SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.30 issue86Pandemic effects in indian communities in MexicoPandemic and Cultural Diversity. The Right to Health for Native Peoples author indexsubject indexsearch form
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

Related links

  • Have no similar articlesSimilars in SciELO

Share


Cuicuilco. Revista de ciencias antropológicas

On-line version ISSN 2448-8488Print version ISSN 2448-9018

Cuicuilco. Rev. cienc. antropol. vol.30 n.86 Ciudad de México Jan./Apr. 2023  Epub Sep 25, 2023

 

Dossier

Los pueblos mixtecos frente al COVID-19. Reflexiones desde el territorio

Mixtec peoples facing COVID-19. Reflections from the territory

Carmen Cariño Trujillo1 

1Universidad Autónoma Metropolitana. Unidad Azcapotzalco


Resumen

El presente trabajo se propone reflexionar sobre la experiencia del COVID-19, enfermedad causada por el coronavirus SARS-COV-2,1 en los pueblos mixtecos desde lo vivido en Chila de las Flores, un pequeño municipio ubicado en la Mixteca Poblana. Chila es el lugar donde soy originaria y donde volví en cuanto se declaró la pandemia. Desde aquí intentaré hacer un análisis sobre los impactos y respuestas de los pueblos frente a esta situación de emergencia y profundizo en las acciones que tomaron algunas comunidades mixtecas (Ñuu Savi). Analizo también el papel del Estado y los megaproyectos extractivistas en este contexto. Planteo, por un lado, que la pandemia vino a vulnerar aún más las condiciones socioeconómicas en la que se encuentran los habitantes de los pueblos indígenas; por otro lado, a mostrar su capacidad de respuesta ante situaciones adversas donde la organización comunitaria juega un papel clave. Este documento plantea que las respuestas a la pandemia han surgido de los propios pueblos y desde la relación ancestral que construyeron con sus territorios.

Palabras clave pandemia; COVID-19; pueblos indígenas; Ñuu Savi; resistencias comunitarias

Abstract

The present work intends to reflect on the experience of the COVID-19 pandemic in the Mixtec towns from what was experienced in Chila de las Flores, a small municipality located in the Mixtec lowlands of Puebla. Chila is the place where I am originally from and where I returned as soon as the pandemic was declared. From here I will try to analyze the impacts and responses of the Indigenous Peoples in the face of this emergency situation and delve into the actions that some Mixtec communities (Ñuu Savi) took to face the emergency situation. I also analyze the role of the State and extractivist megaprojects in this context. On the one hand, I argue that the pandemic came to further undermine the socioeconomic conditions in which the inhabitants of indigenous peoples find themselves and, on the other hand, to show their capacity to respond to adverse situations in which community organization plays a role. key code. In this context, this document states that the responses to the pandemic have arisen from the peoples themselves and from the relationship that they have built since ancient times with and in their territories.

Keywords pandemic; COVID-19; indigenous peoples; Ñuu Savi; community resistance

Uno ha creído a veces, en medio de este camino sin orillas, que nada habría después; que no se podría encontrar nada al otro lado, al final de esta llanura rajada de grietas y de arroyos secos. Pero sí, hay algo. Hay un pueblo. Juan Rulfo. El Llano en llamas. 1953.

Un mundo se derrumba

La pandemia de COVID-19, que desde marzo de 2020 amenazó a la población en el ámbito planetario, ha sido un llamado de atención a un mundo en derrumbamiento, resultado de un modelo, el capitalismo extractivista, que despoja, destruye y explota a poblaciones consideradas como no humanas o plenamente humanas y concibe a la naturaleza como algo externo, objeto a ser explotado.2 Independientemente de su origen, en este trabajo se comparte la premisa de que la pandemia de COVID-19 fue el resultado de la imposición de un modelo de muerte basado en la destrucción de los ecosistemas donde el actual sistema alimentario agroindustrial es responsable directo, como lo ha planteado Silvia Ribeiro [2020], el principal emisor de gases de efecto invernadero, del crecimiento urbano descontrolado y el avance de megaproyectos. El científico David Quammen [apud Ramonet 2020: 102] coincide con lo plateado por Ribeiro al señalar que la causa del problema reside en los comportamientos ecodepredadores, los cuales están llevando a la fatalidad del cambio climático, por tanto, lo real de la causa de este problema es el modelo de producción, saqueadora de la naturaleza y modificadora del clima, con la intensión de destruir y generar condiciones para nuevos virus y nuevas enfermedades [Ramonet 2020: 102].

Dicho modelo de desarrollo no ha parado de producir, aún en plena pandemia, y sigue generando desastres, incluso está creando otras pandemias en la medida que la destrucción de ecosistemas y territorios no cesa. Vista así, la pandemia de coronavirus es resultado del modelo civilizatorio, impuesto en el ámbito mundial con la colonización de Abya Yala y entró en una crisis profunda donde la vida en todas sus formas está en peligro.

Aunque estamos frente a un problema de alcance planetario, es importante decir que se trata de una pandemia racializada.3 El periodista Ignacio Ramonet afirmó: “La COVID-19 no distingue, pero las sociedades desigualitarias sí” [Ramonet 2020] es decir, si bien el virus puede contagiar a todas las personas, no todos viven la pandemia de la misma manera, la gran mayoría de la población la enfrentó sin la posibilidad de acceder a la atención médica adecuada. Por tanto, en palabras de Alberto Acosta: “No hay duda que la pandemia desnuda con fuerza las desigualdades” [Acosta 2020: 1], en este sentido, la pandemia no es neutral. Se trata de una pandemia discriminatoria [De Sousa 2020: 45]. Además, ha puesto en crisis los sistemas de salud en el ámbito mundial y en evidencia las graves desigualdades y múltiples violencias que amenazan día a día la vida de millones de personas en la ciudad y el campo.

La pandemia mostró la actual crisis que estamos atravesando, no sólo es un problema sanitario. Es decir, las enfermedades tienen causas, características y consecuencias sociales, las cuales pueden alterar las condiciones de pervivencia de una sociedad, como lo plantea la sociología de la medicina [Espinosa 2021: 280].

Una característica central de los desastres sociales es la disrupción social; es decir, la interrupción dramática de la normalidad [Luhmann apud Espinosa 2021: 280]; en ese sentido es importante partir de la idea: “la pandemia por SARS-COV-2 ha sido disruptiva del orden social” [Espinosa 2021:280]. Esa irrupción es, además, intempestiva y genera cambios importantes en la cotidianidad de todas las personas y las sociedades que la viven. Sin embargo, es importante señalar los impactos diferenciados, incluso dentro de un mismo país o región; es decir, los contextos y las condiciones en la población donde se encuentre son importantes para pensar los impactos que la pandemia esté generando, así como las múltiples respuestas.

Para Carolina Espinosa [2021: 282] las pandemias pueden estudiarse desde la sociología de los desastres, la cual plantea siete condiciones: disrupción, totalidad, regularidad, imprevisibilidad, causalidad social, emergencia e incertidumbre. Es así como las pandemias podrían explicarse como “desastres sociales que generan situaciones excepcionales para el conjunto del orden social” [Espinosa 2021: 283]. La idea de tratarse de un desastre social resulta de gran relevancia pues hace énfasis de que no se trata de un hecho “natural”; esto va de la mano con la importancia de identificar las causas sociales que generan las pandemias y no sólo las sanitarias.

Para Ignacio Ramonet, periodista y catedrático de teoría de la comunicación, la pandemia es considerada como “un hecho total […] que convulsiona el conjunto de las relaciones sociales, y conmociona a la totalidad de los actores, de las instituciones y sus valores” [Ramonet 2020: 95]; sin embargo, ante la afirmación de que la pandemia fue algo intempestivo, Ramonet, cuestiona y argumenta sobre esa “sorpresa” e identifica documentos donde señala: “Se conocía desde hace años el peligro inminente de la irrupción de un nuevo coronavirus que podía saltar de los animales a humanos, y provocar una terrorífica pandemia. La ciencia sabía que iba a ocurrir. Los Gobiernos sabían que podía ocurrir, pero no se molestaron en prepararse…” [Ramonet 2020:102].

En ese sentido las pandemias no pueden considerarse simplemente como imprevisibles, aunque sí los efectos y la capacidad de respuesta o la posibilidad de responder a los efectos generados; en ese sentido crea incertidumbre —otro de los elementos relevantes en el análisis sociológico de las epidemias— debido a que “la incertidumbre amplía el horizonte temporal de los desastres sociales” [Espinosa 2021: 286].

La pandemia como desastre social colocó a la sociedad en una situación de “incertidumbre”, la cual, al mismo tiempo, se incrementaba cuando las condiciones materiales de la población, por ejemplo, su posibilidad de acceder a alimentos, medicinas o el ingreso para cubrir necesidades elementales de sobrevivencia, eran un problema previo incrementándose con la situación de inestabilidad ante la amenaza de la pandemia. La “emergencia” es otro elemento a considerar pues pone la mira en las respuestas generadas por los grupos sociales frente al desastre, “sirven para lidiar con la adversidad” y son los comportamientos colectivos que surgen para hacer frente a las dificultades [Espinosa 2021: 2027]. Es en este contexto donde también se pueden nombrar la solidaridad, la reciprocidad, la organización, los cuidados colectivos, así como el cierre de las comunidades, la distribución de tareas, la salvaguarda y las medidas de prevención.

A los elementos antes mencionados es pertinente sumar lo planteado por Boaventura de Sousa Santos [2020] en términos de cómo la pandemia puso en evidencia la “paradoja de la fragilidad humana” y su potencia, en este contexto, de incertidumbre; “la pandemia no es democrática, es caótica”, se presentó en todo el mundo, pero la población más afectada, con pérdidas de vida, fue la que ya se encontraba en desventaja en términos de su condición de clase, raza, origen, nacionalidad, condición migratoria, condición laboral (trabajadoras del hogar, obreros (as), comerciantes informales, trabajos temporales), por mencionar algunos.

Para autores como Ignacio Ramonet, en este ambiente pandémico: “La gente busca también refugio y protección en el Estado que, tras la pandemia, podría regresar con fuerza en detrimento del Mercado. En general, el miedo colectivo cuanto más traumático más aviva el deseo de Estado, de autoridad, de orientación”4 [Ramonet 2020: 96], sin embargo, en este trabajo intento mostrar que para muchas comunidades rurales, campesinas e indígenas en México, la situación fue otra, en gran número de casos la población decidió tomar distancia de los discursos estatales, no los consideraban y construyeron sus formas propias de enfrentar esta situación de emergencia, la cual, de un día para otro, irrumpía abruptamente la vida comunitaria y ponía en evidencia la incapacidad del mismo Estado para responder a las necesidades de la población en ese momento.

Para Boaventura de Sousa Santos [2020] el brote de una pandemia requiere cambios drásticos y abruptos, vividos de distinta forma, según el contexto, por ejemplo, si se trata de la población urbana respecto a la rural o del trabajo de un obrero, quien vive en la periferia de la ciudad, al de un profesionista, quien puede trabajar desde su oficina en casa; así como desde un campesino o campesina donde realizan sus labores a grandes distancias entre una persona y otra.

La pandemia de COVID-19 trastocó la vida de millones de personas en el mundo. Según la base de datos de la Universidad de John Hopkins, México estuvo en el octavo lugar con casos confirmadas por COVID-19 y en segundo lugar por la mortalidad de esta enfermedad, un porcentaje que se calcula dividiendo el total de difuntos por casos confirmados. De los 7 080 152 casos confirmados, se registran 330 017 defunciones que representa 4.7%; el primer lugar lo tiene Perú con un total de 5.2% de mortalidad. [Coronavirus Resource Center 2022].

En este documento se reflexionará sobre los efectos de la pandemia en el medio rural, desde la premisa que la pandemia no se vivió de la misma manera frente a las ciudades. Sin duda, el campo no estuvo libre del virus, pero los impactos, así como las respuestas, fueron otras. Nos enfocaremos en los pueblos del Ñuu Savi5 (Pueblo de Lluvia o Mixteco) al sur de México. Desde Chila de las Flores, municipio ubicado en la Mixteca Baja. En este pequeño municipio habitan aproximadamente 4 699 personas [CONEVAL 2010], distribuidas en 17 localidades. Desde este sitio intentaré compartir algunas de las reflexiones a partir de lo observado, con-vivido y escuchado de viva voz en esta pandemia.

Pandemia y pueblos indígenas

La resistencia de los pueblos indígenas con vasta experiencia en sobreponernos a epidemias, genocidios, epistemicidios y todos los intentos de exterminios [ha sido] fundamental en la elaboración de un dispositivo de resguardo comunitario y, al mismo tiempo, de desenvolvimiento social y económico, sostenido en nuestras espiritualidades, en la reciprocidad y armonía, en el conocimiento de nuestros territorios [Moira Millán, lideresa mapuche, 2020].

El tiempo en los mundos rurales transcurre marcado por los ritmos de la naturaleza, las fiestas y el ciclo agrícola. La pandemia llegó al Ñuu Savi con la primavera y la temporada de mangos, tardes calurosas donde las familias se reúnen en los patios de las casas o en las banquetas para conversar con familiares y vecinos; iniciaba incluso la Cuaresma, cuando el calendario católico de la Mixteca significa también fiesta, convivencia, hermanamiento entre pueblos. Con la pandemia estos espacios de encuentro se suspendieron; el ambiente era de preocupación e incertidumbre ante la poca o nula información que comenzó a llegar gota a gota. Información que, además, resultaba poco creíble y generaba mayor desconfianza tanto hacia las autoridades estatales como a los medios masivos de comunicación.

En el contexto rural, uno de los grupos más afectados durante la pandemia han sido los pueblos indígenas. Desde marzo del 2020, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) advirtió que la propagación de COVID-19: Ha exacerbado y seguirá exacerbando una situación ya crítica para muchos pueblos indígenas [Mecanismo de Expertos de Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, MEDPI, 2020] y la crisis económica agravaría aún más la situación del sector. En ese sentido, se alertaba de la muerte o el riesgo de muerte de la población indígena, no sólo por el virus, sino por los conflictos y la violencia vinculados a la escasez de recursos, en particular de agua potable, alimentos y atención médica.

Anne Nourgam, presidente del Foro Permanente de las Naciones Unidas para Cuestiones Indígenas, declaró al inicio de la pandemia:

La pandemia del coronavirus (COVID-19) constituye una grave amenaza para la salud de los pueblos indígenas de todo el mundo. Los pueblos indígenas ya experimentan un acceso deficiente a la atención sanitaria, tasas significativamente más altas de enfermedades transmisibles y no transmisibles, falta de acceso a servicios esenciales, saneamiento y otras medidas clave, como agua limpia, jabón, desinfectante, etcétera [2020].

Nourgam señalaba también la falta de acceso a hospitales o instalaciones médicas locales cercanos a las comunidades y pueblos indígenas y —en caso de estar cerca— a la falta de equipamiento, carencia de personal, discriminación y estigma; así como a la falta de atención en lenguas indígenas, factores que sin duda han agravado históricamente las condiciones de acceso a la salud.

Como se mencionó al inicio, se trata de una pandemia racista, la cual ha empeorado las condiciones previas y en ese contexto la crisis sanitaria no es únicamente sanitaria; es una crisis múltiple que incrementa las desigualdades e injusticias, al mismo tiempo genera nuevas desigualdades. La población más empobrecida por cuestiones de “raza”, clase, sexo-género es quien ha enfrentado aún más el deterioro de las condiciones de vida y se sitúa en las peores condiciones para llevar a cabo las medidas necesarias de prevención, así como la posibilidad de acceder al sistema de salud en caso de contagio.6

En el caso mexicano, la población indígena, además, enfrenta una falta de reconocimiento y genera una invisibilidad, reflejada en la dificultad de identificación. El mismo Grupo de Apoyo Interinstitucional de las Naciones Unidas sobre Cuestiones Indígenas7 señaló la existencia de una falta de datos cuantitativos y cualitativos que impiden un diagnóstico preciso sobre el impacto de la pandemia en los pueblos indígenas. Sin embargo, aún en las peores condiciones los pueblos indígenas supieron responder a estos momentos que amenazan la vida. Y han sido precisamente sus integrantes quienes generaron estrategias colectivas para organizarse, para abastecerse de alimentos u otros requerimientos, aislarse, recuperar medicinas ancestrales que los han fortalecido física y espiritualmente, cuidarse en caso de contagio y reunir recursos económicos para apoyar a los enfermos.

En muchas comunidades indígenas, sobre todo durante los primeros meses de la pandemia se negó la existencia de la enfermedad, había quien decía que nuevamente “el gobierno inventaba cosas para manipular”, “que esa enfermedad estaba en la ciudad” y no en el campo, que todo era mentira. Esa desconfianza y la avalancha de fake news que circulaban a gran velocidad en las redes sociales colocaba a la población rural en un mayor riesgo, pues impedía tomar precauciones, en especial cuando la gente salía a la ciudad a abastecerse de alimentos, medicamentos o algún otro insumo o servicio carente en sus comunidades.

Dada la falta de información clara y directa acorde con las necesidades y al contexto de emergencia, la población rural comenzó a acceder a información, en especial por medio de las redes sociales, esa información muchas veces resultaba falsa y generaba más miedo e incertidumbre. Francisco López Bárcenas [2020], abogado mixteco, señaló el peligro de la falsa información, llegada a las comunidades, así como la carencia de ésta, con base en los contextos de la población indígena rural; aunado a que, durante toda la pandemia la información generada en los discursos oficiales como la dada por el subsecretario de salud, el doctor Hugo López-Gatelle Ramírez, estaba dirigida a un público urbano-mestizo [López 2020]. Ante ésta situación la población rural-indígena no se quedó con los brazos cruzados, con la esperanza de ser vista o atendida, comenzó a generar alternativas. Lingüistas y comunicadores indígenas tomaron la iniciativa de crear información de acuerdo con la lengua y cultura de sus pueblos, pero estas acciones no fueron suficientes pues no era fácil llegar a todas las comunidades y en todas las lenguas indígenas, cuando no hay infraestructura y no se tienen los recursos necesarios. Nos enfrentamos, como ha planteado Eduardo Gudynas [IHU 2021], ante una incapacidad de la política para hacer frente a la pandemia.

En el caso de comunidades mixtecas que habitan en la Montaña de Guerrero8 —una de las regiones más depauperadas del país, incluso del Continente— el periodista de la revista Contralínea, Zózimo Camacho, señaló que: “En toda la región hay sólo un hospital de segundo nivel con 30 camas […] y tres respiradores mecánicos, de los cuales sólo uno funciona. Es la artillería hospitalaria con la que la Montaña de Guerrero espera el paso de la pandemia de COVID-19, la mayor emergencia sanitaria mundial en más de 100 años” [Camacho 2020]. Esta situación es muy semejante en toda la región, en los hospitales de Acatlán de Osorio, en la Mixteca Poblana, y en el de Huajuapan de León, en la Mixteca Oaxaqueña, las condiciones eran prácticamente las mismas. Ante ese contexto, pueblos y comunidades buscaron generar sus propias estrategias frente a la pandemia; así, en las familias y comunidades rurales emergieron o se fortalecieron estrategias de solidaridad familiar y comunitarias para evitar en colectivo el contagio o atenderlo.

En un ambiente en el cual la única forma de evitar el contagio es por medio del aislamiento, donde el individualismo se fortalece, incluso cuando los gobiernos insistían en el no contacto entre las personas, la respuesta de los pueblos mixtecos fue en sentido contrario.

En el momento de mayor incertidumbre y contagio el individualismo se expresó también en el acaparamiento de medicamentos, mascarillas y demás insumos necesarios para hacer frente a la pandemia. Las farmacéuticas también acapararon presupuestos por encima de los centros de investigación públicos y de las más prestigiosas universidades del mundo, para quedarse con las patentes de las vacunas, las cuales, sin duda, han significado ganancias multimillonarias. En esos tiempos de mayor individualismo e “insolidaridad” [Ramonet 2020] los pueblos indígenas en muchos lugares del planeta fortalecieron y reafirmaron el ser colectivo, la reciprocidad, la mano vuelta, el tequio, el apoyo mutuo y el arraigo a los territorios para enfrentar este problema de alcance global del que no son responsables.

Estados vecinos y amigos no han dudado en lanzarse a una ‘guerra de mascarillas’ o en apoderarse, cual piratas, de material sanitario destinado a sus socios. Hemos visto a Gobiernos pagar el doble o el triple del precio de material sanitario para conseguir los productos e impedir que sean vendidos a otras naciones, arrebatarse los contenedores de cubrebocas o la imposibilidad de comprar medicamentos, material sanitario o vacuas porque los Estados Unidos y la Unión Europea, pagan precios superiores [Ramonet 2020]

Resistir desde la colectividad y el trabajo de la tierra

En pleno confinamiento seguimos haciendo Milpa, los campesinos mixtecos siguieron trabajando en sus parcelas, sembraban maíz, frijol, calabaza y cuidaban las plantas y animales de traspatio, deshierbaban y abonaban el huerto familiar. Fue en ese momento y desde esos espacios en el territorio del Ñuu Savi donde comencé a escribir este texto. Para gran parte de la población mixteca el confinamiento no se vivió en total aislamiento individual, como en las ciudades, sino en un encierro comunitario. Una de las primeras acciones de muchas comunidades fue el cierre de accesos, con la finalidad de no permitir la entrada de personas ajenas a la comunidad, incluso personas originarias de esas comunidades, pero que vivían de las ciudades [Llaven 2020].

En el encierro comunitario el modo de vida campesino siguió su curso; las familias cuidaron más de los y las abuelas quienes siguieron saliendo a sus milpas o huertos. Así, niños (as), mujeres y hombres en general siguieron atendiendo la crianza de plantas y animales, los trabajos de la milpa no se detuvieron. El cuidado y los trabajos de la milpa, como una fuente fundamental de alimentos, requieren del cuidado permanente y cotidiano. Esa relación con la tierra proporcionó el sustento material y espiritual en un momento de muerte [Cariño 2020].

Jaime Amorím, integrante del Movimiento de los Sin Tierra [MST] y de La Vía Campesina —organización que aglutina a millones de campesinos (as) en el mundo— afirmó que fueron precisamente los campesinos quienes “[…] se han convertido en la única categoría de trabajadores, que pueden respetar las medidas restrictivas, mantener el aislamiento social, protegiéndose a sí mismos, a la familia, a la comunidad, del coronavirus, sin dejar de sembrar, han podido seguir trabajando, aliados con la familia-comunidad en su Milpa, sin aglomeración” [Amorím 2020].

Es así como la posibilidad de seguir haciendo milpa permitió a muchos campesinos del Ñuu Savi a seguir en comunidad y resguardarse colectivamente, pero no todos estuvieron en esas condiciones. El pueblo mixteco ha sido un pueblo cruzado por la migración, muchos de nuestros paisanos migran de forma temporal o se asientan de forma más o menos permanente en lugares lejos del Ñuu Savi. Esa migración tampoco se detuvo durante el tiempo de la pandemia, había que salir a buscar el sustento familiar [Cariño 2020].

El documento de Aplicación del Convenio 169 sobre Pueblos Indígenas y Tribales de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) afirma que los pueblos indígenas tienen tres veces más probabilidades de vivir en la pobreza extrema. El vivir al día colocó a la población indígena, durante la pandemia, en un mayor riesgo, pues una parte importante de los ingresos se obtienen del trabajo informal, venta de productos diversos y del trabajo diario. Ante esta situación, en mi comunidad, los jóvenes, en especial varones, siguieron buscando la posibilidad de salir y conseguir visas de trabajo temporal en los Estados Unidos y Canadá, donde se dirigen por algunos meses a la siembra o cosecha de frutas y verduras. Es decir, fueron al norte a seguir realizando labores en el campo, sembrando y cosechando alimentos para las ciudades y para otros países.

Aunque muchos campesinos y campesinas mixtecas siguieron haciendo Milpa, otros tuvieron que salir de sus comunidades para buscar un ingreso, pues no había posibilidad de sobrevivir al confinamiento. Así, hubo quienes se quedaron abasteciendo los mercados locales y regionales, en el caso de mi comunidad aportaron maíz, frijol, calabaza, cebolla, jitomate, chayote, nopales, tinados, por nombrar algunos de los principales alimentos en los mercados de Huajuapan de León en Oaxaca y Acatlán de Osorio en Puebla.

Los que migraron para emplearse como jornaleros y jornaleras agrícolas, muchas veces lo hicieron con sus familias y son quienes han estado permanentemente más expuestos a múltiples abusos y violaciones a sus derechos humanos y laborales. Se estima que en México, son 3 000 000 de personas que se desempeñan como jornaleros en los campos agrícolas, sobre todo en el norte del país, y 24% habla una lengua indígena, el porcentaje de población indígena se incrementa aún más cuando se considera a los trabajadores no hablantes de su lengua. La Red Nacional de Jornaleros y Jornaleras Agrícolas [REJJA] en México señala: “A pesar de ser reconocidos en la Ley Federal del Trabajo, en la práctica las y los trabajadores agrícolas, máxime si son migrantes e indígenas, no son consideradas como sujetos y sujetas de derechos”.

En el año 2005, El Centro de Derechos Humanos de la Montaña “Tlachinollan” (CDHM-Tlachinollan), con sede en Tlapa, Guerrero, denunció que la salida de población indígena mixteca, tlapaneca, era resultado de la violencia colonial y neoliberal que saqueó, despojó y privatizó a los territorios indígenas, así como a sus pobladores. La montaña de Guerrero, dónde habita una importante población Na Savi o mixteca es una de las regiones más empobrecidas del país y del mundo. De tal forma que:

Ante el hambre que los acosa cotidianamente, las familias indígenas se ven obligadas a salir de La Montaña para encontrar en los surcos ajenos de las agroindustrias un ingreso magro para mal comer durante los meses en que se desempeñan como jornaleros agrícolas en los campos de Sinaloa, Jalisco, Chihuahua, Sonora y Baja California [CDHM-Tlachinollan 2005: 7].

Este contexto del que habla el CDHM-Tlachinollan es donde los mixtecos de la Montaña de Guerrero enfrentan la pandemia del COVID-19.

En las últimas décadas se incrementó la población jornalera migrante a los campos agrícolas del norte del país y no se detuvo ni siquiera en el momento de mayor contagio del COVID-19. El desplazamiento de miles de campesinos mixtecos junto con sus familias para buscar emplearse en los monocultivos del norte se da a la par y como resultado del abandono a los pequeños campesinos del centro y sur del país. Decenas de miles de familias sin tierra o con tierras insuficientes para asegurar su subsistencia tienen que decidir entre: migrar o morir [CDHM-Tlachinollan 2005; Cariño 2020].

Pero en tiempos de pandemia, migrar implica mayores riesgos. La falta de recursos mínimos para comer obligó a los mixtecos a salir de su comunidad y correr el riesgo de contagiarse en los campos agrícolas,9 además, durante la pandemia el número de jornaleros se triplicó. “El Consejo de Jornaleros Agrícolas de La Montaña había registrado hasta mayo [del 2020], la salida de unas 2 mil 268 personas a los estados de Chihuahua, Baja California, Zacatecas, Sinaloa, Michoacán, Sonora y Guanajuato. Mil 108 son mujeres y otros mil 160, hombres, de esta cifra, 31% son niños y niñas de entre seis y 12 años” [De Ríos, 2020].

La Red Nacional de Jornaleras y Jornaleros Agrícolas [REJJA 2020], señaló también:

Frente al contexto de la pandemia por la COVID-19, las y los jornaleros agrícolas son un sector esencial de la economía, que se encuentra en constante movilidad entre campos agrícolas y sus comunidades de origen. Por ello, se requiere tomar acciones coordinadas. Y contundentes para preservar su derecho a la salud y sus derechos laborales.

Aunque se señalaba que se trataba de un sector esencial, los jornaleros agrícolas fueron abandonados a su suerte.

La Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS), en coordinación con la Secretaría de Salud (SSA), publicó una Guía de Acción para los Centros de Trabajo Agrícolas ante el COVID-19, con el objetivo de orientar las acciones y medidas que deberían implementarse para la mitigación del coronavirus, sin embargo, no se destinó presupuesto para ello. De hecho, la REJJA denunció el abandono de programas de atención a trabajadores jornaleros — programas de por sí insuficientes— como consecuencia de los recortes presupuestales implementados por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador a instituciones como el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas [INPI]. Esos recortes y la falta de coordinación interinstitucional tampoco permiten saber si las guías y las acciones para mitigar los efectos de la pandemia en los jornaleros agrícolas fueron aplicadas de alguna forma.

Desde la Milpa o desde los campos agrícolas del occidente y norte del país o de los monocultivos en los Estados Unidos de América y Canadá, los campesinos y jornaleros mixtecos siguieron sembrando, cultivando y cosechado para que la ciudad y el mundo tuviera alimentos en su mesa y pudiera mantenerse en confinamiento.

Estado-nación y megaproyectos en tiempos de Pandemia

La respuesta del Estado mexicano frente a la pandemia en el medio rural ha sido poco eficaz y oportuna en cuanto información, toma de decisiones y de acciones. Instituciones del Estado, como la Secretaría de Salud, la seguridad sanitaria pública, la medicina privada y las fuerzas armadas han pretendido tomar un papel preponderante en la gestión de la pandemia. Por lo tanto, el Estado mexicano ha acrecentado y revalorizado su papel, como afirma la antropóloga Alicia Barabas [2020: 4]. En segundo plano quedaron las iglesias, organizaciones no gubernamentales, así como autoridades locales, ejidales, comunales, comités de salud, médicos (as) tradicionales, grupos y organizaciones que históricamente han jugado papeles importantes en el cuidado de la salud de las comunidades indígenas y campesinas del país.

Ejemplo de esta situación es el caso del recorte presupuestal que sufrieron las Casas de la Mujer Indígena y Afromexicana (CAMIS) en plena pandemia. Hasta el 2020 existían 35 casas en todo el país, financiadas con recursos federales por medio del Programa de Derechos Indígenas del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI), pero a principios de la pandemia el gobierno federal anunció el recorte presupuestal para destinarlo a la emergencia sanitaria. Estas casas de salud, ubicadas en zonas indígenas, han jugado un papel muy importante en la atención de las mujeres indígenas campesinas o afrodescedientes, quienes viven violencias, sin olvidar el trabajo con parteras de las comunidades, donde se les proporcionan los materiales e instalaciones para llevar a cabo su labor, es así cómo se atiende a las mujeres en sus propias lenguas y conforme a sus conocimientos en torno a la salud. Sin embargo, las CAMIS, ubicadas todas en zonas indígenas, fueron cerradas en el momento cuando era más riesgoso el ingreso a un hospital una mujer en labor de parto. La protesta de las mujeres que gestionan las CAMIS y otras organizaciones y comunidades afectadas no tardaron en reaccionar y exigir al gobierno mexicano que se retractara de esa decisión; siete meses después, las CAMIS lograron acceder a 50% de los recursos que les fueron asignados en el Presupuesto de Egresos de la Federación 2020 [Torres 2020]. Desde entonces su presupuesto no ha logrado recuperarse y sigue en picada en términos reales. En 2019, las CAMIS atendieron un promedio de 24 000 personas, en su mayoría mujeres, niñas y niños indígenas [Torres 2020]; una de estas Casas de la Mujer Indígena que atiende a mujeres mixtecas se encuentra en el estado de Guerrero y a ella acuden Naa Savi (mujeres mixtecas) sólo en el año 2020; pese al recorte presupuestal, atendieron a 900 mujeres de distintos pueblos indígenas, así como mestizas [CIMAC 2020].

A mediados de abril del 2020 la Secretaría de Salud (SS), por medio del Instituto Nacional de Pueblos Indígenas (INPI), dio a conocer las medidas oficiales de prevención en 42 de los 68 idiomas indígenas reconocidos en México, las cuales se difundieron por medio de las 22 radiodifusoras culturales indígenas [Barabas 2020: 4]. Importante decir que esos mensajes, por lo menos en la Mixteca Baja, tanto poblana como oaxaqueña, no tuvieron eco en las comunidades. Las radiodifusoras indígenas estatales como la XETLA, la voz de la mixteca que transmite desde la ciudad de Tlaxiaco, en la Mixteca Alta, no alcanza a llegar a las comunidades de la Mixteca Baja. Las radiodifusoras comerciales como la ubicada en la ciudad de Huajuapan de León, no difundieron o impulsaron campañas en mixteco o acorde con los contextos de nuestros pueblos. De hecho, los mensajes emitidos por las radiodifusoras que se escuchan en las comunidades fueron los mismos para toda la población nacional: lavarse las manos con agua y jabón, usar alcohol diluido en agua y gel antibacterial, cubrebocas, guardar la distancia y quedarse en casa [Barabas 2020: 4; López, 2020]. Es decir, no hubo una propuesta pertinente acorde con los contextos y necesidades en nuestra región.

La estrategia gubernamental fue dar instrucciones, que en muchas comunidades mixtecas era casi imposible cumplir: “lavarse constantemente las manos, donde apenas hay agua para beber, y usar gel antibacterial, donde ni siquiera se vende. Pero no hay alguna acción gubernamental para que, ante la emergencia, se garantice el acceso a las comunidades al agua” [Camacho 2020]. En el caso de Chila de las Flores, 31.1% de las viviendas no disponen de agua entubada [SEDESOL-CONEVAL 2010].

Sin embargo, el Estado mexicano se hizo presente en los pueblos por medio de la implementación de megaproyectos. De hecho, la pandemia de la COVID-19 vino a facilitar las cosas al gobierno y complicarlas a los pueblos porque provocó una inmovilidad aprovechada por el gobierno para avanzar en sus propósitos [López 2020: 7]. La minería, en este contexto, fue declarada como actividad esencial; las comunidades afectadas por la actividad minera o en conflicto por las concesiones otorgadas tuvieron que restringir sus movilizaciones en defensa de sus territorios para atender las urgencias sanitarias y económicas. La minería se vio beneficiada tras la declaratoria de sector esencial por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, esta declaratoria se dio a conocer en el Diario Oficial de la Federación del 14 de mayo del 2020. La minería, una de las actividades más depredadoras y contaminantes del ambiente, ha afectado los territorios de los pueblos indígenas y provocado el asesinato de defensores del territorio; es ahora esencial en un país encabezado por un presidente que prometió no daría más concesiones.

Lejos de cumplir lo prometido el gobierno federal, creó y justificó, en pleno confinamiento, a la Policía Minera: “En septiembre del 2020 se graduaron los primeros 118 efectivos federales con entrenamiento militar bajo la dirección del Servicio de Protección Federal (SPF) y la secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), la cual supone tener responsabilidad de resguardar instalaciones públicas, no privadas”, destinada en especial a la protección de las instalaciones mineras [REMA 2022: 19]. Así, durante la pandemia, se destinaron recursos públicos para salvaguardar la propiedad de la empresa mexicana Fresnillo pcl, como denuncia la REMA, los 118 efectivos graduados fueron destinados a resguardar la mina de oro, La Herradura, propiedad de la empresa antes mencionada, la cual es propiedad de Industrias Peñoles. A la par, en el ámbito nacional se incrementó la presencia de la Guardia Nacional y el Ejército y el crimen organizado se fortaleció en muchos territorios; trastocó la vida y la existencia de los pueblos. La Mixteca no ha estado exenta de estos problemas.

Fue así como durante el primer año de la pandemia, mientras las comunidades atendían a sus enfermos o generaban sus propias estrategias para evitar contagios, la minería en México se vio beneficiada pues logró ser incluida dentro de las actividades “esenciales” [REMA 2022]. En el ámbito global la pandemia generó el aumento de los precios de los metales como el oro y la plata. Luego, con la reactivación económica, también hubo un importante aumento en el precio del cobre y la especulación en el contexto de la transición energética se incrementó, por ejemplo, el caso del litio, llamado el “oro blanco” [REMA 2022: 44]. Durante el año 2020 se suspendieron únicamente dos meses los trámites de permisos ambientales para la exploración y explotación minera; más adelantes la minería siguió avanzando en los territorios indígenas con el aval del Estado.

La Red Mexicana de Afectados por la Minería (REMA), en el documento “La lucha por lo esencial”, señala que en forma paralela con la pandemia el Modelo Extractivo Minero avanzó, se posicionó como estratégico en la llamada “transición energética” y el supuesto viraje hacia el uso de energías “verdes”, “renovables” o “amigables con el ambiente” quedó en los discursos [REMA 2022: 16].

La REMA también señala que, en el discurso de las energías renovables, la especulación comercial ha elevado los precios del litio y frente a esto las naciones con reservas ya discuten al interior de sus parlamentos opciones para lograr un control comercial, al tiempo que en el exterior se discute el valor que este mineral tendría para acumular ganancias [REMA 2022: 17]. Al respecto, en noviembre del 2020, el Servicio Geológico Mexicano (SGM), a cargo de Flor de María Harp Iturribarría, dio a conocer 57 localidades con yacimientos de litio. Meses después dan a conocer la lista de otras comunidades más, las cuales en total suman 82; de éstas, 12 localidades se encuentran en el Ñuu Savi. La amenaza extractivista no se detuvo durante la pandemia, al contrario, en noviembre del 2020 el gobierno federal, por medio del Servicio Geológico Mexicano, señaló que la Mixteca tiene depósitos de litio, considerado en el actual periodo de transición energética como “el oro blanco”. Las localidades que el documento señala se encuentran en los municipios mixtecos de Petlalcingo, Piaxtla, Tehuitzingo, Izúcar de Matamoros y Chila de las Flores en el estado de Puebla, Tamazola, Tamazulapan y Ayuquililla en el estado de Oaxaca [SGM 2020].

Estas amenazas a los territorios de vida en la región se suman a las tierras concesionadas desde hace algunos años, como es el caso de las 19 570 hectáreas en el municipio de Huajuapan de León, en la Mixteca Oaxaqueña, concesionadas a la empresa canadiense Arco Resourches Corporation para la explotación de oro, plata y zinc.

De tal forma, podemos decir que el Modelo Extractivo Minero en México ha quedado intacto y las empresas mineras fueron beneficiadas de esta calamidad sanitaria [REMA 2022: 36] y ante ese panorama la Mixteca resultó con una amenaza más, pues pone en riesgo la vida en el territorio.

La respuesta es colectiva

El Mecanismo de Expertos de Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (MEPDI), declaró a inicios de la pandemia:

Los pueblos originarios ya estaban en desventaja en cuanto al acceso a la atención de salud de calidad y eran más vulnerables a numerosos problemas de salud, en particular las pandemias. No se cumplía con los determinantes sociales de la salud, como el agua potable, una dieta suficiente y equilibrada y el saneamiento básico, antes de esta crisis. […] Además, la expropiación de sus tierras y recursos naturales y el aumento de los conflictos en sus territorios ya ponían a los pueblos indígenas en una situación particularmente precaria.

En este sentido, afirma el Mecanismo, la propagación del COVID-19 ha exacerbado y seguirá exacerbando una situación ya crítica para muchos pueblos indígenas, donde abundan las desigualdades y la discriminación; a ello se sumarán los efectos económicos, la recesión, los conflictos y violencias vinculados a la escasez de recursos, al agua potable y alimentos. En ese ambiente son los pueblos indígenas los más vulnerables, más aún si se trata de refugiados, desplazados internos, migrantes, habitantes de las periferias en las ciudades o población indígena en aislamiento voluntario [La Jornada 2020].

La pandemia llegó en un momento difícil para la región por los diversos problemas que enfrentaba en múltiples aspectos;10 las condiciones de vida, trabajo y de salud, previo a la pandemia, no son alentadoras. La precariedad del sistema de salud en comunidades rurales, la falta de acceso a instalaciones adecuadas, médicos especializados, medicinas e insumos básicos, así como la dificultad para trasladarse a los hospitales regionales por la falta de caminos y transporte son algunos de los problemas cotidianos que ya se vivían antes de la pandemia.

La mayoría de las comunidades mixtecas son catalogadas como de alta y muy alta marginación, siete de los 20 municipios con menor índice de desarrollo humano son Mixtecos,11 como lo establece el Programa de la Naciones Unidas para el Desarrollo (pnud). En cuanto a otras enfermedades, la población presenta un alto índice de personas con diabetes, hipertensión y desnutrición crónica; estas enfermedades son causadas por el sistema agroalimentario industrial que ha impactado en el cambio de consumo también en las zonas rurales. Las enfermedades se han expandido de forma alarmante en las zonas rurales del país gracias a las políticas impuestas en los territorios indígenas y campesinos12 desde la Revolución Verde

En toda la Mixteca las principales fuentes de ingresos son: las remesas provenientes principalmente de los Estados Unidos, la agricultura campesina familiar, la venta e intercambio de productos que se cultivan en las huertas y traspatios, los subsidios gubernamentales, los cuales han disminuido pues antes las familias recibían recursos mensuales por número de hijos y ahora quienes reciben son los adultos mayores de 68 años.

La pandemia se ha vivido con mucha incertidumbre, noticias falsas por las redes sociales, rumores, falta de información que generó miedo y desconfianza. Al principio se negó su existencia, para mucha gente “era cosa del gobierno” “porque algo malo estarán planeado”, “porque de por sí nos engañan”.

Ante la escasa información que fue llegando gota a gota, muchas comunidades mixtecas poblanas, guerrerenses y oaxaqueñas decidieron cerrar su comunidad, ya sea por acuerdo de las asambleas o directamente por decisión de las autoridades locales. El objetivo era aislarse en comunidad, controlar los accesos y así evitar contagios. Al cerrar la comunidad también se prohibió la entrada de comerciantes, sólo podrían entrar los que vendían alimentos en los días de mercado.

También en comunidades, en la Mixteca Poblana, por acuerdo de asamblea, se decidió prohibir el acceso a las personas originarias de esa localidad que vivieran fuera o en el extranjero, con la finalidad de salvaguardar la vida de los ancianos y ancianas de la comunidad. Otras comunidades permitieron el acceso a la población, siempre y cuando los recién llegados se comprometieran con resguardarse en sus casas durante 15 días para asegurar que no traían el virus.

Como se ha dicho aquí, el aislamiento no se vivió de la misma forma en las zonas rurales que en las urbanas. En las comunidades mixtecas, el asilamiento fue comunitario, sostenido por las redes familiares, vecinales, lo que en algunos casos fortaleció la economía local pues la gente comenzó a vender o intercambiar productos de la huerta o la parcela, entre vecinos; pero también las restricciones dificultaron la comercialización de alimentos en los mercados regionales debido a su suspensión, como en Huajuapan de León y Acatlán de Osorio, donde acuden mujeres a realizar la venta o trueque. Esta situación generó protestas e inconformidad pues son mercados al aire libre, mientras que los supermercados siempre se mantuvieron abiertos sin ninguna restricción.

Una parte importante de la economía de las comunidades mixtecas está basada en el intercambio al interior de la comunidad, así como en los mercados regionales, como se mencionó antes. En mi recorrido por las varias comunidades mixtecas pude constatar la importancia del consumo local, la gente compró y vendió lo cosechado en las milpas, las huertas y los traspatios. Así, se consumieron una gran diversidad de granos como maíz y frijol, frutas y verduras diversas. En los mercados locales se encontraban también nopales, naranjas, mangos, limones, aguacates, anonas, limas, ciruelas, nísperos, plátanos, huevo, carne, leche, por mencionar algunos de los principales alimentos. También se comercializaron diversos insectos que la población acostumbra comer en distintas temporadas, como cuetlas, chinches, chapulines, chicharras. Sin duda, se fortaleció también el trueque, cuya principal participación la hacen las mujeres. En algunas comunidades estos mercados internos se fortalecieron en la medida que las mujeres tuvieron más restricciones para la venta en los mercados regionales ubicados en los principales centros urbanos de la región.

Durante el periodo de mayor confinamiento y restricciones, sobre todo en las ciudades, las y los campesinos que insistían en salir a vender sus productos para cubrir otras necesidades se enfrentaron al racismo y a otras formas de violencia que les impedía transitar por la ciudad y ofrecer esos productos de sus parcelas, artesanías u otros productos elaborados en sus casas.

Hay un sector de la población sin tierra y que no siembra milpa, que ha enfrentado la pandemia sin trabajo o con trabajo esporádico, que no son beneficiarios de programas gubernamentales, ellos son los que considero han enfrentado la pandemia en las peores condiciones.

Durante los meses de mayor confinamiento se organizaron brigadas de limpieza de calles y espacios públicos, así como de vigilancia en las entradas de las comunidades, aunque algunos de los habitantes seguían negando la existencia de la pandemia, hubo gente que se sumó de forma voluntaria a esas tareas. Hombres y mujeres colaboraron en la limpieza de calles y sitios donde la gente se suele reunir, así como en los puntos de revisión, sobre todo en los accesos de las comunidades.

Es posible afirmar que en la Mixteca la respuesta a esta situación de emergencia ha estado caracterizada por la colaboración, la autogestión, organización y apoyo mutuo. Así, es en estos momentos cuando se han puesto en marcha los vínculos establecidos en otros momentos por medio de los compadrazgos, los lazos familiares, vecinales que son los que han sostenido el cuidado de la vida en estas comunidades por siglos.

La interrupción de celebraciones y actividades religiosas fue una decisión difícil, pero se suspendieron en su totalidad. Sin embargo, los rituales relacionados con la petición de lluvias o las ofrendas a cuevas y otros lugares sagrados se siguieron realizando y en algunas comunidades mixtecas estas ceremonias se fortalecieron para pedir a las deidades la protección de las comunidades en caso de contagio.

Se ha señalado también que la pandemia encontró a muchas familias y comunidades mixtecas con fuertes dificultades para obtener ingresos económicos, relacionado con la falta de trabajo digno bien remunerado. Estas condiciones los obligaron a salir de su comunidad. En los municipios como Metlatonoc, en Guerrero, y en los municipios de la Mixteca Oaxaqueña como Coicoyán de las Flores, San Simón Zahuatlán y Santos Reyes Yucuná, familias completas siguieron saliendo rumbo al norte en busca de trabajo para cubrir al menos necesidades mínimas.

La migración a los EUA tampoco se detuvo, como en el caso de los jóvenes de las comunidades que viajan con visa de trabajo a los Estados Unidos; empresarios de la agroindustria norteamericana siguieron solicitando jóvenes mixtecos, quienes se encargaron de la siembra, cuidado y cosecha de las grandes plantaciones de diversos productos de monocultivo en esa nación. Para poder obtener un trabajo temporal los jóvenes se trasladan desde la Mixteca hasta la ciudad de Monterrey o a otras ciudades de la frontera con EUA, donde son entrevistados y, si cumplen con los requisitos, obtienen una visa de trabajo temporal, de lo contrario, deben regresar por sus propios medios a su comunidad, muchas veces estos jóvenes hacen ese viaje con muy poco dinero y no siempre logran conseguir cruzar a los Estados Unidos. En la pandemia esta situación los colocaba en una mayor desventaja y riesgo.

Es importante señalar que la comunidad migrante mixteca dentro y fuera del país siguió desempeñando un papel muy importante en el sostenimiento de la economía de la región. Al principio se pensaba que regresarían masivamente, sobre todo en el caso de los que están en Estados Unidos, pero no sucedió así, al contrario, al parecer trabajaron más y enviaron más dinero a las comunidades, ya que durante estos años las remesas en la región se incrementaron, aunque sí hubo algunos que retornaron. Los migrantes mixtecos hacia EUA o al norte del país siguieron trabajando en los campos agrícolas, sembrando o cosechando alimentos o trabajando en distintos sectores en las ciudades y permitiendo así a millones de personas quedarse en casa.

En cuanto a la educación, la atención a la infancia mixteca no ha sido suficiente ni pertinente, en la región los estudiantes no cuentan con acceso a Internet y en las localidades donde se tiene acceso no hay los dispositivos ni computadoras para los estudiantes de nivel básico ni medio superior. Hecho que motivó el abandono escolar, sobre todo en bachillerato.

Contra todo y a pesar de la pobreza, la falta de atención médica, la carencia de hospitales y equipo especializado para enfrentar la situación de emergencia, los pueblos y comunidades indígenas-campesinas generaron sus propias estrategias de prevención para enfrentar la pandemia. Sin embargo, “la capacidad de respuesta será distinta conforme el grado de organización, la orografía y el contexto social de la región donde se encuentran las comunidades” [Camacho 2020]. Sin duda, ante la individualización que promovió la pandemia, en la región la respuesta fue colectiva.

Resistencias desde la milpa

Una de las principales lecciones de la pandemia ha sido reafirmar que todos dependemos de todos. Desde los territorios rurales-campesinos-indígenas se es más consciente de esa coexistencia, así que en tiempos de emergencia y crisis sanitaria los pueblos se resguardaron y buscaron fortalecer los vínculos. Desde el inicio de la pandemia apostaron por el cuidado y trabajo colectivo; en muchas comunidades se promovió la recuperación de conocimientos medicinales, los trabajos de la milpa, el huerto y el traspatio, el trueque o venta de productos en mercados locales.

El trabajo familiar campesino y comunal tiene como un eje el fortalecimiento del vínculo con la tierra. Según lo observado entre 2020 y 2022, en la región mixteca se sembró más que en años anteriores. En plena pandemia los campesinos/as del Ñuu Savi afirmaban: “Nosotros sabemos que, si tenemos Milpa, no nos faltará el alimento para la familia y los animales […] si tenemos maíz y frijol, nada nos falta”.

Frente a la pandemia hay un proceso de vuelta al campo, de fortalecimiento de la milpa, el traspatio y el huerto; esto fue fundamental para enfrentar la falta de ingresos monetarios, el incremento de precios de los productos, la búsqueda por una alimentación sana, etcétera.

Como parte de una familia campesina he podido constatar cómo la consigna de “quédate en casa” ha significado, en muchos casos quedarse y fortalecer la producción campesina-familiar, la milpa y el cuidado de plantas, sembrar árboles frutales y criar animales. De tal forma que hay un fortalecimiento y revalorización de la vida y el quehacer campesino. Para el caso de una importante población mixteca, el quedarse en casa fue: quédate en tu comunidad, en tu milpa, en tu parcela, en tu traspatio.

En México, la agricultura proporciona empleo a 13% de la población, que representa unos 3 300 000 de agricultores y 4 600 000 de trabajadores asalariados y familiares no remunerados [Corona 2016: 3]. Pese al papel tan importante de la producción campesina en la economía local-regionalglobal, la agricultura familiar campesina no ha sido considerada como prioritaria, mientras que sectores como la minería ha sido nombrada y considerada esencial.

La pandemia también ha mostrado que no es el único problema que amenaza la vida en los territorios mixtecos; están amenazados desde antes por los megaproyectos extractivos de minería de oro, plata y carbón, así como de litio, como ya se ha mencionado. La destrucción de la economía campesina, la falta de presupuesto para el campo, las políticas agrícolas que colocan en una mayor desigualdad a ésta respecto a la producción agroindustrial y ganadera, así como los efectos de la crisis climática son algunos de los problemas que atentan contra la vida rural.

Valorar el trabajo campesino, como generador de alimentos saludables, trabajo, conocimientos, forma de vida y autonomía alimentaria, es una tarea pendiente y urgente. La producción campesina sigue siendo fundamental en la producción de alimentos en el ámbito mundial, 70 % de los alimentos provienen de la agricultura familiar [CEPAL/FAO/ IICA 2022] Por tanto, es muy importante defender los territorios donde se encuentran los alimentos, medicina, agua, y buen vivir, tanto para la población rural como la urbana.

Se necesita valorar el trabajo, los saberes y la existencia misma de los hombres y mujeres del campo, quienes han sido los encargados de cuidar las semillas, la diversidad de plantas, frutas y verduras, en general, del modo de vida campesino. El COVID-19 no es la causa, sino una consecuencia más de un sistema, el capitalista, que ha destruido la vida, el ecosistema, la tierra-territorio. El coronavirus es entonces la consecuencia de un modo de vida amenazante a otras formas de vida en relación con la Madre Tierra.

Es en este contexto de peligro donde se ha podido observar el fortalecimiento de las redes de apoyo mutuo, la mano vuelta o ayuda entre vecinos, familias y comunidades. No estamos idealizando la comunidad, desde dentro sabemos lo difícil que es hacer comunidad y vida comunal, sin embargo, no podemos negar que el hacer comunidad ha sido fundamental para enfrentar la situación de emergencia generada por la pandemia.

El 18 de mayo de 2020, el relator espacial de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas, José Francisco Cali Tzay, maya kaqchikel, declaró que durante la pandemia del COVID-19, los territorios y comunidades indígenas están viviendo afectaciones que “no siempre se tratan de cuestiones de salud” [Comunicado de prensa, ONU], entre esas afectaciones resaltó un incremento de la marginalización, represión y vigilancia [De Sousa 2020: 24], incluso la militarización de los territorios, la falta de atención de los servicios de salud gubernamentales, dificultad para la organización y asociación, la presión de intereses empresariales por los territorios y recursos, la imposición de megaproyectos relacionados con la agroindustria, la minería, las represas y la infraestructura, todos sin la consulta y consentimiento de los pueblos.

Estos problemas, junto con la falta de acceso a la tierra y medios de vida, generan mayor pobreza, tasas elevadas de mal nutrición, falta de acceso al agua potable y saneamiento, exclusión de los servicios médicos y, a su vez, los hace más vulnerables a las enfermedades. Las poblaciones más organizadas que han podido enfrentar colectivamente los problemas, así como seguir trabajando la tierra y fortaleciendo el autoconsumo y la autonomía alimentaria, son las que lograron enfrentar mejor a la pandemia. Por ello, Calí Tzai insiste en señalar: “Los derechos al desarrollo, la libre determinación y las tierras, territorios y recursos deben garantizarse para que los pueblos indígenas puedan gestionar estos tiempos de crisis y promover los objetivos mundiales de desarrollo sostenible y protección del medio ambiente” [Comunicado de prensa, ONU].

De la misma forma, la pandemia nos enseñó la necesidad de cambiar: debemos valorar lo colectivo, por encima de lo individual y construir sociedades inclusivas, respetuosas y protectoras para todos [Comunicado de prensa, ONU]. No se trata sólo de proteger nuestra salud de forma individual, sino de proteger y procurar la red de la vida en su conjunto.

Es necesario trabajar en la recuperación del sistema de salud ancestral y recuperar otras formas de salud que contribuya a cuestionar el actual sistema y la forma en la que nos ha llevado a alimentarnos. Cabe la importancia de fortalecer la producción campesina para producir alimentos sanos, recuperar la autonomía alimentaria, enfrentar el hambre; impulsar la producción campesina agroecológica, la infraestructura, el crédito/financiación, programas y proyectos agroecológicos; incrementar la superficie de cultivo en armonía con la naturaleza. Joao Pedro Stédile, líder del Movimiento de los Sin Tierra (MST) en Brasil, integrante de La Vía Campesina, la red campesina más importante del planeta con 181 organizaciones de 81 países, señaló en 2020:

La pandemia del coronavirus es la expresión más trágica de la etapa actual del capitalismo y de la crisis de civilización que estamos viviendo. En primer lugar, porque hay muchos estudios científicos que demuestran que el brote de varios virus nuevos, anteriormente desconocidos, es parte de la consecuencia de haber desequilibrado las fuerzas de la naturaleza, con el modelo de producción agrícola industrial en gran escala. La mayoría de los nuevos virus se han programado a través de la cría a gran escala de animales, aves, cerdos, ganado, etc. En segundo lugar, la importancia de nuestra tesis de que debemos defender la soberanía alimentaria queda patente con el estallido de crisis como ésta. En otras palabras, cada pueblo, en cada región, necesita tener autonomía en la producción de sus alimentos. El comercio mundial de productos básicos agrícolas ha fracasado [Amorím 2020].

Es urgente y necesario cambiar las bases de la producción de este sistema capitalista, generador de ésta y otras pandemias; de lo contrario, la amenaza de nuevas pandemias está latente o, como lo señala Silvia Ribeiro, en un espacio donde todas las condiciones se mantienen iguales, es necesario: “[…] Poner en discusión el sistema alimentario agroindustrial, desde la forma de cultivo, hasta la forma de procesamiento. Todo ese círculo vicioso que no está considerado hace que se esté preparando otra pandemia” [Ribeiro 2022]. El sistema agroalimentario es un peligro y una amenaza permanente para la vida en este planeta.

Contrario al sistema agroindustrial, el modo de producción campesino ha demostrado, por milenios, ser más productivo con apenas entre 20% y 30% de la tierra arable del planeta, donde se produce alrededor de 70% de los alimentos. Las alternativas, lejos de ofrecer el capitalismo, están en las milpas, lo coyucos, las chacras, las huertas campesinas, los proyectos agroecológicos. No se trata de algo inventado, sino de formas y modos de coexistencia milenarios para poner en el centro la reproducción de un modo de vida, del cual viven millones de personas en el planeta (1 500 000 de personas).

La racionalidad campesina que piensa, vive y actúa con los pies en la tierra es una señal para marcar la experiencia de la pandemia. La posibilidad de volver a la tierra, de pensar en la reconstrucción de tejidos cercanos, elementales, en lo glocal, el intercambio directo, la mano vuelta, el trueque, la vida comunal. Esta racionalidad campesina, expresada en un modo de ser y estar en el mundo, ha sido muy importante en el sostenimiento de la vida en Ñuu Savi, sin duda hay una apuesta por seguir haciendo milpa y por la vida colectiva, aquí está la propuesta y el reto en una sociedad cuyo sistema hegemónico apuesta y promueve la fragmentación y el individualismo. Contra todo presagio, los pueblos indígenas han sostenido formas comunales de vida y se activan en contextos de peligro. Así, ante la amenaza de muerte en solitario, la respuesta de los mundos rurales, indígenas-campesinos es el fortalecimiento del tejido comunal, familiar, incluso intercomunitario.

Referencias

Acosta, Alberto 2020 El coronavirus en los tiempos del Ecuador. Análisis Carolina, 28 de abril. Fundación Carolina. España. <https://www.fundacioncarolina.es/wpcontent/uploads/2020/04/AC-23.-2020.pdf>. Consultado el 10 de diciembre de 2022. [ Links ]

Amorím, Jaime 2020 Enfrentado al coronavirus en el campo. La Vía Campesina, 13 de mayo. <https://viacampesina.org/es/enfrentando-al-coronavirus-en-el-campo/>. Consultado el 13 de noviembre de 2022. [ Links ]

Barabas, Alicia 2020 La autogestión de la pandemia COVID-19 en los pueblos originarios de Oaxaca, Revista Antropologías del Sur, 7 (14): 01-13. <http://revistas.academia.cl/index.php/rantros/article/view/1890/2065>. Consultado el 12 de noviembre de 2022. [ Links ]

Camacho, Zózimo 2020 Pandemia: 16 millones de indígenas en vulnerabilidad absoluta. Contralinea, 7 de abril. <https://contralinea.com.mx/interno/featured/pandemia-16-millones-de-indigenas-en-vulnerabilidad-absoluta/>. Consultado el 1 de noviembre de 2022. [ Links ]

Cariño Trujillo, Carmen 2020 Fortalecer el vínculo con la tierra, porque somos de la tierra. Migrazine. 2020/1. <https://migrazine.at/index.php/artikel/en-tiempos-de-crisisfortalecer-el-vinculo-con-la-tierra-porque-somos-de-la-tierra?fbclid=IwAR1JdjpAtenztoToPCAxEvVcFo1t05942Q66jWbVtlKty4slOWYLq4DtdRQ>. Consultado el 28 de octubre de 2022. [ Links ]

Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan (CDHM-Tlachinollan) 2005 Migrar o morir: El dilema de los jornaleros agrícolas de la Montaña de Guerrero. CDHM-Tlachinollan. México. [ Links ]

CEPAL/FAO/IICA 2022 Perspectivas de la agricultura y del desarrollo rural en las Américas. Una mirada hacia América Latina y el Caribe. <https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/47208/1/CEPAL-FAO21-22_es.pdf>. Consultado el 28 de abril del 2022. [ Links ]

Comunicado de prensa (ONU) 2020 COVID-19 está devastando a las comunidades indígenas del mundo y no sólo se trata de la salud –advierte experto de la ONU. 18 de mayo 2020. <https://www.ohchr.org/es/2020/05/covid-19-devastating-indigenouscommunities-worldwide-and-its-not-only-about-health-un>. Consultado el 3 de mayo de 2022. [ Links ]

Comunicación e información de la mujer (CIMAC) 2020 Se incrementa durante pandemia demanda de atención en cami de Guerrero. Cimacnoticias, 26 de noviembre. CIMAC. México. <https://cimacnoticias.com.mx/2020/11/26/se-incrementa-durante-pandemia-demandade-atencion-en-cami-de-guerrero#gsc.tab=0>. Consultado el 26 de octubre de 2022. [ Links ]

Consejo Nacional de Población de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) 2010 Informe Anual Sobre la Situación de la Pobreza y Rezago Social. CONEVAL. México. <https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/38198/Puebla_055.pdf>. Consultado el 8 de octubre de 2022. [ Links ]

Convenio 169 sobre Pueblos Indígenas y Tribales de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). 2014 Convenio sobre pueblos indígenas y tribales, 169. OIT. Lima, Perú. [ Links ]

Corona Ramírez, Ismael 2016 El desarrollo de la agricultura y el impacto que tendría en las finanzas públicas de México. Premio Nacional de las Finanzas Públicas. México. <https://cefp.gob.mx/formulario/Trabajo_12a.pdf>. Consultado el 25 de abril de 2022. [ Links ]

Coronavirus Resource Center 2022 Mortalidad Analysis. Coronavirus Resource Center. John Hopkins University. USA. <https://coronavirus.jhu.edu/data/mortality>. Consultado el 24 de abril del 2022. [ Links ]

De Ríos Palma, Arturo 2020 Jornaleros, entre el COVID, la pobreza y el trabajo. El Universal. 15 de junio. <https://www.eluniversal.com.mx/estados/jornaleros-entre-el-covidla-pobreza-y-el-trabajo/>. Consultado el 25 de abril de 2022. [ Links ]

De Sousa Santos, Boaventura. 2020. La cruel pedagogía del virus, Paula Vasile (trad.). TNI-CLACSO. Buenos Aires. [ Links ]

Espinosa Luna, Carolina 2021 La configuración social de la pandemia por SARS-COV-2. Un ensayo sociológico. Sociológica (Méx.), 36 (102), ene./abr. <https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0187-01732021000100279>. Consultado el 25 de abril de 2022. [ Links ]

Gómez Durán, Thelma 2020 Día internacional de los Pueblos indígenas: perder conocimientos ancestrales por el COVID-19. Mongabay. 9 agosto. <https://es.mongabay.com/2020/08/dia-pueblos-indigenas-covid-19/>. Consultado el 1 de mayo de 2022. [ Links ]

Informe Anual sobre la situación de Pobreza y Rezago Social, SEDESOL-CONEVAL 2010 Informe Anual sobre la situación de Pobreza y Rezago Social. SEDESOL-CONEVAL. México. <https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/38198/Puebla_055.pdf>. Consultado el 12 de mayo de 2022. [ Links ]

Instituto Humanitas Unisinos (IHU) 2021 Necropolítica latinoamericana: Pandemia y Distopías. Entrevista a Eduardo Gudynas, realizada en línea el 19 de mayo del 2021. IHU. <http://gudynas.com/wp-content/uploads/GudynasEntrevistaNecropoliticaPandemiaDistopiaEsp21.pdf>. Consultado el 28 de abril de 2022. [ Links ]

La Jornada 2020 Indígenas sufrirán de manera desproporcionada el COVID-19: experto. La Jornada. 7 de abril, Redacción. <https://www.jornada.com.mx/2022/07/11/politica/017n3pol>. Consultado el 1 de mayo de 2022. [ Links ]

Liaudat Santiago y Candela Linares 2020 Entrevista a Silvia Ribeiro. La pandemia está directamente relacionada al sistema alimentario agroindustrial. Ciencia Tecnología y Política, 3 (5), noviembre. Universidad Nacional de la Plata. Argentina. Plata. Argentina. <https://revistas.unlp.edu.ar/CTyP/article/view/10749/9616>. Consultado el 26 de abril de 2023. [ Links ]

Llaven Anzures, Yadira 2020 Autoridades de la Sierra Norte y Mixteca prohíben ingreso de foráneos y migrantes hasta que se concluya la emergencia sanitaria. La Jornada de Oriente. 6 de abril. <https://www.lajornadadeoriente.com.mx/puebla/autoridades-de-la-sierra-norte-y-mixteca-prohiben-ingreso-de-foraneosy-migrantes-hasta-que-concluya-la-emergencia-sanitaria/>. Consultado el 20 de abril de 2022. [ Links ]

López Bárcenas, Francisco 2020 Megaproyectos, pandemia y “gobierno del cambio” en México. Revista Universidad de Rovira. Vol. X Núm. 2 (2020): 1-10. <https://revistes.urv.cat/index.php/rcda/article/view/2967/3027>. Consultado el 20 de abril de 2022. [ Links ]

Mecanismo de Expertos de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (MEDPI) 2020 COVID-19 un desafío más para los pueblos indígenas. <https://www.un.org/development/desa/indigenous-peoples-es/wp-content/uploads/sites/34/2020/05/COVIDStatementEMRIP_SP.pdf>. Consultado el 13 de octubre de 2022. [ Links ]

Millán, Moira 2020 Pandemia y Terricidio. Contrahegemonía. 28 de abril. Buenos Aires, Argentina. <https://contrahegemoniaweb.com.ar/2020/04/28/pandemia-yterricidio/>. Consultado el 22 de mayo de 2022. [ Links ]

Organización Panamericana de la Salud 2020 El impacto de la COVID-19 en los pueblos indígenas de la Región de las Américas. Perspectivas y oportunidades. Informe de la reunión regional de alto nivel. 30 de octubre. <https://iris.paho.org/bitstream/handle/10665.2/53361/OPSEGCCOVID-19210001_spa.pdf?sequence=5>. Consultado del 20 de noviembre de 2022. [ Links ]

Ramonet, Ignacio 2020 La pandemia y el sistema-mundo. Un hecho social total. Comunicación. Estudios venezolanos de comunicación, 2º y 3º trimestre (190-191): 95-126. [ Links ]

Red Mexicana de Afectados por la Minería (REMA) 2022 La lucha por lo esencial. REMA, mayo. México. <https://desinformemonos.org/wp-content/uploads/2022/05/LA-LUCHA-POR-LO-ESENCIAL.pdf>. Consultado el 19 de abril del 2022. [ Links ]

Red Nacional de Jornaleros y Jornaleras Agrícolas (REJJA) 2020 La población jornalera agrícola interna en México frente a la pandemia de COVID-19. Red Nacional de Jornaleros y Jornaleras Agrícolas. <https://www.ohchr.org/sites/default/files/Red_Nacional_de_Jornaleros_y_Jornaleras_Agr%C3%ADcolas_-_Mexico.pdf>. Consultado el 1 de mayo del 2022. [ Links ]

Ribeiro, Silvia 2020 Gestando la próxima pandemia. etc group. 18 de junio. <https://www.etcgroup.org/es/content/gestando-la-proxima-pandemia>. Consultado el 23 de abril del 2022. [ Links ]

Sales Heredia, Francisco 2013 Lista de los 125 municipios con menor IDH. Subsecretaría de Desarrollo Social y Humano SEDESOL. México. file:///C:/Users/Carmela/Downloads/8.pdf. Consultado el 28 de abril del 2022. [ Links ]

Servicio Geológico Mexicano (SGM) 2020 Depósitos de Litio en México. SGM, Secretaría de Economía. <https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/419275/Perfil_Litio_2018__T_.pdf<. Consultado el 13 de mayo de 2022. [ Links ]

Torres, Ximena 2020 Las Casas de la Mujeres Indígena y Afromexicana logran una nueva asignación de presupuesto para seguir operando. ZonaDocs. 19 de julio. <https://www.zonadocs.mx/2020/07/19/las-casas-de-la-mujer-indigena-y-afromexicana-logran-una-nueva-asignacion-de-presupuesto-paraseguir-operando/>. Consultado el 20 de mayo de 2022. [ Links ]

Notas

1Coronavirus 2 del síndrome respiratorio agudo grave (SARS-COV-2), cuyo primer brote se detectó en el mercado de mariscos de Wuhan en diciembre de 2019.

2Sin duda el origen del virus ha sido motivo de controversia. Se sabe que apareció en Wuhan (Hubei, China), pero las autoridades chinas acusaron al ejército estadounidense de haber fabricado el germen en un laboratorio militar de Fort Detrick (Frederick, Maryland) como arma bacteriológica para frenar el ascenso chino en el mundo y de haberlo dispersado en China en el marco de los Juegos Militares Mundiales en 2019, sin embargo, la versión estadounidense, encabezada por Trump, afirmaba que fueron científicos chinos los encargados de producir el nuevo germen en un laboratorio en Wuhan [Ramonet 2020: 98]

3“En Nueva York, por ejemplo, afroamericanos y latinos suman 51% de la población, sin embargo, acumulan un 62% de los fallecimientos por COVID-19. En el estado de Michigan, los afroestadounidenses constituyen 14% de la población, pero concentran 33% de los infectados y 41% de las muertes. En Chicago, los afrodescendientes son 30% de la población y representan 72% de los fallecimientos” [Ramonet 2020].

4Para Lizardo Cauper Pezo, presidente de la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (AIDESEP) la pandemia “desnudó, el abandono histórico, la desatención que hay hacia los pueblos indígenas”. En ese mismo sentido José Gregorio Díaz Mirabal, integrante de la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COIDA) denunció que más allá de una cuestión coyuntural, los pueblos indígenas en Abya Yala viven en una permanente “pandemia estructural” [Gómez 2020].

5Ñuu Savi (Pueblo de la Lluvia) es uno de los 68 pueblos indígenas que existen en México y también es conocido como pueblo mixteco. Se encuentra dividido entre los estados de Oaxaca, Guerrero y Puebla. Geográficamente está dividida también en Mixteca alta, principalmente en Oaxaca; Mixteca baja en Oaxaca, Guerrero y Puebla y Mixteca de la Costa en Oaxaca y Guerrero. Esta investigación se centra principalmente en la mixteca baja poblana.

6Por ejemplo, el caso de los Estados Unidos son las minorías étnicas (afroestadounidenses e hispanos) quienes están teniendo un alto índice de letalidad frente al coronavirus, muy superior a su representatividad social. En Nueva York, afroamericanos y latinos suman 5% de la población y acumularon un 62% de los fallecimientos por COVID-19. En Michigan los afroestaudonidenses constituyen 14% de la población, pero concentraron 33% de infectados y 41% de muertes. En Chicago los afrodescendientes son 30% de la población, pero representan 72% de los fallecimientos [Ramonet 2020: 109].

7Pueblos Indígenas y la COVID-19: Nota de orientación para el sistema de la ONU. Preparada por el Grupo de Apoyo Interinstitucional de las Naciones Unidas sobre Cuestiones Indígenas. https://www.un.org/development/desa/indigenouspeoples/wp-content/uploads/sites/19/2020/04/IASG-Declaracion-IPs-and-COVID-19.SP_.23.04.2020_FINAL-ES.pdf. Consultado el 16 de marzo de 2023.

8La población que habita en la montaña de Guerrero es en mayor cantidad indígena, ahí habitan comunidades mixtecas o naa savi así como me´phaa, nahua y amuzgo.

9El periódico El Universal registró un caso que muestra el riesgo al que han estado expuestos. El 31 de mayo del 2020, un autobús fue detenido por un convoy de la Guardia Nacional y la Policía estatal, a la altura de la salida del libramiento Tixtla-Chilpancingo. Se trataba de Silvestre, un jornalero quien desde que salió de Sinaloa se sintió mal. Comenzó con un dolor intenso de piernas, luego tos seca, fiebre, después complicaciones para respirar. Al cruzar por la ciudad de México, los demás pasajeros, todos trabajadores agrícolas, se percataron que Silvestre ya no respiraba. Una semana después, la Secretaría de Salud confirmó que el examen practicado a Silvestre dio positivo a COVID-19 [El Universal 2020].

10Sólo en la Montaña de Guerrero las tres fuentes de dinero se colapsaron en el último año, meses y semanas: la siembra ilegal de amapola, las remesas y la asistencia gubernamental, señaló Abel Barrera, el director del Centro de Derechos Humanos Tlachinola, con sede en Tlapa, Guerrero [Camacho 2020].

11Metlatónoc, Xochixtlahuca, Cochoapa el Grande, en la Mixteca Guerrence y Coicoyán de las Flores, San Simón Zahuatlán, San Martín Peras, Santos Reyes Yucuná, en la Mixteca Oaxaqueña. Subsecretaría de Desarrollo Social y Humano [Sales 2013].

12Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), 72% de las causas de muerte de la población mundial son enfermedades no transmisibles. Y más o menos la mitad están directamente relacionadas al sistema alimentario agroindustrial [Liaudat et al. 2020: 9].

Recibido: 06 de Noviembre de 2022; Aprobado: 28 de Enero de 2023

Creative Commons License Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial 4.0 Internacional.