran provenir todas las lenguas. Hoy es posible afirmar que ese lenguaje existe, pero no como un producto de la cultura, ni tampoco como un fenómeno exclusivo de la humanidad: se trata de un código cifrado de la naturaleza para perpetuarse, y que es compartido por todas las especies vivas.

31. ¿Qué consecuencia ética habrá de deducir la humanidad al saber que es poco, en verdad muy poco lo que distingue a nuestra especie de cualesquiera otra formas de vida?

32. Y se antoja pertinente recordar la dicotomía: lo que no es natural, es cultural. Sólo el hombre transita libremente en ambos mundos.

33. O quizá el mundo del hombre sea único (el noúmeno, por seguir a Kant), cuya expresión ocurre a través de dos fenómenos frecuentemente antitéticos: la naturaleza y la cultura.

34. La segunda ley de la termodinámica enuncia que ningún sistema físico en actividad podría transferir calor continuo de una menor a una mayor temperatura sin un trabajo mecánico continuo extraído de fuentes externas.

35. Manfred Eigen (Premio Nobel de Química en 1967) afirma que la vida se reduce a tres premisas: oposición a la entropía, perpetuación (o reproducción) y admisión de mutaciones o cambios cuánticos estables.

36. No sorprende que el arte, a su manera, resista la entropía, permanezca y se transforme.

37. Al artista le concierne que el ADN pueda ser una auténtica epifanía de la verdad. Terencio enseñaba que, por ser hombre, nada de lo humano le era ajeno ( homo sum, humani nihil a me aliento puto ).

38. Una urraca ladrona se pregunta si acaso haya genes específicos que propicien habilidades artísticas o talentos creativos particulares. Por desgracia, no estoy en aptitud de responder.

39. ¿Es relevante en términos científicos que la expresión del origen de la vida al comienzo de la tetralogía wagneriana sea insostenible? El resultado, aun ambiguo, es la verosimilitud por virtud de la persuasión del instinto.

40. Aunque la ciencia suele desechar las antiguas verdades, ¿será realmente falsa la teoría de Hipócrates sobre los cuatro temperamentos?

41. ¿Habrá mentes científicas flemáticas, o sanguíneas, o coléricas, o melancólicas? ¿O predomina un tipo de carácter o temperamento en la ciencia?

42. ¿Por qué Saturno, el melancólico, es el numen tutelar de la creatividad artística?

43. Estas reflexiones comienzan a ser meras divagaciones. Pero habré de continuar por este derrotero hasta el final, que ya se aproxima. Hubo un buen compositor, Borodin, secuaz de Mussorgsky, Rimsky-Korsakov y otros. Él fue también un buen químico, y tuvo alumnos notables. Es un buen ejemplo de la convivencia del arte y la ciencia en una mente creativa que visita ambas laderas del saber.

44. El arte es un lenguaje común de los hombres, y tal lingua franca trasciende las fronteras de las lenguas.

45. El arte es una suerte de logos, o acaso el logos mismo. Y desde luego, el código ínsito en la estructura del ADN es una forma de lenguaje cuya raigambre se extiende por doquier.

46. El ADN descodificado es otra lingua franca, y si no es otro logos es porque éste es uno sólo.

47. Esta molécula preciosa y primordial, y el arte, bien podrían ser ambas manifestaciones del logos. ¿Y la vida?

48. El peculiar prefacio de la Cuarta sinfonía, "Lo inextinguible" , de Carl Nielsen, reza así: "Bajo este título, el compositor ha buscado indicar en una palabra lo que tan sólo la música es capaz de expresar en plenitud: la voluntad elemental de la vida . La música es vida y, como tal, es inextinguible. El título dado por el compositor a esta obra musical podría parecer superfluo; sin embargo, el compositor ha empleado la palabra para subrayar el carácter estrictamente musical de su tema. No se trata de un programa, sino de una guía para la correcta aproximación a la música." No hay más tiempo por ahora, pero si lo hubiera, el desenlace de las cuestiones que he expresado sería la audición completa de la Cuarta sinfonía del gran compositor danés.

49. ¿Acaso la vida es algo más que la aptitud para resistir la entropía?

50. ¿Acaso la vida no es mucho más que la aptitud para resistir la entropía?

Muchas gracias por haberme escuchado.

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