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Boletín médico del Hospital Infantil de México

versão impressa ISSN 1665-1146

Bol. Med. Hosp. Infant. Mex. vol.62 no.6 México Nov./Dez. 2005

 

Noticias y comentarios

 

In memoriam

 

Un esbozo de la vida del Dr. Jorge Olarte

 

Hace unos días tuvimos la pena de recibir la noticia del fallecimiento del Dr. Jorge Olarte, distinguido investigador de este Hospital quien, durante más de 30 años, entregó su habilidad y sus conocimientos a realizar investigaciones en Microbiología, hasta lograr una buena aportación sobre la etiología de las enfermedades infecciosas que afectan a la infancia en México.

Jorge fue uno de los primeros investigadores que el Dr. Federico Gómez designó para completar el conocimiento de los padecimientos que atiende nuestro Hospital, y quisiera recordar, en esta semblanza, algunos aspectos de su vida y de su obra, de las que tuvimos oportunidad de conocer quienes fuimos sus compañeros y amigos.

Si seguimos su trayectoria, desde su arribo a nuestro país, debemos admitir que tres Instituciones influyeron notablemente en su desarrollo: la escuela Nacional de Ciencias Biológicas (ENCB), el Instituto de Salubridad y Enfermedades Tropicales (ISET) y el Hospital Infantil de México Federico Gómez (HIMFG). La primera, la ENCB, le dio la preparación profesional básica para ser un buen bacteriólogo, dada la calidad de sus maestros, de los más distinguidos microbiólogos con quienes contaba el país, muchos de ellos investigadores de los Institutos de Higiene o del ISET.

El ISET le dio la oportunidad de iniciarse en la metodología de la investigación en Microbiología, proporcionándole los mejores elementos instrumentales y de información con los que contaba México, además del trato con investigadores destacados en sus diferentes disciplinas.

El Hospital Infantil de México Federico Gómez le puso en contacto con los problemas reales que afectaban a la infancia del país y con los médicos que intentaban resolverlos, quienes, por otra parte, estaban requiriendo su apoyo.

Remontémonos al año de 1939, cuando Jorge abandonó su nativa Colombia buscando en México la oportunidad de estudiar algo que no encontraba en su país y, en su trayectoria, al pasar por Costa Rica, tuvo la oportunidad de conversar con Julieta Laguna, quien posteriormente fuera distinguida patóloga, y en esa época estudiaba su carrera de Medicina en México.

Olarte aprovechó la ocasión para preguntarle dónde podría estudiar Microbiología en nuestro país, ya que era el objetivo de su viaje. Julieta le informó que existía una escuela, con excelente profesorado, y recientemente incorporada al Instituto Politécnico Nacional, con el nombre de ENCB, que ofrecía la especialidad que él requería. En esta Escuela se inscribió Jorge al llegar a México.

Otro incidente importante en su vida aconteció cuando, al cursar el segundo año de la carrera de Químico Bacteriólogo, en la ENCB, su profesor de inmunología fue el Dr. Gerardo Varela, investigador y Jefe del Laboratorio de Bacteriología Intestinal del ISET.

El maestro Varela incidentalmente mencionó en clase el descubrimiento, por el Dr. Lleras de Colombia, de un bacilo cultivable al que se le atribuía la etiología de la lepra. Al terminar la clase, Olarte se acercó al Dr. Varela, y le dijo que él era colombiano y que le conseguiría el bacilo de Lleras.Así lo hizo, y cuando el microorganismo llegó a manos de Jorge, lo llevó al investigador, quien al recibirlo le dijo: ¿ahora qué hacemos con esto? Véngase a mi laboratorio y usted lo trabaja. Así comenzó la estrecha colaboración entre Varela y Olarte que duró cerca de 50 años, hasta la muerte del profesor, cosechándose la mayor información que se ha publicado sobre el papel de las enterobacterias en la patología mexicana.

En el ISET, Olarte trabajó con los Drs. Varela y José Zozaya, más intensamente con el primero. A ambos los sucedió, al Dr.Varela en la cátedra de Inmunología en la ENCB y a Zozaya en el sitial de Microbiología de la Academia Nacional de Medicina.

En el Hospital Infantil de México la labor de Olarte fue muy productiva y dio por resultado que el pequeño laboratorio que ocupaba en el segundo piso del edificio fuera conocido en todo el mundo. Desde este pequeño recinto, considerado como uno de los laboratorios de referencia internacional en Bacteriología Entérica, él mantenía contacto permanente con otros laboratorios de excelencia en el estudio de este grupo bacteriano, lo mismo era con la Unidad Entérica de CDC de Atlanta, con Edwards y Ewing; con F. Kauffmann, jefe del Centro Internacional de Salmonella y Escherichia de Copenhague; con los esposos Le Minor, del Instituto Pasteur o con Formal, en el Walter Reed de Washington. Con este último estableció una colaboración aún más estrecha en trabajos sobre shigelosis.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) acreditó al laboratorio de Olarte en el Hospital Infantil de México, no solo como un Centro Colaborador, y a Olarte como miembro del comité de Expertos en Bacteriología Entérica, sino que lo incorporó al Estudio Multicéntrico sobre la Etiología de las Diarreas que realizó este organismo.

Estamos obligados a recordar sus actividades como promotor de la Microbiología en nuestro país y en Latinoamérica, ya que formó parte, del grupo que representaba a México en las reuniones internacionales, y como presidente de la Asociación Mexicana de Microbiología organizó el X Congreso Internacional de Microbiología en México en 1970, con asistencia de 5 000 microbiólogos de todo el mundo.

En su laboratorio también se iniciaron en el quehacer inquisitivo numerosos jóvenes bacteriólogos, y quienes trabajábamos en otras instituciones con frecuencia recurríamos a él cuando requeríamos una opinión autorizada en los grupos bacterianos de su competencia.

En nuestro Hospital siempre se le consideró un apoyo de gran competencia para el diagnóstico de enfermedades infecciosas, y no solo en infecciones gastrointestinales. Así realizó un estudio sobre etiología de las meningitis que incluía a la meningitis tuberculosa, muy frecuente en esa época o la meningitis por Listeria monocytogenes, que no se había descrito en nuestro país.

Estudió algunas infecciones nosocomiales, como las causadas por Klebsiella. En colaboración con W. Ferguson y Torregrosa, realizó un trabajo que incluyó inoculaciones a voluntarios de Michigan, con cepas aisladas por él.

Cuando se comenzó a tomar en cuenta a Escherichia coli como un enteropatógeno de importancia y se describió al ahora conocido como O 111, como Escherichia coli–Gómez (tal como lo propusieron los bacteriólogos del Hospital Infantil de México), Olarte y Varela participaron en el estudio proporcionando evidencia de su actividad patógena.

Olarte tuvo una gran participación, al generalizarse el uso de los antibióticos, en establecer la sensibilidad de un gran número de especies y serotipos bacterianos estudiados en su laboratorio, para orientar la terapéutica de los distintos servicios del Hospital, y participó también en el estudio epidemiológico de las epidemias causadas por microorganismos resistentes a antibióticos, como la epidemia de shigelosis de Centro América, que afectó al sureste de nuestro país, o la de Salmonella typhi resistente a cloromicetina, que se inició en los estados del centro de México. Tuve la oportunidad de acudir, junto con Jorge y en representación de nuestro país, a la invitación que nos hicieron Eugenio Gangarosa del CDC y Leonardo Mata, uno de los más notables bacteriólogos de Costa Rica, a una reunión de evaluación efectuada en Guatemala, en donde se revisó el fenómeno epidemiológico, de la epidemia centroamericana.

Olarte, siguiendo la pauta del maestro Varela, seguía con gran atención los progresos que se realizaban en otros países, y tenía el gran mérito de traer al nuestro una información que entonces no era fácilmente accesible. Para ello, además de sus contactos, acudía a cuantas reuniones internacionales de su especialidad consideraba de interés.

Tuve con Olarte una estrecha amistad que se prolongó durante toda nuestra vida profesional y se manifestó no solo por el intercambio de experiencias, sino por las frecuentes ocasiones en las que nos reunimos a comer. En un principio era tema de conversación el intercambio de experiencias, posteriormente se transformó, con la edad, en intercambio de reminiscencias.

Cuando él quiso retirarse, después de más de 30 años de servir al Hospital Infantil de México, estaba preocupado por dejar en su lugar a alguien que siguiera su trayectoria y me hizo el honor de proponérmelo, lo cual no pude aceptar, por compromisos previamente adquiridos. Varios años después, estando ya retirado de mi puesto de Director del ISET el Dr. José Ignacio Santos, Subdirector de Investigación del Hospital, me invitó a ingresar como investigador a la institución y ocupé la misma oficina y laboratorio que ocupara Jorge. Él me visitaba en cada ocasión que acudía al Hospital como miembro de algún Comité y charlábamos con gran complacencia. Por ello, fui uno de los muchos que sintieron la pérdida de quien, habiendo nacido en otras latitudes, vivió y amó México como si fuera su patria de origen y la prestigió y benefició como pocos mexicanos lo hicieran.

En su vida personal fue un hombre afortunado, se casó con una bella mujer que era conocida por su gran simpatía: adoración, quien siguió la misma carrera de Jorge. La conocimos, como estudiante y la recordamos como una de las compañeras más alegre, amistosa y jovial de la Escuela.

Cuando Jorge se decidió a abandonar el Hospital Infantil y dedicarse al ejercicio privado de la profesión, también hizo una sociedad exitosa con José Akle, antiguo compañero de estudios profesionales, fundando uno de los laboratorios más prestigiados de México, equipado con lo más moderno en tecnología, que administra con gran eficacia su hijo Jorge.

Dr. Adolfo Miravete
Academia Nacional de Medicina

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