INTRODUCCIÓN
El incremento de la población de adultos mayores es una realidad en todo el mundo; ante eso, la Organización Mundial de la Salud (OMS) prevé que este grupo de edad corresponderá a 21 % de la población para el año 20501 a nivel nacional e internacional. Por su parte, en México, el Consejo Nacional de Población (CONAPO) también predice un aumento de este grupo de edad de 24.4 millones para el año 20502.
El aumento de la esperanza de vida es un logro para los países en desarrollo y en vías de desarrollo3. Con ello, se prevé que acrecentará la demanda en los servicios de salud, como consulta médica, horas de estancia hospitalaria, cirugías, medicamentos y reingreso al hospital derivado de alguna complicación. Esto también impactará en el sustento económico de las familias, pues en algún punto se verán en la necesidad de cubrir el costo de personal de cuidados para el familiar enfermo, además de pagar el material requerido para dicho cuidado.
Por otro lado, los cambios fisiológicos, emocionales y cognitivos en la tercera edad, como está ampliamente documentado, impactan en la autonomía del Adulto Mayor (AM) volviéndolo vulnerable y por consecuencia dependiente de una persona, principalmente de alguno de sus hijos o de un familiar.
De acuerdo a lo anterior, es importante plantear intervenciones enfocadas en que el adulto mayor se mantenga funcional el mayor tiempo posible para que este goce de una vejez saludable4. Aunque cada adulto mayor es diferente y tiene necesidades únicas, se ha estudiado que la actividad física, una alimentación balanceada y una red de apoyo adecuada, genera un impacto positivo en su salud.
Al respecto, existe una gran variedad de ejercicios como el Tai Chi, clasificado como un terapia alternativa o complementaria originaria de china5 considerada la actividad más adecuada para este grupo de edad, pues sus beneficios a la salud han sido ampliamente estudiados y para su práctica solo se requiere interés por aprenderlo.
Así, el objetivo de la presente revisión bibliográfica fue analizar la evidencia científica del uso del Tai Chi para conservar la salud del Adulto Mayor.
METODOLOGÍA
La revisión de la literatura se elaboró a partir de la información disponible en las bases de datos consultadas: Medline por Pubmed, Dialnet, SciELO, LILACS, ScienceDirect y Google Académico. Los términos empleados para la búsqueda fueron: Tai Chi Chuan, taiji quan, tai chi AND heatlh, tai chi improvements, Tai Chi Chuan AND adultos mayores, Taiji, Tai Ji, además se combinaron con el operador booleano AND. Se incluyeron artículos publicados en el periodo de 2013 al 2019.
Criterios de elegibilidad de los artículos: investigaciones realizadas en personas mayores de 60 años sanos o enfermos, artículos de acceso libre y texto completo; se incluyeron revisiones sistemáticas, revisiones bibliográficas, artículos en español, inglés y portugués.
Criterios de exclusión: artículos con antigüedad mayor de siete años.
Durante la búsqueda de la información se encontraron 2 026 artículos en las diferentes bases de datos, se descartaron 1 926 pues no cumplieron con los criterios de elegibilidad; 100 artículos fueron seleccionados por su relevancia; 56 carecían de datos importantes. Al final, esta revisión trabajó con 29 artículos de los cuales 16 se localizaron en Medline-PubMed, dos en SciELO, tres en Dialnet, dos en LILACS, dos en ScienceDirect y cuatro en Google Académico.
RESULTADOS
Investigadores de diversas partes del mundo interesados en el Tai Chi han observado los beneficios que esta terapia aporta a la salud de las personas; además de que dicha actividad puede realizarse bajo dos enfoques según el malestar: síntomas físicos y síntomas psicológicos/cognitivos.
Síntomas físicos
La mayor parte de los estudios realizados donde se ha aplicado Tai Chi están enfocados a la prevención de caídas (equilibrio y marcha). En 2014 Li F6 aplicó Tai Chi para mejorar los límites de estabilidad, (LOS) por su siglas en inglés, que es la capacidad de mantener el centro de gravedad dentro del límite de la base de apoyo. Después de 48 semanas de práctica se mejoraron esos límites de estabilidad punto final: 8.30 %, p < 0.001; velocidad de movimiento: 0.86 grados/segundos, p < 0.001; control de dirección: 6.79 % of 100, p < 0.001. Por otro lado, Ory MG et al.7 utilizando la prueba Time Up and Go (TUG) la cual mide el tiempo en segundos requeridos para que los participantes se levanten de un sillón estándar, caminen a (su) ritmo típico o normal para alinearse en el piso a tres metros de distancia, girar, regresar y volver a sentarse; encontraron que en promedio, cuando se aplica Tai Chi, los participantes que completaron la prueba TUG en < 12 segundos se clasificaron como de bajo riesgo y los que tomaron 12 o más segundos se clasificaron como de alto riesgo. Las puntuaciones de la prueba TUG disminuyeron (p < 0.001) para todos los participantes; sin embargo, la disminución fue más notable entre los participantes de alto riesgo (la media disminuyó de 18.5 a 15.7 segundos).
En el mismo sentido, Hwang HF et al.8 encontraron en su estudio que el grupo que practicó Tai Chi Chuan tuvo significativamente menos probabilidades de experimentar una caída durante una intervención de seis meses (Tasa de Índice de Ratio [TIR]= 0.30, intervalo de confianza [IC] de 95 % = 0.15 - 0.60) y durante todo el periodo de estudio de 18 meses (TIR = 0.32, IC del 95 % = 0.14 - 0.71). Sin embargo, en el estudio que realizaron Sun W et al.9, identificaron que al comparar el Tai Chi contra realizar ejercicio (que consistía en caminar rápido), ambos mejoraban el control postural sobre una pierna. Por su parte, Mortazavi H et al.10, emplearon el Tai Chi para reducir el riesgo de caídas y encontraron que hubo una diferencia significativa entre los grupos al final de la octava y décima semana de práctica (p < 0.001), esto se traduce en que, con el paso del tiempo, el Tai Chi redujo el riesgo de caídas.
En el caso de Manor B et al.11, utilizaron el Tai Chi para medir los efectos sobre la función física y la caminata de doble tarea en adultos mayores de 70 años que habitan casas de apoyo. Para ello, utilizaron la batería de rendimiento físico corto (SPPB) la cual es una prueba que incluye medidas de equilibrio de pie, velocidad de caminata de cuatro metros y la capacidad de levantarse de una silla cinco veces. Los hallazgos fueron que después de 12 semanas, el grupo de Tai Chi mostró una mayor mejora (p= 0.005) en las puntuaciones de SPPB (línea de base= 8.1 ± 2.9, seguimiento= 9.0 ± 2.6) en comparación con los controles (línea de base= 8.2 ± 2.6, seguimiento= 8.2 ± 2.6). El Tai Chi también aumentó la velocidad de caminata normal y de doble tarea (p < 0.001).
Silva-Zemanate MA et al.12, estudiaron la relación del Tai Chi con la capacidad funcional en un grupo de mujeres adultas mayores. Encontraron que en la Escala de Tinetti, referente a la prueba de balance la cual evalúa de manera objetiva y estandarizada el balance dinámico como estático, obtenida antes del programa de ejercicios, 59 % de la población presentó una calificación normal y, al finalizar el programa de ejercicios, se incrementó en un 27 %. Con ello se alcanzó 86 % de la población con calificación normal, siendo esta diferencia estadísticamente significativa al aplicar la prueba de McNemar (p= 0.031). Por su parte, en la prueba de Romberg modificado, la cual consiste en evaluar la capacidad de la persona para permanecer de pie asumiendo distintas bases de sustentación, se identificó que, antes de la intervención con Tai Chi, 68 % fue capaz de completar la prueba, después de la intervención 95 % lo lograron, con un incremento de la capacidad de 27 %. En la prueba McNemar se advirtió que esta diferencia fue estadísticamente significativa (p= 0.031).
En el estudio de Song QH et al.13, se comparó el Tai Chi con baile y caminata al paso de 12 meses. El grupo de Tai Chi mejoró de manera significativa de un día a otro en comparación con el del grupo de baile y el grupo de caminata (p < 0.05 o p < 0.01).
También se identificaron estudios que abordaron temas como la función cardiaca; por ejemplo el de Li Y et al.14, donde se investigó la relación entre la práctica del Tai Chi y los niveles séricos miR-24 y miR-155, biomarcadores que están asociados a cardiopatías. La primera (miR-24), está asociada con la mortalidad por insuficiencia cardiaca y la segunda (miR-155), es un biomarcador de la cardiopatía coronaria. Así, encontraron que después del entrenamiento de tres y seis meses, el Tai Chi redujo tanto los niveles séricos de miR-24 (p > 0.05) como los niveles séricos de miR-155 (p > 0.05). Por su parte, Ren X et al.15, estudiaron los efectos de la práctica del Tai Chi en pacientes con falla cardiaca, sus resultados fueron que la práctica habitual de esta terapia puede regular las cifras de la frecuencia del corazón; para dicho estudio emplearon un modelo de efectos aleatorios que calculó la Diferencia de Medias Ponderadas (DMP) como -2.52 lpm (IC de 95 %: -3.49 a -1.55; p < 0.00), datos que resultaron estadísticamente significativos. La heterogeneidad fue p= 0.67, también estudiaron la fracción de eyección del ventrículo izquierdo para lo cual utilizaron un modelo de efectos aleatorios que mostró la DMP de 9.94 % (IC de 95 %: 6.95 a 12.93; p < 0.00), lo cual tiene significancia estadística. Además, p < 0.00 para heterogeneidad (I2= 98 %).
Por otro lado, el dolor es un problema muy frecuente que deteriora la movilidad en las personas. Los estudios más realizados en este tema abordan la osteoartritis, el dolor lumbar, así como el dolor en diferentes sitios del cuerpo16,17. En el estudio de Hall A et al.18, utilizaron la terapia de Tai Chi para aliviar alguna clase de dolor crónico. Se desarrollaron estudios con osteoartritis (80 %), dolor de espalda (13 %) y dolor de cabeza (7 %); el uso del enfoque GRADE (Grading of Recommendations, Assessment, Development and Evaluation), evidencia de calidad moderada de que el Tai Chi resultó más efectivo en comparación con ningún tratamiento o la atención habitual a corto plazo para el dolor (DME= -0.66 [IC de 95 % = -0.85 a -0.48]) y discapacidad (DME= -0.66 [IC de 95 % = -0.85 a -0.46]).
Lee YM19 investigó los efectos de la práctica del Tai Chi sobre la presión arterial e identificó que la presión sistólica (PAS) mostró una diferencia significativa entre los grupos (p= 0.001), la presión arterial diastólica (PAD) reportó una diferencia significativa entre los grupos (p= 0.001). Un trabajo similar fue realizado por Teodoro R et al.20, en él estudiaron el efecto que tenía el Tai Chi sobre la presión arterial en un grupo de adultos mayores hipertensos y observaron que después de finalizar la sesión de Tai Chi, hubo una reducción significativa de la presión arterial media (PAM) desde el minuto 10, y una reducción significativa de la presión arterial sistólica (PAS) y diastólica (PAD) desde el minuto 20 hasta el minuto 60 después de la sesión (p < 0.001).
Incluso se encontró una investigación en el que se comparaba el Tai Chi contra la electro estimulación funcional. Hao Y et al.21, realizaron este estudio buscando evaluar el efecto del Tai Chi y la estimulación de los músculos de las extremidades inferiores en adultos mayores con insuficiencia cardiaca; para llevar a cabo su objetivo conformaron cuatro grupos de estudio: el primero recibió estimulación eléctrica funcional en los músculos de los miembros inferiores, el segundo practicó ejercicios de Tai Chi, el tercero correspondió al grupo control (no recibieron ningún tratamiento) y en el último grupo se aplicaron ambas terapias (electro estimulación y Tai Chi). Los investigadores observaron que, en comparación con el grupo de control, solo el grupo con electro estimulación funcional había aumentado la puntuación del Kansas City Cardiomyopathy Questionnaire (KCCQ), cuestionario que se utiliza para evaluar la calidad de vida física y social de los pacientes con alguna cardiopatía, entre más alto sea el puntaje mejor será el bienestar de la persona (p < 0.0001, q = 9.06); en el grupo Tai Chi se observó una disminución de la frecuencia cardíaca en comparación al grupo control (p < 0.0001, q = 5.72); se identificó una disminución en el consumo máximo de oxígeno durante una actividad física en los grupos de Tai Chi (p < 0.0001, q = 9.15) y en el grupo que recibieron ambas terapias (p < 0.0001, q = 10.69), en los grupos control y electro estimulación no manifestaron cambios en esta variable.
En el estudio de Hägglund L et al.22 aplicaron la terapia del Tai Chi para evaluar el grado de fatiga en pacientes con insuficiencia cardiaca crónica y observaron que después de 16 semanas, el grupo de Tai Chi tendió a optar por una carga de entrenamiento más reducida y el grupo de control manifestó mayor fatiga mental. Los participantes en el grupo de entrenamiento calificaron un aumento de la fatiga general durante el seguimiento en comparación con la línea de base.
Síntomas psicológicos y cognitivos
El adulto mayor no solo atraviesa por cambios físicos y fisiológicos, también presenta cambios psicológicos y cognitivos, pues, con la experiencia de vida, su mente evoluciona.
En esta área se ha estudiado la influencia de la terapia en el estado de ánimo, estrés, depresión, ansiedad y enfado-tensión, memoria y atención; tal es la investigación de Orozco G et al.23 quienes estudiaron a 32 mujeres adultas mayores distribuidas en dos grupos. Como resultado, obtuvieron en la prueba neuropsicológica COGNISTAT diferencias significativas (p < 0.05) entre los grupos. Las medias del grupo de Tai Chi en las dimensiones atención, memoria y construcción fueron mayores que las del grupo de control. Con esto se demuestra que en los grupos con práctica de Tai Chi mejoraron de manera significativa los síntomas psicológicos.
En otro estudio, Silva-Zemanate MA et al.12 utilizaron la práctica del Tai Chi para evaluar su efecto sobre la capacidad funcional de un grupo de adultos mayores. Posterior a la práctica aplicaron la prueba t de Student pareada; los componentes con diferencia estadísticamente significativa fueron: memoria (p= 0.047), atención-cálculo (p= 0.012) y lenguaje (p= 0.002). En la prueba total se obtuvo una media inicial de 26.4 puntos y se alcanzó una media final de 29.1 puntos, siendo esta diferencia estadísticamente significativa (p= 0.001). Para evaluar signos y síntomas de depresión utilizaron la Escala de Yesavage, en la prueba de McNemar no se encontró una diferencia significativa.
En el caso de Pan Z et al.24, estos autores emplearon la terapia de Tai Chi para estudiar la plasticidad neuronal de los practicantes. Identificaron que después de seis semanas la terapia contribuyó a mejorar la conectividad funcional en correlación con la mejora del rendimiento cognitivo. Como resultado, los participantes mostraron un mejor desempeño en el cálculo matemático después de la práctica de Tai Chi; así, el estudio sugiere que se obtiene un impacto inmediato sobre la actividad cerebral. Los grupos estudiados tuvieron una amplitud P3 significativamente más alta que la indicada en el grupo de adultos mayores sedentarios. Patrones de P3 similares entre adultos jóvenes y mayores que participan en ejercicios a largo plazo proporcionaron evidencia respecto a los beneficios del entrenamiento de resistencia y el ejercicio de Tai Chi sobre la función cognitiva.
Por otro lado, Wu MT et al.25, emplearon el Tai Chi para mejorar el rendimiento de cambio de tarea en un grupo de adultos mayores. En su estudio observaron efectos significativos de interacción de grupo por tiempo sobre las medidas de activación del comportamiento y del cerebro. Específicamente, el grupo de Tai Chi mostró una mejor función física, disminución de los errores en el desempeño de cambio de tareas y aumento de la activación frontal superior izquierda para el contraste Switch con Non-switch antes y después de la intervención, mismos que no se observaron en el grupo control.
En la investigación de Siu MY y Lee D26, examinaron los efectos del Tai Chi sobre las funciones cognitivas generales. En este estudio los participantes del grupo obtuvieron puntuaciones significativamente mejores en la prueba de la versión China del Mini-Mental (en inglés CMMSE) (p= 0.001). Sin embargo, esos cambios en las puntuaciones no excedieron los límites establecidos del cambio mínimo detectable en el estudio, y no se pudo excluir la posibilidad de variación de la medición debido a errores.
Otro estudio realizado por Lam LCW et al.27 compararon durante un año la efectividad del Tai Chi con el ejercicio de estiramiento y tonificación en el manejo del deterioro cognitivo y funcional en las personas mayores chinas con riesgo de deterioro cognitivo. Al finalizar el estudio, el primer grupo diagnosticado con demencia aumentó de 4.3 % a 16.6 %; en el grupo de Tai Chi se observó una disminución del riesgo de desarrollar demencia al cabo de un año (razón de posibilidades [OR]= 0.28, intervalo de confianza [IC] de 95 % = 0.05 0.92, p= 0.064).
En el mismo sentido, Liu S et al.28 utilizaron la terapia del Tai Chi para retrasar la atrofia de la materia gris y los vínculos de esta práctica con la estabilidad emocional. Al finalizar el estudio encontraron que el volumen de materia gris (GMV) del tálamo y el hipocampo fue mayor en el grupo de Tai Chi en comparación con el grupo de control. En particular, el GMV del tálamo se correlacionó positivamente tanto con el nivel de meditación como con la estabilidad emocional.
En su estudio, Miller S y Taylor-Piliae RE29, compararon los procesos cognitivos y la función física relacionados con la conducción segura entre los adultos mayores practicantes de Tai Chi. Observaron que los participantes obtuvieron mejores resultados en diversas medidas cognitivas, incluida la prueba de escenas de conducción (p < 0.001, d= 1.63), la navegación por el laberinto (p= 0.017, d= 0.27), la prueba de campo visual útil (p < 0.001, r= 0.15), y en medidas físicas que incluyen la prueba de marcha rápida (p < 0.001, r= 0.20) y la prueba de golpeteo del pie derecho, (p < 0.001, r= 0.35).
En otras investigaciones que se han realizado alrededor de esta terapia, no han demostrado efecto alguno en la diabetes o en la capacidad aeróbica. Tal como lo demuestra el estudio que realizaron Hempel S et al.30, en el cual encontraron que la evidencia existente no sugiere que el Tai Chi sea una terapia eficaz para el cuidado de la diabetes tipo 2. En cuanto a la capacidad aeróbica, encontraron que la evidencia existente no sugiere que la práctica regular del Tai Chi sea una forma efectiva de aumentar dicha capacidad.
También se encontraron estudios que sólo abordan el tema del estrés y la práctica del Tai Chi, tal como lo refleja el estudio de Marcelo-Donet AM et al.31. En dicho estudio midieron los niveles de estrés de dos grupos, la totalidad de adultos mayores que practican Tai Chi presentaron un nivel de estrés leve. En el grupo control, 65.3 % demostraron tener nivel de estrés moderado, seguido de 26.5 % con nivel de estrés alto. Las personas pertenecientes al grupo Tai Chi presentaron 19 puntos menos (IC 95 % 17.3 - 22.5) en la evaluación de nivel de estrés independientemente al sexo y la edad.
Además, se encontraron otras investigaciones que abordaban el tema de la mejora en la calidad de vida al utilizar Tai Chi. Un ejemplo es la revisión de Orozco G et al.32; quienes reportaron la existencia de varios estudios que hablan de los beneficios que tiene esta práctica.
CONCLUSIONES
El Tai Chi es una práctica complementaria al tratamiento médico del paciente, por lo que esta actividad debe ser realizada de forma continua sin suspenderla. Por los beneficios encontrados en la literatura, se sugiere promover su práctica regular como una opción viable para mantener la salud del adulto mayor porque, además de ayudar a conservarla, es una opción fácil de aprender y de bajo costo. El personal de enfermería, como profesional de la salud, podría impulsar el autocuidado del adulto mayor, fomentando los beneficios de tal terapia por ejemplo ayuda al fortalecimiento del sistema musculo esquelético, la movilidad sin mucho dolor, marcha, equilibrio, sensación de bienestar, mejora de la memoria, disminución de depresión, ansiedad y estrés, entre otros.
Se consultó a profesores de amplia experiencia quienes coincidieron en que no existe un estilo mejor que otro, ni una forma específica que mejore la salud, ni un tiempo determinado de práctica para notar los beneficios. Partiendo de ello se recomienda que esta actividad se practique regularmente en sitios que estén cerca del hogar de los adultos mayores. Por último, es importante resaltar que el estilo y la forma en que se haya elegido practicar esta terapia no es lo más relevante, en cambio, sí lo es la correcta práctica del Tai Chi que integra tres aspectos relevantes: una mente calmada, así como la conciencia e intención en los movimientos.