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versión On-line ISSN 2594-0619versión impresa ISSN 1665-1200

Tóp. Sem  no.47 Puebla ene./jun. 2022  Epub 31-Ene-2022

 

Artículos

Contribuciones de Zilberberg para el estudio de los discursos intolerantes y prejuiciosos1

Zilberberg’s Contributions to the Study of Intolerant and Prejudiced Discourses

Contributions de Zilberberg pour l’étude des discours intolérants et préjudiciables

Diana Luz Pessoa de Barros1  *

1Universidad Presbiteriana Mackenzie. Universidade de São Paulo. dianaluz@usp.br


Resumen

En este trabajo, se desarrolla una propuesta teórica y metodológica para el análisis de la organización narrativa y discursiva de los discursos intolerantes y prejuiciosos, en la perspectiva de la semiótica discursiva. El rumbo del proyecto ha mostrado que es necesario examinar dichos discursos también en el ámbito de la semiótica de la tensividad. Las cuestiones teóricas de mayor interés para este estudio están relacionadas con la sintaxis que opera por selección y por mezcla en la dimensión de la extensividad, las cuales son las siguientes:

- los estados aspectuales previstos en las operaciones de selección y mezcla;

- los juicios de valor sobre los estados conjuntivos y disjuntivos resultantes de esas operaciones;

- los límites extremos de la selección y de la mezcla, en que ocurren las formas más violentas de intolerancia o de pérdida de sentido;

- el carácter excesivo o insuficiente de la conjunción y de la disjunción en los discursos.

Palabras clave: tensividad; selección y mezcla; discursos prejuiciosos e intolerantes

Abstract

In this paper, we develop a theoretical and methodological proposal, within the scope of discursive semiotics, for analyzing the narrative and discursive organization of intolerant and prejudicial discourses. The nature of this project lead to necessity of examining these discourses also within the scope of tensive semiotics. The most relevant theoretical questions to this study regard a syntax that operates sorting and mixing in the dimension of the extent. These matters are:

- the aspectual states of sorting and mixing operations;

- attitudinal appreciation of the resulting conjunctions and disjunctions;

- the extreme limits of sorting and mixing, in which occur the most violent forms of intolerance and loss of meaning;

- the excessive or insufficient character of the conjunction and disjunction in these discourses.

Keywords: tensive semiotics; sorting and mixing; intolerant and prejudicial discourses

Résumé

Dans ce travail, nous développons une proposition théorique et méthodologique pour l’analyse de l’organisation narrative et discursive des discours intolérants et préjudiciables, selon la perspective de la sémiotique discursive. Le sens pris par le projet a montré qu’il était nécessaire d’examiner ces discours également sous l’angle de la sémiotique de la tensivité. Les questions théoriques d’intérêt majeur pour cette étude sont en lien avec la syntaxe qui opère par tri et mélange sur la dimension de l’extensité. Et celles-ci sont les suivantes :

- les états aspectuels prévus dans les opérations de mélange et de tri ;

- les jugements de valeurs sur les états conjonctifs et disjonctifs résultant de ces opérations ;

- les limites extrêmes du tri et du mélange sur lesquelles ont lieu les formes les plus violentes d’intolérance ou la perte de sens ;

- le caractère excessif ou insuffisant de la conjonction et de la disjonction sur les discours.

Mots-clés : tensivité; tri; mélange; discours marqués par des préjugés et intolérants

Introducción

En estudios anteriores (Barros, 2008; 2011a; 2013; 2016a; 2016b) llevamos a cabo una propuesta teórica y metodológica para el análisis de la organización narrativa y discursiva de los discursos intolerantes y prejuiciosos en el ámbito de la semiótica discursiva. La puesta en marcha del proyecto mostró que era necesario eliminar algunos niveles de abstracción y examinar los discursos intolerantes también desde el panorama de la semiótica tensiva (Barros, 2015). Dentro de este enfoque, las cuestiones teóricas que más nos interesan para el análisis de los discursos intolerantes y, sobre todo, de los discursos de aceptación e inclusión, que se contraponen a los primeros, están relacionadas con la sintaxis que opera por selección y por mezcla en la dimensión de la extensidad, según el artículo de Zilberberg (2004) sobre las condiciones semióticas del mestizaje. El multilingüismo, el multiculturalismo, el mestizaje, la diversidad de género, la pluralidad religiosa, que caracterizan a los discursos de inclusión, son el resultado de operaciones de mezcla y aspiran a los valores de universo (de difusión y de universalidad), mientras que la intolerancia y el prejuicio se derivan, sobre todo, de operaciones de selección y tienen como objetivo los valores de absoluto (de unicidad y de pureza).

Nos centraremos en cuatro contribuciones de la semiótica tensiva para el estudio de los discursos intolerantes y prejuiciosos:

  • la de los estados aspectuales previstos en las operaciones de mezcla y de selección, los cuales nos permiten distinguir grados intermediarios y formas diferentes de intolerancia y aceptación;

  • la de los juicios de valor sobre los estados conjuntivos y disjuntivos resultantes de dichas operaciones, los cuales contribuyen a la valoración social de los discursos de exclusión de lo diferente y de los discursos de inclusión de la diversidad;

  • la de los límites extremos de la selección y de la mezcla, que es donde tienen lugar las formas más excesivas y violentas de la intolerancia, o la pérdida de identidad y de sentido;

  • la del carácter excesivo o insuficiente de la conjunción y de la disjunción, resultantes de la mezcla o de la selección, que explica la mayor o menor aceptación de los discursos intolerantes.

1. Operaciones de selección y mezcla en los discursos intolerantes

Haremos solamente una presentación superficial de la teoría semiótica de la tensividad y de ella recuperaremos, principalmente, la sintaxis que opera por selección y por mezcla, pues son estos elementos teóricos los que más nos interesan para el análisis de los discursos intolerantes. Para una mayor profundización acerca de los aspectos de la tensividad, remitimos principalmente a Zilberberg (Zilberberg, 2003; 2004; 2007; 2006) y a Fontanille y Zilberberg (2004).

Zilberberg distingue en su propuesta de análisis semiótico de la tensividad discursiva, una denominación de dos dimensiones que usa para situar la afectividad en el panorama de los estudios semióticos: la de la intensidad o de lo sensible, de los estados del alma, y la de la extensidad o de lo inteligible, de los estados de las cosas. La dimensión de la intensidad rige la dimensión de la extensidad. En la dimensión de la intensidad, la sintaxis opera por ascendencia o aumento y decadencia o disminución y, en la dimensión de la extensidad, por selección y mezcla, las cuales vamos a retomar aquí. La mezcla degrada la selección, aumentando la difusión y la impureza, y la selección deshace la mezcla, actuando en dirección a la concentración y la pureza. La operación de selección se propone, así, un tipo de valor, el de absoluto; la operación de mezcla, el de universo. El valor de universo es el de la difusión y la universalidad; el de absoluto, el de la exclusividad y la unicidad.

Las operaciones de mezcla y selección prevén cuatro estados o posiciones aspectuales que nos permiten establecer tipos de discursos de selección y de mezcla y, por consiguiente, distinguir grados intermediarios y formas diferentes de discursos de intolerancia y de aceptación. En la operación de selección, tenemos los estados incoativo de exhibición, progresivo de extracción y terminativo de exclusión o separación: en la exhibición, se muestra la “diferencia” que no cabe en el grupo o categoría; en la extracción, se extrae el elemento diferente; y en la exclusión tenemos la selección plena, la separación definitiva y tónica. A su vez, en la operación de mezcla, tienen lugar los estados incoativo de contigüidad, progresivo de integración y terminativo de fusión: en la contigüidad, no hay todavía “mezcla” de sujetos u objetos, sólo aproximación; en la integración, estos ya se mezclan, pero sin perder por completo sus identidades; en la fusión se diluyen totalmente uno en el otro.

Los estados incoativo y progresivo de la selección (exhibición y extracción, o estados de segregación, según Landowski, 2016) definen los discursos prejuiciosos, en los que el odio y el miedo a lo diferente exigen que este último sea exhibido y separado del conjunto, del grupo, mientras que el estado terminativo de la expulsión o exclusión corresponde a las acciones propiamente intolerantes o discriminatorias. Se trata de etapas distintas de los discursos intolerantes.

La fusión completa y tónica (o asimilación, de acuerdo con Landowski, 2016) hace del diferente un “igual”, integrándolo a la sociedad de los iguales, por la transformación o borramiento de sus valores y de sus modos de ser y hacer. El primer paso, en general, es que el “diferente” busque esconder sus diferencias y no llamar la atención hacia ellas. Hay un contrato de veridicción en el ámbito del secreto y de la mentira: el “diferente” necesita mantener en secreto sus “diferencias” (no parecer, pero ser); el “diferente” necesita mostrarse como los “iguales” (parecer, pero no ser). De esa forma, el homosexual no puede mostrarse como homosexual y debe parecer ser heterosexual; el inmigrante necesita parecer ser del país en el que está, no extranjero; los gitanos no deben vestirse como gitanos; las gordas necesitan disfrazar su obesidad y los negros su negritud, y así sucesivamente. Es esa, en general, la política de inmigración o la política en relación con los indígenas y los homosexuales en los diferentes países. En la fusión o asimilación, no se mata lo diferente, pero se borran las diferencias. Así, lo diferente no es aceptado con sus características propias, ni con los nuevos contratos sociales que propone. Se trata, por lo tanto, de otra forma de construcción de discursos intolerantes.

Finalmente, en la integración, grado intermediario de la mezcla, se asocian elementos que no se ajustan bien, pues son “diferentes”. Es la integración (o admisión, para Landowski, 2016), mezcla menos tónica donde las diferencias no se diluyen completamente, la que parece más bien conducir al discurso de aceptación social. La integración o admisión se define por la aceptación de las diferencias y por la construcción de una sociedad en la que las diferencias conviven y dialogan en la diversidad. En este caso, el “diferente” ya no es considerado como aquél que rompe pactos y acuerdos sociales, sino, por el contrario, como aquél que garantiza nuevos y alentadores contratos sociales, y que contribuye, con sus diferencias, a la formación de una sociedad plural. Los discursos prejuiciosos e intolerantes, por eso mismo, se oponen a las diferentes formas de integración e insisten en la separación o exclusión, o, de modo un poco más atenuado, en los estados intermediarios de selección (de exhibición y extracción —segregación, para Landowski, 2016—), o, incluso, en la fusión completa.

Presentamos aquí algunos de esos casos:2

Francia inició ayer la primera ola de repatriación de gitanos de origen extranjero luego del endurecimiento de la política contra la inmigración ilegal anunciada por el presidente Nicolas Sarkozy y por el ministro del Interior, Brice Hortefeux, en julio (Cardoso, 2010, p. A16).

Brasileños, hace más generaciones de lo que pueden recordar, los gitanos viven una realidad única: luchan para resistir como cultura, pero necesitan esconder la cultura para sobrevivir en la cotidianidad. […]. Ellas [las mujeres gitanas] salen muy temprano por la mañana para vender paños de cocina en las calles y en los tianguis. Antes, se disfrazan. Para ellas, disfrazarse es todo lo contrario. Se quitan las largas faldas coloridas, los cinturones vistosos, los pendientes enormes. Se ponen jeans y camiseta, o un short, y se convierten en una persona común y corriente. Es una paradoja: para volverse visibles, necesitan volverse invisibles. “Si no nos disfrazamos, no vendemos nada”, explica Daiane (Brum, 2014, D14).

El Ministro de Integración, Soren Pind, dice que su país es una tribu que desciende de los vikingos, y que es por ello que es tan difícil absorber inmigrantes, sobre todo no occidentales. De acuerdo con él, los daneses no desean “cambios negativos”, los cuales asocian a personas que vienen de fuera (Gotardello, 2011, párr. 21).

William Johnson, presidente del American Freedom Party, clasificado como grupo de odio por el Southern Poverty Law Center (SPLC), defiende la prohibición de matrimonios entre blancos y negros y el separatismo que tienen como finalidad la creación de una “nación blanca”. “Diversidad y multiculturalismo son sinónimos de genocidio blanco. Yo quiero que nuestras escuelas primarias tengan solamente niños rubios, de ojos claros, creciendo y aprendiendo a ser buenos para la comunidad. No quiero que nos convirtamos en Brasil, dijo Johnson por teléfono a Folha” (Fleck, 2014, A16).

En el primer ejemplo, la política de Sarkozy en Francia anticipaba la exclusión o expulsión de los gitanos en un discurso intolerante de selección definitiva. En el segundo caso, en Brasil, la intolerancia se pone de manifiesto en discursos de mezcla por fusión: se busca asimilar a los gitanos, acabar con sus “rarezas”. El tercer ejemplo es del mismo tipo de intolerancia que el segundo: en Dinamarca, el ministro muestra la necesidad de hacer de los inmigrantes, “vikingos”, como son los daneses, para acabar con las diferencias “negativas”. Finalmente, en el cuarto caso, en los Estados Unidos, grupos de odio, sobre todo racial, se oponen a la integración o admisión y predican la exclusión total de lo “diferente”: prohibición de matrimonios entre blancos y negros; creación de una “nación blanca”, sin mezclas; interpretación de la diversidad y del multiculturalismo como sinónimos de genocidio blanco.

2. Juicios de valor sobre los estados conjuntivos y disjuntivos resultantes de la selección y de la mezcla

Las operaciones de selección y de mezcla son valoradas positiva o negativamente, es decir, no están nunca exentas de juicios de valor. Así, pasar de los estados conjuntivos de la integración a los disjuntivos de la separación o exclusión, a través de la operación de selección, puede ser juzgado positivamente cuando se considera que la exclusión del “diferente” hace mejorar el grupo o la clase de la que ha sido excluido, o negativamente, cuando se juzga que dicha exclusión hace empeorar el grupo o la clase de la que ha sido separado. Los discursos de selección por separación valorada positivamente son, en general, discursos intolerantes y prejuiciosos, a los cuales se oponen los discursos contrarios, antirracistas, antihomofóbicos, y otros que consideran que la exclusión por selección del “diferente” —negro, nordestino,3 homosexual— empeora el grupo o la clase de la que ha sido excluido, pues lo que tiene lugar es una eliminación de elementos prejuiciosamente considerados malos debido a los valores de absoluto dominantes.

Zilberberg (2004) habla de mejoramiento, en el primer caso, y de peyoración, en el segundo. La exclusión, por ejemplo, de los gitanos repatriados hará a Francia menos violenta, según el discurso político de Sarkozy; la de los inmigrantes tornará a Dinamarca más “vikingo”, según su ministro. Ambos países, desde esos puntos de vista, se volverán más “puros”, más exclusivos, “mejores”, pues habrán excluido a los malos elementos y se habrán quedado sólo con los buenos. En ese caso, los valores de absoluto, es decir, de exclusividad y de pureza, son los que cuentan.

Veamos algunos otros ejemplos de discurso de exclusión valorado positivamente tomados de los textos racistas aparecidos en Twitter al día siguiente de la victoria de Dilma Rousseff en la disputa por la presidencia de la República de Brasil, y del texto homofóbico de un alumno de la Facultad de Medicina:

¡¡¡Todo es culpa de los nordestinos… sequía eterna para ustedes!!! Dilma presidenta. ¡¡Felicidades, pueblo estúpido!! Los nordestinos no son gente. Hágale un favor a SP (São Paulo): mate un nordestino ahogado. 4

Furioso con la elección de dos colegas homosexuales como coordinadores generales del Centro Académico de la Facultad de Medicina de la Universidad Federal de Ciencias de la Salud de Porto Alegre, un estudiante de segundo año incitó a sus colegas por e-mail: “Es el momento de unir fuerzas y, veladamente, hacer lo que nos corresponde para terminar —poco a poco— con esta peste. […] ¿Qué nos queda a nosotros, seres normales, que no sea sentir vergüenza y observar con inquietud cómo nuestro país cae en la decadencia? […] Os digo, futuros colegas: ¿y si la solución fuera que cada uno de nosotros actuara cuando esa escoria nos busque para curar sus enfermedades venéreas y demás plagas de sus asquerosos cuerpos? (Folha de São Paulo, 2010, p. C10).

En la primera cita, la exclusión del nordestino (muerto por la sequía o ahogado) se considera positiva, pues perjudica al Brasil “inteligente”, sobre todo a São Paulo, con su “estupidez” y “animalización” (“los nordestinos no son gente”). En la segunda, la exclusión de los homosexuales (“escoria” y seres anormales) es también un mejoramiento del grupo de “seres normales”.

De la misma forma, la operación de mezcla, de tránsito de la separación a la integración, puede ser valorada negativa o positivamente. La integración es juzgada negativamente, es decir, como una “peyoración”, cuando se considera que añade los valores “negativos” de lo “raro” y lo “diferente” a los valores positivos de los “iguales” y normales, profanándolos; es considerada positivamente, esto es, como un “mejoramiento”, cuando se juzga que con ella hubo un enriquecimiento de elementos buenos.

Los discursos del multilingüismo y del multiculturalismo muestran, por ejemplo, que el tránsito, de la separación o exclusión de lenguas, usos lingüísticos y culturales, a la integración multilingüística que proponen es un mejoramiento, pues hay adición de buenos elementos. Es lo que ocurre en los discursos sobre multilingüismo de Barthes o de Mia Couto, citados a continuación.

Barthes aborda principalmente la variación lingüística y la necesidad de hablar varias lenguas en el interior de un mismo idioma. En su Lección inaugural (Barthes, 2004), dice:

Pero es bueno que los hombres, dentro de un mismo idioma —el francés, para nosotros— tengan varias lenguas. Si yo fuera legislador […], lejos de imponer una unificación del francés, sea burguesa o popular, alentaría, por el contrario, el aprendizaje simultáneo de diversas lenguas francesas, de funciones diferentes, igualmente promovidas. […] Esta libertad es un lujo que toda sociedad debería procurar a sus ciudadanos: que haya tantos lenguajes como deseos; propuesta utópica, puesto que ninguna sociedad está todavía dispuesta a aceptar que existan diversos deseos (pp. 129-130).

Mia Couto (2011), en un bello texto intitulado “Línguas que não sabemos que sabíamos” (“Lenguas que no sabemos que sabíamos”), presentado en un congreso internacional de literatura en Estocolmo, insiste en el carácter imprescindible de la diversidad y de la pluralidad —del multiculturalismo y del multilingüismo— como condiciones de la civilización, la modernidad y el desarrollo futuro:5

Lo que hizo sobrevivir a la especie humana no fue sólo la inteligencia, sino nuestra capacidad de producir diversidad. […] El sociólogo indio André Béteille escribió: “Conocer una lengua nos vuelve humanos, sentirnos a gusto en más de una lengua nos vuelve civilizados”. Si esto es verdad, los africanos —señalados secularmente como los no civilizados— están más dispuestos para la modernidad de lo que ellos mismos piensan. Una gran parte de los africanos domina más de una lengua africana y, además, habla una lengua europea. […] Estoy abogando por un hombre plural, provisto de un idioma plural. Junto a una lengua que nos haga ser mundo, debe coexistir otra que nos haga salir del mundo. Por un lado, un idioma que nos dé raíz y lugar. Por otro, un idioma que nos haga ser ala y viaje. Al lado de una lengua que nos haga ser humanidad, debe existir otra que nos eleve a la condición de divinidad (pp. 23 y 24).

Es fácil percibir la diferencia entre la concepción de estos autores y la de aquellos que construyen discursos contrarios a la diversidad, la pluralidad, el multiculturalismo, el plurilingüismo, la admisión de las diferencias, como el de William Johnson, presidente del American Freedom Party antes citado. Al decir que “diversidad y multiculturalismo son sinónimos de genocidio blanco”, William Johnson considera la operación de mezcla como un peyoración que añade valores “negativos” de lo “raro” y lo “diferente” a los valores positivos de los “iguales” y normales, profanándolos.

Los discursos prejuiciosos e intolerantes son, repetimos, los que generalmente consideran la selección como una buena separación, y la mezcla, una profanación. Los discursos que se oponen a los prejuiciosos e intolerantes (los antirracistas, por ejemplo) son los que juzgan que la exclusión por selección de lo “diferente” empeorará el grupo o la clase de la que éste ha sido excluido, pues lo que ha tenido lugar con ella es una eliminación de “buenos” elementos. Finalmente, los discursos de aceptación o inclusión, como los de Mia Couto y Barthes, son los que presentan la mezcla como enriquecimiento social.

3. Los límites de la selección y de la mezcla

Zilberberg afirma que el límite “natural” de la selección es la ausencia de cualquier impureza, o, en otras palabras, de cualquier diferencia. Para intentar llegar a esta ausencia de impureza, en la búsqueda de valores de absoluto, la selección es reiterada a través de una selección de la selección. Esa operación pretende la “pureza de la pureza” y, al alcanzar ese límite, el de un mundo de excluidos, los discursos intolerantes son la causa muchas veces de una violencia exacerbada, como la de los genocidios. En el texto en el que William Johnson se manifiesta contra la diversidad y el multiculturalismo, dice, entre otras cosas: “quiero que nuestras escuelas primarias tengan sólo niños rubios, de ojos claros, creciendo y aprendiendo a ser buenos para la comunidad. No quiero que nos convirtamos en Brasil”. Quiere así la “pureza de la pureza” de color —niños blancos, rubios y de ojos claros—, con lo que excluye así, en una primera selección, a los negros; en la selección de la selección, a los blancos de cabello oscuro; y en la tercera selección, a los blancos rubios de ojos negros.

En relación con la mezcla, nuevamente según Zilberberg (2004), su límite “provisorio” es la mezcla de la mezcla, que anula la distinción constitutiva del sentido y de la identidad, y que conduce a nuevas selecciones para reconstruirlos. Por esa razón, los discursos de aceptación e inclusión social se definen, como hemos visto, por la integración, pero no por la fusión completa, en la que se anulan las diferencias. En la fusión o asimilación, la aceptación social ocurre sólo porque el “diferente” se volvió “igual” a los que lo incluyen, al “nosotros”, y perdió su identidad anterior. En los dos casos examinados, los gitanos brasileños dejan de ser gitanos y se disfrazan del “brasileño estándar”, y los inmigrantes en Dinamarca abandonan sus rasgos culturales y se vuelven “vikingos”.

4. Carácter excesivo o insuficiente de la selección y la mezcla

La buena o mala aceptación de las operaciones de selección y mezcla depende también de su carácter excesivo, suficiente o insuficiente. Los puntos extremos de la gradación en análisis, es decir, la exclusión o separación definitiva y la asimilación o fusión completa, pueden considerarse excesivos o en la justa medida según varíe la cuantificación de los grados intermediarios de contigüidad y de integración en la mezcla, o de exhibición y de extracción en la selección. De acuerdo con Zilberberg (2004), cuando los estados intermediarios de la selección y de la mezcla se consideran en la justa medida, la selección extrema por exclusión y la mezcla completa por fusión se juzgan excesivas; cuando las posiciones intermedias se consideran insuficientes, los puntos extremos están en la justa medida o suficiencia. Se construyen, en el primer caso, discursos excesivos, esto es, de exceso de intolerancia, fuertemente pasionales y, en general, menos aceptados, y, en el segundo caso, discursos más aceptados, pues la intolerancia es juzgada en la justa medida. En otras palabras, si los términos intermedios fueran considerados conjunciones y disjunciones insuficientes, la exclusión y la fusión constituirían conjunción y disjunción en la justa medida o suficiencia, pues se presentarían como soluciones para la insuficiencia. La exclusión o la fusión en la justa medida, juzgadas necesarias para resolver el “problema”, son, por consiguiente, deseadas e incluso justificadas. Así, por ejemplo, en los discursos políticos intolerantes (Barros, 2013) que justifican la intolerancia al presentarla como intolerancia a lo intolerable (“no puede tolerarse la inmoralidad del homosexual, que atenta contra la familia brasileña”, etc.), la disjunción por exhibición y extracción de lo “diferente” se considera insuficiente para resolver el problema, y su exclusión en la justa medida es, por consiguiente, deseada. Esto quiere decir que el modo de ser y de actuar del “diferente” —su violencia, anormalidad o inmoralidad, y las pérdidas que causa— no puede ser tolerado o resuelto con formas insuficientes de exhibición o extracción. La exclusión definitiva se hace necesaria en ese caso. De ahí los asesinatos de homosexuales, indígenas, negros. De la misma forma, si la conjunción por contigüidad e integración se juzga insuficiente para promover la inclusión social, se puede recurrir, “justificadamente”, a la asimilación de las diferencias, como ocurre en los discursos ya mencionados sobre la inmigración (los inmigrantes deben convertirse en “vikingos” en Dinamarca, pues su admisión, con la respectiva conservación de sus rasgos culturales, no es suficiente, no resuelve el “problema”), o en ciertos discursos sobre los indígenas (que deben transformarse en “blancos”). En los dos casos, los discursos intolerantes se atenúan y encuentran justificaciones racionales y afectivas: están en la justa medida, pues sólo ellos resuelven los “problemas” causados por los “diferentes”.

La cuestión del carácter excesivo o insuficiente de la conjunción y de la disjunción, resultantes de la mezcla y de la selección, es de interés para este estudio principalmente porque permite describir y explicar, conforme ha sido señalado, la mayor o menor aceptación de los discursos prejuiciosos e intolerantes.

Consideraciones finales

Para concluir, un último ejemplo que muestra claramente la relevancia de la propuesta de Zilberberg (2000; 2003; 2007; 2016), especialmente en lo que concierne al carácter excesivo o insuficiente de las relaciones de conjunción y disjunción para el análisis de los discursos prejuiciosos e intolerantes: es el de la construcción discursiva de las lenguas nacionales, que hemos abordado de un modo más amplio en otros estudios (Barros, 2017; Fiorin, 2009; 2010). En dichos trabajos estábamos interesados principalmente en la construcción del portugués como lengua nacional en Brasil. Vamos a recuperar aquí sólo algunas cuestiones sobre la construcción de las lenguas nacionales en general, las cuales serán clarificadas con las posibilidades teóricas y metodológicas que nos ofrecen las contribuciones de Zilberberg.

En estudios diversos, Sylvain Auroux (1994; 2014) ha mostrado que la gramatización de las lenguas vernáculas europeas en los siglos XV y XVI a partir de la tradición grecolatina corresponde a una verdadera política lingüística, creadora de las lenguas nacionales. Según el autor, las lenguas nacionales no existen en sí mismas y resultan de procedimientos de construcción de varios tipos. En otras palabras, nación y lengua nacional son invenciones y, para crear una nación, la lengua y sus gramáticas desempeñan un rol fundamental. La función principal de las gramáticas es unificar las variaciones propias de las prácticas conversacionales de una lengua, excluyendo las demás, y construir, a partir de esa unificación, la lengua nacional. Auroux insiste incluso en que la gramatización del Renacimiento europeo, de cierta forma, “anticipó” o comenzó la formación de las identidades nacionales, concluidas plenamente sólo en los siglos XVIII y XIX.

Partiendo de esos principios, concluimos, en nuestros estudios sobre las gramáticas del portugués (Barros, 2003; 2005a; 2005b; 2011b), que los discursos gramaticales que crean las lenguas nacionales son discursos de lo que denominamos norma única o “natural”, la cual crea una imagen de lengua homogénea y sin variación, aun cuando la variación no se suprima nunca totalmente. Esos discursos realizan operaciones de selección o “unificación” para construir la lengua nacional.

En otras palabras, los discursos gramaticales que establecen relaciones entre lengua y nación, y que construyen naciones, imperios, identidad y lengua nacional con la estrategia de la “unificación”, propia de la operación de selección, son discursos gramaticales de la norma única y natural, y de la lengua homogénea. Se produce así el borramiento de ciertas variaciones y usos de la lengua en favor de una de ellas, o la exclusión de ciertas lenguas en favor de una de ellas, o la construcción de una “nueva” lengua y el borramiento de las otras, etcétera, pues son muchas las estrategias de construcción de la lengua nacional, pero todas tienen siempre por base, en vistas a la unificación, la operación de selección por exclusión.

La construcción de la lengua nacional, así como de naciones e imperios, se deriva, repetimos, de una operación de selección, y el valor de absoluto —de exclusividad y unicidad— es el valor buscado en esos discursos.

Los discursos de construcción de las lenguas nacionales, así como el resto de discursos nacionalistas e imperialistas, se construyen por el pasaje, por la selección, de los estados de mezcla (por ejemplo, el estado de diversidad lingüística, anterior a la construcción de la lengua nacional, en el que los diferentes usos coexisten) al estado de la separación o exclusión (en la construcción de la lengua nacional “única” u homogénea). Esa construcción por exclusión, que caracteriza en general a los discursos intolerantes, es presentada, en el caso del discurso nacionalista, como un mejoramiento, con una valoración positiva, pues la selección y la exclusión permiten la construcción de la identidad nacional y establecen la “pureza”, el carácter homogéneo y la exclusividad de la lengua nacional, su valor de absoluto.

Además, en dicha operación de selección, los estados intermedios se consideran insuficientes para la constitución de la nacionalidad y para la construcción de la lengua nacional. Esto justifica el discurso tónico de la exclusión lingüística de las diferencias, que no es, en este caso, juzgado como excesivo, sino como en la justa medida y bien aceptado, pues viene a “resolver” una cuestión de insuficiencia.

Ese discurso es, como ya fue mencionado, el de las gramáticas del Renacimiento europeo y, por lo tanto, el de las primeras gramáticas del portugués. Así, Fernão de Oliveira (1936) selecciona la “buena costumbre de los que más saben”, es decir, el uso de los “mejores de la lengua”, de los que “más leyeron, vieron y vivieron”, y João de Barros (1957), “un modo correcto y justo de hablar y escribir, tomado del uso y autoridad de los barones doctos”, para construir la lengua nacional de Portugal, excluyendo los demás modos y usos (Barros, 2008).

Por ello también, en esas primeras gramáticas del portugués, el discurso de la gramática dialoga en conformidad con los discursos nacionalistas e imperialistas portugueses, que son discursos de la “buena” exclusión de las diferencias.

La estructuración tensiva de los discursos soporta la organización narrativa y discursiva (recorrido narrativo de la sanción, recorrido pasional del miedo y del odio, recorrido temático y figurativo de la “diferencia”, y otros) que propusimos para el análisis de los discursos prejuiciosos e intolerantes. La contribución de Zilberberg para tales estudios es inestimable, pues, con los aportes resultantes de sus propuestas, que hemos presentado de forma muy sucinta en este artículo, es posible:

  • construir una organización más abstracta de los discursos intolerantes y, por lo tanto, con mayor campo de aplicación;

  • examinar las tensiones de los discursos intolerantes y la dominación de lo sensible sobre lo inteligible;

  • señalar, con mayor claridad y seguridad teórica, las relaciones entre los discursos intolerantes y los de aceptación o inclusión;

  • determinar, con los estados aspectuales, grados intermediarios y formas diferentes de intolerancia y de aceptación;

  • mostrar los valores de absoluto o de exclusividad y unicidad, y los de universo o de difusión y universalidad, en los discursos de intolerancia y en los de aceptación;

  • señalar los juicios de valor de los discursos intolerantes, que se suman a las moralizaciones pasionales tratadas en el análisis del odio y el miedo en los discursos intolerantes;

  • analizar, con los límites extremos de la selección y de la mezcla, las formas más violentas de intolerancia o la pérdida de identidad y de sentido, respectivamente;

  • explicar la mayor o menor aceptación de los discursos intolerantes y las estrategias usadas con esos fines;

  • y, sobre todo, ampliar el conocimiento sobre los discursos prejuiciosos e intolerantes en general.

Referencias

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Auroux, S. (2014). La grammatisation des vernaculaires européens. Todas as letras. Revista de Língua e Literatura, 16(1), 106-114. [ Links ]

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1Traducción de Rodrigo de Freitas Faqueri, revisión de la traducción: Lorena Ventura Ramos.

2“A França iniciou ontem a primeira leva de repatriamento de ciganos de origem estrangeira após o endurecimento da política contra imigração ilegal anunciada pelo presidente Nicolas Sarkozy e pelo ministro do Interior, Brice Hortefeux, em julho” (Cardoso, 2010, p. A16). “Brasileiros, há mais gerações do que conseguem lembrar, os ciganos vivem uma realidade única: lutam para resistir como cultura, mas precisam esconder a cultura para sobreviver no cotidiano. [...]. Elas [as mulheres ciganas] saem logo cedo, pela manhã, para vender panos de prato nas ruas e nas feiras. Antes, se fantasiam. Para elas fantasiar-se é um contrário. Tiram as longas saias coloridas, os cintos vistosos, os brincos enormes. Botam jeans e camiseta, ou um short, viram qualquer uma. É um paradoxo: para tornar-se visíveis, precisam tornar-se invisíveis”. “Se não nos fantasiamos, não vendemos nada, explica Daiane” (Brum, 2014, p. D14). “O Ministro da Integração, Soren Pind, diz que seu país é uma tribo que descende dos vikings, e que por isso é tão dificil absorver imigrantes, sobretudo não-ocidentais. Segundo ele, os dinamarqueses não querem “mudanças negativas, que associa a pessoas vindas de fora” (Gotardello, 2011, párr. 21). William Johnson, presidente do American Freedom Party, listado como grupo de ódio pelo SPLC, defende a proibição de casamentos entre brancos e negros e o separatismo, a fim de criar uma “nação branca”. “Diversidade e multiculturalismo são sinônimos de genocídio branco. Eu quero que nossas escolas primárias tenham só crianças loiras, de olhos claros, crescendo e aprendendo a ser boas para a comunidade. Eu não quero que nos tornemos o Brasil”, disse Johnson, por telefone, à Folha (Fleck, 2014, A16).

3Población perteneciente a la región Noreste de Brasil, compuesta por nueve estados: Bahia, Sergipe, Alagoas, Pernambuco, Paraíba, Rio Grande do Norte, Ceará, Piauí, Maranhão. Dicha población muchas veces es considerada como inferior a las demás. Sus integrantes suelen recibir apodos despectivos como “perezosos”, “torpes”, “rudos”, “feos”, entre otros. La región, además del prejuicio geográfico, ha sufrido históricamente grandes sequías.

4“É tudo culpa dos nordestinos... seca eterna para vocês!!!! Dilma presidente. Parabéns povo burro!! Nordestino não é gente. Faça um favor a SP: mate um nordestino afogado”. “Irado com a eleição de dois colegas homossexuais para coordenadores-gerais do Centro Acadêmico da Faculdade de Medicina de Universidade Federal de Ciências da Saúde de Porto Alegre, um estudante do 2º ano conclamou os colegas por e-mail: Está na hora de unirmos forças e, veladamente, fazer o que nos couber para dar fim - pouco a pouco - nesta peste. [...] O que resta a nós, seres normais, a não ser sentir vergonha e observar inquietos nosso país cair em decadência? [...] Eu vos digo, futuros colegas: e se a solução fosse cada um de nós tomarmos uma atitude no momento em que essa escória nos procurar para curar suas doenças venéreas e demais pragas de seus corpos nojentos?” (Folha de São Paulo, 2010, C10).

5O que fez a espécie humana sobreviver não foi apenas a inteligência, mas nossa capacidade de produzir diversidade. [...] O sociólogo indiano André Béteille escreveu: “Conhecer uma língua nos torna humanos, sentirmo-nos à vontade em mais que uma língua nos torna civilizados”. Se isto é verdade, os africanos - secularmente apontados como os não-civilizados - poderão estar mais disponíveis para a modernidade do que eles próprios pensam. Grande parte dos africanos domina mais do que uma língua africana e, além disso, falam uma língua europeia.[...] O que advogo é um homem plural, munido de um idioma plural. Ao lado de uma língua que nos faça ser mundo, deve coexistir uma outra que nos faça sair do mundo. De um lado, um idioma que nos crie raiz e lugar. Do outro, um idioma que nos faça ser asa e viagem. Ao lado de uma língua que nos faça ser humanidade, deve existir uma outra que nos eleve à condição de divindade (pp. 23, 24).

Recibido: 28 de Octubre de 2019; Revisado: 30 de Marzo de 2020; Aprobado: 05 de Abril de 2020

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Diana Luz Pessoa de Barros es profesora en la Universidad Presbiteriana Mackenzie y Profesora Emérita de la Universidad de São Paulo. Ha publicado sus textos principalmente en los campos de la teoría y el análisis del discurso, los estudios de la lengua oral, la semiótica discursiva y la historia de las ideas lingüísticas. De sus principales publicaciones, podemos destacar: Teoria do discurso. Fundamentos semióticos (2002), Teoria semiótica do texto (2005) y Preconceito e intolerância: reflexões linguístico-discursivas (2011).

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