Ha sido una constante en la historia del pensamiento latinoamericano la preocupación por las dificultades que los países de la región, y la región misma en su conjunto, han afrontado en su aspiración para alcanzar plenamente su progreso. La vuelta del siglo XIX al XX, adentrándose, incluso, hasta la década de los 1930, tal vez sea el periodo en donde esta inquietud en torno a las “enfermedades” sociales ha tenido su mayor esplendor y desarrollo. Esto por la cantidad de libros, folletos, ensayos, artículos de periódicos y revistas en relación con esta problemática. Así mismo, por el número de intelectuales que reflexionaron y escribieron sobre estos temas. Durante este periodo la metáfora del “Continente enfermo” fue objeto de estudio entre algunos de los intelectuales latinoamericanos más reconocidos de ese momento histórico.
Estas narrativas sobre las incapacidades de los países de la región para alcanzar el progreso, suelen ubicarse dentro de lo que se ha dado en llamar la metáfora del “Continente enfermo”. Ésta es una categoría que incluye a otras que, como las nociones de “debilidad”, “imposibilidad”, “decadencia”, “desilusión”, “fracaso”, “minoría de edad” y sus nociones contrapuestas de “regeneración”, “progreso”, “desarrollo”, “evolución” y “civilidad/civilización”, entre otras, permean una discursiva muy central en la historia intelectual latinoamericana. Según lo sugiere Paula Bruno, una de las colaboradoras en este dossier, las narrativas médicas para diagnosticar los males del continente han constituido una especie de matriz, a partir de las cuales se explican las recurrentes crisis que han acompañado a la región a lo largo de su historia, incluso, de acuerdo con Bruno, se usan contemporáneamente.
Desde una historia intelectual, los cuatro trabajos que se presentan en este dossier en torno a la metáfora del “Continente enfermo”, realizados por Paula Bruno, Carlos Marichal, Alexandra Pita y Aimer Granados, muestran claramente algunos de los rumbos metodológicos que desde fines del siglo pasado han impulsado esta subdisciplina en América Latina. En primer lugar, un análisis y abordaje de las ideas en la dimensión de su recepción. Es decir, las ideas, son susceptibles de transformarse y reinterpretarse según los diferentes contextos en que son enunciadas y recibidas. De lo cual resulta, por ejemplo, que las ideas que dieron sustento a la metáfora del “Continente enfermo”, en ningún momento constituyeron un pensamiento unívoco y uniforme, sino más bien todo lo contrario.
Devenidas y derivadas de múltiples razonamientos del pensamiento europeo de fines del siglo XIX y principios del XX, como el darwinismo social, el biologicismo social, el racialismo y el racismo, la psicología social, la criminología, la sociología, la historia, el positivismo, la etnología y la biología, entre otras ciencias y corrientes de pensamiento, la recepción de estas ideas en América Latina tuvo distintas interpretaciones por parte de los intelectuales que las reflexionaron y escribieron sobre ellas, aplicándolas a sus respectivas realidades sociales y culturales.
Por ejemplo, concluir que la causa y responsabilidad de las “enfermedades sociales” que padecía el continente latinoamericano durante el periodo en estudio recaía en el bajo perfil de su población negra, indígena, pobre y marginal. Algunos de los intelectuales estudiados en este dossier (Francisco Bulnes y Alcides Arguedas, analizados respectivamente por Carlos Marichal y Alexandra Pita), coincidieron en este tipo de diagnóstico. En sus argumentos explicativos Bulnes y Arguedas combinaron la historia, la sociología, la criminalística y muchas otras disciplinas, como ya se advirtió anteriormente en esta presentación; además del racismo, por supuesto. Según el planteamiento seguido por Bulnes y Arguedas, esta población poco apta para la civilización era perezosa, llena de vicios y limitada en su capacidad laboral, entre otras afectaciones.
Otros pensadores concluyeron que la responsabilidad recaía en las élites políticas y dirigentes, en los periódicos y los partidos políticos de la época (fue el caso de César Zumeta, estudiado por Aimer Granados). Hubo quienes achacaron la causa de las enfermedades del continente a sus condiciones culturales, las de la alimentación de la población y el consumo de bebidas embriagantes como el pulque y la chicha (F. Bulnes). Otros intelectuales argumentaron que las causas del subdesarrollo de la región y su poca capacidad para alcanzar el progreso debían encontrarse en factores que obedecían a la economía política empujada por el imperialismo de la época (C. Zumeta). De acuerdo con este razonamiento, el imperialismo norteamericano y europeo, mediante una división internacional del trabajo y de la producción de bienes materiales, habían orillado a los países de la región a constituirse en economías extractivas y productoras de materias primas, pero a la vez en consumidores de los bienes industriales producidos por las economías noratlánticas. Esta perspectiva del determinismo geográfico es explorada por los estudios de P. Bruno y A. Granados. En F. Bulnes, el determinismo geográfico, también fue una de las aristas analíticas para argumentar la incapacidad de la región y sus países.
Otro de los rumbos metodológicos de la historia intelectual latinoamericana que se vislumbra en este dossier es estudiar las ideas en conexión con otro conjunto de ideas (esta perspectiva es seguida en los estudios de P. Bruno y A. Pita). Bruno, incluso, sugiere pensar en la elaboración de un “corpus” de lenguajes aparecidos en los diagnósticos y paliativos de las “enfermedades” sociales del continente que han estado presentes en el siglo XX latinoamericano. Alexandra Pita, por su parte, rescata nociones como la “minoría de edad” y la “desilusión” que se articulan y tienen ecos semánticos con la narrativa en torno a la metáfora del “Continente enfermo”.
Son algunos más los métodos de una nueva historia intelectual que se retoman en los trabajos que componen este dossier. Sin entrar en detalles menciono algunos de ellos. En el estudio de Alexandra Pita sobresale el asunto de las ediciones que durante el período en estudio tuvo el Pueblo enfermo, de Arguedas. En las reflexiones de Carlos Marichal está presente el asunto de los diferentes formatos por donde circularon las ideas de la metáfora médica de las enfermedades del continente. Por otra parte, Marichal establece paralelos y contrapuntos entre Francisco Bulnes y su conocido libro El porvenir de las naciones hispanoamericanas ante las recientes conquistas de Europa y Norteamérica, con otros autores de la región que reflexionaron sobre las enfermedades sociales del continente, y otros temas abordados en el libro de Bulnes. Aimer Granados, matiza y singulariza el pensamiento de Zumeta en relación con el discurso sobre el “Continente enfermo”. Efectivamente, de acuerdo con el análisis de Granados, Zumeta se apartó del discurso racista y la mirada catastrófica sobre la población, para adoptar una crítica al imperialismo como causa de los males sociales de la región. Igualmente, Granados establece tipificaciones del intelectual latinoamericano en relación con la figura y las actividades que desarrolló Zumeta. Alexandra Pita da interesantes puntadas críticas en relación con la lectura del libro Pueblo Enfermo, de Alcides Arguedas, que hicieron algunos de sus pares intelectuales, destacadamente varios de los regeneracionistas españoles.
En suma, en este corto dossier sobre la metáfora del “Continente enfermo”, los lectores encontrarán un variopinto asomo metodológico y crítico a una nueva historia intelectual latinoamericana.