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Papeles de población

versión On-line ISSN 2448-7147versión impresa ISSN 1405-7425

Pap. poblac vol.10 no.40 Toluca abr./jun. 2004

 

Dimensiones ideológicas del cambio familiar en Montevideo*

 

Ideological dimensions of family change in Uruguay

 

Andrés Peri

 

Universidad de la República de Uruguay.

 

Resumen

Este trabajo analiza la relación entre "nuevos" comportamientos familiares y las concepciones ideológicas de las mujeres. Tomando una encuesta realizada en Montevideo y su Área Metropolitana. Con base en el análisis de los resultados de una encuesta aplicada a 1 806 mujeres entre 25 y 54 años, el autor construye tres factores de dimensiones ideológicas subyacentes en las encuestas: uno de igualdad de género, otro de conservadurismo y, por último, un factor de institucionalismo. El trabajo concluye con la necesidad de incorporar explicaciones recursivas que incluyan tanto el efecto selectividad por valores como la adecuación de valores por transición que postulan Surkyn y Lesthaegue (2002).

Palabras clave: familia, cambio familiar, ideología y género, Uruguay.

 

Abstract

In this work, the relation between "new" family behaviour and ideological concepts of women in analysed, taking into account a survey conducted in Montevideo and its Metropolitan Area. Based on analysing of the results of an applied survey of 1 806 women, aged between 25 and 54 years, the author builds three factors of ideological demensions underlying the surveys: one of gender equality, another of conservatism and, last, a factor of institutionalism. This work concludes with the necessity to incorporate recursive explications including as well the selectivity by values effect as the adequacy of values by transition postulated by Surkyn and Lesthaegue (2002).

Key words: family, change of the family, ideology and gender, Uruguay.

 

Introducción

Sabemos que el modelo tradicional de familia conyugal está cambiando a un ritmo acelerado. De hecho, si lo definimos como el de la familia de la década de 1950, cuando el hombre se encargaba de trabajar afuera, la mujer organizaba el hogar y el cuidado de los niños, y todos convivían en una vivienda separada de la parentela mayor, constatamos que ese modelo dejó largamente de ser el mayoritario para convertirse en casi una excepción (Filgueira y Peri, 1993).

No sólo ha aumentado la diversidad de arreglos familiares, sino también se han vuelto más complejas las trayectorias conyugales tanto de los hombres como de las mujeres. Si antes era común pensar que el matrimonio era un evento único en la vida de las personas (y así ocurría), hoy la experiencia de un divorcio está cada vez más generalizada. Si antes una proporción de los niños vivía en hogares monoparentales como consecuencia de la muerte de uno de sus progenitores, hoy viven en ese tipo de hogar mayoritariamente a causa de la disolución de la pareja.

Para completar el cuadro, las relaciones entre hombres y mujeres han cambiado sensiblemente desde aquel modelo de división tajante de roles —instrumentales para los hombres y expresivos para las mujeres— que caracterizaron las películas y que describió Talcott Parsons. En efecto, Uruguay ostenta la mayor tasa de participación femenina en el mercado de empleo en América Latina y una de las mayores tasas de desocupación de hombres, por lo que la modalidad de articular el mercado de empleo con el trabajo doméstico se aparta bastante del modelo de la década de 1950. No sólo la división de roles ha cambiado, sino que también lo han hecho la valoración de esos roles y los objetivos vitales de las personas, aunque a ritmos bastante más lentos.

A pesar de la magnitud de los cambios reseñados, se sabe poco sobre las características de la población que los incorpora a su vida. Cuando se analiza, por ejemplo, la emergencia de nuevas formas de conyugalidad, como las uniones consensuales o la multiplicidad de parejas en el tiempo, se encuentra que estos comportamientos no tienen la misma prevalencia entre distintos sectores sociales. Las mujeres de sectores sociales bajos tienen mayor afinidad a convivir en pareja sin estar casadas que las mujeres de sectores acomodados, al igual que respecto a formar otra pareja después de la disolución de la primera unión.

Contrariamente a la pauta antes descrita, las mujeres de los sectores sociales bajos son las más apegadas al sistema tradicional de división del trabajo, en el que la mujer se encarga exclusivamente del cuidado de los niños y de las tareas del hogar.

Pero fuera de ciertas tendencias estadísticas del tipo descrito en el párrafo anterior es posible pensar que la adopción de nuevos comportamientos no es sólo una adaptación diferencial a un entorno de depravación o estrés derivados de la articulación de la familia con otros órdenes sociales, sino el resultado de un cambio de valores y actitudes que lleva a esos nuevos comportamientos.

En este trabajo vamos a estudiar si la adopción de nuevos comportamientos familiares está mediada por "procesos de conciencia" que predisponen a ciertos individuos a adoptar con mayor facilidad los nuevos comportamientos familiares.

 

El debate teórico

En la demografía hay una nueva corriente que impulsa la incorporación del sentido de la acción a la explicación demográfica. Tradicionalmente, la demografía era la ciencia más estructuralista (a la Durkheim) en el sentido de que establecía que las estructuras cambiaban sin necesidad de que mediara la conciencia. La "ciencia de las tasas" había logrado encontrar las "leyes de la acción social" que regulaban el comportamiento de las poblaciones sin necesidad de recurrir a una explicación que incorporara la perspectiva del actor.

En realidad, esta perspectiva reduccionista de los valores no es exclusiva de la demografía. Lesthaeghe y Moors (2000) muestran cómo, en la explicación de la dinámica social, los valores han sido relegados también en otros varios cuerpos teóricos, como las teorías neoclásicas en economía, las teorías del intercambio en sociología, así como diversas versiones del marxismo.

Sin embargo, en el debate teórico actual sobre la llamada "segunda transición demográfica" (STD), el papel de los valores y la ideología juegan un rol central. Lesthaeghe muestra cómo la incorporación de lo que él llama factores ideacionales no se contrapone a otras explicaciones del cambio, a la vez que tampoco es un factor redundante en la explicación.

Surkyn y Lesthaeghe (2002), en un fermental artículo, muestran que existe una relación entre ciertos arreglos de convivencia y ciertas actitudes ideológicas. En ese trabajo, ambos autores utilizan un análisis de clasificación múltiple aplicado a la encuesta sobre valores en Europa de 1999 y muestran cómo, efectivamente, existe una correspondencia entre los tipos de hogar y los valores "no conformistas". Por ejemplo, las personas que cohabitan tienen el mayor puntaje en el índice de "no conformismo", mientras que el puntaje más bajo corresponde a las personas casadas que nunca convivieron.

Los autores concluyen que existen dos efectos que operan simultáneamente. Por un lado, se da una selectividad natural entre los individuos, que los lleva a formar ciertos tipos de arreglos domésticos en función de los valores a los que se adhieren previamente. A este efecto lo denominan "selectividad y ordenamiento por valores". Por otro lado, existe un ajuste y un refuerzo de los valores a partir de experimentar cierto tipo de transiciones. A este efecto lo denominan "adaptación de valores por transición". Estos dos efectos son los elementos de un modelo recursivo que los autores describen para la situación europea.

En Uruguay, las explicaciones sobre el cambio familiar se han centrado en dos cuerpos teóricos. En primer lugar, la teoría sobre la "incertidumbre de rol", que no es ajena a preocupaciones sobre la relación entre condiciones estructurales y formas de estructuración de la identidad. En esta teoría, los procesos ideacionales tienen un papel primordial en la explicación de los cambios en los comportamientos familiares. Sin embargo, en esta visión los valores actúan sólo en forma negativa, creando incertidumbres de rol que llevan a diversos procesos de desestructuración social. En segundo lugar, se ha concebido al marcado proceso de desinstitucionalización del matrimonio como un proceso de secularización a nivel de los sectores educados (efecto modernización), pero se recurre a una explicación de tipo estructural para dar cuenta del fenómeno entre los sectores populares.

 

La estrategia empírica

Para probar la incidencia de los factores ideológicos en los comportamientos familiares se construyeron dimensiones ideológicas de las mujeres y se las relacionó con tres comportamientos que son característicos de la emergencia de nuevas formas de familia.

Los datos provienen de la Encuesta sobre Situaciones Familiares y Desempeños Sociales de los Niños en la Zona Metropolitana de Montevideo (Bucheli et al., 2002), que se realizó entre los meses de marzo y octubre de 2001 y fue financiada por la CSIC, UNICEF y las facultades de Ciencias Sociales y Ciencias Económicas de la Universidad de la República.

Se entrevistaron 1806 mujeres de entre 25 y 54 años sobre una multiplicidad de aspectos de la vida familiar. Las encuestas incluyeron un módulo de cuestionario común donde las entrevistadas respondían sobre las características del hogar, sus trayectorias conyugales y los contactos extrafamiliares junto a un cuestionario autosuministrado donde las mujeres respondían a cuestiones más sensibles sobre la vida familiar. Todas las preguntas sobre los aspectos ideacionales provienen del formulario autosuministrado, lo que da mayores garantías de no interferencia del encuestador en las respuestas recogidas.

Dimensiones ideológicas

Se construyeron cuatro dimensiones teóricas (factores) con base en las opiniones de las mujeres provenientes del formulario autosuministrado. Las cuatro dimensiones construidas fueron institucionalismo, conservadurismo, igualdad de género e hijocentrismo. Se presentó a las mujeres una serie de afirmaciones sobre la vida conyugal y familiar y se les pidió que declararan si estaban "muy de acuerdo"», «de acuerdo», "ni de acuerdo ni en desacuerdo", "en desacuerdo" y "muy en desacuerdo" con ellas. Se sabe que las respuestas a ítems individuales puede ser errática, por lo que usualmente, cuando se trata de estudiar patrones de respuestas, se agrupan distintos ítems que refieren a una misma dimensión, para así aumentar el nivel de validez y confiabilidad. Para la construcción de los factores, primero se tomó en cuenta que cada dimensión teórica formase un solo factor. De esta forma nos aseguramos que los ítems elegidos se referían a una única dimensión subyacente. Como las dimensiones propuestas no son excluyentes, se optó por no formar las dimensiones del factorial con todos los ítems simultáneamente, pues eso habría maximizado la solución ortogonal.

En el caso de las variables sin dato, se optó por reemplazar por la media los valores faltantes. Una prueba entre el cambio de la relaciones observadas eliminando los casos sin datos no mostró ninguna diferencia con la decisión adoptada. En el análisis factorial se usó la opción de componentes principales y la solución sin rotación.

Los ítems que se incluyeron en cada una de las dimensiones ideológicas son:

Institucionalismo

Este factor refiere a una dimensión antropológica bien estudiada en sociología de la familia. Refiere a que las personas difieren en el grado que se apegan a las prescripciones normativas que emanan de pertenecer a una institución. A las personas que tienden en mayor medida a regular sus comportamientos con base en las prescripciones normativas de las instituciones se las llama "institucionalistas". Los ítems que se incluyeron para esta dimensión son:

1. El matrimonio legal le da más estabilidad a la pareja que la unión libre.

2. Las personas deberían casarse pensando que el matrimonio es una relación para toda la vida.

3. Si una pareja tiene hijos debe hacer todo lo posible para mantenerse junta.

La primera afirmación refuerza la creencia en la eficacia prescriptiva del matrimonio legal frente a la unión libre. La segunda afirmación refiere a la permanencia del contrato matrimonial, lo que reafirma la dimensión prescriptiva de la institución. La adhesión a la última afirmación supone la limitación del interés individual por el interés de los hijos, lo que reafirma el aspecto de constreñimiento a la decisión individual inherente a la dimensión "institucionalista".

Liberalismo-conservadurismo

Este factor refiere a la dimensión de liberalismo-conservadurismo cultural y no político, aunque puede asociarse a él. Con este factor queremos identificar un corpus ideológico que denominamos "conservador", cuyo núcleo central se caracteriza por el miedo al cambio, el apego a instituciones culturales clásicas y una cierta fobia a la diversidad. Creemos que este corpus ideológico es uno de los sustentos de la defensa de las formas tradicionales de familia. Los tres ítems que conforman este factor son:

1. La formación religiosa ayuda a los niños a desarrollarse como personas.

2. El divorcio ha aumentado porque las personas se han vuelto más individualistas.

3. Si un/a maestro/a es homosexual los padres de los niños deberían saberlo.

Igualdad de género

Este factor refiere a las concepciones que tienen los individuos sobre las relaciones entre hombres y mujeres. La ideología patriarcal supone una fuerte división de roles entre hombres y mujeres. Ésta se plasma en la división del trabajo intra y extradoméstico entre el hombre "ganapán" y la mujer "cuidadora del hogar".

1. Es mucho mejor si el hombre se encarga de trabajar afuera y la mujer se encarga de la casa y de la familia.

2. Un hombre debe ocuparse de las tareas domésticas igual que su esposa.

3. Una mujer se siente más realizada si trabaja fuera de su casa que si se dedica sólo al hogar.

Hijocéntrico

Las personas difieren sobre el rol que ocupan los hijos en sus vidas. Denominamos "hijocéntricas" a aquellas personas que centran su vida en torno a los hijos. Podemos pensar en un continuo donde en un extremo están aquellas personas que justifican su vida a través de la vida de sus hijos, mientras que en el otro extremo estarían aquellas personas a las que la presencia de hijos no les cambia su proyecto vital. Los ítems seleccionados para captar la dimensión "hijocéntricos" son:

1. Una mujer puede tener una vida totalmente satisfactoria sin tener hijos'(invertido).

2. Es mejor que las mujeres trabajen menos de seis horas cuando los hijos son menores de cinco años.

3. En caso de disolución de la pareja siempre es mejor que los hijos se queden a vivir con su madre.

Para cada uno de los factores, se prueba que los tres ítems forman una sola dimensión. En todos los casos el factor formado acumulaba entre 46 y 54 por ciento de la varianza total de la matriz de ítems. Las correlaciones entre los ítems y los factores superan siempre una correlación de 0.7.

La matriz de correlaciones entre los factores construidos muestra que todas las correlaciones son significativas aunque no existe alta colinealidad entre las cuatro dimensiones. La correlación más alta es 0.455 y se da entre la dimensión institucionalista y el factor que denominamos conservadurismo. Todas las relaciones teóricas entre las variables se verifican en la matriz. En efecto, nosotros esperábamos que las personas que tenían un valor alto en la dimensión igualdad de género a su vez tuviesen relaciones negativas con los otros tres factores y eso se verifica en la matriz. A su vez, las personas que presentan un puntaje alto en la dimensión "hijocéntricos" también correlacionan alto en las dimensiones "institucionalista", y "conservadurismo" y tienen una relación débil y negativa con la dimensión "igualdad de género". Además de este análisis de correlación, se estudió la relación entre los factores ideológicos y cuatro variables independientes, para analizar la consistencia de los factores construidos con variables conocidas de estratificación social.

Gráfica 1

Gráfica 2

Gráfica 3

Gráfica 4

 

Análisis de consistencia de las variables sobre dimensiones ideológicas

Los factores ideológicos se graficaron junto a cuatro variables explicativas. En todos los casos, los factores construidos se asociaron en el sentido predicho por las relaciones teóricas. Por ejemplo, el factor "igualdad de género" se relaciona positivamente con la educación formal de la mujer y con el nivel de bienestar material del hogar. Sin embargo, existen matices interesantes en el comportamiento de estas dos variables con el índice de igualdad de género que nos llevan a ser cautos con el uso indiscriminado de la educación como proxi de nivel socio-económico. Mientras que el índice de igualdad de género crece casi monotónicamente para cada nivel de educación, en relación al índice de bienes del hogar se observa que el nivel de igualdad de género crece hasta la categoría media y luego se mantiene estable de ahí en adelante.

Matices similares se observan en el factor de la dimensión "institucionalista", cuya relación con la educación es claramente descendente, mientras que se observa un comportamiento casi en U cuando la graficamos frente al índice de bienes del hogar. Esto nos estaría indicando que el mayor "institucionalismo" se concentra en los sectores más altos de la sociedad, mientras que los sectores medios son los menos institucionalistas.

En las otras dos dimensiones ideológicas construidas, "hijocéntricos" y "conservadurismo", se verifica el mismo comportamiento descendente con respecto a la educación y el índice de bienes del hogar, siendo la relación con la educación la más importante como diferenciadora de grupos.

Las relaciones entre los factores construidos y la identificación partidaria también muestran un alto grado de consistencia. Existe una clara asociación entre la simpatía hacia los partidos tradicionales y un alto grado de institucionalismo, hijocentrismo, conservadurismo y baja igualdad de género, mientras que lo opuesto ocurre entre los simpatizantes del Nuevo Espacio y el Frente Amplio-Encuentro Progresista. Ese alineamiento se mantiene en todas las dimensiones consideradas.

Con respecto a la relación entre la edad de las mujeres y los factores ideológicos, encontramos que el conservadurismo, al igual que el institucionalismo, crece con la edad de las personas (aunque no se puede discriminar si es un efecto de la edad o de la cohorte). Exactamente lo opuesto ocurre con la igualdad de género. El hijocentrismo y la edad de las mujeres no muestran ninguna relación interesante.

Comportamientos familiares

Elegimos tres comportamientos que identificamos como "nuevos comportamientos familiares". En primer lugar, los estudiosos del cambio de la familia han remarcado que las trayectorias conyugales se vuelven más heterogéneas y complejas. El matrimonio deja de ser un compromiso para toda la vida y los individuos empiezan a experimentar varias relaciones de pareja a lo largo de su ciclo de vida. El comportamiento emergente es justamente el de aquellas mujeres que tuvieron más de un episodio de convivencia. Nosotros operacionalizamos la variable "más de una pareja en la historia conyugal" que adquiere el valor 1 si tuvo más de una pareja o 0 si tuvo sólo una. Para este análisis excluimos a las mujeres que nunca tuvieron pareja.

El otro comportamiento emergente es "la unión libre" o "unión consensual". Además del proceso de monogamia seriada antes mencionado, existe un marcado aumento de las parejas que deciden no formalizar su unión en términos legales. En Uruguay, este comportamiento está fundamentalmente asociado a la convivencia prematrimonial, pero progresivamente más parejas optan por esta opción incluso después de tener hijos. Este comportamiento también está muy extendido entre las personas que ya han tenido una experiencia de pareja anterior y que se han vuelto a unir.

Por último, la disolución del modelo de aportante único (ganapán) o breadwinner system está asociada con el cambio en la división sexual del trabajo entre los cónyuges. Cada vez son menos las mujeres que declaran que sólo se encargan de las tareas de la casa, adscribiéndose a una división tradicional del trabajo doméstico. En este caso, el "nuevo comportamiento" es el reverso de la pauta descrita. Interpretamos los coeficientes en sentido inverso para seguir manteniendo la idea de analizar los determinantes de los nuevos comportamientos familiares.

El modelo explicativo

Como las tres variables a explicar adquieren la forma de variables dicotómicas —presencia o ausencia de un cierto comportamiento— se optó por un modelo de regresión logística utilizando los mismos factores determinantes para cada variable a explicar.

Esta estrategia tiene la ventaja de poder comparar el efecto de los determinantes entre los tres modelos ensayados.

Los tres modelos estimados predicen la probabilidad de que una mujer se encuentre en alguno de los comportamientos que hemos denominado nuevo en función de una serie de características personales. Entre los predictores hemos incluido la edad, si la mujer ha tenido hijos o no, la educación de la mujer, un índice de bienes durables en el hogar categorizado en cinco categorías, y la variable "religiosidad" que capta el grado de participación de las mujeres en actividades religiosas. Por último, hemos incluido las cuatro dimensiones ideológicas construidas con la técnica de análisis factorial.

 

Discusión de resultados

De los cuatro factores construidos, optamos por descartar el factor "hijocéntricos", toda vez que en ninguna de las tres regresiones resultó significativo. En todos los casos probados, la incorporación de las variables ideológicas siempre contribuyó a reducir la varianza sin explicar de los modelos.

Más de una pareja en su historia conyugal

El primer modelo que predecía la probabilidad de que una persona haya tenido más de una pareja en su historia conyugal es, de los modelos ensayados, el que peor ajusta. A pesar de ello, los resultados son consistentes con lo que esperábamos. En primer lugar, la asociación positiva con la edad nos muestra que este fenómeno es más frecuente a medida que las personas avanzan en el ciclo de vida. Hay que tener presente que al tratarse de un cross section puede ocurrir que las personas más jóvenes aún están expuestas a la probabilidad de tener una nueva pareja.

Con respecto a la prevalencia de este comportamiento entre las personas que han tenido hijos, los resultados de la regresión nos permiten descartar esa presunción, ya que si bien el coeficiente va en ese sentido, el test muestra que no es significativo.

Sorprendentemente, no encontramos asociación entre el nivel educativo de la persona y la complejidad de la historia conyugal. Sin embargo, sí encontramos una clara tendencia entre el nivel socioeconómico de la mujer y la variable dependiente. A medida que subimos en la estratificación social, la probabilidad de tener más de una pareja en la historia conyugal disminuye. De hecho, entre las mujeres de nivel socioeconómico más alto, esa probabilidad se reduce 66 por ciento frente a las mujeres de nivel socioeconómico más bajo. Es posible que entre las mujeres de nivel bajo exista una mayor presión hacia la reconstitución de la pareja que en los sectores más acomodados.

El indicador de práctica religiosa se asocia negativamente a la multiplicidad de parejas, aunque curiosamente no en la categoría de mayor intensidad religiosa, como esperábamos. El cuadro muestra que existe una reducción de 27 por ciento entre las mujeres que declaran ir muy poco al templo o sólo en ocasiones especiales, frente a aquellas que declararon no tener ninguna religión.

Por último, de las tres variables ideológicas introducidas en el modelo, tanto el índice de igualdad de género como el índice de institucionalismo resultaron significativamente asociados a la multiplicidad de parejas, aunque con diferente magnitud. Las mujeres más institucionalistas son mucho menos proclives a adoptar este tipo de comportamiento que las que no lo son y lo mismo ocurre con las mujeres que obtienen puntuación alta en el índice de igualdad de género. Cuanto más igualitarias son las mujeres, menor es la probabilidad de entrar en más de una unión conyugal. Este efecto es interesante y refiere a varias discusiones entre los estudiosos de la familia. Podría estar mostrando que las mujeres más igualitarias en cuestiones de género tienden a sacar menos provecho de una unión conyugal, y por eso se muestran menos proclives a entrar en nuevas uniones.

Convivencia en pareja sin casamiento

El modelo que predice la probabilidad de que una mujer se encuentre en una unión consensual (conviviendo en pareja sin estar casada) explica más de un cuarto aunque menos de un tercio de la varianza total. Nuevamente la edad se relaciona fuertemente con la variable a explicar, pero en este caso en sentido inverso. Cuanto más joven es la mujer, más probable es que conviva con un hombre sin casarse. De hecho, ya en el grupo siguiente al de referencia, entre 30 a 34 años, la probabilidad de convivir sin papeles se redujo a la mitad. La menor probabilidad se encuentra en el grupo de edades intermedias, 40 a 44 años, en el que la reducción de la probabilidad alcanza a 75 por ciento. A partir de los 44 años, la probabilidad aumenta levemente hasta situarse en una reducción de 66 por ciento entre las que tienen de 50 a 54 años.

La maternidad reduce significativamente la probabilidad de convivir sin legalizar la unión. Es 75 por ciento menos probable que una mujer con hijos conviva con su pareja sin formalizar la unión, comparado con una mujer sin hijos. Recordemos que para este análisis hemos restringido el universo a las personas que declararon convivir con una pareja en el momento de la encuesta.

La única categoría de la variable educación que dio significativamente distinto de la categoría de referencia es la de "universidad completa". Esa categoría, comparada a la de "sin instrucción", muestra que el convivir sin papeles es más prevalente entre las mujeres de baja instrucción que entre las altamente educadas. Esto confirma otros hallazgos en encuestas similares que dan por tierra la noción de que este comportamiento responde a la pauta descrita para los países desarrollados con respecto a las características de la segunda transición demográfica.

Este comportamiento está fuertemente ligado al indicador de nivel socioeconómico que construimos. Es 80 por ciento menos probable que una mujer de nivel socioeconómico alto o medio alto conviva sin estar casada que una mujer de nivel socioeconómico bajo. La unión libre es eminentemente un comportamiento de las clases populares, que parece responder más a la explicación de la deprivación relativa de Esterling que a los planteos de la STD.

Como era de esperar, el índice que reduce fuertemente la probabilidad de convivir en pareja sin casarse es la dimensión institucionalista. Obviamente es muy difícil eludir la posible endogeneidad entre las dimensiones ideológicas y la práctica libertaria. De hecho, es difícil asumir un sentido de causalidad claro entre ambas variables. Sin embargo, es importante advertir que esta correspondencia es interesante en la medida que nos muestra que existe una relación (y posible adecuación) entre la ideología y los comportamientos.

División del trabajo doméstico

Finalmente, la última regresión refiere a un hecho que para ser interpretado en el sentido de los "nuevos comportamientos" debe invertirse. Contrariamente a lo que esperábamos, la probabilidad de que una mujer se dedique sólo a las tareas de la casa va disminuyendo con la edad.

El hecho de que las mujeres hayan tenido hijos incrementa en 10 veces la probabilidad de que declaren que "sólo se dedican a tareas domésticas" como ocupación principal. Es posible que esta variable esté influyendo espuriamente la relación con la edad que mencionábamos en el párrafo anterior.

Si los otros dos comportamientos parecían más asociados al nivel socioeconómico del hogar que a la educación de la mujer, en este caso ocurre exactamente lo contrario. Existe una correlación fuertemente negativa entre nivel educativo de la mujer y la probabilidad de dedicarse solamente a las tareas domésticas. De hecho, la relación parece validar todos los estudios que muestran cómo la educación aumenta las expectativas de las mujeres y mejora su empleabilidad en el mercado de trabajo. Una persona con educación universitaria completa tiene 90 por ciento menos probabilidad de dedicarse sólo a las tareas domésticas que una persona con primaria incompleta.

Por último, las mujeres que declaran tener una ideología más proclive a la igualdad de género tienden a elegir menos la división sexual del trabajo de tipo patriarcal. Sin embargo, las personas que obtienen un valor alto en el índice de institucionalismo tienden a estar en este tipo de arreglo de convivencia. Nuevamente logramos encontrar una asociación clara entre una forma de pensar y un tipo de arreglo de convivencia. No parece ser inocuo lo que las mujeres piensan a la hora de decidir en qué tipo de hogar quieren vivir.

Todos los tests de significación realizados, comparando un modelo que tuviera sólo las características demográficas y otro que incluyera además las variables actitudinales o ideológicas, mostraron que en todos los casos la inclusión de estas variables era justificada. En todos los casos el modelo mejoraba su capacidad predictiva, aun considerando la pérdida de grados de libertad, inherente a toda adición de variables al modelo.

Esto nos muestra que el camino que extiende la explicación demográfica a variables actitudinales o más blandas parece promisorio. Las mujeres no sólo se diferencian por el lugar que ocupan en la estructura demográfica y social. Incluso entre las mujeres de los sectores populares podemos encontrar grandes diferencias de opinión con respecto a la igualdad de género. Igualmente podemos encontrar mujeres con educación terciaria con posturas muy conservadoras, mientras que otras mantienen una tónica contestataria.

 

Conclusiones

En este trabajo hemos mostrado que las variables ideológicas no pueden estar ausentes de la explicación del cambio familiar. En todos los casos, la inclusión de las dimensiones ideológicas aumenta significativamente la varianza explicada. Ésta pasa de 7 a 13 por ciento para el primer modelo (más de una pareja en la historia conyugal), y de alrededor de 20 a 27 por ciento en los otros dos (mujeres conviviendo sin casarse y el modelo que explica la división tradicional del trabajo doméstico).

La dimensión más importante para explicar los tres comportamientos familiares estudiados es el índice de institucionalismo, que aparece como significativo en las tres regresiones, siendo muy importante en explicar la probabilidad de que "una mujer conviva sin casarse", seguida luego de "más de una pareja en la historia conyugal", y por último, en "la mujer se ocupa sólo de las tareas de la casa". La otra dimensión que aparece como relevante en dos de las tres regresiones es la dimensión "igualdad de género". Esta aparece inversamente asociada con la división tradicional del trabajo doméstico en el hogar y también se asocia negativamente -aunque más débilmente- con "más de una pareja en su historia conyugal". La dimensión conservadurismo es sólo significativa a 15 por ciento en la explicación de la división tradicional del trabajo doméstico, pero no es relevante en los otros dos comportamientos considerados.

La relación que encontramos entre comportamientos familiares y dimensiones ideológicas puede ser el emergente de la relación recursiva que describen Surkyn y Lesthaeghe. Es claro que en un análisis transversal es imposible establecer con claridad el sentido de la causalidad. La asociación negativa que encontramos entre aquellas personas que opinan que el "matrimonio debe ser para toda la vida, el matrimonio legal le da más estabilidad a la pareja que la unión libre", y "una pareja que tiene hijos debe hacer todo lo posible para mantenerse junta", y las personas que conviven sin estar casadas, nos muestra que esa congruencia entre situación e ideología puede deberse a los dos efectos que plantean Surkyn y Lesthaeghe. Por un lado, las personas que piensan de esa forma tienden a no formar ese tipo de unión (selectividad por valores). Pero también es posible que aquellas mujeres que se encuentran en esa situación ajusten sus valores a ella. Es lo que los autores llaman "adecuación de valores por transición". Al no conocer el orden cronológico entre las opiniones ideológicas y la situación de convivencia, no podemos saber cuál de los dos efectos descritos está operando.

Las explicaciones recursivas están de moda en la sociología aunque sean difíciles de medir estadísticamente. Todos los planteamientos que intentar superar el dualismo entre estructura y acción tienen el germen de la recursividad explicativa.1 El estudio del peso de los factores ideológicos en la adopción de nuevos comportamientos familiares nos muestra que no podemos prescindir de ellos, aun cuando no podamos inferir cuál de los efectos del modelo recursivo antes descrito está operando en cada situación.

 

Bibliografía

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Notas

* Una versión de este artículo fue publicada en el libro Nuevas formas de familia, publicado por UDELAR-UNICEF, 2003.

1 Los planteamientos de Bourdieu sobre el habitus como una "estructura-estructurante" son un buen ejemplo de este tipo de explicación.

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