SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.37 issue111Not Just Noise and Fury. Lynchings, Popular Actions against Insecurity and Moral Economies of ViolenceLuisina Perelmiter. Burocracia plebeya. La trastienda de la asistencia social en el Estado argentino author indexsubject indexsearch form
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

Related links

  • Have no similar articlesSimilars in SciELO

Share


Estudios sociológicos

On-line version ISSN 2448-6442Print version ISSN 0185-4186

Estud. sociol vol.37 n.111 Ciudad de México Sep./Dec. 2019  Epub Feb 20, 2020

https://doi.org/10.24201/es.2019v37n111.1889 

Reseñas

Mario Luis Fuentes. Las muertes que no deben ser. Natalidad y mortalidad en México

Gonzalo A. Saraví1 

1Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social México gsaravi@ciesas.edu.mx

Fuentes, Mario Luis. Las muertes que no deben ser. Natalidad y mortalidad en México. Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica, Universidad Nacional Autónoma de México, Programa Universitario de Estudios del Desarrollo, 2018. 271p.


Zain es el protagonista de la última película de Nadine Labaki, Cafarnaúm (Premio del Jurado en el Festival de Cannes 2018). Se trata de la historia de un niño sirio de 12 años, refugiado en un miserable vecindario de Beirut, cuya vida, desde el mismo nacimiento, ha estado dominada por la pobreza, la violencia, el desamor y una tristeza que se ha impregnado en su rostro como una más de sus facciones.

La idea con la que Labaki inicia su relato retrospectivo resulta un poco desconcertante: Zain lleva a juicio a sus padres por haberlo puesto en este mundo que, para él, ha estado dominado desde el inicio de su existencia por la precariedad y el sufrimiento. Es cierto, es una idea simple y confusa: ¿qué responsabilidad pueden tener los padres si ellos mismos son producto de sus circunstancias de miseria y exclusión? No obstante, esa idea es simplemente la excusa para mostrarnos de manera magistral las condiciones estructurales de un mundo y un modelo de desarrollo que mientras para algunos ofrece posibilidades infinitas de realización, para otros supone una vida que no se eligió y que no es digna de ser vivida.

¿Por qué empezar de esta manera la reseña del libro más reciente deMario Luis Fuentes , Las muertes que no deben ser? ¿Qué relación hay entre el film y el texto? Para mí, más allá de la distancia entre México y Líbano, hay múltiples coincidencias de enfoque, de interés y de denuncia de un modelo de desarrollo que ha olvidado la condición humana. En ambos casos se trata de un golpe a nuestra adormilada cotidianidad e indiferencia hacia el sufrimiento del otro.

Las muertes que no deben ser es un texto que podríamos definir (y así lo hace el autor) como un ensayo. En él se conjuga una gran cantidad de datos estadísticos provenientes de diversas encuestas oficiales, con reflexiones e interpretaciones y opiniones y sugerencias del autor, sustentadas en sí mismas, sobre el modelo de desarrollo socioeconómico que ha seguido el país, especialmente en las últimas cuatro décadas.

Me parece importante destacar dos elementos para dar una primera impresión del carácter que asume el libro:

  1. El cuestionamiento, insistente por momentos, del valor del dato y, específicamente, del número, del índice o la tasa. Esto no significa descartar la relevancia de la información empírica, en este caso estadística, para sustentar las propias ideas, pero esos datos-nos dice el autor- deben ser leídos, contextualizados e interpretados. En este posicionamiento, que puede parecer exclusivamente metodológico, hay ya una crítica sustantiva a los modelos de desarrollo sustentados en la tecnocracia neoliberal limitados a privilegiar el dato por sí solo como indicador de eficiencia. El sufrimiento, el dolor, el desprecio o la tristeza quedan así excluidos del análisis y, peor aún, de la consideración de los modelos de desarrollo. La sociología de las emociones representa un giro en esa dirección; Cafarnaúm lo plasma en un lenguaje cinematográfico que apela a nuestra sensibilidad, y el texto de Mario Luis Fuentes lo analiza en un campo dominado por la economía y la ciencia política.

  2. Que el autor no se priva, en aras de la objetividad científica de brindar sus opiniones sobre el modelo de desarrollo vigente ni sobre otros caminos posibles; como lo señala el propio Fuentes: “Intenté evitar la asepsia o neutralidad valorativa” (p. 11). El lector, y en especial los colegas del mundo académico, podrán compartir más o menos este posicionamiento, pero desde el comienzo el autor informa de su postura. Incluso se diría que en el mismo título está presente este carácter valorativo y prescriptivo: las muertes que “no deben” ser. Así, el lector encontrará en este texto un ensayo profundamente humanista y éticamente comprometido, donde se cuestionan en sus valores esenciales los modelos de desarrollo actuales, especialmente neoliberales, que olvidaron o subordinaron las dimensiones humanas del desarrollo.

Mario Luis Fuentes construye una crítica al dirigir su mirada e interés a aquellas dimensiones clásicas para evaluar el desarrollo: cuánto avanzamos en educación, cuál es el nivel de ingresos promedio de la población, qué porcentaje de los trabajadores se desempeña en actividades informales y sin protección, o incluso, cómo se movió el índice de Gini en tales años, o cómo podemos hacer cada vez más “compleja” y “sofisticada” la medición de la pobreza. Todo esto es relevante y está presente en el análisis, pero una crítica humanista al modelo de desarrollo neoliberal hacía necesario centrar la atención en lo esencialmente humano. Tal como se expresa en el subtítulo, el argumento gira en torno a la natalidad y la mortalidad en México; o, como yo lo expresaría para reflejar mejor el espíritu del texto, en torno al nacimiento, la enfermedad y la muerte.

En este sentido, encuentro una gran afinidad del texto que aquí comento con el también reciente libro de Göran Therborn (2015), Los campos de exterminio de la desigualdad. Allí, Therborn plantea la posibilidad de distinguir tres tipos de desigualdad: a) la desigualdad vital que se refiere a la socialmente construida entre las oportunidades de vida a disposición de los organismos humanos; b) la desigualdad existencial que es la asignación desigual de los atributos que constituyen a la persona, es decir, la autonomía, la dignidad, los grados de libertad, los derechos al respeto y al desarrollo de uno mismo; y c) la desigualdad de recursos que adjudica a los actores humanos recursos desiguales para actuar (Therborn, 2015, p. 54).

Las muertes que no deben ser es un excelente análisis sobre la desigualdad vital en México. Mediante sus 270 páginas organizadas en seis capítulos, introducción, prefacio y epílogo, construye una crítica al modelo de desarrollo neoliberal, producto de una investigación de largo aliento que inició en 2011 y continuó hasta poco antes de su publicación, pues los datos y referencias estadísticas llegan hasta 2016. En la introducción, el autor establece su enfoque en relación con algunos de los aspectos ya mencionados, pero también analiza (critica) los modelos de desarrollo sustentados por el Banco Mundial, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y nuestros propios gobiernos, así como las definiciones y mediciones técnicas de la pobreza. En esta crítica, en el fondo, hay huellas del legado de Amartya Sen y Martha Nussbaum respecto a cierto carácter absoluto de la privación y el sufrimiento humano que difícilmente podrá evaluarse o compararse cuantitativamente. El autor nos dice en esta introducción:

Las condiciones al nacer, los territorios en los que se nace, las causas y determinantes sociales de la salud, y cómo y de qué muere una persona, son resultado no sólo de una cadena de eventos sucesivos en la vida, sino que, en cada uno de los eventos vitales, se sintetiza el conjunto de relaciones sociales y estructurales del poder económico que rigen a una sociedad. (p. 40)

Y a partir de ese planteamiento, en los sucesivos capítulos, Fuentes analiza:

  1. Las condiciones de profunda desigualdad en la que se dan los nacimientos de los mexicanos, a los cuales el autor prefiere referirse como “alumbramientos” por su carga metafórica sobre este hecho fundante. El análisis deja claro, sin embargo, que la madeja de desventajas que se concentran en las familias más desfavorecidas impone desde el mismo nacimiento de sus hijos e hijas un destino sombrío que marcará sus vidas.

  2. Las enfermedades que no tienen que ver con el carácter estrictamente biológico de nuestra condición, sino aquellas que son producto de las condiciones sociales, económicas, políticas, e incluso culturales, de la sociedad que hemos construido y de las cuales las clases medias y privilegiadas están exentas, pero afectan de manera drástica a las más desfavorecidas. Retomando a Paul Farmer, el autor se refiere a ellas como “las patologías del poder”, es decir, las enfermedades que emergen de las estructuras de poder actualmente vigentes.

Las muertes prematuras que, desde la perspectiva del autor, son “muertes en exceso evitables, que se deben a las condiciones de privación, pobreza y desigualdad que restringen los derechos humanos” (p. 165). “La desigualdad mata”, dice Therborn sin rodeos (2015, p. 15), y Mario Luis Fuentes nos lo muestra en México. En el país hay un crecimiento exponencial del número de defunciones anuales que no se corresponde con el ritmo de crecimiento demográfico y lo que podríamos esperar a partir de él; es decir, algo está funcionando mal. Su análisis nos deja ver, además, que el grupo de las siete causas de mortalidad prevenible o evitable ha representado más de 50% de la mortalidad general en el país, y esa carga ha ido creciendo gradualmente, hasta representar en 2016 prácticamente 58% del total de fallecimientos registrados en el país.

En este escenario, los homicidios, como forma extrema de violencia, tienen un peso tan destacado que algunos demógrafos ya han observado variaciones en la pirámide poblacional de los varones, así como en su esperanza de vida. Estas muertes, que ocurren mayoritariamente entre jóvenes, superaron las 29 mil en 2017, y todo indica que esta marca nefasta volverá a ser superada este año. El texto de Fuentes es un llamado a despertar a una sociedad que parece acostumbrarse a estos datos.

No quisiera cerrar esta reseña sin antes señalar una discusión particularmente interesante que el autor plantea en los capítulos iniciales. Se trata de la conceptualización de la vulnerabilidad, término que en el transcurso de las últimas décadas ha ido ganando un lugar propio y más que relevante en el análisis de la cuestión social. Desde algunos enfoques se privilegia la carencia de recursos para enfrentar crisis externas y la resiliencia de actores y hogares, otros ponen énfasis en el desajuste entre recursos y estructura de oportunidades, y algunos más la definen como una zona gris de incertidumbre, precariedad y riesgo de exclusión. Yo mismo he reflexionado en un texto reciente (Saraví, 2018) sobre la vigencia de este concepto y la posibilidad de lograr una nueva síntesis que nos permita interpretar mejor la cuestión social contemporánea.

Sin embargo, el planteamiento del autor es particularmente original. Más que como una condición transitoria que afecta a determinados sujetos, nos propone repensar la vulnerabilidad como una condición casi esencial de lo humano, una huella que portamos desde el nacimiento mismo. Cito:

La vulnerabilidad es la característica definitoria por excelencia de la vida, pues en sentido estricto, cualquier ser vivo podría en determinado momento, ya sea por enfermedades, accidentes, agresiones, o por el propio contexto en el que se vive, situarse en algún nivel de vulnerabilidad […] asumir que la vulnerabilidad es la herida que todos portamos a lo largo de la existencia, implicaría entonces, en esta interpretación, que la vulnerabilidad no es sino la huella perenne de nuestro carácter finito, imperfecto y siempre expuesto al devenir de la historia en la que discurre cada una de nuestras existencias. (pp. 63 y 66)

El desafío para un modelo de desarrollo humano consiste en que la reducción de la vulnerabilidad de la que es capaz nuestra sociedad no sea sólo para unos, mientras otros son condenados al desamparo.

La invitación a leer el texto de Mario Luis Fuentes está hecha; estoy seguro que los lectores encontrarán en esta obra otras claves para repensar a México y reflexionar sobre el destino que queremos darle como sociedad.

Referencias:

Saraví, Gonzalo A. (2018). Pobres y vulnerables en México: contexto, transformaciones y perspectivas. En González de la Rocha, M., y Saraví, Gonzalo (coords.), Pobreza y vulnerabilidad: debates y estudios contemporáneos en México. México: CIESAS. [ Links ]

Therborn, Göran (2015). Los campos de exterminio de la desigualdad. Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica. [ Links ]

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons