SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.52 issue3Anthropological, Teleological and Methodological Conception that Guides the Rural Education Course at the Universidade Federal do Recôncavo da Bahia, BrazilHow does Culture Educate? author indexsubject indexsearch form
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

Related links

  • Have no similar articlesSimilars in SciELO

Share


Revista latinoamericana de estudios educativos

On-line version ISSN 2448-878XPrint version ISSN 0185-1284

Rev. latinoam. estud. educ. vol.52 n.3 Ciudad de México Sep./Dec. 2022  Epub Sep 05, 2022

https://doi.org/10.48102/rlee.2022.52.3.515 

Enclave

Jorge Eliécer Gaitán y su defensa de la educación pública en Colombia

Jorge Eliécer Gaitán and His Defense of Public Education in Colombia

Alejandro López de Lara Marín* 
http://orcid.org/0000-0002-9164-6872

*Universidades para el Bienestar Benito Juárez García (UBBJ), México. alejandrolopezdelaramarin@gmail.com


Resumen

El presente artículo busca mostrar al lector la importancia de la educación pública en determinados momentos históricos a través de la postura de uno de los personajes más conocidos en Colombia: Jorge Eliécer Gaitán. Las herramientas metodológicas y de interpretación del análisis histórico utilizadas nos permiten comprender e identificar la problemática desde una perspectiva diacrónica. El acercamiento a su obra, fundamental a su servicio público, nos da la posibilidad de tejer, desde diferentes tiempos, una historia de la educación colombiana vinculada a un incansable sentido de transformación. Por lo anterior, se revisan las siguientes experiencias: su papel como congresista; la creación de la Unión Nacional de Izquierda Revolucionaria (UNIR); su breve administración en la Alcaldía de Bogotá, y su trabajo como ministro de educación. Estos tres momentos son producto de su actividad en el servicio público, pero más aún, de su convicción por crear las bases de una profunda transformación desde una posición ético-política.

Palabras clave: educación pública; exclusión; educación popular; emancipación

Abstract

This article seeks to show the reader the importance of public education in certain historical moments through the position of one of the most well-known figures in Colombia: Jorge Eliécer Gaitán. The methodological and interpretation tools of the historical analysis used allow us to understand and identify the problem from a diachronic perspective. The approach to his work, fundamental to his public service, gives us the possibility of weaving, from different times, a history of Colombian education linked to a tireless sense of transformation. Due to the above, the following experiences are reviewed: His role as a congressman; the creation of the National Union of the Revolutionary Left (UNIR); his brief administration in the Mayor's Office of Bogotá; and, his work as a minister of education. These three moments are the product of his activity in public service, but even more so, of his conviction to create the foundations for a profound transformation from an ethical-political position.

Keywords: public education; exclusion; popular education; emancipation

Introducción

La historia de la exclusión educativa en Colombia, al igual que en muchos países latinoamericanos, se acompaña de múltiples experiencias de resistencia y esperanza. La conformación, en cada etapa histórica, es rica en la búsqueda de una educación con fuerte sentido de justicia social. Cada manifestación y expresión de emancipación del pueblo colombiano está acompañada de experiencias creativas que plantean horizontes distintos.

El presente artículo, enmarcado en la investigación doctoral del autor, busca mostrar al lector la importancia de la educación pública en determinados momentos históricos a través de la postura de uno de los personajes más conocidos en Colombia: Jorge Eliécer Gaitán.

Para la investigación se revisaron conferencias e intervenciones públicas de Jorge Eliécer Gaitán, textos que redactó, así como material hemerográfico distribuido en diarios y revistas que dieron seguimiento a su trabajo. Las instituciones consultadas fueron el Archivo General de la Nación de Colombia, la Biblioteca “Luis Ángel Arango” y la Biblioteca Nacional de Colombia.

El acercamiento a su obra, fundamental a su servicio público, nos permite tejer desde diferentes tiempos, una historia de la educación colombiana vinculada a un incansable sentido de transformación. Para ello, se hace uso de la memoria como proceso de rescate de realidades educativas y se toma como referente teórico la Historia de la Educación, ya que nos permite comprender mejor el cúmulo de experiencias que dan sentido a los esfuerzos por crear una educación más justa. En ese sentido, las herramientas metodológicas y de interpretación del análisis histórico nos permiten comprender e identificar la problemática desde una perspectiva diacrónica, misma en la que la educación pública “cobra pleno valor en función de este presente que nos apela a intentar una mejora, una optimización de la realidad que vivimos” (Guichot, 2006, p. 30).

La idea de disputar el derecho a la memoria en nuestros días no implica seguir reforzando relatos románticos que continúen apuntalando la monumentalización de diferentes procesos históricos, sino para seleccionar, del pasado, mecanismos que fortalezcan a los sujetos que hoy luchan por el espacio público de la educación (Martins, 2016). El acercamiento a la obra de personajes como Jorge Eliécer Gaitán es, apenas observar a través de una pequeña ventana horizontes llenos de amaneceres y ocasos; de tiempos y espacios tan diversos como la propia Colombia. Habría que preguntarnos: ¿vale la pena contemplar desde aquel lugar la historia de la educación? ¿Su obra y vida son relevantes en un devenir histórico aún sin definir?

Aunque la luz atraviese de manera incierta por la ventana, las experiencias que observamos se convierten en verdaderos ejercicios de orientación en momentos de aparente inmovilidad y amnesia obligatoria. La esperanza, a partir de lo que se ha hecho, motiva a pensar lo que se debe hacer. La Historia, por lo tanto, nos nutre de creatividad para imaginar realidades distintas. El futuro, nos menciona Rüsen (2013, p. 30): “se despliega ante los impulsos normativos de las prácticas vivenciales del presente, en las cuales repercuten las experiencias de las prácticas vivenciales del pasado y de su potencial de transformar el mundo”.

Por lo anterior, es de suma importancia desentrañar la función que cumplió Jorge Eliécer Gaitán en la relación dialéctica entre educación, política y poder, ya que en ella se encuentra su defensa por una educación pública en Colombia, elemento esencial para forjar nuevos valores, conductas y modelos culturales capaces de sostener la soberanía que respalde la autodeterminación del pueblo. Esto es, reconstruir la concepción de lo que para Gaitán significó lo público y la manera como defiende dicha noción a partir de una serie de frentes desde los que combate la exclusión.

Dentro del pensamiento de Jorge Eliécer Gaitán, la educación constituye el eje articulador, tanto de su obra como de sus acciones y de sus aspiraciones. Este hilo conductor lo guio desde muy temprana edad en círculos estudiantiles. Para poder acercarnos a su visión sobre la educación, específicamente de la noción pública de ésta, se requiere analizarlo a partir de sus ideas y acciones para la transformación social, económica, cultural y política de Colombia.

En el presente artículo se revisan las siguientes experiencias: su papel como congresista; la creación de la Unión Nacional de Izquierda Revolucionaria (UNIR); su breve administración en la Alcaldía de Bogotá, y su trabajo como ministro de Educación. Estos tres momentos son producto de su actividad en el servicio público, pero más aún, de su convicción por crear las bases de una profunda transformación desde una posición ético-política.

Acercamiento a la obra educativa de Jorge Eliécer Gaitán

En el Gaitán organizador, dirigente, maestro, penalista, congresista, conferencista, anidó el andamiaje político-educativo estrechamente vinculado a la necesidad de un tipo de conciencia revolucionaria del pueblo colombiano, a partir de su contexto. En ese sentido, no se trata de un personaje que limitó su obra a determinadas fórmulas pedagógicas o propuestas jurídicas, sino que la convirtió en estrategia de lucha colectiva y no personal. Fue la educación el puente que tendió entre su imagen como dirigente y el pueblo organizado.

El florecimiento y madurez de ese pensamiento educativo correspondió a los desafíos que afrontó decididamente durante su vida. Por ello no es posible centrarse únicamente en el corto periodo en el que estuvo a cargo del Ministerio de Educación (1940a), durante el que hubo ricas propuestas y proyectos educativos, ya que no alcanzaríamos a dimensionar los rasgos más elementales para una defensa pública de la educación.

La obra y el planteamiento educativo de Eliécer Gaitán son afines al despertar de las generaciones de la segunda década del siglo XX, las cuales intentaron desprenderse del peso conceptual, moral y cultural del pensamiento decimonónico. Sin embargo, estos cambios no radican sólo en las interpretaciones y disertaciones teóricas respecto a la política, la economía, entre otras. El componente que más distinguió a la generación de Gaitán fue su relación con los diversos sectores de la población, que redefinió los intereses de la vida política del país al exigir y luchar por procesos de inclusión en diferentes ámbitos.

En la medida en que Gaitán enfocó su compromiso ético-político en los sectores populares, a partir de su lectura de la realidad colombiana, todo su andamiaje intelectual se articuló en torno a las estrategias para visibilizar, por un lado, las diversas ramificaciones de la exclusión y, por otro, la manera de combatirlas. Las circunstancias lo colocaron al frente del movimiento más importante que tuvo Colombia en las primeras décadas del siglo XX.

Uno de los medios esenciales para alcanzar esos objetivos fue la organización de la heterogénea sociedad colombiana, sólo posible a partir de un proyecto educativo y con el uso de una pedagogía que concibiera al pueblo como actor de su propia transformación, además de construir herramientas necesarias para hacer que el movimiento popular irrumpiera en los espacios tradicionalmente destinados a un minúsculo grupo: los herederos del gamonalismo y forjadores de la oligarquía colombiana. Las familias que hasta el día de hoy se encuentran entre las esferas del poder fueron las principales opositoras a la irrupción de las clases populares y a la dirigencia de Gaitán.

En ese sentido, entre sus planteamientos revolucionarios, el tema educativo tomó importancia por ser el motor democratizador de otros aspectos de la vida diaria de las clases menos favorecidas. Gaitán comprendió muy bien la necesidad de revertir el sentido común en la sociedad colombiana, la cual pensaba que la política era un juego de notables y para notables. En la medida en que se revirtió la naturalización de aquel imaginario, se pudo avanzar en la lucha por la democratización de aspectos como el económico y elevar el espíritu moral y cultural del pueblo colombiano.

Ahora bien, la relación entre el líder y el pueblo colombiano no fue impositiva y acrítica, tal como lo menciona García (2015, p. 13): Gaitán fue un hombre “históricamente necesario”. Su pensamiento y praxis reflejaron el perfil de líder que el pueblo colombiano requirió para comprender la realidad y el contexto en el que vivía. De ahí que sus detractores (liberales, conservadores y comunistas) fulguraran en sus críticas la incapacidad para encontrarle un lugar específico en la lista de teorías e ideologías enemigas. Sus intentos por enmarcar las acciones del líder revolucionario en alguno de los ismos de la época resultaron inútiles para detener su capacidad de “arrastrar a la acción” o, en otras palabras, ser parte de la avanzada popular.

En el mosaico de las luchas en las que participó resalta la forma como vinculó, por un lado, los elementos político-pedagógicos que permitieron alimentar la organización para el movimiento popular y, por otro, la disputa por convertir al Estado en el responsable directo de la educación; es decir, el encargado de asumir la conducción, la orientación, el financiamiento, además, con recursos indispensables como el vestido, la alimentación, las manifestaciones artístico-culturales que posibilitaron una verdadera inclusión política, cultural y económica de la educación. Estos vínculos están estrechamente relacionados con el horizonte revolucionario que encabezó Jorge Eliécer Gaitán.

Gaitán y la lucha por el espacio público

Los espacios adjudicados a un grupo de notables dispuestos a dirigir a su consideración el porvenir de una masa, aparentemente “ignorante y sin aspiraciones”, fueron, durante muchos años, la noción de lo público en Colombia. Los debates y disertaciones correspondieron a los hombres de “razón”, mientras que la obediencia y la disciplina eran virtudes del pueblo trabajador. Según esta lógica, a finales del siglo XIX y principios del XX, el bien común sólo fue posible debido a que un minúsculo grupo resolvió los problemas que aquejaban a la gran mayoría. Al interior de esta minoría existieron intereses económicos y políticos distintos, no obstante, coincidieron siempre en el método de exclusión del pueblo para la toma de decisiones.

La concepción de lo público entre el liberalismo oligarca y el planteamiento socialista con el que invadió Jorge Eliécer Gaitán las filas del partido radicó en la disposición de disputar los espacios del Estado que hicieron visible al pueblo colombiano, y en el interés por desmantelar los procesos de exclusión que lo limitaron, entre otras cosas, a manifestarse política y culturalmente. Eso se hizo evidente en el momento en que Gaitán, desde su posición como congresista, denunció la masacre cometida contra los trabajadores del departamento del Magdalena en la huelga de la United Fruit Company (ocurrida en los días 5 y 6 de diciembre de 1928), los cuales fueron asesinados por el ejército colombiano en contubernio con la empresa.

El gobierno fue denunciado por el joven representante tras su viaje, varios meses después de la masacre, al lugar de los hechos, y una investigación minuciosa de lo ocurrido; posteriormente regresó a Bogotá y ocupó la tribuna, momento en el que hizo visible el sufrimiento y la injusticia del pueblo por la indiferencia de los dos partidos políticos y el olvido de los medios (Gaitán, 1968a). Al hacer público lo que ocurrió en el departamento del Magdalena, Gaitán no sólo mostró el desprecio de la oligarquía por la verdad y la ausencia de legalidad -en términos penales- contra los trabajadores de la United Fruit Company, sino que también desentrañó los aspectos estructurales que convirtieron la matanza en la punta del iceberg de todas las injusticias sociales, culturales y económicas que se vivían a diario en la región controlada por la empresa norteamericana, en contubernio con las autoridades nacionales y locales.

La incapacidad del gobierno por comprender las nociones de su deber, doblegado por el designio trasnacional, abrió el cauce a la transformación del orden. En ese sentido, la idea limitada de lo público comenzó a ser quebrantada. Se desdibujó la rutina política y se trazó nuevos horizontes para la transformación del Estado:

Este crimen -imputó Gaitán- no quedó en la sombra... Hoy, mañana o pasado, esa multitud que sufre el cilicio y que lo sufre en silencio, sabrá desperezarse y para ese día, ¡oh, bellacos, será el crujir de dientes! Los jóvenes, quienes aún no hemos sido contaminados por la corrupción ambiente y cuyas vidas no navegan sobre el mar de póstulas por donde corren las sénecas de quienes traicionan la dignidad de Colombia; los jóvenes iremos un día, ebrios de santo fervor, ávidos de una justicia reparadora, hombro a hombro conservadores, liberales y socialistas, en nombre de la verdad y contra el dominio de los pequeños hombres que hoy dominan (Gaitán, 1968a, p. 56).

Este mensaje dejó perpleja a la clase política presente en el parlamento colombiano, que estaba acostumbrada a una rivalidad ritual: azules vs. rojos. El llamado de venganza desde la razón y la moral desbordó cualquier intento de contención. Ante esta irrupción de lo público, Braun (2013, p. 76) afirma: “Aunque sus adversarios se daban cuenta del riesgo que corrían, no sabían qué hacer pues la amenaza no provenía de dentro del sistema ni tampoco de afuera: el peligro era Gaitán, que estaba en ambas partes”. En ese sentido, los elementos para edificar una nueva concepción de lo público fueron los bríos organizativos asociados a la participación, determinación y acción de un movimiento popular que legitimó la dirigencia de Jorge Eliécer Gaitán.

La originalidad del pensamiento de Gaitán, al igual que el de otros intelectuales, radicó en hacer visible, desde muy joven, el proceso de exclusión en su amplia magnitud, la situación social y económica por la que atravesaron las clases populares en Colombia y, específicamente, las condiciones en las que vivía la infancia colombiana. Las críticas de Gaitán tuvieron como blanco el contradictorio concepto de lo público debido a la marginación del pueblo en los espacios aparentemente “públicos”. Por eso se esforzó por irrumpir en sitios, como el parlamento colombiano, mientras que también intervino en las plazas de las ciudades y pueblos para reconstruir el tejido social y convertir aquéllas en plataformas político-pedagógicas de organización y movilización.

La reivindicación de la noción pueblo y la disputa por el espacio público obligó a replantear la trasmisión de valores, sentimientos e ideas; además del papel que debieron desempeñar las clases populares en la construcción de un modelo diferente al oligárquico. Por lo anterior, la educación tuvo una activa participación como proceso privilegiado, mediante la que las propias clases populares lucharon por la democratización. En sus disertaciones, Gaitán desdibujó el mapa político tradicional de Colombia y trazó otro. Por un lado, esbozó al país político “que piensa en sus empleos, en su mecánica y en su poder”. Por otro, delineó perfectamente el espacio más grande denominado país nacional “que piensa en su trabajo, en su salud, en su cultura, desatendidos por el país político” (Gaitán, 1968b, p. 423).

La radiografía detallada por Gaitán delimitó las contradicciones entre ambos grupos y, a su vez, desvaneció supuestas diferencias entre la élite liberal y la conservadora; las desnudó, las expuso y las atacó con firmeza frente al pueblo; les dio el nombre que les correspondía: oligarquía, definida por él como “la concentración del poder total en un pequeño grupo que labora para sus propios intereses, a espaldas del resto de la comunidad” (Gaitán, 1968b, p. 424).

En esta contradicción Gaitán percibió la necesidad de mantener su lucha por la educación para combatir el sistema oligárquico que frenó al pueblo en su proceso de transformación social, económica y cultural. La construcción de un proyecto educativo para las clases populares fue el faro que orientó su lucha desde abajo para crear fisuras en esta estructura aparentemente sólida. Disputó a la oligarquía los tentáculos que, con desdén, utilizó en su beneficio para conseguir legitimidad entre el pueblo.

Gaitán y la educación popular

Desde su etapa estudiantil en la universidad, Gaitán estuvo relacionado con la educación popular. Muestra de ello fue la creación, en 1920, de una organización estudiantil como instrumento de formación política y cultural de las clases populares. Así lo documentan algunos textos, compilados un año después de su asesinato, que hacen referencia al Centro Universitario de Propaganda Cultural, creado junto con sus compañeros.

A través de la acción popular, Gaitán y sus compañeros concibieron el conocimiento como un bien público que debía ser distribuido sin restricciones. Durante su periodo estudiantil, Gaitán perfiló tres elementos esenciales que constituyen la potencialidad del individuo: “el moral, el intelectual y el físico” (Figueredo, 1949, p. 111). Junto con sus camaradas, realizó proyectos culturales que contribuyeron a empoderar a las clases populares. Propuso, desde 1920, luchar por la fundación de escuelas ambulantes para llegar a las diversas regiones del país con conocimientos útiles (Figueredo, 1949). Esta idea fue materializada durante su paso por el Ministerio de Educación, en 1940.

Las semillas sembradas durante su trayectoria como estudiante tuvieron frutos en sus diferentes etapas políticas. El fortalecimiento y sistematización de sus ideas sobre la educación popular se vieron reflejados con mayor organización a partir de la construcción, en los años treinta, de la Unión Nacional de Izquierda Revolucionaria (UNIR) y, posteriormente, en los cargos públicos que desempeñó, en especial como alcalde y ministro de educación.

La campaña de educación popular que emprendió desde la UNIR fue un importante precedente en la historia colombiana. Esta campaña enlazó los problemas de la vida cotidiana de campesinos y trabajadores urbanos con los problemas nacionales e incluso internacionales.

En el Manifiesto del Unirismo, Gaitán trazó una serie de propuestas en las que la educación no se limitó a los elementos formales, sino vinculantes con las comunidades. Propuso la creación de Universidades Populares (Gaitán, 1979a), las cuales responderían a las necesidades de cada región. Su interés en la formación, a través de espacios adecuados a los contextos de las clases menos favorecidas, lo llevó a continuar su labor político-pedagógica en diversos pueblos y barrios del país. Entre las propuestas realizadas desde los años treinta estuvo la creación de bibliotecas populares (Gaitán, 1979a), promotoras de la lectura y de la utilización del libro como instrumento de difusión cultural.

Los proyectos fueron difundidos a través de conferencias y mítines políticos. Gaitán utilizó también, al igual que sus compañeros, la prensa como mecanismo de difusión; por ello fundó diarios como el Unirismo, con un formato muy similar a otros diarios liberales y conservadores, pero caracterizados por convertirse en un espacio abierto. La difusión de experiencias de educación popular de países como México ocupó un lugar importante en el diario. Se realizaron entrevistas a académicos mexicanos sobre el proyecto socialista (Unirismo, 1934a); igualmente, se publicaron notas oficiales del gobierno mexicano (Unirismo, 1934b).

El interés por la educación y la política social mexicana se incrementó cuando el general Lázaro Cárdenas llegó al poder, especialmente por la Reforma Agraria y la responsabilidad que otorgó al magisterio mexicano sobre ella, con un proyecto de educación rural colectivista. La frase: “Entregaré a los campesinos el máuser con el que hicieron la revolución, para que la defiendan, para que defiendan el ejido y la escuela” fue publicada en Unirismo (1935). Se publicaron también artículos de muralistas mexicanos como David Alfaro Siqueiros (Siqueiros, 1934), así como de Diego Rivera (Romo, 1934), que mostraban el producto artístico de la Revolución.

La experiencia popular de educación en México fue bandera del Movimiento Unirista y en ella Gaitán encontró puntos de referencia para comprender y contextualizar su propuesta, que se trató de un proyecto latinoamericano de educación. Al mismo tiempo, el programa y plataforma de la UNIR se encaminó a la reconstrucción de la sociedad bajo el eje rector de la educación, apoyándose en el ejercicio pedagógico de las campañas populares, lo que en el proyecto se definió como la “creación de educación complementaria para toda la clase trabajadora” (Gaitán, 1979a, p. 148).

Este impulso se vio reflejado en la apertura de “escuelas uniristas gratuitas”, ubicadas principalmente en los barrios pobres de Bogotá. En ellas se ofrecieron clases tanto para obreros como para mujeres de diferentes estratos sociales; entre las clases para señoritas destacan: idiomas, contabilidad, taquigrafía y mecanografía; además, contaban con colegios infantiles (Unirismo, 1934a). El recinto utilizado para llevar a cabo estos procesos de enseñanza fue la “Casa Unirista”, la cual, además de convertirse en el centro organizativo barrial del movimiento, también sirvió como escuela para adultos; contaba con biblioteca y en espacios amplios para conferencias. Torres (1992, p. 25) menciona que: “el centro también suministraba a los hijos de los trabajadores uniristas el cuidado diurno gratuito, servicios médicos y legales e instrucción libre en conocimientos prácticos”.

Gaitán dedicó especial atención al tema de la higiene durante el periodo unirista y, posteriormente, en su paso por las administraciones. Por ello, desde el Manifiesto de la UNIR trazó un plan de higiene al que debieron someterse todas las secciones del país y para ello, consideró preciso contar con un “cuerpo técnico de defensa de la especie” (Gaitán, 1979a, p. 148). Esta idea de la salud basada en la limpieza personal y pública tuvo sustento en la formación educativa de Jorge Eliécer Gaitán a través de la influencia de teorías del derecho de finales del siglo XIX y principios del XX, promovidas por su maestro Enrico Ferri (Álvarez, 2012). Sin embargo, más allá de las teorías médico-fisiológicas, Colombia tenía altas tasas de enfermedades causadas por las deficientes condiciones higiénico-sanitarias, como paludismo, uncinariasis, entre otras, que debían ser atacadas con un cuerpo médico nacional, pero también a través de campañas de concientización. Sugería que “mientras haya estadísticas de mortalidad infantil que superen la mitad de los nacimientos, según en Bogotá se ha registrado, es inútil pensar en otros problemas secundarios” (Gaitán, 1979a, p. 148).

La campaña de salud e higiene tuvo mayor alcance en términos geográficos que las otras propuestas populares, debido a las mínimas condiciones materiales y económicas con las que contaba el movimiento unirista. Asimismo, fue piedra angular en la relación entre Gaitán y el pueblo, en regiones donde jamás se había presentado una figura política de la talla del líder político ni para hacer algún tipo de proselitismo.

Luis David Peña (1949, p. 114) menciona que Gaitán: “se empeñó en realizar una campaña de educación política entre el campesino, por medio de la acción directa. Personalmente iba con mucha frecuencia a El Chocó”. En esa campaña política, donde hablaba contra el latifundismo, entregaba jabones y explicaba la importancia de la limpieza personal. Estas acciones hicieron que sus adversarios llamaran al movimiento como la “Revolución del jabón” (Peña, 1949, p. 114)

La experiencia política de la UNIR se vio reflejada en las aspiraciones de transformación que planteó durante su administración como alcalde de Bogotá. En su breve administración como alcalde (junio de 1936-febrero de 1937), Gaitán estuvo dedicado a recorrer diferentes barrios obreros, en los que se realizaron campañas de higienización y se proyectó la renovación de construcciones públicas y casas dignas para las zonas más pobres. En colaboración con los vecinos, trazó planes y proyectos colectivos.

La gente lo recibió siempre con expectativa, pero también con mucho entusiasmo por ser de los pocos políticos que visibilizaban sus problemas (El Tiempo, 1937c). Para muchos fue el primer alcalde, por ejemplo, que conoció personalmente las necesidades de los barrios más alejados y pobres de la ciudad; por eso, cada una de sus visitas se convirtió en una manifestación política de apoyo (El Tiempo, 1936). Con pocos recursos financieros consolidó nuevos edificios escolares en zonas tradicionalmente excluidas de la ciudad. Al lado de estas nuevas edificaciones, se intentó cubrir el reparto de zapatos y útiles escolares a las zonas más pobres de la ciudad. Todo esto permitió dar una nueva cara a la noción de educación pública (El Tiempo, 1937d)

Creó los Institutos Profesionales para hombres y mujeres jóvenes de entre 14 y 20 años, los cuales suministraban cursos en las mañanas y por las tardes. Según UpdeGraff (2013), se formaron aproximadamente 200 hombres y 500 mujeres en este tipo de programas. La peculiaridad de estos cursos fue el impulso a los conocimientos prácticos, ya que abarcaron “una serie escalonada de conocimientos de manera que el alumno llegue a la práctica de su oficio, con una base de cultura adecuada a su condición. Aritmética, castellano, geografía, historia, dibujo, etc.” (El Tiempo, 1937a). Este proyecto de educación técnica, basado en una noción de cultura elemental a través de materias de corte humanista, fue uno de los puntos contenidos en el programa de la UNIR y desarrollado en su paso por la alcaldía de Bogotá.

Las obras tanto de infraestructura, como de reparto de instrumentos necesarios para acortar la desigualdad entre los estudiantes y las familias, así como los proyectos físicos y educativos, fueron piedra angular para el desarrollo de una política cultural promovida a través de campañas en barrios y pueblos. En medio de todos estos proyectos, el tema de la alimentación de los niños fue una preocupación que llevó a Gaitán a incrementar los desayunos escolares, proyecto que tuvo amplio alcance durante su administración como ministro de educación. Antes de comenzar las clases, los niños recibían su alimento (Osorio, 1979). Estos restaurantes escolares comenzaron a funcionar con mayor fuerza en espacios donde la caridad y las organizaciones suministraban alimentos nutritivos de manera gratuita (Braun, 2013).

Al respecto, UpdeGraff (2013) distingue tres componentes esenciales dentro del proyecto cultural de Gaitán; el primero, participación de toda la sociedad, sin discriminación alguna; segundo, dotar a los menos privilegiados de la ciudad con servicios culturales, y tercero, exigencia ciudadana de medidas para reducir distinciones entre estratos sociales. Los barrios de la ciudad se convirtieron en epicentros de estas acciones colectivas, donde la música y las películas fueron enriquecidas con charlas sobre higiene y salud (El Tiempo, 1937b).

La riqueza que Gaitán proyectó a la educación popular se encuentra en la interconexión de las dinámicas culturales de los sectores populares y las acciones emprendidas en momentos políticos y coyunturales; este esfuerzo tuvo mayor auge durante su diligencia en el Ministerio de Educación y continuó hasta su asesinato.

Gaitán llamó a un verdadero trabajo de conciencia, esto es, a una lucha contrahegemónica. Se trató de crear una obra revolucionaria generadora de una autodeterminación popular y para ello era necesario que ésta:

abandone lo abstracto y tenga su influencia en el terreno de la biología para tomarla en la cuna, pasarla a la madre, seguirla en la escuela, acompañarla en la casa, realizarla en el vestido, asentarla en la higiene, afianzarla en el deporte, llevarla a la calle, prolongarla en el parque. Porque es nuestro deber crear por todos los medios un pueblo nuevo, con criterio que abomine para siempre de la pirotecnia verbalista y haga en cambio gente de voluntad (Gaitán, 1968b, p. 197).

En consecuencia, Gaitán propugnó, al igual que todo revolucionario, por la formación consciente del pueblo para que afrontara su papel en los procesos de transformación; para ello “coloca las acciones colectivas” como pilares de su ejercicio público (Gaitán, 2013, p. 11).

La educación popular desde el Ministerio de Educación Nacional

Jorge Eliécer Gaitán congregó elementos claves que lo identifican como un impulsor de la educación popular, en especial al crear nuevos espacios políticos que hicieron de los sectores dominados nuevos sujetos históricos, dispuestos a protagonizar el cambio social. Para una mayor comprensión del aspecto educativo y popular en Gaitán, se distinguen algunos elementos que nos ayudan a conceptualizar a la educación popular. Alfonso Torres menciona los siguientes, los cuales tienen plena identificación con el trabajo realizado por Gaitán a lo largo de su vida:

  1. Una lectura crítica del orden social vigente y un cuestionamiento al papel integrador que ha jugado allí la educación formal.

  2. Una intencionalidad política emancipadora frente al orden social imperante.

  3. Un propósito de contribuir al fortalecimiento de los sectores dominados como sujeto histórico, capaz de protagonizar el cambio social.

  4. Una convicción de que desde la educación es posible contribuir al logro de esa intencionalidad, actuando sobre la subjetividad popular.

  5. Un afán por generar y emplear metodologías educativas dialógicas, participativas y activas (Torres, 2007, p. 14).

La llegada de Gaitán al Ministerio de Educación Nacional (1940a) permitió dotar de mayores mecanismos que contribuyeron al desarrollo de la educación popular, reflejados principalmente a través de la Dirección de Extensión Cultural y Bellas Artes. Desde esta instancia de gobierno se crearon nuevos servicios, los cuales estuvieron a tono con la dinámica popular (Imagen 1).

Fuente: Ministerio de Educación Nacional, 1940b.

Imagen 1. Los niños de las escuelas públicas de Bogotá en el Almacén Escolar  

Los Patronatos Escolares y, sobre todo, las Escuelas Ambulantes, se pusieron al servicio de la cultura popular. Su objetivo fue: “Encauzar y concretar las varias manifestaciones de la cultura nacional en beneficio del pueblo, entendiéndose por cultura, no la adquisición de conocimientos decorativos y vagamente educativos, sino un repertorio de convicciones que rigen realmente la existencia de un pueblo” (Ministerio de Educación Nacional, 1940b, p. 9).

Estos mecanismos activaron la participación entre los pueblos al vincular las acciones del ministerio con las comunidades de una manera distinta. Las dotaron de recursos económicos a través de vestido, calzado, restaurantes y bolsas escolares.

La sistematización de las experiencias pasadas llevó a Gaitán a emprender una campaña de desanalfabetización en la que: “las escuelas, los institutos docentes de segunda enseñanza y los particulares, toman a su cargo grupos de analfabetos para enseñarles a leer y escribir y darles nociones de aritmética” (Ministerio de Educación Nacional, 1940b, p. 16). Ésta estuvo acompañada, como en otros países latinoamericanos, de una batalla por transformar la noción de la cultura que hasta el momento fue concebida como espacio cerrado o exclusivo para las altas esferas colombianas.

Durante la administración de Gaitán (1940), la cultura se pensó como “creación de un clima espiritual dentro del cual sea posible intensificar una fervorosa cruzada para nutrir, vestir y calzar a una humanidad desmedrada… también lograr que el pueblo adquiera conciencia de sí mismo y de su valor humano” (Ministerio de Educación Nacional, 1940b, p. 92). Para tal efecto, las herramientas utilizadas fueron el cine, las bibliotecas, las discotecas y medios, como el noticiero educativo y la radio, además del acompañamiento de personal médico, artístico y físico que el ministerio integró orgánicamente en lo que se conoció como Escuelas Ambulantes, cuyo propósito fue extender los servicios culturales que disfrutaron las ciudades y ciertas capas sociales sin detrimento de la cultura popular (Ministerio de Educación Nacional, 1940b).

En el corto tiempo durante el que funcionaron las Escuelas Ambulantes, previo de su salida del ministerio, se realizaron actividades no sólo educativas, sino económicas, físicas y morales; esto implicó que la noción de educación no se restringiera al aparato de enseñanza, sino al de praxis para cubrir las necesidades más elementales de las comunidades. Para la realización y financiamiento de las Escuelas Ambulantes, Gaitán invitó al sector privado a sumarse, el que vio con interés contribuir al proyecto educativo a través de la aportación de dinero y de automóviles que fueron utilizados por el ministerio para la campaña popular (Imagen 2) (El Tiempo, 1940f).

Fuente: Ministerio de Educación Nacional, 1940b.

Imagen 2. Detalle del servicio de cine educativo anexo a cada uno de los equipos de la Escuelas Ambulantes de la Primera Sección  

El modelo orgánico de las Escuelas Ambulantes permitió conjugar elementos esenciales de un proyecto trazado en vías de la democratización de la cultura

Si bien es cierto que el Estado ha de apoyar y sostener altos núcleos de cultura artística, no menos lo es que ellos deben poner en función social sus conocimientos y capacidades. Mantener exposiciones y dar conciertos para que sólo puedan a ellos asistir reducidos grupos en la capital de la república, no es realizar obra completa. Se hace urgente que el arte baje a las masas, recorra todas las ciudades del país y que organizados por el ministerio los conciertos sinfónicos, las exposiciones de pintura y de escultura, vayan de ciudad en ciudad atrayendo la curiosidad, así de los altos núcleos sociales como de las humildes gentes a las cuales al mismo tiempo y en forma sencilla y elemental, han de proporcionarse explicaciones orientadoras (Gaitán, 1968e, pp. 271-272).

La democratización de la cultura significó el acceso al arte y, a su vez, la motivación para la creación artística. Al igual que muchos de sus contemporáneos latinoamericanos que trabajaron en esta sintonía, Gaitán tuvo la intención de que el arte llegara a todas las masas, así como que las manifestaciones artísticas se dieran a conocer. De allí su empeño en conferencias culturales, ferias del libro, obras de teatro, difusión y creación pictórica nacional, así como en conciertos de música y danza.

En pleno contexto bélico internacional, la campaña de las Escuelas Ambulantes y su lucha por la democratización germinó en la reapropiación de lo cultural, es decir, en la capacidad de asimilar lo universal y, a su vez, hacer visible lo propio. Así lo evidenció la exposición realizada por el ministerio durante su administración al organizar la Exposición Anual de Artistas Nacionales el 12 de octubre, fecha simbólica para mostrar la creación nacional (Archivo General de la Nación, 1940). En ese sentido, Gaitán dotó a la educación popular y al trabajo cultural de un elemento esencial al momento de disputar el espacio y la conciencia del pueblo colombiano: el anhelo de pensar con cabeza propia, de crear y construir con espíritu soberano que, en otras palabras, significó vencer al “país político” o a la oligarquía en todas sus estructuras (Imagen 3).

Fuente: Ministerio de Educación Nacional, 1940b.

Imagen 3. Obreros de todas las edades se inician en el conocimiento del alfabeto, bajo la dirección de alumnos del Externado Nacional de Bachillerato  

El proceso de concientización del pueblo fue guiado por el carácter antiimperialista; la lucha por la democratización de la cultura, mayormente expresada en las Escuelas Ambulantes, se complementó con la propuesta de una educación técnica que contribuyó a la soberanía económica del país, pero también de las comunidades y del trabajador. Gaitán defendió la necesidad de este tipo de escuelas en beneficio de las clases populares, puesto que dotarían a los trabajadores y campesinos de mejores herramientas y conocimientos prácticos. En la lógica de Gaitán, el pueblo que integró el país nacional debía contar con las herramientas necesarias para apropiarse de los tiempos y espacios.

En esa sintonía, buscó cambiar el paradigma del intelectual docto y parasitario, forjado en beneficio de la oligarquía, ya que es ella quien “otorga los títulos, califica la inteligencia y el conocimiento e ignora o destruye al resto del país, que no tendrá categoría sino le ha sido bondadosamente dispensada por los monopolizadores de la propaganda” (Gaitán, 1968b, p. 425). Luchó también por una formación que, además de contar con elementos culturales, incluyera conocimientos técnicos. La idea fue hacer que los hijos del pueblo se apropiaran del privilegio cognitivo y práctico restringido a una casta colombiana:

Nuestra población escolar está bajo el imperio de una escasez económica que no puede ser olvidada. Para un padre de familia, obrero o campesino constituye un gran sacrificio el mandar a su hijo a la escuela... Entonces hay que hacer en esos dos años o tres una labor intensiva, todo lo contrario del proceso paulatino, decrolyano, progresivo, que muchos de nuestros pedagogos teóricos olvidados del país donde van a actuar proclaman (Gaitán, 1968d, p. 345).

La contextualización de la realidad colombiana fue uno de los rasgos que distinguió a Gaitán en su pensamiento político-educativo; la pobreza y la exclusión no pudieron ser abordadas según los tratados pedagógicos de otras latitudes.

Nacionalización de la educación primaria

Al tomar posesión como Ministro de Educación, Gaitán esbozó una serie de ideas en las que reconoció la necesidad de modificar el papel que jugó el Estado, en lo general, con la educación, y el ministerio, en lo específico, como institución encargada de salvaguardar la soberanía educativa.

Al presentar la Memoria Educativa correspondiente a 1939-1940, Gaitán mostró con mayor detalle el proyecto de unificación de la educación primaria. Resaltó la atención del Estado en este nivel educativo; consideraba que “quizá no haya otro bien público tan intensa y extensamente solicitado por los vecinos de las poblaciones y veredas” (Gaitán, 1979b, p. 280). Sin embargo, a pesar de los intentos de los gobiernos liberales por extender el derecho a la educación primaria, las condiciones de infraestructura, higiene, materiales didácticos y de recursos humanos demostraron las marcadas desigualdades entre las regiones e incluso entre el sector público y privado (El Tiempo, 1940d). Para Gaitán, una de las causas de estos problemas residió en la falta de un sistema organizado y la carencia de un método u organización capaz de capitalizar los problemas y desigualdades:

En ocasiones se trata de localizar el origen de tan bizarra desproporción o desarmonía en aspectos de índole individual o de remediarlos con la simple censura a las entidades municipales o departamentales, olvidando que quizá hay un hecho de mayor entidad, que a mi modo de ver, reside en la falta de sistema, durante numerosos lustros imperante… Carecemos de un método u organización que permita obtener provechosos rendimientos de la energía psicológica y económica destinada a la educación primaria (Gaitán, 1979b, p. 281).

Sólo a partir de una reorganización del aparato educativo se podría asegurar la implementación de proyectos acordes con las exigencias de la sociedad o, en otras palabras: “justificar la necesidad de trazarnos un plan sistematizado en orden a una tenaz y vigorosa campaña en favor de la educación primaria, que debe llevar como objetivo central la desanalfabetización de nuestras masas” (Gaitán, 1979b, p. 281). Gaitán contribuyó a crear las condiciones para transformar el aparato institucional de la educación enfocado al servicio de las masas y no como beneficio de las minorías, enmarcada en una soberanía educativa y económica.

En ese sentido, la nacionalización primaria jugó un papel importante porque tomó en cuenta el contexto y condiciones por las que atravesaba el país en la década de los cuarenta, y esbozó un tipo de educación rural que contribuyó al desarrollo regional y comunitario. Sin embargo, para poder impulsarla, no bastó sólo con decretos y normas legislativas, financieras y económicas. Se requirió, primero, ocupar los espacios tradicionalmente restringidos y, segundo, crear una nueva concepción de la formación a la clase primordialmente campesina; por eso Gaitán (1979b, p. 283) insistió: “nadie podría tomar por ilusa la afirmación de que una intensa y organizada campaña en favor de la cultura primaria es condición sin excepciones para el desarrollo económico y técnico de nuestra riqueza agrícola”.

La nueva concepción educativa demandó una estructura metodológica novedosa en favor de la escuela primaria, en especial de la deficiencia e incapacidad:

Su desarmonía, que va desde la dirección administrativa hasta lo económico como a lo pedagógico, se traduce en pugnas, formulismos, litigios y abandono de lo que debería ser el central objetivo de las actividades… al Ministerio de Educación Nacional, que debería contar entre lo primordial la educación primaria, le corresponde el triste papel inoperante de convidado de piedra, capacitado al máximo para las admoniciones formularias (Gaitán, 1979b, p. 283).

Por lo anterior, el proyecto de ley presentado al Congreso de Colombia en 1940 fue un elemento importante para apuntalar un proyecto de educación pública de forma organizada e incluyente.

La columna vertebral de la reorganización del ministerio y de la educación fue el destino de los presupuestos de la educación primaria. Según el Artículo 1° del Proyecto de ley sobre unificación y régimen de la escuela primaria, se obligó a los departamentos y municipios a incluir partidas determinadas para la educación pública para que se desmantelara el mecanismo discrecional y electorero de la repartición del financiamiento educativo (Ministerio de Educación Nacional, 1940a). Dentro de estas partidas destinadas a la educación pública, el trato a la educación primaria fue privilegiado, ya que se reglamentó la formación del Fondo de Educación Primaria, con el cual se debían atender los gastos siguientes (Art. 19 del Proyecto de ley sobre unificación y régimen de la escuela primaria):

  1. Sueldo de maestros.

  2. Sueldo de inspectores.

  3. Sueldos de la Dirección de Educación Pública.

  4. Arrendamientos y represión de los locales.

  5. Útiles escolares.

  6. Restaurantes escolares.

  7. Asistencia médica de las escuelas.

  8. Mobiliario escolar.

  9. Construcciones escolares (Ministerio de Educación Nacional, 1940a, p. 56).

El presupuesto destinado al Fondo no podría ser utilizado para fines distintos de los que se marca anteriormente, ni para cubrir otros niveles educativos (Art. 20 del Proyecto de ley sobre unificación y régimen de la escuela primaria; Ministerio de Educación Nacional, 1940a, p. 54), debido a que los:

Dineros que deberían estar alimentando la educación primaria van muchas veces, sin pleno examen de justificación, al sometimiento de deficientes colegios secundarios, a la caprichosa fundación de establecimientos de bachillerato en sitios donde no hay ni puede haber profesorado, ni laboratorios, ni condiciones higiénicas indispensables (Gaitán,1979 b, pp. 285-286).

La distribución del fondo estaría vigilada por el Ministerio de Educación, quien sería el encargado de aprobarlo y avalar su distribución (Ministerio de Educación Nacional, 1940a). Con esto se intentó poner freno a los abusos en cuanto a destino del presupuesto educativo.

La transparencia en cuanto a la distribución, por un lado, y a la dotación de presupuesto a la escuela primaria para brindar una educación a las masas, por otro, se convirtieron en la piedra angular del proyecto de ley presentado en el congreso colombiano. “Es necesario, pues, trasladar la distribución de la educación primaria a zonas que consulten las exigencias esenciales. Que los municipios, los departamentos y la nación tengan la obligación, efectiva y no teórica, de dedicar un porcentaje a la educación primaria en general” (Imagen 4) (Gaitán, 1979b, p. 286).

Fuente: Ministerio de Educación Nacional, 1940b.

Imagen 4. Sala de lectura de la Biblioteca Infantil Teatro Cultural de Bogotá, implementadas durante la administración de Jorge Eliécer Gaitán 

Las acciones urgentes que requirieron del presupuesto fueron la creación de nuevas escuelas y la dotación de mobiliario escolar para aquellas que carecían de lo esencial: “es fácil comprobar que mientras la escuela está caracterizada por su ambiente destartalado, misérrimo y desapacible, en municipios cercanos o en el mismo municipio, como una irrisión, se elevan pretensiosos edificios… en los cuales se invirtieron sumas que racionalmente distribuidas hubieran permitido doble y mejor utilidad” (Gaitán,1979b, p. 289). En ese sentido, el proyecto de ley presentado por Gaitán contempló la reorganización del presupuesto y los recursos del Fondo para la creación de nuevos edificios escolares, pero, también, para la renovación de mobiliario, sobre todo en las regiones más apartadas. (Ministerio de Educación Nacional, 1940a)

Según los artículos 26° y 27° del Proyecto de ley sobre unificación y régimen de la escuela primaria, la característica de esta nueva organización fue el empoderamiento del Ministerio de Educación para romper con el estatus de “convidado de piedra” y convertirse en el actor obligado para asegurar la educación pública, organizando las funciones de la jerarquía administrativa y articulando, de una manera más equitativa, las funciones del sistema educativo (Ministerio de Educación Nacional, 1940a). El proyecto contempló el derecho de los maestros a salarios mejor pagados y a no ser transferidos o trasladados por capricho y sin previa autorización (Art. 35° del Proyecto de ley sobre unificación y régimen de la escuela primaria; Ministerio de Educación Nacional, 1940a). Finalmente, se estableció que la reglamentación pedagógica, los programas y los métodos, no sólo deberían ser atendidos por los establecimientos públicos, sino que también tendrían que ser acatados por las instituciones privadas.

La reacción de la derecha no se hizo esperar y los ataques al proyecto de nacionalización de la educación se concentraron principalmente en el noroeste del país, sobre todo en el departamento de Antioquia, convertido en el epicentro del descontento político del proyecto educativo. Se intentó crear un movimiento “descentralista” que se expandió por todo el país, sin embargo, no tuvo éxito en otros departamentos que vieron con muy buenos ojos la oportunidad de una reorganización política y, sobre todo, presupuestal del ramo.

La oposición a la nacionalización de la educación primaria acercó a sectores políticos que años atrás habían rivalizado. Nos referimos al partido conservador y a algunos grupos del partido liberal, afines a Alfonso López Pumarejo. En ambos casos los intereses económicos y políticos se entrelazaron para desatar una intensa campaña de desprestigio no sólo al proyecto, sino del ministro de educación

Ante este contexto, Gaitán dedicó tiempo en recorrer diferentes pueblos y ciudades antioqueñas para explicar con detalle el significado de la nacionalización de la educación primaria, la cual no atacó las creencias religiosas ni lastimó los intereses del magisterio antioqueño. En reuniones escolares y en asambleas de cabildo se firmaron actas en apoyo al proyecto de ley. Durante la presencia del ministro de educación la oposición fue muy débil, en específico en cuanto a los discursos y conferencias que Gaitán impartió.

En la Cámara, al igual que en Antioquia, coincidieron los detractores de Gaitán. Se atacó el proyecto (El Tiempo, 1940e); primero, evadieron discutirlo, lo turnaron y alargaron el debate; después, en los momentos que se pretendió analizarlo, se intentó perturbar el orden del día para reventar las propuestas (El Siglo, 1940). Todo lo anterior se acompañó de una operación mediática que tuvo mayor repercusión en la región de Antioquia y ciudades colindantes.

Las adhesiones al proyecto tuvieron en común la aspiración de transformar el régimen de exclusión educativa en las regiones periféricas de Colombia y modificar la relación de fuerza entre los sectores sociales. Es decir, asumieron la nacionalización de la educación primaria como una forma de lucha por la democracia y en favor de las clases más necesitadas. La nacionalización de la educación primaria fue sólo la piedra angular en la búsqueda por democratizar todo el sistema educativo colombiano, al reorganizar el manejo de los fondos que generalmente se distribuían de manera arbitraria debido y bajo la influencia del gamonalismo (El Tiempo, 1940b).

A pesar del respaldo del pueblo colombiano, la actitud de los representantes en la Cámara fue adverso. No sólo los conservadores trataron de bloquear los debates y su aprobación acusándolo de ir en contra del espíritu católico; representantes liberales también descalificaron la propuesta de Gaitán aludiendo a un supuesto centralismo. Por lo anterior, el ministro de Educación debatió y atacó los argumentos que descalificaron el proyecto y, sobre todo, la estrategia montada para frenarlo y a su vez desprestigiar su labor como ministro.

En el discurso previo a la aprobación del proyecto, Gaitán recordó que durante 50 años se plantearon críticas a la educación pública colombiana por considerarla un caos. Así lo constatan las opiniones de los ministros, tanto conservadores como liberales, que lo antecedieron, los cuales coincidieron, como menciona Gaitán, en la necesidad de “transformar ese maremágnum absurdo de la escuela primaria que ha impedido que el país avance en esa materia, y ha permitido que la cultura se desarrolle por caminos de minoría feudal indignos de una democracia” (El Tiempo, 1940c).

Gaitán denunció en la Cámara de Representantes la pérdida de principios básicos e ideales esenciales que hacían diferenciar a los partidos políticos en Colombia en temas como la educación:

El hecho fundamental de la vida nacional es la educación pública, y si en la educación pública no hay dos criterios, si no los hay en la vida constitucional y jurídica, los partidos no tienen razón de ser, porque entonces todo se reduciría a voraces caciques, nacidos para actuar en hora efímera, pero no para la hora eterna de la historia (El Tiempo, 1940c).

Los intereses políticos al designar y administrar la jerarquía educativa en las regiones bajo los antojos del gamonal, además de las ambiciones económicas por distribuir de manera discrecional y corrupta los recursos para la educación, motivaron a olvidar cualquier diferencia ideológica entre los partidos.

Finalmente, el proyecto de educación fue aprobado por la Cámara de Representantes; sin embargo, la campaña mediática, por un lado, y el incremento popular de Gaitán, por el otro, recayeron en el presidente Eduardo Santos, quien decidió frenar los intentos de movilización y organización popular para respaldar a Gaitán. La presión de los diputados liberales, senadores e integrantes del gabinete para expulsar a Gaitán del ministerio tuvieron peso en las determinaciones del presidente. Se aplazó la discusión del proyecto de nacionalización en el Senado, se quitó el respaldo gubernamental y, a través de un telegrama enviado por el ministro de gobierno, Jorge Garnier, se hizo público el freno total a Gaitán en el ministerio (El Tiempo, 1940a).

La batalla de Gaitán por la educación pública en el terreno legislativo no concluyó con su paso por el ministerio. Su pugna por la educación pública continuó en el Senado colombiano, donde luchó para dotar al Estado de mayores responsabilidades para romper con los procesos de exclusión. Su salida no significó una derrota o disminución del apoyo popular. El movimiento gaitanista ya había echado a andar su camino, aunque en la alta esfera política Gaitán quedó solo y aislado por la élite liberal. Las organizaciones sociales se aprestaron a arroparlo y a presionar para apuntalar a su líder en la batalla frontal por la transformación del país, una lucha en la que Gaitán demostró ser un hombre “históricamente necesario”.

La firme creencia en el pueblo y en su capacidad de lucha formaron parte del elemento de concientización y proyecto político-educativo, el cual representó en Colombia la resistencia ante la embestida oligárquica que vio con miedo la posibilidad de perder sus privilegios ante el avance popular encabezado por el gran revolucionario Jorge Eliécer Gaitán.

Consideraciones finales

El proyecto educativo que defendió Jorge Eliécer Gaitán en Colombia disputó el espacio y la comprensión del sentido público de educación desde su referente. Esto significó fracturar, por un lado, la concepción limitada de la representatividad política y cultural reflejada en la exclusión de las masas populares en la toma de decisiones y, por otro, acabar con el funcionamiento del latifundio, aún perdurable en gran parte de Colombia.

La concepción de educación, por lo tanto, no se restringió a una consigna aislada con la pretensión de acabar con las desigualdades, sino fue un elemento que contribuyó de manera importante en la transformación de un régimen excluyente y explotador. Al revisar las experiencias de personajes como Gaitán, se percibe de manera más clara el papel que jugó en esa transformación la educación en sociedades latinoamericanas.

Las experiencias analizadas en el presente artículo, al igual que otras que se desenvuelven en la región a principios del siglo XX, sentaron un precedente fundamental para la reflexión y sistematización de lo que, décadas más tarde, será la consolidación de la Educación Popular en América Latina. El movimiento gaitanista, desde sus referentes, mantuvo la convicción política de la práctica educativa y asumió a la pedagogía como herramienta elemental en la comprensión y ejecución política. Esto permitió, en primer lugar, visibilizar la importancia en la toma de decisiones y, en segundo lugar, la apropiación de legitimidad en sus exigencias y acciones en temas que históricamente fueron negados.

Desde su formación y su contexto, Gaitán dedicó tiempo para crear y consolidar proyectos político-educativos encaminados a transformar las condiciones de opresión bajo orientaciones ideológicas, políticas y pedagógicas. El trabajo de organizar al pueblo y alimentar un proyecto nacional en el horizonte colombiano se materializó en las experiencias administrativas, políticas y culturales de las que fue partícipe, siempre con una posición ético-política muy clara de lo que significó el servicio público.

Un elemento que vale la pena resaltar es que Gaitán situó a la educación básica como piedra angular para la transformación de la sociedad y como elemento indispensable para romper con los procesos de exclusión. La escuela primaria fue clave por ser el primer acercamiento con las clases populares, que no sólo era un importante espacio para la formación de las nuevas generaciones, sino el epicentro de las decisiones colectivas en las comunidades.

El proyecto de ley, para lo que consideró la nacionalización de la educación primaria, recogió lo mejor de la política educativa del momento al tomar en cuenta la urgente necesidad de reorganización presupuestal, infraestructura escolar, mapeo de las escuelas y la atención a demandas magisteriales, entre otros. En ese sentido, los esfuerzos y propósitos que trazó el líder colombiano se traducen también en las exigencias de un pueblo que imprimió la dirección del movimiento y la necesidad de apuntalar el derecho a la educación. La relación entre el personaje y el pueblo colombiano se basó en el profundo conocimiento de sus necesidades más elementales y de supervivencia.

La creencia mutua entre el pueblo y su dirigente forjaron un horizonte común en el anhelo por la justicia social. La inteligencia, así como la capacidad de escuchar y dirigirse a la gente no ha tenido parangón alguno. La pedagogía con la que concientizó al pueblo colombiano se basó fundamentalmente en la sensibilidad y la responsabilidad de lo que significó su lucha. Así lo demostró en los momentos más duros en los que la oligarquía desató persecuciones y asesinatos a dirigentes y miembros del movimiento. Semanas antes de ser asesinado, Gaitán pronunció en medio de una multitud que marchó completamente en silencio La oración por la paz: “Amamos hondamente a esta nación y no queremos que nuestra barca victoriosa tenga que navegar sobre ríos de sangre hacia el puerto de su destino inexorable” (Gaitán, 1968c, p. 506).

La resistencia de ese pueblo colombiano al que Gaitán tanto dedicó su vida representa la esperanza y la continuidad de una lucha contra la oligarquía, ahora de tinte neoliberal, que insiste en seguir concibiendo a la educación como un privilegio y de casta, y ahora más que nunca, como una mercancía. En ese sentido, recuperar la soberanía implica continuar con la reivindicación de la memoria político-educativa de actores como Jorge Eliécer Gaitán, la cual ha resistido por varias décadas a los intentos de sepultar el proyecto político del gran líder revolucionario, a través de lo que Gloria Gaitán, su hija, llama “memoricidio histórico” (Radio Macondo, 2013).

En la medida en que sigamos reflexionando sobre las memorias educativas latinoamericanas, se podrá hacer una lectura diferente de lo que, hasta ahora, pretende ser la visión desesperanzadora de la historia social y educativa. Esto es: reconocer en la lucha de la educación pública la capacidad de crear un proyecto político encaminado a los cambios que exige nuestra sociedad, hoy sumergida en una vorágine capitalista.

Referencias

Álvarez, A. (2012). Los niños de la calle: Bogotá 1900-1950. Historia de la Educación en Bogotá . T. II. Colombia: Alcaldía Mayor de Bogotá-IDEP. [ Links ]

Archivo General de la Nación (1940, agosto). Exposiciones de Salón Anual de Artistas [correspondencia], caja 010, carpeta 002, Folio 25. Colombia: AGN. [ Links ]

Braun, H. (2013). Mataron a Gaitán. Vida pública y violencia urbana en Colombia. Colombia: Prisa ediciones. [ Links ]

El Siglo (1940, 2 de octubre). El ministro de educación dice que ésta es un caos. [ Links ]

El Tiempo (1940a, 5 de diciembre). El gobierno admitirá aplazar el proyecto de educación. [ Links ]

El Tiempo (1940b, 15 de octubre). Gaitán continuó defendiendo el proyecto sobre enseñanza. [ Links ]

El Tiempo (1940c, 29 de noviembre). La cámara aprobó el Proyecto sobre la enseñanza primaria”. [ Links ]

El Tiempo (1940d, 30 de marzo). La Conferencia del doctor Gaitán. La educación necesita orientarse por un Plan Único en la República. [ Links ]

El Tiempo (1940e, 2 de octubre). Se principió el debate sobre el proyecto de escuelas primarias. [ Links ]

El Tiempo (1940f, 19 de marzo). $22.000 se han recaudado para la Campaña en favor de las escuelas ambulantes. [ Links ]

El Tiempo (1937a, 11 de febrero). Enseñanza profesional en el municipio. [ Links ]

El Tiempo (1937b, 31 de agosto). Hoy inicia la alcaldía una intensa campaña de propaganda municipal. [ Links ]

El Tiempo (1937c, 14 de marzo). La Alcaldía de Jorge Eliécer Gaitán. [ Links ]

El Tiempo (1937d, 15 de enero). 13 nuevos edificios para escuelas serán terminados en seis meses. [ Links ]

El Tiempo (1936, 11 de agosto). Gran manifestación se hizo al alcalde en el paseo Bolívar. [ Links ]

Figueredo, A. (Comp.) (1949). Documentos para una biografía. Colombia: Imprenta Municipal. [ Links ]

Gaitán, G. (2013). Prólogo. En Gaitán el alcalde del pueblo. La administración de Jorge Eliécer Gaitán en Bogotá, 1936-1937 (pp. 11-13). Colombia: Alcaldía Mayor de Bogotá . [ Links ]

Gaitán, J. E. (1979a). El Manifiesto del unirismo. En Obras Selectas Parte Primera (pp. 129-155). Colombia: Cámara de Representantes-Imprenta Nacional. [ Links ]

Gaitán, J. E. (1979b). Presentación del informe de educación a las cámaras legislativas de 1940. En Obras Selectas. Segunda Parte (pp. 275-298). Colombia: Cámara de Representantes-Imprenta Nacional. [ Links ]

Gaitán, J. E. (1968a). Debate de las Bananeras. En Los mejores discursos de Gaitán 1919-1948 (pp. 30-59). Colombia: Editorial Jorvi. [ Links ]

Gaitán, J. E. (1968b). El país político y el país nacional. En Los mejores discursos de Gaitán 1919-1948 (pp. 30-59). Colombia: Editorial Jorvi. [ Links ]

Gaitán, J. E. (1968c). La oración por la paz. En Los mejores discursos de Gaitán 1919-1948 (pp. 506-507). Colombia: Editorial Jorvi. [ Links ]

Gaitán, J. E. (1968d). Sobre enseñanza industrial. En Los mejores discursos de Gaitán 1919-1948 (pp. 343-350). Colombia: Editorial Jorvi. [ Links ]

Gaitán, J. E. (1968e). Un programa educacional para Colombia. En Los mejores discursos de Gaitán 1919-1948 (pp. 268-277). Colombia: Editorial Jorvi. [ Links ]

García, A. (2015). Gaitán y el problema de la revolución colombiana. Colombia: Ediciones desde abajo. [ Links ]

Guichot, V. (2006, enero-junio). Historia de la educación: reflexiones sobre su objeto, ubicación epistemológica, devenir histórico y tendencias actuales. Revista Latinoamericana de Estudios Educativos, 2(1), 11-51. [ Links ]

Martins, M. C. (2016). En busca del tiempo perdido. La memoria en educación. Revista de Educación y Ciudad, (10), 43-62. [ Links ]

Ministerio de Educación Nacional (1940a). La Reforma de la Escuela Primaria y la Opinión Nacional. Colombia: Editorial Kelly. [ Links ]

Ministerio de Educación Nacional (1940b). La obra educativa del gobierno en 1940 . T. III. Colombia: Imprenta Nacional. [ Links ]

Osorio, J. A. (1979). Gaitán: Vida. Muerte y permanente presencia. Colombia: Carlos Valencia Editores. [ Links ]

Peña, L. D. (1949). Gaitán íntimo. Colombia: Editorial Iqueima. [ Links ]

Radio Macondo (2013, 11 de septiembre). De cómo nació la guerrilla en Colombia. Carta de Gloria Gaitán al Estado colombiano. http://radiomacondo.fm/2013/09/11/de-como-nacio-la-guerrilla-en-colombia-carta-de-gloria-gaitan-al-estado-colombiano/Links ]

Romo, R. (1934, 19 de julio). Diego Rivera. Unirismo, I, 13. [ Links ]

Rüsen, J. (2013). Tiempo en ruptura. México: Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco. [ Links ]

Siqueiros, D. A. (1934, 21 de junio). Retorno a la arquitectura. Unirismo, I, 13. [ Links ]

Torres, A. (2007). La educación popular. Trayectoria y actualidad. México: Editorial El Búho. [ Links ]

Torres, A. (1992). Jorge Eliécer Gaitán y la educación popular. Colombia: CEDECO. [ Links ]

UpdeGraff, R. A. (2013). Gaitán el alcalde del pueblo. La administración de Jorge Eliécer Gaitán en Bogotá, 1936-1937. Bogotá: Alcaldía Mayor de Bogotá. [ Links ]

Unirismo (1935, 21 de febrero). La ideología en materia agraria del actual primer mandatario de México. Unirismo, II, 6. [ Links ]

Unirismo (1934a, 14 de junio). Escuelas uniristas gratuitas. Unirismo, I, 5. [ Links ]

Unirismo (1934b, 2 de agosto). La educación socialista. Métodos y proyecciones de la educación. Unirismo, I, 4. [ Links ]

Recibido: 06 de Marzo de 2022; Aprobado: 16 de Junio de 2022

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons