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Espiral (Guadalajara)

Print version ISSN 1665-0565

Espiral (Guadalaj.) vol.11 n.32 Guadalajara Jan./Apr. 2005

 

Reseña

 

Configuración política de un mundo nuevo, de Alberto Rocha

 

Carlos Barba Solano*

 

* Profesor e investigador del Departamento de Estudios Sociourbanos, Universidad de Guadalajara, México.

 

Este libro es el resultado evidente de un sólido itinerario intelectual. En él, su autor logró articular varios años de trabajo para abordar, a lo largo de ocho capítulos, realidades emergentes que configuran un nuevo orden social, político, económico y cultural.

Se trata, parafraseando al autor, de un intento encaminado a sobreponerse de la perplejidad que provoca un mundo hecho de tendencias y escenarios que se muestra ante nosotros como superación y salida de la informidad social en la que nos encontramos y esboza un mundo nuevo.

El trabajo es ambicioso y polémico, redefine dimensiones de análisis y escalas para las funciones sistémicas, la acción colectiva y la intervención política, pero fundamentalmente para facilitar la interpretación y la explicación científica de un mundo virtual.

En el centro está siempre lo político y la política, el orden y la acción puestos en el escenario de la crisis de la modernidad, donde lentamente se hunden o se transforman los viejos sistemas y surgen otros nuevos, y donde se hace indispensable trascender la visión de la política como arte de dominio y no como arte-acción de lo posible.

Por eso, el punto de vista del autor está claramente anclado en una perspectiva contra-moderna, en cuyo eje está siempre el problema de la reinvención de la democracia a partir de dos ideas fuerza: la pluralidad y la participación, el desafío planteado por Touraine: vivir juntos y diferentes, más allá de las tendencias particularistas, fundamentalistas y excluyentes que afloran en nuestros días, el reto es construir nuevas identidades sociales que no refuercen la fragmentación social.

En otro orden de cosas, el libro se amarra en cuatro grandes plexos, cada uno de los cuales se funda en la nueva revolución científica y tecnológica:

• La regionalización supranacional.

• Las dinámicas políticas continentales.

• Las dimensiones políticas de los global.

• La nueva localización.

Cada uno de estos megaprocesos es revisado para pensar el mundo virtual en el que nos ubicamos.

El autor señala que globalización y regionalización supranacional están desfigurando el mundo moderno y configurando otro, que aún es virtual, es decir un mundo de tendencias y contratendencias y de escenarios posibles.

La globalización de la producción, mercados, finanzas, tecnología, comunicación, etc., así como la integración de países a sistemas regionales o subregionales en cada continente para poder participar en los procesos globales, demandan formas específicas de gobierno —nos dice Alberto Rocha—, marcan el camino para el surgimiento de Estados-región supranacionales y de formaciones sociales regionales.

El autor nos muestra que dos de los grandes logros estrictamente políticos de la modernidad: la creación de sistemas políticos nacionales (Estados nacionales y sociedades civiles) y de un sistema político internacional que cristalizó primero en la Sociedad de Naciones y después en la Organización de las Naciones Unidas se encuentran hoy en crisis debido a esos megaprocesos que actúan como fuerzas centrífugas y centrípetas que los cruzan en lo interno y lo externo.

Su tesis es muy clara: en el corto plazo se esboza una dimensión política virtual, a mediano plazo el viejo orden se desconfigura y lo virtual se configura parcialmente, en el largo plazo esta dimensión política aparece reconfigurada de modo definitivo.

 

El Estado nacional y el régimen político

Poco a poco, el Estado nacional y el régimen político dejan de ser los actores principales de las relaciones políticas nacionales e internacionales, porque éstas se transnacionalizan o se localizan. Las dinámicas de integración regional, continental y global favorecen la aparición de nuevos actores.

La apertura de las fronteras implica la transferencia de capacidades soberanas a comunidades políticas regionales, continentales o globales. Algunos macro-sistemas regionales así lo muestran, como la Unión Europea, el Tratado de Libre Comercio y la Región Asia-Pacífico, algo análogo ocurre con sistemas meso y micro.

A escala nacional, los procesos de descentralización implican también transferencias de responsabilidades y funciones a los niveles local-regional y local municipal, que permiten la aparición de poderes que actúan como casi Estados y tienden a promover la formación de identidades culturales y políticas locales.

Sin embargo, el autor nos alerta al señalarnos que esto no significa el fin del Estado, sino su redefinición, que no sería sino parte de una historia de transformaciones que inició con el Estado absolutista, fue seguida por el Estado nación y el Estado postnacional neoliberal (vigilante de segmentos de procesos globalizados y regionalizados y guardián de poblaciones nacionales) y conduce al Estado región supranacional.

En este mismo tenor, el autor nos muestra que la sociedad civil tiende a la poliarquización, es decir hacia una mayor heterogeneidad, pluralidad y multiculturalidad, y tiende a convertir en asunto nacional lo que ocurre a nivel local, más allá de los partidos políticos.

Esto revela la estrechez del espacio nacional como sede del régimen y las representaciones políticas, en la medida que lo político y la política ingresan en los niveles local-regional y local municipal.

La estrechez de lo nacional cristaliza en sistemas regionales y subregionales que actualmente incluyen sistemas de preferencias aduaneras, zonas de libre comercio, uniones aduaneras, mercados comunes, uniones económicas y formas de integración económica total. En este nuevo mundo en auge, los tres macrosistemas (TLCAN, UE y Japón-NIP-ASEAN) son hegemónicos, porque reposan sobre el predominio de potencias militares o económicas.

Estos sistemas suscitan irremediablemente la necesidad del principio de gobierno en el ámbito regional. Esta necesidad comienza en el momento mismo cuando se proyecta uno de estos sistemas, su fundamento son los capitales productivos y financieros trasnacionales y élites políticas y tecnocráticas, pero su legitimidad es un problema por resolver.

Los puntos de partida y los grados de avance son desiguales, como lo muestra la comparación entre la Unión Europea y el TLCAN. Las tendencias geopolíticas son contradictorias, aunque algunas dominan claramente, como lo muestra la ya larga historia de los procesos de integración en América Latina, tensionados por visiones neopanamericanistas (dominantes) y neo bolivaristas (resistentes a la hegemonía norteamericana). La Iniciativa de las Américas cuyo proyecto central es el ALCA, frente a proyectos de integración regional multilaterales, igualitarios y simétricos. La realidad frente a la utopía.

 

La crisis del sistema político internacional

Por otra parte, la ONU se muestra cada vez más —como lo hemos constatado recientemente en el caso de la guerra de Irak— como incapaz para hacer frente a los desafíos de gobernabilidad del nuevo mundo.

El componente político de la globalización es aquí central para entender lo que ocurre. Los flujos trasnacionales sobrepasan de lejos los alcances y las funciones reguladoras de las instituciones internacionales y de la ONU, así como de los gobiernos nacionales, por ello se desenvuelven sin regulación alguna.

Paralelamente, EU se ha convertido en la única superpotencia militar y considera a la ONU como una institución secundaria. Junto con esto, hay que apuntar el predominio de una visión neoliberal que concibe el proceso de globalización como monofacético, reducido a la economía y determinado por el mercado, a pesar de las abundantes evidencias de su carácter multidimensional, que generan problemas específicos como crisis financieras, conflictos comerciales, migratorios, guerras internacionales y regionales, pobreza regional, tráfico de armamentos, violación de derechos humanos, deterioro ecológico, etcétera.

Estas evidencias muestran la necesidad de un gobierno trasnacional-global, para lograr una gobernabilidad global, que rebasa estructuralmente las capacidades de la ONU, entendida como un sistema interestatal, cuyos miembros están en crisis.

En ese marco se inscriben los esfuerzos de reforma de esa organización, más o menos radicales. Pero más allá de los proyectos, como lo señala el autor del libro comentado, el desafío es la transferencia de capacidades y atribuciones por parte de los Estados nacionales, que vayan más allá del establecimiento de un sistema de gestión de asuntos públicos mundiales, en el que participen actores sociales opuestos, para alcanzar un gobierno sin gobierno y una ciudadanía mundial. El reto, concluye este trabajo, es la creación de una democracia cosmopolita.

 

Nota

Rocha, Alberto, Configuración política de un mundo nuevo, Guadalajara, Universidad de Guadalajara, 2003.         [ Links ]

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