Introducción
Las dictaduras argentinas de la segunda mitad del siglo XX ―particularmente la última― produjeron una reestructuración profunda del sistema universitario y de las instituciones y órganos de investigación, con el fin de obtener un estricto control político-ideológico de esas instituciones.1 Esta circunstancia afectó especialmente a algunas ciencias consideradas potencialmente peligrosas: las ciencias sociales y las humanidades. Diezmadas en sus actividades de investigación y docencia, las instituciones públicas sufrieron la obturación de sus espacios académicos y sus miembros la persecución ideológica. El exilio externo e interno de un importante número de científicos e intelectuales fue uno de los resultados de este proceso.2
En contraste con este panorama que caracterizó a gran parte del medio académico público, se desarrollaron desde fines de los años sesenta ―y con mayor impulso desde mediados de la década del setenta― una apreciable cantidad de instituciones privadas dedicadas a la investigación en ciencias sociales. Estos centros de investigación no eran una novedad. Desde fines de los años cincuenta destacados científicos habían señalado sus ventajas frente a la politización creciente y la desfinanciación de las universidades públicas. Pero en las dos décadas siguientes se convertirían en una alternativa académica frente a la extrema inestabilidad y represión del ámbito público.3 La mayoría de ellos funcionó como una suerte de refugio intelectual; allí se cobijaron un número no desdeñable de cientistas sociales (economistas, sociólogos, politólogos e historiadores) que encontraron un espacio de relativa autonomía y libertad.
Algunos de estos centros se constituyeron desde el medio local, logrando en los años subsiguientes una sólida posición en el campo académico que se extendería incluso luego de la reconfiguración del campo de las ciencias sociales a partir de la transición democrática. Tal es el caso del Instituto Di Tella (itdt, 1958), del Instituto de Desarrollo Económico y Social (ides, 1960), el Centro de Estudios de Población (cenep, 1974), el Centro de Estudios de Estado y Sociedad (cedes, 1975), o el Centro de Investigaciones Sociales sobre el Estado y la Administración (cisea, 1975) y su Programa de Estudios de Historia Económica y Social Americana (pehesa, 1978).
Otros, como el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO, 1967), que aquí nos ocupa, se constituyeron como instituciones internacionales no gubernamentales con sede en Argentina, nucleando a los principales centros de investigación en ciencias sociales de la región.4 Esto le permitió beneficiarse de su multimplantación a nivel regional,5 de la fortaleza institucional de algunos de sus centros-miembros, así como de la cooperación, financiamiento y protección de organismos y agencias internacionales. Esos elementos fueron imprescindibles para hacer frente a las coyunturas político-institucionales crecientemente autoritarias de los años setenta.
En 1976, casi simultáneamente con el golpe de estado producido el 24 de marzo, asume el cargo de Secretario Ejecutivo de la institución Francisco Delich.6 Dos años antes había aceptado la dirección de un posgrado en sociología rural organizado por CLACSO en Paraguay con financiamiento de la Fundación Ford y Naciones Unidas. El clima político crecientemente hostil para el trabajo intelectual en su país, traducido en búsquedas y allanamientos tanto allí como en Asunción lo convencieron de aceptar un trabajo en Perú, en un proyecto dirigido por el antropólogo brasileño Darcy Ribeiro y financiado por Naciones Unidas. A poco de instalado allí le llegó la propuesta de volver a Buenos Aires y ponerse al frente de CLACSO. Ese periplo en los primeros años setenta tendría relevancia posteriormente. El vínculo con organismos internacionales, la sociabilidad con intelectuales e instituciones latinoamericanas, el conocimiento sobre esas realidades adquirido en aquellos años serían claves para su gestión al frente de CLACSO, así como para convertir a la institución en uno de los principales nodos articuladores del debate intelectual latinoamericano.
El contexto dictatorial abierto en la segunda mitad de la década de 1970 enfrentó a la institución a grandes desafíos y tanto su funcionamiento como sus actividades se vieron alteradas.7 Plasmando esa transformación, el tradicional Boletín de actividades que publicaba la institución se transformó en 1980 en David y Goliath. Boletín CLACSO. Esta publicación fue vocera de la actividad de CLACSO, pero también un espacio de difusión, contacto, análisis crítico y coordinación entre intelectuales latinoamericanos. La materialización de un Boletín-Revista significó dar un paso más allá del primer término, en tanto no sólo se pensaba, como hasta ese momento, en un objeto que plasmara en papel el funcionamiento institucional. La idea era convertirlo en un proyecto desde Latinoamérica y para Latinoamérica; impulsor de diálogos, análisis y crítica entre intelectuales, y fundamentalmente, animador de transformaciones sociales e institucionales concretas.
En este artículo nos proponemos avanzar en el análisis de las actividades desplegadas desde CLACSO durante la última dictadura argentina (1976-1983) a partir del estudio de su publicación David y Goliath. Boletín CLACSO. Nos concentraremos en el estudio de los ocho números publicados entre su aparición y diciembre de 1983, momento en que, transición democrática mediante, Delich se aleja de su cargo en CLACSO y de su responsabilidad en la edición de la publicación, para asumir el rectorado de la Universidad de Buenos Aires. Al mismo tiempo la institución y sus miembros también se reconfiguraban en el nuevo espacio democrático.
CLACSO a fines de los años setenta
Como han señalado varios estudios recientes y buena parte de sus protagonistas, durante los años setenta la mayoría de los centros de investigación privados se convirtieron en una suerte de refugio intelectual.8 CLACSO contaba para eso con algunas ventajas. Fundado en 1967, sus primeros dos directores ―Aldo Ferrer y Enrique Oteiza― habían logrado articular una red que integraba importantes centros de investigación latinoamericanos.9 Entre ellos el Centro Latinoamericano de Economía Humana (claeh, Uruguay); el Instituto de Estudios Peruanos (iep, Perú); La Corporación de Investigaciones Económicas para Latinoamérica (cieplan, Chile); el Centro Brasileño de Análisis y Planeamiento (cebrap, Brasil); el Centro de Investigación y Educación Popular (cinep, Colombia); el Centro de Estudios del Estado y la Sociedad (cedes, Argentina); el Centro de Estudios Urbanos y Regionales (ceur, Argentina).
Esta red les permitía coordinar, integrar y potenciar los esfuerzos de intelectuales individuales, extendiendo la presencia de CLACSO en la región. El trabajo durante esos primeros años posibilitó que investigadores y equipos trascendieran sus marcos nacionales de referencia, iniciando diálogos y abriendo perspectivas que permitían iluminar a un mismo tiempo particularidades nacionales y conceptualizaciones generales para la región.
Articulados en CLACSO, los centros miembros comenzaron a desarrollar empresas de carácter colectivo e interdisciplinario a través de las cuales construyeron diálogos con otras redes académicas internacionales de Estados Unidos y Europa, como la Asociación de Estudios Latinoamericanos (lasa), la Asociación Canadiense de Estudios Latinoamericanos (acela) y el Consejo Europeo de Investigaciones Sociales sobre América Latina (ceisal), así como también de otras áreas, por ejemplo con el Consejo para el Desarrollo de la Investigación Económica y Social en África (codesria).10
Para estos propósitos los recursos eran esenciales, y para su obtención era clave la fortaleza institucional. Especialmente en el contexto de inestabilidad económica, institucional y creciente autoritarismo en el que estaban inmersos numerosos países de la región, que volvían imposible apelar al financiamiento público, dejando como única alternativa los fondos propios y el financiamiento internacional. El vínculo desarrollado por los primeros secretarios con algunos organismos internacionales, especialmente con Naciones Unidas, le permitió a CLACSO obtener cierto respaldo internacional que no sólo se materializó en ayuda económica concreta (por ejemplo, a partir del programas de becas) sino en el apoyo institucional necesario para receptar fondos ofrecidos por fundaciones, especialmente norteamericanas como Ford o Thinker.11 Ese dinero permitió crear una bolsa de trabajo, un programa de becas para realizar estudios de posgrado y hasta organizar un programa de posgrado propio.12
Producido el golpe de estado de 1976 en la Argentina, esta estrategia fue ampliada y profundizada por su nuevo Secretario General F. Delich, lo que le permitió a CLACSO contar con dos elementos imprescindibles para su supervivencia y la de sus miembros: Financiamiento y protección. Su adscripción a proyectos llevados adelante por organismos internacionales como unesco y su estatus de institución internacional le brindaron cierta protección frente a los embates censores de los funcionarios de la dictadura. El flujo de fondos provenientes de las fundaciones norteamericanas, a los que se va a sumar a partir de 1976 el de otras agencias de cooperación internacional europeas como la Swedish Agency for Research Cooperation (sarec), le permitirá continuar financiando sus actividades.
En los primeros años de la dictadura éstas se concentraron en generar estrategias de protección y sostenimiento material de cientistas sociales e instituciones miembros. La coordinación de la red de centros de investigación se convirtió en la práctica en la gestión de una red de solidaridades, que como expresa Delich, rápidamente tuvo que
…comenzar a canalizar fondos para, en algunos casos, permitir la salida de gente que se iba a exilar, y en otros casos, para que gente que quería y podía quedarseen el país que se quedara en el país; entonces reorganizamos el programa tanto para los dos casos, gente que se iba y gente que se quedaba…13
En gran medida, la imposibilidad de acceder a fondos públicos había puesto entre paréntesis los calurosos debates de la década anterior en torno a la aceptación o no de financiamiento proveniente de fundaciones y organismos internacionales. En el contexto de la última dictadura éstos fueron indispensables para el funcionamiento “en las sombras” de esas instituciones.14 Al mismo tiempo, ese vínculo les brindaba mayor visibilidad en la comunidad académica internacional, lo que parecía limitar (por lo menos por una cuestión de imagen en el concierto internacional) la discrecionalidad de la represión y la censura que se cernía sobre científicos e intelectuales.
Precisamente, los programas de Asistencia Académica Individual (paai) y de Asistencia a Grupos Académicos (paga) implementados por CLACSO en esos años y financiados con fondos externos fueron centrales para mantener el trabajo de un número importante de profesionales que se habían quedado en el país, pero fuera del sistema científico público, y de varios equipos de investigación que trabajaban en los centros miembros de CLACSO.15
A partir del año 1978, pasados los primeros momentos de emergencia, al lado de estas actividades más defensivas comenzaron a organizarse otras destinadas a la reflexión sobre los problemas que aquejaban a las sociedades latinoamericanas, así como sus posibles soluciones. Se trataba precisamente de analizar la nueva coyuntura sociopolítica de América Latina desde el supuesto de que las ciencias sociales podían y debían aportar ideas, reflexiones, propuestas a quienes tenían la tarea de gobernar. La investigación científica producida desde las ciencias sociales podía dar lugar a resultados que se plasmaran en debates y políticas públicas destinados a impactar en las sociedades latinoamericanas y hacer frente a sus desafíos.
La Secretaría Ejecutiva del Consejo organizó entre 1978 y 1983 tres conferencias y dos seminarios de alto impacto en la región, sobre las que volveremos más adelante. Esas actividades marcarían la agenda de los debates intelectuales latinoamericanos durante toda la década de 1980. En tanto, las Comisiones y los Grupos de Trabajo gestados bajo su impulso congregaron a reconocidos especialistas de distintas disciplinas que promovieron investigaciones, encuentros y publicaciones. Más allá de los trabajos específicos encarados en cada uno de ellos, en el conjunto primó una reflexión sobre problemas acuciantes de ese presente: el fracaso de los procesos revolucionarios de las décadas anteriores, la naturaleza de los regímenes autoritarios y sus formas de control social, las formas de dominación, el desarrollo económico y social, y sobre todo la democracia y el tipo de sociedad, instituciones y políticas públicas deseables en las particulares condiciones de América Latina. 16
Así, tanto directa como indirectamente CLACSO jugó un papel protagónico en la construcción de una mirada propia, producida desde y para América Latina. Sus emprendimientos estimularon la producción, circulación y discusión de conocimientos, de referentes teóricos y formulaciones metodológicas. Si entre los años cincuenta y sesenta el desarrollo económico y social había organizado la discusión intelectual y en la década siguiente la transformación revolucionaria había ocupado ese lugar, desde fines de los setenta CLACSO contribuyó decididamente a convertir el problema de la democracia en uno de los debates centrales al interior de las ciencias sociales y más allá.
La Publicación David y Goliath. Boletín CLACSO
Las revistas producidas por instituciones académicas suelen presentar ―con matices― los avatares que ellas atraviesan, y lo hacen refiriéndolo tanto en sus aspectos sustantivos, como en los formales y organizativos. Su carácter reflexivo se revela en su capacidad de constituir y delimitar campos, temáticas e intereses, autores y colaboradores, produciendo agendas al mismo tiempo que directorios de aquellos encargados de concretarlas. Abarcan y delinean objetos de conocimiento y modas teóricas, tradiciones e innovaciones.17
La publicación David y Goliath iniciada por CLACSO en 1980 tenía su antecedente inmediato en el Boletín de actividades que CLACSO editaba anualmente desde su creación. Ello marcaría con su impronta algunas de las características de su heredera. Explicitando esa continuidad se mantiene el subtítulo “Boletín CLACSO” y se presenta como un “cambio de cara” de la vieja publicación que seguiría manteniendo la función de pieza de comunicación de las actividades institucionales y de vínculo entre los científicos sociales latinoamericanos. Del mismo modo, la numeración de la publicación, ahora semestral, explicita esa continuidad con el viejo Boletín. El primer número es el doble 39-40 del año XI publicado en 1980 y, como los siguientes, apoyado materialmente por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (pnud), lo que garantizó su publicación regular durante todos esos años.
Pero al mismo tiempo, en esa coyuntura se impone a la nueva publicación una función adicional, ser órgano de opinión político-académica.18 Progresivamente ese espacio de opinión e intervención se convertirá en el aspecto más destacado y de mayor impacto de la publicación, impulsando nuevas discusiones, nuevos referentes y nuevos temas en el campo académico. Junto a la revista Crítica y Utopía gestada también a partir del impulso de Delich y el grupo de intelectuales nucleados en torno a CLACSO, cobijarán los debates que atravesaron al progresismo en esos años, especialmente aquellos sobre la democracia.19
La metáfora detrás del nombre elegido para la publicación buscaba englobar la doble función que se proponía cumplir. David y Goliath, remite al enfrentamiento entre la razón (las ideas) y la fuerza, un combate desigual en el que ésta tiene a primera vista mayores posibilidades pero que sin embargo concluye con el imprevisto triunfo de la razón. Puntería (precisión) y rapidez se sindican como el secreto del éxito. Esa vieja confrontación, particularmente presente en la coyuntura de la Argentina (y de Latinoamérica) les impone a los científicos sociales afinar la puntería (con sus ideas y análisis) y perseverar en el objetivo; esto es, desarrollar y difundir acciones y actividades desde las que se pueda estimular la reflexión y construir alternativas. Usar las ideas como herramientas de combate, con rigor, concisión y minuciosidad, porque como expresa el primer editorial de la revista, la convicción de sus miembros es que “…el secreto del éxito no esté tanto en el instrumento como en la puntería…” 20
La estructura interna de la revista también revela la doble función advertida: información y comunicación hacia adentro, es decir entre los miembros de CLACSO, pero también intervención y opinión hacia afuera, explicitando la posición de la institución en los debates político-intelectuales e interviniendo activamente en la construcción de una agenda de discusión pública.21
Con relación a la primera de las funciones señaladas, cada número semestral incluye una variedad de secciones destinadas a construir redes de colaboración e intercambio académico, reforzar los vínculos entre investigadores y servir de vehículo informativo de las actividades desarrolladas. La reseña de publicaciones editadas por los Centros miembro o sus investigadores, las noticias institucionales y académicas de aquellos y las relacionadas con la vida institucional de CLACSO, las actividades de formación y cooperación interregional desplegadas tienen su espacio en sendas secciones que se mantienen a lo largo de todos los números analizados.22 El esfuerzo por hacer de la revista un órgano de comunicación también se expresa en la sección incorporada a partir del Nº 40, “propuestas y respuestas”, un espacio abierto a la opinión de los/as lectores/as a través de correspondencia epistolar con la redacción.
La segunda de las funciones señaladas es la que progresivamente va a caracterizar a la revista y la va a instalar como agente central de una reflexión situada desde y para América Latina. Los editoriales, la inclusión de algunos artículos, así como la exposición rigurosa de las actividades académicas organizadas por el Comité Directivo o por las Comisiones y Grupos de trabajo muestran el énfasis colocado en la crítica, la construcción de conocimiento y de instrumentos que permitan superar los aspectos cuestionados, así como avanzar con propuestas destinadas a hacer frente a los desafíos de las sociedades latinoamericanas.
En este sentido, uno de los mayores aportes de la Revista David y Goliath ―y de CLACSO como institución― será la de contribuir a la instalación de la democracia como un tema central en la agenda académica y política de la región. Introducir la democracia en el debate académico no sólo suponía una revalorización de la política como ámbito de diálogo, sino que también implicaba intervenir en un espacio todavía contralado por la dictadura, corriendo al mismo tiempo el eje de las preocupaciones intelectuales que habían caracterizado a buena parte de la izquierda en las décadas anteriores. Eso enfrentaba a CLACSO no solo con las posibles consecuencias que tales actividades pudieran reportarle por parte del gobierno, sino también la crítica de un sector importante de la izquierda (especialmente de una parte de aquella en el exilio) que llamaba a mantener la apuesta revolucionaria y veía en esos cambios de agenda (especialmente en la idea de transición a la democracia) una claudicación para con los proyectos que la habían impulsado.23
Bajo el impulso de esos motivos es que pueden leerse buena parte de los artículos y de las intervenciones incluidos en la revista. Los editoriales de los números 40, 41 y 42 publicados entre enero de 1981 y julio de 1982 con la firma de F. Delich presentan ciertas líneas de continuidad que se articulan con la preocupación por el destino de las sociedades del cono sur. Ésta se expresa en una convocatoria a pensar tanto en la naturaleza de los regímenes autoritarios de los que es necesario librarse como en los espacios desde los que podía fortalecerse y afianzarse la democracia. Cómo transformar estas ideas en proyectos de acción, es otro de los interrogantes sobre el que se invita a reflexionar.
Así, el editorial del número 41 (agosto-noviembre 1981) advierte sobre la peligrosidad que encierran ciertos discursos, en los que detrás de argumentos convincentes se censura cualquier pensamiento distinto, poniendo de manifiesto que
…no es fácil luchar simultáneamente contra la censura del régimen, la censura de algunos referentes y la autocensura, y es tal vez excesivo incluso mencionarlos en un mismo plano. Las dictaduras no son solamente el mal en acto. Son también, desgraciadamente, el espejo donde leemos las limitaciones de cierto estilo intelectual…24
Frente a estos cerrojos intelectuales a la libertad de pensamiento, considerados tan dañinos como la censura del poder despótico, el editorial siguiente (enero-abril 1982) reproduce el discurso de Delich en la sesión inaugural de la XI Asamblea General de CLACSO desarrollada en Lima. En él se explicita el problema privilegiado por CLACSO en sus actividades durante los años anteriores: el de las condiciones de posibilidad, límites y logros de la democracia como organización institucional y como valor para la región. Pero también se hace mención a los móviles de esa apuesta ya que
…Las ciencias sociales han crecido y crecerán en la medida de su capacidad de conciliar simultáneamente las exigencias de la verdad que se derivan de su propia actividad cognoscitiva y de justicia que se derivan de la sociedad que alienta incesantemente su auto-transformación. Cuando se pierde la verdad y la disciplina académica como referente nos convertimos en lamentables repetidores de fórmulas vacías. Cuando perdemos los referentes sociales ya no somos científicos sino apenas tecnócratas. Es porque queremos la verdad y la justicia, que durante los últimos años decidimos impulsar la discusión sobre la democracia, sus condiciones, sus posibilidades, sus límites, sus logros…25
El supuesto que subyace a estas consideraciones es que las ciencias sociales debían ejercer un rol reflexivo, pero al mismo tiempo activo en aquellas cuestiones demandadas desde la sociedad civil. Y que la especificidad de las urgencias latinoamericanas imponía una mirada construida desde esos parámetros, única manera de gestar un movimiento transformador, pues
…si no somos capaces, en nuestro nivel, de encontrar nuestro propio espacio de reflexión, nuestra especifica forma de ligar las particularidades de nuestra situación y la universalidad de estas preocupaciones no estaremos tampoco en condiciones de contribuir a explicarnos y transformar estas sociedades…26
Los contenidos, debates, decisiones adoptadas y actividades desarrolladas en el marco de esa XI Asamblea General serán objeto de sendos artículos escritos por Waldo Ansaldi, Secretario Ejecutivo Adjunto de CLACSO desde 1977, en los números 41 y 42 de la revista.27 En ellos se refuerza la apuesta por una ciencia en contacto con las preocupaciones y necesidades de los pueblos latinoamericanos, destacándose como uno de los principales aspectos positivos de la XI Asamblea, efectuada
…en estrecho contacto con la sociedad peruana (…) La extensa cobertura que la prensa limeña dio a estas actividades de la Asamblea da una pauta ilustrativa de la notable correspondencia entre el debate político-académico promovido por CLACSO y las necesidades de respuestas nuevas que tienen las sociedades de la región…28
Este posicionamiento institucional declamado en los editoriales se plasmó en acciones concretas, identificables en las páginas de la publicación a través de las reseñas de las conferencias y seminarios organizados por la Secretaría del Consejo y las relatorías de las actividades académicas organizadas por los grupos y comisiones de trabajo. Todas ellas exceden el marco de la mera difusión de las actividades desarrolladas, convirtiéndose en espacios desde los que se da cuenta de las principales líneas de investigación, sus puntos de partida y sus conclusiones.
Entre las actividades reseñadas, hay cinco que se destacan por su centralidad, así como por su articulación y complementariedad. Ellas son las tres primeras conferencias regionales convocadas por CLACSO, “Condiciones sociales de la democracia en América Latina”, “Estrategias de desarrollo y procesos de democratización en América Latina” y “Estrategias para el fortalecimiento de la sociedad civil” realizadas en San José de Costa Rica en 1978, Río de Janeiro en 1979 y Lima en 1981 respectivamente; el Seminario Regional sobre Dictaduras y Dictadores en América Latina, realizado en junio de 1980 en México, D.F.; y el Seminario académico convocado en el marco de la XII Asamblea General realizada en Buenos Aires en noviembre de 1983. Todas ellas fueron organizadas desde la Secretaría Ejecutiva de CLACSO. Tanto su organización como los editoriales y artículos que las reseñan y desde los que se delimita el horizonte de objetivos y las problemáticas que recorta la institución, quedan a cargo de las autoridades de la Secretaría Ejecutiva; los primeros en la pluma de Francisco Delich, los segundos en la de Waldo Ansaldi.
Desde las páginas de la revista, el relato y análisis de las actividades mencionadas es puesto en relación con aquel objetivo institucional más amplio conducente a reflexionar sobre las condiciones de la democracia en América Latina. En ese sentido, en una mirada de más larga duración, las tres conferencias regionales y los dos seminarios se convierten en mojones para pensar sobre la democracia, sus dificultades históricas y sus posibilidades presentes y futuras. Convertidos en artículos, su relato pormenorizado permite dar visibilidad a este proyecto intelectual al mismo tiempo que los constituye en hitos de la producción académica y de la intervención pública de la institución.
Cada una de esas actividades fueron heterogéneas en más de un sentido, en la convocatoria y los objetivos planteados, en los debates a que dieron lugar, en el tipo de organización interna adoptada, en los especialistas invitados. Pero en los artículos, su narración las trama en una genealogía que revaloriza el concepto de democracia y cuestiona los proyectos de cambio violento de la sociedad que minimizaban el valor de las garantías del estado de derecho.
En el primer número de la revista, en uno de los artículos más extensos, Ansaldi reseña el seminario regional “Dictadura y Dictadores en América Latina” desarrollado bajo su coordinación en junio de 1980 en México. Lo presenta como continuación y ampliación de la reflexión sobre los problemas de la democracia en la región, abierta e impulsada por las dos conferencias regionales organizadas en los dos años anteriores.29
Las tres actividades académicas son incluso presentadas como complementarias desde el punto de vista de la participación disciplinar. Si la Conferencia sobre las “Condiciones sociales de la Democracia en América Latina” incorporó explícitamente el concepto de democracia en la agenda del debate regional, lo hizo centralmente a partir de la convocatoria a sociólogos y politólogos como Enzo Faletto, Gino Germani, Carlos Strasser, Horacio Sanguinetti, Raúl Prebisch, junto a dirigentes políticos de la región como Fernando Henrique Cardoso, Ricardo Lagos y Raúl Alfonsín. La segunda conferencia “Estrategias de desarrollo y procesos de democratización en América Latina” contó con la participación predominante de economistas, mientras que el seminario “Dictadura y dictadores en América Latina”, coordinado por Ansaldi y organizado conjuntamente con el Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional de México, había convocado mayoritariamente a historiadores. La detallada reseña de las presentaciones de Julio Labastida, Pablo González Casanova, Alain Rouquié, Sergio Guerra Vilaboy, Marcos Vinocur, José Carlos Chiaramonte y Liliana de Ritz, así como de los comentarios y discusiones posteriores, permite ver cuánto se privilegió en esa oportunidad un enfoque histórico que partiendo del estudio de casos específicos avanzara en los problemas de la inestabilidad institucional y la legitimidad política de esos regímenes.
En los dos números siguientes, dos artículos dan cuenta de la III Conferencia Regional “Estrategias para el fortalecimiento de la sociedad civil”. También esta actividad se presenta como deriva de la preocupación por la democracia que había inspirado las dos conferencias anteriores. En este caso, el eje de la reflexión giraba sobre las posibilidades de fortalecimiento de la sociedad civil y sus organizaciones, y de cómo desde esos ámbitos podían gestarse mecanismos capaces de estimular mayor participación y democracia frente a los contextos de desmovilización existentes. Las presentaciones de Enzo Faletto, Julio Labastida, Mario dos Santos, Helgio Trindade, Jorge Graciarena, entre otros, aportaron elementos para pensar las potencialidades de la sociedad civil en la construcción de un horizonte deseable en el que pudieran canalizarse los intereses generales.30
La última de las actividades es el Seminario especial sobre “Derechos humanos y ciencias sociales”, planificado como la actividad académica principal de la XII Asamblea General realizada en Buenos Aires en noviembre de 1983.31 En una coyuntura completamente diferente a la de los anteriores eventos, pues su materialización se producía en paralelo con el fin de la dictadura en la Argentina, su presentación y análisis en las páginas de la revista se inscribe una vez más en los debates acerca de las condiciones sociales de la democracia y el empoderamiento de la sociedad civil inaugurados en años anteriores. En este caso, se proponía poner el foco en el movimiento de derechos humanos, aquel que más globalmente había cuestionado la coerción y deshumanización aplicada por las dictaduras militares, explorando los alcances de su estudio desde las ciencias sociales y promoviendo una reflexión teórica sobre ellos.32
Esta voluntad de expresar el cambio de perspectiva teórica, posicionando a la democracia como eje conceptual de la reflexión es, como vimos, claramente perceptible en los editoriales y en las extensas reseñas de las actividades académicas desarrolladas. Pero a esa tarea también contribuirán varios de los artículos publicados en la revista. Algunos son reproducidos de otras publicaciones como “Perú. Terrorismo: Río revuelto”, tomado de la revista peruana La Revista. En él se plantean las dificultades de cuestionar los principios y acciones de los movimientos revolucionarios sin quedar asociados a los regímenes que los reprimen. También se expresa el peligro del nulo valor que unos y otros ―por diferentes razones― le otorgan a la democracia.33
Otros artículos son escritos ad-hoc para la publicación y generalmente incluidos en la sección “Investigación”. Por ejemplo, el de F. Delich “Concertación social y democracia política en América Latina”, publicado en el núm. 43. En él se ensaya una defensa de las posibilidades de autoconstrucción de la sociedad a partir de la concertación social y político-democrática, para lo que sería indispensable en su mirada explorar la diversidad étnica, regional, sectorial y social de las sociedades latinoamericanas.34 En ese mismo número, el artículo de Héctor Bruno “Pensar la política desde el pueblo” convoca a explorar las formas concretas de la práctica democrática en las experiencias y acciones cotidianas de los sectores populares (cooperativas rurales, empresas comunales, gestión obrera de empresas públicas, gestión popular de centros educativos), sugeridos como bases sólidas para la recomposición social.35
Más allá de particularidades temáticas y autorales, en su conjunto estos artículos expresan una apuesta por un tipo de reflexión que acerque a los intelectuales a los problemas de la participación en el seno de la sociedad civil, entendiendo que la democratización de sus instituciones puede prefigurar a la de los poderes públicos.
Algunas consideraciones finales
En este artículo hemos analizado las actividades desplegadas por CLACSO desde la Argentina durante la última dictadura, a través de la exploración de su publicación David y Goliath. Boletín CLACSO entre 1980-1983. Intentamos dar cuenta de cómo en una coyuntura política caracterizada por la censura, la persecución y el desmantelamiento de los ámbitos públicos dedicados a la investigación científica y tecnológica, esa institución diseñó, desde su Secretaría Ejecutiva en Buenos Aires, una serie de estrategias y políticas de carácter bifronte, destinadas tanto a proteger, impulsar y visibilizar el trabajo de numerosos intelectuales y centros de investigación, como también a impulsar el desarrollo de un pensamiento social latinoamericano caracterizado por la construcción de una mirada propia en las ciencias sociales de la región. Ese esfuerzo permitió la gestación de un proyecto intelectual comprometido con los problemas y los avatares del espacio latinoamericano que sería interesante profundizar en futuras investigaciones.
La publicación misma da cuenta de la maniobra bifronte referida. Boletín y revista simultáneamente, mantiene el característico rol de vocero de las actividades de la Institución del primero, pero insertándola al mismo tiempo en un espacio de reflexión, diálogo, análisis e intervención construido a partir de los artículos y secciones. Desde sus páginas se estimularon la producción, circulación y revisión de conocimientos sociales, de referentes teóricos y conceptuales y de nuevas aproximaciones. Especialmente a través de los artículos, reducidos en cantidad y extensión, pero pensados como amplificadores de los móviles y conclusiones de los principales debates impulsados por la institución.
No menos relevante fue su rol de articuladora de una comunidad de científicos sociales latinoamericanos y de mediación entre ésta y ciertos movimientos y partidos políticos que reanudaban sus actividades, impulsados por el debilitamiento de algunas dictaduras. Este posicionamiento político intelectual no dejaría de tener impacto en las discusiones más generales sobre el futuro orden político vislumbrado como salida.
CLACSO y sus publicaciones jugaron un papel protagónico en el desarrollo de una reflexión social producida desde y para América Latina. Sus actividades (encuentros y congresos regionales, becas, publicaciones, financiamientos) contribuyeron decididamente a instalar en la agenda académica y política de la región el tema de la democracia cuando esta era todavía un horizonte de expectativas en Latinoamérica y concitaba rechazo entre los sectores más radicalizados de la izquierda intelectual. Esto no sólo suponía una revalorización de la política y del estado de derecho frente al autoritarismo y el ejercicio arbitrario del poder. También implicaba intervenir en un presente todavía bajo control de la dictadura. Asimismo, esta revisión teórica promovería la del utillaje conceptual de las ciencias sociales, así como su papel, el de los intelectuales y el de sus modalidades de intervención. Unos y otros dejarían su marca indeleble en la producción y debates académicos durante toda la década del ochenta.
Fuentes
David y Goliath. Boletín CLACSO, Buenos Aires, CLACSO, núms. 38-45 (1980-1983).
Artículos citados
Ansaldi, W., “Dictadura y dictadores en América Latina”, David y Goliath. Boletín CLACSO, núm. 38-39, 1980, pp. 10-21.
Ansaldi, W., “XI Asamblea General de CLACSO”, David y Goliath. Boletín CLACSO, núm. 42, pp. 18.
Ansaldi, W. y Dos Santos, M., “Los derechos humanos y las ciencias sociales”, David y Goliath. Boletín CLACSO, núms. 44-45, 1983, pp. 34-36.
Bruno, H., “Pensar la política desde el pueblo”, David y Goliath. Boletín CLACSO, núm. 43, 1982, pp. 6-7.
Delich, F., “David y Goliath”, David y Goliath. Boletín CLACSO, núms. 38-39, pp. 1.
Delich, F., “Censura y autocensura”, David y Goliath. Boletín CLACSO, núm. 41, p. 1.
Delich, F., “Sabernos latinoamericanos”, David y Goliath. Boletín CLACSO, núm. 42, p. 1.
Delich, F., “Concertación social y democracia política en América Latina”, David y Goliath. Boletín CLACSO, núm. 43, 1982, pp. 4-5.
“Perú. Terrorismo: Río revuelto”, David y Goliath. Boletín CLACSO, núm. 42, p.14.