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Migraciones internacionales

On-line version ISSN 2594-0279Print version ISSN 1665-8906

Migr. Inter vol.3 n.4 Tijuana Jul./Dec. 2006

 

Artículos

 

¿De aquí p'a allá o de allá p'a acá? Clubes de migrantes jaliscienses: promoción estratégica de capital social y desarrollo

 

Leticia Hernández Vega

 

Universidad de Guadalajara. Dirección electrónica: lvega@cuci.udg.mx

 

Fecha de recepción: 14 de octubre de 2005.
Fecha de aceptación: 25 de mayo de 2006.

 

Resumen

En este artículo se aborda el vínculo entre migración, capital social y desarrollo, a través del análisis de dos organizaciones de migrantes jaliscienses radicadas en la ciudad de Los Ángeles, California, y sus respectivas comunidades de origen en Jalisco, México: Jamay y Tecolotlán. El argumento central es que el capital social se produce de forma diferenciada tanto en el origen -pueblos- como en el destino -Unión Americana- y ello provoca, por tanto, que los efectos en el desarrollo de sus comunidades -derivados del envío de remesas colectivas- también se produzcan de manera desigual. La propuesta para analizar el capital social desde ambos contextos se centra en un esquema de convergencia transnacional que integra cuatro escenarios posibles de concurrencia origen-destino. se exploran elementos explicativos que promueven el capital social desde el origen, así como desde el destino, y se presentan algunos efectos que han producido las remesas colectivas en las comunidades de origen. Este estudio aporta información valiosa en torno al nexo poco explorado entre migración y capital social.

Palabras clave: 1. migración internacional, 2. capital social, 3. clubes de oriundos, 4. California, 5. Jalisco.

 

Abstract

This article examines the connection between migration, social capital, and development. It analyzes two migrant organizations representing Jaliscans living in Los Angeles, California, and the members' respective communities of origin in Jalisco, Mexico: Jamay and Tecolotlán. The central argument is that social capital is produced differentially in both the town of origin and the U.S. destination. Consequently, development effects in the communities, derived from the receipt of collective remittances, also occurs unequally. This analysis of social capital in both contexts focuses on a schema of transnational convergence that comprises four possible scenarios for origin-destination concurrence. The article explores explanatory elements that promote the creation of social capital in both the place of origin and destination. Also presented are some of the effects that collective remittances have had on the communities of origin. This study contributes important information on the little-explored connection between migration and social capital.

Keywords: 1. international migration, 2. social capital, 3. migrant associations, 4. California, 5. Jalisco.

 

Introducción1

Asociaciones de paisanos, asociaciones del lugar de origen, organizaciones de migrantes o clubes de oriundos, como quiera que sean llamadas, estas organizaciones referenciales y los impactos que de sus acciones se derivan cada día están adquiriendo mayor relevancia, en esferas tanto sociales y culturales como económicas y políticas. La autonomía con que actúan, el gran poder de convocatoria y la capacidad para movilizar recursos económicos -remesas colectivas- han llevado a dichas organizaciones a posicionarse como tema obligado en las agendas de los diversos órdenes de gobierno. De la misma manera, han logrado captar la atención de académicos y analistas de procesos migratorios.

Ejemplo de ello son las organizaciones de migrantes jaliscienses radicadas en Estados Unidos, cuyas acciones tienen efectos directos, inmediatos y diferenciados2 en sus comunidades de origen en México -promoción del desarrollo-, así como también en sus propias comunidades en Estados Unidos. Dichos efectos son posibles debido al flujo constante de remesas colectivas, a la creación de mecanismos de cooperación entre instancias gubernamentales y no gubernamentales y al fortalecimiento de sistemas de capital social.

En este sentido, si bien suena lógico establecer una relación directa y estrecha entre migración, capital social y desarrollo, en la realidad, en la literatura que toca estos temas se han abordado muy poco de manera articulada. Ello se refleja, por ejemplo, en el hecho de que, a pesar de la gran densidad migratoria jalisciense hacia Estados Unidos, se ha escrito poco sobre las formas organizativas de sus migrantes y en el hecho de que el tipo de desarrollo que se ha venido promoviendo desde las instancias de gobierno es de tipo económico.

Por ello, mi interés en este artículo es exponer y explicar que las organizaciones -clubes- de migrantes jaliscienses radicadas en California están generando procesos de construcción y fortalecimiento de capital social y a la vez conduciendo a sus comunidades de origen en México hacia un tipo de desarrollo más social y menos económico. Esto a través de procesos transnacionales generados por el envío de remesas colectivas. Para brindar dicha explicación y dado que el proceso migratorio es un evento dinámico e interactivo, analizaremos dos clubes de migrantes jaliscienses y sus respectivas comunidades3 de origen; la metodología utilizada es el análisis comparativo,4 acompañado de propuestas teórico-interpretativas que surgen del debate en torno al uso de las remesas y el capital social.

El trabajo se divide en tres secciones. En la primera se aborda la relación entre los clubes de migrantes y el capital social para mostrar que los migrantes se mueven en contextos asimétricos y diferenciados, lo que conduce a plantear un esquema analítico transnacional en el que se intersectan las relaciones sociales que corresponden al origen y al destino y que permite determinar la variabilidad en los escenarios posibles. En la segunda sección nos centramos en los efectos sociales que el envío de remesas colectivas produce en el desarrollo de las comunidades de origen y que están estrechamente vinculados con la existencia y calidad del capital social. Finalmente, a manera de consideraciones últimas, presentamos algunos puntos fundamentales en torno a la generación del capital social y las implicaciones que éste tiene para la conformación de organizaciones de migrantes sólidas.

 

Clubes y capital social: origen y destino

La emergencia en Estados Unidos -finales del siglo XX- de los clubes de oriundos o Hometown Associations (HTA) ha venido a transformar la dimensión social de las relaciones entre la diáspora y sus comunidades de origen. Ahora también tenemos comunidades íntimamente enlazadas a través de páginas electrónicas,5 las cuales fungen como espacios de socialización en los que de manera activa se debaten tanto asuntos personales como políticos y religiosos, así como también temas relacionados con proyectos de desarrollo. Debido a esas páginas la distancia geográfica parece ser asunto del pasado.

Esta intercomunicación la representan los clubes de jaliscienses radicados en California, cuyos orígenes -en el área de Los Ángeles- se remontan a las décadas de los setenta y ochenta -Club Villa Guerrero, 1977, y Club Pegueros, 1981—. Desde entonces, la interacción entre ambos lados de la frontera se ha incrementado de manera tal que se han logrado articular sistemas de capital social6 en los que confluyen los propios migrantes, sus comunidades de origen y distintas instancias gubernamentales y no gubernamentales. En la actualidad, aproximadamente 45 por ciento de los municipios jaliscienses tiene representación en Estados Unidos a través de los clubes de migrantes (Hernández, 2005) (mapa 1).

Centrar el trabajo en el área de Los Ángeles responde al hecho de que California es uno de los dos estados de la Unión Americana con mayor presencia de migrantes oriundos de Jalisco. De acuerdo con la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol, 2004), los migrantes jaliscienses organizados tienen presencia en 66 ciudades de Arizona, California, Carolina del Norte, Colorado, Georgia, Illinois, Michigan, Nueva York, Pensilvania, Tennessee, Texas, Utah, Virginia, Washington y Wisconsin, y California e Illinois son los estados que cuentan con la mayor concentración de organizaciones de migrantes (mapa 2).

De esta manera, y quizá por la ancestral tradición migratoria del occidente de México hacia Estados Unidos, particularmente a la región californiana (Escala, 2004; Rivera y Escala, 2002), el fenómeno migratorio se ha potenciado en todos sus aspectos. Es por ello que podemos decir que se ha consolidado un sistema migratorio (Roberts et al., 2003) particular entre Jalisco y Los Ángeles, en el que el capital social ha jugado un papel de primera importancia.

Cabe precisar que no sólo la comunidad jalisciense en Estados Unidos ha participado en la constante intercomunicación entre el origen y el destino, sino que éste es un fenómeno presente en otros estados mexicanos. Por ejemplo, podemos observar que, según estimaciones, en 2004 había alrededor de dos mil michoacanos pertenecientes a clubes activos que realizaban actividades de tipo transnacional (Bada, 2004:177), mientras que para 2003, en entidades con una tradición migratoria más reciente, como el Estado de México, más de un centenar de oriundos participaba activamente en la vida cotidiana de sus pueblos a través de 11 clubes de migrantes (Vega, 2004).

Origen: como guiso carpa papaloteada y de postre galletas caladas

Situado en la ribera del Lago de Chapala, el municipio de Jamay es el municipio más pequeño de Jalisco. Cuenta con una población de 21 157 habitantes y con actividades comerciales que van desde la venta de artículos de primera necesidad y de pescado proveniente del lago hasta actividades agrícolas con cultivos como maíz, trigo, sorgo, cártamo y alfalfa. Su gastronomía se distingue por guisos como la carpa papaloteada y la hueva de pescado. El municipio cuenta con una larga tradición migratoria que data de principios de la década de los veinte, cuando en Chicago se encontraba en auge la industria del acero.

Por otro lado, Tecolotlán, situado en la Región de los Declives de la Sierra Madre Occidental -y con una superficie territorial de 795.87 km2-, tiene 16 074 habitantes. Es un municipio en el que se desarrollan actividades comerciales, como la venta de productos de primera necesidad y el cultivo de maíz, garbanzo forrajero, sorgo, alfalfa, durazno y aguacate; también se cría ganado bovino y porcino, lo mismo que aves y colmenas, y se comercia con productos forestales como la madera de pino y encino. Entre los productos regionales destacan los quesos, en especial el tipo panela, y las galletas caladas.

En este contexto, los elementos tomados en cuenta para este estudio determinan factores situacionales propios de cada escenario. Es por ello que el análisis permite señalar elementos comparativos comunes a ambos municipios. Es así que en términos generales los dos municipios mantienen una gran similitud en los rubros educativo, de infraestructura, social, político y económico, lo cual indica que comparten una misma situación económica, política y social. En cuanto a la migración, Tecolotlán, a diferencia de Jamay, es un municipio de reciente incorporación al proceso migratorio, pues es hasta después de la Segunda Guerra Mundial, con la firma del Programa Bracero con Estados Unidos, que los tecolotlenses comienzan a migrar.

La primera vez que me fui, me fui contratado por el Programa Bracero, y cuando se terminó el programa me fui varias veces contratado por medio de los contactos que había logrado tener con gente de allá. Después, cuando ya no hubo contratos, me fui por mi cuenta [...] yo hice de todo tipo de trabajos en el campo; sólo Dios sabe lo que sufrió uno, días comía y días no [...] las primeras veces le pagaba 100 dólares a los coyotes, pero lo más que llegué a pagar fueron 300 dólares [...] una vez entré como con 30 personas por el cerro; otra vez entré en una Van por la línea con dos mujeres gordas sentadas arriba de mí; otra vez yo solo por Tecate, y otra vez entré en un camión lleno de santos (muñecos del tamaño de una persona) (entrevista LHV/FR, 14 de abril de 2004, Tecolotlán, Jalisco).

Destino: clubes

El Club Comunitario Jamay de Los Ángeles (CCJ) fue fundado en 1998 a raíz de varias circunstancias: un proceso de constitución progresiva de liderazgo de la comunidad de migrantes, un proceso de acercamiento de la autoridad municipal7 a sus emigrantes (Lanly, 2004) y una queja de Salvador García -en ese entonces, miembro activo del grupo de jamayenses radicados en Los Ángeles- ante el Consulado Mexicano en Los Ángeles debida al maltrato de que fue objeto un jamayense. El principal objetivo del CCJ es "brindar todo tipo de ayuda y apoyo, así como generar obras públicas y de reconstrucción en Jamay".

No obstante la fundación oficial del club, se tiene información de que desde la década de los setenta los jamayenses radicados en Estados Unidos colaboraban individualmente con su pueblo, como lo muestran las leyendas grabadas en las bancas de la capilla de Nuestra Señora de Guadalupe: "Coop. de los Emigrados de Jamay, Jal., 1975" y "Coop. de Ausentes de Jamay, Jal., de 1977. Guadalupe Díaz y Familia". También se tiene conocimiento de que para finales de los ochenta y principios de los noventa las familias García y Bonilla, entre otras, llevaban al pueblo de manera independiente diversos donativos, como ropa y juguetes usados.

[...] mi suegra empezó a llevar cada que iba; empezó a llevar poquitas despensas a Jamay [...] pienso que tiene como unos 15 años dando [...] ella las armaba; compraba un bulto de frijol, compraba arroz, compraba azúcar y hacía bolsitas, y [a] la gente que miraba muy necesitada empezó dándole 10 despensas, y ya la esperaban cada año [...] (entrevista LE/E y SG, 1 de septiembre de 2001, Los Ángeles, California).

El Club Social Tecolotlán en Los Ángeles (CST) fue fundado en 2001. De acuerdo con la información sobre el origen del club publicada en su página electrónica, éste surgió informalmente por iniciativa de la familia De Anda, ya que anteriormente

siempre había existido la inquietud de formar un club de tecolotlenses en Estados Unidos (en especial en California), con la finalidad de unir a nuestra gente y ayudar a nuestro pueblo. Aunque siempre existió la idea, nadie la había llevado a cabo; solamente la familia Jiménez había organizado eventos con excelentes resultados, con la finalidad de recaudar fondos para ayuda de la renovación de la Iglesia de la Virgencita (http://www.tecolotlan.net).

La fundación formal, de acuerdo con un ex miembro (entrevista LHV/FR Jr., 23 de mayo de 2004, Los Ángeles, California) de la mesa directiva, ocurrió por iniciativa del presidente municipal en 2001, quien quería aprovechar los beneficios del Programa Tres por Uno, para lo cual convocó a una reunión en el Consulado de México en Los Ángeles y ahí mismo se conformó la mesa directiva. A pesar de las intenciones "oficiales" con las cuales se formó el club, hacia principios de 2004 aún no se lograba ninguna obra bajo este programa. El objetivo principal del club es "ayudar a solventar algunas de las necesidades básicas de Tecolotlán, así como unir a los tecolotlenses donde quiera que se encuentren" (entrevista LHV/FR Jr., 23 de mayo de 2004, Los Ángeles, California).

Las primeras donaciones al pueblo hechas por los llamados "hijos ausentes" de las que se tiene conocimiento se remontan a la década de los ochenta, cuando un grupo de tecolotlenses radicados en Tijuana se abocó a reunir fondos para ayudar al asilo de ancianos. Posteriormente, en la década de los noventa, algunos núcleos de personas, como las familia De Anda y Jiménez, se dedicaron a reunir fondos exclusivamente para ayudar a la Cruz Roja y a la Iglesia de la Virgencita. No se sabe que en años anteriores haya habido intentos de organización formal.

Si consideramos la naturaleza del origen de ambos clubes, cabe destacar que éstos comparten un elemento interesante que forma parte de la discusión actual en ámbitos académicos (Moctezuma, 2003, 2005): el hecho de que las organizaciones de migrantes se desarrollan y emprenden sus primeras prácticas en un entorno informal y alejadas de la mira del Estado. Moctezuma (2005:10), refiriéndose a las organizaciones zacatecanas, menciona que "...los migrantes organizados actuaron claramente apegados a sus relaciones de identidad inmediata, en donde sus acciones eran esporádicas, escasas, poco formales e invisibles para la sociedad y el Estado..." En este sentido, pudiéramos pensar que tanto los programas gubernamentales como el diseño de políticas públicas encaminadas a incidir en las acciones colectivas de los migrantes han sido resultado de la creciente actividad extraterritorial de los paisanos y no de una necesidad viva del Estado mexicano de impulsar el desarrollo de organizaciones sociales en el exterior.

En cuanto a la dinámica, estructura y organización interna de ambos clubes, resulta evidente que cada uno posee elementos distintivos. Por ejemplo, destaca el hecho de que mientras el CCJ cuenta con aproximadamente 500 miembros activos y con registro como organización sin fines de lucro 501-C,8 al CST sólo lo constituyen entre seis y diez miembros activos y no cuenta con registro. Otro aspecto que se destaca es el perfil de los miembros y líderes, pues mientras los miembros del CCJ son familias completas y sus líderes en su mayoría son propietarios de pequeños negocios, en el CST tanto los miembros como los líderes laboran y son empleados en distintos giros; esto influye de manera diferenciada en aspectos como gestión de recursos, disposición y movilidad de dinero, flexibilidad de tiempos y horarios, y poder de convocatoria. En el cuadro 1 se aprecian otros aspectos distintivos de ambos clubes.

Así pues, la idea de establecer diferencias desde las que se promueve el capital social es plasmar un contraste que evidencia que los clubes de migrantes se mueven en contextos asimétricos y que pese a dicha asimetría tienen la capacidad de interactuar en ambos. Es decir, por un lado se encuentra el contexto de origen cargado de toda una herencia histórico-cultural de tradiciones, costumbres, identidad, pertenencia, arraigo, etcétera, y por otro está el contexto de destino cargado de una serie de factores tecnológicos dinámicos y globales. La interacción entre ambos contextos refleja el tipo de construcción y estructura que posee el capital social. En este sentido, se consideran dos aspectos centrales: el primero es la gran similitud que existe a nivel municipal en el origen, mientras que el segundo es la notable diferencia contextual de los clubes en el destino. Llaman la atención las diferencias en las dinámicas internas y de organización de los clubes, pues éstas se constituyen en elementos esenciales que explican los efectos microsociales que generan las remesas colectivas, esto es, su impacto en el desarrollo de sus comunidades.

Ahora bien, relacionando el capital social con las organizaciones de migrantes, resulta significativo observar cómo los migrantes, día a día, en su afán por mantener viva su presencia en las comunidades de origen, buscan maneras de vinculación que les permitan establecer dinámicas constantes de intercambio -monetario, afectivo, religioso, etcétera-. Si bien una manera histórica de vinculación la han constituido las redes sociales (Massey et al., 1991), esta arquitectura, basada puramente en redes de reciprocidad, ha quedado superada por el incremento de la participación de instancias como gobiernos, universidades, ONGs, agentes financieros y otras (Escala, 2004). Ahora bien, en respuesta a las demandas implícitas en los complejos procesos migratorios, el capital social se presenta como un recurso que los migrantes utilizan tanto para mantener vínculos constantes, como para promover mejoras en sus comunidades -a través de los clubes-.

De esta manera, si consideramos al capital social como un sistema, podemos pensar que entre más "ricas" son las organizaciones en capital social mayor es su capacidad para acumular capital económico -el monto de las remesas colectivas- y, por lo tanto, mayores son los efectos en sus comunidades de origen. Esto también se encuentra sustentado en el sentido de la ayuda, es decir, en el deseo de ayudar a su pueblo, pues pudiera darse el caso de que una organización sea rica en capital social pero decida usarlo para otros fines y no invertir necesariamente en su comunidad. Esto significa que, más que tener más y mejores relaciones con más sujetos sociales tanto en California como en Jalisco, los clubes obtienen mayor éxito en el alcance y volumen de sus proyectos.

Con la finalidad de mostrar que el capital social está condicionado no sólo por factores como el lugar de origen, la posición económica y social original y las circunstancias migratorias (Guarnizo y Díaz, 2003), sino por factores y relaciones diferenciadas tanto en el origen como en el destino, hemos diseñado un esquema de convergencia transnacional (Hernández, 2004) que permite dar cuenta de cómo se articula el sistema funcional del capital social, en el cual tanto las redes sociales, las relaciones de confianza, las expectativas de reciprocidad y las normas como las interacciones institucionales y la cooperación entre ambos contextos -origen y destino- se intersectan y conforman una estructura estable de relaciones que conduce el esfuerzo organizativo de los clubes hacia beneficios sociales en las comunidades de origen. Ello apunta a visualizar el nexo entre capital social y organizaciones de migrantes como un factor explicativo central de los macroprocesos9 que va más allá de los simples enlaces norte-sur.

En ese esquema (figura 1) se consideran cuatro escenarios de convergencia que corresponden a las cuatro combinaciones posibles de capital social suscitadas entre ambos contextos. La intersección de los contextos responde al hecho de que la producción de capital social se da tanto en las comunidades de origen como en las de destino, y por lo mismo se generan diferentes combinaciones al respecto. El análisis se hizo en función de la presencia o ausencia del capital social en cada contexto, para de esta manera poder localizar los "escenarios" que se configuran en los dos casos aquí analizados.

Los elementos explicativos atribuibles a la presencia del capital social en el contexto de origen son:

Organización comunitaria. Las diferencias en el factor organizacional y en la cohesión comunitaria de ambas comunidades pueden ser explicadas por dos factores: uno endógeno y otro exógeno. El endógeno se refiere principalmente a una cultura de organización comunitaria que tiene raíces históricas; es decir, a la influencia de elementos histórico-culturales tales como la guerra cristera y los problemas agrarios, que en ambos municipios tuvieron impactos diferenciados, y a la presencia de diversas organizaciones -religiosas, juveniles, deportivas, etcétera- que sirven como ejemplo, así como a la influencia de elementos económicos derivados de la vocación productiva de ambos municipios -Jamay, con su vocación agrícola y pesquera, versus Tecolotlán, con su vocación ganadera-. El factor exógeno, por su parte, se refiere a los individuos u asociaciones externas que se acercan a la comunidad con fines filantrópicos -como los migrantes individuales o los clubes de migrantes-, que sientan un precedente y ejercen un impulso para que esa comunidad se organice.

Reconocimiento social. El reconocimiento social representa una forma de aval de la comunidad a la representación que se está haciendo de ella en el extranjero. En este rubro destacan dos tipos: el público, aquel que se realiza en eventos públicos donde participa toda la comunidad, como comidas y desayunos, celebraciones religiosas y Día del Jalisciense Ausente,10 y con la entrega de diplomas y cartas de agradecimiento, placas y otros objetos; y el personal o individual, aquel que realizan las personas beneficiadas de manera individual y en forma de oraciones, plegarias y manualidades. Así, la retribución destaca como factor relevante porque representa una forma de compromiso que se encuentra enmarcada en un sistema estable de relaciones sociales. Este tipo de reconocimiento demuestra la capacidad de respuesta y la responsabilidad que la comunidad tiene al ofrecer ciertos estímulos -como la realización de obras por los clubes-, y en este sentido la comunidad jamayense ha sido más receptiva que la comunidad tecolotlense.

Por su parte, los elementos explicativos atribuibles a la presencia del capital social en el contexto de destino son:

Participación. En este rubro se aprecian dos tipos: directa e indirecta. La participación directa la constituyen principalmente las donaciones en especie y las aportaciones monetarias, el apoyo -generalmente con trabajo- en eventos y la asistencia a las reuniones informativas del club. La participación indirecta, por su parte, consiste en el consumo y/o asistencia a los eventos organizados por los clubes. El tipo de participación refleja la solidez y cohesión de las organizaciones, pues revela el dinamismo que existe en el club, así como el compromiso e involucramiento de los miembros en las actividades realizadas. Esto explica que en el CCJ prevalezca un ambiente de mayor participación y cohesión que en el CST.

Densidad de las redes de interacción. Estas redes muestran de manera general los principales vínculos e interacciones directas e indirectas que se han logrado establecer entre los clubes, sus comunidades e instancias externas a ellos. Son redes que dan cuenta de la confianza, la organización, y la capacidad de gestión y negociación de las organizaciones. Muestran, además, que cuanto mayor es la relación de los clubes con un mayor número de sujetos sociales -tanto en el origen como en el destino-, mayores son las posibilidades de éxito en el alcance y volumen de las obras y proyectos implementados. Así, las redes sociales, que en un primer momento se constreñían a los vínculos interpersonales y familiares, ahora se ven enriquecidas y potenciadas en sistemas de capital social que fortalecen las iniciativas de los migrantes. Ello se ejemplifica con el hecho de que el CCJ posee una red de interacciones más densa que el CST y, por ende, tiene en su haber más obras y proyectos.

Liderazgo. En este rubro destaca que los líderes de los clubes no sólo practican un liderazgo efectivo -orientado hacia la tarea- (Gibson et al., 1996), materializado en las obras y proyectos, sino también lo que denominamos un liderazgo moral -orientado hacia la representatividad-, relacionado con la honestidad y la transparencia en sus acciones y con la tradición y reconocimiento que posee su familia11 en la comunidad de origen. Ambas dimensiones promueven y afectan la lealtad de los miembros y la calidad del capital social. De esta manera, el liderazgo se visualiza como factor que contribuye a determinar la cohesión y la calidad del capital social de los clubes, así como a legitimar las acciones que éstos llevan a cabo ante la comunidad. Éste es un elemento crucial para ambas organizaciones, pues a partir de él se pueden explicar las formas "más" o "menos" acabadas del capital social.

Mecanismos de vinculación con la comunidad de origen. Su importancia radica en su sencillez y eficacia, pues a mecanismos directos corresponden formas más ágiles de vinculación -CCJ- y, por el contrario, a mecanismos indirectos corresponden formas trianguladas de vinculación -CST-. Esto es, a mayor cantidad de redes interactivas y mecanismos de vinculación directos, mejor será la calidad del capital social.

Maneras de recaudación de fondos. El análisis revela que los eventos que cada club organiza se encuentran influidos por patrones de reproducción de la cultura y prácticas de la comunidad de origen, lo cual explica por qué los originarios de Jamay organizan cenas, desayunos y eventos culturales, y los de Tecolotlán se organizan charreadas y bailes.

Valores. Los valores son factor fundamental para la estructura organizativa que los clubes han logrado conformar. Entre ellos destacan el altruismo y la confianza como elementos que alientan o inhiben la organización (Bada, 2003; Granovetter, 1973) y, por tanto, inciden en los efectos que las actividades de los clubes de migrantes tienen en las comunidades de origen.

El análisis de los elementos anotados conduce a determinar que aquellas comunidades con una organización más sólida y diversificada, y con un compromiso moral de reciprocidad objetivado en el reconocimiento social de la labor de "otros", son más ricas en capital social que aquellas comunidades con una organización fracturada y un escaso reconocimiento social.

Hay que recordar que lo que aquí se presenta es, desde luego, una visión un tanto simplificada del fenómeno y por ello se plantea en términos tentativos. Es decir, suponemos que aquellas asociaciones que cuentan con una mayor cantidad de redes interactivas, de confianza, de liderazgo, y en las que los miembros participan activamente de manera directa, son más ricas en capital social que aquellas que tienen menos interacciones, confianza, liderazgo y participación. En este sentido, la apropiación, vinculación e intercambio que hacen los migrantes de estos factores es lo que determina en alguna medida la coherencia, funcionalidad y articulación del sistema de capital social y lo que conduce al establecimiento de principios básicos para lograr solidez en los efectos sociales en las comunidades de origen.

Así, después de pensar el capital social en los dos contextos, es posible determinar que la formación de éste depende de factores situacionales y temporales que varían en ellos. Si bien los elementos analizados sugieren algún escenario en el que se mueven los clubes, es necesario enfatizar que eso no significa que sean tipos ideales logrados, sino más bien formas inacabadas e imágenes en proceso de definición que se presentan tras la búsqueda de objetivos comunes, y que permiten bosquejar los escenarios de convergencia en función de la fluidez y consistencia de las relaciones entre ambos contextos.

De esta manera, y considerando los elementos analizados, el CCJ, por contar con un alto capital promovido desde el origen y un alto capital social promovido desde el destino, representa la combinación "más idónea" -escenario A- en materia de migración y capital social, mientras que el CST, debido a su bajo capital social, promovido tanto desde el origen como desde el destino, representa la combinación "menos idónea" -escenario D- en esta misma materia. Cabe mencionar que el sistema de capital social al que nos hemos venido refiriendo tampoco se presenta como un producto logrado, sino más bien como un sistema abierto y flexible que día a día se redefine en función de la propia actuación de los sujetos involucrados en el proceso migratorio.

Un ejemplo de este planteamiento se encuentra en un trabajo realizado por Reyes y Pacheco (2004) en nueve localidades del estado de Oaxaca, en el que se muestra, mediante un modelo cuantitativo, que el capital social (remesas colectivas y remesas familiares) aumenta al incrementarse los flujos migratorios y, en consecuencia, el uso de redes sociales. Esto significa que la base de las organizaciones son las diferentes formas de capital social que existen en las comunidades y que éstas se transforman y fortalecen debido a la migración. Así, nuestro sistema de capital social se alimenta desde ambos contextos con compromiso, reciprocidad, confianza, labor filantrópica, etcétera, y se destruye con desconfianza, deshonestidad, egoísmo y apatía.

 

Efectos en las comunidades de origen

En la actualidad, pensar que los procesos migratorios sólo generan beneficios macroeconómicos tanto para los países receptores como para los países expulsores es una equivocación, pues hablar de migración, remesas y desarrollo también implica hablar de impactos microsociales, es decir, de mejoras tangibles en las vidas de las personas en las comunidades locales. Tales impactos han sido poco estudiados, y mucho menos han sido combinados analíticamente con los impactos macrosociales a fin de evaluar los costos o beneficios sociales que pudieran tener los países de origen (Martínez, 2003; Autler, 1997).

En este contexto, las organizaciones de migrantes se conciben como agentes potenciales de desarrollo (Deshingkar y Grimm, 2005; Alarcón, 2004; García, 2004; Bada, 2003), pues la mayoría está teniendo efectos a nivel microsocial, esto es, ha mejorado de manera tangible la vida de las personas en las comunidades de origen; ello, con el envío de remesas colectivas. Si bien no podemos decir -debido a la naturaleza filantrópica con la que actúan los clubes- que esas mejoras tangibles tengan incidencia en el desarrollo regional, sí podemos mostrar que tienen incidencia en procesos de desarrollo comunitario.12 Sin embargo, habría que ser precavidos al considerar tales tendencias, pues algunos estudios (Cohen y Rodríguez, 2004) han mostrado que en estados como Oaxaca las remesas colectivas que envían los migrantes son prácticamente nulas, mientras que las remesas familiares no van encaminadas a iniciar un desarrollo local o estimular una expansión económica, sino a obtener bienes, animales y servicios, debido a la naturaleza y necesidades de las comunidades oaxaqueñas.

Como resultado del esquema de convergencia transnacional, ahora podemos señalar que los efectos de las remesas colectivas "en algunas localidades" ya no sólo se observan en el ámbito religioso -como cuando los primeros clubes se formaron-, sino que se han esparcido hacia diversos ámbitos y con diferentes enfoques, desde la inversión en infraestructura pública, en salud, en educación y en deporte hasta, en el mejor de los casos, las inversiones productivas.

Por otra parte, si bien dichas remesas no representan un alto porcentaje con relación a las remesas familiares, son consideradas como un recurso de calidad de amplio valor agregado que puede generar impactos significativos (Lowell y De la Garza, 2000; Torres, 2000),13 así como un recurso estratégico para los gobiernos municipales -principalmente-. Para tener una idea del porcentaje que las remesas colectivas representan, estimaciones realizadas por Serrano (2000) para cuatro países centroamericanos -El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua- revelan que las remesas colectivas que se envían a estos países tal vez no lleguen al 1 por ciento del total, pero se calcula que podrían ser unos 35 millones de dólares anuales distribuidos en los cuatro países.

El análisis de los clubes de migrantes de Jamay y Tecolotlán bajo la perspectiva del esquema de convergencia transnacional muestra que éstos ocupan distintos escenarios y que, por lo tanto, las mejoras tangibles en sus comunidades de origen también son diferenciadas.

Jamay. La integración, trabajo solidario y capital social acumulado por el CCJ se refleja en la cantidad de obras y proyectos que han logrado realizar desde su fundación. Hasta el 2003 el CCJ había efectuado aproximadamente 50 obras y/o proyectos, de los cuales 19 se realizaron en el rubro de caridad, otras tantas en desarrollo humano, diez en infraestructura y sólo dos bajo el concepto de "otros".14

El cuadro 2 ofrece información desagregada de las 50 obras y/o proyectos financiados por el club, así como los costos estimados -en el cuadro se incluyen sólo las aportaciones del club-.

Tecolotlán. Desde sus inicios, el CST tuvo algunas dificultades en su organización interna -las dificultades a las que se enfrentan los clubes es un tema recurrente en la literatura sobre las organizaciones de migrantes. Por ejemplo, Valenzuela (2004) plantea que los problemas en las organizaciones de migrantes se pueden encontrar en la organización, en términos de membresía, liderazgo, estructura organizativa y financiamiento, y en la consecución de objetivos-, debido principalmente a la escasa iniciativa, responsabilidad y compromiso de los tecolotlenses en Los Ángeles y a la falta de liderazgo de los miembros de la mesa directiva (entrevista LHV/FR Jr., 23 de mayo de 2004, Los Ángeles, California). Esos factores han impedido que el club se organice de una manera más eficaz y, por consiguiente, obtenga mayores recursos. El cuadro 3 muestra las obras realizadas por el club, las cuales se concentran en los rubros de caridad -seis obras- e infraestructura -una obra-.

En cuanto a la cuestión de los montos de inversión que erogan los clubes, son pocos los estudios que se han adentrado en la cuantificación de los mismos. Es difícil presentar un seguimiento preciso debido a que la mayoría de los clubes no lleva un registro puntual de sus ingresos y egresos (Bada, 2003). Cuando son pocas las obras -como en el caso del CST- y en los primeros años de operación de los clubes, es posible llevar ese seguimiento. Pero cuando las obras aumentan, como en el caso del CCJ, con el paso del tiempo los registros se pierden o simplemente no se llevan.

Visualizando gráficamente los efectos que se desprenden de las obras y proyectos impulsados, y teniendo en cuenta que éstos reflejan en gran medida la existencia de capital social, tenemos que se detectan efectos directos e indirectos. Los efectos directos se subdividen en primarios, en los que se incluyen las obras y proyectos de infraestructura, y secundarios, que corresponden a las obras y proyectos de caridad, desarrollo humano y otros. Las figuras 2 y 3 muestran que ambos clubes están produciendo efectos directos principalmente de carácter secundario; es decir, que están apoyando obras más relacionadas al desarrollo de las personas que al equipamiento de infraestructura del pueblo, aunque este rubro es el que concentra la mayor cantidad de recursos. La mayor producción de efectos de carácter secundario responde al principio de la solidaridad y a objetivos filantrópicos que promueven los clubes, además de que este tipo de obras requieren menores inversiones y es más corto el tiempo de realización.

En cuanto a los efectos indirectos, éstos se subdividen en temporales y permanentes. Son de carácter temporal aquellos que se generen durante la realización de las obras y proyectos, como el empleo de mano de obra y el consumo de insumos de la región, y de carácter permanente aquellos que perduran después de concluida la obra y/o proyecto, como la cantidad de beneficiarios o usuarios -detallados en la siguiente sección-. El tipo de efectos indirectos de carácter temporal resulta un tanto más difícil de determinar, porque si bien se trata de empleo e insumos, elementos cien por ciento tangibles, los clubes no llevan ningún tipo de registro de ellos. Tras hacer un sondeo entre los dirigentes de los clubes, éstos coincidieron en que los efectos indirectos de carácter temporal son pequeños todavía, pues las obras y proyectos de infraestructura que realizaron, en promedio, no pasaron de contratar entre uno a cinco trabajadores por un lapso no mayor de 15 días.15 Respecto a los efectos indirectos de carácter permanente, resulta gratificante para los miembros de los clubes saber que las inversiones que hacen se quedan en el pueblo y benefician a la comunidad.

 

Beneficiarios

De la misma manera, el esquema de convergencia transnacional permite dar cuenta de la importancia que tiene el análisis de los beneficiarios, los cuales son un indicador de la incidencia en los procesos de cambio. Es decir, entre mayores sean los involucrados en dichos procesos, mayores serán las posibilidades de promover el capital social desde el origen. Para abordar el análisis de los beneficiarios establecimos una tipología (cuadro 4) que los clasifica en función de su número.

Contra lo que pudiera pensarse tras conocer la naturaleza de las organizaciones de migrantes, el análisis de los beneficiarios de las obras y proyectos de ambos clubes revela que la mayor parte de las inversiones benefician a determinados grupos de la población, y no a la comunidad entera. Ello no quiere decir que los clubes se estén alejando de sus principios básicos, sino que, por el contrario, han sabido encauzar sus recursos hacia aquellos sectores de la población más desprotegidos, logrando con ello cumplir con éxito su labor filantrópica. Pero además de cumplir eficazmente con dicha labor, los clubes están propiciando el fortalecimiento de los sistemas de capital social que permiten la cohesión y cooperación entre los actores, así como la mejora de las condiciones de vida de la población. En otras palabras, los clubes están incidiendo directamente en el desarrollo de las comunidades de origen.

La figura 4 muestra el tipo de beneficiarios a los cuales llega la ayuda del CCJ. En primer lugar, se trata de determinados grupos de la comunidad, como ancianos, niños, discapacitados y deportistas; en segundo, la comunidad entera, con obras y proyectos realizados principalmente en lugares públicos; en tercero, individuos a los que se apoya en sus necesidades urgentes, como enfermedades o accidentes, y finalmente, familias que, en general, reciben ayuda monetaria.

Por otro lado, los beneficiarios del CST también pertenecen a determinados grupos de la población, como ancianos y personas pobres, en los pocos beneficios de tipo grupal que se brindan, y ha habido un solo beneficio de tipo individual. Dado las pocas obras realizadas por este club, aún no hay beneficiarios directos a nivel comunitario y familiar.

Si bien el análisis de las obras, proyectos y beneficiarios proporciona una idea del tipo de desarrollo que los clubes están promoviendo en sus comunidades de origen, las consecuencias de este tipo de desarrollo no deben ser vistas como imposiciones del flujo de remesas en dirección norte-sur, sino como consecuencia de la articulación de elementos tanto objetivos -remesas-como subjetivos -retribución afectiva, pertenencia e identidad-, así como de factores organizacionales, como la articulación de sistemas de cooperación e información entre diversos actores. La base fundamental de todo ello se condensa en el sistema de capital social origen-destino, que determina la compenetración existente entre las comunidades, los migrantes e instancias externas a ellos.

 

Consideraciones finales

Los clubes de migrantes, como organizaciones referenciales contenedoras de complejos procesos sociointegrativos que permiten la movilidad de personas, recursos e información y la reproducción de patrones culturales, dan cuenta del dinamismo de las prácticas transnacionales que están llevando a cabo los migrantes. Estos "migrantes colectivos" -como suelen ser llamados ahora- operan como actores centrales de complejos procesos de desarrollo, y destacan con sus actividades la importancia de fomentar y generar estrategias organizativas sólidas plasmadas en sistemas de capital social, articuladas y coherentes con la realidad, las cuales permiten obtener más y mejores resultados consolidados a corto, mediano y largo plazos.

Si consideramos el esquema de convergencia transnacional -abordado en páginas anteriores- como una vía operativa para observar la interacción y fluidez de los micro y macroprocesos origen-destino, tenemos que destacar que el capital social se concibe como una fuente de beneficios que facilita el actuar de los clubes y potencia los efectos que generan las remesas colectivas en las comunidades de origen. Un balance preliminar de este estudio permite inferir que:

1) Los contextos asimétricos donde confluyen los migrantes revelan la existencia de elementos explicativos diferenciados, como el capital social, que inciden directamente en los efectos microsociales que generan las remesas colectivas en las comunidades de origen.

2) El capital social, considerado como sistema, funge como eje integrador de iniciativas migrantes y procesos de desarrollo comunitario.

3) El capital social promovido desde el origen es atribuible a factores como la organización comunitaria y el reconocimiento social.

4) El capital social promovido desde el destino es atribuible a factores como la participación, la densidad de las redes de interacción, el liderazgo, los mecanismos de vinculación con la comunidad de origen, las maneras de recaudar fondos y los valores.

5) La promoción diferenciada del capital social tanto desde el origen como desde el destino conduce a obtener escenarios de convergencia distintos.

6) La organización social de los clubes se concibe como un factor diferencial significativo que explica las formas más menos acabadas del capital social.

7) Tanto los tipos de proyectos impulsados por los clubes como los beneficiarios de éstos reflejan en gran medida la orientación social que están tomando las inversiones de las remesas colectivas.

Por tanto, las implicaciones que tiene el capital social en la conformación de organizaciones de migrantes sólidas pueden observarse principalmente en la incidencia cada vez mayor de dichas organizaciones en los espacios de poder -local y transnacional-, en la gestión de recursos y en las estrategias de compromiso activo con la comunidad por las cuales se afirman la pertenencia y la membresía. Se genera así un círculo virtuoso en el que, a mayor acumulación de capital social, mayores serán los efectos, beneficios y recursos que originen las iniciativas migrantes.

Finalmente, podemos expresar que los clubes de migrantes se encuentran en un proceso tal de avance, que debe ser apoyado, motivado e impulsado principalmente por sus comunidades de origen y por los diferentes órdenes de gobierno, ya que con sus actividades no sólo están reafirmando su objetivo filantrópico, sino que además están propiciando la generación y fortalecimiento de sistemas de capital social con los que contribuyen a contrarrestar las imágenes de atraso y pobreza que se tienen de sus comunidades. Con ello apuntamos que los clubes de migrantes están impulsando un tipo de desarrollo socioparticipativo que resalta la noción de desarrollo social antes que la de desarrollo económico.

 

Entrevistas

Felipe Rosas Jr., ex secretario del Club Tecolotlán, 23 de mayo de 2004, Los Ángeles, California.

Felipe Rosas, migrante tecolotlense, 14 de abril de 2004, Tecolotlán, Jalisco.

María Bonilla, presidenta del Club Jamay en Selma, California, 20 de diciembre de 2003, Jamay, Jalisco.

Pedro Ochoa, presidente del Club Jamay en Los Ángeles, California, 20 de diciembre de 2003, Jamay, Jalisco.

Elena y Salvador García (realizada por Luis Escala Rabadán), familia García. 1 de septiembre de 2001, Los Ángeles, California.

 

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Notas

1 Agradezco infinitamente a Luis Escala Rabadán sus comentarios y recomendaciones a este artículo.

2 La diferencia en los efectos depende principalmente de factores situacionales y contextuales tanto en el origen como en el destino.

3 El análisis se centra en las cabeceras de ambos municipios.

4 El método comparativo permite comprender, explicar e interpretar un mismo fenómeno -envío de remesas colectivas- en dos espacios geográficos y en temporalidades distintas; esto es, posibilitó una comparación diacrónica. Esta última se refiere al análisis "[...] del mismo caso en momentos diferentes y sucesivos con el objetivo de ver la influencia de ciertos fenómenos acaecidos" (Morlino, 1994:22).

5 Direcciones electrónicas de clubes jaliscienses: www.sanmartinjalisco.com, www.uniondetula.com, www.refugianos.com y www.clubpegueros.com.

6 Léase el capital social como un sistema funcional, articulado y coherente que integra redes sociales, relaciones de confianza, expectativas de reciprocidad, normas, interacciones institucionales y cooperación mutua entre los miembros de una comunidad e instancias externas a ella. Para consultar los principales exponentes del concepto de capital social, véase Robert Putnam (1993), James Coleman (1990) y Pierre Bourdieu (1985).

7 El ingeniero Eduardo García -hermano de Salvador García- fungía como presidente municipal de Jamay (1998-2000), y con la intención de obtener apoyo para realizar obras en el municipio, fue a visitar a los jamayenses radicados principalmente en Illinois, Los Ángel es y Selma, y de esta manera cubrir algunas necesidades del pueblo. Entrevistas LHV/ MB y PO, 20 de diciembre de 2003, Jamay, Jalisco; entrevista LE/E y SG, 1 de septiembre de 2001, Los Ángeles, California.

8 Registro que posibilita la exención de impuestos al gobierno norteamericano, por tratarse de organizaciones filantrópicas (caritativas).

9 Cabe señalar que el capital social ha sido pieza fundamental en el diseño de estrategias de vinculación origen-destino, como los programas Dos por Uno y Tres por Uno, en los distintos estados de la República Mexicana.

10 Este día fue instituido en Jalisco en 1997 como parte de la política de acercamiento a la comunidad migrante del entonces gobernador Alberto Cárdenas Jiménez (Lanly, 2004).

11 Para Lanly (2004), los García son una familia binacional debido a la gran interacción que han logrado establecer entre su comunidad de origen y la de destino.

12 El desarrollo comunitario, en este trabajo, se concibe como un proceso dinámico de cambio que repercute de manera directa en las relaciones entre los actores involucrados, y que siempre tiende a mejorar las condiciones de vida de la población mediante acciones organizadas, participativas e inclusivas, lo que permite la cohesión y cooperación de esos actores para llevar a cabo proyectos de interés común.

13 Ver referencia telemática.

14 El total de obras y/o proyectos es aproximado ya que el club no lleva un registro puntual de éstos ni de los montos asignados a cada uno.

15 Excepto en la Casa de Cultura de Jamay. Algunos de los insumos para la construcción de ésta se compraron en Guadalajara.

 

INFORMACIÓN SOBRE EL AUTOR

LETICIA HERNÁNDEZ VEGA es maestra en desarrollo regional por El Colegio de la Frontera Norte. Actualmente es profesora del Departamento de Política y Sociedad del Centro Universitario de la Ciénega de la Universidad de Guadalajara y participa en el proyecto de investigación "Estudio del fenómeno migratorio en tres municipios de la Región Ciénega de Jalisco". Es conductora del programa radiofónico Rumbo al Norte. Ha sido ponente en congresos nacionales e internacionales. Sus áreas de interés son la migración México-Estados Unidos, las organizaciones de migrantes y el desarrollo regional.

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