SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
 issue9De la microhistoria a la historia urbana author indexsubject indexsearch form
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

Related links

  • Have no similar articlesSimilars in SciELO

Share


Desacatos

On-line version ISSN 2448-5144Print version ISSN 1607-050X

Desacatos  n.9 Ciudad de México  2002

 

Reseñas

 

Prácticas del noviazgo

 

Soledad González Montes

 

Gabriela Rodríguez y Benno de Keijzer, 2002 La noche se hizo para los hombres. Sexualidad en los procesos de cortejo entre jóvenes campesinos y campesinas, EDAMEX / Population Council, México.

 

Programa Interdisciplinario de Estudios de la Mujer, El Colegio de México.

 

Presentar este libro es para mí un verdadero placer por dos razones: una es que he seguido su proceso desde la época en que Gabriela Rodríguez y Benno Keijzer, estaban en trabajo de campo y siempre es bonito compartir con los amigos la satisfacción de que el trabajo culmine con un libro; y la otra es que es un libro que me encanta. Les voy a explicar por qué y al hacerlo espero cumplir con mi función de estimularlos a que lo lean.

Para comenzar, es el fruto de una investigación muy innovadora, tanto por la temática como por la metodología que siguieron los autores. Y ya saben que a los dos les gusta ser pioneros, renovadores, cuestionadores, abridores de caminos y territorios. Hasta ahora son muy pocos, poquísimos, los estudios que tratan específicamente sobre la sexualidad de los jóvenes rurales y todo lo que la rodea. Hay un libro reciente del Instituto Mexicano del Seguro Social sobre los jóvenes de seis grupos étnicos, y algunas tesis, como la de Lilliana Bellato, del CIESAS. En algunas etnografías aparecen referencias que suelen ser anecdóticas y marginales.

Hasta donde sé, éste es el primer libro que trata de manera sistemática y a profundidad los tres temas fundamentales que aquí se estudian: 1) los cambios en las prácticas de noviazgo, 2) el significado del noviazgo para los jóvenes, y 3) los conocimientos y creencias que tienen con respecto a la salud sexual y reproductiva. Para cumplir con estos objetivos los autores hacen una propuesta metodológica que explican con cuidado y que les da magníficos resultados: para conocer los procesos que han tenido lugar en los últimos 40 años, toman la experiencia de tres generaciones de una misma familia; además de las entrevistas individuales, hicieron grupos de discusión con jóvenes.

Aquí encontrarán ustedes una extraordinaria polifonía de voces que recrean los dilemas de las nuevas generaciones: las voces de muchachas y muchachos, las de sus padres y abuelos, las de los maestros, sacerdotes, pastores y autoridades locales. Hasta las letras de las canciones favoritas de los jóvenes se recuperan en este esfuerzo de los autores por captar la nueva cultura que está emergiendo entre los jóvenes campesinos, así como sus fuentes de influencia e inspiración.

El estudio maneja varios niveles de análisis porque trata de contextualizar lo que está sucediendo con la cultura local y con los aspectos más íntimos de la subjetividad de los individuos, en las relaciones familiares, entre los géneros y las generaciones, y trata de explicar este conjunto complejo en función de procesos sociales amplios que afectan al campo y que tienen que ver con los cambios estructurales en los mercados de trabajo y en las economías regionales. La crisis de los pequeños y medianos productores agropecuarios inevitablemente ha transformado el horizonte de posibilidades y expectativas familiares e individuales; la migración, sobre todo a Estados Unidos, se ha transformado en una necesidad y prácticamente en un rito de pasaje para los jóvenes. La cultura local de los pueblos rurales está involucrada entonces en permanentes procesos de diálogo, reinterpretación, resistencia, con respecto a las múltiples influencias y discursos que llegan desde fuera y que están transformando la vida cotidiana y el imaginario de la gente. Y entre esas múltiples influencias resulta que también están los investigadores, que en este caso aspiraban a ser agentes de cambio, haciendo proselitismo a favor de la educación sexual.

En la perspectiva analítica de Rodríguez y Keijzer, son fundamentales las relaciones de poder entre los géneros y las generaciones, al interior de la familia. Desde fines de los ochenta se habla de la aplicación del enfoque de género en las investigaciones, pero el hecho es que generalmente la atención se centra exclusivamente en la perspectiva de las mujeres. Benno y Gabriela, en cambio, también buscaron escuchar a los varones. Y uno de sus aciertos, que produce resultados muy interesantes, es justamente contrastar los puntos de vista de los dos miembros de la pareja sobre las mismas cosas, las respuestas que dan a una misma pregunta. Así se logra ver no sólo hasta qué punto son diferentes las pautas de comportamiento sexual de varones y mujeres, sino que también viven, perciben, interpretan y valoran las situaciones y experiencias, que aparentemente son las mismas, de maneras muy diferentes. Por eso la metodología seguida por este libro muestra que hombres y mujeres se mueven en espacios físicos y sentimentales muy diferentes, son mundos diferentes, que incluso en muchos aspectos están segregados.

Gabriela Rodríguez dio reconocimiento teórico a este hecho y por eso invitó a Benno Keijzer a participar en el estudio, para lograr "un mejor acercamiento a los espacios masculinos y al mundo de los hombres", porque tenía claro que hay límites con respecto hasta dónde una investigadora puede llegar en su incursión por el territorio de la sexualidad masculina, sin violentar las normas locales de lo que es correcto y respetuoso. Es evidente que no hubiera sido posible acceder a mucha de la información sobre cuestiones tales como el papel de la prostitución en la iniciación sexual y el imaginario de los varones, sin la participación de Benno Keijzer. Esta congruencia teórico-metodológica dio tan buenos resultados que pienso que debería servir de modelo para futuras investigaciones.

Vale la pena subrayar también que pese a la apertura que hay ahora a los temas sexuales en los medios de comunicación, hablar de la propia sexualidad sigue siendo difícil por los tabúes, temores y vergüenzas que la rodean. Este estudio nos demuestra que sólo la convivencia prolongada, "las visitas sucesivas" para acompañar a individuos y familias en diversas circunstancias y contextos (los quehaceres cotidianos, las fiestas, los encuentros privados), es la que va cimentando la confianza hacia el investigador. Sin esta última es imposible alcanzar niveles más profundos y completos de conocimiento y comprensión de las sutilezas y matices del lenguaje, del mundo cultural, mental y sentimental de la población con la que se trabaja. En este sentido, los autores pusieron en práctica uno de los aportes más valiosos de la antropología a la investigación sociocultural: la etnografía densa, densa no porque sea pesada, sino por la riqueza y el detalle en la recuperación de las vivencias, de las formas de pensar y de las formas de expresarse los sujetos del estudio.

Quizá el hallazgo medular de esta investigación es que en los últimos cuarenta años ha ocurrido una verdadera revolución cultural y social en el pueblo estudiado: el surgimiento de una etapa que no existía en la vida de las generaciones anteriores: la adolescencia, en la que muchachas y muchachos pueden relacionarse mediante el noviazgo, antes de iniciar la etapa de las responsabilidades conyugales. Sólo los maestros usan la palabra "adolescencia", con el objetivo de promover que los jóvenes continúen sus estudios y pospongan el casarse y tener hijos. Los jóvenes hablan en cambio de "disfrutar la juventud", algo que sus abuelos no conocieron. La idea lúdica del noviazgo, del disfrute de besos y caricias, del erotismo pues, de noviazgos múltiples que no necesariamente tengan que desembocar en el matrimonio, es parte de esta revolución. "Nos hicimos novios como una diversión", dice uno de los muchachos entrevistados y ahora las muchachas también tienen derecho a tener varios novios antes de casarse.

Más allá de cómo valoremos estos procesos, lo que es evidente es que las distancias entre las conductas y expectativas de los jóvenes urbanos y rurales se han acortado, en parte por la influencia de los medios de comunicación, el aumento de la escolaridad, la migración y la diversificación ocupacional. Las mismas modas musicales, de estilo de vestir, y algo que describe muy bien este libro, la apropiación y resignificación de rituales y pautas de consumo urbanas, como la celebración de las graduaciones de la primaria y la secundaria, y los quince años de las señoritas.

Sin embargo, no todo es cambio en este pueblo básicamente campesino. La noche sigue siendo de los hombres. La honra de la familia, basada en el control de la sexualidad y la reputación de sus mujeres, de su virginidad, son valores con plena vigencia. Los ritos de paso masculinos, entre los que destaca la iniciación en prostíbulos, sigue como en tiempos de los abuelos, al igual que la violencia, generalmente ligada al consumo de alcohol. También la doble moral sexual, por la que las mujeres deben ser fieles y los hombres alardear de tener más de una pareja. Y aunque hay muchachas que se atreven a tomar la iniciativa en materia de noviazgos, lo que era impensable para sus madres, su comportamiento se juzga como inapropiado por considerarse masculino. La familia, las redes de parientes y la comunidad, siguen ejerciendo fuerte influencia sobre la vida de los individuos. Están en curso importantes procesos de afirmación de la individualidad de los jóvenes y de su constitución como sujetos que toman decisiones. Han desaparecido, por ejemplo, los matrimonios arreglados entre consuegros, con escasa o nula decisión de los novios en la selección de la pareja.

Estamos ante un mundo fluido pero también paradójico, porque al mismo tiempo que los jóvenes se atreven a explorar nuevas maneras de vivir su sexualidad, siguen manteniendo las aspiraciones a "casarse bien", a legitimar mediante el matrimonio religioso y costosas fiestas de bodas, las uniones que, cada vez con mayor frecuencia, se inician por "robo de la novia". Estos "robos" por lo general ya no son auténticos raptos, como en el pasado, aunque a los autores también les tocó presenciar alguna excepción. Con todo, resulta sorprendente el peso que los padres siguen teniendo en poner en marcha los rituales que legitiman la unión: "Mi jefe nos casó", dice uno de los entrevistados; "Ya después de que tuvimos tres hijos, mis suegros nos casaron", dice su esposa... y resulta que el suegro le escogió ¡hasta el color del vestido que lució en la boda!

Estos hallazgos nos ponen en guardia contra esquemas simples acerca de cómo procede la "modernización", concebida como un tránsito del peso de la normatividad y lo colectivo en los comportamientos, hacia un progresivo individualismo. Gabriela Rodríguez y Benno Keijzer demuestran que resulta empobrecedor pensar los procesos ocurridos en términos de las dicotomías modernidad/tradición, urbano/rural, y que vale mucho más la pena tratar de comprender su complejidad, como ellos lo han hecho.

El camino seguido y los resultados obtenidos les permiten a los autores cerrar el libro con un conjunto de propuestas para promover la educación y el cuidado de la salud sexual y reproductiva de los jóvenes. Ojalá que se puedan llevar a la práctica porque están muy bien fundadas.

Para finalizar, estoy convencida de que este libro puede servir de inspiración para otros estudios semejantes y como punto de partida para la formulación de hipótesis no sólo de carácter antropológico, sino también demográfico. En principio, los procesos estudiados en esta comunidad particular me parecen paradigmáticos, y, desde luego coinciden con lo que he encontrado en otras regiones del Altiplano central. Queda por delante la tarea de continuar avanzando en la brecha que han abierto Gabriela y Benno.

Creative Commons License All the contents of this journal, except where otherwise noted, is licensed under a Creative Commons Attribution License